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Eugenio de Mazenod nació el 1 de Agosto de 1782 en Aix de Provenza

(Francia), de familia noble. Sufrió de niño el destierro por motivos


políticos de su padre. Estuvo en Niza y en el colegio en Turín (Italia).
Más tarde estuvo en Venecia, donde gracias a un sacerdote, don
Bartolo Zinelli, le iniciará en la vida cristiana. De ahí nacerá su
vocación al sacerdocio y su espíritu misionero. Eugenio, con doce
años, se lo contó a su tío, vicario general de Marsella.
Tras pasar por Nápoles, en Palermo su vida cristiana se tambalea. A
los veinte años regresa a Aix (Francia) y se plantea su futuro. Su
encuentro con la Cruz de Jesús un Viernes Santo cambia radicalmente
su vida: quiere servir a los más pobres.
Entra en el Seminario de San Sulpicio en París en 1808. Allí estudia y
da catecismo a los más pobres. Son años difíciles para la Iglesia.
Al terminar el Seminario es ordenado sacerdote a los veintiséis años.
Regresa a su pueblo y comienza a predicar a los más pobres y visitar
a los presos en la cárcel.
También trabaja con los jóvenes y los campesinos. Pronto se dá
cuenta que sólo no puede abarcar tanto y pide ayuda a otros
compañeros.
Junto a ellos, en 1816 funda una Congregación religiosa llamada
Misioneros Oblatos de María Inmaculada, dedicada a la evangelización
de los más pobres de nuestro mundo.
En 1832 es nombrado obispo de Marsella. Así puede apoyar a la
Congregación Misionera de los Oblatos. Trabajará mucho por las
misiones y su diócesis.
Su corazón es tan grande como el mundo entero, quiere que sus
misioneros lleguen a todos los rincones más pobres del mundo.
En 1841 envía misioneros a Canadá. Sus misioneros pasan en esos
años de 40 a 400. Viajan a Inglaterra, Canadá, Sri Lanka, África del
Sur…
El 21 de Mayo de 1861 muere San Eugenio mientras reza la Salve a la
Virgen María. Fue un hombre que amó apasionadamente a Jesucristo,
y fundó una familia religiosa y misionera que trata de seguir hoy sus
pasos.
Hoy, unos cuatro mil quinientos oblatos están presentes en los cinco
continentes y en más de sesenta países continuando su obra
evangelizadora.

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