Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
-Nada de eso, no he venido para regresar. Est usted de broma esta noche?
Murmur:
-Como usted quiera.
Y permanecimos inmviles.
Al cabo de una media hora, como nada turbaba la pesada y clara tranquilidad de
aquella noche de otoo, dije, en voz baja:
-Est usted seguro de que pasa por aqu?
Herv tuvo una sacudida, como si lo hubiera mordido, y, con la boca pegada a mi
odo:
-Estoy seguro, escuche.
Y volvi a reinar el silencio.
Creo que empezaba a amodorrarse cuando mi marido me apret el brazo; y su
voz silbante, cambiada, pronunci:
-No le ve usted, all abajo, entre los rboles?
Por mucho que miraba, yo no distingua nada. Y lentamente Herv apunt,
mientras me miraba fijamente a los ojos. Yo misma estaba preparada para
disparar, cuando de pronto, a treinta pasos de nosotros, apareci a plena luz un
hombre que avanzaba a pasos rpidos, con el cuerpo inclinado, como si viniera
huyendo.
Me qued tan estupefacta que lanc un violento grito; pero antes de que pudiera
volverme, ante mis ojos pas una llama, una detonacin me aturdi, y vi al hombre
rodar por el suelo como un lobo que recibe una bala.
Lanc agudos clamores, espantada, asaltada por la locura; y entonces una mano
furiosa, la de Herv, me asi por la garganta. Fui derribada, y despus alzada en
sus robustos brazos. Corri, llevndome en vilo, hacia el cuerpo tendido sobre la
hierba, y me arroj sobre l, violentamente, como si hubiera querido romperme la
cabeza.
Me sent perdida; iba a matarme; y ya alzaba sobre mi frente su tacn, cuando a
su vez fue sujetado y derribado, sin que yo hubiese entendido an lo que estaba
ocurriendo.