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La princesa de fuego

LA PRINCESA
DE
FUEGO

Fernando Chvez Santiago

Hubo una vez una princesa


increblemente rica, bella y sabia.
Cansada de pretendientes falsos que
se acercaban a ella para conseguir sus
riquezas, hizo publicar que se casara
con quien llevase el regalo ms
valioso, tierno y sincero a la vez.

El palacio se llen de flores y regalos de todos los tipos y colores,


de cartas de amor incomparables y de poetas enamorados. Y entre
todos aquellos regalos magnficos, descubri una piedra; una simple
y sucia piedra. Intrigada, hizo llamar a quien se le haba regalado. A
pesar de su curiosidad, mostr estar muy ofendida cuando apareci
el joven, y ste se explic.

Esa piedra representa lo ms valioso que yo puedo regalar


princesa: es mi corazn. Y tambin es sincera, porque an no es
suyo y es duro como una piedra, solo cuando se llene de amor se
ablandar y ser ms tierno que ningn otro. El joven se march
dejando a la princesa sorprendida y atrapada. Qued tan
enamorada que llevaba consigo la piedra a todas partes

Durante los meses siguientes llen al joven de regalos y atenciones,


pero su corazn segua siendo duro como la piedra en sus manos.
Desanimada termin por arrojar la piedra al fuego; al momento vio
como se deshaca la arena y de aquella piedra tosca surga una
bella figura de oro. Entonces comprendi que ella misma tendra
que ser como el fuego, y transformar cuando tocaba separando lo
intil de lo importante.

Durante los meses siguientes, la princesa se propuso a cambiar en


el reino y como con la piedra, de dic su vida, su sabidura y sus
riquezas, a separar lo intil de lo importante. Acab con el lujo, las
joyas y los excesos, y la gente del pas tuvieron comida. Quedaron
encantados por su carcter, su presencia transmita calor humano
y pasin por cuanto haca que comenzaron a llamarla.

La princesa de fuego.
Y como con la piedra, su fuego deshizo la dura corteza del corazn
de joven, que como tal y como haba prometido, result ser tan
tierno y justo que hizo feliz a la princesa hasta el fin de sus das.

MORALEJA
No hay que ser ambiciosos ni egostas
Abandonar las cosas materiales y fijarse en lo que en verdad vale la
pena.

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