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“El pastillero”

Uno siempre encuentra cosas cuando ordena o estas cobran vida y


aparecen. La cajita se deslizó por el estante superior del placard, yendo a
parar directo a sus manos. Era un antiguo pastillero dorado. Al principio le
pareció que le hablaba, rogaba no ser ignorada. Lo llevo a otro estado de
la mente, en una burbuja de silencio total. El presente tomo cuerpo al
fundirse en una especie de vórtice energético. Esa “pill box”, como decía
en el interior de la tapa, hizo que se olvide de todo a su alrededor. El reloj
interno se rompió. Los recuerdos que evocaba el pastillero se acoplaban a
una sensación de totalidad. Ahora se sentía uno con el universo,
experimentando una expansión de la conciencia.

Primero apoyada sobre la mesa, puso atención en las flores rosa de


la tapa. El fondo blanco amarillento les daba un cierto relieve e inspiraban
ternura. La cajita había pertenecido a la bisabuela de su ex mujer, que fue
alguien muy importante para ella. Algo de la persona más importante para
otro ser igual de especial. Pero él se conocía y sabía que no merecía algo
de semejante valor. Se dio cuenta que nunca había puesto tanta atención
en una cosa. La tomó suavemente y la movió despacio, en cámara lenta la
giraba mirándola desde todos los ángulos posibles. Observo que tenía
puntitos hundidos en la base, los costados con sus recovecos y las
manchas negras por el paso del tiempo. Levantó la tapa y debajo de “PILL
BOX” decía: NAME, ADRESS, PHONE. Al lado de cada una de esas
inscripciones, había una línea de puntos suspensivos que nadie había
completado. Y pensó que debía ser de la época de la segunda guerra
mundial.

Tal vez este pastillero nunca encontró a su dueño ¿Por cuántas


manos habrá pasado esta alma vagabunda? Recordó cuando se la
regalaron y como lo impresionó esa mirada profunda. Era una mirada del
alma, de un alma que quizás lo conocía desde mucho tiempo atrás.
Aunque la pintura estaba descolorida y cachada, el objeto no perdía su
singularidad. Una caja es un enigma en sí misma. No importa el tamaño,
siempre encierran una incógnita. Vislumbro que una nueva etapa estaba
comenzando. Esa idea del tesoro interior avistada en el diván, lo advertía
de un lado sensible que le era desconocido y ese amor mesiánico, lo
ayudaron a liberarse.
Algo nuevo comenzaba a fluir al mismo tiempo que “se salía de la
caja”, como dicen los americanos “out of the box”. La esencia anti
convencional se transformaba en un elixir para la creación de una obra sin
precedentes. Se preguntó si los objetos tienen vida. Un gurú en la
televisión había dicho que sí. ¿Sabrán quiénes son? Esa caja seguramente
no tenía dudas que era un pastillero de la misma forma que un colibrí sabe
que es un colibrí. Es un pastillero por instinto y lo había elegido a él. Sabe
cuál es su origen, incluso como fue creado. Tampoco necesita una
máscara para habitar el mundo. Sobrevive por la mera esencia de su ser.

Y unos días más tarde escribió estas líneas.

Tu destino es incierto

en esta búsqueda absurda

como un amigo mágico te guía

antes de la gloria y el fracaso

más allá del desasosiego

y la ilusión

lo que escondes es invisible

es alegría y desesperación

es bello y desgarrador

un instinto elevado 

domesticado y animal

perverso y feliz
Notas:

“Un sex-symbol se convierte en un objeto y yo odio ser un


objeto. Pero si debo ser el símbolo de algo, prefiero que
sea de la cordura más que de ninguna otra cosa

Marilyn

Final: como seguira esta historia y cual sera el destino de


esta PILL BOX es incierto. Por lo pronto, yo me despido
aquí eterno amigo diciendote ”hasta la vista”… como dicen
que solia decir mi adorada hada del infinito, Marylin
Monroe…

Afectuosamente,
Y siempre desde el infinito

Nick van jones.

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