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h Auerbach ogia de la literatura universal* tiempo de preguntarse qué sentido puede tener atin el término ratura universal, referido, a la manera gocthiana, a lo presente y a lo e se espera del fururo. Nuestra tierra, que es el mundo de la literatu- universal, se hace mds pequefia y va perdiendo en diversidad. Pero n literatura universal no sdlo se hace referencia alo comtin y huma- sino también a ello en tanto que mutua fecundacién de lo diverso. felix culpa de la fragmentacién de la humanidad en un elevado imero de culturas es su premisa. ;Y qué sucede en la actualidad? Qué que se esta preparando? Por mil razones que todos conocemos, la del hombre tiende a la unificacién en todo el planeta. El proceso ‘superposicidn, que partié de Europa, sigue en marcha, socavando aquellas tradiciones particulares. Cierto que en todas partes la untad nacional es mds fuerte y perceptible que nunca, pero también ye en todas partes propicia las mismas formas de vida, esto es, las deno- inadas modernas, y para cualquier observador imparcial resulta evi- nte que los fundamentos internos del ser nacional estén en quiebra en partes, Las culturas europeas o fundadas por europeos, acostum- as a un largo y fructifero intercambio entre ellas y afianzadas ade- is en la conciencia de su validez y actualidad, son las que mejor pre- su autonomfa, aunque también en este caso el proceso de alacién avanza con bastante mds rapidez que antafio. Sin embargo, sr todo lo demés se extiende la estandarizacién, siguiendo bien el odelo europeo-americano, bien el ruso-bolchevique; y con todo lo dis- itos que son ambos modelos, la diferencia ¢s relativamente exigua si se compara, en sus formas actuales, con los respectivos sustratos de, por smplo, las tradiciones isl4micas, indias o chinas. Si la humanidad con- iese sobrevivir en medio de las conmociones que trae consigo un eso de concentracién tan violento, impetuoso y mal preparado, ten- fa que acostumbrarse a la idea de que, en una tierra con una organi- cién unitaria, sélo quedarfan vivas una sola cultura literaria y, en un o de tiempo relativamente corto, unas pocas lenguas literarias, pron- tal yez sdlo una, Y con ello la idea de la literatura universal resultaria un tiempo consumada y destruida. "Esta situacién, si acierto a verla correctamente, es muy poco gocthia- 2 en su inevitabilidad y su limiracién por movimientos de masas. Titulo original: «Philologie der Weltliteratur», publicado en Gesammelte upiitze zur romanischen Literatur, Berna, Francke Verlag, 1967, pp. 301-310. faduccién de Jestis Espino Nuio. 810 TEORIAS LITERARIAS DEL SIGLO XX Goethe gustaba de evitar este tipo de ideas; a veces se le ocurria has que se movian un poco en esta direccidn; pero solo un poco no podfa sospechar lo r4pido y radical que, por encima de toda sién, iba a presentarse lo para él mas desagradable de este cumplj to. {Qué breve fue la época a la que pertenecfa y cuyo fin he a presenciar los mds viejos de nosotros! Han pasado cinco siglos d, que las literaturas nacionales europeas tomaron conciencia de si mis al tiempo que alcanzaban la primacia frente a la latina; apenas dos dele que stirgié el sentido histdrico-perspecrivo que petmitié constiruie tt concepto como el de literatura universal. Para la constitucién de a sentido histérico-perspectivo y para la investigacién filoldgica que cman de él, el propio Goethe, que murié hace 120 afios, hizo algunas contr, buciones decisivas con su actividad y estimulo. Y ahora estamos viendo nacer un mundo para el que este sentido ya no tendré mucho valor pr4 : tico. i _ La época del humanismo goethiano fue breve, pero tuvo mucha influencia ¢ inicié muchas cosas que estén en un continuo proceso de desarrollo, ampliacién y ramificacién. Al final de su vida, en lo referen- te a las literaturas del mundo, presentes y pasadas, Goethe disponfa de mucha més informacién de la que se tenfa al respecto en la época de su nacimiento; muy poco, no obstante, comparado con el caudal actual de nuestros conocimientos, fruto del impulso dado por el humanismo his- térico de aquella época; y no se trata sélo del descubrimiento del mate- rial y de la configuracién de los métodos para su elaboracién, sino tam- bién de su penetracidn y su utilizacién para llevar a cabo una historia interna de la humanidad, para la consecucién de una idea del hombre homogénea en su diversidad. Tal fue, desde Vico y Herder, el verdadero fin de la filologfa; y gracias a este fin asumié un papel rector. Arrastré tras de sf la historia de las demds artes, la historia de la religidn, el dere- cho y Ia polftica, y en muchas ocasiones se unid estrechamente a ellas en la jerarquizacién conceptual y el establecimiento de objetivos fruto de una actuacién conjunta, No es necesario recordar los logros obtenidos em este sentido, tanto en el Ambito de la investigacién como en el de la sin- tesis. En unas circunstancias y con un panorama completamente diferen- tes, spuede continuarse con sentido una actividad semejante? El simple hecho de que se continte, incluso de que siga extendiéndose, no dice mucho. Lo que una vez fue costumbre y norma, seguir vigente PO! tiempo, toda vez que hasta quienes perciben un profundo cambio las condiciones generales de vida y lo reconocen en todo su significado» atin no estén preparados —y, con frecuencia, ni siquiera son capac para sacar las consecuencias practicas de su discernimiento. No ob* tante, puede que de esa apasionada vocacién que arrastra a un grupo da jévenes como siempre exiguo, aunque caracterizado por el talento ¥!* » Pues atin llegamog D algy. Preyj- Mien TEORIA DE LA HISTORIA LITERARIA Y COMPARATISMO gu alidad, a la actividad histérico-filolégica, surja la esperanza de gu instinto no los traicione y esta tarea atin hoy tenga sentido y estudio de la realidad del mundo Ilevado a cabo con métodos cos Ilena y domina nuestra vida; es, por asf decirlo, nuestro ., pues carecemos de otro que tenga una validez general. Dentro de ealidad del mundo, la Historia es lo que mds directamente nos nza, mds profundamente nos conmueve y més penetrantemente uye la conciencia de nuestto yo. Pues es el tinico asunto en el os seres humanos en su conjunto compareécen ante nosotros. Aqui unto de la historia no entendemos lo pasado, sino el progresar de ontecimientos, incluido el correspondiente presente. La historia na de los ultimos mil afios, de la que trata la filologfa como disci- histérica, es la historia de la humanidad que ha conseguido expre- se a si misma. Comprende los documentos del enérgico y arriesgado de los hombres hacia la conciencia de su situacién y hacia la jalizacién de las posibilidades a ellos dadas; un avanzar cuya meta luso en la forma ciertamente muy fragmentada en la que se pre- ahora) apenas se pudo vislumbrar durante mucho tiempo y que, bstante, en los sinuosos repliegues de su transcurrir, parece haber- ealizado como conforme a un plan. En ello radica toda la riqueza pectativas de las que es capaz nuestro ser; en ello se desarrolla una ntacién cuya plenitud y profundidad activa todas las energias espectador, al tiempo que, gracias al enriquecimiento obtenido, le ita para encontrar la paz en aquello que se le ha dado. Dejar de esta representacién —la cual, para realizarse, tiene que ser ideada e erpretada— supondria un empobrecimiento que no se podria resarcir nada. Sin duda, sdlo lo notarfan aquellos que atin no lo han expe- entado en su integridad; pero esta consideracién no puede impe- tnos hacer todo lo posible para que semejante pérdida no se produz- ‘Silas ideas de futuro con las que empecé, tienen alguna legitimidad, sla tarea de recopilar material y obtener de él, con urgencia, un tado homogéneo. Todavia estamos en condiciones, al menos de un odo general, de completar la tarea: no sélo porque disponemos de simo material, sino, sobre todo, porque hemos heredado el senti- © de la perspectiva histérica necesario para ello. Auin lo poseemos, ies vivimos en medio de la experiencia de la diversidad histérica, sin cual, como me temo, dicho sentido podria perder répidamente en tud viva. As{ pues, nosotros, me parece, vivimos en un kairds de oriografia comprensiva; cabe preguntarse si serdn muchas las raciones que atin le pertenezcan. Ya en la actualidad nos amenaza ‘empobrecimiento que va ligado a una formacién sin historia: no lo existe, sino que reivindica su dominio. Lo que somos, lo fuimos en léstra historia, sélo en ella podemos mantenerlo y desarrollarlo; mos-

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