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14 Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad en lo alto de una colina no puede
esconderse. 15 Ni se enciende una lámpara para cubrirla con un cajón. Por el contrario,
se pone en la repisa para que alumbre a todos los que están en la casa. 16 Hagan brillar
su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben
al Padre que está en el cielo.
En este día nos regocijamos por la celebración del Quinto Aniversario del
Ministerio Rayitos de Esperanza de nuestra iglesia. Este es un esfuerzo de la Primera
Iglesia Bautista de Río Piedras de atender las necesidades de la niñez de las comunidades
circundantes a nuestro Templo. Es ministerio de enseñanza, evangelización y de
servicio. Damos gracias al Señor por las vidas alcanzadas, por la oportunidad de servir y
cuidar. ¡Que el Dios Eterno nos permita continuar ministrando en tan hermosa labor!
Cuando era niño había una actividad que me gustaba mucho. Durante todo el día
íbamos al monte a recoger ramas secas, madera y hojas. Todo lo que traíamos lo
poníamos en un solo lugar. Colocábamos las hojas y el pasto primero, luego las ramas
más delgadas y más tarde las más gruesas y finalmente los troncos gruesos y pesados.
Después nos íbamos a la casa y regresábamos de noche a donde habíamos colocado con
mucho cuidado todo aquello que recogimos. …y entonces comenzaba la acción. ¿Saben
ustedes lo que hacíamos? ¿Quién sabe de qué estoy hablando? Me gustaba hacer
fogatas.
Allí veíamos como se encendían las hojas y las ramas pequeñas primero, luego los
tronquitos delgados y por últimos se encendían los troncos gruesos y pesados. Cuando la
fogata estaba bien prendida siempre me entretenía mirando al fuego dentro de los leños y
los carbones muy rojos, pero habías algo más que me llamaba la atención.
Del centro de la fogata salían unas chispas que eran muy pequeñitas y que subían
con el calor muy alto. Miraba y miraba hasta ver cuál de ellas era la que más duraba y la
que más alto llegaba. Era como una competencia de aquellas lucecitas muy pequeñas que
se movían mucho y que subían muy alto.
Jesús habló también de las luces. En el Sermón del Monte, él enseñó usando de
ejemplo la luz. Jesús dijo que tú y yo somos como la luz.
Me parece que estaba hablando de pequeñas luces como las de las velas.
Cuando es de noche una casa o una ciudad que está bien alta en una montaña con
sus luces la pueden ver todas las personas que están en el valle. Así mismo todo lo que
nosotros hacemos lo ven las demás personas y también lo ve Dios.
¿Qué pasa si ponemos una vela dentro de una vasija? ¿Qué pasa si le ponemos
una vasija encima? Pasarán dos cosas no va a alumbrar la casa y en segundo lugar se va
a apagar.
Así mismo, Jesús quiere que tu pequeña luz, alumbre a todos, que no la escondas,
ni la deje apagar. No importa si eres un niño, un adolescente o una persona joven.
¡Alumbra para Jesús!
Tal vez ya tengas muchos años y eres adulto o una persona de mayor edad.
¡Alumbra para Jesús!
Sí, que haya muchas luces. ¡Dios quiere que todos alumbremos!
Cuando todos hacemos cosas buenas que a Dios le gustan y que hacen bien a otras
personas y las ponen contentas entonces nuestras luces brillan más y todos la pueden ver.
Cuando la gente ve las cosas buenas que tú haces, se ponen alegres. Las personas
entonces se acuerdan de Dios y dan le gracias por la alegría que tienen. ¡Vamos a brillar!
Hoy tenemos una pregunta que queremos hacerte, niño y niña, jovencito o
jovencita: ¿Qué clase de lucecita quieres ser?
¿Quisieras ser una luz que aunque pequeña alumbre mucho, a todos los que están
en tu casa, a tus amigos y compañeros de tu vecindario y de la escuela y a todo el mundo?