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EL PRINCIPITO Y EL ZORRO

Ven a jugar conmigo le propuso el principito- Estoy tan triste!...


-No puedo jugar contigo- dijo el zorro-. No estoy domesticado.
Y ms adelante el zorro le dice.
Para m no eres todava ms que un muchachito semejante a cien mil muchachitos, y
no te necesito. Y t tampoco me necesitas. No soy para ti ms que un zorro semejante a
cien mil zorros. Pero, si me domesticas, tendremos necesidad el uno del otro. Sers para m
nico en el mundo. Ser para ti nico en el mundo.
-Y Qu es lo que debo hacer? -pregunt el Principito.
-Debes tener suficiente paciencia -respondi el zorro- En un principio, te sentars a
cierta distancia, algo lejos de mi sobre la hierba. Yo te mirar de reojo y t no dirs nada.
La palabra suele ser fuente de malos entendidos. Cada da podrs sentarte un poco ms
cerca.
Al otro da el Principito volvi:
-Lo mejor es venir siempre a la misma hora -dijo el zorro- Si s que vienes a las
cuatro de la tarde, comenzar a estar feliz desde las tres. A medida que se acerque la hora
ms feliz me sentir. A las cuatro estar agitado e inquieto; comenzar a descubrir el precio
de la felicidad. En cambio, si vienes a distintas horas, no sabr nunca en qu momento
preparar mi corazn

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