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Educación de la voluntad

Victòria Cardona
Educadora Familiar

Educación de la voluntad

La palabra educación viene del latino "educere", que quiere decir


sacar, extraer. La palabra autoridad ve
d'"augere", que quiere decir aumentar.
Vemos la estrecha relación que existe entre
estos dos vocablos. Padres y madres
queremos que nuestros hijos e hijas sean
autónomos y responsables. Por eso es por lo
que tenemos que incrementar sus
posibilidades educando su voluntad y motivando su esfuerzo. Es a
partir de los 4 años cuando los niños reconocen lo que está bien y
lo que está mal y cuando tienen uso de razón son capaces de
razonarlo. Reflexionamos en este contexto, si somos capaces de
hacer distinguir lo que está bien de lo que está mal y si los
progenitores y los familiares del hijo o hija que se quiere educar
son un referente adecuado, proporcionando pautas y modelos de
actuaciones coherentes con los valores que se quieran transmitir.

Para educar la voluntad tenemos que apoyarnos en la creación


d'hábitos y en las motivaciones:

1.- Creación de hábitos:

Es en la primera infancia cuando se han de inculcar los hábitos y,


así, de una manera habitual, los hijos van haciendo aprendizaje del
esfuerzo. Lógicamente cada familia tiene su estilo de vida y sus
circunstancias, si bien deberá haber unas reglas de juego en el
hogar para hacerse obedecer y hacer más agradable la convivencia
de todos. La costumbre de cumplir lo que está establecido en la
misma hora es necesaria, si bien, alguna vez, se podrá tener la
flexibilidad de hacer algún cambio. Pero siempre por unas
circunstancias extraordinarias y, como que los niños viven el
momento, es aconsejable ser previsor y avisarlos con tiempo.

El orden es fundamental en la educación. Tener unos horarios para


levantarse y para ir a dormir, para la hora de la comida, para el
tiempo de ocio, para el estudio, para recoger los juguetes... Es
conveniente organizarse, teniendo en cuenta las posibilidades y
limitaciones del matrimonio, no se diera el caso de que por
demasiado perfeccionismo nos equivocáramos a la hora de
marcarnos objetivos para conseguir. Por esto, es evidente que se
tiene que prever el horario del día de fiesta y el horario del día de
trabajo, hablando los dos cónyuges y poniéndose de acuerdo por
repartirse las tareas. La experiencia nos demuestra que muchas
veces recae todo sobre la madre, defecto que hay que evitar. El
orden de un hogar no será el de un museo, ni de un cementerio,
puesto que cuando hay vida hay movimiento, más bien será el
orden de un obrador, donde el amor de los padres hacia los hijos
marcará los límites de lo que se han propuesto. La voluntad de los
hijos se fortalecerá, si la van ejercitando, con el cumplimiento de
sus obligaciones diarias.

2.- Las motivaciones:

Nuestros hijos e hijas tienen que tener el deseo de cumplir aquello


que piden los padres y que los ayudará a hacerse responsables. Se
por esto que una actitud positiva anima a la obediencia y a hacer
las normas establecidas con más ilusión. En este tema, conviene
recordar que la autoestima de cada cual es necesaria para obedecer
con más prontitud. Tenemos que tener unos objetivos claros de la
formación que queremos dar a los niños y adolescentes y de los
valores que queremos transmitir. Los retos que queremos que
logren han de estar a su alcance para poder valorar el esfuerzo
puesto que, sí pidiéramos más que sus posibilidades, les
causaríamos una constante frustración que los dejaría sin
motivación para llevar a término aquello que tienen que hacer. Por
esto, se debe de conocer con profundidad a cada hijo o hija y
pactar, dialogar, para llegar a acuerdos.

Los elementos por parte de la familia que contribuyen a


incrementar la motivación de los niños y adolescentes son, entre
otros, la confianza, el buen humor, la alegría, la paciencia, la
generosidad. Como siempre se trata de ser un buen referente para
los hijos y de esforzarnos para que los valores sean transmitidos
por el testigo personal.
A menudo nos encontramos con que les cuesta el cumplimiento del
deber, puesto que no tienen el deseo o las ganas de esforzarse, por
esto es conveniente hacer ver que lo qué se pide es algo que les
producirá un bien. La voluntad actúa cuando la inteligencia hace
ver que aquello que se propone es bueno. Al dar órdenes, los
padres y madres, lo tienen que hacer de una manera positiva. Por
ejemplo, si decimos a un niño: "no hagas ruido, no juegues con
esto, que molestas", la orden es negativa y sólo conseguiremos
disgustarlo: Si decimos "¿Que otro juguete quieres? mira, quizás
con este haremos menos ruido, el hermanito pequeño no se
despertará y así la madre estará contenta..." La motivación del
pequeño ha sido doble: por una parte, lo ha hecho por amor a su
madre y, por otra, ha hecho un bién a su hermano. Ni que decir
tiene que lo mismo con una otra escena, por un adolescente, se
presentaría con una actitud más participativa y de sugerencia.

La educación de la voluntad de nuestros hijos tiene la finalidad de


que se esfuercen en entresacar el bien con autonomía y libertad,
conociendo sus calidades y defectos, por ser felices y que se
acostumbren a establecer compromisos.

Escribe el Catedrático de Psiquiatría Enrique Rojas: "Voluntad es


entresacar. Y entresacar es anunciar y renunciar... Querer, es
determinación. Y por esto, necesita el apoyo de una voluntad firme,
atemperada en la lucha y el esfuerzo."

En estos tiempos que vivimos, debemos mostrar afecto y


dedicación para conseguir niños con pautas de orden y, también,
jóvenes con fortaleza, ilusionados en grandes ideales, para cumplir
con su deber y no dejarse llevar por el capricho ni por las
sensaciones del momento.

Autor: Alfonso Aguiló | Fuente: interrogantes


Educación de la Voluntad y del Carácter Combatir contra uno mismo es la
batalla más difícil y, junto a ello, vencerse a sí mismo es la victoria más importante.
DIEZ REGLAS
DE ORO
PARA EDUCAR
LA VOLUNTAD
1.- La voluntad necesita
un aprendizaje gradual
que se consigue con la
repetición de actos en
donde uno se vence,
lucha y cae, y vuelve a
empezar. Hay que
adquirir hábitos positivos
mediante la repetición de
conductas.

2.- Para tener voluntad


hay que empezar por
negarse o vencerse en los
gustos, los estímulos y
las inclinaciones
inmediatas (no dejarse
llevar solo por el "me
apetece" o "no me
apetece"). La voluntad
libera y conduce hacia la
realización del proyecto
personal y de la felicidad.
La felicidad no consiste
en vivir cómodamente,
sino en saber vivir.

3.- Cualquier aprendizaje


se adquiere con más
facilidad a medida que la
motivación es mayor. El
que no sabe lo que
quiere, el que no tiene
ilusión por alcanzar algo,
difícilmente tendrá la
voluntad preparada para
la lucha.

4.- Tener unos objetivos


claros, precisos, bien
delimitados y estables.
Querer es pretender algo
concreto y renunciar a
todo lo que distraiga y
desvíe de los objetivos
trazados.

5.- Toda educación de la


voluntad tiene un fondo
costoso, especialmente
en sus comienzos. Al
igual que ocurre en el
alpinismo, lo importante
es dar pequeños pasos
hacia arriba, ir
ascendiendo en la
montaña, no por grandes
escaladas sino gracias a
pequeños avances, al
principio costosos y,
después, ya más fáciles,
una vez que se vislumbra
el paisaje desde la cima.

6.- A medida que se tiene


más voluntad, uno se
gobierna mejor a sí
mismo, no dejándose
llevar por el estimulo
inmediato. El gran reto
del dominio personal
conduce a que uno no
hace lo que le apetece ni
escoge lo más fácil, sino
que se dirige hacia lo que
es mejor (Aquello que le
ayuda a ser más
persona).

7.- Una persona con


voluntad alcanza las
metas que se había
propuesto con
constancia. Los
instrumentos de la
voluntad son: El orden, la
tenacidad, la disciplina, la
alegría y la mirada puesta
en el futuro, en la meta.

8.- Es importante llegar a


una buena proporción
entre los objetivos y los
instrumentos que
utilicemos para
obtenerlos: pretender
sacar lo mejor de uno
mismo, aprovechando las
aptitudes y teniendo
presente las limitaciones.

9.- Una buena educación


de la voluntad es un
indicador de madurez de
la personalidad.

10.- La educación de la
voluntad no tiene fin: El
hombre es una sinfonía
incompleta, no perfecta
pero perfeccionable.

Combatirse a sí
mismo,
es la guerra más
difícil.
Vencerse a sí
mismo.
es la victoria más
bella".

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