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La Frontera Del Mundo Incauto.
La Frontera Del Mundo Incauto.
PERSONAJES
ALMUDENA
CORAL
TEMPLADO - PADRE
POLICIA
ABOGADO - HERMANO
JUEZ - NIÑO
MADRE
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ACTO PRIMERO
ESCENA I
Sobre el fondo negro aparece Almudena, de espaldas al público, con las piernas
abiertas y los brazos en alto. Se encuentra completamente sola. No sé ve a nadie
más que a ella, y sin embargo sus palabras hacen entender que se encuentra en un
local de copas en donde se acaba de producir una redada, y que por tanto, está
lleno de clientes acorralados y policías nacionales que registran el local
manteniéndolos a todos ellos a raya.
ALMUDENA
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ALMUDENA
(Se apagan las luces de nuevo. Se oyen voces alborotadas, casi lamentos. Se
exagera elemento tétrico. Ululan las voces lejanas. Al encenderse Almudena mira
hacia atrás, en donde algo sucede.)
ALMUDENA
(Se apagan las luces. Se encienden. Almudena ya está en pie, colocándose la ropa
revuelta, algo más recompuesta)
ALMUDENA (respondiendo)
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estiran del brazo) Espera, espera un segundo, ¿pero para que me tenéis que llevar a
comisaría? (Ahora es ella quien estira del brazo de su captor y se detiene) ¡¿Y mis
derechos?! ¡¿Qué pasa con ellos?! ¿No me haréis pasar la noche en comisaría,
verdad? (Vuelven a estirar de ella, que avanza a trompicones) ¡Ay qué me temo lo
peor! Lo diré bajito, no sea que aún tenga que lamentarme luego cuando nada hice,
pero joder, esto no es justo.
(Y finalmente es arrastrada fuera del escenario)
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ACTO SEGUNDO
ESCENA I
(Mientras las luces están apagadas se empieza a escuchar un sonido creciente
como introductor de este acto. Este sonido pueden ser voces de presos mezclados
con pesadas puertas metálicas que se abren y cierran, mezcladas con el peculiar
sonido de las radios policiales. Otra opción es introducir una radio portátil que
figuradamente sólo escucha el policía que vigila las celdas. Entonces ese sonido
empieza a menguar, sin desaparecer, conforme se ilumina el escenario, hasta que
finalmente es Coral quien abre con su discurso con la música, suave, de fondo)
CORAL
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Lo mío es la calle y la bragueta,
rincones buenos donde aparcar un coche,
operetas de gemidos, mamadas, sí, enculadas a cincuenta.
(pausa)
Y aquí nada de eso tengo.
Majaras, pero de uniforme.
Insultos que no dejan moneda.
Por lo menos conozco este agujero (mirando alrededor del calabozo),
y vacío como está, no está más lleno que mi vida.
Prostituta soy, travestida;
no me ofenden los insultos,
el olor a pis deste lugar no escarnia mis narices.
Aquí esperaré, dando vueltas,
un juez que quiera oírme.
Tal vez compre mi libertad con carne…
Mientras pueda salir antes que me olviden mis clientes,
pongo las posaderas, la chupo y hasta la absorbo,
que para letrados y maderos mi boca no es primeriza.
CORAL
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TEMPLADO
¡¿Hombre o mujer?!
CORAL
TEMPLADO
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CORAL
TEMPLADO
CORAL
ALMUDENA
Sola quedaré bien, gracias. Para el rato que estaré no me hacen falta
charlas. Después espero que me explique la causa que me encarcela, el motivo de
tamaña escena, los grilletes; las maneras.
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ESCENA II
ALMUDENA (Dentro, ya, del calabozo. Un rato después de haber llegado. Dando
algunas vueltas, nerviosa, por el reducido espacio de que dispone y observando los
elementos, hasta detenerse en una manta raída, que rechaza, comprometida, tras
acercársela al rostro, pinzada escrupulosamente con los dedos. El policía joven
esta sentado en una silla, indolente, mientras en la otra celda, Coral, demuestra de
forma similar su aburrimiento apoyada en la pared de la celda, acicalándose)
Así que esto es una cárcel. Ya veo cuál es su aspecto. Pues es curioso,
que habiéndola esperado peor, sea al mismo tiempo menos rigurosa, y a la vez más
desagradable. Esperaba mayor número de frases en las paredes, aunque menos
obscenas. Esperaba menos espacio, pero más habitable. En fin, que hay menos
miseria, y sin embargo, es más amenazante. Suerte que sean sólo unas horas las que
me quedan aquí, que con suerte, si bien depende de no más que un taxi, aún
despertaré junto a mi amante sin que de nada él, durmiente, se percate. Al punto
vendrá el gendarme, un policía, un inspector, en fin, alguien, que llevándome al
juez, sin duda amable, me deje libre de sospecha tomándome debida declaración,
para que luego, seguidamente, al fin marche.
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y esta que digo, no de otra forma será
sino que ha sido olvidada, siento yo,
sin que nadie se percatara,
de igual forma, ya ve, inocente,
pueril, amorosamente,
a como han sido esquivados
el pis, el orín, los vómitos,
las, no, ¿sí?. Las heces.
Pero escúcheme, que yo, por más
sólo pedía, recuerdo, una manta,
una manta, de doble uso, de acuerdo,
con la que quería cubrirme igual,
del frío y, en general, de los vientos corruptos.
POLICIA
CORAL
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POLICIA
ALMUDENA
POLICIA
ALMUDENA
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ALMUDENA
Sí, lo quiero. Será la última prueba. Antes de eso pondré en liza todos
los artificios de la lógica y la libertad que creo mía por derecho.
POLICIA
ALMUDENA
CORAL
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POLICIA
ALMUDENA (A Coral)
CORAL
CORAL
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No me has visto apenas el rostro
y ya te vuelves de repente.
ALMUDENA
CORAL
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pues no que se me trata de usted
en una cárcel, cuando no lo escuché
en la calle, ni aún por disculpa.
¡Válgame, por su Dios!
Nunca dejaré de sorprenderme.
Dónde cabe un atolondrado, caben dos;
si no es una muchacha, será un cliente.
ALMUDENA
CORAL
Sin duda. Sólo que es de buena resentida jugar a no verlo. Es una forma
de sarcasmo, de juego, de arrebato. Pero descuida, y si no tienes nada mejor que
hacer, no te molestes. Ofender es parte de mi trabajo. No tienes más que mirarme.
ALMUDENA
Así lo entendí yo. Por eso hablo de esta forma. Quizás sea el lugar, que
empieza a afectarme. Jamás me vi yo en estas. Si no más que trabajaba unas horas
por ganarme cuatro duros, que no soy más que una estudiante que se encontraba en
un lugar inadecuado, poniendo copas.
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CORAL
ALMUDENA
CORAL
ALMUDENA
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Todo ello, claro, en obediencia a golpes y a empujones, que si bien las voces no
cesaban, cuando no hacia función una palabra, no se hacía remilgos a la fuerza
bruta. Obediencia o menoscabo. No había otra. Y para quien la hubo vino después,
por si acaso, una orden y una somanta de porrazos.
CORAL
Que me dirás a mí, que soy tan buena testigo de sus tratos.
ALMUDENA
Pues te digo más. Allí había una borracha, una vagabunda. Figúrate. La
primera vez que la veía. Menos molesta que un pájaro que picotea un árbol, o una
hormiga caminando por el campo. Nada más que mal aspecto, y malas maneras. Y
al momento, por una mala respuesta, le caen encima con toda su furia. Cobija más
un uniforme y una responsabilidad que todas las conciencias juntas. Allí la dejaron,
en tierra, sucia, apaleada, y hasta para una indigente, humillada en exceso. Total,
nada tenía que les interesara, salvo sus huesos, esos que nada dirán, que nada osaran
decir. Un entretenimiento entre el trabajo, un divertimento de bárbaros. Un buen
rato.
CORAL
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ALMUDENA
CORAL
POLICIA
Que sea así, y calléis ambas. Aún me veré reprendido por no callaros.
Qué poca sangre. ¿Así nos manda callar? ¿Con esas maneras? Ahí
queda su furia, en cuatro amagos de autoridad. Aunque,…, ahora que le miro. Así,
bajo un poco de luz. Apenas le asoma la barba; y… esa ligera desproporción que
observo en su cuerpo, ¿no será juventud? Yo soy experta en eso, sin duda. Y en
gradaciones de macho. Ni su voz parece de aquí; suena a inocente aún, y honrada
¿De dónde has salido tú?
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POLICIA
CORAL
No vas desencaminado
al hacer, del pensamiento,
tan ufano privilegio;
no resulta inútil en vano
tamaño alarde de esfuerzo
cuando tan poco uso tiene.
En esta cárcel hay más grilletes,
para la mente, que para el cuerpo.
ALMUDENA
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CORAL
Allá tú. Si te sirve y puedes… Lo que es yo, como ya te dije, soy toda
en mi misma una exaltación, sin contar que mi persona requiere un entorno, que no
es de esos razonables, si no está, más bien, ebrio de sinrazones. Pero te doy la razón
por la duda, y en ella te acompaño. ¿Pensaste quizás que la justicia velaba por la
noche? A veces, hazme caso, no lo hace ni de día. Y en asuntos de drogas no sale
nada bueno. Las redadas de hombres son como las de peces, se llevan igual pulpos
que jureles.
ALMUDENA
Yo soy inocente.
CORAL
ALMUDENA
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CORAL
ALMUDENA
CORAL
Qué fatigada me encuentro al oírte decir eso. Pues allá tú. Será verdad
que aún crees que saldrás esta noche. Te imaginas bajo el cielo estrellado,
pichoncita ignorante. Si me dices algo así no puedo equivocarme, así lo pienso,
aunque a ti, estas palabras, claro, no te llegarán. Las pronuncio aparte, por si acaso.
Lanzo esto que digo en un cuartito pequeñito de mi alma viciosa pintada con carmín
grumoso. Te verás bajo el manto fresco y aliviante de la noche, así lo pienso,
cobijada, cuál espíritu límpido de pensamientos funestos, de camino a tu casa, en
donde te espera tu amante, en dulce ronquido de alegres ensoñaciones, cara
resplandeciente, bondad infantil ¡Quién la tuviera esperando! Acudirás presa del
encantamiento de esta emoción perversa de peligros. ¿Perversa? ¡Cándida cuál
arrullo de paloma que se levanta del suelo revoloteando! Yo, por más, así ha
quedado en mis palabras, me limito a discrepar, aunque sólo sea por mi experiencia.
Es de puta, es cierto, lo admito. Es de inculta, es cierto, lo admito. Le falta el crédito
que pudiese darle mi buena conducta, es cierto, lo sé. Hay por ahí, incluso, un
pequeño regusto amargo que le da el vicio de mi experiencia. Nada, nada. Yo puedo
permitirme el gusto de ser exuberante, y así y todo, creer en los milagros de esta
ciencia. La de la enfermiza que viste de mujer y esconde su arma de hombre,
enhiesta.
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ALMUDENA
CORAL
ALMUDENA
¿Que otra cosa podrías decir tú? Pero, si te fijas, yo no tengo tus
maneras, ni enseño, como tú, de igual forma, mis tetas. Eso algo quiere decir, digo
yo. Se dice una blasfemia entre dos personas que conversan, y la ofendida, si te ve
cerca, al punto toma tu cuerpo, y lo apalea. Eso provocas en la gente.
CORAL
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ALMUDENA (pensativa)
Pues mira tu que me haces dudar de nuevo, y ya son dos. Mal asunto, o
mucha suerte. A decir verdad, digo, con educación: me acongojas. Que yo no había
recaído en ese espacio. A mí, mi confianza en la justicia, me dice por lógica: algún
juez habrá que quede despierto atento a estos asuntos, a tan tardías horas. ¿Pues no
da miedo la calle cuando el sol se pone? ¿No son esas las horas de los viciosos, de
los locos, de los asesinos, y, perdona, de las mujeres de la calle…
CORAL
ALMUDENA
CORAL
¿Tendrá que ser una puta quien te diga que la Justicia, aparte de ser
lenta, también duerme?
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ALMUDENA
CORAL
ALMUDENA
CORAL
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ESCENA III
(En que centrándose la atención del espectador en la pareja que forman el policía y
ALMUDENA, se viene a entablar una conversación entre ambos, en dónde el joven
vigilante se acerca, con una impostada dureza, a la que está presa, que si bien
aprecia el tono mezquino de su interlocutor, se concentra en averiguar cuál es su
situación dadas las dudas que le ha incitado Coral. Debido a esto se muestra algo
inquieta, con movimientos cortos y miradas perdidas en la propia reflexión de sus
pensamientos, algo flotante su atención en el policía, que con sus palabras da
saltitos a ambos lados del hecho concreto de su encarcelamiento, es decir, ahora
intimando con inocente falta de habilidad para ello –pues al fin y al cabo se trata
ALMUDENA de una joven apetitosa-,luego, al momento, marcando distancias con
cínico desprecio-pues no deja de estar pendiente de un juicio que la inculpe y, en
todo caso, siempre está del otro lado de las rejas.)
Miro estas rejas como un paño de fina seda que separa tu cuerpo del
mío, y aún, siendo ingenuo e inocente, no alcanzo a entender el influjo que me
provocan, de suerte que de ti, de ti como persona, inevitablemente me alejan.
ALMUDENA (Ensoñada)
POLICIA
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ALMUDENA.
POLICIA
ALMUDENA.
A mi me huele a impotencia.
POLICIA
ALMUDENA.
POLICIA
ALMUDENA.
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¡Ay! Si supieras… Eso mismo es lo que pretendía decir. No me queda
otra que confiar en el buen juicio de los que estáis del otro lado de esta reja. ¿No es
triste esta treta; vaporosa; débil; deletérea? ¿No es eso frustrante, la fiel huella de un
animal gigante?
ALMUDENA.
POLICIA
ALMUDENA.
POLICIA
A ambos.
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ALMUDENA.
Bien clara me queda tu postura. Antes quedó dicho: estas rejas nos
separan, su sugestión se hace de notar; a partir de ahora, cada uno en su lugar.
POLICIA
ALMUDENA.
POLICIA
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ALMUDENA.
POLICIA
ALMUDENA.
Pero si yo nada hice. De nada sé. Ahora me entero, con tus palabras, de
cosas que jamás comprobé.
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POLICIA
Eso está bien. Si tú lo dices… Pero me temo que en este lugar pierdes
la razón que te quitaría un entorno distinto.
ALMUDENA.
POLICIA
Que menos.
ALMUDENA.
POLICIA:
ALMUDENA.
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inocencia de sentimientos, imposibilidad de maldad. Mi educación me excluye del
cliché de la sospecha que recae en otros de peor calaña, mi voz apocada, mis frases
bien construidas, lo que yo sé de todo esto, diluido en la media verdad, hará que me
coloquéis en la clase de persona que me corresponde y me interesa. En todo caso,
que mi tristeza me sitúe, frente a esos ojos, en un lugar distinto a éste.
POLICIA
Es una buena conducta. Tal vez te sirva. Ya, de hecho, siento que
recupero en ti la confianza, ya siento que tu posible culpabilidad se esconde bajo la
virtud de tu escote.
ALMUDENA.
POLICIA
ALMUDENA.
POLICIA
¡No, no! ¡No de esa forma! ¡No con tanta amabilidad! Veo en tu rostro
que ni siquiera te inmutas. Incluso ésta de aquí al lado demostraría mayor pudor, y
tú, en cambio, pareces contenta.
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ALMUDENA.
POLICIA
ALMUDENA.
POLICIA
ALMUDENA.
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que más temía. Era claro y al fin surge a la luz: el despotismo del ciudadano, el
reflejo monstruoso de su odio diariamente silenciado. Y ahora yo soy la víctima.
POLICIA
ALMUDENA.
POLICIA (Percatándose, reflexivo, de su poder cuando antes, aún, no era más que
un joven policía)
Sí, creo que así es. Espera, espera. Llega entre rumores, como una
niebla, como un recuerdo de mi padre, un cándido y entrañable remordimiento. Mi
mente lo acuna. Mi buena fe le da calostro con sus pechos hinchadísimos. Hay algo
amable en todo ello, algo inocente de nuevo. Es la cara A de mis sentimientos.
ALMUDENA.
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POLICIA
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(Dicho esto, el policía se queda inmóvil, pétreo. Ahora es Almudena quien
responde, evanescente, con su soliloquio)
ALMUDENA.
Aquí, en este agujero construido bajo el suelo, aún con la ciudad por
encima, acaba de llegar ese viento fresco de mi poética expansión, y sospecho, que
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la lluvia, esa misma, caerá pronto, si no está cayendo ya. (pausa) Así habla mi
sospecha.
CORAL (desdeñosa)
Aún no creo que tenga que oír a tamañas plañideras. Expresiones vagas
de vuestros miedos son esas palabras. Caprichos. Estáis hechos de vaguedad y corta
anunciación. Ambos lo estáis. La fibra de vuestra arpa tiembla pero no suena.
Pretendéis cuanto deseáis y no veis, en primer lugar, lo que os rodea. No veo aquí
libros hermosos ni orinales de diseño. Hablad, seguid sollozando vuestra dádiva
contenida entre celofanes. Lo que es a mi, no me engañáis. Todo lo queréis, eso os
pasa. ¿Queréis que os diga quién os ha enseñado? Los orines, con su olor, pasan por
más agradables. Frente a ellos, yo, justamente, soy quien pone la luz. Y sin embargo
poco os queda para entender algo de lo que sucede. Una estudiante y un joven
policía, ¿qué sabrán ellos de este mar de agua y de madera? Sospechan, sólo
sospechan. ¿Cuándo constatarán? ¿Qué esperan de una cárcel? De verdad, ¿qué
esperan? Pero cuidado, oigo algo. El inspector se acerca. En fin. Puesto que no
tengo dónde ir, veré lo que suceda.
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sudor espolvoreado con talco. Un ligero átomo se percibe silbando en el ambiente,
realmente débil.
(pausa)
(Almudena, al oírle, cree haber estado en lo cierto, y le mira alegre y aliviada. Era
lo esperado, y aún habiéndolo dudado por un momento, nada de esto le importa,
pues se ha visto recompensada su fe en la lógica del inocente)
ALMUDENA.
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ACTO TERCERO
ESCENA I
ALMUDENA
Aquí estoy, al fin, tal y como esperaba, frente a este dictamen de
hechos que concluirán con esta equivocación de la que he sido objeto. En unos
momentos estaré bajo esa noche de aire libre que por momentos tanto he añorado.
Los edificios, levantándose inclinados, me saludarán con reverencia, dando, a esta
experiencia, un sentido loco y abstracto. Qué amarga experiencia. Como la herida
que se enfría, ahora siento su pinchazo. Como el fin de la jornada para el caminante
que hace caminos largos. Es la lógica de las cosas tal y como deben. Es el suspiro
final de la victoria que sufrió una pequeña falta en su fe, y que ahora, al fin, sufrida,
se apacigua y abre los cielos. ¿Qué diré? ¿La verdad? Guardar en mí los hechos que
me incriminan igual que los que no lo hacen. Arramblar con las buenas conductas.
¿No es este sitio el adecuado? Ver lo que no he visto, ver a medias o negar una
visión. Juego el farol de mi apariencia. Juego la virtud de mi casta. Eso es lo que
esperan.
Ya viene. Ya llega. ¿Qué le diré? Yo sólo trabajaba. ¿Se lo digo? ¿No
sería de mal gusto? Si por sincera se asustasen hasta el punto de creer que, habiendo
o no tenido algo que ver, es bien para el mundo, mantenerme encerrada. Tamaño
disparate sería atómico. Más vale otra verdad, igual de sincera, honrada, clara,
incluso cierta. Así pues no me queda otra cosa que mentir, sin excesos y en
conveniencia, que lo contrario es enfermizo. ¿Ver? Nada, nada. Aire, y si apenas.
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¿Clientes?, de soslayo. ¿Negocios bajo mano?, ¿a qué santo? Que algo intuía, que
algo podría haber oído, e incluso sospechado, pero hechos, al claro, ninguno. Que
todavía, que yo sepa, no se apresa por intuición. Claro está que con coartada
adecuada, y buena apariencia, en este mundo, por lo alto, se llega hasta la
presidencia. ¡Pero silencio! Ahí llega. Sé dura, sé mansa, más importante aún, sé
neutra.
TEMPLADO (Se acerca hasta la mesa y toma asiento sin decir palabra. A
continuación revisa fugazmente los objetos que hay sobre la mesa. Revisa sus
papeles y los aparta, contrariado)
Estos papeles… Estos datos. Me dan gato, pies de liebre, sin saber,
caterva de incompetentes, oficinistas de cabina, ni que es un policía, ni que es un
delincuente. Dolores de cabeza me dan estos tristes indelebles a quienes tengo a mi
cargo. Llena más el uniforme que el cuerpo, y si me avengo a lo que pienso, son
menos profesionales en su trabajo que los ladrones desmontados que apenas sin
pretenderlo, alargando la mano, sin querer, despistado, prendo.
ALMUDENA.
TEMPLADO
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salió, eso es lo que son. Nada que ver conmigo. Donde yo planto semillas fértiles,
ellos dejan caer refrescos con que regar la simiente.
ALMUDENA. (cínica)
Me pareció escuchar algo, pero no puede ser. En todo caso, si así fuese,
a quién hubiese abierto la boca le aconsejaría cerrarla, o mejor aún, tapiarla.
ALMUDENA.
TEMPLADO
Si eres inocente nada tendrás que temer. De momento explícame que
hacías esta noche en ese lugar.
ALMUDENA
¡Vaya! Pues trabajar. ¿Qué si no? ¿Esto es todo lo que quieren de mí?
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TEMPLADO (resoplando)
ALMUDENA
TEMPLADO
ALMUDENA
TEMPLADO
¿Y vas a decirme que entre todo eso no sabías nada de los negocios que
se manejaba tu dueño?
ALMUDENA
¿Qué dueño? ¿Mi jefe? Un porro a veces le veía, que se hacía tras la
barra.
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TEMPLADO
ALMUDENA
Lo más que vi, cuando tocaba cerrar, eran las bolsitas vacías que en los
lavabos, a última hora, me tocaba a mí limpiar.
ALMUDENA
Le repito que no sé nada más que lo que le he dicho, ni vi otra cosa que
las que se ven en cualquier local de la ciudad.
TEMPLADO (Hay una pausa mientras el inspector apunta algo en sus notas.
Luego resopla, viendo que no queda más que hacer y que es inútil continuar con
esa actitud)
Maldita noche de perros. Bueno, ya está bien. Óyeme bien lo que digo,
si eso te vale de algo: no tienes aspecto de ser culpable.
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ALMUDENA. (arriesgada)
Mejor vamos a terminar con esto de una vez, antes de que mi gruñona
decrepitud se encuentre con tu orgullo de juventud impetuosa.
ALMUDENA.
TEMPLADO
ALMUDENA
TEMPLADO
A fin de cuentas soy yo quien debe estar aquí todas las noches.
(ALMUDENA asiente con una sonrisa) Ya sé que los facilitaste antes, pero si te
parece acabaremos de nuevo con tus datos. ¿Te parece si empezamos con tu
nombre?
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ALMUDENA. (Aliviada)
¿Cómo? ¿Será verdad que todo ha acabado? Mira que lo decía yo. ¿Mi
nombre? Claro que no. Mi nombre es Almudena Aguilar Cárceles.
TEMPLADO
ALMUDENA
TEMPLADO
ALMUDENA
TEMPLADO
Claro, eso digo. Algo he leído suyo, ¿tú no? Un poco denso, un tanto
rollero, pero de efectivo placer.
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ALMUDENA
No sé. Quizás dice usted palabras muy sabias que yo no logro ver. Pero
continúe usted, continúe, que a mí ya me da todo lo mismo.
TEMPLADO
ALMUDENA.
TEMPLADO
A ti, guapa, rica, tal vez te deje marchar con la fina educación de un
señor de mi valía, si el juez cree que lo mereces, y sólo si él lo cree. Con mi honra
puedo hacerte un sayo, con mi criterio sabio unas alpargatas de grueso esparto, pero
aquí quién abre la última puerta es otro. Si lo mereces, y sólo si lo mereces.
ALMUDENA.
Así pues aún no está todo claro. ¿No me acaba usted de decir que
habíamos acabado?
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TEMPLADO
Mucho te has apresurado. Cómo te digo, sólo está dado un paso. Ahora
dime, ¿cuán incauta fuiste para meterte en tal agujero?
ALMUDENA. (desolada)
TEMPLADO
ALMUDENA.
¿Acaso hablas como un padre? Así pues, tras los gruñidos, sólo falta
que me instruyas.
TEMPLADO
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ALMUDENA (escuchándole atentamente)
Haré lo que dice, si es lo que me conviene. Yo sólo quiero una cosa: ser
libre. Me basta con eso. Ya la alegría me vuelve embargar en forma que no cabe en
mis palabras, si es verdad lo que parece. Ya le decía yo al venir a esa medio mujer
que esto ocurriría, que era de los profesionales como usted de donde cabía esperar
algo del buen juicio que reclamaba. Sólo temí por un momento que así no fuera. Ya
está por venir, me decía, la lógica enredadera por las paredes de la injusticia; liosa,
continua, quebrada, a la luz de la verdad, a la sazón de los hechos, al olor de mi
virginidad, a la letanía de la inocencia; muy pronto, muy pronto, muy pronto. Si no
está ya aquí.
TEMPLADO
Tan viciada, y a la vez, tan inocente. ¿Creías que una vez aquí dentro
nada te iba a amparar? ¿No tienes fe en la Justicia, chiquilla, o en la Administración,
o en toda la maraña civil que te acoge en su abrazo mullido? ¿Creíste que al entrar
quedabas aislada? ¡Ay, te mereces un tirón de orejas por descreída! No bien entró tu
nombre a formar parte de nuestro sistema, cuando, como un impulso nervioso,
idealmente, este estímulo recorrió cadenas de información, que directores precisos
de los datos manipularon como expertos cirujanos, hasta dar con todas las
actuaciones necesarias.
ALMUDENA.
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TEMPLADO
ALMUDENA.
ABOGADO
¡Ya está aquí el cenicero en que todos quieren aguar sus cenizas! ¡Ya
está aquí el pájaro negro que revolotea furibundo en los techos de las salas! ¡Ya está
aquí la institutriz lésbica que acuna a los hijos de la Justicia! ¡Ea! ¡Ya está aquí el
abogado!
ALMUDENA.
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Esta algarabía; esta truculenta saciedad de exaltaciones; ¿quién es?
TEMPLADO
MADRE
ALMUDENA.
MADRE
Ese terror lo llevo yo dentro desde que escuché esa voz hecha de hilos
quebrados.
ALMUDENA.
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No te apures que el error está a fin de ser enmendado. No bien me lo
decía este caballero cuando entrabais vosotros. Dime madre: ¿De verdad es este el
abogado?
MADRE
ALMUDENA.
MADRE
TEMPLADO
ALMUDENA.
TEMPLADO
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Es cosa normal. Un caso aparte. A mí siempre me incomodan los
abogados.
ABOGADO
TEMPLADO
ABOGADO
MADRE
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¿Pero no te alegras al vernos?
ALMUDENA.
¡Ay madre! A mí, entre los giros de esta noche rusa, se me ha caído
más de un buen juicio.
MADRE
ALMUDENA
¿Yo tampoco lo haré? ¿Tú crees madre? ¿Con tanto extraño, con este
lío? Dímelo otra vez para que me convenza.
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¿Se da usted cuenta inspector? ¿Será posible que entienda entre estos
sentimientos alguno que se asemeje a la pasta cruel y viciada a la que estamos
tristemente acostumbrados?
MADRE
Yo ya ni lo recuerdo.
TEMPLADO
ALMUDENA.
Siendo así no me doy por satisfecha, pero ahora, aquí, mi ánimo es otro,
y ya nada cuenta. Sin embargo… ( se gira alicaída)
ABOGADO
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inspector. Se busca dar la impresión visual de que ha continuación es al abogado a
quién la madre extiende sus brazos, a los que en realidad acudirá Almudena. En
todo caso se busca la confusión, y cualquier otro recurso vale, el mismo
movimiento de los actores, por ejemplo)
MADRE
¡Calla! ¡No hables más! ¡Regresa a estos brazos de los que jamás
debiste alejarte, criatura!
TEMPLADO
ABOGADO
ALMUDENA.
Está bien, está bien. ¡Madre, madre! Nada me sucedió. Ahora sólo
quiero salir de aquí cuanto antes.
(Aquí acaba el juego de enredos con la advertencia que hace el inspector Templado
en relación del juego que acabamos de ver)
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TEMPLADO
Aquí, entre unos y otros, me estáis liando. Tened cuidado que no acabe
aún el abogado con el novio, la madre frente al juez, y yo, con la muchacha por
vigilante, metido en el calabozo.
ABOGADO
TEMPLADO
Yo también, de a poco.
ALMUDENA.
Pues a mí no me miréis.
MADRE (timorata)
ABOGADO
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Acabáramos. Que ahora, entre la confusión que quiere instruir y la
condena que se anticipa recelosa, es la madre quien la quiere ver presa. Yo me voy a
buscar una solución, antes que el error se agrande.
TEMPLADO
ALMUDENA.
MADRE
No es eso hija. No es eso. ¿Pero que madre sabe lo que hacen sus hijos
a solas? Al final, la confianza de quien cree conocer, ¿cuántas veces no se habrá
visto truncada?
ALMUDENA.
TEMPLADO
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No escuches. No tienes más que hacer caso a la promesa que te hice.
Tampoco es la primera vez que me ocurre esto. La mente de los madres, paranoica,
acaba por acusar incluso allá donde el juez firmó sentencia favorable.
TEMPLADO
¿Ya está aquí el juez? Yo, en tal caso, le haré caso a aquél, y no a otro.
ALMUDENA.
MADRE
TEMPLADO
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Es divertido oírla decir eso. Sin duda lo es, aunque aquí, no es que se
procese una fe que se sacie con excesos, pero se tiene claro el cariz vibrante con que
nuestro Dios particular juega al balancín, preso a preso, preso a preso.
JUEZ
ALMUDENA.
ABOGADO
JUEZ
MADRE (A Almudena)
59
Siéntate como te dicen y haz caso al abogado, que cuando la máquina
no funcione, el siempre sabrá donde pegar la patada. Así pues, calla y no menciones
opiniones en balde, que esto no es una comida de domingo.
ABOGADO
¿Qué gota cae inesperada en medio de la noche? ¿Quién oigo subir por
el ascensor, desde mi habitación, cuando ya las casas se han cerrado de sombras?
Perros esqueléticos husmean los rincones de esta casa iluminada. ¿No los oigo a lo
lejos? ¿No susurran sus hocicos, arrastrándose, ansiosos, sobre el suelo? Creerán
que aquí hay hueso que roer cuando ya llegó, desvelada de sus sueños, la señora
Justicia. Sus ojos me arrebatan una ilusión transparente, diáfana, impaciente. Ya esta
aquí la Justicia, enlutada de sombras, y aún, bajo su toga, siento el calor de su sexo,
y huelo el amor que desprende.
MADRE
ALMUDENA.
TEMPLADO
60
Calla y no digas más.
ALMUDENA. (A Templado)
TEMPLADO (Hablándole con molestia de medio lado, hasta que se gira para
dejar su parlamento claro)
¿No te dije yo que saldrías de este lugar aún siendo de noche? ¿No te
prometí que, feliz, regresarías a los brazos de tu novio sin quebrantar su plácido
sueño? Esto que vez no son más que las sacudidas histéricas de la gordinflona
burocracia que sube la escalera, resoplando, subiéndose la falda y se cimbrea,
abierta de patas, y sin embargo se hace necesaria. Sentémonos a la mesa, pasemos el
mal trago, y al final de todo esto, regresaremos a nuestras casas con fatigada
satisfacción.
ALMUDENA.
Qué aliviantes resultan siempre sus palabras. Aquí son las únicas que
me dan consuelo.
61
Está bien señoría. Todo está listo. Empecemos. ¿Qué reclama?
JUEZ
ABOGADO
JUEZ
Mientras tanto aquí se habla, ustedes madre e hija, déjennos solos, que
podamos ser neutros y rigurosos; que no nos mueva la compasión y podamos ser
sinceros. En definitiva, que podamos ser justos.
ESCENA II
62
(En que se han quedado solos el Juez, el Abogado, que le sirve agua, y el Inspector,
que se sienta con un gesto de cansancio mientras mira la hora. El inspector, por
demostrar su estatus y compadrarse con el juez, habla con tono cansado, caminado,
de viejo resquemado)
TEMPLADO
Venga señoría. A ver si acabamos con esto de una vez por todas.
JUEZ
¿Comparado conmigo?
TEMPLADO
63
¡No, por Dios! ¡Nunca!
ABOGADO
JUEZ
ABOGADO
JUEZ
TEMPLADO
64
Con mucho gusto, como le decía, haré lo que manda. ¿Leyó mi
informe?
JUEZ
TEMPLADO
¿Se refiere al tráfico de estupefacientes? Nada, nada que ver. Con ver
su cara, para mí, fue suficiente.
ABOGADO
TEMPLADO
¿Qué dices tú ahora, que a todos los oídos chirrías? ¿No deberías estar
de mi parte?
ABOGADO
65
Terrible, terrible. Es cierto. Pero es que entre acusar a inocentes y
defender a culpables, a veces me confundo de papeles. Diga usted que sí, inspector,
experimentado y sabio inspector. ¿Qué mal cabría en ese rostro de cabritilla torpe
que se tambalea ahí afuera bajo el vientre de su madre?
JUEZ
JUEZ
¿Cómo dice?
TEMPLADO
Nada. Nada. Que sin duda no tiene que ver en este asunto. El mismo
acusado, su mismo jefe, me dijo que ella nada sabía de lo que sucedía entre
bambalinas de ese local.
JUEZ
66
¡Abrase visto tamaño disparate! La primera vez que observo un gesto
de consideración en un culpable consabido.
TEMPLADO
Justo los consabidos son los que, con todo perdido, buscan en sus
gestos la menor redención.
JUEZ
TEMPLADO
JUEZ
TEMPLADO
Todo lo clara que puede quedar el agua si le quitas las sales, los
minerales, los sulfatos…
ABOGADO
67
TEMPLADO
Así que… ¿si no es por intrínseca? La blanca jofaina está llena de agua,
pero ni hierve, ni es efervescente. ¿Qué hará usted entonces?
ABOGADO
JUEZ
TEMPLADO
ABOGADO
Pues yo, visto el caso que se me procesa, cantaré una canción. Hay una
que me enseñaron siendo niño y que decía algo así:
(recitando)
68
del grifo mal cerrado,
subida a lomos de una estrofa pequeñita, pequeñita.
JUEZ
No quisiera ser engañado por una cándida apariencia, pero si así lo dice
usted, mejor será que quede dicho de esa forma, y que vuelva yo a mi casa, límpida
y transparente. Tan inocua y pulcra como imparcial. Así debe ser para un juez.
Deontológicamente.
TEMPLADO
JUEZ
69
TEMPLADO
Lo dijo Darwin.
ABOGADO
TEMPLADO
JUEZ
TEMPLADO
ABOGADO
70
TEMPLADO
JUEZ
Qué enrevesado. Pero mira que es interesante. Más nos valdría zanjar
esta cuestión, y, marchando a un bar, continuar con esta conversación entre copas, a
lo bohemio.
TEMPLADO
JUEZ
Ya volveré.
TEMPLADO
Entonces no será necesario ir tan lejos. Aquí tenemos una cantina con
todo lo que desee.
JUEZ
71
TEMPLADO
JUEZ
ABOGADO
¿Pero la acusada?
JUEZ
ESCENA III
JUEZ
72
Está bien. Liquidemos el asunto (pausa para dar paso a la lectura del
veredicto) Habiendo escuchado la información que a bien tuvo darme el inspector,
las objeciones del abogado, y recayendo sobre mí el peso del buen juicio, es de ley
que bajo todas estas premisas dicte lo siguiente…
ALMUDENA.
JUEZ
Aquí y ahora, todas las grandes ciudades que edifiqué en esta tierra
estéril se derrumban y desvanecen, y acontecen, en desastres apocalípticos, entre
rayos fornidos y poderosos, vientos huracanados y aludes de toda materia y forma
que arrasan, que destruyen, que asolan. Polvo somos y en polvo nos convertiremos,
y aún pensándolo, el polvo fue aire y en aire se ha convertido.
73
¡Alegría de las alegrías! ¡As de todas las barajas! Llegas en socorro de
este mundo que se creyó, por un segundo, desamparado. La Inocencia, pues; la
mayor de las virtudes.
ALMUDENA.
¿Pero que dices madre? ¿Qué locura recayó en ti? ¿Acaso el peso
funesto de esta sentencia te enloqueció hasta tal punto de desvarío? El abogado,
enclenque, fue inútil. La promesa del inspector sonó perdida e incapaz. El juez,
Dios, vino a restituir la culpa. Ya sólo me falta que me sea dictada la penitencia,
sino es suficiente la vida.
JUEZ
MADRE
ALMUDENA.
74
TEMPLADO
MADRE
Deja que bese tu mano, abogado, que tus meritos bien merecerían más
que la vieja saliva de mi lengua.
ABOGADO
MADRE
Allí te las pondré con gusto. Cuando de bienes de esta altura se habla,
el dinero, para la honra, es una limosna y no un precio.
ALMUDENA.
JUEZ
75
Yo. Yo lo digo. ¿Qué más te puede hacer falta?
ALMUDENA.
ABOGADO
ALMUDENA.
ABOGADO
ALMUDENA.
76
MADRE
ABOGADO (A un aparte)
ALMUDENA.
¡Ay, terrible congoja de la duda! Pasé tanto miedo, madre mía. Por un
momento perdí la fe.
MADRE
ALMUDENA.
Pero entiende lo que esto significa. Todo lo que una vez creí: la razón,
la justicia, apunto estuvo de derrumbarse. Un miedo mortal me hizo estremecer
hasta el punto de obnubilar mis sentidos, que a punto estuvieron de engañarme. Y
ahora, sin embargo, todo reluce y brilla, todo me hace ver que el mundo se mueve
sobre raíles bien engrasados. En un laberinto estuve perdida y un minotauro, no sé,
vino a indicarme la salida. Es el coche, que al final arranca en la mañana fría. Es un
77
buena historia, que aún siendo aburrida tiene un buen final. Es un nudo fortuito que,
pese a todo, se deslía.
JUEZ
TEMPLADO
(A partir de ahora se transmutan los papeles, y donde antes había un juez, ahora
habrá un niño. Y de igual forma el abogado será el hermano que lo cuida, el
inspector será el padre y el anfitrión, y todos ellos serán, a la vez, quienes
constituyan la familia de Almudena, de cuya madre ya hemos dado cuenta, y es de
todos conocida)
ABOGADO-HERMANO.
TEMPLADO-PADRE
JUEZ-NIÑO
Y yo…¿Podré divertirme?
78
PADRE
Para ti he dispuesto un rinconcito aparte, para que juegues sin que nadie
te moleste. Letrado, llévale allí y atiende que sus caprichos sean cumplidos.
HERMANO
Pero el vino…
PADRE
PADRE
ALMUDENA.
79
PADRE
ALMUDENA.
PADRE
ALMUDENA.
80
ALMUDENA.
MADRE
HERMANO
HERMANO
81
ALMUDENA.
HERMANO
PADRE
Déjala, que esta ya sólo sabe ver lo que le interesa. ¿Estarás tan ciega
ante tu suerte?
ALMUDENA.
MADRE
82
¡No! ¡No más tonterías! ¡Atiende al chiquillo! ¿No ves que te reclama?
HERMANO
PADRE
Tráeme una copa, hija mía, para que me sirva de ese vino dulzón. Y mi
navaja, ¡¿dónde está mi navaja?! Estos cuchillos inservibles de ahora sólo cortan
mantequilla.
MADRE
PADRE
Es que a los viejos nos gusta el sabor a tierra. ¿Por qué será?
MADRE
PADRE
83
No sé, no sé, es que algo bajo el suelo me llama, ¿qué será? A mi se me
antojan que los gusanos, sobre sus rocas, cantan melodías dulces con un silbido
irresistible ¡Rápido! ¡Atadme a un mástil!
PADRE
ALMUDENA.
Calla hija mía, calla. Pero que cosas dices. Este es un día para la
alegría.
PADRE
ALMUDENA.
84
PADRE
HERMANO
ALMUDENA.
MADRE
HERMANO
85
¿Visteis dragones o murciélagos?
ALMUDENA.
MADRE
HERMANO
MADRE
Tendrías que haber estado allí; haber visto las caras y las expresiones
demoníacas de los policías,… Cuando yo entré olía a humo de automóvil. Ese olor
jamás podré olvidarlo.
PADRE
86
HERMANO (El hermano, aún vivamente interesado por escuchar lo que le relata
su hermana y su madre, vigila constantemente al niño-juez, y cuando es menester se
acerca para alcanzarle un juguete, o enderezarlo ante su imposibilidad para
levantarse)
ALMUDENA.
HERMANO
¡Es cierto! ¡No había recaído en ello! ¿Había más gente en la celda
contigo?
PADRE
87
¡Engendros…!
HERMANO
ALMUDENA.
Sólo hablé con un policía, que vigilaba las celdas. Y era joven y
educado, con un bonito acento del norte. Por lo visto, es a los recién incorporados a
quienes encargan esas tareas.
HERMANO
ALMUDENA.
HERMANO
88
Pero dime… ¿No eran crueles aquellos que te apresaron? ¿No daban
golpes, no atosigaban con las culatas de sus armas, no daban puntapiés con sus
grandes botas negras?
ALMUDENA.
HERMANO
¡Ah! ¡Eso es lo que quería oír! Ahora mis fantasías tendrán vía libre
para ser grandiosamente crueles, y cuando lo cuente a mis amigos, por
sorprenderles, podré dar rienda suelta al epíteto de mis laureles, siendo hermano de
la víctima. Eso me dará caché, y, por una vez, podré mentir con sentido y no por
llenar huecos.
MADRE
PADRE
(La madre, con cara de desprecio, se levanta para continuar sirviendo la mesa)
89
MADRE
PADRE
ALMUDENA.
(Levantan todos las copas y brindan con ellas. La más alegre ALMUDENA, que da
así rubrica al final feliz de lo ocurrido, habiendo regresado a casa, en una feliz
comida de domingo)
ALMUDENA.
90
ACTO CUARTO
ESCENA I
El policía está bebiendo una taza de café. Coral, espera, aburrida, sentada en su
celda. En ese momento el policía se incorpora y se acerca a la celda de
ALMUDENA, en donde la muchacha permanece acostada.
CORAL
POLICIA
No, todavía duerme. ¿Crees que le habrá pasado algo? (Al momento)
¿Qué le habrá sucedido?
CORAL
POLICIA
91
CORAL
POLICIA
POLICIA
No responde. Tendré que cogerla. Tendré que tocar su piel, aún cuando
está contra las normas. Nada de contactos con los presos…
92
CORAL
POLICIA
CORAL
¿Yo? ¿La fanática del vicio, la vendedora de la carne? Y aún siendo así,
¿quién creería a una puta?
ALMUDENA
93
POLICIA
ALMUDENA
POLICIA
Varias horas.
ALMUDENA
POLICIA
ALMUDENA
POLICIA
94
Pero los jueces no vienen al calabozo. No es posible.
ALMUDENA
¿Cómo dice?
POLICIA
Que nunca son los jueces quienes vienen a los presos, sino los presos
quienes van al juez.
ALMUDENA.
Pero entonces…
ALMUDENA.
Qué terrible sueño es ese que te concede todos los deseos para luego
despertar y verlos desaparecer.
CORAL.
Son todos.
95
POLICIA
ALMUDENA.
CORAL (socarrona).
ALMUDENA.
No, no me divierte.
POLICIA.
96
CORAL.
POLICIA.
CORAL.
POLICIA (a ALMUDENA).
ALMUDENA.
CORAL.
97
POLICIA (abalanzándose en dirección a Coral).
CORAL.
POLICIA.
CORAL.
Todo yo soy una adultera. Dame la piel de una mujer para que me haga
un traje con ella.
POLICIA
CORAL.
ALMUDENA.
98
¡Callad! ¡Callad ambos de una vez! ¡Qué terrible sueño! ¿Es que
siempre queda la esperanza para asestarnos el último golpe con su doble filo?
¿Cómo puedo saber qué será de mí ahora? ¿Cómo puedo confiar en que la
Justicia hará acto de presencia? Ni siquiera mi sueño me ofrece su consuelo.
En él el juez, la Justicia, se convertía en un niño juguetón a quién el abogado
daba cuenta de sus caprichos.
CORAL.
CORAL.
Para qué esa obstinación. Para qué discutir con alguien que no te va a
dar la razón.
ALMUDENA.
¡Pero la tengo!
CORAL.
ALMUDENA.
99
¿Cómo no va importar que le comunique que no soy culpable?
CORAL.
ALMUDENA.
CORAL.
ALMUDENA.
CORAL.
ALMUDENA.
CORAL.
100
Pero la verdad nos hará libres. ¿No es eso lo que quieres? Aquí, los
dichos, amor mío, se ponen a prueba.
ALMUDENA.
CORAL.
ALMUDENA.
ALMUDENA.
101
ALMUDENA (al policía).
ALMUDENA.
CORAL.
ALMUDENA.
CORAL.
ALMUDENA.
102
CORAL (cogiéndose a los barrotes mientras una luz roja la ilumina poco a poco)
ALMUDENA.
CORAL.
ALMUDENA.
Y la luz se hizo.
En ese momento suena la alarma del policía, anunciando las ocho, y el nuevo día.
Tal y como le había ordenado Almudena en el primer acto, dando fin a su
esperanza.
ALMUDENA.
103
El sol salió. Si una vez creí en la justicia, el tiempo, con sus razones, la
disolvió.
104
ACTO QUINTO
ESCENA I
Al abrirse el telón ya no se ven los barrotes. Estamos en la calle, por eso se oye el
piar de los pájaros llenando los huecos que deja el sonido de la ciudad: de los
automóviles, de los zapatos, de las máquinas funcionando. En un lateral del
escenario podemos ver a ALMUDENA junto al mismo abogado del segundo acto,
aunque este personaje, ahora, conserva un rictus distinto, más real, más sobrio,
más profesional y distante. Su profesionalidad viene dictada por ese teléfono móvil
que suena como un recordatorio incesante de su labor diaria, en donde
ALMUDENA, su caso, es uno más.
105
(Cuelga el teléfono, pero no lo guarda. A continuación se dirige a ALMUDENA)
ALMUDENA
106
ALMUDENA (siempre afectada)
ABOGADO
ALMUDENA
ABOGADA
ALMUDENA
107
ABOGADO
¿Películas? No, no. Nada de eso. No importa. Basta con que me creas.
Yo, de momento, voy a intentar que rebajen tu situación y que declares en calidad
de testigo. Pero puede ser más complicado de lo que parece.… Complicaciones…
Uhm… Sí, tal vez…Mira. Te lo diré claro. Yo aún no sé hasta que nivel llegaban los
negocios que hacía tu jefe, así que puede que la situación sea más complicada de lo
que parece. ¿Tú cuanto llevabas trabajando ahí?
ALMUDENA
ABOGADO
ALMUDENA
ABOGADO
Está bien. Aún puede ser que tengas suerte. Tú espera a que te llame.
Ten en cuenta que esto es lento y aún puede tardar un tiempo en que nos reclamen.
En cualquier caso, si quieres algo de mí puedes llamarme siempre que quieras.
108
ALMUDENA (Apesadumbrada)
ABOGADO
ALMUDENA
ABOGADO
ALMUDENA
ABOGADO
109
cuando se ponen paternales. ¿Lo hizo? Oye, pero aparte. ¿Sabes que Juan tiene su
propio abogado?
ALMUDENA
Lo suponía.
ABOGADO
ALMUDENA
ABOGADO
ALMUDENA
110
ABOGADO
Nada. Sólo que les des alguna información. Tal vez su abogado quiera
verte, pero no es bueno que te relacionen con ellos. Esa es nuestra ventaja,
¿entiendes? Nuestra ventaja. (Pensativo, para sí mismo) Alberto tenía ventaja pero
no funcionó… Debo ir a la calle Armadores. (volviendo a Almudena) Que no
tuvieras más relación con él que la laboral.
ALMUDENA
Si quieres que todo salga bien tienes que hacer lo que te yo te diga.
Nada de hablar con ellos. Es más. No te acerques por la zona. Y no hables con nadie
que pudieras haber conocido a través de ese pub. Tú verás, pero si no vas a
colaborar conmigo dímelo ahora. Yo no trabajo en esas condiciones. Sí es lo que
prefieres siempre puedes llamar a otro abogado, pero si voy a trabajar contigo
tendrás que aceptar estas condiciones. Son por tu bien, a mi me da igual. Eso está
claro. Yo sólo voy a tratar de ayudarte, y, a ser posible, quiero que después de todo
esto tu nombre no aparezca en ninguna ficha policial.
ALMUDENA
111
ABOGADO
ALMUDENA
ABOGADO
Por eso necesito que quede claro que no tienes ningún tipo de relación
con lo sucedido.
ABOGADO
Almudena levanta la cabeza con los ojos como platos. ¿Siguiéndola? ¿A ella?
112
ABOGADO
(pausa)
ABOGADO
Derechos… Haz cruzado una línea. Ya ves Almudena, sólo una línea.
Hay una línea invisible que separa dos mundos, y esta noche tú las has traspasado.
Cosa de estar aquí, o estar allí. Más allá de ella las cosas funcionan de otro modo
(pausa reflexiva) En fin…, esta noche tú misma has podido comprobarlo.
113
ALMUDENA
FIN
114