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11 de mayo de 2009

LA GRAN CAVIDAD

Trata de las cosas que son perfectas en su medio, y que si se mueven de él dejan de
serlo, de lo que se halla oculto no tanto por las dificultades del camino, sino por los
miedos que posiblemente infunden las creencias o el desconocimiento y que inquietos
seres con un carácter más propio de duendes QUE DE … (INSERTAR OTRO
SUSTANTIVO, HOMBRES, OFICINISTAS, EXPLORADORES, BOY SCOUTS, NO SÉ, ALGO
ASÍ, SOLO SUGERENCIA, COMO ESTÁ SUENA BASTANTE BIEN TAMBIÉN), se ven
atraídos hacia ese mundo que, adverso a lo que (PODRÍA RESULTAR) es evidente, no
es de oscuridad. Cada uno con una razón, que seguramente no es la misma y que la
mayoría de las veces reta la comprensión de quien no ha estado ahí.

Por: Edgar Soto

Primer acercamiento a Xantilco

Nos detuvimos cuando la luz de día se desvanecía, ocho horas después de haber
comenzado la caminata desde Coyomeapan, Puebla. La ruta y objetivo que nos
habíamos trazado mi compa Daniel y yo exigía ese esfuerzo. Exhaustos pero con
mirada satisfecha, nos detuvimos en el poblado de Oztopulco, en el pórtico de la tienda
del Sr. Teodomiro, donde además tiene su casa. El objetivo, en esa semana santa del
2004, era conocer esta zona de la sierra Negra, partiendo desde Tehuacán en camión,
iniciando el andar en dicha comunidad, para llegar finalmente al área de campamento
de dos grupos de curso básico de la Asociación de Montañismo de la UNAM, que ya se
hallaban en Coyolapa, el de Manuel Casanova y el de Gerardo Rodríguez, el Negro.

Si bien por esas fechas este camino (ERA.. EN LUGAR DE “lo recorrimos…, IGUAl ES
SUGERENCIA) lo recorrimos en una muy agradable vereda, ahora existe una carretera
de terracería que conecta a todas las localidades por ese rumbo de la sierra.

A la mañana siguiente, Daniel y yo seguíamos a Teodomiro, quien con machete en


mano, nos abría camino entre las plantas para llevarnos a la cueva de Xantilco. Que
según palabras de Teodomiro Xantil significa diablo, y Xantilco hace referencia a los
niños que aún no están bautizados, lugar a donde se había comprometido llevarnos
durante la plática de la noche anterior dada nuestra curiosidad. (¿SEGURO COMPA?
PORQUE YO RECUERDO QUE “XANTIL” SOLITA, TAMBIÉN HACE REFERENCIA A LOS
NIÑOS QUE NO ESTÁN BAUTIZADOS, ME PARECE QUE LA TERMINACIÓN “CO” ES
COMO DE “LUGAR DE…”)

Adelantándome a la cronología de las salidas, en la más reciente, Laurina, esposa de


Teodomiro, acerca de esta cueva nos platicaba con una plácida sonrisa “dicen que ahí
hay figuras de ángeles” refiriéndose a esta cavidad.

Sin embargo, y como la idea principal de esta experiencia había sido sólo caminar, no
llevábamos el equipo adecuado para entrar a la cueva, por lo que sólo bajamos hasta
donde podíamos hacerlo con seguridad sin cuerda, lugar donde se halla una puente
natural. Regresamos, después de curiosear unas grandes coladas y gours que están en
la entrada, y disfrutar de la belleza y tranquilidad que estos lugares te (PODRÍAS
OMITIR ÉSTE “te”) ofrecen.

Reconociendo Oztopulco, lugar de la Gran Cavidad (SI, SEGÚN RECUERDO


ESTO SIGNIFICABA OZTOPULCO)

Después de cinco años, contando tan sólo con la carta topográfica de la zona
(Coyomeapan, E14B77 del INEGI) y algunas fotos tomadas en el primer acercamiento,
principalmente una en la que sale Teodomiro, comenzamos a indagar adónde teníamos
que dirigirnos pues no recordamos el nombre exacto de la localidad. Esta vez la tirada
fue llegar a Zoquitlán, cosa que nos facilitó el raite que nos dio el curso técnico de
espeleo de Arturo, “Bichos”. De ahí, rastreamos al Sr. Teodomiro, hasta que lo
identificó el Comandante de Zoquitlán, informándonos (O MÁS BIEN
“RECORDÁNDOME” SU NOMBRE) de su nombre y localidad donde residía, Oztopulco.

Actualmente, el tiempo de traslado desde Zoquitlán, una población aún más adelante
de Coyomeapan, a Oztopulco es de alrededor de una hora en coche. Casi en el mismo
meridiano, Oztopulco queda al Norte de Iztaxochitla, uno de los proyectos de
exploración subterránea que desarrolla el grupo de espeleología de la UNAM.

Mientras hacíamos tiempo en Zoquitlán para tomar la camioneta que iba a Oztopulco,
nos vino la inspiración y acordamos el nombre que llevaría nuestra cordada, que no
obstante la variedad de opciones, ya que alguno de nosotros escuchó a un lugareño al
mismo tiempo que nos señalaba decir a otro "¡Mira, los Bicles!", nuestra decisión era
unánime, nuestra cordada se llamaría: “Cabezota de puerco” y nada que ver con la
influenza porcina que aqueja mayormente al Distrito Federal en estos momentos,
formada por los cuatro que íbamos, Tona (Tonatiuh Hassan Paz), Tepe (Tepeu
Arellano), El Ró (Rodrigo Alejandro Cabrera, primo del Tona) y El Compa (O sea yo,
Edgar Soto). (ESTÁ CHIDO EL PÁRRAFO PERO IGUAL SIENTO QUE ESTARÍA MEJOR SI
PUSIERAS LOS NOMBRES DE LA GENTE DE LA CORDADA MAS AL PRINCIPIO, PORQUE
AHÍ EMPIEZAS A HABLAR DE “NUESTRA”, EN FIN, LUEGO TE DIGO MAS CHDOI SI
QUIERES.)

La cueva “como una iglesia”

Ya en Oztopulco, con la felicidad de haber llegado sin caminar las ocho horas de hace
cinco años, nos dirigimos directamente a la casa de Teodomiro, quien (EN ESE
MOMENTO SE ENCONTRABA EN UNA FIESTA, O, “DE FIESTA”, PODRÍA SER) había ido
a una fiesta. Sin embargo se encontraba Laurina, (SU ESPOSA),la cual ya en confianza
nos señaló dónde podíamos montar campamento y nos platicó de las cuevas cercanas,
(NOS MENCIONÓ), entre otras, aquella por la cual estábamos ahí (Xantilco) y una que
nos dio un buen presentimiento (IGUAL PODRÍAS PONER LO DE “LA IGLESIA” AQUÍ).
Fue así que en media hora de caminata el niño Abraham nos mostraba la entrada de
Atlixicaya. La referencia de Laurina fue “es grande, como una iglesia”. Cueva de donde
los lugareños sacan arena para construir sus casas y que inmediatamente causa una
gran impresión por las caprichosas formaciones en techo y piso. Con una entrada de
no menos de 25 metros, altura que en promedio mantuvo durante más o menos un
kilómetro de recorrido (ME PARECEN CHIDAS LAS MEDIDAS). Gours que guardaban el
agua y que eran lo suficientemente profundas, como para no permitir tocar su fondo,
minaban la entrada, obligándonos a tomar un minuto para elegir el mejor camino por
(ENTRE, PODRÍA SER TAMBIÉN) sus orillas.

¡Qué ganas de haber tenido una carburera que alumbrara aquél gran salón, lleno de
profundos gours¡ Comentábamos que en ocasiones no es fácil asimilar las cosas que
vemos, aquella era una de esas veces. ¿Y cómo explicarlo con letras? si allá tenía frío,
estaba mojado, con la oscuridad comiéndonos y al mismo tiempo por sus proporciones
la cueva nos dejaba libres, plenos.

Seguimos el río que nos guiaba por playitas de arena que en una ocasión se comió la
bota de Tona, este camino nos deparaba un nuevo salón que más parecía una capilla
Sixtina subterránea, por su luminosidad, altura y lo plano de su techo y paredes. Ahí
ya nos esperaba(N) el (ANSIOSO E…)hiperactivo Tepe y (EL)siempre con estilo”
(TIBIRI-TÁBARA DEL) Ró, que se habían adelantado, al grado que perdimos de vista la
luz de sus lámparas. Ya entonces caminamos los cuatro. ¡Es como estar viendo una
catedral ciertamente¡ De plano mi reacción fue tirarme en la arena ya compactada
para apreciar el techo y también me percaté de las miradas sorprendidas de los otros
tres Cabezotas de puerco.

Todo el recorrido fueron sorpresas, hallar una vara coronada con dos hojas que crecía
donde el sol es ausencia (ESTÁ AUSENTE), rocas que más tenían la apariencia de
troncos petrificados (QUE DE… PODRÍAS PONER OTRA METÁFORA), otras que en toda
su extensión semejaba la textura de la madera, específicamente a la duela, nobles al
tacto, indudablemente pulidas por las corrientes que en época de lluvia deben moverse
salvajes por la cueva, grandes montículos de arena comprimida que teníamos que
escalar para buscar por dónde continuaba la cueva, y otras que parecían dunas o
paisajes lunares, con hoyos que es fácil pensar era la entrada de una madriguera y por
supuesto no era difícil imaginar que algo vive ahí, si es así, me cae’ que ¡qué bueno
que no salió en ese momento!

El objetivo era solamente ver la ubicación de la cueva y “darle un pegue”, para calar su
profundidad y el equipo que necesitaríamos al otro día. Así pues un tanto confiados,
tres de nosotros entramos con ropa común y todos sin equipo, excepto nuestro casco y
lámpara. Al continuar y continuar caminando sin parar, impulsados por la inquieta
curiosidad nata de todo espeleólogo, gnomo o similar, y ver que seguía con un desnivel
lento pero constante, a veces con un camino accidentado por piedras que se
levantaban y sugerían pisar con mucha precaución para evitar una luxación o fractura,
decidimos deliberar en los riesgos, pues íbamos ya cansados, mojados, sin ropa
adecuada y aún faltaba el regreso, que dicho sea de paso nos llevó (ALREDEDOR DE)
tres horas.

Las dos pozas de quince metros de largo más o menos, que de ida habíamos pasado
semi-escalando y flotando, tomando agarres de techo y pared y por las cuales
estábamos mojados, en el regreso nos sirvieron para refrescarnos, nadar y chacotear
un poco.
Acordamos que es una cueva en la que es conveniente ir preparados para hacer
permanencia en la siguiente visita.

Aún dentro de la cueva, Tepe en un viaje astral, confundido intentaba explicarse por
qué tenía lucecitas blancas el techo de la cueva, más no era el techo lo que veía, sino
el manto del cielo y las estrellas.

Ya sentados al pie del camino serrano, donde se ubica la bajada para la entrada a la
cueva, nos esperaba otro espectáculo de luces y sonido; ni en el sótano de Popoca
(Sierra de Zongolica, Veracruz) había visto tantas luciérnagas. Y confirmé que ¡nunca
un cigarro me (HA SABIDO … COMO CUANDO ….) sabe tan bien como al salir de una
cueva por la noche!

Segundo acercamiento. El guardián de Xantilco

A la mañana siguiente, en el desayuno, por fin platicamos con Teodomiro, quien


impulsado por la emoción que mostrábamos al platicarnos de las cuevas del lugar
donde él ha vivido toda su vida se ofreció a llevarnos a Xantilco. Cavidad que a veinte
metros de su entrada registramos 858 msnm.

Fuimos bajando con precaución pues con la inclinación y la tierra que se mezclaba con
el guano (ESTÁ CHIDO) era sencillo resbalar. Nos ganaba la curiosidad de seguir hacia
abajo y apenas nos detuvimos a ver la gran entrada.

El primer respiro lo tomamos en una especie de balcón, ahí nos juntamos con
Teodomiro, Abraham, que (AUNQUE UN POCO) tarde pero nos había alcanzado, y con
Adrián, otro niño guía (DESCALZO Y) aguerrido.

Acostumbrados Tepe y yo a hacernos repelar, me acerco y le digo “¿Cómo ves las


cuevas que exploro?, ¡no menos que esto!”, tuve que esforzarme para mantener la
seriedad que sugiere la frase ruda y exploradora, pues en realidad no había estado en
la entrada de una cueva así. Él me contestó que pensaba que era una cueva toda
“pedorra”, basado en una foto de la entrada que les había mostrado, de las que tomé
en la primera visita, cinco años atrás, en ella se veían puras piedras, pero sin ninguna
referencia parecían pequeñas. Lo que sí recuerdo es que en esa parte de la entrada,
hay estalactitas de al menos seis metros. (SIN PEDOS LA MEDIDA)

Alguna vez en la sierra de Zongolica, Veracruz, platicando historias de espantos con un


lugareño, me decía que cada monte tiene su protector, al cual en aquella zona le
llaman El señor del monte. La naturaleza en Xantilco hizo la estatua de su propio
guardián, un robusto gigante semi-jorobado de más de dos metros de altura que se
halla 100 metros abajo del balcón (IGUAL, CONCUERDO CON LOS CÁLCULOS) donde
nos despedimos y agradecimos a los guías; y (QUE) por si fuera poco (ESTABA)
ubicado en el centro, haciéndose (INELUDIBLE) inevitable a cualquier visitante, como
esperando a que se le pida respetuosamente permiso para continuar entrando.
¡Imaginen la sensación al ver esa figura! Es difícil no quedarse en ese lugar un buen
rato. (AUNQUE YO RECUERDO QUE DE ENTRADA DIJIMOS COMO POCO, SI LO VIMOS
Y DIJIMOS ALGO ASÍ COMO “CÁMARA, ¿YA VISTE?”, “SI, NO MAMES”, PERO FUE
TODO, FUE HASTA LA SALIDA CUANDO SI NOS QUEDAMOS UN BUEN RATO
ADMIRANDO AL GUARDÍAN Y HABLANDO DE ÉL)

Más adelante, aunque ya es profundo aún entra la luz solar, se encuentran (UNAS
FORMACIONES CONOCIDAS COMO…) lo que se le llaman coladas (SI, ASÍ LES DECÍA
EL ESPAÑOL) de no menos de cuatro metros de altura. (DIRÍA QUE POQUITO MAS,
COMO PEGÁNDOLE A LOS SIETE, OCHO)

Un tanto irónico por las dimensiones de la cueva, es que únicamente necesitamos


armar un tiro, fácilmente reconocible pues está a la vista el puente, el mismo al que
llegamos en el primer acercamiento. Al pie de ese tiro, no menos de fantasía que las
coladas, se hallan imponentes gours. Esta parte puede llegar a estremecer a cualquiera
si se piensa en la fuerza con que corre el agua por ahí en época precisa, pero que en
ese momento se hallaban casi vacías.

Como siempre, cansados pero emocionados, caminábamos o desescalábamos por


donde nos llevaba el río y cuando se perdía éste, por el camino principal. Nos llevó a
un meandro que más adelante se volvía gatera, con partes donde apenas cabía el
casco. Ahí dejamos el gordo de cuerda. Escuchaba que decían Tona y Ró, que
intercambiaban la punta:

- Sigue y sigue, pero te desesperas pues no te puedes mover.

Y por si fuera poco había un tramo en que el agua nos llegaba hasta el pecho. Bueno,
eso lo “arregló” Tona, que (“Y” EN LUGAR DE “QUE”) no queda mejor explicación que
sus propias palabras:

- ¡No mames, pateé una piedra y se escuchó bien culero! (JAJAJA, SI, A HUEVO)

Tona, con los movimientos para poder pasar, había pateado una piedra grande (QUE
SE ENCONTRABA SUMERGIDA) y ésta cayó por la pendiente, lo cual hizo que el agua
corriera y bajara su nivel (DÍ HASTA DÓNDE BAJÓ, NO HASTA DONDE ESTABA ANTES
DE PATEAR LA PIEDRA, IGUAL SINO ESPECIFÍCA, PORQUE SE ENTIENDE QUE HASTA
ARRIBA DE LAS RODILLAS QUEDÓ EL NIVEL DESPUÉS DE PATEAR LA PIEDRA) hasta
arriba de nuestras rodillas. Hasta ese momento se asomó Tona y pude ver su cara
algo… intensa. Ró pasó de nuevo a la punta para checar el paso estrecho y continuaba
diciendo:

- Se ve un tiro, pero ya no me puedo acercar porque necesito ir con los pies por
delante, pero no podría ver donde piso, aunque se ve agua estancada podría o no
seguir el camino. (SI, SEGÚN RECUERDO ALGO ASÍ FUE LO QUE DIJO)

Decidimos que pasara yo a ver y opinar si seguíamos, quizá por ser el necio que los
había llevado a esa cueva o quizá por ser el objetivo de la cordada. ¡Si, ajá, en fin! fui
a checar. A gatas y sin poder cambiar de perfil, sucedió que mi lámpara se apagó a
medio paso de la gatera, lo que seguramente había sido por los golpes al moverme en
aquél recoveco. Posterior cambié llevando los pies por delante, pero ahora la luz de mi
linterna bajó a media intensidad, eso si ya me puso alerta, ¡y después comenzó a
parpadear teniendo pilas nuevas! Fue donde pensé que hasta ahí me había dejado
llegar la cueva, ya ni siquiera probé con otra linterna, decidí regresar. Al comentarles y
ver la dificultad acordamos no seguir por ahí y comenzar el regreso hasta encontrar un
ramal que también prometía continuar el camino hacia la parte de la cueva. Lo que es
un hecho es que a Tepe y Tona les hubiera costado muchísimo trabajo pasar por ahí,
quizá sin equipo personal lo hubiesen logrado. Este evento, al relacionarlo con el hecho
de que, diez minutos después, a Tepe se le apagó su lámpara me deja con la idea de
que hicimos lo correcto. Claro, no sin relacionarlo instintivamente con algo místico.
(SOBRENATURAL, “LO MÍSTICO” SE REFIERE A OTRA COSA)

Hallamos sin dificultad el ramal, y no fue necesario alejarnos mucho del camino
principal, pues nos detuvo el tiro de aproximadamente veinte metros (APROX. Y SOLO
HASTA DONDE PUDIMOS VER) que desciende por rocas grandes amontonadas. Ahí
dimos marcha para salir de Xantilco, quedando indudablemente esos dos caminos para
continuar explorando.

Recordaba que era una cueva padre pero hasta a mí, que ya había estado ahí, me
volvieron a estremecer los seres de las cuevas de Oztopulco, además de las personas
de la sierra. Algo es definitivo, Oztopulco hace honor a su significado.

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El texto tiene como objetivo ser una descripción improvisada de Atlixicaya y Xantilco,
además de dar una idea de las condiciones en que se debe pensar para planear las
visitas a ellas.

Primer acercamiento. Semana santa del 2004.

“Los Compas”

- Daniel Castro

- Edgar Soto

Segundo acercamiento. Noche del 24 al 27 de abril del 2009.

Los “Cabezota de puerco”

- Edgar Soto (Compa)

- Rodrigo Alejandro Cabrera (El Ró)

- Tepeu Arellano (Tepe)

- Tonatiuh Hassan Paz (Tona)

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