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Zalakn entr en aquella suerte de ttrico edificio clavado en las rocas.

Riscos y quebradas hacan que su destino se encontrara en absoluta armona con todo aquello que le rodeaba. Sin lugar a dudas, era el lugar que le haba indicado su abuelo. Cogi, una ve m!s, aquel tro o de corte a donde estaba escrito el enigm!tico nombre sagrado. "o saba bien bien qu sera aquello que le aguardara en aquel tem#lo de rocosos sillares. $as hiedras salva%es sacaban #eque&as ho%as negras entre grandes troncos decadentes. $a sala #or la que el #eque&o duende bellotn transitaba careca de mayor lim#ie a que la brindada #or las ventiscas que, hasta all incluso, so#laban con hasta cierta frecuencia. 'ese a ese #unto ttrico, que hace distinguir a lo real de lo #ro#io de (magina, el lugar go aba de aires de santidad. $as estalactitas y estalagmitas de diamante a#untaban todas hacia un mismo centro equidistante. Zalakin se adentr #or el #asillo que las luces fluorescentes de stas, iluminaban. 'ara su sor#resa, all! no encontr trono, altar o grimonio alguno. )estro ada, #artida #or los a&os y las ventiscas, yaca una estatua humanoide de #!lida te blanca.

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