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INTRODUGGION AL ESTUDIO DE LA FILOSOFIA SERIE GENERAL Estuplos V ENSAYOS ANTONIO GRAMSCI INTRODUCCION AL ESTUDIO DE LA FILOSOFIA Prologo de MANUEL SACRISTAN bo- yh ed EDITORIAL CRITICA Grupo editorial Grijalbo BARCELONA ‘Titulo oxiginal: Latrodezione allo stusio delle Alocaia} Quaderso 11 (XVIET) 1932-1953 QUADERNI DEL CARCERE, Ecicign critica del Instituto Gramsci al exidedo de Valentino Getratana ‘Traduccién castellana de MIGUEL CANDEL Gubiecto: Enric Satué © 1995: Giulio Finaudi editore, Turin © 1981 ones Era, S.A, Méico © 1985 de In presente edicisn pata Espaiis y Amética: Faorial Critica, S.A. calle Pats de Ia Creu, 58, 08034 Barcelona ISBN: 84.7423.2627 Depésito fegal: B. 20.736 1985 Iprese eo Espafia 1985.—Novagrdlik, Puigcerd, 127, 08019 Barcelona EL UNDECIMO CUADERNO DE GRAMSCI EN LA CARCEL' Los Cuadernos que esctibié Antonio Gramsci en la cércel de Turi (cerca de Bari, en la Apulia) entre 1929 y 1933 y Juego en clinicas de Formia y Roma desde ayuella fecha hasta 1935, 0 quizds algo mis tarde, fueron primeramente editados pot Felice Platone, bajo la inspiracién y con Ia colaboracién de Palmiro Togliatti, « partir de 1948, Esa edicién, que fue traducida af castellano en la Argentina, no reproducta los Cua dernos tal como son, sino que reagrupaba teméticamente los trozos para conseguir volimenes relativamente monogréficos. Eso hacia, sin dada; més fécil y agradable la lectura de los textos, pero alejaba de Ia real composicién de los Cuadernos En 1975 apareci6 la edicién critica de éstos tal como fueron escritos. Dirigié la edicién critica Valentino Gerratana, perso- na particularmente capacitads para Ia tatea, no siempte facil De esta edicién existe traduccién castellana publicada por la editorial mexicana ERA. 1, El cusderno tradcide en este volumen es ef 11 segiin Ie mumere: cién cronolégica de Ta edicién crftica dirigida por Valentino Gerratana (Et audi, Turin, 1975, 4 vols.), Fn Ia numecacién establecida con intencién pus ramente prdctica por Tatiana (#aniay) Schucht (la eufade de Gramsct y Ja pettona que més cetea esravo de él, fisice y morelmense, chrante los afios cde presidio) en 1937, inmediatamente despnés de In tiverte del enfermo, este cuademo Tlevaba ‘el nifinero aomano XVIL. 8 ANTRODUCCIGN AL ESTUDIO DE LA FILOSOFiA Hi proceso de Gramsci, que terminé con una condena a 20 uiios, 4 meses y 5 dias de presidio, estaba destinado a des- truit al hombre, como redondamente lo dijo el fiscal, Michele Isgrd: «Hemos de impedir funcionar a este cerebro durante veinte afios». Por eso los Cuadernos de Ia céree! no valen s6lo por su contenido (con ser éste muy valioso), ni tampoco s6lo por su contenido y por su hermosa lengua, serena y pre- cisa: valen también como sfmbolos de la resistencia de un «ce rebros excepcional a la opresiGn, ef aislamiento y la muerte que Je procuraban dia tras dia sus torturadores, KEI mismo médico de la cércel de Tari Heg6 a decir a Gramsci, con fran- queza fécilmente valerosa, que su misién como médico fascista no era mantenerle en vida. El que en condiciones que cau- saron pronto un estado patoldgico agudo Gramsci escribiera una obra no s6lo Hamada a infhuir en genctaciones de socia- listas, sino eambién, y ante todo, rica en bondades intrinse- cas, es una hazafia inverosimil, y los Cuadernos son un mon- mento a esa gesta. Si no existieran en castellano varias antologias de textos de Gramsci, més la edicién completa mencionada, Ia edicié de un cuademno aislado tendrfa sus inconvenientes. Pero como Gramsci tione ya cierta presencia en nuestra lengua, este voli men va a ofrecer Ia gran ventaja de petmitir Ia lectura seguida de un texto coordinado de Gramsci con Ia continuided y fa unidad con fas gue 6! Jo comibi6. Desde este panto de vista Ia elecci6n del cuadetno 11° es tuy acertada, por su conte- nido y por ef hecho de que es uno de fos cuadernos menos retocados y corregidos por Gramsci. (La critica gramsciana distingue tres estadios de redaccién en el conjunto de fos Cna- dernos y en cada uno de ellos. Pero la distincién no tiene pricticamente importancia para el cuaderno.) EL UNDECIMO CUADERNO DE GRAMSCI 9 Los Por diltimo, después de haber dejado un blanco en la pig na (Io cual, junto con el plural de “Apéndices”, sugiere que 12 anrropuccién AL ESTUDIO DE LA FILOSOFfA queria completar la lista de éstos), Gramsci decide reagtupar las cuestiones: «Reagrupacién de Ia materia, 1° Intelectuales, Cuestiones de la escwela. 2° Maguiavelo, 34 Nociones enciclopédicas y cuestiones de cultura, 4° Introduccién al estudio de la filosofia y notas criticas @ un Exsayo popular de sociologia. 58 Historia de la Accién Catdlica, Catélicos integristas » jesuitas - modernistas. 6° Miscelinea de notas varias de erudicién (Pasado y pre- sente). 72 El Risorgimento italiano (en el sentido de L'Eta del Ri- sorgimento italiano de Omodeo, peto insistiendo en los smotivos més estrictamente italianos). 8° Los nietecitos del Padre Bresciani. La literatura popt- lar. (Notas de literatura.) 9° Lorianisme. 10° Apuntes sobre periodismo.» El undécimo cuadetno cubte exactamente el punto 4.* de ese programa definitivo, El programa mismo, ya por su sola existencia, es uno de los sillares de ese monumento que decia antes: Gramsci lo ha escrito muy poco después de la primera gtan crisis de su organismo en Ja cétcel. Su corresponden- cia permite apreciar que los sintomas se acumulaban; el 20 de julio de 1931 escribe a Tania: «Doy vueltas por la celda como tuna mosca que no sabe dénde irse a morit, como dicen en Cerdefian. ¥ siete dias después: «me molesta més un estado permanente que se puede describie en resumen como evapo- racién del cerebro: cansancio general, incapacidad de concen. trar le atencién, relajacién de Ia memoria, etc», Pot ultimo, EL UNDECISO GUADERNO. DR GRAMSCT 13 el 3 de agosto esctibe a Tatiana casi una renuncia a seguir pensando y esctibiendo: Se puede decir que abota ya no tengo un verdadero pro- grama de estudios y de trabajo, y eso es, naturalmente, fo que tenfa que pasar. Yo me habla propuesto reflexionar acerca de una setie de cuestiones, pero era inevitable que, egadas @ cierto punto, esas reliexiones tavieran que pasat a la fase de documentacién, y, pot lo tanto, a una fase de trabajo y de elaboracién que tequiere grandes bibliotecas Alla una de la mafana de aguel dia Gramsci haba tenido ‘su primer vémito de sangte. Sin embargo, muy pocos dias después empezaba el cuaderno 11. (ya bajo el plan definitivo), el cual abria el segundo perfodo de los Cuadernos de la edrcel. Ya entonces, semejantes esfuerzos de Ia voluntad attaigaban ent una sabiduria muy diferente del voluntarismo doctrinario de sus afios mozos; el 3 de julio habia escrito a Tania: «aho- ra, por el contrario, siento toda la mezquindad, la atidez, lo sétdido de una vida que sea exclusivamente voluntad>. ‘La composicién de los Cuadernos de la cdrcel ha ocutrido cen tres perfodos, hoy claramente distinguibles tras su cuidado- sa datacidn por Valentino Getratana, Dureate el primer perio- do, desde que, conseguido el petmiso para escribir en la celda, abre el primer cuadetno el 8 de febrero de 1929, Gramsci emprende (no se puede decir ‘esctibe’ porque casi todos los cuadernos tienen rectificaciones 0 afiadidos posteriores a la Spoca de su redaccién basica) diez cuadernos, tres de los cua- les contienen sélo efercicios de traducciéa. Durante el segun- do perfodo, desde la ctisis de agosto de 1931 hasta su trasla- do de la cétcel de Turi a la de Civitavecchia, abre otros diez cuadernos, més uno de traducciones. De modo que correspon- den a los afios pasados cn la cétcel de Turi 24 cuadetnos, cua- to de los cuales dedicados a traducciones. Hay un tercet 14 INTRODUCCION AL ESTUDIO DE LA FILOSOFfA perfodo que comienza el 7 de diciembre de 1953, cuando, tras unas semanas en la cércel de Civitavecchia, ingresa en una clinica de Formia en condicién de presidisrio, y termina pre- sumiblemente en agosto de 1935, aio y medio antes de su muette; en este tercer periodo Gramsci ha empezado doce cuadernos més que quedaron muy incompletos. Todos los cuadernos estén escritos «atrancando jugo i cluso a un nabo», como escribié él mismo, casi sin materia- les; y conquistando tiempo y vida a una salud endeble y, muy pronto, a la enfermedad aguda. El 29 de agosto de 1932, fecha en la cval no estaria terminado el cuaderno 11.°, Grams- i escribe a Tania: He Hlegado a un punto tal que mi capacidad de resisten- cla esté a punto de derumbarse completamente, no sé con qué consecuencias, Estos dias me siento peor que nunca; hhace més de ocho dias que no duermo més de tres cuattos de hora por la noche, y hay noches enteras en las que n0 ppego ojo ... el complejo de In existencia se hace insoporte- Ble, de modo que cualquier salida, aunque sea la més peli- grosa y accidentada, es preferible a la continuacién del pre- sente estado, Menos de un afio después, el 16 de marzo de 1933, escri- be a Tatiana en un estado de inritacién que revela la gravedad del suftimiento que lo provocaba: «Ti no has comprendido gue verdaderamente estoy acabado, que después de més de dos afios de desgaste lento, pero implacable y que atin con- timia, se me han agotado Ins reservas [...].» El 7 de marzo, meses después de su segundo vémito de sangre, Gramsci habia suftido un desvanecimiento, El dia 20 de aquel mes consi- guié Tatiana Schucht que un médico decente —no el de la céreel que declaraba su deseo de que Gramsci muriera cuanto antes— le visitara en ‘Turi. El médico diagnosticé. muchos males: EL UNDECIMO CUADERNO DE GRAMSCI 15 Yo infrascrito, declato que Antonio Gramsci, pteso en Turi, sufre de mal de Pott, tiene lesiones tuberculosas en el lébulo superior del pula detecho que han provocado dos hemoptisis, una de las cuales en cantided notable y seguida de fiebres muy altas durante varios dias; sufre de ar- terioescletosis con hipertensién arterial, Ha tenido desva- necimientos, con pérdida del conocimiento y parafasia, que ba durado varios dias. Desde el mes de octubre de 1932 ha perdido siete quilos; sufre de insomnio y no puede ya escribir como hasta ahora. Gramsci no podré. sobrevivit mucho tiempo en las actuales condiciones; considero_ne- cesatio su traslado a un hospital civil o una clinica, salvo que sea posible concederle la libertad provisional. En fe de Jo cual firmo. Ummerto ARCANGELI La repercusién internacional de ese disgnéstico contribuys probablemente a que el gobierno se decidiera a enviar ¢ Turi tun inspector sanitario (otto funcionatio fascista que dictaminé gue Gramsci estaba suficientemente bien atendido en Turi), 7 luego, finalmente, a disponer su traslado a la enfermerfa de ta circel de Civitavecchia primero y, més tarde, a una clfnica privada de Formia, En ese segundo periodo de tanto suftimiento estén escri- tos los cuadernos 11°15.’ y parte del 16.°, Por lo demés, tam- poco fuerea mucho mejores las condiciones cn las que Grams- , como dice Pascoli} con ironfa un tanto siniestra, y que estaba muy lejos de desear, satisfecho, calma para producir una obta acedémica sistemética (como parece que se lo han crefdo varios comenta- EL UNDECIMO CUADERNO DE GRAMSGr 19 ristas incapaces de imaginarse una cfrcel fascista). Se trata del pocmna «Per sempren de los Canti di Castelvecchio. He aqui una versién literal de la 8." edicidn (Bolonia, 1917), que es de suponer fuera la usada por Gramsci ¢Te odio?!.,. No te atmo, ya lo ves, No te amo... ¢Te acuerdas de aquel din? Muy lejos Ulevaban los pies 2 um corazén que pensaba en Ia vuelta, ¥ ast volvi... y tt no estabas. Hoabfa en Ia casa un eco del ayer, de un Jargo prometer, Y conmigo me Hlevé de tf slo aquel eco: PARA SIEMPRE! No te odio. Pero el eco callado de aquella infinita promesa viene conmigo y mueve ef corazén con el cortado palpitar de las horas; gime er, el corazén con el grito del pijaro implume cafdo del nido: PARA. StEMPRI No te amo, Mité sonriendo la flor de tu blando tostro. Tiene todos tus ojos, pero el rostro. ro es tuyo. Y best la carita desconocida sin sobresalto de Ja sangre. Le dije: <¥ a mf, gme quieres?s, (Si, mucho!» ¥ fj6 tus ojos en mi. «gPara siempre?» le dije. Me dij: PARA SIEMPRE! Respond: «Eres nifia y no sabes Jo que quiere decir Para siempre», Contesté: «No sé lo que es?». 20 INTRODUCCION At ESTUDIO DE LA FILOSOW{A Para siempre quiere decit Morir... sf: dormirse en la noche: quedarte tal como estabas PARA SIEMPRE! Hay otto asunto que ilustra bien, en cambio, la evolucién de Gramsci en 1a cétcel bajo In influencia de su situacién y de su esfuerzo: es su percepcién del tiempo, concepta que, con el de orden, es probablemente ano de los dos que mas fntimamente vertebran su pensamiento: el orden era para Gramsci —su revista se llamé 1/Ordine Nuovo— el fruto de Ia revolucién'social que ha de superar el desorden de Ia s0- ciedad capitalista; y la cuestién del tiempo es de gran impor- tencia pata alguien que piensa en una transformacién social. Sus ideas acerea de Ia nocién de orden no cambian en la cér- cel: todavia en 1933, precisamente en el cuaderno 11.*, desa- rrolla la critica de Marx al «socialismo ut6pico» escribiendo: «Es més dificil instaurar un orden intelectual colective que inventar arbitrariamente principios nuevos y originales». ¥ al final del mismo cuaderno aparece Ia concepcién revolaciona- ria que es propia de Gramsci desde ta época de L'Ordine Nuovo: «Pero desde el momento en que un grupo subalterno se hace realmente auténomo y hegeménico suscitando un nuevo tipo de estado, nace concretamente la exigencia de cons- truir un nuevo orden intelectual y moral, un nuevo tipo de sociedad...». Esa idea se diferencia sélo por su historizacién © relativizacién de Jo que habia escrito a los veintiséis afios en La Citta Futura: «Los socialistas no tienen que sustitui: un orden por otro, Tienen que instaurar el orden en stv. Pero no ocurre Jo mismo con la otta nocién vertebral del pensamiento de Gramsci, la del tiempo, En el idealismo juve- nil de Gramsci el tiempo tiene s6lo una existencia de sombra; en el periddico I! Grido del Popol habia escrito el mismo aio: «el pensamiento revolucionario niega el tiempo como EL UNDECIMO GUADERNO DE GRAMSCI au factor de progreso». El preso de cuarenta y dos afios escribe en el cuaderno 15.° (1933): Se oye decit: «Ha resistido cinco afios, ¢por qué no seis? Podia tesistir un allo mas y triunfar» [...] la verdad es que el hombre del quinro aio no es el del euatto, del rercera, del segundo, del primero, ete.; es una personalidad completamente nueva, en la cul los afios transeurtidos han demolide precisamente los frenos morales, las fuerzas de resistencia que caracterizaban al hombre del primer aio Y por las mismas fechas, en una carta « Tatiana Schucht del 2 de julio de 1933, Gramsci se expresa al respecto con estilo de filésofo moral: No tengo nada que decit ni a ti ni a nadie. Estoy va- cio [...] Ya no se puede hacer neda. Si alguna otra vez te casre en la vida el tener experiencias como Ia gue has tenido conmigo, exéeme, ef tiempo es lo més importante: ¢s un simple pseudénimo de la vida misma, Conviene recordar que durante esos duros meses del ve- rano de 1933 y los siguientes, agravadas sus dolencias y en espera del posible traslado a un hospital penitenciario, Grams- ci ha segnido trabajando en sus Cuadernos y ha empezado doce més. Hasta muy al final se esti batiendo Gramsci, sin dda ya en retirada del gran teatro del mundo —del «mundo grande y terriblen, como él decia—, pero no est acabado ni intelectual ni moralmente. En el trance del traslado de Ia cr- cel de Turi a la enfermeria de la cércel de Civitavecchia, Gramsci ha moserado por su conducta en qué aprecio tenfa realmente a sus Cuadernos, a pesar de su sensacién, expresada pocos meses antes, de no tener ya nada que decir a nadie. Hay tun valioso testimonio sobre esio de Gustavo Trombetti, oto preso comunista de la cércel de Turi. Trombetti habia sido 22 INTRODUCCION AT ESTUDIO DE LA FILOSOFfA designado por ef director de Ja cétcel para acompafiar a Gramsci en su celda a raiz de la altima crisis grave de éste en aquel presidio, Por eso estuvo Trombetti ayudando a Gramsci a preparar su equipaje Ia noche del 18 al 19 de no- viembre de 1933: Acompatiados por el funcionatio de la ptisidn encarga- do cel almacén, nos ditigimos a éste y preparamos su equi- paje. Mientras él, de acuerdo conmiga, distrafa al funciona. rio chatlando, yo met{ los 18 cuadernos manuscritos en el bail, entre las demés coses [...] De vuelta « Ia celda, Gramsci no pudo dormir durante el resto de la noche, di- ciendo gue no nos volverfamos a ver. [... Hacia las seis de la maitana, que era adtt noche cerrada, llegé la escolta ar- amada. {...] Le mandaron subir a un coche [...] Le puse la maleta al lado, nos abrazamos y el coche salié, tragado por Ia oscuridad. [...] Lloré como no lo haba hecho en mucho tiempo. (Gustavo Trombetti lo contd asi a Lucio Lombardo Radice y G. Carbone, los cuales pablicaron su testimonio en su Vite di Antonio Gramsci, Roma, 1952, p. 232.) En fecha ya tan tardia como el invierno de 1935, después de la iiltima crisis anterior a su muerte, Gramsci eseribe a su Iejana compafiera Julia Schucht, que esté en Mosca: ‘cuando pienso en todas esas cosas y en gue nuestra vida, desde hace tantos afios (casi una cuarta parte de mi exis- tencia y mds de um cuarto de la tuya), se desarrolla tan se- parada de la mia, no me siento may alegte. Y, sin embar- 0, hay que resistir, aguantar, intentar hacerse fuerte, Por To dems, lo que hz ocurtido ‘no era del todo imprevisible; ti, que recuerdas tantas cosas del pasado, ¢recuerdas cuan- do te decia que «me iba a la guerra»? Tal vez no eta muy serio por mi patte, pero cra le verdad, y en realidad ast yo lo sentia. ¥ te querfa, te queria mucho. (25 de noviem: bre de 1935.) BL UNDECIMO CUADERNO DE GRAMSCI 23) El testimonio més sugestivo del momento en que Gramsci se pone ya en su muerte es un recuerdo de Piero Sraffa del aio 1936. Como lo ha contado Spriano, sin organizarse (en sentido lato), y no hay organizacion sin intelectuales, es decir, sin organizadores y dirigentes, sin que el aspecto teérico del nexo teorfa-préctica se distinga concretamente en un estrato de petsones «especializadas» <7 en la claboracién conceptual y filossfica Hiaciendo del partido el «intelectual colectives de una clase, Gramsci recoge y complica a la vez Ia tesis de Kautsky y del Tenin que se podria llamar «clisico» acerca del origen externo ala clase del pensamiento que ésta necesita para hacerse au- ténoma, ¢ incluso de la misma articulacién de la consciencia de clase (de Ia «clase-para-st»): Los partidos seleccionan individuslmente la masa ac- tuante, y la sefeccién tiene Iugar conjuntamente tanta e plano préctico como nc] tedrico, con una relacién ent feorfa y prictica tanto mis estrecha cuanto més vital y ta- diccimente innovadora de los viejos modos de pensar es la concepcién de que se trate. Por eso se puede decit que los | partidos son los elaboradores de Jos meyos intelectuales in- tegrales y totalitatios ... A la luz de Ja concepeisn, ararnsciana de fa filosofia queds dlaro_que Ta denominacién. «lilosofia, de Te prdcticay que | Gramsci aplica al marxismo no es casual ni secundaria. A me-} tudo se ha entendido ese nombre como resultado casual de Ja necesidad de ocultar a Ja censura de Ia cércel cual era el asunto sobre el que realmente escribfa Gramsci. Luego se suele afiadit alguna muestra de sorprendida admiracién por lo 32 INTRODUCCION AL ESTUDIO DE LA FILOSOFEA adecuadamente que se puede aplicar aquel nombre al mar- xismo (en particular al de Gramsci), por un incidente tan imprevisible como el que convirtié la «filosoffa primera» de Atistételes en «metaffsica». Pero hay mucho més que eso, y el cuadetno 11.° lo documenta: Gramsci continéa en él Ia biisqueda de precedentes de la «filosofia della praxis» que habia empezado en otros Iugares con santo Tomés de Aquino (ntellectus speculatious extensione fit practicus) y con Vico (verum ipsune factum). Por eso se fija Gramsci, én las notas cortas del cuaderno 11.%, en autores como Alessandro Levi, Alessandro Capelli y Antonino Lovecchio, Parece fuera de duda que lo que mis le interesa a Gramsci del legado de Marx deberfa Iamarse, segtin 1, «filosofia de la prictica», mejor que materialismo histérico o que materialismo dialéctico. (Sin embargo, Gramsci no lo ha dicho nunca clara y consciente- mente.) Hay, por sltimo, otra veta intelectual que atraviesa cl cuaderno 11°, sin tener en cuenta la cual, aunque sea s6lo ,slusivamente, la Jectura de ese texto seria parcial o sesgada: a jpesar del ideologismo culturalista, «humanista e idealista al tiende por su primera educacién filos6fica, Gramsci man- tiene su buen sentido incluso en las cuestiones mas ideol6gi cas: asf trata con precisién y solide lo que lama «la técnica del pensamicnto», de la cual dive, aguda y certeramente, que «sin duda no crearé grandes filésofos, pero dard citerios de juicio y de control y corregira Ias deformaciones del modo de pensar del sentido comtin»; con el mismo acierto descarta Ta idea de una «dialéctica formal» concebida como légica: «epor qué va a ser la dialéctica “formal” superior a Ia légica “formal”? Se trata sdlo de instrumentos Idgicos, y una buena herramienta vieja puede ser superior a una herramienta més moderna de baja calidad (....d». La misma orientacién histé ca y sociolégica de la mirada, que a veces hace caet a Gramsci gicismos historicistas y sociologistas, le permite también EL UNDECIMO GUADERNO DE GRAMSCL 33 formular critetios que luego han aparecido en la filosofia de la ciencia académica de la cultura capitalista (sobre todo desde el libro de Th. 8. Kuhn Le estructura de las revoluciones cien Hficas). Por cierto que Gramsci no es ef tinico ni el primer marxista que ha destacado la importancia de la evolucién his: rica de las ideas y de los grupos de intelectuales en Ia cien- «ia (su denostado Bujérin lo habia dicho en Londres en 1931, por ejemplo), pero lo ha hecho con la concreta eficacia de su estilo, y con mAs planos de pensamiento que el internalista akuhnismo vulgar», gracias a la prictica «dialécticas de rela. Gonar unos con otros los varios campos de Ia cultura, en este caso la ciencia y la evolucidn de Ins ideologfas sociales: La forma racional, Igicamente cobetente, Ia redond de razonamiento que no descuida ningéin argumento posit vo 0 negative que tenga algin peso, posee su impottancia, pero esté muy lejos de ser decisiva; puede serlo de manera subordinada, cuando la persona en cuestién se halla ya en condiciones de crisis intelectual, oscila entre lo viejo y lo ‘nuevo, ha perdido Ia fe en lo visjo y todavia no se ha dex dido por lo nuevo, ete, Otro tanto se puede decic de la autoridad de los pensadotes y cientfficos. Kuhn no dijo mucho més (filos6ficamente) en su best-seller académico, pero la Academia, que fue sacudida como por un tetremoto por el escrito de uno de sus respetables miembros, ignora a un pensador como Gramsci. Eso tiene, sin duda, ex- plicaciones inocentes, por ast decitlo: Ia costumbre de la lec- tura especializada, Ia acumulacién de papel impteso, etc. Pero con ideas de Gramsci es posible descubrir también explicact nes un poco més penetrantes. Manvet Sacusran Luz6n Barcelona, mayo de 1985 NOTA EDITORIAL La presente traduccidn recoge tntegramente el undécimo de los Cuadernos de la cétcel y procede de la edici6n critica del Instituto Gramsci al cuidado de Valentino Gerratana (An- tonio Gramsci, Quaderni del carcere, 4 vols., Einaudi, Turin, 1975; vol. II, pp. 1.363-1.509). Dicho cuaderno carece de titulo general, pero en el décimo viene citado como Introdu- zione allo studio della filosofia, Los titulos de las partes, de los capitulos y de los pirrafos son de Gramsci. En la presente edi- cidn espaiola, la parte titulada «Apuntes y rejerencias de ca- récter histérico-critico», que en el original precede al cuerpo del escrito, se ba colocedo al final debido a su cardcter de bibliografia comentada, Se ha prescindido de casi todo el apa- rato critico de la ediciOn italiana de referencia (numeracién de los pérrajos, referencias a otros cuadervos y buena parte de las notas), y se conservan sélo las notas que se ban conside- rado iitiles para una edicién como ésta. Este cuaderno fue iniciado no antes de mediados de 1932 y terminado en 1933. ADVERTENCIA Las notas contenidas en este cuademo, al igual que en Jos otros, han sido escritas a vuelaphima, a fin de trazar un rapido esbozo de memoria. Todas ellas requieren una revi- sién y control minuciosos, ya que contienen sin duda ine- xactitudes, planteamientos falsos, anactonismos. Al haberse ‘escrito sin tener delante los libros que se citan, es posible que, tras su revision, tengan que corregitse a fondo debido a que la verdad sea exactamente lo contratio de lo que se ha escrito. i APUNTES PARA UNA INTRODUCCION Y PREPARACION AL ESTUDIO DE LA FILOSOFIA Y DE LA HISTORIA DE LA CULTURA I. ALGUNAS REFERENCIAS PRELIMINARES Conviene desttuir el prejuicio, muy difundido, de que la filosofia es algo muy diffcil por el hecho de ser Ia actividad intelectual propia de una determinada categoria de clentifi- cos especializados 0 de fildsofos profesionales y sistematicos. Conviene, por tanto, demostrar de entrada que_codos los hombres ‘son «filésofosp,, definiendo. Jas Limites, Ta filosofia_contenida: 1) en el lenguaje “conjunto de nociones y de conceptos de- tetminados, y no sdlo de palabras gramaticalmente vaclas de ‘ido; 2) en.el sentido comin y, en sentido; 3) en popular y también, por consiguiente, en todo el sistema de creencias, supersticiones, opiniones, maneras de ver y de actuar que asoman en eso que generalmente se Lama «folklore. ‘Una vez demostrado que todos son filésofos, aungue sea 2 su maneta, inconscientemente, pot el hecho de que aun en Ja més elemental manifestacién de una actividad intelectual cualquiera, el «lenguaje», esté contenida una determinada concepcién del mundo, se pasa al segundo momento, el mo- | mento de la erftica y de Ja conciencia, es decir, a la pregunta: | ges preferible «pensar» sin tener conciencia critica de ello, de manera dispersi’y ocasional, esto es, participa de una 40 eee pines be Aliens concepeién del mundo «impuesta» mécénicamente pot el am- biente externo, 0 sea, por uno de tantos grupos sociales en Jos que uno queda autométicamente integrado desde el mo- mento de su entrada en el mundo consciente (y que puede set el pueblo o Ia provincia de uno, puede tener st origen en Ja parroquia o cn la «actividad intelectual» del cura o del viejo patriarca cuya «sabidurfan pasa por ley, en la mujer que ha heredado la sabiduria de las brujas o ex ef intelec- tualillo avinagrado por su propia estolider ¢,impotencia para >actuat), 0 5 preferible claborar Ia propia concepcién del mt ta_conscienté ¥ Giftica” y, fior ende, én esfuerzo del ‘propio’ cetebto, escoger la propia +] \esteta de ‘actividad, participar activariente en Ja” ptodaccién : , ser gula de ul Jab Ta Bistoria deI'mando, er gula-de uno mismo y no acep- tar ya pasiva’t inadvertidamente el”imoldeaiiento externo | de la propia personalidad? | Nota E. Por la propia concepcién del mundo se pertenere ‘siempre a un determinado grupo, precisamente al integrado Ipor todos Jos elementos sociales que comparten una misma Imaneta de pensar y de actuar. Se es conformista de alguna clase de confensoee ‘Se es siempre hombre-masa u hombre- colectivo, La cuestién es esta: gde qué tipo histérico es el conformismo, el hombre-masa del que se forma parte? Cuan- do la concepeién del mundo no es ctitica y coherente, sino ocasional y dispersa, se perttenecé simultétiéafhente a una multiplicidad de hombres-masa, la propia personalidad est compuesta de manera extravagante: se encuentran en ella cle- mentos del hombre de las cavernas y principios de la ciencia mis moderna y avanzada, prejuicios de todas las fases histé- ricas pasadas, mezquinamente localistas, ¢ intuiciones de una filosofia furura como la que seré propia del género humano uisificade a escala planetatia, Criticar la propia concepcién del mundo significa, pues, hacerla unitaria y cohetente y ele- p E Core REPERENCIAS PRELTMINARES aL varla hasta el punto alcanzado por el pensamiento mundial mas avanzado. Significa también, por tanto, criticar toda la filosofia que ha habido hasta ahora, en In medida en que éta ha dejado estratos consolidados en Ia filosofia popular. El comienzo de la elaborucién critica es la conciencia de aquello gue realmente es, a saber, un «condcete a ti mismo» fomo producto del proceso histdrico_desarrolladg hasta hoy, que ha"déjado ati una infinidad de huellas, recibidas sin beneficio de inventatio, De entrada conviene hacer ese in- ventario. Nota II. No se puede separar Ia filosofia de Ia historia de 1a filosofia ni le culeura de la historia de la cultura, En el sen- tido més inmediato y ajustado, no se puede ser filésofo, esto es, tener una concepcién del mundo criticamente coherente, sin la conciencia de su historicidad, de la fase de desarrollo que ella representa y del hecho de que est en contradiccién, con otras concepciones o con elementos de otras concepcio- nes. La propia concepcién del mundo responde a determi- nados problemas planteados por Ja realidad, que son perfec- tamente detérminados y «originales» en su actuslidad Como es posible pensar el presente, y un presente bien de- terminado, con un pensamiento formado a partir de proble- mas de un pasado con frecuencia muy remoto y supcrado? Si eso ocurre, significa que se es «anacténico» en el propio tiempo de uno, que se es un f6sil y no un ser viviente en la modernidad. ©, por lo menos, que esté uno «compuesto» de manera extravagante. Y de hecho ocurre que ciertos gru: ppos sociales que en algunos aspectos expresan Ia modernidad més desarrollada, en otros se hallan retrasados respecto de su posicién social y son, por consiguiente, incapaces de una com- pleta autonomfa histérica, * f a a2) INTROBUCGION AL esTUDIO DE LA E1LOSoFfA Nota IIT. Si es verdad que todo lengusje contiene los elementos de tna coneepeién del mundo y de una culture, yserd también verdad que, por el lenguaje de cada uno, se [psde juzgat In mayor o menor complejidad de su concep- cién del mundo, Quien habla sélo el dialecto © comprende la Tengua nacional en grados diversos participa necesariamente de una intuicién del mundo mis 0 menos estrecha y provin- ciana, fosilizada, anacrénica en comparacién con las grandes cottientes de pensamiento que dominan la historia mundial. Sus intereses serin estrechos, mas 0 menos corporativos © | economicistas, no universales. Si no siempre es posible apren- der mds lenguas extranjeras para ponerse en contacto con Vides culturales diferentes, conviene al menos aprender bicn Jk Iengya nacional, Una gran cultura puede sraducirse en fa Tengua de otra gran cultura, es decir, una gran lengua na- cional, histéricamente rice y compleja, puede traducir cual- quier otra gran cuftura, esto es, set una expresién sundial Pero an dialecto no puede hacer eso, Nota IV. Creat una nueva cultura no significa sélo hacet individualmente descubrimientos originales», significa tam- ign y de manera especial difundit critieamente verdades ya descubicrtas, «socializarlasy por asf Geir ¥ hace que 58 con- viettaa, por tanto, en base de_acciones vitales, elemento de cootdinacién y de ordén intelectual y motalConducir « una .,, {masa de hombres # pensar coberentemente y de manera uni- jus el presente real es un hecho y no llamarla «ideologis» 0, directamnente, «pol En realidad no existe Ia filosoffa en general: versas filosofias 0 concepciones del mundo y se hace siempre una eleccién entre ellas. ¢Cémo se realiza esa eleccién? ¢Es tun hecho meramente intelectual o algo mis complejo? Y gno ‘ocarre con frecuencia que entre el hecho intelectual y la nor- ma de conducta exista conttadiccién? ¢Cudl serd entonces la verdadera_concepcién del mundo: la afirmada I6gicamente como hecho in ae jectaal, O'la_que resulta de Ja acti 2 de_cada_uno, actuacién? Y puesto decir que Ta Flosofia real wo Gt Gontenida ada existen di- ollaren sa politica? ‘Ese'contraste entre el pensar y el” actuar, 68 Ustiz, la cocxistencia de dos concepciones del mundo, una take nerds dhe VORUne Hut > | Adds INTRODUCCION AL ESTUDTO DE LA PILOSOFEA aaa afirmada con palabras y Ia otra puesta de manifiesto en la manera efectiva de actuar, no siempre se debe a la mala fe. La mala fe puede ser una explicacién satisfactoria para algu- ros individuos tomados aisladamente, 0 también para grupos més 0 menos numerosos, peto no ¢s satisfactoria cuando el contraste aparece en las manifestaciones de la vida de am- plias masas: entonees ese contraste no puede menos de ser Ta expresién de contrastes mis profundos de orden histrico- social. Significa que un grupo social, que tiene su_propia ‘concepcién del_mundo; aungue, sea embrionaria, que se_ma- ‘ecigp y, por tanto, sélo-de forma ocssional fiesta en ta ace | BBpoxidia,'0 3%, Cuando él grupo se mueve como un todo | ptganico, ha adoptido, por faz isién_y subotdinia- ‘cidn intelectual, una concepsidn extrafa, prestada por otro lie es La que afitma con-sas palabras, la que cree in- clase seauit, porque la sige ef «tiempos normales», es decir, cuando fa conducta no es independiente y, auténoma, sino_ {br ida y sabordinada, He ahf, por tanto, que Sno s€ puede separar la filoso‘ia de la politica y se puede mos- {timetanabtén quc la cleceién y la erfiea"de una i $ def mundo €6 tambign un hecho politico. “ ~“€onviene, pues, explicar cémo es que en todo momenta coexisten muchos sistemas y cortientes de filosofia, cémo nacen, e6me se difunden, por qué en su difusién siguen cier- tas Iineas de fractura y ciertas direeciones, etcétera. Esto de- muestra Ja necesidad de sistematizar critica y cohetentemen- f{ te las propias intuiciones del mundo y de la vida, fjando con |) exaciitud qué debe éntendsrse por «sistema» para que no | se entienda en el sentido pedantesco y profesoral de la pala- | ta, Pero esta elaboracién debe hacerse y puede sdlo hacerse en el maico de Ia historia de Ia filosoffa, que muestra la ela. boracién que ha experimentado el pensamiento a lo largo de Tos siglos y el_esfuerzo colective que ha costado nuestro modo actual de“Berisar, que resume y compendia toda esa Be Ba a ccene aadlgsoiin, - “Bm Bar del REFERENCIAS PRELIMINARES 45 historia pasada, incluso en sus errotes y delitios, los cuales, de otro lado, por haberse cometido en el pasado y haber sido cortegidos, no est dicho que no se reproduzcan en el pre- sente y no exijan ser cortegidos todavia, Cul es Ja idea que el pueblo se hace de la filosoffa? Se puede reconstruir a través de los modos de decir del lenguaje comtin. Uno de los mds difundidos es aquel de «tomar las cosas con filosofias, que, bien analizado, no hay que desde- ido, tto que contiene una invitacién implicita a la resignacién y a la paciencia, pero parece que el punto més importante es, en cambio, la invitacién a la reflexién, a darse cuenta de que lo que sugede.es.en el fondo racional y que como tal hay que afrontatlo, concentrando las propias fuerzas racionales y no dejéndose, arrastrar por los impulsos instintivos y violentos:"Sé podrfan agrupar esos modos popu- Tares"de"déclF con las expresiones parecidas de los escritores de cardcter popular —tomdndolas de los grandes dicciona- tios— en las que entran los términos de «filosofia» y «filosé- ficamenter, y se podré ver que éstos tienen un significadof eo muy preciso, de superacién de las pasiones animales y ele-; mentales en una concepcién de la necesidad que da al propio actuar una direcci sentido tomdri; “To que precisimente podria Iamarse_buen sentido, y que merece desarrollarse y hacerse unitario y cohe- Tente. Asi se pone de manifiesto que también por eso es im- posible separar lo que se llama filosoffa «cientifica» de la filosoffa «vulgar» y popular, que ¢s sélo un conjunto disper- so de ideas y opiniones. Pero en este punto se plantea el problema fundamental de toda concepcién del mundo, de toda filosoffa, que se haya convertido en un movimiento cult 1a_«religidn», una «ffs, est6"es, que haya producido una actividad prégtica yuna voluntad y que esté contenida efi ellas cOtho «premisa» tedrica implicita (una «ideologia», se podria decir, si al tér- mnsciente, Bs" ese el nucleo sano ‘del’ * 46 avrRouCCION AL ESTUDIO DE LA FILOSOFLA imino ideologia se Je da precisamente el significado més alto de una concepeién del mundo que se manifiesta implicita mente en el arte, en el derecho, en la actividad econémica, cen todas las manifestaciones de la vida, individuales y colec- tivas), a saber, el problema de conservat la unidad ideol6gica en todo el bloque social cimentado y unificado precisamente por aquella ideologia determinada, La fuerza de las religiones, y especialmente de la Iglesia catdlica, ha consistido y consiste en que sienten enérgicamente la necesidad de la unién doc- trinal de toda la masa areligiosa» y luchan para que los es- tratos intelectualmente superiores nto se separen de los infe riores. La Tglesia romana ha sido siempre Ja més tenaz. en la lucha para impedir que «oficialmenten se formen dos teligio- nes, Ja de los «intelectuales» y la de Jas , mera ? Ciertamente no, antes bien hay que poner de relieve que el fatalismo no es sino un revestimiento de debilidad para una voluntad activa y real. He abt por qué conviene siempre demostrar la futilidad def determinismo me- céinico, que, aunque explicable como filosoffa ingenua de las masas y, sélo como tal, elemento intrinseco de fuerza, una vez gueda asumido como filosoffa refleja y coherente por parte de los intelectuales, se convierte en causa de pasividad, de es- tulta autosuficiencia, y eso sin esperar a que el subalterno se haya convertido en ditigente y responsable. Incluso una parte de la masa subalterna es siempre dirigente y responsable, y la flosofia dé la” parte precede siempre a li filosofia det todo, no sdlo “coli “anticipacién” testica, sino como necésidad actual. - aes 56 INTRODUGCIGN AL. ESTUDIO DB LA FILOSOFIA Que Ia concepeién mecanicista ha sido una religién de su- balternos se hace patente en un andlisis del desarrollo de la religién cristiana, que en cierto periodo histérico y en condi- ciones histéticas determinadas ha sido y continia siendo una «necesidad», una forma necesaria de la voluntad de las masas populares, una forma determinada de racionalidad del mun- do y de la vida que impone los cuadros generales para la ac- tividad préctica real. En el siguiente pasaje de un articulo de la Civiled Cattolica («Individualismo pagano e individua- listno ctistiano», fasc. del 5 de marzo de 1932) me parece ~ perfectamente expresada esa funcién del cristianismo: «La fe en un porvenir seguro, en la inmortalidad del alma, destinada a la felicidad, en la seguridad de poder llegar al gozo eterno, fue ef resorte impulsor de un trabajo de intensa perfeccidn interior y de elevacién espititual. El verdadero individualisimo cristiano ha encontrado aqui el impulso para sus victorias. ‘Todas las fuerzas del cristiano se concentraron en torno a ese noble fin. Liberado de las fluctuaciones especulativas que enervan el alma con la duda, ¢ iluminado por principios in- mortales, el hombre sintié renacer las esperanzas; seguro de que una fuerza superior lo guiaba en Ia lucha cortra el mal, se hizo violencia a si mismo y vencié al mundor. Pero tam- bién en este caso es al cristianismo ingenuo al que se hace referencia; no al cristianismo jesuitizado, convertido en puro nareético para las masas populares. Pero la postura del calvinismo, con su concepeidn férrea de la predestinacién y de Ja gracia que determina una vasta expansién del espiritu de iniciativa (0 se convierte en la f ma de ese movimiento), resulta todavia més expresiva y sig- nificativa, (Puede verse, a este propésito: Max Weber, La Gtica protestante y el espiritu del capitalismo, publicado en los Nuovi Studi, tasc. de 1931 y siguientes, y el libro de Groethuysen sobre los origenes religiosos de la burguesia en Francia.) entree et SS c SSS REFERENCIAS PRELIMINARES 51 ePor qué y cémo se difunden, haciéndose populares, las nuevas concepciones del mundo? En ese proceso de difusién (que es, al mismo tiempo, de sustitucién de lo viejo y, muy & menudo, de combinacién entre lo nuevo y lo viejo) geémo y en qué medida influyen la forma racional en que se expone y presenta la nueva concepeién, la autoridad (en tanto en cuanto se la reconozea y aprecie, siquieta genéricamente) del expusitor y de los pensadores y cientfficos que el expositor invoca en su apoyo, y el pertenecer a la misma organizacién de quien sostiene la nueva cancepcién (aungue por haber en- trado en la organizaciéa por un motive distinto de compartir la misma concepcién)? Ea realidad, estos elementos varian segtin el grupo social de que se trate y segdin su nivel cultural. Pero la investigacién interesa sobre todo por lo que respecta a Jas masas populares, que cambian de concepcién con més dificultad y que, en todo caso, nunca cambian aceptando Ia nueva, por asf decir, en su forma «pura>, sino sélo y siempre como combinacién més o menos heterdclita y extravagante. La forma racional, 1égicamente coherente, la redondex del razo- namiento que no descuida ningGn argumento positive 0 ne- gativo que tenga algdn peso, posce su importancia, pero est muy lejos de ser decisiva; puede serlo de manera subordina- da, cuando la persona en cuestién sc halla ya en condiciones de crisis intelectual, oscila entre lo viejo y fo nuevo, ha perdi- * do la fe en lo viejo y todavia no se ha decidido por lo nuevo, etcétera, Otro tanto se puede decir de la autoridad de los pensadores y cientificos. Esta es muy grande entre el pueblo, peto de hecho toda concepcidn tiene sus pensadores y cientf- ficos que poner por delante y la autoridad esté dividida; ade- mds, cada pensador puede distinguir, poner en duda que haya dicho siquiera tal 0 cual cosa, eteétera. Se puede concluir que el proceso de difusién de las concepciones nuevas sobreviene por tazones politicas, esto es, en viltima instancia sociales, pero qué el eléimento formal, de la cdhicrencia logica, el ‘elemento 58 INTRopUCCION AL ESTUDIO DE LA FILOSOFIA de autoridad y el organizativo tienen en este proceso un papel muy grande inmediatamente después de haberse adoptado 1a otientacién general, tanto en los individuos particulares como en grupos numerosos. De ello se desprende, sin embargo, que en las masas populares en cuanto tales la filosoffa no puede | ser vivida més que como una fe, Imaginese, por otra parte, la posicién intelectual de un hombre del pueblo; se ha for- mado opiniones, convicciones, ctiterios de disctiminacién y normas de conducta, Cualquier sostenedor de un punto de vista contratio al suyo, por ser intelectualmente superior a él, sabe argumentar mejor sus razones, lo acorrala légicamente, etcétera; adeberé por ello el hombre del pueblo modificar sus convicciones? ¢Sélo porque no sabe hacerse valer en la discusién inmediata? Pero entonces le podrfa suceder que tuviera que cambiar cada dia, es decir, cada vez que encuen- fra un adversario ideolégico intelectualmente superior, gn sf'qué elementos se basa, pues, su filosofia y, concretamente, P| en Ia forma para él més importante: fa filogofla como norma "| deconducta? El elemento de mayor peso es sin dida de carcter no racional, de fe. Pero gen quién y en qué? Sobre todo en el grupo social al que pertenece, en ia medida en que piensa difusamente como él: el hombre del pueblo piensa que tantos no pueden equivocarse, asi en blaque, como quisiera hacer creer el adversario con sus argumentos; pues 69 de junio de 1931). Escribe Gentile: «La filosofia se podrfa definir como un gran esfuerzo realizado por el pensamiento reflexivo para conquistar la certeza critica de las verdades del sentido comin y de le conciencia ingenua, de aquellas verda- des que se puede decir que todo hombre siente de manera natural y que constituyen la estructura sélida de la mentali- dad de que él se sirve para vivir». Parece ser éste otro ejem- plo de la rudeza desalitiada del pensamiento gentiliano: la afirmacién parece derivada «ingenuamente> de las afirmacio- nes de Croce sobre el modo de pensar del pueblo como prucba ulterior de la verdad de determinadas proposiciones floséficas, Mas adelante esctibe Gentile: «El hombre sano cree en Dios y en la libertad de su espiritu», Asi vemos ya en estas dos proposiciones de Gentile: 1) una «naturaleza humana» extrahistética que no se sabe qué es exactamentes 2) Ia naturaleza humana del hombre sano; 3) el sentido co- iin del hombte sano y, por ello, también un sentido comin del hombre no sano, Y equé querrd decir hombre sano? ¢Fi- sicamente sano, no loco? 2O bien que piensa sanamente, hiempensante, fiisteo, etoétera? Y equé querri decir «verdad del sentido comin»? La filosofia de Gentile, por ejemplo, es toda ella contraria al sentido comin, tanto si se entiende por tal la flosofia ingenua del pueblo, que aborrece cualquier forma de idealismo subjetivista, como si se entiende como buen sentido, como actitud de desprecio hacia lo abstruso, aparatoso, oscuro de ciertas exposiciones cientificas y filoséfi- cas. Ese coqueteo de Gentile con el sentido comtin es franca- mente divertido, To que se ha dicho hasta ahora no significa que en el sen- tido comin no haya verdades. Significa que el sentido comin es un concepto equivoco, contradictorio, multiforme, y que referitse al sentido comin como prueba ulterior de verdad ces un sinsentido, Se poded decir correctamente que una de- terminada verdad se ha hecho de sentido comin para indicar 7 on FRODUCCION AL ESTUDIO DE LA ETLOSOF{A que se ha difundido més alli del Ambito de los grupos inte- Tectuales, pero en ese caso no se hace més que una constata- ciéa de carécter hist6rico y una afirmacién de racionalidad historicas en ese sentido, y siempre que se emplee con s0- briedad, el argumento tiene su valor, precisamente porque el sentido comin es mezquinamente misoneista y conservador, y el haber conseguido hacer penetrar en él una verdad nueva es una prueba de que esa verdad tiene una hermosa fuerza de expansién y de evidencia. Recordar el epigrama de Giusti: «El buen sentido, que ~ un dia fue director de escucla—en nuestras escuelas esté ahora bien muerto.— La ciencia, su hija dilecta, —lo maté para ver cémo estaba hecho.» Puede servir pata presentar un capftulo y para indicar cémo se emplea el término de buen sentido y de sentido comin de manera equivoce: como «dilo- sofia», como un determinado modo de pensar, con su con- tenido de cteencias y opiniones, y como actitud benévola- mente indulgente en su desprecio hacia lo abstruso y alam- bicado. Por eso era necesario que Ja ciencia matase a un de- tcrminado buen sentido tradicional para crear un «nuevon buen sentido. Una alusién al sentido comiin y a In solide de sus ereen: ics se encuentra a menudo en Marx. Peto se trata de une referencia, no a la valider del contenido de tales creencias, sino precisamente a su solidez formal y, por tanto, a su im- peratividad cuando producen normas de conducta. En esas alusiones est también implicita la afirmacién de la necesidad de nueva Jas populares, es decir, de un nuevo sentido comén y, por ende, de una nueva cultura y una nueva filoso- ffa que cntaicen en la conciencia popular con la misma solidez ¢ imperatividad de las creencias tradicionales. Nota I. A propésito de las proposiciones de Gentile so- bre el sentido comin conviene afiadir que el ienguaje del es- ae facet 22 opty ok gan, oh to t:..% a Cc ty Binds wake Lue Grab, yi Man & pike dil § ck! ab sapen Ca dant 4 oagnvwon ef lay bac ENSAYO POPULAR DE SOCTOLOGEA» m1 critor es intencionadamente equivoco por un oportunismo ideolégico poco digno de loa, Cuando Gentile escribe: «El hombte sano cree en Dios y en Ja libertad de su espirituo, ‘como ejemplo de una de esas verdades del sentido comin de Jas que ef pensamiento reflexivo clabora la certezs critica, quiere hacet creer que su filosofia es 1a conguista de Ia certeza cxitica de las verdades del catolicismo, pero los catélicos no muerden el anzuclo y sostienen que el idealismo gentiliano es puro paganismo, etc., etc. Sin embargo, Gentile insiste y mantiene un eguivoco que no deja de tener consecuencias para crear un ambiente de cultura frivole, en el que todos los gatos son pardos, la religién se abraza con el ateismo, Ia in- manencin coquetea con Ia trascendencia y Antonio Bruers se Jo pasa bomba porque, cuanto més se enreda la maraia y se oscutece el pensamiento, tanto mas reconoce que tenia razén con su ésinctetismo» macarrénico. (En una nota se cita un pasaje de Bruets del més cémico palurdismo filoséfico.) Si las palabras de Gentile significaran lo que dicen literalmente, el idealismo actual se habria convertido en el «siervo de Ia teo logian. Note TT. En la ensefianza de Ja filosofia, dedicade no a informar hist6ricamente al discipulo sobre cf desarrollo de la filosoffa pasada, sino a formarlo culturalmente, a ayudarlo a claborar criticamente su propio pensamiento para participar en una comunidad ideolégica y cultural, es necesario partir de lo que el discipulo ya conoce, de su experiencia filoséfica (tras haberle demostrado precisamente que él tiene esa experiencia, que es «fikésofo» sin saberlo). ¥ como se presupone en los disefpulos una cierta media intelectual y cultural, que proba- blemente no cortesponde sino a informaciones desordenadas y fragmentarias, por lo que carecen de cualquier clase de pre- paracién metodolégica y critica, no hay mas remedio que par- tir, cn primer lugar, del sentido comtn, en segundo Jugar de 72 INTREDUCCIGON AL ESTUDIO DE LA FILOsOFfA la religién y, tinicamente en una tercera fase, de los sistemas filosétcos elaborados por los grupos intelectuales tradicio- rales. Soune La Murarisica. gSe puede extraer del Ensayo po- ular una critica de la inetaffsica y de la filosofia especulativa? Conviene decir que al autor se le escapa el cancepto mismo de metafisica, en la medida en que se le escapan los concep- tos de movimiento histético, de devenir y, por tanto, de la dialéctica misma. Pensar una afirmacién flosdfica como ver- dadera en un determinado periodo histérico, esto es, como expresidn necesaria ¢ inseparable de una determinada accién histética, de una determinada praxis, pero superada y «vanifi cada» en un periodo posterior, sin caet por ello en el escep- ticismo y en el relativismo moral ¢ idcoldgico, es decir, con- cebir Ia filosoffa como historicidad, es una operacién mental un tanto ardua y dificil. El autor, por el coatrario, cae de eno en el dogmatismo y por tanto en una forma, aunque ingenua, de metafisica; eso esta claro desde el principio, por cl planteamiento mismo del problema, por la voluntad de construir una «sociologfay sistemética de Ia filosofia de Ia praxis; sociologia, en este caso, significa precisamente meta. fisica ingenua. En el pardgrafo final de la introduccién el autor no sabe responder a la objecién de algunos criticos, los cuales sostienen que la filosofia de la praxis slo puede tener vida en obras concretas de historia. El autor no llega a ela- borar el concepto de filosofia de la praxis como «metodolo- fa histérica» y ef de ésta como «filosofia», como la tinica filo soffa concreta, es decir, no llega a plantearse y a resolver desde el punto de vista de la dialéctica real el problema que Croce se planted ¢ intents resolver desde el punto de vista especulativo. En lugar de una metodologia histética, de una filosofia, construye una casuistica de cuestiones particulares mevyptins > te Medinbe ENSAYO POPULAR DE SOCIOLOGIA» 3B concebidas y resueltas dogméticamente cuando no de manera puramente verbal, con paralogismos tan ingenuos como pre- tenciosos. Con todo, esa casufstica podrfa ser wtil e interesan- te si se presentase como tal, sin més pretensién que dar es- quemas aproximatives de cardeter empirico, stiles para Ia prictica inmediaca. Por lo demés, se comprende que asi sea, porque en el Ensayo popular Ia filosofia de Ia praxis no es una filosoffa auténoma y original, sino In «sociologia» del materialismo metafisico. Para él metafisica significa slo una determinada formulacién filoséfica, Ia especulativa del idea lismo, y no ya cualquier formulacién sistemstica que se pon- ga como [verdad] extrahistérica, como un universal abstrac- to fuera del tiempo y del espacio. La filosofia del Ensayo popular (implicita en, él) puede calificarse de aristotelismo positivista, una adaptacién de la Togica formal a Tos métodos de las ciencias fisicas y naturales En lugat de la disiéetica bist6rica se pone la ley de causalidad, Ja buisqueda de la regularidad, la normalided, la uniformidad Pero de ese modo de concebir geémo puede deducirse la su- peracién, la «inversién de la praxis»? El efecto, mecénica- ¢, no puede nunca superar a la calisao ma “causis, “OF Toque no puede aise mds desarrollo que” el ~chato y vulga "Sire ldealismo-Gpeculativoy cs la ciencia de las catego- xias y de la sintesis a priori del espfritu, es decir, una forma de abstraccién antibistérica, la filosoffa implicita en el Ense- 30 popular es un idealismo al revés, en el sentido de que las categorias especulativas son sustituides por conceptos y clasi- ficaciones empfricas, tan ebstractos y antihistéricos como aquéllas. Et concepro pe «ctencta>. El planteamiento del pro- blema como ung bisqueda de leyes, de Iineas constantes, re- > 74 INTRODUCCIGN AL ESTUDIO DE LA PILOSO: gulares, uniformes, esté vinculado a una exigencia, concebida de manera un tanto pueril e ingenua, de resolver perentoria- mente el problema prictico de la previsibilidad de los acon- tecimientos histéricos. Dado que «parecen, por una extrafia inversién de las perspectivas, que las ciencias naturales per- miten prever la evolucién de los procesos naturales, la me- todolopia histérica es concebida como «cientificay sdlo si y en la medida en gue permite «prever» abstractamente el futu- to de Ia sociedad. De ahf la btisqueda de las causas esencialés,- indluso de la «causa primera», de la «causa de las causas». Pero las Tesis sobre Feuerbach habian criticado ya anticips- damente esa concepcién simplista. En realidad sélo se puede prever cientfficamente> la luche, pero no sus momentos con. retos, que no pueden ser sino resultados de fuerzas contra- dictorias en constante movimiento, imposibles de reducir nun- ca a cantidades fijas, porque en ellos la cantidad se transfor- ‘ma continuamente en cuslidad. Se «prevé» realmente en la medida en que se acta, en que se aplica un esfuerzo volun- tario y, por consiguiente, se contribuye de forma concreta a crear el resultado «previsto». La previsién aparece, pues, no ‘como un acto cientifice de conocimiento, sino como la expre- sidn abstracta del esfuerzo que se hace, el modo préctico de crear una voluntad colectiva. Y ecémo podria ser Ia previsién un acto de conocimiento? Se conace.lo que ha sido.o es, no lo que ser, que ¢s un «no ‘existente» y, por tant inicio. ET pre- ‘Ver, por consiguiente, 10 prictico que no puede, en In medida en que no sea una futilidad o una pérdida de tiempo, tener otra explicacién que le artiba expuesta. Hay que plantear correctamente el problema de la previsibilidad acontecimientas histéricos para estat en condiciones at_exhnustivamente la concepcién del cavsalismo me- cinica, para_vaciaila de todo prestigio-cienttfico’¥-reducirla a pura mito. que acaso Tue Gtil ef ef pasidlo, en ung fase primi ENSAYO POPULAK DE SOCIOLOGEA® 75 tiva de desarrollo de ciettos grupos sociales subalternos (vet una hota precedente) Pero es el concepto mismo de «ciencian, tal como aparece en el Ensayo popular, el que hay que destruir eriticamente; esti tomado fintegramente de las ciencias naturales, como si Gas fueran 1a tinica ciencia, 0 Ja ciencia por antonomasia, tal como establecié el positivismo. Pero en el Ensayo popular el tézmino de ciencia se emplea en muchos sentidos, unos expli- citos, ottos sobreentendidos 0 apenas insinuados. EI sentido explfcito es el gue tiene que no pueden dejar de recogetse integramente para continuar sien- do elaborados y pulidos. Pero cémo distingnir el valor ins- trumental del valor filoséfico caduco y digno de rechazo sin mis? A menudo sucede que, por haber aceptado un valor filossfico caduco de una determinada tendencia pasada, se rechaza después un valor instrumental de otra tendencia por- que es contradictoria con la primera, a pesar de que el valor instrumental en cuestién habria resultado dil para expresar el nucvo contenido histérico cultural. ‘Asi hemos visto cémo se aceptaba el término «materi lismo» con un contenido pasado mientras se rechazaba en cambio el término Una de Jas razones, y quizd la principal, de la reduccién al materialismo metafisico tradicional del materialismo histé- rico hay que buscarla en el hecho de que el materialismo histérico no podia dejar de ser una fase predominantemente critica y polémica de Ia filosofia, mientras que hacja falta un sistema ya completo y acabado. Pero los sistemas completos y acabados son siempre obra de filésofos individuales, y en ellos, junto a la parte histéricamente actual, es decir, corres- pondiente a las condiciones de vida contempordneas, existe siempre una parte abstracta, «ahistérica, en el sentido de que esté Tigada a las filosoffas precedentes y responde a nece- sidades exteriores y pedantescas de arquitectura del sistema © se debe a idiosincrasias personales; por eso la filosofia de una época no puede ser ningdn sistema individual o de ten- dencia: es el conjunto de todas las filosoffas individuales y de tendencia, més las opiniones cientificas, més Ie religién, mis el sentido comin. ¢Se puede formar artificialmente un 6 oes 82 INTRODUCCIGN AT. ESTUDIO DE LA FILOSORIA sistema de esa clase, por obra de ciertos individuos y grupos? La actividad critica es la tinice posible, especialmente en el sentido de plantear y resolver criticamente los problemas que se presentan como expresin del desarrollo histérico. Pero al primero de esos problemas que hay que plantear y com- prender es este: que la nueva filosofia no puede coincidir con ningin sistema del pasado, se lame como se lame. Identidad de términos no significa identidad de conceptos. Un libro que vale la pena estudiar a propésito de este at- gumento es la Historia del materialismo, de Lange. La obra estar més 0 menos superada por los sucesivos estudios sobre filésofos materialistas individusles, pero su importancia cul- tural sigue intacta desde el punto de vista siguiente: se han remitido a ella, para informarse sobre los precedentes y para recoger los conceptos fundamentales del materialismo, toda una serie de seguidores del materialismo histérico. Se puede decir que, esquemsticamente, ha pasado esto: se ha partido del presupuesto dogmvitica de que el materialismo histérico ¢s sin més el materialismo tradicional algo revisado y corre- lo (corregido con la «dialéctica», que se toma, de este modo, como un capitulo de la kégica formal y no como una égica en si misma, esto es, une teorfa del conocimiento); se ha estudiado en Lange lo que ba sido el materialismo tradi- ional, y sus conceptos se han tomado como conceptos del matetialismo histérico, De modo que se puede decir que, para Ja mayor parte del cuerpo de conceptos presentados bajo la etiqueta del materialismo histérica, el director de escuela y fundador ha sido Lange y nadie més que él. Por eso el estu- dio de esa obra presenta un gian interés cultural y crftico, tanto més cuanto que Lange ¢s un historiador concienzudo y agudo, due tiene un concepto bastante preciso, definido y li- mitado del materialismo y pot eso, con gran estupot y casi indignacién de algunos (como Plejénov), no considera mate- rialistas ni el materialismo histérico ni la filosofia de Feuer- ENSAYO POPULAR DE SOCIOLOGEA® 83 bach, Puede verse también agul hasta qué punto la termino- logia es convencional, pero también cémo tiene su importan- cia para determinar errores y desviaciones cuando se olvida que hay que remontarse a las fuentes culturales para identifi- car cl valor exacto_de los conéépias, porque bajo el inistné sombrero puede haber cabczas diferentes, Es sabido, por otra parte, que el director de escuela de Ja filosoffa de la préctica no ha Yamade nunca «inaterialistay a su concepcién ¥ c6mo, Iuablando del materialismo francés, lo critica y afirma que la critica deberfa set atin més exhaustiva. Asi, no emplea nunca la fGrmula de «dialéctica matetialistay, sino «tacionab», en contraposicién a «mfsticar, lo que da al término «tacional> un significado bien preciso. Sobre esta cuestién hay que ver de nuevo lo que escribe Antonio Labriola en svs ensayos. De la Historia de Lange estaba anunciada una traduccién italiana de Ia editorial Athe- na de Milén, y hace poco ha salido una del editor Monanni de Milin, LA LAMADA 4REALIDAD DBL MUNDO EXvERNOM. Toda la polémica contra la concepcién subjetivista de la realidad, con le cuestién «terrible» de Ia «realidad objetiva del mun- do externo», est mal planteada, peor conducida y es en gran parte fitil y ociosa (me tefiero incluso a Ja memoria presen- tada en el Congreso de histotia de las ciencias, celebrado en Londres en junio y julio de 1931) Desde el punto de vista de un «ensayo popular», todo el tratamiento responde més a tun prutito de pedanterfa intelectual que a una necesidad 16- gica. El piblico popular no cree siquiera que se pueda plan- tear semejante problema, a saber, si existe objetivamente el 4. Gramsci se reficre al escito de Bujatin Theory and practice from the standpoint of dialectical mateialisns, incluido en A volumen Science at the Cross Roads. ‘ ry (84) anrropucci6N AL rstUpt0 DE LA FILOsOFia vy mundo externo. Basta enunciar asf el problema para off un inreftenable y gigantesco estullido de hilasidad. El ptblico creer que el mundo externo es objetivamente real, pero aqui precisamente nace la cuestida: geudl es el origen de csa 1 , de la alta cultura y las grancles masas populares: ejemplo de cémo el le guaje de la filosoffa se ha convertido en una jerga que produce el mismo efecto que la jerga de Arlequin. Pero si el «sentido comin» se echa a reir, el filésofo de la praxis deberia por eso mismo buscar una explicacién, tanto del significado real que tiene la concepcién, y de por qué ha surgido y se ha difundido eatre los intelectuales, como de por qué hace reir al sentido comtin. Fs cierto que la concepcién subjetivista es propia de la filosofia moderna en su forma més completa y avanzada, si de ella y como superacién suya ha nacido el materialismo hit tdrico, que en Ia teoria de las sobrestructuras pone en lenguaje | realista e historicista 16 que la lilosoffa tr: ial expt ! de manera especulativa. La demostracién de esta suposicién,! que aqui queda apenas aludida, revestitfa la mayor importan- cia cultuzal, porque pondria fin a una serie de discusiones fa- tiles y ociosas y permititia un desarrollo orgénico de la filoso- fia de la praxis, hasta hacer de ella el exponente hegeménico de la alta cultura, Resulta adetoés pasmoso que nunca se haya tafscn tclogizante hasta In losotla de Ta “para descripcién”, de Mach y Avenarius, 7 el "pragmatismo” renovado, con Ie excepeién del matetalismo co (marsismno), parten de la tsi sypuestemente irrefutable, de que a *m” me son “iadas” daicamente “iis” propia “sensaciones”, Esta aie ‘baci, cayo més brllante exponente fue el obispo Berkeley, es clevad sin ‘ncesdad tlguna al rango Ue nuevo evangelio epstemolipio ~ En realidad, Sélo en el easo del Adin recén creado, aabado de salt de in atcill 9 que rex primera, con unes ojot aie se abrea también por primera vez, je del paralso con todos sus atsibutos, podifa hacerse somejante ai. tom ten feb on ot 86 INTRODUCCION AL ESTUDIO PE LA FILOSOFEA afirmado y desartollado convenientemente que el nexo entre Ia afirmacién idealista de que la realidad del mundo es una crea- cién del espitim humano y Ia afirmacién de la histoticidad y caducidad de todas las ideologiss por parte de la flosoffa de la praxis, porque las ideologtas son expresiones de la estructura y se modifican al modificarse ésta. La cuestiéa esté estrechamente ligada, y se entiende que asi sea, con Ta cuestidn del valor de las Ilamadzs ciencias exac- tas o fisicas y con el lugar que éstas han venido ocupando en el cuadro de la filosofia de la praxis, objetos casi de fetichismo, como si fucran la Gnica y verdadeta filosoffa o conocimiento del mundo, Pero qué hay que entender yor concepcién subjetivista de la realidad? ¢Se puede tomar una cualquiesa de las tantas teo- rias subjetivistas elucubradas por toda una serie de filésofos y profesores, incluidas las solipsistas? Es evidente que Ia filoso- fia de la praxis, también en este caso, no puede sino ponerse en relacidn con el hegelianismo, que representa la forma mis completa y genial de esa concepcidn, y que de las teorfas pos- teviores slo habré que tomar en consideracién algunos aspec- tos parciales y los valores insteumentales. Y convendré inves- tigar las formas extravagantes que ha tomado la concepcién, bien en los epigonos, bien en los ctltices mas o menos inteli- gentes. Ast, vale la pena recosdar lo que escribe Tolstoi en sus memorias de infancia y juventud: cuenta que se habla entu- siasmado tanto con la concepcién subjetivista de la realidad que con frecuencia tenia vértigo, porque se volvia bruscamen- te hacia atrés convencido de poder captar el momento en que 19 habria visto nada porque su espiritu no habia podido tener tiempo de «czear> Ia realidad (0 algo semejante: ef pasaje de Tolstoi es caracter{stico y muy interesante literatiamente).* 6, Bute peo de Tolsto apcese cto Stegtamente por Granic ns adelante, en p.. 148-149. : ‘ i @ENSAYO POPULAR DE SOCIOLOGIA» 87 [Asi, en sus Lince di filosofia critica (p. 159), Betnardino Var tisco escribe: «Abro un diario para informarme de la realidad; eme vas a decit que las noticias las he creado yo al abtit ch diation, Que Tolstoi diese a la tesis subjetivista un significa- do tan inmediato y mecénico, puede explicarse. Pero eno es sorprendente que pueda haber escrito de ese modo Vatisco, ue, aunque hoy se ha orientado hacia la religién y el dua- lismo trascerddental, es sin embargo un estudioso serio y de- beria conocer su materia? La critica de Varisco es la del sen- ‘ido comin, y Hama la atencién que precisamente esa critica Ja pasen pot alto los filésofos idealistas, cuando en realidad es importantisima para impedic Ja difusién de un modo de pene sar y una cultura, Cabe recordar un atticulo de Mario Missi- roli en la Italia Letteraria en e1 que escribe que se sentitia muy emberazado si hubiese de sostener, frente a un pttblico cottiente y ca polémica con un neoescolistico, por ejemplo, el punto de vista subjetivista: Missiroli observa, pues, cémo el catolicismo tiende, en competencia con la filosofia idealista, a llevar a su molino el agua de las ciencias naturales y fisices. Jin otro lugar de sus escritos, Missiroli ha previsto un per‘o- do de decadencia de Ia filosofia especulativa y una difusién cada vez mayor de las ciencias experimentales y «tealistas» {en este segundo escrito, sin embargo, publicado por el Sag giatore, prevé también una oleada de anticlericalismo, pot Io», que no parece creer ya en Ja instrumentalizacién de las cient; H cias por patte del catolicismo). También vale la pena recor- dar, del volumen de Scrittt vari de Roberto Ardigd, recogido y ordenado por G. Marchesiri (Lemonnier, 1922) Ia «po- Jémica de la calabazav: en ut periodiquillo clerical de pro- vineias, un esctitor (un sacerdote de Ia curia episcopal), con el fin de descalificar a Ardigd ante el piblico popular, lo llamé algo asi como «uno de esos filésofos que sostienen que {a catedral (de Mantua o de otra ciudad) existe sélo porque ellos la piensan y que, cuando ellos dejan de pensarla, la ca- | | 4 Bedt wtites! bu yio fea bee % 88 INTRODUCCION AL ESTUDIO DE LA FILOSOFIA tedral desaparece, eteétera», con gran resquemor de Ardigd, que era positivista y estaba de acuerdo con los catélicos en el modo de concebir ta realidad externa. Conviene demostrar que la concepcidn «subjetivista>, tras hoher servido para ctiticar Ia iilosofia de la trascendencia por una parte, y [a metatisica ingenua del sentido comin y del materialismo filoséfico por otra, slo puede encontrar su veri- ficacién y su interpretacién historicista en Ia concepcién de - ¥ las sobrestructuras, mientras gue en su versién especulativa no es més que un romance filoséfico. Una referencia a una interpretacién un poco més realista del subjetivismo en la filosoffa clisica alemana se puede encontrar en una recensién de G, De Ruggiero sobre unos escritos péstumos de B. Cons tant (creo) publicados en Ja Critica de hace algunos sis. La observacién que hay que hacer al Ensayo popular es que ha presentado la concepcién subjetivista tal como apa rece ante Ja ctitica del sentido comtin y que ha recogido la concepcién de la realidad objetiva del mundo externo en su forma més trivial y acritica, sin sospechar siquieta que a esa concepcién puede hacérsele la objecién de misticismo, como de hecho ast ha sido. (En la memoria presentada al Congreso de Londres, el autor del Ensayo popular alude a la acusacién de misticismo atribuyéndosela a Sombart y pasindola por alto desdefiosamente: Sombart Ia ha tomado sin duda de Cro: ce,’ Sélo que, analizando esa concepcién, no resulta ya tan 7. CE, Bujatin, Theory and practice from the standpoint of dialectical aterislim, en Science at tbe Cross Reads, p. 22, nore 36: «Totalmsente di fetente ha sido Ia evolucidn floséfica de W. Sombart, que eseribe en sy th fimo Libro que el macxismo debe su "monstruoso” poder “exclusivemente a las construcciones hist6ricofiloséicas con ribetes mfsticos propias de esa doc trina de salvacidn” (Werner Sombart, Die drei Nationalikonomien, p. 32) Ysa acusacidn de misticismo lanzada contra cl sanxisno es tan estpida ‘como ta “esencia” y el “sentido” de la lkime “Sociologia del sentido”, men cionada anteriormente, Ts, pues, pateate que In cieneia buurguesa esté empe- zando 4 delirar en sus acusaciones cortra Ja teoria del proletatiado revalucio ENSAYO POPULAR DE SOCIOLOGIA 89 {écil justificar un punto de vista de objetividad exterior en- tendida mecénicamente. ¢Parece posible la existencia de una objetividad extrahistérica y extrahumana? Pero gquién juz- gard semejante objetividad? ¢Quién podrd ponerse ea esa ¢s- pecie de «punto de visea del universo en siv y qué podra sig- nificar semejante punto de vista? Puede muy bien afirmarse que se trata de un tesiduo del concepto de dios, precisamen te en su concepcién mistica de un dios desconocide. Le for- mulacién de Engels de que «la unidad del mundo consiste en su matetialidad demostrada ... por el largo y laborioso desa- rollo de la filosofia y de Tas ciencias naturaless* contiene pre- te el getmen de Ja.concepcién justa, puesto que se Fe" ‘la historia y al hombre para demostrar la realidad ob- jetiva. Objetivo significa siempre «, a hacerlo més universal; ¢s la subjetividad ms objetivada y conczetamente universalizada, El concepto de «objetivon del materialismo metafisico [parece querer. significar una objetividad que cxiste también Hueta del hombre, pero cuando se afirma que una realide jexistitia igual aunque no existiera el hombre, o se hace stifora o se cae cn una forma de misticismo. Sélo conoce- mos la realided en relacién con el hombre y, asf como el hom- bre es devenit hist6tico, también la conciencia y la realidad son un devenir, también la objetividad es un devenir, etc. Jorcio somre Las FILoso¥tas pasAnas. La superficial csitica del subjetivismo que se hace en el Ensayo popular se enmarca en una cuestién més general, que es la de la actitud que se adopta frente a las filosofias y los filésofos del pasado. Juzgar todo el pasado filoséfico como un delitio y una lacura no es s6lo un ettor de antihistoricismo, porque contiene la pretensién anacténien de que en el pasado se debfa pensar como hoy, sino que es un auténtico residuo metafisico, por- que presnpone un pensamiento dogrtico valido en todos los tiempos y en todos los pafses, en funcién del cual se juzga todo el pasado. El antihistoricismo metédico no es sino me- tafisica, El que los sistemas filos6ficos anteriores estén supe- rados no excluye que hayan tenido una valider histética y ENSAYO POPULAR DE SOCIOLOGIA» 1 hhayan desempetiado una funcién necesaria: su caducidad hay que considerarla desde cl punto de vista del desarrollo histé- Hoo plabal y de la dialéctica seal; que esos sistemas faesen dignos de cact no es un juicio moral o de higiene del pense- miento, emitido desde un punto de vista «objetivo», sino un juicio dialéctico-histérico. Se puede confrontar la presenta: ‘Gén que hace Engels de la proposicién hegeliana «todo lo re: ional es real y todo lo teal es racional», proposicién que sera valida también para el pasado. En el Ensayo se juzga el pa- jado como y «monstruoso» y la historia de Ta filosefia se convierte en un tratado hist6rico de teratologia, porque se parte de un punto de vista metafisico. (En cambio, fn el Manifiesto aparece el mas encendido elogio del rundo destinado a perecet.) Aunque ese modo de juzgar el pasado es un error histético, una desviacién de Ia filosofta de la praxis, gpodré tener algiin significado educativo, ser inspira- Jor de energias? No lo parece, poraue la cuestidn se redux tGrfa a presumis de ser algo sélo porque se ha nacido en la Epoca actual, en lugar de haberlo hecho en alguno de, tos iplos pasados. Pero en cada época ha habido up pasado y ‘una contempotaneidad y el ser «contempordneo» es un titulo que sélo sirve para hacer chascattillos. (Se cuenta la anécdota de un burguesote francés que en su tarjeta de visita babfa hecho imprimir precisamente «contempordneon: crefa que no era nada yun buen dia descubrié que en realidad sf que era algo, exactamente un 93 Osjerivinay ¥ REALIDAD DEL MUNDO EXTERNO. FI neo- escolistico Casotti (Mario Casotti, Maestro e scalara, p. 49) esctibe: «Las investigaciones de los naturalistas ¥ los bidlogos presuponen ya existentes Ja vida y el organisino real», expre- sién que se acerca a la de Engels en el Anti-Ditbring, Acuerdo entre el catolicismo y el aristotelismo sobre la cuestién de la objetividad de lo real. Para entender exactamente los significados que puede te- ner el problema de Ia realidad del mundo externo, puede set oportuno desatrollar el ejemplo de las nociones de «Oriente» y «Occidentes, que no dejan de ser convencional, es decit, , L, 5)]. Russell dice, poco més @ menos, asi: «No podemos concebir, sia la existencia del hombre sobre fa tierra, la exis- tencia de Londres y de Edimburgo, pero podemos concebir la existencia de dos puntos en el espacio, donde hoy estfin Lon- dres y Edimburgo, uno al norte y otto al sur». Cabe objetar que sin concebir la existencia del hombre no se puede conce- bir ql «concebir», no se puede concelsir en general ningdin hecho o relacién que exista sélo en la medida en que exista el hotabre. ¢Qué significasfa norte-sur, este-oeste sin el hombre? Son relaciones reales, pero que no existirian sin el hombre y sin el desarrollo de Ja civilizacién. Es evidente que este y oeste son construcciones arbitratias, convencionales, esta es, 94 ITRODUCCION AL ESTUDIO DE LA PILOsOFiA histéricas, porque fuera de la historia real todo punto de la tierra es este y ocste al mismo tiempo. Puede verse esto mis claramente a partir del hecho de que esos tétiinos han cris. talizado, no desde cl punto de vista de un hipotético y melan- célico hombre en general, sino desde el punto de vista de las clases cultas europeas que mediante su hegemonfa mundial han impuesto su aceptaciéa en todas partes. El Japdn es el Extremo Oriente no sélo para el europeo, sino quizé también para el norteamericano de California y para el mismo japo- nés, que a través de Ia cultura politica inglesa podré amar’ Oriente Préximo a Egipto. Ast, mediante el contenido hist6- ico que se ha ido aglatinando en torno al término geograti- co, las expresiones Oriente y Occidente han acebado signifi cando determinadas relaciones entre complejos de civilizacio- nes diversas. As{, es frecuente que los italianos, hablando de ‘Marruecos, lo sefialen como un pais «oriental», pata referirse a Ja civilizacién musulmana y arabe. Con todo, esas referen- clas son reales, corresponden a hechos reales, permiten viajar por tierra y por mar y llegar exactamente al lugar a donde se habia decidido llegar, «prever» el futuro, objetivar Ia rea. idad, comptender la objetividad del mundo externo. Racional y teal se identifican, Parece que sin haber entendido esta re- lacién no se pucde entender la dilosofia de la praxis, su. po- sicién respecto del idealismo y del materialismo mecanicista, Ja importancia y el significado de la doctrina de las sobres- tructuras, No es exacto que en la filosoffa de la praxis la eidea> hegeliana haya sido sustituida pot el «concepto» de estructura, como afirma Croce. La «idea» hegeliana se resuel- ve tanto en Ja estructura como en las sobtestructuras, y todo el modo de concebir la filosofia queda «historificado», es decir, se inicia el nacimiento de un modo nuevo de filosofer mds concreto € histérico que el precedente. ENSAYO POPULAR DE SOCTOLOGfA» 95 LA CIENCIA ¥ LOS INSTRUMENTOS CIENTIFLGOS. Se afir- ma, en el Ensayo popular, que los progresos de las ciencias dependen, como el efecto de ta causa, del desarrollo de los instrumentos cientificos? Es este un corolario del principio general, recogido en cl Ensayo, y de otigen loriano,” de la funcidn histérica del «instremento de produccién y de traba- jor, que sustituye al conjunto de las relaciones sociales de produccién. Pero en In ciencia geolégica no se emplea mis instrumento que el martillo, y Ios progresos téenicos del mat- tillo no pueden ciertamente parangonarse con los progresos de la geologia. Si la historia de las ciencias puede reducirse, segiin el Exsayo, a Ia historia de sus instramentos particule. res, geémo podré construirse una historia de Ia gealogia? Y no vale decir que Ia geologla se basa [también] en los progtesos de un conjunto de otras ciencias, por fo que Ia his- toria de los instrumentos de éstas sirve para indicar el desarro- Ilo de Ia geologia, porque con esa escapatoria se acabarla diciendo una generalidad sin contenido y remonténdose a mo- vimientos cada vez més amplios fasta Iegar a las relaciones de produccidn. Es justo que ef lema de la geologia sea mente et malleo.* Se puede decir en general que el progreso de las ciencias no puede documentarse materfalmente; la historia de las cien- ias, y no todas, s6lo puede reavivarse en el recuerdo con la descripcién del sucesivo perfeccionamiento de los instramen- tos que han sido uno de los medios del progreso, asi como con fa deseripeién de las méquinas que han constituido Ia aplicacién de las ciencias mismas. Los principales «instru. 9. CE Bujavin, Le shéorie du matérialisme historique, en especial Ix p. 176: eu (de Ie ciencia) desarrollo he sido determinado, entre otros, por los lnstrummentos cientficos». 7 10, De Ackille Loria (1857-1943), economista italiano de tendencia so- alist, 11,” «Con Ia mente y el martillon. (N. def.) 96 mrropucciGy ar ESTUDIO DE LA FILOsoria | mentos» del progteso cientifico son de orden intelectual (y también politico), metodolégico, y Engels ha escrito acerta- damente que los «instrumentos intelectnales> no han salido de la nada, no son innatos en el hombre, sino adquiridos, se han desarrollado y se desarrollan histéricamente, ¢Cudnto ha contribuido al progreso de las cicncias la expulsién de la autoridad de Aristételes y de la Biblia del campo cientifico? ¥ esa expulsién zno se debié al progreso general de la socie- dad moderna? Recordar ei ejemplo de las teorias sobre cl origen de los manantiales. La primera formulacién exacta del modo como se forman los manantiales se encuentra en la Enciclopedia de Diderot, exeétera; mientras se puede demos- trar que las gentes del pueblo tenian ya antes opiniones exac- tas al respecto, en el campo cientffico se sucedian las teorias, a cual mds arbitraria y extravagante, que intentaban poner de acuerdo la Biblia y Aristételes con las observaciones expe- timentales del buen sentido. Otra cuestién es la siguiente: si fuese verdadera la afir- macién del Ensayo, gen gué se distinguitia la historia de las ciencias de la histotia de la tecnologia? Con el desarrollo de Jos instrumentos «materiales» cientificos, Eque] se inicia his- tdticamente [con] la introduccién del método experimental, se desartollé una ciencia particular, la ciencia de los instru- mentos, estrechamente ligada al desarrollo general de la pro- duceién y de la tecnologia. Sobre este tema hay que ver: G. Boffito, Gli strumenti della scienza ¢ la scienza degli stramenti, Libreria Interna- zionale Sceber, Florencia, 1929. Se puede comprobar hasta qué punto es superficial la afir- macién del Ensayo con el ejemplo de las ciencias mateméti- cas, que no necesitan instzumento material alguno (no cteo que se pueda poner como argumento el desarrollo del zbaco) y que son ellas mismas supers- ticioso, s6lo sobre A debe ‘plantearse cl problema de la for- macién de los grupos politicos activos y, en Gltimo andlisis, también el problema de la funcidn de las grandes personali- dades de la histori Tl. Habtia que reunir un registro «ponderado» de los cientificos cuyas opiniones se citan 0 combaten con cierta profusidn, acompafiando cada nombre con anotaciones sobre 12, Se trata de la obra de Plejinay, que Gramsci posela en taduccién frances, Ler questions fondaprentales dit arsine. E 15. Bl capitulo V del lo de Bujarin ya citudo, Le théorie du matéria sme bistorique (pp. 105-133), leva peecisamente por titulo «L'équilibre centre Ja société et Ia natates — sce 98 — wrRopUCCIGN AL ESTUDIO DE LA FILOSOF{A su significado e importancia cientifica (también para los de- fensores de Ia filosofia de In ptaxis, a los que ciertamente no se cita en funcién de su otiginalidad y trascendencia). En res- lidad Jas referencias a los grandes intelectuales son fugactsi- mas. Se plantea la cuestién: gno convenfa, en cambio, refe- ritse sdlo a los grandes intelectnales contrarios y pasar por alto a los secundarios, los que se limitan a masticar de nuevo frases hechas? Tiene uno la impresin de que se quiete com- batir precisenente sélo contra los més débiles y ademas con- tra las posiciones m4s débiles (o menos hébilmente defendi- das por los més débiles) para obtener féciles victorias verba- les (ya que no se puede hablar de victorias reales). Se ctea al respecto Ia dlusién de que existe algin tipo de semejanza (apatte de formal y metafética) entre un frente ideolégico y un frente politico-militar, En la lucha politica y militar puede ser itil Ia téctica de romper por los puntos de menor resistencia para estar en condiciones de embestit contra el punto més fuerte con el méximo de fuerzas disponibles gra- Gias a haber climinado previamente los auxiliares mas débiles, etcétera. Las victorias politicas y militares, dentro de ciertos limites, tienen un valor permanente y universal y el objetivo estratégico puede alcanzarse de manera decisiva con efectos generales para todos. En el frente ideolégico, en cambio, la derrota de los auxiliares y de los secuaces menores tiene una importancia casi inapreciable; en él conviene golpear contra los mds eminentes. En caso contrario se confunde el perié- dico con el libro, Ia pequefia polémica cotidiana con el trabajo cientifico; Jos enemigos menores deben dejarse para la casuis- tica infinite de la polémica que acogen en sus paginas los diarios. ‘Una nueva ciencia da la prueba de su eficiencia y vitali- dad fecunda cuando demuestra que sabe hacer frente a los grandes campeones de las tendencias opuestas, cuando re- suelve con sus propios medios Jas cuestiones cruciales que ENSAYO POPULAR DE sociorocia» 99 Gstos han planteado o demuestra perentoriamente que tales cuestiones son falsos problemas. Es cierto que una época histérica y uma sociedad dadas estdn representadas mds bien por la media de los intelectuales. y, en consecuencia, pot Ios mediocres, pero hay que distin- goir la ideologta difusa, de la masa, de las obras cientificas y Tas grandes sintesis filoséficas que son sus auténticas claves de béveda, y es a éstas a las que hay que superar claramente, bien de manera negativa, demostrando su falta de fundames- to, o bien de manera positiva, contraponiéndoles sintesis filo- s6ficas de mayor impottancia y significado. Leyendo el En- sayo se tiene la impresi6n de hallarse ante alguien que no puede dormir por el tesplandor de la luna y trata de matar el mayor néimero posible de luciérnages, convencitlo de que el resplandor dismianira o desapatecerd. IIL gs posible escribir un libro elemental, un manual, un Ensayo popular de una docttina que se encuentra todavia en el estadio de Ia discusién, de la polémica, de la elabota- cién? Un manual popular sélo puede concebirse como la ex- icién, formalinente dogmética, estilisticamente sosegada, cientificamente serena, de un argumento determinado; no puede ser més que una introduccién al estudio cientifico, y no ya la exposicién de investigaciones cientificas originales, destinada a los jévenes 0 a un piblico que, desde el punto de vista de Ja disciplina cientifica, se halla en las condiciones preliminares de la edad juvenil y que tiene por ello necesidad inmediata de «cettezas», de opiniones que se presenten como veridicas y fuera de discusién, al menos formalmente. Si una doctrina determinada no ha alcanzado todavia esta fase «clé- sicao de su desarrollo, todo intento de «manualizarla» esta condenado al fraczso, su sistematizacién Iégica es sélo apa- rente ¢ ilusoria, tratindose en realidad, como ocurre con el Ensayo, de una yuxtaposicién mecénica de elementos dispa- tes ¥ que siguen inexorablemente inconexos y desligados a 100 INTRODUCCION AL RSTUDIO DE LA FILOSOTIA pesar det barniz, unitario que le da su redaccién literatia. ¢Por qué entonces no plantear Ja cuestién cn sus justos términos teéricos ¢ histéricos y contentarse con un libro en que se ex- pongan monogréficamente los diversos problemas fundamen tales de la doctrina? Ello seria mis serio y més «cientifico» Pero se tiene la creencia vulgar de que ciencia quiere decit sin més «sistema», y por eso se construyen sistemas, aunque carezcan de Ia coherencia intima y necesaria del sistema y tengan sélo su exterioridad mecénica. IV. Eu el Ensayo brilla por su ausencia cualquier trats miento de la dialéctica. La dialéctica no se expone, se presu- pone, y de manera harto superficial, cosa absurda en un ma nual que habria de contener los clementos esenciales de la doctrina tratada, y cuyas referencias bibliogrificas deben diri- girse a alentar el estudio con el fin de ampliar y profundizar el tema y no de sustituirlo por el propio manual. Ta ausencia de un tratamiento de Ia dialéctica puede obedecer a dos cau- sas; Ia primera puede ser el hecho de que se supone a la filo- soffa de la praxis dividida en dos clementos: una teoria de la historia y de la politica concebida como sociologia, es decir, que ha de construirse segin el método de las ciencias natu- rales (experimental en el sentido més mezquinamente positi- vista), y una filosofia propiamente dicha, que seria ya el ma- terialismo filosdfico, o metafisico, 0 mecanicista (vulgar) (Aun después de In gran polémica suscitada contra el me- canicismo, el autor del Ensayo no parece haber modificado mucho el planteamiento del problema filoséfico. Como se des. prende de la memoria presentada en el Congteso de Historia de la Ciencia de Londres," sigue manteniendo que la filosofia de la praxis se divide en dos: la doctrina de Ia historia y de Ia politica y la filosofia, de la que dice, empero, que es el ma- terialismo dialéctico, y no ya el viejo materialismo filos6fico.) 14, Se trata del ensayo ya citado de Bujatin, Theory ond practic.. Se ane 4ENSAYO POPULAR DE SOCIOLOGIA> 101 Planteada ast Ia cuestién, no se entiende ya la importancia y el significado de la dialéctica, que, de doctrina del conoci: iniento y sustancia medular de la historiografia y de Ja cien- cia de la politica, queda degradada a una subespecie de Iégica formal, a una escolistica elemental. El significado de la di Iéctica slo puede concebirse en toda su fundamentalidad si In filosoffa de Ja praxis se concibe como una filosofia integral y original que inicia una nueva fase en Ia historia y en el desarrollo mundial del pensamiento por cuanto supeta (y al superatlo se hace con sus elementos vitales) tanto el idealismo como ef matetialisimo tradicionales, expresiones de la vieja sociedad. Si la filosofia de la praxis silo se concibe como subordinada 2 otra filosoffis, no puede concebirse 1a nucva dialéctica, en Ia que se efectia y se expresa precisamente aquella superacién. La segunda causa parece ser de fadole psicoldgica. Se tiene Ia sensacién de que la dialéctica es una cosa muy ardua y dificil, en la medida en que pensar dialécticamente va con- tra el sentido comin vulgar, que es dogmético, avide de cer tezas. pel s-ytiefie Ja ldgica formal, como _expresién. Para entenderlo mejor, puede uno imaginar lo que ocuititia sien las escuclas primarias y secundatias se ensefiaran las cdencias naturales y fisicas sobre la base del relativismo de Einstein y afadiendo a la nocién tradicional de «ley de Ia naturaleza» Ia nocién de ley estadistica o de los grandes ni- meros. Los muchachos no entenderfan nada de nada y el contraste entte Ja ensefianza escolar y la vida familiar y po- polar serfa de tal magnitud que la escuela se convertiria en objeto de escarnio y de escepticismo caricaturizante ‘A mi entender, este motivo acta como un freno psico- lépico para el autor del Ensayo; en realidad éste capitula ante el sentido comin y el pensamiento vulgar, porque no se ha planteado el problema en los términos teéricos exactos y, por consiguiente, se halla pricticamente desarmado ¢ im: 102 NTKODUCCIGN AL ESTUDIO DE LA FILOSOFiA potente. El ambiente inculto y carente de educacién ha do- mninado al educador, el sentide coma vulgar se ha impuesto a Ja ciencia y no viceversa; si el educador es el ambiente, éste ha de set a su vez educado, pero el Ensayo no entiende esta dialéctica revolucionaria. La raiz de todos los errores del En- sayo y de su autor (cuya posicién no ha cambiado ni siquiera después de la gran discusién, a consecuencia de Ia cual parece haber repudiado su propio libro, como se desprende de 'a memoria presentada en el Congreso de Londres) ™ consiste precisamente en esa pretensién de dividic la filosofia de Ia praxis en dos partes: una «sociologfae y una filosofia siste- miatica. Escindida de la teorfa de la historia y de la politica, Ia filosofia no puede ser més que metafisica, cuando la gran conquista en Ia historia del pensamiento modetno, represen- tada por Ja filosofa de fx praxis, es precisamente la historf cacién concreta de la filosoffa y su identificacién con a his- toria, La reLeotocia. En la concepcién de «misién histéricay gno cabrfa reconacer una rafz teleolgica? De hecho, esa concepcién adquiere en muchos casos un significado equivo- co y mistico, Pero en otros casos tiene un significado que, tras el concepto Kantiano de la teleologfa, puede ser compar- tido y justificado por la filosofia de la praxis. 15. La impresién de que Bojaria hubiera repudlado su libro sobre el aterialiemo histérico pusde habesla tenide Grams:i a pastir det hecho de que n0 s hace pricticamente referencia alguna al misino en 1x comunica- iiesentada por el propio Bujarin al Congreso de Londres do 1931 (teas sm alemiete el aropo diame del Ce URS), ol cada Taeory and practice; Ia pare tereera y sitima de dichs comuniceci6n (titulada hears rd rate of the URSS and he Empire Tet of Mitral Me jerialiv) es usa exaltacién de Ta unidad de teoula y pnictie (ciencia y Titi) en la planifcacién soviéicn, Perego ENSAYO POPULAR DE SOCIOLOGIA» 103 Ex rencuaye ¥ 14s xsrdroras. En algunos puntos del Ensayo se afitma, ast, sin més explicaciones, que los prime- ros esctitores de a flosofia de Ia praxis emplean los té:minos de cinmanenciay ¢ éinmanente» s6lo en sentido metaféticos podria parecer que la simple afirmacién sea en sf misina suf Gente, Pero la cuestién de las relaciones entre el lenguaje y Tas metéforas no es simple, sino todo lo contrario. El lengua- je, por de ptonto, es siempre metafdrico. Aunque tal vez no Xe pueda decir exactamente que todo discurso es metaférico fea telacién con la cosa u objeto material y sensible indicado (o con el concepto abstracto) para no ampliar demasiado el concepto de metéfora, se puede decir, en cambio, que el Jen- goaje actual es metaférico en telacién con los significados y el contenido ideoldgico que las palabras ban tenido en los siodos anteriores de la civilizacién. Un tratado de semin- tica, el de Michel Bréal por ejemplo, puede dar un catélogo histérica y crfticamente reconstruido de las mutaciones se- minticas de determinados grupos de palabras. De no tener fen cuenta este hecho, es decir, de no tener un concepto crf tico e historicista del fendmeno lingtifstico, derivan muchos errores, tanto en el tetteno de la ciencia como cn el terreno prictico: 1) Un error de carécter estético que hoy se va co- frigiendo pero que en et pasado ha sido doctrina dominante ts cl de considerar «bellas» en sf ciertas expresiones, a dife- tencia de otras, por cuanto son metéforas cristalizadass Jos re- tbticos y gtaméticos se derriten ante cicttas palabrejas, en las que descubren sabe dios qué virtud y qué esencialidad artis- fleas abstractas. Se confunde el «gozo» totalmente libresco del fildlogo que se estremece de placer ante cl resultado de flgonos de sus andlisis etimoldgicos 0 seménticos con el pozo frtistico propiamente dicho: recientemente se ha dado el caso patoligico del escrito Linguaggio e poesia, de Giulio Bertoni. 2) Un ertor préetico que tiene muchos seguidores es Ta utopia de las lenguas fijas y universales. 3) Una tendencia 104 — MTRODUCCION AL ESTUDIO DE LA FILOSOFEA atbitraria al neolalismo, que nace de la cuestién planteada por Pareto y por Jos pragmaristas a propésito del alenguaje como causa de error». Pareto, como los pragmatistas, dado que cieen haber dado origen a una nueva concepeién del mundo 0, por lo menos, haber innovado una determinada ciencia (y haber dado, por tanto, a las palabras, un significado o siquieta una aueva gama de matices, 0 haber creado nuevos conceptos), se encuentran frente al hecho de que las palabras tradicionales, sobre todo en el uso comin, pero también en el uso de la clase culta e incluso en el de aquel sector de especialistas que: se ocupan de la misma ciencia, siguen conservando el antiguo significado a pesar de las innovaciones de contenido, y reac- cionan ante ello. Pareto crea un «diccionario» propio a la vvez que manifiesta la pretensién de crear una lengua «pura» © «matemética» propia, Los pragmatisias tcorizan absttacta- mente sobre el lenguaje como causa de error (véase el librito de G. Prezolini)* Pero es posible despojar al Iengusje de sus signifcados metaféricos y extensivos? Es imposible. E] lenguaje se transforma al transformarse e! conjunto de la civilizacién, por el aflorar a la cultura de nuevas clases, por Ja hegemonta ejercida por una lengua nacional sobre las otras, eteétera, y asume metaféricamente las palabras de las civ zaciones y culturas precedentes. Nadie piensa hoy que la palabra «des-astten esté vinculada con la astrologia y se con- sidera inducido a ertor sobre las opiniones de quien la usa; asi también un ateo puede hablar de «des-gracia> sin que se le considere partidario de Ia doctrina de la predestinacién, eteétera. El nuevo significado como método de la erudicién en la verificacién de los hechos coneretos y al naci- miento de la filosofia entendida coiio-teiodologfa general de la historia. Eso es quizé lo que querfan decir aquellos autores que, como refiere muy apresuradamente el ensayo en su pri- met capitulo, niegan que se pueda construir una sociologia de la filosofia de la praxis y afirman que Ia filosofia de la praxis sélo tiene vida en los ensayos histéticos particulates (Ia afit- macién, asi de cruda, es desde luego errénea y serfa una cutiosa nueva forma de nominalismo y de escepticismo filosé- fico). Negar que se pueda construir una sociologfa, entendida como ciencia de la sociedad, es decir, como ciencia de la his- toria y de la politica, que no sea la misma filosofia de la praxis, no significa que no pueda construitse una recopilacién | canpitica de observaciones pricticas que amplien la.esfera de_ _ filologia tal como se ha entendido tradicionalmente. Si la Ta expresion mietodolégica de Is impoitancia’ de Noda Comapams Bthe Auafitig Dob 06.) srropuccién Ar, ESTUDIO DE LA FILOSOFEA {que los hechos particulates se sitten de forma cierta y preci- 7a en su sindividualidad> inconfundible, no puede, con todo, “cxcluirse Tn utilidad préctica de identifiar ciertas «leyes ten: ddenciales» més generales que corresponden en la politica a Tas leyes estadisticas o de los grandes ntimeros que lian servido para hacer progresar algunas ciencias naturales. Pero no se ha |, puesto de relieve que Ia ley estadistica sdlo pede emplearse | cn Ja clencia "el arte poltigas“mientias Tas grand@? ihasas }- déTapoblicién “Besmanezean fundainentalimeme~ padivas [—trespecto del lis evstine aie inttsi i itoiado y | al politico— 0 se suponge que petmanecen pasivas. Por otto Indo, In extensin de la I ia y al arte po- Iiticas puedé teiier iencias muy graves en la'fiédida en que_se_adopte para, construit prospéctivas o progtantias “de accidn; si en_las.ciencias naturales Ia Tey’ slo puede provocar fécilmente “corvegibles” por “Investigaciones y que, en cualquier caso, Sl hacen recaet el ridfculo sobre ef cientifico concreto que ha aplicado Ta ley, en cambio, éii la ciencia Vel atte p iede dar sultads. verdaderas.catdstrofes, cayos, dafios. «mi mose_no_podrd sealidad,-1a_utlzacion len politica de la ley estadistica conto ley eseticial, fataluiente. _>>Jactuante, noe sélo un error tigatilica, sino que se convierte fen un error préctico en acta; ademés favorece la pereza men- / tal y Ta superficialidad programstica. Hay que hacer notar que Ja accion politica tiende precisamente a hacer salir a las mul- (titudes-dela_pasividad, es-deciz, a desta Ja ep es aran- {des nimeros; zosmo puede, pues, considerdfsela una ley s0- § Gioligica® § Si bien se mira, la propia reivindicaciin de una economia planificada, o dirigida, est destinada a liacer aiticos Ia ley estadistice entendida mecdnicamente, esto es, producida por la agregacién casual de infinitos actos arbitrarios indivi- duales, por mis que aguella economia deba basarse en la es- tadistica, lo cual, empero, no significa lo mismo: en realidad, ENSAYO POPULAR DE SOCIOLOGfA> 107 Ja conciencia humana sustituye.ala.«espontaneidady natural. Otro elemento que leva en el arte politica al trastrueque de Jos viejos esquemas naturalistas es la sustitucién, en la fun- cién directiva, de los individuos aislados, de los jefes indivi duales (0 catisméticos, como dice Michels) por organismos co- lectivos (los partidos). Con Ia extensién de los pattidos de masas y su adhesién orgénica a lo més intimo (lo econémico- productive) de la vida de las masas mismas, el proceso de homogeneizacién de los sentimientos populares pasa de ser meciinico y casual (es decir, producido por la existencia am- biental de condiciones y presiones similares) a hacerse cons- ciente y critico. El conocimiento y el juicio de la importancia de tales sentimientos no tiene ya lugar en los jefes por intui- cin basada en Ja identificacign de leyes estadisticas, es decir, por via racional e intelectual, que con demasiada frecuencia resulta engafiosa —leyes que el jefe traduce en ideas fuerza, en palabras-fuerza— sino que tiene lugar en el organismo colective por «coparticipacién activa y consciente», por «com- pasionalidad», por experiencia de los particulares inmediatos, por un sistema que se podria Hamar de «filologia vivienten: Se establece asf una estrecha ligazén entre grandes masas, partido, grupo dirigente, y todo el conjunto, bien articulado, se puede mover como un «hombre colectivo>. Si algiin valor tiene el libro de Henri De Man, es este precisamente: que incita a informarse en particular de los sen- timientos reales, y no supuestos de acuerdo con leyes socio- I6gicas, de los grupos y de los individuos. Pero De Man no ha hecho ning descubrimiento nuevo ni ha encontrado un principio original capaz de superar la filosofia de la praxis o demostrar que es cientificamente errénea o estéril: ha clevado 2 principio cientifico un ctiterio empfrico de arte polttica ya conocido y aplicado, aunque quiza insuficientemente definido y desartollado. De Man no ha sabido siquiera limitar exacta- mente su ctitetio, porque ha terminado creando una nueva bet ha je fo 98 bye tree betel Werpeliein cob 108. EVTRODUCCION AL ESTUDIO DE LA FILOsOFis ley tstadistica e, inconscientemente, on otto nombre, kin nuevo método de matematica social y de clasificacién externa, ‘una nueva sociologia abstracta, Cunsriones GENERALE. Una de las observaciones preli- minares es ésta: que el titulo no corresponde al contenido del libro.” «Teoria de la filosofia de le praxis deberia sige nificar sistematizacién légica y coberente de los conceptos loséficos que se conocen difusamente bajo el nombre de filo: sofia de la prasis (muchos de los cuales [son] a menudo es piireos, derivados de otras fuentes, y como tales deberfan cri- ticarse'y exponerse), En los primeros capitulos deberfan tra- tarse las cuestiones siguientes: ¢Qué es la filosofia? ¢Fn qué sentido puede lamarse filosofia a-una concepcién del mundo? 2Cémo se ha concebide hasta ahora la filosofia? La filosofia de la praxis grenueva esa concepcién? Qué significa una filosofia lo que ha impedido plantear Ia cuestién de qué es Ja religién y dar un juicio histérico realis- ta de las filosoffas pasadas, que se presentan como delitio y locura,) Nota I. Las Iamadas leyes sociolégicas, que se toman como causas —tal hecho sucede en virtud de tal ley, etoéte- ra— no tienen ningtin valor causal; son casi siempre tauto- logias y paralogismos. De ordinatio no son sino un duplicado del propio hecho observado. Se describe el hecho o una setie de hechos con un proceso mecénico de generalizacién abs- tracta, se detiva una telacién de semejanza y 2 eso se lo llama ley, que se toma como causa, Pero en realidad equé es lo que se ha encontrado de nuevo? De nuevo hay sélo el nombre colectivo dado a una serie de anécdotas, pero los nombres no son ninguna novedad. (En los tratados de Michels se puede encontrar todo un registro de generalizaciones tautoldgicas de ese tipo: Ia Gltima y més famosa es Ia de «jefe carismé- tico».) No se ve que asi se cae en una forma batroca de idea- lismo platénico, porque esas leyes abstractas se patecen ex- traiiamente a las ideas puras de Platén, que son Ia esencia de los hechos reales terrestres. Concerto pe onropoxia. De algunos de los puntos de- sarrollados anteriormente se desprende que el concepto de cortodoxiay debe renovarse y devolverse a sus orfgenes au- ténticos. La ortodoxia no debe buscarse en este 0 aquel se~ guidor de la filosofia de la praxis, en esta o aquella ten- dencia ligada a cottientes extrafias a la doctrina original, sino en el concepto fundamental de que Ia filosofia de la praxis ase basta a si misma», contiene en sf todos los elementos 112 iNTROpUCCION AL ESTUDIO DE LA FILOSOFEA fundamentales para construir una concepeién total e integral | del mundo, una filosoffa y teoria de {as _ naturales con carécter de totalidad, y no slo pari eso sino también pata dar vide a una organizacién prictica integral de la so- ciedad, esto es, para convertitse en una civilizacién total, integral. Ese coRtEPIG Ist Fehovado de Sricdoxia strVe para piecisar mejor el attibuto de «revolucionarioy que suele apli- carse con tanta facilidad a diversas concepciones del mundo, teotias, filosoffas. El cristianismo fue revolucionario en re lacién con el paganismo porque resulté ser un elemento de ruptura completa entre los sostenedores del viejo y del nuevo mundo, Una teoria es «revolucionariay justamente ea la medida en que constitiiye un elemento de separacién y distincién consciente en dos campos, en cuanto es una cima inaccesible al campo adversatio. Considerar que 1a filosofia de Ia praxis no es una estructura de pensatnlento completa. mente auténoma & independiente, ei datagonismo con todas las filosoffas y religiones tradiciofiales, significa en realidad no haber rota los vinculos con el viejo mundo, sino ya haber capitulado. La filosoffa de la praxis no tiene nevesidad j Be spoyos heterogénens, ella misma es tan robuste y fecur da en verdades nuevas que el viejo mundo acude a ella para “ aprovisionar su arsenal de armas mds modernas y eficaccs, Eso quiere decir que 1a filosofia de la praxis empieza a ejer- cer una hegemonfa propia sobre la cultura tradicional, pero esta dltime, que es todavia robusta y sobre todo més refinada y telamida, intenta reaccionar como la Grecia vencida para acabat venciendo al réstico vencedor romano, Puede decitse que una gran parte de la obra flosdfica de B. Croce representa esa tentativa de reabsorber a Ia filo- soffa de la praxis © incotporaria como sierva a la culvara tradicional. Peto, como se ve por el Ensayo, inchiso los se- guidotes de la filosofia de la praxis que se aman a sf mis- mos «ortodoxos> caen en la trampa y ellos mismos conciben ENSAYO POPULAR DE SOCIOLOGIA» 13 su filosofia como subordinada a una teorla general materia- lista (vulgax), como otros a Ia idealists. (Eso. no quicre decir que entre la filosoffa de la praxis y las viejus filosoffas no haya vinculos, pero son menores Lrespecto] a los existentes entre el cristianismo y a filosofia gricga,) En el pequefio volumen de Otto Bauer sobre la religién se puede encontrar algunas referencias sobre las combinaciones a que ha dado lugar ese concepto crsneo de que Ia filosofie de fa praxis no 3 auténoma_¢ independiente, sino que tiene necesidad de apoyarse en otta Fiosofia, materialista o idealiste, segiin los casas. Bauer sostiene, como tesis politica, el agnosticismo de los partidos y el que se dé permiso a fos afiliados para agruparse como idealistas, materialistas, ateos, cavélicos, et- cétera, es decir, el més abyecto y vil oportunismo." Nota I. Una de las causas del error por el que se va en busca de una filosofia general que haga de base de Ia filosofia de la praxis y por el que se niega implicitamente a éta una originalidad de contenido y de método parece consistir en lo siguiente: que se confunde la cultura filoséfica personal del fundador de ta filosoffa de la praxis, esto cs, las cortientes filoséficas y los grandes filésofos por los que él se ba inte: esado fuertemente de joven y cuyo lenguaje reproduce a menudo aunque siempre con distanciamiento y haciendo no- tar de vez en cuando que asi pretende sélo facilicar la com- prensién de sus propios conceptes} con los origenes o las partes constitutivas de la filosofia de la praxis, Ese error ticne toda una historia, especialmente en a critica literaria, yes bien sabido que la tarea de reducir grandes obras poé- ticas a sus fuentes se convirtié, en cierta época, en el afin maximo de muchos insignes eruditos. La cuestién se plantea, 18, CE Bauer, Le socislisme, Ja rotigion et UBglise, especialmente el capinaio titulado «La socialdémocratie et le proktnives eroyantsr, pp. 8996. 114 INTRODUCCIGN AL ESTUDIO DE La FILOSOFIA en su forma externa, en los Hamados plagios, peto también es sabido que hasta’en algunos «plagiose, ¢ incluso repro- ducciones literales, no esta excluide que se pueda hablar de una cietta originalidad de la obra plagiada 0 reproducida. Pueden citarse dos ejemplos insignes: 1) Bl soneto de Tan. sillo reproducide por Giordano Bruno en los Eroici furori (0 en la Cena delle Ceneri) «Poiché spiegate ho Vali al bel desion® (que en Tansillo era un soncto de amor para Ja mar quesa del Vasto}; 2) Los versos en honor de los muertos de Dogali, oftecidos por D’Annunzio como propios en una en- trega tinica y que estaban copiados literalmente de una co- leceién de cantos servios hecha por Tommaseo.” Y sin em- bargo, tanto en Bruno como ea D’Annunzio, esas reproduc- clones adquieren un sabor nuevo y original que hace olvidar su origen, El estudio de la cultura floséfica de un hombre como el fundador de la filosofia de Ia praxis no es sdlo inte- resante sino necesario, con tal de que no se ofvide que forma parte exclusivamente de la reconstruccién de su biograffa intelectual y que Jos elementos de spinozismo, de feuerba- chismo, de’ hegelianismo, de matetialismo fravcés, etc., no son en absoluto partes esenciales de la filosoffa de la praxis ai ésta se reduce a aquéllos, sino que lo que intetesa real- mente cs la supetacién de las viejas filosoffas, la nueva sin- tesis 0 los elementos de una nueva sintesis, el nuevo modo de concebir Ja filosofia, cuyos elementos se hallan contenidos en los aforismos o dispersos en los esctitos del fundador de Ja filosoffa de la praxis a la espera de que se los entresaque 19. «Pues desplegadae tengo las alas al bello deseo». (N. det 4) 20, La referencia « los dos episodios de «plagio» se hace agut sia dada sobre Ia base de untiguas reminiscencias de Grams) cabe, sia. embargo, que fuctan rofrescadas por ung relectura de los Problem? di estevice de Ceoce, que se ocupa en las piginns 133-137 del soneto de Gioedano Bruno en los Eroici furor) utilizado ea los versos de Tansilo y, en las 495.497, de los versos de D’Annunzio por los muertos de Dopali ENSAYO POPULAR DE SOCIOLOGIA» 415 y se los desarrolle coherentemente. Fin el aspecto tedrico la filosofia de la praxis no se confunde ni se reduce a ninguna otra flosofia: no sélo es original en cuanto supers las filoso- fias precedentes, sino sobre todo en cuanto abre una via com- pletamente nueva, es deciz, renueva de artiba abajo el modo de concebir la flosofig misma, En el aspecto de la investiga- ci6n histérico-biogréfica se estudiarén cuales han reses en los que el autor de la filosofia de la praxis ha tomado pie para su propio filosofar, teniendo en cuenta la psicclogia del joven estudioso que se'va dejando atracr cada ver, inte- Iectualmente hablando, por cada nueva corriente que estudia y examina, y que se forma una individualidad propia por ese mismo errar que crea el espititu critico y la potencia de pen- samiento original después de haber experimentado y contras- tado tanto pensamientos contradictorios —se estudiatin los elementos que ha incorpotado, esimiléndolos a su propio pen- samiento, pero sobre todo aquello que es creacién original. Es cierto que el hegelianismo es el més importante (relative mente) de los motivos del Glosofar de auestro autor, también y sobre todo porque el hegelianismo ha intentado superar las concepciones tradicionales de idealismo y de materialismo en una sintesis nueva que tavo sin duda una importancia excep- Gional y representa un momento histérico-mundial de la in- vestigeciéa filoséfica. Asi resulta que, cuando en el Ensayo se dice que el término ni tiene otro significado metafisico-tradicional, sino que €s nuevo y como tal debe quedar establecido. Se ha olvidado, en una expresidn- muy comtin, que habfa que poner ef acento en el segundo término, «histdtico», y no en el primero, de otigen metaffsico. La filosoffa de la praxis es el «historicie ‘mop absoluto, 1k mundanizacién y terrenalidad absoluta del

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