Está en la página 1de 1

Madrigal triste

Cevlade
Que me importa que seas temida querida? Se bella y se triste, luce tus
heridas. Las l
agrimas despiertan tu belleza dormida como el rio al paisaje a
las flores marchitas la tempestad da vida. Yo te amo sobre todo cuando toda
expresi
on divertida se cae de tu frente abatida, cuando tu corazon en la oscuridad
se anida y tu presente se desabriga en la lluvia de lo que no se olvida. Te amo
cuando tu fuerte mirada es fuente de un raudal ardiente, como la sangre, cuando
mi mano te mece como siempre y como nunca antes, cuando tu angustia pesada
es un temblor de agoniznte. Yo espiro voluptosidad divina. Himno profundo
delicioso, todos los sollozos de tu pecho riman, y creo que tu cuerpo se ilumina
con las perlas que viertes tus ojos vidriosos al verlas desfilar.
Yo se que tu coraz
on lleva guardados pasados amores desarraigados pero
flamea con fulgor desesperado, as cobijas bajo tu garganta el orgullo de los
condenados. Pero querida ma, mientras tus sue
nos no hayan reflejado el infierno
y pesadillas de horror eterno con venenos y dagas, con polvora y hierro, no hayan
derrotado a tu dulzura y a tu lado mas tierno. Mientras no abras la puerta sino
con miedo, si la desdicha no brota en ti como el sudor entre mis dedos, sino
te combulsionas al sentir que la hora llego, si a
un no has sentido el abrazo del
seductor tedio; t
u no podr
as, esclava reina, que me amas con espanto en la noche
triste que alberga tantos fans del desencanto, decirme con los gritos de tu alma
rotos: Amor, somos el uno para el otro!

También podría gustarte