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UNO
Un salón de una casa cualquiera de un piso medio dentro de la clase más media en una
ciudad sin importancia. La iluminación, sin ser escasa, es más propia de un probador
intrascendente, quizás un macetero con flores sobre una mesa, quizás media docena de
libros impolutos, un espejo colgado en una pared, una mesa de comedor de madera
en “mueble para poner trastos encima” y silencio, sobre todo mucho silencio y del de
hermana algo mayor. Detrás de ella está la MADRE, de rictus desagradable mezclado
nuevo en la pantalla. María suspira resignada y se marcha por la izquierda. Tras unos
familia.
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Ninguna de las dos le dedica una sola mirada.
MARÍA: ¡Dios! (se dirige con vehemencia a la puerta de la calle. Con sarcasmo)
Las luces se van apagando gradualmente, para de nuevo encenderse sin que nada haya
madre y las dos figuras son dos estatuas de sal salidas de Sodoma y Gomorra. Nada las
perturba.
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DOS
cola, hay un hombre llamado JAIME, pasando los cuarenta, vestido de oficina, con
descuidado; y, esperando para pagar, una CHICA relativamente atractiva que nunca
desvela su nombre, cuyo maquillaje excesivo esconde su edad y envuelta en una pesada
aparato para cobrar por medio de tarjeta de crédito. Durante un período de tiempo
demasiado largo nadie se mueve, son como estatuas cubiertas de lava. Finalmente toda
CHICA: (Con un tono de evidente desprecio) ¿Me va a tener aquí toda la tarde? (El
sin haber reacción. Ella le pasa la mano violentamente por delante de los ojos)
¡Despierte!
hacer nada.
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FELISA: (Murmurando hacia JAIME) Que poca vergüenza. Que poquísima vergüenza.
FELISA: No, me refiero a usted. Él sólo hace su trabajo y usted nos tiene esperando
aquí a todos.
FELISA: (Sofocándose) ¡Pero como se atreve! ¡Aquí todos pensamos igual, a ver si la
JAIME: Pues sí, porque no paran de gritar, así que cállense de una vez.
FELISA: (Alteradísima) ¡Ay Dios! ¡Que poca vergüenza! ¡Tener que aguantar esto! ¡A
mis años!
FELISA: ¡Guarra!
Los tres se enzarzan en una discusión muy agria, hablándose muy cerca de la cara del
otro, más de una vez parecen a punto de llegar a las manos. En lo más fuerte de la
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TRES
De pronto, un foco, como los de los espectáculos de cabaret, ilumina el centro del
sonoramente.
SECUESTRADOR: (Se dirige al público muy teatral) ¡Hey, buenas noches a todos,
mucha marcha! (Se le congela la sonrisa. Empieza a hablar mucho más pausadamente)
Que falso suena, ¿verdad? Y la verdad es que se sigue haciendo, a pesar de los años que
imaginación o son ustedes unos estúpidos. Más bien lo segundo, creo yo. ¡No, no se
ofendan! Dejen que les explique. No quiero decir que concretamente ustedes (señala al
público) sean unos estúpidos. O sea, que habrá estúpidos, claro, como en todas partes,
pero no todos. Solo algunos. Me refiero más bien a que ese personaje medio que los
programadores llaman “público” es básicamente idiota. Se tragan cualquier cosa con tal
de no pensar, así que la única misión de los responsables de todo esto es lograr dar con
el interruptor que les apaga la mente. (Hace el gesto de girar una llave) ¡Click! Y se
envidiable. (Se sienta pausadamente en el borde del escenario) ¿Les confieso algo? Yo
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nunca he podido. A mí escenas como esta (señala hacia el lugar donde había tenido la
discusión minutos antes, que como por arte de magia se vuelve a iluminar. Los
Vamos a revisar lo que ha pasado hasta ahora (saca de nuevo el cuadernito del bolsillo
y lo hojea concentrado) Mmmmmm... a ver... Bueno, por ejemplo esto, los nombres de
los personajes. Denotan una falta de interés por el texto alarmante. María (se ilumina la
parte donde está MARIA), la supuesta protagonista, que nombre tan original. Y luego
están... sí, aquí. Jaime (se iluminan los tres primeros de la cola), que es el del sombrero,
eso si que es un nombre rebuscado. Felisa, la mujer mayor, que parece sacada de una
obra de Benavente. La jovencita se llama Chica... toma ya. Chica. Está claro que
ERNESTO). O sea, que tuvo un ataque de cultismo y se le ocurrió que Ernesto era un
nombre literario. (Se vuelve a poner en pie de un salto) Y lo que más me gusta es la
podemos colocar la acción en una... gasolinera? (Se ilumina ya del todo el escenario)
que parte del decorado. Si el empleado fuese armado o saliese desnudo otro gallo
cantaría. (Guarda de nuevo el cuaderno) Y con todo esto (señala con la mano toda la
escena) tenemos nuestro show. (Sonriendo zalamero) ¿Se lo pasan bien? ¿No? (Se
pone muy serio de repente) Claro que no. Ni yo tampoco. Esto es un teatro, después de
todo, para ver vulgaridades como esta se quedan en casa viendo la tele a las seis de la
tarde. Seguramente encontrarán a un chico que quiere confesar a su hermano que es gay
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y que está enamorado de su padre, o una chica que siempre ha querido conocer a Alex
Ubago, o cualquier cosa de esas... tal vez estarán presentes casi famosos con sonrisa
Nada diferente a esta pelea absurda entre una mujer tradicional completamente
estereotipada y una chica que “representa a la juventud de hoy” por un minuto más o
menos de espera. Así que... (se vuelve hacia los personajes y los mira fijamente uno a
uno) creo que es el momento de ponerle un poco de sal a la cosa. ¿No estamos dentro
del sistema? ¿No funciona solo? Pues vamos a hacer las cosas bien. ¡Hay que mantener
la audiencia! (Empieza a desnudarse, simulando bailar “You can leave your hat on”)
Tirorirorio.... ¡chass! (Cuando está a punto de quedarse con el torso desnudo se frena)
vestirse de nuevo). Además ya salen demasiados cuerpos desnudos todos los días por
todas partes. (Termina de vestirse). ¡Ya lo tengo! (Sale corriendo por un lateral y
enseguida vuelve con un arma de fuego bastante imponente) ¡La violencia! Esa es la
cabeza directamente o practicar algún tipo de tortura primero. A ver, iré por el hombre
del sombrero... (saca de nuevo el cuaderno y mira una página) Jaime, eso es (guarda el
cuaderno. Después apunta a Jaime). No sé si es mas atroz matarle desde aquí o dejarle
que me suplique para luego acabar con él. O tal vez debería buscar otra arma... (Deja de
apuntar y se vuelve de nuevo al público). Eso es, cojo una pistola y les obligo a matarse
entre ellos. ¡O sin armas! ¡Que se maten con las manos! ¡No, que se violen primero y se
maten después! ¡O que se maten y luego tengan que violar y devorar los cadáveres!
(Eufórico) ¡Ya lo tengo, ya lo tengo! Primero que se meen y se caguen sobre uno,
después que lo maten, pero mientras agoniza tienen que violarlo y después tienen que
comerse lo que quede, con mierda y todo. Bueno, eso es espectacular, ¿no? Si es que
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tendría que haberme dedicado a esto. Tengo alma de programador, está claro. (Suspira y
cumplo mi plan, así luego podrán vomitar a gusto y elevar quejas al defensor de algo,
no sé muy bien de qué. Pero se quedarán para verlo primero. Algunos dirán que es
porque no se lo terminan de creer. La mayoría lo hará para pasar los límites que no han
ERNESTO y los observa con cuidado) Pero es que son tan aburridos, tan predecibles,
famosos. Tal vez le arregle la vida a sus familiares que se pasaran los días por las
televisiones, contando su dolor, llorando sus penas. Más de uno y de dos empezará una
relación con algún famoso y pasarán a formar parte de ese selecto club que forman
honestos. A nadie les importa un pimiento esta gente, sólo serán importantes cuando
mueran, y mientras más sufran más importantes serán. ¡Que inconscientes! Casi... casi
prefiero no hacer nada de eso. Porque entonces yo, su asesino, sería lo mejor que les ha
Ocuparán portadas, llenarán debates, serán el centro de atención. Muertos sí, pero
importantes. Hasta tendrán epitafios preciosos en sus lápidas, en lugar del polvo que les
esperaría de seguir con sus vidas. Así que, ¡cambio de planes! Nada de canibalismo,
violación y tortura, al menos por mi parte. Desgraciadamente para ellos soy de los que
piensa que más vale la triste verdad que vivir en la mentira. Por lo tanto voy a
encargarme de demostrar que sus vidas no valen un pimiento. Mucho menos que eso.
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Después de decir eso sonríe de forma macabra y se marcha parsimoniosamente por un
lateral. Las luces vuelven a apagarse poco a poco hasta que todo queda de nuevo en la
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CUATRO
Luces encendidas otra vez. La cola sigue en su sitio, todos con cara de nada y el
casi todos fijan su mirada en un punto infinito, en el suelo o en sus compras. Al poco
elegancia pero con un cierto aire de agente secreto o de espía de incógnito. Camina
Ellos la cogen con aire sorprendido pero sin rechazarla, y la guardan en los bolsillos o
bolsos. Ahora todos le miran. Cuando llega al mostrador se sienta de un salto sobre él,
gesto que provoca, por primera vez, que el ENCARGADO levante la cabeza. Se aclara
SECUESTRADOR: (Con voz alta y clara, pero calmada) Por favor, un momento de
atención señoras y señores, “ladys and gentelmans”, miembros de este club tan
mis privilegiados amigos. Me llamo... uy casi lo digo (ríe). Quiero decir, soy su
secuestrador para esta noche (nadie reacciona). Están ustedes bajo mi poder desde
ahora hasta el día de su muerte, que será pronto o tarde, depende de lo que gusten. Ante
todo las normas, para evitar los malos entendidos. Yo mando, lo que no quiere decir que
ustedes no puedan hacer nada durante este largo período de agradable compañía que nos
espera. Pueden comer, hablar, leer, dormir y hacer el amor. Para suicidarse necesitarán
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la evaluación previa de un comité competente, es decir yo, ¿alguna duda? (todos niegan
SECUESTRADOR: (Como si no fuera con él) Les ruego que no se lo tomen como un
drama, podemos pasarlo bien, esto es más bien una oportunidad que se les brinda de ser
otras personas diferentes a las que siempre son. Claro que sólo lo sabrán unos pocos
privilegiados, pero, ah, el arte, cuanto más minoritario mejor, ¿no les parece?
SECUESTRADOR: (Ahora sí se vuelve hacia él) Perdóneme, pero ¿ni siquiera durante
un secuestro puede usted olvidar su rutina? ¡Suéltese el pelo hombre! ¡Haga algo
estrafalario como... no sé, comerse una chocolatina sin pagarla luego! (En todo
cómplice) Yo prometo no decir nada, aunque no me fiaría de la vieja bruja esa (señala a
FELISA).
los estatutos del secuestro en lugares públicos, en su artículo diecinueve párrafo b) dice
claramente, y cito, “el secuestrador podrá insultar libremente a los rehenes, sin que estos
tengan recurso de amparo alguno”. Así que mala suerte, amiga mía. (Se baja de un
dirigirse a todos) De todas formas me resulta gracioso que aquí nuestra amiga Felisa...
SECUESTRADOR: (Sin mirarla siquiera) ... nuestra amiga Felisa se preocupe tan solo
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principalmente preocupada por su pelo, el bueno de Jaime (señala al hombre, a quien
ese momento se le congela un bostezo) esté básicamente cansado y al final sea tan sólo
la bella y triste María (mira a MARIA que le responde con una mirada desafiante) sea la
aspecto agradable y de nombre literario. Pero siga así de narcisista, que a lo mejor me
intereso más.
ERNESTO: Diga lo que quiera. Pero para ser un secuestrador hace falta por lo menos
un arma, no lo olvide.
SECUESTRO: (Se lleva las manos a la cara sorprendido) ¡El arma! ¡Que fallo!
Sale corriendo por donde entró dejándolos a todos sin saber que hacer, mirando hacia
donde ha salido. Al cabo de unos segundos empiezan a mirarse unos a otros sin saber
muy bien que decir. MARÍA y JAIME están perplejos, FELISA sofocada, la CHICA
general y gestos de pavor a los que responde el SECUESTRADOR con una reverencia
jocosa.
(Suelta una carcajada) Pero buenas gentes, ¿qué esperaban? Me parece que no acaban
claro, como no creo que mi labia y mi arrollador carisma les convenza no tengo más
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remedio que llevar aquí a mi amigo (palmea cariñosamente el arma). Después de todo:
¿qué es un secuestrador sin un arma? Y pensar que me había olvidado de ella... ¡Menos
mal que nuestro amigo Ernesto estaba aquí para poner las cosas en su sitio! ¡A mis
a besar a Jaime)
SECUESTRADOR: Que bien... esta escopeta es como tener una visa. Hasta el trato en
los comercios es diferentes (vuelve a reírse). Quiero que se fijen en este detalle,
redundando en lo que dije antes. ¿No es gracioso que aquí a nuestro amigo... (señala a
JAIME) sacado de una peli en blanco y negro le preocupe más su hombría que mi arma?
Puedo secuestrarle, pero ¡nada de besos! También es cierto que... (le apunta con la
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mundo tiene un precio? (Todos le miran sin decir nada) Pero vamos no seáis tímidos,
decidme algo.
SECUESTRADOR: ¡Eso es, una voluntaria, perfecto! A ver, muchacha, ¿cual dirías
que es tu precio?
SECUESTADOR: (Suelta una risita) Bien apreciado. Supongamos que quiero que te
folles aquí al abuelo (señala a JAIME). O mejor aún, supongamos que quiero que te
ya le tocará a usted. Venga chica, te doy dos mil euros si le das un buen repaso.
La CHICA enmudece y abre mucho los ojos. En ese momento FELISA, que durante esta
conversación se ha ido poniendo cada vez más roja emite un quejido seco y cae
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SECUESTRADOR: (Mirando al cielo) Si es que ya me lo decía mi madre, nada de
secuestrar mujeres escandalizadas... (mira a los demás) ¿también voy a tener que ir a
ayudarla yo?
MARÍA asiente sin darse cuenta, mientras pone cara de no creerse lo que acaban de
preguntarle. ERNESTO sale corriendo por un lateral y vuelve con una botella de agua
mineral. Se arrodilla junto a FELISA y le echa el agua poco a poco sobre la cara. La
ENCARGADO: (Hasta ese momento había mantenido la mirada fija en el arma pero
de repente se vuelve hacia la cola) ¡Eh! ¡Oiga! ¡No se puede consumir antes de haber
pagado!
ERNESTO se levanta furibundo, saca una moneda del bolsillo y la deja violentamente
ERNESTO vuelve a arrodillarse junto a FELISA, que bebe el agua con avidez.
CHICA: (En voz baja, a JAIME) Podría haber pedido permiso para colarse... si era sólo
JAIME: Pues a mí sí. Estoy harto de los que aparecen siempre a última hora con
historias de “¿me deja pasar que solo es una cosita de nada? ¿Me permite, que es que
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tengo que recoger a los niños?”. ¡No me fastidies! Como si los demás no tuviésemos
prisa, coño.
JAIME: ¿Pero es que no puede dejar de insultar a todo el mundo? Después de que casi
CHICA: ¡Por mi culpa dice! ¡Si está medio inválida del corazón que se quede en su
casa!
CHICA: Eso espero, porque como el cielo esté lleno de tíos como usted...
CHICA: Que no creo que con “eso” (mira la entrepierna de JAIME) pueda hacer gran
cosa.
MARÍA: ¿Pero estáis idiotas o qué pasa? ¿Cómo podéis poneros a pelear en este
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MARÍA: (Ignorándole) ... y nos dice que estamos en su poder, que nos secuestra
vamos. Y mientras vosotros (les mira asqueada) solo os preocupáis de vuestro sitio en
la cola y de vuestras peleas. Joder, que se ha desmayado una mujer y sólo se ha movido
este chico.
empecemos! No quiero decir que tú vayas de valiente, quiero decir que yo no lo soy.
(Mira al SECUESTRADOR) Tienes una escopeta ahí, claro que nos tienes en tus manos,
cómo voy a mover un músculo, por Dios. No me juego el cuello por nadie.
Mientras tanto ERNESTO ayuda a levantarse a FELISA, que saca un abanico del bolso
ERNESTO la fulmina con la mirada pero finalmente no dice nada y vuelve al final de la
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SECUESTRADOR: Pensándolo bien, si que eres una valiente, María. O más bien un a
mujer de principios. No es que tus principios sean muy honorables, pero al menos los
llevas hasta el final. No se puede decir lo mismo de todos los presentes... (mira
significativamente a JAIME, quien agacha la cabeza). Tengo una curiosidad con usted,
amigo mío.
SECUESTRADOR: Sí, con usted. Me pregunto... (pone gesto pensativo para después
sonreír con malicia) ... Me pregunto qué habría hecho usted si la chica hubiese accedido
a su proposición.
y ella burlona).
que usted iba a... ¿pero por qué dudo, si yo pongo las normas? ¡Cuando le ha dicho que
SECUESTRADOR: No, pero platéeselo. Imagine que ella le dice, “sí, adelante,
JAIME: Yo...
JAIME: Pero...
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SECUESTRADOR: (Cada vez más cerca y más vehemente) Un pichafría, que no se le
levanta.
JAIME: Hombre...
que no es capaz de satisfacer a ninguna mujer y no dice nada... ¡Es que no es usted un
MARÍA: Que no ha sido ella quien le ha llamado maricón. Ha sido él (señala con la
MARÍA: Sí, ha sido él. Se lo está pasando en grande con todo esto. No hace más que
generar cizaña entre nosotros para que se nos olvide que él nos está secuestrando. Lleva
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CHICA: ¿Yo?
MARÍA: Sí, estás empezando a divertirte. Y maldita la gracia que tiene. Pero no me
cabe duda de que estás disfrutando, hasta diría que empieza a gustarte este... hombre.
ERNESTO: (Duro) No eres gracioso. Te crees que sí, pero la verdad es que no
diviertes a nadie.
ERNESTO: Lo que nadie se da cuenta es de que no tenemos ni idea de por qué haces
ERNESTO: ¡Deja ya de darme las gracias! Lo tenías todo planeado, ¿a que sí?
¿Dinero? ¿No te das cuenta de que te has equivocado de sitio? Aquí somos todos unos
pretendes sacar?
MARÍA: Notoriedad.
SECUESTRADOR: ¡Ah! Desde el principio supe que vosotros erais los auténticos
protagonistas de esta historia. Los demás (mira a los otros tres), lo siento chicos (vuelve
a dirigirse a los dos de atrás) son meros comparsas, secundarios prescindibles. Pero
vosotros... ¡vosotros sois mis estrellas! El joven y apuesto Ernesto siempre dando con la
clave para que la historia mantenga su coherencia; y la bella pero indiferente María,
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preparada para darnos luz en cada momento, la única medianamente cuerda de este
lugar.
MARÍA: No hay que ser muy listo. Quiere notoriedad, que le hagan caso, que le
escuchen, rabia por ser oído. Pronto vendrán periodistas, políticos, policías... esto será
un circo de colores y cámaras, y él será feliz, tendrá su público. Será famoso... todos lo
seremos.
Al oír esto la CHICA saca un espejito del bolso y maquillaje, y comienza a empolvarse
la cara. JAIME también coge la chaqueta del suelo y se adecenta. Hasta FELISA se
MARÍA: No te creo.
normal de nuevo) Esa era mi primera idea, sí, lo pensé mucho tiempo. Coger a un
le pasa el brazo por los hombros. Luego señala al techo) ¿No lo ves ya? ¡Yo puedo
verlo!
cosa. Serás una estrella, ¿comprendes? Cuando todo esto acabe las televisiones se
rifarán hablar contigo, tan joven, tan guapa, pobre chica, que mal lo habrá pasado,
cuéntanos tu historia, ¿sufriste mucho? ¿intentó tocarte? ¿es cierto que anoche estuviste
en una discoteca con aquel de Gran Hermano? Y luego todo vendrá rodado, las
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exclusivas, tus primeros papelitos, tal vez un disco, las tetas nuevas, el desnudo de
Ya miran todos al punto donde fija sus ojos el SECUESTRADOR, excepto MARÍA, que
pero no. Sería tan típico, tan obvio. Porque la parte mala de esta historia es que cuando
uno alcanza la fama luego se olvida de que una vez no fue famoso. Y la idea es que os
deis cuenta de que no valéis nada para nadie. Así que cambio de planes.
SECUESTRADOR: (Con mucha maldad) Eso sólo significa que es usted vieja.
Todos se quedan algo conmocionados por la frialdad y la crueldad de las palabras del
Lentamente vuelve al mostrador y se sienta despacio sobre él. Saca el cuadernito del
Mira a los miembros de la cola uno por uno, pero ya con otra expresión mucho menos
soberbia.
ERNESTO: (Con suavidad) ¿Podrías decirnos por qué nos retienes, por favor?
olviden. Que nadie se acuerde de vosotros nunca más. Que nadie se tome la molestia de
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publicar una nota sobre las personas que han sido secuestradas hoy. Simplemente quiero
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CINCO
casa de MARIA, el mismo escenario que al principio de la obra. Sólo han cambiado los
personajes. Ahora la que plancha absorta en el televisor es FELISA. Sobre el sofá deja
pasar el rato MARÍA, casi en la misma posición en la que dejó a su hermana. JAIME y
ERNESTO juegan a las cartas sobre la mesa del comedor. En el espejo de la izquierda,
la CHICA, vestida muy ceñida y espectacular, como para salir, se maquilla con
penumbra. Durante toda esta escena los personajes se mantienen haciendo todas estas
cosas, a menos que se indique lo contrario. Tras unos momentos FELISA levanta la
FELISA: No, en la cara y el cuerpo no. Ella tiene la cara más redondita, y está más
entrada en carnes. Pero siempre se estaba arreglando para salir y vistiéndose... así.
CHICA: (Se vuelve hacia ella) ¿Ya vamos a empezar? ¿Qué pasa con mi ropa?
CHICA: (Acercándose a ella) No, en serio, ¿se puede saber que tiene de malo que me
FELISA: (Mirando la plancha) Nada, solo que luego pasa lo que pasa...
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MARÍA: (Sin dejar de mirar la tele) Felisa, no hable usted así. No se puede ser tan
machista.
FELISA: ¡Yo no soy machista! Sólo digo que deja muy poco espacio a la imaginación
lo que lleva puesto. Si a mí me se me hubiese ocurrido salir con esa pinta cuando era
JAIME: Sí, son mayorcitos para lo que les conviene. Pueden salir tranquilamente a
beber, o fumar, o follar o meterse lo que se metan, eso sí, con nuestro dinero, el de los
padres. Porque a ellos no se les ocurre que el dinero hay que ganarlo. Y claro, a mí
ERNESTO: Supongo que valoran lo que tienen en función de lo que le han enseñado
en casa.
fruto de donde vive, del sitio que le ve crecer. Y en su casa el máximo responsable es
usted.
JAIME: Yo, y su madre, que le deja hacer lo que le da la gana, y de sus amigos, los de
las pintas raras, y de su colegio, que no les hacen ni caso, y de la televisión, y de la Play
Station...
comprado ellos.
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FELISA: Eso es verdad, yo siempre digo que no quiero saber nada de esos comecocos
de videojuegos.
FELISA: Qué remedio hija. Estoy sola todo el día, ¿si no veo la tele que hago?
FELISA: Es que tampoco sé hacer otra cosa. Y cuando yo era joven no era fácil para
FELISA: Yo ya no tengo cabeza para esas cosas. Y tampoco leo muy bien. Con la tele
CHICA: Pero no es sólo la tele, señora. También se dedica a agobiar a sus hijos.
FELISA: ¡Eso es mentira! ¡Mis hijos son lo que más quiero en este mundo!
CHICA: No es verdad señora. Usted no quiere que su hija salga a la calle como yo
porque le da vergüenza el que dirán. Seguro que tampoco les deja irse de viaje o está
encima de ellos para que coman, aunque revienten de gordos. Se siente mejor cuidando
a los demás, pero en realidad los asfixia. Que paradoja, “ahogados de amor”. Pero en el
fondo sólo se quiere a sí misma, solo le importa cómo se siente usted. ¿Por qué no nos
cuenta lo que hizo cuando empezaron a querer vivir su vida? ¿Por qué no dice lo que
hizo?
CHICA: Sé lo que sé de mis madre. Que cuando me visto así tengo que aguantar que
me llame puta, o buscona, como hizo usted antes. Que me diga que se me ve el culo o
que voy pidiendo guerra. Que se crea que soy gilipollas y que me va a dejar embarazada
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el primer niñato con moto de tres al cuarto que tenga ganas de marcha una noche. Que
me amenace con suicidarse si me voy a pasar el fin de semana fuera con un chico, o que
me diga que cuando vuelva la cerradura estará cambiada. Estoy harta de que cada vez
que discutimos, o que tomo una decisión que no le gusta finja que está enferma...
FELISA: ¡Yo no finjo! ¡Me puse enferma de verdad! ¡Estaba muy mala!
Todos se vuelven hacia ella, que se da cuenta de lo que ha dicho y se echa a llorar,
corriendo y la rodea con los brazos, intentando calmarla. La situación se ha vuelto muy
violenta para todos, que se revuelven en sus sitios bastante incómodos. Finalmente
FELISA se quita las manos de la cara y se seca las lágrimas con la prenda que
plancha.
FELISA: (Con la voz entrecortada) Yo me paso el día desviviéndome por ellos, les doy
todo, me quito el pan de la boca con tal de que se lo coman ellos. Y luego me hablan
FELISA: Si yo quiero que sean felices, pero llevando una vida decente. Es que
MARÍA: ¿Entonces por qué se empeña en decirles lo que tienen que hacer?
JAIME: ¡Digo yo que sabremos lo que les conviene! ¡Coño, que para algo somos sus
padres!
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JAIME: ¿Ah sí? Y si os dejáramos a vuestro aire que pasaría, ¿eh? Yo te diré lo que
pasaría. Que estaríais tirados por la calle, sin hacer nada, perdiendo el tiempo
miserablemente con tanta música, que ni es música ni nada, y tanto porro. O preñada y
casada de penalty con un memo descerebrado, con la vida arruinada, como la imbécil de
mi hija. Yo no sé por qué traemos hijos al mundo, si lo único que saben hacer es
amargarnos la vida. (Mira a Jaime) Y tú, a ver si vas abreviando que me has dejado la
partida a medias.
JAIME: ¡Déjala que llore, que se desahogue! Si estará llorando todo el día, seguro.
FELISA: (Con la voz temblando de rabia) ¡También usted me va a echar eso en cara!
ERNESTO: ¿También?
FELISA: Siempre tengo que oír que no dejo de llorar. Que si no tengo motivos para
JAIME: (Tirando las cartas sobre la mesa con ira) ¡Si es que es verdad, joder! Llevo
treinta años yendo a trabajar como un cabrón todos los días a la puta oficina, de lunes a
compañeros. Todos los días igual, comiéndome los marrones de todos los demás porque
soy el que tiene más cara de tonto. Y cuando llego a mí casa, a MÍ casa, la que pago yo,
¿qué me encuentro? A unos hijos que ni me respetan, ni me agradecen lo que hago por
ellos ni nada, que me chupan la sangre y lo que haga falta, y a una mujer que no es
capaz de dejarme cinco minutos tranquilo para ver las noticias. Y joder que eso harta,
que estoy hasta las pelotas, que cualquier día cojo la maleta y me voy.
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JAIME: Si fuera tan fácil niña, ya lo habría hecho, ¿no te parece?
MARÍA: Me parece que es usted un pobre hombre al que se le va la fuerza por la boca.
JAIME: (Se levanta de un salto, tirando la silla al suelo por el ímpetu) ¿Pero cómo te
atreves?
MARÍA: Me atrevo porque ya conozco a los que son como usted, como era mi padre,
que se murió hecho un donnadie, que a día de hoy no se acuerda nadie de él, ni mi
toda la familia, siempre dando sus sermones sobre lo que gastamos, lo que nos ponemos
o lo que estudiamos, siempre racaneando dinero de todas partes, agarrado hasta el final,
que se murió como un perro en casa porque el gasto del médico era “innecesario”. Y al
final nunca hizo nada, siempre siguió la voz de su amo en el trabajo y sacaba los huevos
cuando estaba en casa, con la boba de mi madre (señala a FELISA) sin mover un dedo
para defenderse.
JAIME: (Rojo por la ira) ¡Pero tu que sabes niñata! ¿Te crees que es tan fácil? En mi
casa nos moríamos de hambre, ¿te enteras? Con catorce años me tuve que poner a currar
cargando cajas porque no había de comer. ¿Qué vida me espera así? ¡Pues la que llevo!
Trabajar de lo que puedo, casarme con la que quiere casarse conmigo, que en un pueblo
posible. ¡Todo lo hago por ellos! ¡Todo! Cuando no tienes nada tienes que luchar con lo
que te queda, y no tener esos delirios de grandeza, esos aires que tú te das, tan cómoda
comiendo caliente todos los días, durmiendo en una buena cama, estudiando lo que te
sale de las narices... eres una desagradecida, como todos los jóvenes de hoy, que no
saben lo que es tener hambre. ¡Pues yo sí lo sé! Y me parece que para lo que tenía no lo
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MARÍA: (Enfadada pero bajando el tono) ¿Y ahora qué? Vale que en su día no pudiera
hacer otra cosa, pero si ahora no le gusta su vida sí que puede cambiarla.
MARÍA: ¡No lo sé! Divórciese, váyase a otro país, busque otro trabajo...
así tengo un contrato fijo, aunque me deje los cuernos en el trabajo y me paguen una
mierda. Tenéis siempre demasiados pajaritos en la cabeza, y la vida es mucho más dura
de lo que parece.
JAIME: (Dudoso) Pues porque... la familia no se puede romper así como así...
MARÍA: Pues tampoco tuvo muy en cuenta eso cuando se lió con aquella cajera.
JAIME: (Sintiéndose un poco acorralado) Pero son cosas sin importancia, para mí no
bofetón. Ella se lleva la mano a la cara sorprendida y las lágrimas empiezan a caer de
sus ojos. Tira lo que tiene en las manos contra el suelo y se deja caer sobre el sillón
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MARÍA: Tranquila, tranquila... si ya sabes como es.
CHICA: (Entre sollozos) ¡Que se vaya a la mierda! ¡Me voy a ir de mi casa! ¡No me va
Felisa vuelve hacia la plancha con gesto resuelto y se pone a planchar vigorosamente.
FELISA: Ya está bien de tanto consentir. Mira que llamarlo putero... con lo que hace
por ella.
FELISA: (Haciendo como que no la ha oído) Si es que les das la mano y te toman el
ERNESTO: Pero Felisa, es que no lo entiendo. ¿De verdad no te importa que tu marido
tenga líos?
FELISA: Bueno, sí me importa. Pero bueno, son cosillas sin importancia, cuando me
casé con él ya sabía que no era perfecto. Y es un hombre, ya sabes, tiene sus
necesidades, hay que comprenderlo... a veces a las mujeres nos toca tragar, hacernos las
tontas.
MARÍA: (Se levanta y se pone frente a FELISA) Ese, ese es el problema. Usted eres
FELISA: (Sin dar importancia al comentario de MARÍA) Tú aún eres muy joven, no lo
MARÍA: Pero qué es lo que tengo que comprender, si no hay por donde cogerlo.
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FELISA: Tienes que entender que es mucho peor estar sola. Si yo sé que me quiere...
MARÍA: No, no lo es. La familia esa tan estupenda que se empeñan en mantener de
forma ridícula depende de los dos. A lo mejor su mujer no es nada sin usted, pero usted,
Jaime, tampoco es nada sin ella. Por eso no la deja. Porque es incapaz de estar solo.
Todos muertos de miedo por la soledad. Prefieren vivir en ese engañabobos que llaman
MARÍA: Nadie dice que sea fácil. Pero es hipócrita vivir como ustedes. Siguiendo unas
normas que no tienen ningún sentido, siempre de cara a la galería, siempre pendientes
del “qué dirán”. Y se sorprenden de la actitud de sus hijos. ¿De qué se extrañan? Viven
CHICA: Es que te crees superior que los demás sólo porque vas de sincera por la vida.
En seguida nos has catalogado a todos y cada uno de nosotros, tranquilamente, has
hecho de juez y jurado a la vez. Y todos culpables. (Se levanta y se encara con ella) Así
que son unos hipócritas, que se someten a las apariencias, unos mierdas vamos.
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CHICA: Eso, ¿por qué no dices lo que piensas de mí? ¿No eres tan sincera? ¿Tan poco
hipócrita?
interés por nada que no sea tu aspecto o salir con tíos. Pienso que es mucho más
cómodo dejarse vivir que vivir de verdad. Pienso que prefieres abandonarte a la juerga,
al sexo o a lo que sea antes que reflexionar sobre lo ridícula que es tu existencia. Pienso
que eres tan cobarde como ellos y que tu concepto de ser feliz pasa por pisotear a los
demás, empezando por tus padres. Pienso que eres una egoísta incapaz de querer a
nadie, ni de tener amigos, ni de nada. Te casarás por dinero, o por fama, o por lo que sea
Lentamente se dirige al espejo. Coge algo del maquillaje que queda aún entero en el
suelo y se pone a arreglarse la cara de nuevo. Todos la miran por un instante para
después volver a hacer lo que estaban haciendo. MARÍA se sienta en el sofá, FELISA
Ernesto?
oscuridad de nuevo.
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SEIS
a la escopeta, dando la espalda al público. Todo estás tan calmado que es inquietante.
gasolinera vacía) ¿no les parece? (Se da la vuelta del todo). Este sitio... es lo que un
autor francés llamaba un no-lugar. Es un buen nombre. Es uno de esos sitios donde el
el suelo de nuevo, pero esta vez de frente a los espectadores). Es como las salas de
espera de los hospitales, o los aeropuertos, o los atascos de tráfico... cuando el tiempo se
dilata, se hace eterno, y cuando sales de allí miras tu reloj y descubres perplejo que has
perdido horas preciosas de tu vida. Y parece mentira, porque las agujas del reloj parecen
ralentizarse hasta el infinito cuando estás esperando en un no-lugar (Se vuelve a poner
en pie y mira a su alrededor). La diferencia entre este y otros no-lugares es que aquí se
han lanzado a hablar todos con todos. Y al final creo que han llegado a la misma
conclusión que yo. Que son dolorosamente innecesarios para el mundo que les rodea.
Realmente comprenden que nadie querrá publicarlos nunca, que morirán tal y como han
han dado cuenta. (Mira fijamente al público, con aire triste) Y ahora que lo saben, ha
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Se vuelve y mira hacia la izquierda. Por allí entra caminando pensativa la CHICA,
CHICA: Así. A la defensiva. Saltando por todo. Mirando a los demás por encima del
hombro. Confiando en que mi físico me abrirá las puertas que quiero. Pero eso no es
SECUESTRADOR: Ya.
CHICA: (Suelta la mano de él y se vuelve a mirarlo) ¿Qué edad dirías que tengo?
CHICA: Sí, todavía soy bastante resultona. Pero no soy tonta, sé que estoy cambiando.
Ahora llevo siempre un sujetador de esos con relleno. Estas (se toca el pecho) se han
noche llorando. Y la estúpida de mi madre creía que era por un chico. Pero más estúpida
soy yo, cogiéndome ese berrinche por mis tetas. Y con el culo igual, con lo ufana que
iba yo siempre antes, sabiendo que lo miraban... aún lo miran, pero no saben que debajo
llevo realce para que no se vea fondón. Y aquí estoy, con mis... bueno, a mis años,
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jugando a ser una adolescente perfecta con el mundo a sus pies. Y al final ha llegado la
fecha de caducidad, y poco me queda ya, excepto morirme. ¿No te parece? (El
gracioso. Si (suelta una risita). Me llegaste a convencer de que este secuestro era lo
personaje en boca de todos, ya sabes que puedo ser la más borde del mundo. ¿Y sabes lo
peor? Que para mí todo ese montón de dinero que iba a ganar iba a ser mi manera de
SECUESTRADOR: Sí, las hace. Pero eso sólo alargaría la fecha de caducidad unos
años más.
CHICA: (Muy triste) Sí, ya lo sé. Al final todos morimos solos. Pero yo soy así, no
puedo evitarlo.
CHICA: (Coge la gabardina del suelo y se la vuelve a poner) Creo que no podría
el pelo y después se vuelve hacia el lugar por donde ella entró. Aparece JAIME, con el
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JAIME: (Señalando a la CHICA) En el fondo no es tan mala, ¿no?
JAIME: Sí. (Momento de silencio) No. (Se ríe) Tienes razón. Sigo pensando que es una
JAIME: Lo de decir que no es mala chica es como una de esas frases hechas de las
películas, ¿verdad? Cuando dos personajes se llevan a matar y al final resulta que son
grandes amigos, o amantes. Esas películas eran fenomenales. ¿Sabes que yo veía mucho
cine antes?
JAIME: Y lo soy. Pero el cine era el acontecimiento más grande que teníamos. Venía
los sábados por la mañana. Mi madre, la muy lista, me tenía amenazado con el cine.
(Imitando a una mujer mayor) “Si no te comes la verdura no hay cine”. “Como te pelees
con tu hermano no hay cine”. “Como te oiga blasfemar no hay cine”. (Ríe) En eso la
pobre tenía razón. Sigo siendo un auténtico malhablado. Pero al final, aunque me
castigaran, siempre me salía con la mía. Prefería aguantar la paliza de mi padre después
a un fin de semana sin cine. Estaba completamente enamorado de Kim Novak. Vaya
curvas, ¿eh?
SECUESTRADOR: A mí no me importa.
JAIME: (Le sostiene la mirada por un momento) Ya... Me estoy acordando... como se
llamaba la película aquella en la que Humphrey Bogart era periodista... ¡”El cuarto
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poder”, eso es! Uff, me encantaba esa peli. Yo quería ser como el Bogart, reportero
tiempo. Sigo sin tenerlo. (Momento de silencio) En realidad sí que tengo tiempo, pero
cuando pienso en mi día no se si estoy pensando en el hoy, en ayer o en un día hace diez
años. Son todos tan iguales. En el fondo ese es el motivo por el que tuve una amante.
Porque sólo tuve una, ¿eh? Lo demás son inventos ante los compañeros. No quiero que
me tomen por un... bueno, quiero que sepan que estoy en forma. Aunque sea mentira.
SECUESTRADOR: Es mentira.
JAIME: Sí... es mentira. Todo es una enorme mentira. Esa chica tenía razón, no quiero
puedo dominar hoy en día. Que mierda de poder. Y los muy cabrones de mis hijos ya
han dejado de hacerme caso. Ojalá se pudran, ojalá les pase algo terrible, les rajen por la
calle. Ojalá sufran esos malnacidos. Eran lo único que me mantenía vivo y ahora ni me
JAIME: No la soporto. Pero es mejor estar con ella que morirme solo. Aunque al final
todos morimos solos. (Mira al SECUESTRADOR con dureza) Y me importa una mierda
que nos tengas aquí toda la vida hasta que nos olviden. Conmigo has pinchado en hueso.
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Se pone el sombrero y mira hacia delante, manteniendo su posición en la cola. El
Después se vuelve una vez más a la izquierda, por donde entra en ese momento
pelo.
FELISA: No, está bien así. Lo que pasa es que estoy tan acostumbrada a ser un trapo
viejo para los que me rodean que el usted me suele sentar bien. Casi que salgo a
comprar fuera del barrio solo para que me llamen de usted. Me hace sentir... alguien.
FELISA: Gracias majo. (Mira hacia JAIME y la CHICA) Se parecen tanto a mi marido
y a mi hija. Aunque ella es más desvergonzada que mi hija, sin lugar a dudas.
SECUESTRADOR: No la creo.
FELISA: (Algo molesta) ¡Que sabrás tú! (De pronto vuelve a sonreír). No, si tienes
razón. En realidad mi hija es aún peor. Tienes toda la razón. El otro día rebuscando...
arreglando su armario ¿sabes lo que encontré? Unas bragas negras que ni eran bragas ni
SECUESTRADOR: Un tanga.
vergüenza? Pero ¿que niña decente se pone eso? ¡Si va con el culo al aire! Eso es ropa
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de pilingui, a mi que no me venga con tonterías. Además así se lo dije. ¡Buena soy yo!
El SECUESTRADOR se cruza de brazos y la mira sin creer una palabra de lo que dice.
Ella lo mira y se da cuenta de que la situación. Empieza a llorar, pero con lágrimas de
FELISA: No me mires así. Tienes razón otra vez. Ni siquiera pasó el otro día. Fue hace
casi dos años. Y por una discusión de nada cogió las maletas y se marchó. ¿Te lo puedes
creer? Sólo porque le dije que no me parecía bien que se pusiera eso, que no era de
señoritas. Y se fue. Y desde entonces ni una llamada, ni una noticia, nada. Sé que está
viviendo fuera porque me lo ha dicho una amiga suya, que sí sabe de ella. Pero es que
matando. Ella sabe que si me muero de un infarto va a ser culpa suya. El otro día me
dolía el brazo y me puse a sudar como una loca. Creía que me moría. Seguro que si me
muero luego se arrepiente de todo lo que me ha hecho. Irse así, por una tontería.
FELISA: ¡Sí lo fue, una discusioncita de nada! (Se calla de golpe) Es verdad, es
verdad. No fue una tontería. Le dije cosas muy feas. ¡Pero es que sigo pensando igual!
¿Qué hago? ¿Mentirle? Es que está hecha una fresca. Para empezar se queda a dormir
en casa del novio siempre que le da la gana. Después que si no me ayuda con la casa
porque sus hermanos tampoco ayudan. ¡Es que estaban estudiando, pobrecitos! Y
además los hombres sois un desastre, no sabéis limpiar nada. Y claro, ella no me ayuda
y lo tengo que hacer todo yo sola. Pero vale, yo tragando. Pero es que cuando vi esas
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bragas... el tanga, como se llame, como si fuera una cualquiera... y se lo digo y ¿sabes
que me dice? Que se pone lo que le da la gana. Y que cuando va a la playa es lo único
que se pone. ¡Que se pone en porretas delante de todo el mundo! Claro, entonces se me
es que tengo poca paciencia, pero también se lo estaba buscando, que ya me tenía
cansada con los modelitos para salir. Si es que va pidiendo guerra. Y luego la violan y
claro, a ver quien dice nada, porque es que yendo como va, lo normal es que cualquiera
coja y la viole. Y ella tendrá la culpa, pero la que sufriré seré yo. Si es que me van a
matar entre todos, ya casi ni como de lo mala que me estoy poniendo. Me salió una
fiebre en el labio el otro día que creía que me reventaba la boca. ¡Mira, mira! (Le
centímetro para mirarlo. Ella se suelta la boca y se recompone) Bueno, ahora está
mucho mejor, pero ayer parecía el negro ese de la serie ”Raíces”. Entre una que se va y
no me llama, el mayor que desde que se ha casado no me hace ni caso, es que siempre
lo tengo que ir a visitar yo, que cada vez que veo a mi nieto está mucho más grande, y el
pequeño... ese es otro. Yo para mí que fuma hierba del hachís de ese, que siempre llega
de la calle con los ojos rojos, y yo no soy ninguna tonta, no. Eso es que fuma cosas
raras. Y esos pelos que se ha dejado, que cualquier día lo cojo durmiendo y lo trasquilo.
¿El otro día sabes que hizo? ¡Le puso un candado a su cuarto! Que si le registro sus
cosas, que si no tiene intimidad, que si siempre entro sin llamar... ¡que es mi casa, solo
me faltaba tener que llamar en mi propia casa! Pues claro que le miro sus cosas, es que
si se inyecta marihuana tendré que saberlo, ¿no? Y como no mire sus cosas pues ya me
dirás como lo averiguo. Lo que pasa es que se enfadó porque encontré una revista de
mujeres desnudas, y se la quité claro, que luego se queda ciego de tanto tocarse. Y
enfadadísimo porque no tengo derecho a registrarle. Pues claro que tengo derecho, a ver
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que se ha creído. Lo que pasa es que me tratan como un mueble, todos, empezando por
el padre, que en cuanto llega del trabajo se pega a la tele y por la noche a la radio, y a
mí, como si no existiera. Me hace el mismo caso que a la tostadora. Y encima se enfada
si no le gusta la cena, ¡pues que se la prepare él! Vamos, no se lo digo porque es tan
desastre que es capaz de irse a la cama sin cenar, o comer cualquier porquería. Si es que
mucho protestar pero luego no son nadie sin mí. Pero esto se va a acabar. Un día voy a
coger mis maletas y me largo, no me van a ver la cara nunca más. A ver que hacen
entonces. Luego vendrán suplicando que vuelva. Pues así aprenderán, para que valoren
lo que tienen en casa. Que yo soy mucho más que una fregona, ¿eh? (Se queda mirando
al SECUESTRADOR que lleva todo este rato con los ojos clavados en ella) ¿Qué me
FELISA: ¿Entonces que piensas tú? ¿Tú también piensas que no tengo razón?
SECUESTRADOR: Pienso que en realidad no es mucho más que una fregona. Que
después de tanto tiempo ya no sirve para otra cosa y usted lo sabe. Que le aterra que sus
hijos se vayan del nido, sigue pensando que son unos niños y no quiere darse cuenta de
que tienen que vivir su vida. Y digo que no quiere darse cuenta porque no es que no
sepa que las cosas son así, sino que le da muchísimo miedo no tener a quien cuidar.
Digo que nunca va a coger las maletas e irse porque no tiene adonde ir, porque en
realidad no tiene nada. Y digo que solo saca el genio cuando ya lo tiene todo perdido,
FELISA empieza a llorar ahora de verdad, en silencio, con mucho dolor, el que siente
aquel que escucha verdades de ese tamaño y que sabe que no puede cambiar las cosas.
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Se da la vuelta lentamente, recuperando su sitio en la cola y agacha la cabeza, mirando
al suelo.
FELISA: No sé si me moriré pronto o no, pero que mas da. Al final no le importará a
nadie. Todos nos morimos solos. Pero nunca conseguirás que nadie se olvide de mí,
por detrás con ternura y la besa en la cabeza. Después se vuelve hacia el sitio por
donde están entrando todos, uno a uno. Rompiendo el orden de la cola el que aparece
ahora es ERNESTO, con andar despreocupado y las manos en los bolsillos. Saluda con
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SECUESTRADOR: (Mirándolo fijamente por unos segundos) Con gente como tú
nunca estoy seguro de que no haya nada más. Pero tal vez la literatura la ponga yo, y
rígido, mirando al frente. Tal y como era de esperar entra enseguida MARÍA, con el
ceño algo fruncido, y se coloca en su sitio, delante de ERNESTO, con paso rápido. El
SECUESTRADOR: ¿Conmigo?
¿Te sorprende?
MARÍA: Lo suponía. Eres muy listo, ¿lo sabías? (Él asiente ceremoniosamente) Me
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MARÍA: Da igual. Lo que más rabia me da es que todas las barbaridades que nos has
estado diciendo son verdad. Los miro (mira a los otros tres) y me dan muchísima pena.
creyendo tener siempre la razón. Les miro y les critico, y les juzgo, y me parecen
miserables; pero de vez en cuando, al mirar dentro de casa, la mierda está llegando al
tejado y una no se ha dado cuenta. ¿Sabes que es lo peor? Que encima me creo mejor
me parece que ellos no valen la pena. Una ama de casa sometida, un padre autoritario,
una pobre infeliz que folla para conocer gente... y no como yo, que soy perfecta y
maravillosa, inteligente, guapa, con talento... ¡mentira! Todo es una gran mentira. Mi
artista es aquel que no pinta ni un cuadro, que no escribe ni una línea, que no compone
ni una nota. Pues yo te lo digo, no te preocupes. Esa artista soy yo. Es decir, voy de
artista pero ni lo soy ni lo seré nunca. Para mi es una tragedia, ¿entiendes? Soy lo
suficientemente inteligente como para saber que no quiero ser vulgar... y demasiado
MARÍA: ¿Y como dejarlo? Esto es lo que soy. Creo que todo es ficticio en lo que hago,
que incluso esta desesperación que te estoy contando no es más que una pose, típica
que no sé si queda algo de verdad en mí. Creo que siempre estoy interpretando, como si
todos los días. Esto mismo que nos está ocurriendo, esta gasolinera es como un feo
escenario. (Avanza por la cola y señala a todos los demás) Ellos serían los actores de
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una obra extrañísima y ahí (señala al público)... sí, ahí está el público, y puedo hablar
con ellos haciendo un aparte, como en una gran comedia de situación. Pero no, de eso
nada, esto es la vida pura y dura, y no se puede interpretar siempre. La vida real es esa
hermana o mi madre murieran me sentiría igual, tal vez un poco inquieta por no saber
que va a ser de mí, pero nada más. A lo mejor estaría más contenta, porque tendría una
vivencia que contar en un libro o algo así... pero en realidad no, porque encontraría
nuevas excusas para no hacer nada, para quejarme, para llenar el tiempo
compadeciéndome de todos esos pobres mortales que nunca alcanzarán las cotas de
nada que he alcanzado yo. Y al final resulta que esto no es tan diferente a mi vida. Este
secuestro, me refiero. Ellos se parecen a aquellos que conozco, aquí hace tanto frío
como en mi casa, para mi es igual de poco acogedor. Si me quedara aquí toda mi vida
las cosas no cambiarían demasiado, así que en el fondo me da igual. (Se le queda
MARÍA: A que al menos conmigo no has podido lograr que me olviden. Nadie me va a
menos, nadie me olvidará. Porque ese es el requisito para ser un olvidado. Que te
recuerden primero. Y la verdad es que nadie se acuerda de mí. Así que da igual.
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pronto parece como si despertara de una ensoñación profunda. Le busca con la mirada
y cuando le ve le grita.
cada vez más tenue hasta que todo queda a oscuras. Después un solo foco, como el que
consecutivamente, según el orden que sigue: (foco) la CHICA sentada en el suelo con
con su chaqueta (apaga foco); (foco) ERNESTO sentado en el suelo haciendo dibujos
con el dedo en el piso (apaga foco); (foco) MARÍA canturreando una canción mientras
baila casi imperceptiblemente siguiendo el compás, sin apenas moverse del sitio (apaga
foco); ahora se enciende una pequeña luz, quedando una ligera penumbra donde se
adivinan las figuras de todos durmiendo en el suelo; de nuevo se apaga todo quedando
la oscuridad total; de nuevo se enciende todo, como a lo largo de toda la obra. Los
personajes están de nuevo de pie, de nuevo en la cola, mirando hacia el frente con más
apoyada en un lateral del mostrador, ignorada por todos. Es ERNESTO el primero que
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empieza a mirar a su alrededor con extrañeza. Se mueve ligeramente de la cola para
ERNESTO: Se ha ido.
MARÍA: ¿Qué?
JAIME: ¿Quién?
Todos empiezan a mirar alrededor al oír esto, incluso deshacen un poco la cola (pero
no demasiado) para buscarle. JAIME hace el gesto de llamarle a gritos, pero cae en la
cuenta de que no sabe cómo se llama. Finalmente todos se vuelven a colocar en su sitio
un poco desconcertados.
JAIME: ¿Volverá?
MARÍA: No lo creo.
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Todos miran hacia el mostrador como hipnotizados. El ENCARGADO corta el ticket y
Todos sacan sus cajas de donde la habían guardado y las abren despacio.
MARÍA: En la mía hay una hoja de papel... en blanco. (Mira hacia ERNESTO y todos
todos pasan por orden por el mostrador pagando en efectivo lo que han comprado o
gastado. A medida que pagan se van marchando en silencio y sin mirar a los demás.
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el mostrador con gesto de aburrimiento. Es entonces cuando cae en la cuenta de que la
el arma muy cerca del gatillo. Las luces se apagan repentinamente. Todo es oscuridad.
Se escucha una fuerte detonación y tras unos segundos unas sirenas de policía o
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PICO
pero demasiado bajito como para que se identifiquen las palabras. El murmullo
continúa unos minutos hasta que una voz femenina sobria y elegante se impone sobre
las demás, sonando cada vez más alto. Un foco ilumina la televisión de la casa de
VOZ: ... poco más tarde de las once de la noche en la gasolinera del barrio de
Se encienden las luces. Volvemos a estar en casa de MARÍA. Su MADRE sigue donde
VOZ: ... escopeta recortada de dos cañones cuya procedencia es aún desconocida.
Entra MARÍA por la derecha. Deja la llave sobre la mesa del comedor y se quita el
abrigo, dejándolo en el suelo. Mira la habitación y comprueba que todo sigue igual,
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VOZ: ... acercado al lugar de los hechos y han comentado que R. J. D. era un tipo
mientras el juez levanta el cadáver. Se sigue la búsqueda, aún infructuosa, de una nota
de suicidio que explique las razones por las que este empleado ha decidido quitarse la
PASCUAL: Aquí se suceden las muestras de dolor, como te puedes imaginar. La viuda
su HERMANA que no parecen haberse dado cuenta ni de que ella ha llegado ni de que
encender a los pocos segundos, mostrándonos ahora a los cinco miembros de la cola:
sofá; ERNESTO y JAIME, jugando a las cartas en la mesa. Las luces se van apagando
TELÓN
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