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Traduccién de José Luis Martinez (Cap. 1) Juan José Ureatta (Caps. IV) AH JACQUES SOUSTELLE El] universo de los aztecas MEXICO Conceal en fianegs, 1979) Grimmer vic en espaol, 199 jisiol, 19% Sexta ewimpresin, 1998 tsi 2708 oles Aatgues| £150, TRormann, Panis 03 DR. © 1982, Forno ne GuLTURA Econduea, DRO 19886, Foxno bs GuLtuRs EconoatcA, 8.8, b& 6. V 1D. R.© 1996, Fonto b¢ GULYORA Feondaica, Carrevera Pieacho-djosco ISBN 968-16-0872.0 Lnpreso en Mi M200 México, D. F I, RESPETO A LOS DIOS! § MUERTOS EL. DIANLO DEBE SER -TOMANO EN SERIO Sor cos dioses de México esos pobres seres quejumbrosos que Horan su destino, ese Tliloc que tiene frio y caler de tanto Morar, uetzaledatl que se monta en fa espalda de ste vecino “con una Ientitud repugnante” como quién sabe qué ciempi lopochtli lagrimoso que se quejs co q Claudel ce les © se ese Hult oo un machacho al que se ha do el postre? Al principio de a escena que les consagra Paul ica dle “esparnte sos dlivses ike sangre y de nicblas”, to cual puede discutinse y se diseutira, 1 ro aunque se admiticra esta definicion, ze6ino podiian reconocerse las divini dades tertibles de la América precristinna en eses imagenes de pa yasos? Piéusese lo que se piense de elas, gno merectan algo mejor u otra cosa que un intermedio cémico? Seguramente nuestro poeta ha queri costa de los dioses venciclos, con lo que se muestra poco 9 diventiv al espectador a agent ios desollando sus nombres: Vitliputali o Huichtlipochtli en lugar de Huitzito pochtli, 0 inve mo en st victorin. No teme tamporo recurtir a at ntande nombres como Ixilipetzloc @ Hichtti Horktchli, cuyo ca recitante. Es pos ropeo, pero desp fcter cacofaico subraya no sin pesadez el ble que las sflabas aatecas desroncertaran al ew de todo, gpor qué Dios no podria hablar el az ? Los romanos del sigle | escuchaban con un sentimiento de desdefiosa superioridad a los esclavos cristiznos estropear los nombres hebreos de su nuevo panten. "Quisiera saber déude hyn encontrado nombres como ésos", hubiera exclamado un Claudel latino 0 griego que se rebelara contra el exotismo de Jas religiones importadas de Asia Menor. Y respecto de las “nite logias confusas”, recordemos «ue son siempre las ajenas las que se considera confusas, sobre todo en la medida en que se las igno: ra y ex que se cree conocer tas del propio pais y tiempo. En rea Jidad, todas las mitologias son confusas; felizmente, porque de 1 8 RESPETO A LOS DIOSES MUERTOS otra manera se volverfan sistemas filos6ficos. Ponderandolo bien, puede preferirse la Historia sagrada a la Critica de la razn pura, yel Teteoinan icuic a El mundo como voluntad y representacion. Pero tengamos cuidado. Una mitologfa vale tanto como otra, y no reconozco el derecho de condenar una de ellas con el pretexto de que no es la que me enseiié mi abuela. Es evidente y aun natural que Paul Claudel haya escrito esta es- cena con un prejuicio de hostilidad y denigramiento. Pero, por qué tomar en broma a los dioses mexicanos? Esto es una especie de golpe bajo y sobre todo una grave contradiccién interna: esas seres que nuestro autor pone en escena existen, y existen sin duda alguna como demonios. JNo aparecen, acaso, rodeados de diabli- Tlos que forman su cortejo? Ciertamente, son demonios, y me sorprénde que un poeta cristiano no tome en serio a los demonios. Todo el siglo XVI espafiol ha crefdo sinceramente en la existen- cia de los dioses mexicanos. Nunca pas6 porla cabeza de Cortés, de Bernal Diaz, de Zumérraga o de Sahagin negar la existencia de seres cuya realidad se afirmaba con tanta evidencia en cada as- pecto del paisaje y en cada instante de la vida de los hombres. Huitzilopochtli, Quetzalcéatl, Tliloc, Tezcatlipoca y todas las demas innumerables entidades no eran; para los conquistadores 0 los sacerdotes, “falsos dioses" ni ilusiones ni creaturas imagin: ins de las conciencias extraviadas. Los reconocfan como poderes reales, aunque demoniacos. Para ellos, todo ser sobrenatural no cristiano s6lo podia ser un demonio. Ast Io dice, con cierta chulerfa, Henin Cortés al emperador Moctezuma II desde el principio de su estancia en México: “no son dioses sino cosas malas que se llaman diablos”. Ignérase como Ia india Malintzin, quien servia de intérprete al caudillo extreme- io, pudo traducir al soberano azteca esta frase sacrilega. La len- gua mexicana no tiene palabra que corresponda a “diablo” o a “demonio”. Posteriormente, los predicadores desviaron de su sig- nificacién original los nombres de las temibles divinidades del Oeste, los Taitzimime, y aun inventaron la palabra tlacatecdlotl, “el hombre biiho”, para designar a los diablos que obsesionaban desde hacia miles de afios la conciencia europea. Y mas simple- RESPETO A LOS DIOSES MUERTOS 9 mente, impusieron et vocablo espatiol diablo. Durante todo cl siglo xvi la doctrina oficial, ortodoxa, aceptada por los padres misioneros fue ésta: las divinidades mexicanas existen, pero se trata de diablos que se hacen pasar por dioses. ““Hluitailopochtli no es dios. Tezcatlipoca no es dios. Tléloc no esdios. . . todos son demonios”, escribié Sahagan, quien afiadi6: ““Vuestros antepasados adoraban a un dios llamado Tezeatlipoca {pero hoy sabemos que] es Lucifer, padre de toda maldad y mentira.” En 1560, el cronista oficial de la Imperial Ciudad de México, don Francisco Cervantes de Salazar, no vacilaba en afirmar que la religion mexicana fue fundada por Lucifer para arrastrar a los indios y que “diesen para siempre consigo en lo profundo del infierno"; decia ademas que “en la provincia de México el prin cipal demonio que adoraban. . . se llamaba Ochipust! Uchilo- bus", Y aun cuando habla de los actos adivinatorios de los hechi- ceros, no los pone en duda sino que, por lo contrario, afirma que “todo esto pueden hacer, porque el diablo, cuyos ellos son, s¢ lo ensefia, para engafiar a-otros". Nadie est, pues, mas alejado que estos espafioles de la actitud racionalista de los incrédulos que los sucederan y que proclama- rn que los dioses de México “no existian”. En su universo habia lugar para dos —no para mas— series divinas de signo contrari la del cristianismo, del lado fasto, y la de México, del lado nefas- to, y ambas reales. En este sentido, negar la existencia de Tléloc hubiese sido una blasfemia, porque Dios sélo puede ser vencedor cuando tiene enemigos por deshacer. Esta vision de las cosas es seguramente la de Claudel. Debe serlo porque é1 ha sentido mejor que nadie lo que trastornaba, en el mundo por descubrir, el empuje conquistador de Castilla. Debe serlo porque sélo ast se justifica la declaraci6n inicial del exposi- tor: la “larga noche anterior al nacimiento” es el tiempo de la dominacién demoniaca. {Y para qué mostrar, si no existen, a los dioses “que se retinen con inquievud en la playa"? Claudel esta muy de acuerdo con a linea ortodoxa de los espa- fioles que legaron a esta playa. No se hace vanas ilusiones sino que denuncia a demonios reales que abatiré el descubrimiento. RUSPETO A LOS DOSES MUERTOS ro, entonces, lo comico no tiene lugar. El diablo puede ser cuanto se quiera, menos un motivo de risa. De ahi ese algo de rechinante que hay en esta escena, ese algo que no “pega’ Quisigrase ver terribles, sangrientos si se quicte, grandiosos sin duda en ej horror, a esos dioses aiin en su dominio y dustinados inafiana a desaparecer, a volver a tos infiernos. La bufoneria no va con ellos, y no sienta tampoco al Dios de Claudel, quien va a arrebatarles enn ida lucha un continente insnenso. Unes y otros valen mucho mas que esto La GRAN CALDERA AZTECA Pero zcomo estar seguros de que los dioses adorados —y con qué pasion, qué minucia y qué esplendor— por fos millones de sitbdi tos de un vasto imperio son sélo demonios? gCémo expulsarlos al otro lado de la linea que separa en dos el dominio de lo sagrado? Hablando con propiedad, basta una comprobacion de identidad Estos didses no tienen sus papeles en regla, son desconocides en cl fichero de la ortodoxia, no figuran en Ia initotogia aceptara. De pronto, helos aqui echados del infinito césmico, rele; lado de las alambradas “en las tiniebias exteriores con Ia regla segti os vencedores” gados al otro En fin, basta wn la cual "los dioses vencidos son Jos demonios de Pero, gbasta realmente? De todas maneras, uno se siente mas cé- modo invocando en su ausilio a la conciencia universal, la piedad y la solidaridad humana. ¥ de allf surge el tema de “la gran cal dera areca” que Paul Claudel vuelve a tomar con brillo. Los sacrificios sangrientos, los corarones arrancados de los pechos hendides por ef pedernal, tas calaveras astentadas en los 200 pantli condenan a los dioses del México antiguo y con ellos a steci vilizacién, La conquista es, pues Gel infierno y a los cuerpos de la “gran caldera". Las lagrimas odiosas de Huitzilopochtli son las de monstruosas comidas, No Hora mis que por sf mismo y por st cs tomago, y no sdlo ¢s un vencido sino también un bribon. alvadora; arranca a las almas aun ogto frustrado en sts RESPETO A LOS DIOSES MUERTOS ” El tema de fos sacrificios humanos en el México antiguo v0 puede eludirse. Puede alegarse sin duda que su importancia ha sido exagerada sistematicamente por los conquistadores y tos mi sioneros. El comprensible horror que experimentaron los castella nos cuando vieron cn Tenochtitlan ta estatua del gran dios tibal cubieria con Ia sangre de las victimas, y con mayor razon, cwanch pudieron ver a tv lejos las caberas de sus propios companeros x hibidas sobre los macabros ca un espectécute d Hetes, toda esta repulsion frente in Jos Hevea falsean ta imagen. Advertimos, de paso, que los mismus castellanos cu contraban absolutamente natural que Cortés hiciera colar. mv lar y quemar vivos a espaioles ¢ indies, porq bitual no © rucldad desacostumbr a cruelitad Jue Muy sinceramente, los espaiioles encoatrs feroces a los indios porque ‘aban sei 's bramanos Frente 9 60 mente, tos indios emblaban frente 4 h dioses: y no menos sin: ferocidad espaiiola cuando fos conquistadores comenzaron tL xico: porque el ideal de los indios la guerra “lo que se ignora con mucha frecuencia— era el de no matar a nadie, Una batalla consistia en hacer prisioneros que debian ser sacrificados despué sacrificios humanos sustitufan a matanzas de Cholula y de Mi De esta manera, en México los las pérdidas en el campo de bs alla que ocurven en nuestro mundo. En este aspecto, si se quiets comparar la civilizacién de los aztecas y ia nuestra, no deben compararse fas cifras de los sacrificios hum: aztecas, tants millares”, sino las pérdidas en tiempos de guerra nos: “cristianos, 0 suropa y las ocasionadas por los sacrificios humanos en Méxi co. Entonces resulta evidente que el mismo emperador Ahufzotl, gue consagré el gran templo de México con la sangre de 20 mil Mictimas, no era mas que un nifio al lado de nuestros jefes de guerra y hombres de Estado, Hubieran sido necesarios a los dioses aziecas muchos siglos para devorar tantos corazones como los que dejaron de latir de 1914 a 1918 y de 1939 a 1945, Aunque multipt cado, el sacrificio cra un acte individual y no una destruccidn en masa: el ¢ al sla mataba aun hombre cada 6 de fas v n. por extraio que pueda pare Sin ema: sentido det saerificio, Ahor 5 2 RESPETO A LOS DIOSES MUERTOS cernos, no puede negarse que el sacrificio haya sido casi siempre voluntario o al menos valientemente aceptado. Desde su infancia, el mexicano ofa decir que habfa venido al mundo para dar su co- raz6n y su sangre intonan intota tlaltecuhtli tonatiuk, “a nuestra Madre y a nuestro Padre, la tierra y el sol”, segin la frmula ri tual. Sabe que si muere tranquilamente en su casa, estari desti- nado a disolverse, devorado en las tenebrosas cuevas del Mictlan; y si, por el contrario, muere sacrificado, lo espera una eternidad radiosa, primero, al lado del dios solar, en las filas del resplande- ciente cortejy que lo acompafia del Oriente al cenit, y unas tarde, reencarnado, bajo la forma graciosa de un cclibri que zumba entre las flores. Cuando joven, n la escuela elemental del tel- pochcalli o en el colegio superior del calmécac, escuchaba con respeto'a los jefes militares o a los sacerdotes-maestros que le reve- laban la verdad escondida bajo las apariencias del mundo: el sol es un dios que se ha sacrificado, queha querido morir para rena- cer eternamente, Quienes, sacrificados a su vez, le ofrecen su sangre —"el agua preciosa” — y su curaz6n, se convierten en sus émulos y sus servidores, en los “acompafiantes del Aguila”. Qué otra cosa ¢s Huitzilopochtli, nuestro sefior, sino el simbolo del gue- rrero convertido en dios? Asi se iba foimando en el alma del joven mexicano un ideal de orgullo sobrehumano, el deseo de su. perar a la muerte por la voluntad de morir, y la fe en el renaci- miento que experimenta quien acepta su propia destruccién, Alistado en sus primeras expediciones, el joven guerrero captura un prisionero al que acompafia al teocalli para asistir a su inmola- cién: en su Gltima hora, cuando sucumbe su enemigo que se ha vuelto para él extrafiamente fraternal, es como si él mismo sobre- pasara el limite. Llega el dia en que el emperador le impone el, penacho de caballero Aguila y le entrega la rodela ornada de plu- mas, oro y jade. En fin, él es capturado también en un combate, arrastrado, y pronto va a subir los escalones de una aguda pirami- de para convertirse a su vex en un dios. . Esto explica que los guerreros hechos prisioneros hayan recha- zado salvar su vida y hayan exigido la muerte, esto es, la apoteosis —las crénicas indigenas consignan més de un caso semejante— RESPETO A LOS DIOSES MUERTOS B Esto explica también el que cada affo un joven haya aceptado representar el papel de un principe, al que se rodea de todas las delicias’ antes de perecer eri la pirimide de Tezcatlipoca: que las mujeres revestidas de los ormamentos de la diosa madre canta- ran y danzaran estoicamente, fingiendo ignorar su destino, hasta ci momento en que su cabeza rodaba por las baldosas (porque las mujeres también podian ganar el paraiso); y, en fin, que se haya inventado la Guerra Florida, simulacro de batalla en plena paz, con el dinico fin de proveer a los altares con victimas de hecho vo- luntarias. Los sentimientos que animan a los actores del drama son exal- taci6n y esperanza, de parte de las victimas, y certidumbre de rea- lizar un deber césmico, de parte del sacerdote. Deber césmico, porque el sol s6lo se elevar4, la luvia s6lo descenderé de las cum- bres de las montafias, el mafz s6lo surgirs de la tierra, y el tiempo mismo sélo proseguira su curso majestuoso si se consuman los sa- crificios. Ast fue desde el primer dia del mundo. La sangre de los hombres es la fuerza vital del sol. “Yo soy el que ha hecho salir al sol”, ¢5 el grito con que se anuncia Huitzilopochtli en el himno ri- tual que le est dedicado, Huitzilopochtli es la encarnacién det orgullo y de la esperanza de la nacién azteca. EL COLIBRI DE LA IZQUIERDA : El gran dios nacional de los aztecas, que s6lo les pertenece a ellos y de quien son el pueblo elegido, es el colibri, huitzilin, de la iz quierda, opochtli. Ast lo expresa el lenguaje esotérico del México antiguo. Traduzcémoslo: el “sacrificado resucitado”, quien reen- carna en el cuerpo frégil y multicolor del colibri “del lado del Sur", porque los libros sagrados representan al mundo como una cruz, el Este arriba y el Sur a la izquierda. jEI mediodfal ;Qué lis- tima que Claudel blasfeme de este mediodia triunfante y sagrado, del sol del cenit! Huitzilopochtli es el grande y duro sol de mediodia, y este astro es una reencarnacién. Acaso por ello en el Cédice de Florencia, u RESPETO A LOS DIOSHS MUFRIOS en un pasaje oscure, se dice que este dios era “sélo un hombre co: inn, solo un hombre", gan maceoalli, gan thécatl, un hom. bre como los otros, en suina; pero al mismo tiempo "ua brujo, un presagiador funesto”, naoalli, terzduitl. Como simbolo de la apo- teosis, afirma que el hombre pucde sobrepasarse. Da la prucba y | mismo es la prueba de que cl ciclo esta abierte para el hombre, y de que ¢s un reino prometido a los violentos. Los origenes de este gran dios fueron humildes. Tliloc y Quet ralcbail reinaban desde hacta muchos sigles, desde milenios quizis, en los pueblos del México central, cuando una pequeiia ribu inculta y miserable emprendié su lenta migracién hacia el Sur, a través de los desiertos de cactus. A la cabeza marchaban los “cargadores de los dioses", sacerdotes-soldados, que Mevaban sobre sus espaldas el divino farde. En las paginas de los manuscri tos antiguos sé les ve encorvados bajo un tosco bulto del que sobresale una enorme cabera de colibri. Huitzilopachtli se les apavecta y les hablaba, En cada etapa expresaba suis oraculos, siempre para decit: jms lejos! jmas lejos! Refiere Ia tradicin que algunos se rebelaron, cansados de servir a este dios perpetuamente insatisfecho, y la tribu se dividi6. Pero ebnicteo de los fictes per manceié agrupado en torno al extraiio pajaro. La marcha duré siglo y medio, peregrinaciéa interrumpida por combates, desilu siones y derrotas, hasta el dia en que los errantes se detuvieron fi nalmente en las ciénagas, en medio del carrizal, alli donde apare cié Ia sefial prometida: un Aguila, posada sobre un nopal, que tenia en su pico una serpiente, Alli se fundé, alrededor de un ru dimentario templo de Huitzilopochtli, ct pobiado lacustre que se convertirfa en 1a ciudad de México, En Ia época en que Cristbal Colén embarca rumbo a lo que él cree la India, Huitilopochili es el dios supremo de un imperio. Su teocaili domina la ciudad como la ciudad domina el pats mexi cano, El dios que se transportaba a lomo de hombre, bajo al sol y en medio del polvo del desierto, envuelto en toscos tejidos de fibras, domina ahora en Io alto de una piramide, y su estatua esté cubierta de mantos d= plumas resplandecientes, Durante 20 dias Gel aio —en el mes Panquetzaliztli—, se suceden en su honor las RESPETO A 1.05 DIOSES MUERTOS, danzas y los sacrificios, entre nubes de incienso ya la sombra de inmensas banderas ide plumas verdes; cl emperador, todopodero: so entre los hombres, no es mnas que su primer servidor. Todo wn sacerdocio jerarquizado lo rodea noche y dia con ritos sini ciosos. El errante de ayer est hoy dotado de uaa genealogia yun ito: los sacerdotes explican que nacié milagrosamente, ea la montaita de las serpientes, de una diosa fecurdada por un copo de plumas caida del ciclo; que apenas nacido debié exterminar a las estrellas del Sur y a la divinidad de la noche, Sol invictus, ta serpiente de curquesas y fuego que tiene en su ciestra derriba a las fuerzas de las tinieblas. Las victimas son inmoladas frente 41, porque es al quien fabrica continuamente la vida con la muerte Sin embargo, en lo alto del templo, como en lo alto det mund @ no esta solo. El santuanio que remata la gran pirdimide es doble al lado del ceacatlé en que reside se eleva, con dimensiones igua les, el de otro dios, Tlaloc, Y ala cabeza de la Iglesia hay dos grandes sacerdotes de puster igual: el de Hutil HECHIGERO DE LA DICHA TRANQUILA Este era un dios muy viejo. Su mascara, formada por anillos (scr picntes) en torno a los ojos y colmillos de ofidio saliendo de ta boca, ornaba vasijas de barro y esculiuras en todo México desde hacia mil afios. Llamabasele el “Sacerdote”y también el Principe Hechicero”. El era quien convocaba las nubes agitando su sonaja, “la sonaja de brumas”. Es preciso haber visto, en Mexico, fa Hega da de las Huvias después de la estacion seca para sentir lo que esta dramitica transformaci6n de la naturaleza podia significar para fos pueblos sedentarios del altiplano. L: Ja sequia son agocadoras, angustiantes: sperecerd el maiz que aca ltimas semanas de ba de sembratse? ¢Todo lo consumira el fuego que cae del ciclo sin nubes? Como por milagro, rodean de vapor, hiego de brama, retumba el trueno, cae la Ue via bia, y brotan las flores. El hechicero Tlalce, una ver més, ha salvado al mundo y a los hombres. las cumbres ce las montafias se

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