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BENZULUL
ERACLIO ZEPEDA
BENZULUL
(Cuentos)
1959
1984
1987
1989
1990
Don Laco:
Aqu te mando
algo de lo que me
enseaste a pepenar
por los caminos.
BENZULUL
Mientras avanzaba por la vereda, una parte de su
cuerpo se iba quedando en las marcas de sus huellas.
Podra haberse quedado ciego de pronto (por una brujera
de la nana Porfiria, o por un mal aire, o por el vuelo
maligno de una mariposa negra), y a pesar de ello, seguir
el camino hasta el pueblo sin extraviarse. No haba una
hiedra que no conociera; ni el pino quemado y roto por la
piedra del rayo, ni el nido de la nauyaca, haban escapado
al encuentro de sus ojos.
El estar caminando era su vida. Juan Rodrguez
Benzulul conoca de memoria todos estos rumbos.
Veintids aos de marcar los pasos de esta vereda; dejar su
sea en el polvo o en el lodo, segn la poca.
Cuando asom el gobierno pa dar las tierras ya,
cuanto hay, entenda yo de veredas. Cuando, en despus,
las volvieron a quitar, ya no haba quien supiera ms que
yo.
No haba cerro, no haba cerco, potrero, milpa o
llano, que no tomara, en el recuerdo de Benzulul, la forma
de un suceso.
En estos lomeros hay de todo. Todo es testigo de
algo. Desde que yo era de este tamao, ya eran sabidos
de ocurrencias estos lados.
nana.
Dame el brazo hijo. Persinte. Pon el copal. Aguantte,
pues. Virgen de la Muerte, Virgen del Dolor, San Jos del
Grito, San Pablo de la Juerza...
La luna se perdi en un pinar de nubes. Tenejapa
qued a obscuras. La choza qued a obscuras. Benzulul
cay en las sombras.
Los hermanos Salvatierra venan entrando al
pueblo. Altos, morenos; musculosas manos guan las
riendas de los caballos fogosos.
Vamos a celebrar, Encarnacin.
Vamos. Nadie va a decir que el Encarnacin Salvatierra
es mal hermano. Y pa que veas, Joaqun, no slo a vos
invito, que tambin se vengan los acompaantes. Ya lo
saben: primero el deber despus el placer. Ya lo tronamos
al marido de la Rosa. Ya voy a poder dormir tranquilo con
la Rosa. Ahora a celebrar.
Este Encarnacin es un diablo. Mir que echarse as
nada ms al Domingo pa quedarse con la hembra. Este
Encarnacin siempre tan ocurrente.
Vans p la casa del Chema. Tiene trago.
Vans.
Desmontaron frente a la puerta de la cantina.
Encarnacin llam, tocando con sus grandes manos.
Abr vos, Chema. Aqu est Encarnacin Salvatierra.
Un silencio, roto nicamente por un ronco ladrido,
contest a los hombres.
Abr rpido, pues; no vaya a ser que te cuelgue de los
huevos.
Este Encarnacin es ocurrente.
La puerta rechin al abrirse. El Chema, abotonndose los