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Enrique García: Filosofía de La Cosa en Sí
Enrique García: Filosofía de La Cosa en Sí
[I] «» INTRODUCCIÓN
[6] Torretti, Roberto; Manuel Kant, Editorial Charcas, Buenos Aires, Argentina, 1980, p. 487.
[7] Kant, Immanuel; Crítica de la razón pura, ibid., p. 270 (B 307).
[8] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p.311.
[9] Allison, Henri E.; El idealismo trascendental de Kant-Una interpretación y defensa
(traducción al español de Dulce María Granja Castro), Editorial Anthropos, Barcelona, España,
1992, p. 365.
[10] Kant, Immanuel; Crítica de la razón pura, ibid., p. 17 (B XI).
[11] Bonaccini, Juan Adolfo; A dialética em Kant e Hegel: Ensaio sobre o problema da relaçao
entre ser e pensar, Editora da UFRN, Brasil, 1999, p. 411.
[12] La palabra «iluminismo» fue usada para designar la teoría epistemológica que sostiene que
sólo hay conocimiento si el entendimiento humano recibe ayuda del entendimiento divino. Esa
ayuda se concibe metafóricamente a modo de luz. La propone por vez primera Agustín de
Hipona, al afirmar que el origen de la verdad y del conocimiento es Dios. El hombre llega al
verdadero conocimiento por un punto de contacto interior con «la Verdad», en la razón o en el
alma, que es imagen de Dios, adonde llega la iluminación divina. Tal iluminación ha de ponerse
en relación con la teoría de la reminiscencia platónica que concibe que conocer es recordar ideas,
en la que se sustituye el «recordar» por el reconocer una concordancia y una relación entre la
idea que está en el alma y las razones de la mente divina. Esta concordancia, que se alcanza por la
pureza de vida, supone que el hombre participa, en la posibilidad de conocer la verdad, de uno de
los atributos divinos. Malebranche (1638-1715) renueva la tesis del «iluminismo» sosteniendo
que el hombre alcanza el conocimiento de las verdades fundamentales percibiéndolas
directamente «en Dios», lo cual no es sino una aplicación epistemológica de su ocasionalismo: si
hay que explicar cómo actúa el alma sobre el cuerpo, no queda más remedio que hacer a Dios
causa intermediaria entre mente y cuerpo. Si el hombre quiere andar, por ejemplo, es Dios que,
con ocasión de esta decisión voluntaria, actúa como verdadera causa sobre el cuerpo. A esta
postura se la llamará más tarde «ontologismo». (Cfr. Cortés Morató, Jordi y Martínez Riu,
Antoni; Diccionario de filosofía en CD-ROM, Empresa Editorial Herder S.A., Barcelona,
España, 1996).
esta época y de los autores influidos por el romanticismo. (Cfr. Cortés Morató, Jordi y Martínez
Riu, Antoni; Diccionario de filosofía en CD-ROM, ibid.)
[18] «Tempestad y empuje». Movimiento romántico alemán, que surge en la década de los años
‘70 del siglo XVIII, considerado como uno de los antecedentes del romanticismo alemán
propiamente dicho. El nombre procede del título de una obra escrita en 1776 por Friedrich
Maximilian Klinger (1752-1831), que el romántico August Wilhelm Schlegel (1767-1845),
utilizó para dar nombre al movimiento. (Cfr. Cortés Morató, Jordi y Martínez Riu, Antoni;
Diccionario de filosofía en CD-ROM, ibid.)
[19] La «Ilustración Alemana». Término que se aplica a un conjunto sistemático de ideas
filosóficas y políticas que se extendió por Inglaterra, Francia y Alemania desde mediados del
siglo XVII al XVIII, Se caracteriza por una confianza plena en la razón, la ciencia y la educación,
para mejorar la vida humana, y una visión optimista de la vida, la naturaleza y la historia,
contempladas dentro de una perspectiva de progreso de la humanidad, junto con la difusión de
posturas de tolerancia ética y religiosa y de defensa de la libertad del hombre y de sus derechos
como ciudadano. La importancia de la razón crítica, que es pensar con libertad, y que ha de ser
como la luz de la humanidad, se deja ver en la misma raíz de las palabras con que, en los distintos
idiomas, se significa este período: «Siglo de las luces», o «siglo de la razón», «iluminismo» (en
Italia), «Enlightenment» (en Inglaterra), o «Aufklärung» (en Alemania). Todo cuanto se oponga,
como rincón oscuro y escondido, a la iluminación de la luz de la razón, es rechazado como
irracional e indigno del hombre ilustrado, como «oscurantismo». Kant, con la frase «Sapere
aude!» (¡atrévete a saber!), expresa acertadamente la labor que cada ser humano ha de ser capaz
de emprender y llevar a cabo por propia iniciativa, una vez alcanzada ya, por historia y por
cultura, la mayoría de edad del hombre. Las ideas ilustradas constituyen el depósito conceptual
sobre el que se funda la manera moderna de pensar. (Cfr. Cortés Morató, Jordi y Martínez Riu,
Antoni; Diccionario de filosofía en CD-ROM, ibid.).
[20] Cassirer; Ernst; Kant-vida y doctrina, ibid., p. 232.
[21] La Popularphilosophie.
[22] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 30.
[23] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 30.
[24] Kant, Prolegómenos a toda metafísica del porvenir (traducción al español de Julián
Beister). Observaciones sobre el sentimiento de lo bello y lo sublime. Crítica del juicio; Editorial
Porrúa, México, 1999, p. 113.
[25] Kant, Prolegómenos a toda metafísica del porvenir. Observaciones sobre el sentimiento de
lo bello y lo sublime. Crítica del juicio; ibid., p. 124.
[26] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 30.
[27] «El objeto indeterminado de una intuición empítica [...]» (Cfr. Kant, Immanuel; Crítica de
la razón pura, ibíd., p. 66).
[28] La estructura de la razón opera con representaciones, contenidos de conciencia (en mí),
referidos a otra cosa (fuera de mí), y de lo cual nos (me) persuadimos (persuado). Un algo
subjetivo del fuero interno del sujeto, y propio del psiquismo, que remite a otro algo objetivo del
fuero externo, y propio de la extensión de la naturaleza.
[29] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 31.
[32] Elementarphilosophie.
[33] Satz de Bewusstseins. El término «conciencia» tiene, por lo menos, dos sentidos. En un
sentido, en el que lo usamos para nuestro trabajo, significa percatación o reconocimiento de algo,
sea de algo exterior, como un objeto, una cualidad, una situación, o de algo interior, como las
modificaciones experimentadas por el propio yo. En otro sentido significa conocimiento del bien
y del mal. El segundo de los sentidos se expresa más propiamente por medio de la expresión
«conciencia mora». En el primero de los sentidos, en algunos idiomas, se emplean términos
distintos para los dos sentidos mencionados, por ejemplo, respectivamente, Bewusstsein,
Gewissen, en alemán, consciousness, conscience en inglés. El vocablo «conciencia» se deriva del
latín «conscientia», cuyo sentido originario proviene de una traducción de los vocablos griegos
suneidhsij, suneidoj o snaisqhsij. El primero de dichos vocablos fue usado, al
parecer por primera vez, por Crisipo En este sentido puede desdoblarse en otros tres sentidos: (a)
el psicológico, donde la conciencia es la percepción del yo por sí mismo, llamada también –a
veces- apercepción. Aunque puede asimismo hablarse de conciencia de un objeto o de una
situación en general, éstas son concientes en tanto que aparecen como modificaciones del yo
psicológico. Se ha dicho por ello que toda conciencia es en alguna medida autoconciencia y aun
se han identificado ambas; (b) el epistemológico o gnoseológico, donde la conciencia es
primariamente el sujeto del conocimiento, hablándose entonces de la relación conciencia-objeto
conciente como si fuese equivalente a la relación sujeto-objeto; y (c) el metafísico, donde la
conciencia es con frecuencia llamada el Yo. Se trata a veces de una realidad que se supone previa
a toda esfera psicológica o gnoseológica. En el curso de la historia de la filosofía no solamente ha
habido con frecuencia confusiones entre el primero y el segundo de los sentidos, sino también
entre los tres sentidos correspondientes al primero de los sentidos. Lo único que parece común a
estos tres sentidos es el carácter unificante de la conciencia. (Cfr. Ferrater Mora, José;
Diccionario de filosofía, Tomo I (A-D), Editorial Ariel, S. A., Barcelona, España, 1994, p. 620 y
ss.).
[34] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 167.
[35] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 167.
[36] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 168.
[37] Kant, Prolegómenos a toda metafísica del porvenir. Observaciones sobre el sentimiento de
lo bello y lo sublime. Crítica del juicio; ibid., p. 29.
[45] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 170.
[46] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 173.
[47] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 173.
[48] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 174.
[49] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 174.
[50] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 174.
[51] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 176.
[52] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 176.
[53] Kant, Immanuel; Crítica de la razón pura, ibid., p. 41 (B1).
[61] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 181.
[62] Kant, Immanuel; Crítica de la razón pura, ibid., p. 65 (A20, B34).
[63] Kant, Immanuel; Crítica de la razón pura, ibid., p. 65 (A19, B33).
Kant ofrece una serie de argumentos que creará controversias. Vale la pena
resumir lo más importante de cada uno, espacio y tiempo, porque de ellos Kant
pretende derivar, negativamente, el concepto de cosa en sí.
percibir objetos externos. Y entonces no sería absurdo decir que conocemos los
objetos exteriores en sí mismos, aunque tal vez de modo parcial y a través de las
sensaciones.
Por otra parte, si volviéramos al argumento del tiempo, se imponen
similares consideraciones. Considerando que los pasos (1) y (2) de la Exposición
Metafísica del Tiempo son exactamente análogos a los de la Exposición
Metafísica del Espacio, no es preciso que nos detengamos en pormenores.
Como la necesidad que el paso (2) prueba es meramente subjetiva, y la tesis del
paso (1) es fundada por el paso (2), el tiempo podría ser real en sí mismo, y las
cosas, temporales en sí mismas. Aquí también sería posible que el concepto de
tiempo fuese empírico, esto es, abstraído de experiencias, de sensaciones. En ese
caso, como en el del espacio, sería imposible representar objetos sucediéndose
los unos a los otros u ocupando lugares diferentes al mismo tiempo sin
presuponer «a priori» la representación del tiempo. El tiempo vacío sería
representable mediante abstracción de la variación y la representación de la
duración indefinida del espacio. Pero esa presuposición «a priori» sería
resultado de una abstracción reflexiva a partir de experiencias no sería pura. No
sería la condición formal de la posibilidad de los fenómenos, sino una
característica esencial de las propias cosas, que bien podrían ser temporales en
ellas mismas. Con relación al tercer paso (3), se impone la misma consecuencia
que se impuso para el argumento de la Exposición Trascendental del Espacio: si
el tiempo no puede ser una representación necesaria a priori, es decir capaz de
constituir la forma de la intuición, ningún principio apodíctico puede surgir de
él. Ciertos principios aritméticos que Kant relacionaba con la intuición pura del
tiempo (como por ejemplo la serie de los numeros naturales), tanto como
algunos principios de la física, serían necesariamente contingentes. Sólo el
encadenamiento deductivo de las proposiciones de ahí derivadas podría ser
considerado como un conjunto de argumentos válidos necesarios y
universalmente, pero sobre la base de la aceptación de esas premisas y de la
corrección de la cadena inferencial.
En el paso (4), Kant quiere argumentar que el tiempo no es un
concepto discursivo, y para eso también aquí se basa en los pasos (1) y (2). El
argumento diferirá un poco de la versión del paso (3) del argumento del espacio.
Se impone la misma dificultad, tanto acá como allá, porque la fuerza de la
prueba es retirada del paso (2). En efecto, Kant dice, en el paso (4), que el
tiempo no es un concepto discursivo, sino «una forma pura de la intuición
sensible», [75] porque: (a) el tiempo es uno y sus partes son partes de un mismo
yúnico tiempo; y (b) la representación «que sólo puede darse a través de un
objeto único es una intuición» [76] Empero, sólo puede decir eso si es correcto
considerar que el argumento del paso (2), de donde retira la fuerza de la prueba
de que el tiempo es una representación necesaria dada a priori y que constituye
la condición de posibilidad de los fenómenos. Si (2) es correcto, entonces (4)
implica que esa representación es una intuición a priori. Pero como el tiempo
podría ser en sí mismo real y su representación podría ser un concepto empírico,
el paso (2) sólo prueba la necesidad subjetiva de la presuposición del carácter
temporal de las cosas, la cual no basta para garantizar la pretensión de que el
tiempo sea una representación a priori necesaria y una condición de
posibilidad. Suponiendo que el paso (4) fuese correcto, así, probaría que la
representación del tiempo es dada como una intuición, pero esta todavía podría
ser empírica; pues el paso (2) no probó que la necesidad de la prepresentación a
priori del tiempo es objetiva.
De este modo, no sería contradictorio decir que: (a) las cosas son
temporales en sí mismas; (b) el tiempo es real en sí mismo; (c) nuestro concepto
del tiempo es abstraído de intuiciones empíricas de cosas temporales o del
propio tiempo; y (d) nuestra representación inmediata del tiempo es una
intuición empírica, una percepción del carácter temporal de la totalidad de todo
lo que existe y en la cual se basa nuestro concepto de tiempo.
Así, la proposición que dice «tiempos diferentes no son simultáneaos,
sino sucesivos» [77] podría estar fundada en el concepto empírico de tiempo.
Éste, a su vez, se fundaría en la experiencia de intuiciones empíricas que
mostrarían (teriam mostrado) el carácter sucesivo del tiempo en sí mismo y de
las cosas temporales en sí mismas, en oposición al carácter simultáneo de los
lugares que ellas ocupan en el espacio, y de las propias partes del espacio en sí
mismo. Las características de esa proposición no podrían ser derivadas de un
concepto a priori, pero sí de uno empírico. Por tanto, análogamente a lo que
ocurre en el argumento del espacio, si en el paso (1) no basta con decir que
precisamos presuponer el tiempo para percibir cualquier cosa, a fin de probar
que él no es un concepto empírico, pues la presuposición aún podría estar
basada en un concepto empírico oriundo de percepciones de cosas temporales
en sí o del propio tiempo en sí; y sí sería una petición de principios querer
demostrar que X no es un concepto empírico diciendo que X es una
presuposición a priori de Y, Z, o A, pues se trataba precisamente de probar que
X es a priori, esto es que no es empírico; y sin todavía, para probar que el
tiempo no es un concepoto empírico es preciso probar que es una
representación necesaria a priori (2), pero esta prueba falla porque la necesidad
que se muestra en la imposibilidad de representarnos las cosas fuera del tiempo,
y en la posibilidad de representarnos el tiempo vacío de cosas, es meramente
subjetiva y admite una alternativa contraria sin incurrir en contradicción,
entonces tanto el paso (3) como el (4) fracasan. Inclusive el paso (5) del tiempo,
que combina elementos que están presentes en la segunda versión (en la edición
B) de los pasos (3) y (4) del argumento del espacio, también da por tierra. Él
permite probar sólo que el tiempo tiene que ser dado inmediatamente como un
todo ilimitado capaz de ser indefinidamente dividido en momentos temporales,
y que entonces él sólopuede ser dado en una intuición. Pero no puede probar
que esta intuición es pura; sólo puede probar que nuestra representación tiene
que basarse en una intuición empírica de la temporalidad como algo ilimitado.
Podría muy bien basarse en el cambio continuo que experimentan todas las
cosas, o que experimentamos como acaenciendo en todas lac cosas.
Lo mismo cabe decir en relación al argumento de la Exposición
Trascendental, que ven complementar el paso (3) de la Exposición Metafísica:
si el paso (2) fracasa en probar la necesidad a priori de la representación del
tiempo, tanto los axiomas temporales como los conceptos de cambio y
movimiento, bien como sus leyes, pueden ser derivados de la experiencia del
tiempo y no ser universales y necesarios. Análogamente a los principios de la
geometría, deberán ser fundados en la experiencia, y su carácter será inductivo y
probable. Necesario será sólo, tal vez, el carácter de las proposiciones analíticas
que serán derivadas de esos principios y conceptos apoyados en intuiciones
empíricas.
Ahora bien, si fuera así, entonces, Kant no puede probar: (1) que
espacio y tiempo son las formas de la sensibilidad humana, las condiciones de
posibilidad de los fenómenos de la expriencia; ni (2) tampoco que sólo
conocemos fenómenos, porque la distinción entre fenómenos y cosas en sí
carecería de sentido si Kant no probase que espacio y tiempo son las formas
puras de nuestra sensibilidad (y por eso las condicions únicamanete bajo las
cuales podríamos percibir objetos). En ese caso nosotros conoceríamos, aunque
sea parcialmente, las cosas en sí; nosotros conoceríamos, por lo menos, el
espacio-temporal de todas las cosas.
una modificación subjetiva en nosotros, sino que daba la ocasión para que esa
modificación, esa sensación fuese recibida intuitivamente de acuerdo a
coordenadas espacio-temporales. En esos preludios, había ya una serie de
conceptos ambiguos como, por ejemplo «experiencia», «sensación»,
«materia», e «intuición». En el ítem [G] quedó claro que Kant hacía una serie
de afirmaciones cuyas premisas no habían sido demostradas. Definiciones y
anticipaciones cuya relevancia exigía una serie de argumentos adicionales y de
aclaraciones más profundas. En el examen de los mismos fue posible evidenciar
que ellos encubrían problemas, y que los argumentos no eran tan eficientes para
probar lo que se pretendía. De modo que antes mismo de demorarnos en
algunas de la ambigüedades iniciales del punto de partida kantiano, el plan del
Idealismo Trascendental ya se vería comprometido. Los argumentos de la
exposición metafísica, sobre los cuales Kant pretendía extraer como
consecuencia la tesis de la no-espacio-temporalidad y de la incognoscibilidad de
las cosas en sí, permitirán constatar ciertas debilidades. Antes de enfocar las
ambigüedades que se refieren al «hecho» inicial en que los «objetos nos son
dados», hay otros problemas.
En una palabra, si la tesis de la incognoscibilidad (que puede ser
considerada, en sentido lato, como la «traducción» proposicional del aspecto
principal del concepto de cosa en sí) funciona bajo la condición del éxito de los
argumentos que pretenden probar la idealidad del espacio y del tiempo, y estos
fracasan, da por tierra con el Idealismo Trascendental; visto que se torna
inviable la distinción entre los fenómenos y las cosas en sí mismas. Por tanto, si
parásemos por aquí ya habríamos mostrado la contingencia de la tesis kantiana.
Empero, en caso de que lo hiciésemos, perderían la ocasión de entender el
aspecto aporético de esa tesis y de conocer el por qué del otro lado de una
discusión que comenzó en el siglo XVIII, a mitad de camino entre la Aufklärung
y el Idealismo Alemán, y continúa hasta hoy.
Por eso, para tratar el segundo orden de cuestiones que prefiguran el
problema de la cosa en sí haremos de cuenta que el primer orden no existe.
Vamos a a suponer que la exposición metafísica está bien lograda. Así podremos
saber si las objeciones de los contemporáneos de Kant podrían ser respondidas
de algún modo, y hasta qué punto. En caso contrario, podremos cuestionar la
tesis de la incognoscibilidad implicada en la distinción fenómnoes/cosas en sí
bajo otros aspectos, de modo análogo al de Jacobi, al de Schulze y al de otros.
Con eso, ganamos una ventaja que consiste en la posibilidad de mostrarnos que
mismo desconociendo las dificultades anteriormente observadas el concepoto
de cosa en sí es un problema. La primera cuestión que debe ser expuesta es:
¿Cuáles son los argumentos o aclaraciones que Kant ofrece, suponiendo que las
exposiciones metafísicas y trascendental esté bien lograda? Luego de la
Exposición Trascendental del Concepto de Espacio, Kant presenta una serie de
proposiciones, que llama Consecuencias, a manera de conclusión. La primera
«[...] los objetos, como cosas en sí, dan la materia de las intuiciones empíricas
[...]» [86] Sin embargo, ¿se puede decir que son las cosas en sí las que afectan
el ánimo ofreciendo la materia de la intuición? Si las cosas en sí son
incognoscibles, entonces, ¿cómo se puede saber que hay cosas en sí y que estas
realmente nos afectan? ¿Hasta qué punto esto no contradice la tesis de la
incognoscibilidad y hasta qué punto no consiste en aplicar los conceptos puros
del entendimiento fuera de la experiencia? Si consideraramos que la tesis de la
incognoscibilidad de las cosas en sí discurre desde un análisis de las
representaciones del espacio y del tiempo, como una consecuencia de la tesis (de
la aprioricidad) de la idealidad, podremos decir que el concepto de cosas en sí,
es decir, de cosas tal como serían independientemente delas condiciones de
nuestra sensibilidad, es meramente negativa; y en ese caso parece que no
ocasionaría mayores problemas. Primero admitiríamos, en sentido lato, el hecho
de tener intuiciones, y después, por el análisis de las intuiciones llegaríamos a
saber: (a) que su forma es la forma de nuestra sensibilidad, y (b) que fuera de
esta condición no podemos aprender nada. Así, el punto de partida no estaría
comprometido por los resultados posteriores del análisis toda vez que se trataría
de acepciones diferentes.
Empero, cabe recordar que Kant admite que los objetos son dados, y
para tanto es preciso que las cosas en sí nos afectan en alguna medida
provocando sensaciones de cosas en sí mismas que sometemos a las condiciones
de la sensibilidad. Si decimos que ellas nos afectan, nosotros sabemos, es decir
conocemos, por lo menos, que (a) ellas existen, y (b) que ellas son la causa de las
sensaciones. Para afirmar que nos afectan es preciso por tanto saber que nos
afectan; saber que existen y que causan afecciones en nosotros. Si después
decimos que ellas son incognoscibles, porque nuestro conocimiento sólo es
posible dentro de ciertas condiciones subjetivas a priori y no podemos conocer
nada fuera de las mismas, ¿no acabamos, en cierto modo, desdiciendo
precisamente lo que dijimos antes? Es lo que se debe investigar.
Muchos intérpretes, sobre todo dentro del neokantismo, han
intentado minimizar el papel del concepto de cosa en sí o negar directamente
que las cosas en sí afecten nuestro ánimo por hallar insuficiente esa explicación
ofrecida con anterioridad. Pero los primeros parecen ignorar lo esencial de la
tesis de Kant: sin la tesis de la incognoscibilidad no hay Idealismo
Trascendental. Los segundos, como Beck en 1796 y Buchdahl en 1991?, Por
ejemplo, son llevados a explicar las representaciones por las representaciones, lo
que llevaría a Kant a incurrir en circularidad, o al solipsismo ¿Existe, no
obstante, alguna posibilidad de contornar la dificultad?
[86] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 224.
Prauss argumenta que antes de que las «cosas en sí» fueran las
condiciones de los «fenómenos», la expresión «fenómenos» es condición de la
expresión «cosas en sí» Así, la expresión «cosa en sí» no vendría a referirse a las
cosas sustantivamente, sino adverbialmente al modo según las consideramos
cuando decimos que no las conocemos ni podemos conocerlas cuando no son
consideradas como fenómenos. El sentido de la expresión es negativo:
considerar las cosas en sí mismas significa no considerarlas como fenómenos.
De modo que si no distinguimos el sentido trascendental del sentido
empírico podemos confundir el sentido de la expresión «cosa en sí» con su
sentido empírico, lo que nos puede conducir a serias dificultades. Desde el punto
de vista de la Filosofía Trascendental las expresiones «fenómenos» y «cosas en
sí» serían interdependientes: es preciso que las cosas sean consideradas primero
como fenómenos, como cosas empíricas sometidas a las condiciones de la
sensibilidad y del entendimiento, para poder después abstraerlas (separarlas) de
esas condiciones. Los dos modos de consideración serían los dos pasos de una
reflexión sobre un mismo objeto (una cosa empírica) o sobre una misma clase
de entidades (objetos empíricos). Eso significa que ambas expresiones son
indisociables, dado el carácter de dependencia analítica que la expresión «cosa
pero, por otra parte, esa misma voluntad es considerada como algo
perteneciente a una cosa en sí misma y no sometida a dichas leyes, es decir,
como libre, sin que se dé por ello contradicción alguna« [87] Según Prauss,
«esta formulación no refleja con precisión el pensamiento de Kant porque la
conjunción ‘en cuanto’ se aplica para caracterizar ‘algo en cuanto tal’ [esto es,
‘en cuanto objetos de la experiencia»] y por eso no se puede aplicar dos veces
en la misma frase: es imposible considerar las mismas cosas de un lado en
cuanto fenómenos y de otro en cuanto cosas en sí» [88] Toda vez que se aplica
el «en cuanto» con el significado de «en cuanto fenómenos», está vedado
aplicarlo nuevamente al mismo sujeto, so pena de caer en una contradicción,
pues ello equivaldría a considerar al mismo objeto, o a la misma clase de
objetos, en cuanto fenómeno y en cuanto cosa en sí, lo que es absurdo.
Equivaldría a decir que el mismo objeto es considerado como fenómeno y como
no-fenómeno.
Esa contradicción tiende a ser resuelta diciéndose que se trata de dos
objetos distintos correspondiendo a mundos diversos. Aparentemente, la única
manera de solución consiste en asumir una dicotomía entre el mundo sensible y
el mundo inteligible de los nóumenos. Esa dicotomía entre elmundo sensible y
el mundo inteligible acabaría con la contradicción. Al admitir dos especies
diversas de objetos, los sensibles y los inteligibles, empero estos últimos
constituyen precisamente la hipóstasis de cuasi-objetos que estarían detrás de
los fenómenos y para allende la experiencia posible. Así, la formulación negativa
y adverbial [89] de «cosas, consideradas en sí mismas [...] (Dinge, -an sich
selbst betrachtet)» es confundida con la afirmación de ciertas entidades
inteligibles ahora llamadas «cosas en sí [...] (Dinge-an-sich)» [90]
Por otra parte, Prauss refiere que Kant es frecuentemente impreciso y
que intenta resolver el problema echando mano a un artificio que consiste en
repetir la expresión «’cosas’: cosas consideradas en cuanto fenómenos y cosas
consideradas en cuanto cosas en sí» [91] Pero esa redundancia conlleva una
complicación. Además de no poder ser aplicado el «en cuanto» dos veces,
almismo sujeto, en la misma frase, por ser formalmente inaceptable, esta
formulación sugiere un paralelismo objetivamente incorrecto entre ambas
expresiones. Esa repetición induce la idea de que se trata de dos clases de
entidades, sensibles i inteligibles. Considerando que la expresión cosa en sí es
negativa y equivale a «no considerar los objetos en cuanto fenómenos», decir
que las «cosas» deben ser vistas «de un lado en cuanto fenómenos y del otro en
cuanto cosas en sí» equivaldría para Prauss a considerarlas de un lado «en
cuanto fenómenos» y del otro «en cuanto [a] no (son consideradas)
[considerarlas] en cuanto fenómenos» [92]
Quedaría claro que el primer «en cuanto», el mismo que aparece en la
repetición «en cuanto cosas en sí mismas», está usado impropiamente. Si
anulásemos el segundo «en cuanto», tendríamos que considerar las cosas en
cuanto cosas en sí, en cuanto no fenómenos, lo que es contradictorio, en la
medida en que con facilidad «en cuanto no fenómeno» se torna equivalente a
«en cuanto no-fenómeno», que para Prauss es justamente la hipóstasis de una
expresión negativa: «no en cuanto fenómenos». La expresión correcta sería
entonces: considerar las cosas en cuanto fenómenos, de un lado, y de otro en sí
mismas, no en cuanto fenómenos.
Esas aclaraciones mostrarían que Kant jamás habría defendido la
afección trascendental de cosas en sí. Los pasajes que parecen dar para tal
interpretación serían ejemplos de la afección por parte de cosas en sí mismas
solamente si fuesen tomadas literalmente y se deberían a deslices e
improvisaciones en las formulaciones del propio Kant. Por otro lado, los
defensores de la «teoría de la doble afección» estarían equivocados al atribuir a
Kant una afección trascendental y, simultáneamente, una afección empírica,
puesto que Kant solamente habría afirmado la afección empírica. Atribuir una
doble afección a Kant, como lo hacen Adicks y Vaihinger, consiste para Prauss
en una interpretación equivocada que tiene su origen en la confusión entre el
nivel empírico y el nivel no-empírico de la reflexión trascendental. Prauss
reconoce que eso no resuelve la dificultad, porque la afección empírica es, ella
misma, un grave problema. El descubrimiento del problema, ocurre en la época
de Kant, sobre todo en las discusiones que hombres como Jacobi, Schulze,
Reinhold, Maimón y Beck mantuvieron entre sí y con el propio Kant. Pero,
después del Idealismo Alemán, una de las formulaciones más claras de la
problemática fue dada un siglo después por Vaihinger, a quien Prauss pretende
responderle. Según Vaihinger, habríaun trilema: (1) o las cosas en sí son las
causas de la afección (lo que contradice los resultados de la Analítica
Trascendental, porque implica aplicar las categorías de sustancia y causalidad
fuera de la experiencia); (2) o los objetos espaciales, los fenómenos, son las
causas de la afección (lo que lleva a la contradicción de que los mismos
fenómenos, i.é, las representaciones que sólo tenemos sobre la base de la
afección, deben proporcionar precisamente esta afección que los provoca; y (3)
o, entonces, habría una afección doble: una afección trascendental mediante
cosas en sí y una afección empírica mediante fenómenos, incurriéndose,
[92] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 227.
[93] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 230.
[94] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 231.
[95] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 231.
confusión del uso trascendental con el uso empírico de las expresiones. Esto
sucede porque Prauss reconoce de antemano que en gran parte el problema
proviene de las «imprecisiones de Kant» y de la «interpretación errada» que
sugerirán sus contemporáneos. Aunque sea bastante convincente su tesis,
aunque sea bastante convincente que el sentido trascendental del uso kantiano
de la expresión indica «’cosas, consideradas en sí mismas’ (Dinge, -an sich
selbst betrachtet)» [97], no es en igual medida convincente su tesis que
proclama que la interpretación hipostática se deba necesariamente a un
privilegio de la expresión «cosa en sí», pues, aunque esta expresión se observa
en los textos de Kant en el seis por ciento de los casos, no se resuelve mucho
constatando que Kant usaba la expresión «cosas en sí mismas». En efecto, se
puede argumentar, igualmente, que esa expresión también sugiere la hipóstasis.
Diríase que el agregado del término «mismas» a la expresión «cosas en sí»
genera mayor impresión lo que se predica «en sí mismas» de las «cosas» que lo
que predica la expresión «cosa en sí», pues «en sí» es justamente «en sí
mismo». Si Prauss tiene razón cuando dice que la expresión es una abreviatura
de la expresión «cosas, consideradas en sí mismas», entonces el error
consistiría en usar cualquiera de las expresiones abreviadas, como hace Kant en
la mayoría de los casos. La cantidad de pasajes que parecen corroborar tanto la
«teoría de los dos modos de consideración» como la «teoría de los
dosmundos», el fenomenal y el noumenal, tan dispares y opuestas entre sí,
dejan dudas sobre la claridad que Kant podría tener en este sentido. Donde no
sería suficiente decir que la expresión «cosa en sí», se debería a un «pequeño
desliz» de Kant en la formulación del seis por ciento de los casos en que ello
ocurre y que al ser privilegiada por los primeros adversarios y seguidores habría
fomentado el conocido malentendido, visto que Kant, como muestra Prauss, usa
numerosas veces las expresiones «objetos en sí mismos» y «cosas en sí mismas»
sin acompañarlas de los verbos correspondientes, y muchas veces en contextos
que sugieren no solamente una afección empírica, sino también una afección
trascendental.
Con relación al modo como Kant fomentaría la hipóstasis en ciertas
formulaciones del tipo: «en cuanto fenómeno o en cueanto cosa en sí», la
explicación de Prauss tampoco es convincente. Por un lado, aunque la
conjunción «en cuanto» posea varias acepciones en el idioma alemán, es verdad
que sirve para caracterizar cualidades o propiedades de los objetos. Siendo así,
un «objeto» puede tener varias cualidades, y podemos considerar cada una de
ellas por separado: una podría ser su carácter fenoménico con dependencia del
[96] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 232.
[97] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 232.
[98] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 234.
[99] Kant, Immanuel; Crítica de la razón pura, ibid., pp. 87, 279 y 288 (B66, B321, y B336).
[100] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 236.
(e) no consigue mostrar qué objetos empíricos pueden afectar el sujeto no-
empírico (en sí mismo) sin cometer una falacia; ni qué objetos empíricos
(fenómenos) son la causa de la afección –al final, ¿en base a qué los
percibiríamos sin que la necesidad de una afección no-empírica reapareciese,
entrando como la «puerta trasera», a fin de evitarnos la circularidad?
La pregunta que debemos hacer después de salientar esas dificultades
es si la «teoría de los dos aspectos» defendida por Prauss aunque si sustenta; si
la distinción entre el nivel empírico y trascendental de las expresiones
«fenómeno» y «cosa en sí» es suficiente para minar las objeciones y las
dificultades que perfazem el problema de la afección. Antes de responderla,
empero, es preciso traer a la tona otra dificultad que ya referimos. La relevancia
del modo como Prauss explica que la tradición confundió el sentido correcto de
las expresiones con un sentido metafísico que le es foráneo reside en que esa
explicación fundamentaría la corrección de su tesis –que la expresión «cosas en
sí» significa «cosas, consideradas en sí mismas». Por un lado, vimos que para
Prauss la hipóstasis de cosas en sí sería sugerida por el propio Kant y por las
interpretaciones erróneas de contemporáneos e intérptretes en general. Vimos
también que su interpretación en este sentido es por lo menos problemática,
igual que Kant cometa imprecisiones y oscilaciones. Allende eso, Prauss cree que
la hipóstasis de «cosas-en-sí» en cuanto entidades de un mundo no-empírico
aparece erróneamente como la única manera de evitar la contradicción (entre
cosas que serían fenómenos y no-fenómenos al mismo tiempo) sólo si la
distinción entre fenómenos y cosas en sí es interpretada analíticamente. La
defensa que Prauss ensaya para justificar la distinción entre el sentido empírico
y el sentido trascendental de las expresiones en cuestión, consiste no sólo en
decir que las objeciones confunden ambos niveles, sino en mostrar también que
en el sentido trascendental el significado de la expresió «cosa en sí» es
meramente negativo. Se trata de una relación de dependencia entre las
expresiones «cosa en sí» y «fenómeno». Esta última expresión, «fenómeno», es
condición de aquella otra, «cosa en sí», toda vez que sería preciso primero
considerar las cosas como fenómenos para recién después poder considerarlas
negativamente como cosas en sí. La tesis de Prauss consiste en decir que sólo
podemos hablar de cosas en sí, toda vez que ya hemos hablado de fenómenos.
Negativamente porque, en la medida en que al hablar de cosas en sí no se las
considera como fenómenos: son lo que no son fenómenos. Se presente un
primer problema: si las cosas sólopueden ser consideradas en cuanto fenómenos
o en cuanto cosas en sí mismas, la oposición es absoluta. Y si la oposición es
absoluta la dependencia es analítica y no difiere en esencia de aquella que
Prauss tildara como contradictoria. También se presenta un segundo problema:
considerar las cosas en cuanto fenómenos, significa tomarlas -en su relación
inmediata con nosostros- como apariciones. Para que haya apariciones algo
debe aparecer, a menos que aceptemos «la absurda oposición de que habría
fenómeno sin que nada se manifestara» [101] Pero en ese caso es preciso decir
que las cosas en sí son del algún modo condiciones de los fenómenos. Si algo
apareciese, entonces hay aparición. Así, todo uso de la expresión »fenómeno»
presupone, contrariamente a la tesis de Prauss, la afirmación de la existencia de
cosas en sí mismas, no-empíricas, manifestándose como fenómenos.
Fenómenos presuponen cosas en sí que deben ser necesariamente admitidas
como sus «condiciones materiales». Si existen fenómenos objetivos, es preciso
admitir cosas en sí que aparecen para nosotros, que proporcionan la materia de
la intuición, como reconocía Kant frente a Eberhard. [102] Las cosas en sí son
fenómenos en cuanto se someten a las condiciones de la sensibilidad y del
entendimiento. Pero es preciso que existan en sí mismas para que puedan
someterse a esas condiciones. Si considerar las cosas como fenómenos implica la
tesis de no-espacio-temporalidad de las mismas, eso no excluye la necesidad de
admitir condiciones ontológicas de los fenómenos objetivos, cosas en sí mismas.
Ahora, si eso fuera correcto, entonces el sentido trascendental de la distinción
fenómeno/cosa en sí posee una diferencia con el sentido empírico. En este
último tenemos representaciones subjetivas del objeto y el propio objeto
existente fuera de ellas. En lo trascendental, tenemos sólo representaciones
subjetivos y representaciones objetivas. Como el punto de vista empírico reveló
que nuestro acceso a las cosas es franqueado únicamente a través de
repreentaciones, y como las representaciones a veces pueden ser ilusorias, Kant
lo abandona para partir de las representaciones y no preocuparse tanto por el
problema correspondencialista cuanto por el problema coherencialista de la
distinción entre representaciones objetivas y subjetivas. Pero parece que no
puede dejar de presuponer el sentido empírico para garantizar la posibilidad de
esa distinción, toda vez que las representaciones subjetivas como las
representacones objetivas son representaciones tanto como lo son las ilusorias.
Nada permite distinguirlas entre sí satisfactoriamente, a menos que se
presuponga que los objetos dados son reales. El Idealismo Trascendental de
Kant, empero, sólo puede admitir representaciones objetivas. En rigor, no puede
admitir cosas en sí, siquiera desde elpunto de vista empírico, porque eso sería
caer en el dogmatismo que reprueba, en el empirismo que considera los objetos
empíricos como cosas en sí. Por tanto, a juzgar por el resultado hasta el que
llegamos con Prauss, el problema de la afección continía siendo un problema.
Ese problema se desdobla en la dificultad con la que Kant se presenta para
considerar las cosas en sí mismas desde el punto de vista coherencialista de la
Filosofía Trascendental. Aparentemente, la distinción de niveles no resolvería el
problema totalmente. Por lo menos no como ella, la distinción, fue formulada
por Prauss. Queda por examinar si Allison y Buchdahl no obtendrán mejores
resultados.
BUCHDAHL
Gerd Buchdahl sostiene la tesis de que Kant jamás habría dicho que
las cosas en sí nos afectan, sino las representaciones. En consecuencia piensa
que eso no lo conduce a una circularidad, ni al solipsismo. Rejeita la posibilidad
de una causalidad de la cosa en sí (Ts), del fenómeno tomado en el sentido de
objeto empírico (Ta) o del objeto trascendental (To), bien como una «doble
afección». Llamando la atención sobre el hecho de que en A372 Kant se
pronuncia con mucha claridad contra cualquier posición etiológica, es decir
causal, en este sentido, toda vez que la tesis de la incognoscibilidad de las cosas
en sí veta cualquier tentame de dar cuenta de su posibilidad real, Buchdahl apela
a la distinción entre lo empírico y lo trascendental. Según Buchdahl, el
pronunciamiento de Kant hace pensar que esa posición etiológica se funda en
una falsa imagen de su emprendimiento, en una imagen de una pluralidad de
objetos operando sobre otra pluralidad de sujetos, la cual es sugerida por el
«modelo del mundo empírico» y no da cuenta apropiadamente de sus
consideraciones trascendentales. Buchdahl aboga por una versión
fenomenológica, la de Husserl, basada en una interpretación sui generis del
texto kantiano. En base al pasaje citado, el del cuarto paralogismo de la primera
edición, el mismo que Jacobi usara para atacar a Kant, y en algunos pocos
pasajes que parecen afirmar que somos afectados por representaciones,
Buchdahl intenta anular el problema de la afección. Lamentablemente los
pasajes son pocos y la interpretación discutible.
«Buchdahl sustituye la idea de una multiplicidad de cosas en sí
afectando sujetos por la idea de un ‘objeto considerado subsistiendo
enteramente ‘por sí solo’ [...] pero no como un objeto externo. Tenemos un
‘objeto en general’ que debe ser ‘considerado atravesando un número de
‘estagios ontológicos’ diferentes [en verdad metodológicos o epistemógicos], en
el cual ciertos ‘elementos’ en un estagio se muestran ‘correspondientes’
respectivamente a elementos respectivos en otro estagio [...]» [103] Se trata,
en estos estagios, del nivel empírico y del nivel trascendental. En el nivel
trascendental, Buchdahl, siguiendo a Husserl, supone que el objeto no posee
todavía ningún estatus ontológico. Consecuentemente, no se puede dar cuenta
de su posibilidad real como fenómeno o como cosa en sí, toda vez que son
abstraídos del objeto los elementos del conjunto que posibilitan experimentarlo.
En este nivel son abstaídos no solamente las condiciones empíricas, sino
también las condiciones de aplicación del «aparato trascendental» que opera
en la empiria. Este estagio es denominado «reductivo» o «de reducción», y el
[103] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 240.
[104] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 242. Véase
tambié KrV....
[105] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 243. Véase
tambié KrV...
[106] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 243.
[107] Kant, Immanuel; Crítica de la razón pura, ibid., p. 186 (A143/B182).
[108] Kant, Immanuel; Crítica de la razón pura, ibid., p. 186 (A143/B183).
[113] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 244.
[114] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 245.
[115] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 245.
[116] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 245.
[117] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 245.
[118] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 246.
[119] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 246.
[120] Kant, Immanuel; Crítica de la razón pura, ibid., p. 111 (A77/B102).
[121] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 246.
[122] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 247.
[123] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 247
(Correspondencia: Kant a Beck) .
[124] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 247
(Correspondecia: Kant a Beck).
[125] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 247.
[126] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 248.
[127] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 248.
ALLISON
En principio, Allison hace uso de la misma estrategia que Prauss y
que Buchdahl. Sin embargo, la fórmula que emplea es más clara, más concisa y
más convincente. Si Prauss es el más sofisticado de los intérpretes, y Buchdahl
suficientemente ingenioso para negar lo obvio, el carácter etiológico de la
afección; Allison es –tal vez- no solamente convincente, claro y preciso, sino
también sorprendente. Dentro de la teoría de los dos aspectos, casi todos niegan
que Kant pueda haber admitido una afección trascendental sea afirmando en
última instancia la afección empírica, como Prauss, sea ofreciendo algún tipo de
interpretación inmanente, como Buchdahl. Pero Allison admite la afección
trascendental de buen grado, pretendiendo mostrar que las cosas consideradas
en sí mismas nos afectan, en alguna medida, sin violar la tesis de la
incognoscibilidad ni aplicar indebidamente las categorías allende su uso
empírico, allende la experiencia posible. Eso, para Allison, equivale a mostrar
que el concepto de cosa en sí es pasible de un «uso no polémico», de un uso
diferente de aquel hecho por Kant cuando la crítica del realismo trascendental.
En rigor, parece que podríamos dejar de lado su interpretación, visto
que Allison sigue la tesis de Prauss, a quien cita explícitamente: si –como antes
mostramos- la tesis de Prauss es insustentable, se sigue, aparentemente, que la
tesis de Allison, está condenada al fracaso. Sin embargo, Prauss podría haber
fracasado en la fundamentación de la teoría de los dos aspectos sin eliminar la
posibilidad de que ella fuese verdadera. Allison halla, como Prauss, Buchdahl y
otros, que el problema sólo ocurre cuando nos olvidamos de que Kant habla de
fenómenos y de cosas en sí a partir de puntos de vista o de niveles diferentes: (a)
el nivel empírico; y (b) el nivel trascendental. Ese olvido sería típico de una
«imagen-típica» de la filosofía de Kant que no condice con sus intenciones. En
ese sentido es preciso distinguir entre el nivel empírico y el nivel trascendental
de las expresiones «fenómeno» y «cosa en sí», bien como de los términos
«idealidad» y «realidad». Allison se expide análogamente a Prauss; sólo que su
interpretación, aparentemente simple, ofrece una visión que podría ser –como
él pretende- fidelísima a Kant, al menos como se expresa en algunos pasajes:
«Kant distingue entre sentido empírico y sentido trascendental de idealidad y,
por ende, también de realidad» [128] En un sentido general, «idealidad»
significa existir en la mente o depender de ella, en cuanto que «realidad» indica
[128] Allison, Henri E.; El idealismo trascendental de Kant-Una interpretación y defensa, ibid.,
p. 35.
[129] Allison, Henri E.; El idealismo trascendental de Kant-Una interpretación y defensa, ibid.,
p. 35.
[130] Allison, Henri E.; El idealismo trascendental de Kant-Una interpretación y defensa, ibid.,
pp. 35 y 36.
[131] Allison, Henri E.; El idealismo trascendental de Kant-Una interpretación y defensa, ibid.,
p. 36.
[132] Allison, Henri E.; El idealismo trascendental de Kant-Una interpretación y defensa, ibid.,
p. 37.
humano es gobernado por ciertas condiciones, o si ella no implica más que eso.
Strawson, por ejemplo, concordaría con este último aspecto. Igualmente, una
buena parte del Idealismo Alemán concordaría. Allison, naturalmente, no. Pero
sea cual fuere la posición que se tome, si se consideran algunos textos de Kant,
sobre todo BXXVII y BXXVIII, A38/B55 y el pasaje citado por Prauss y Allison
de Los Progresos de la Metafísica desde Leibniz y Wolff, bien como otros de
Opus Postumum, la interpretación de Allison parece ser fiel a Kant en alguna
medida. Empero, aún considerando que lo fuese, de eso no se seguiría
necesariamente que sea suficiente para resolver el problema de la afección.
Parafraseando una observación de Tredelenburg, podríamosdecir: una cosa es lo
que Kant pretendía haber demostrado; otra cosa diferente es lo que se sigue de
sus afirmaciones. Si eso fuera correcto, entonces la interpretación de Allison
podría ser considerada como la mejor de las que examinamos, la más fiel en el
ámbito de la teoría de los dos aspectos. Pero eso debe ser relativizado por la
cantidad de pasajes que no lo atestiguan. No será suficiente para refutar las
objeciones que el Idealismo Alemán, Strawson y otros levantaron contra Kant.
De hecho, contra Prichard, por ejemplo, Allison arguye que sus críticas
presuponen que Kant usaría las expresiones en el sentido empírico, desplazando
o ignorando lo trascendental, y confundiendo el sentido empírico de fenómeno
(estado de conciencia) con lo trascendental (objeto de los sentidos). Decir, que
sólo conocemos fenómenos no significaría decir que sólo conocemos estados de
conciencia, sino, allende eso, objetos sensibles. Entre tanto, es preciso destacar
dos cosas importantes: en primer lugar (a), no basta hacer una distinción entre
estados de conciencia subjetivos y estados de conciencia objetivos y decir que,
desde el punto de vista trascendental, fenómenos son representaciones o
estados de conciencia objetivos porque esta distinción empírica (o sea, no es
hecha desde el punto de vista trascendental) y un oponente «escéptico»
(Prichard, en este caso) siempre podrá argumentar que de eso no se sigue
necesariamente que los fenómenos, en el sentido trascendental, no son meras
ilusiones de estados de conciencia pretendidamente objetivos. Si la distinción
entre lo empírico y lo trascendental implica diferenciar dos prespectivas
reflexivas en la consideración de las cosas, es lícito suponer que lo segundo, lo
trascendental, presupone lo primero, lo empírico. En eso le asiste razón a
Prauss: Kant parte de la experiencia externa, del hecho de que los objetos,
intuiciones de fenómenos externos, son dados como existentes. En el análisis de
las condiciones de posibilidad de este hecho, surge la necesidad de considerar
que los objetos empíricos son fenómenos, porque tenemos acceso a ellos a partir
de representaciones, y tenemos representaciones solamente bajo ciertas
condiciones subjetivas que nunca podríamos atribuir a la estructura ontológica
de los mismos. Si el nivel trascendental presupone el empírico, por lo menos
desde el punto de vista de los openentes que Kant pretende refutar, tenemos un
problema gravísimo entre manos: el segundo modo de consideración del mismo
[133] Allison, Henri E.; El idealismo trascendental de Kant-Una interpretación y defensa, ibid.,
p. 39. Véase también Kant, Immanuel; Crítica de la razón pura, ibid., pp. 26 y 27 (BXXIX) y
Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 252.
[134] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 252.
[135] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 253.
[136] Kant, Immanuel; Crítica de la razón pura, Ediciones Alfaguara S.A., Barcelona, España,
1995, p. (B XIX y BXXVI n.)
se considera la única objeción que Jacobi descarga contra Kant. Sin embargo,
parece que Jacobi descubre un problema que se desdobla en una serie de
objeciones que pueden resumirse en tres instancias íntimamente ligadas. Esto
crearía la apariencia de una única objeción. Estas tres objeciones son las mismas
que después serán retomadas por Schulze, por Maimón, por Fichte, por
Schelling y por Hegel, para citar sólo los autores más importantes, sin obviar a
los contemporáneos como Hamann ( ), Fatt ( ), Schwab ( ), y Eberhard, y a
pensadores posteriores como Schopenhauer (1788-1860) y Nietzsche (1844-
1900). Con el objeto de distinguir claramente esas objeciones y mostrar cómo
cada una deviene de la anterior y cómo se entrelazan entre sí, dividiremos la
exposición en tres pasos, correspondiendo cada uno de ellos a cada una de las
objeciones.
[137] Cfr. Kant, Immanuel; Crítica de la razón pura, ibíd., A 370, A 372, A 373, A 374, A 375,
A 378, A 379, A 380, A 36, A 37, A 37 nota, A 491, A 191, A 125, A 126 y A 127.
[138] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 47.
[139] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 48.
[140] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 48.
[141] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 48.
[145] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 50.
[146] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 51.
[147] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 51.
[148] A pesar de la existencia de importantes diferencias entre las distintas escuelas pirrónicas, a
menudo se usa el término «pirronismo» para designar el escepticismo en general. (Cfr. Cortés
Morató, Jordi y Martínez Riu, Antoni; Diccionario de filosofía en CD-ROM, Empresa Editorial
Herder S.A., Barcelona, España, 1996).
[149] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 53.
[150] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 53.
[151] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 53.
[152] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 55.
[153] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 56.
[ 154] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 57.
[155] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 57.
posible objeción: «dado que cada representación [...] tiene que ser conforme a
su objeto (real o no) [...] inclusive la forma de la representación tiene que
depender de la forma de lo representado y ser determinada por la misma»
[156]
Sólo en las representaciones particulares (con objetos determinados,
no en la representación en general que carece de objeto determinado) «la forma
peculiar de la mera materia [...] tiene que ser determinada por el objeto» y por
eso se debe distinguir la «forma de la materia de cada representación singular
[...] de la forma de la representación». [157] Reinhold argumenta que la forma
de la representación no puede ser conferida por el objeto, sino solamente por el
sujeto, porque la materia no puede aparecer sin la forma de la representación: el
objeto de una representación «consigue que la materia que le corresponde deje
de ser mera materia y asuma la forma de la representación solamente
mediante la representación, en la conciencia». [158] Sólo consigue ser
representación en cuanto es el contenido de una conciencia, representación de
algo para alguien, representación de alguien.
De la inseparabilidad entre materia y forma, Reinhold extrae la
consecuencia de que no se puede representar ningún objeto independiente de la
forma de representación, tal como sería en sí mismo. El objeto sólo puede
aparecer a la conciencia bajo la forma de la conciencia, modificado por la forma
de la representación. Pensar lo contrario, -argumenta Reinhold- supone reforzar
el antiguo preconcepto que provocó la incomprensión casi universal que sufrió
la Crítica.
[156] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância pa]ra a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 58.
[157] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 58.
[158] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 58.
[159] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 59.
[160] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 59.
[161] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 59.
[162] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 59.
[163] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 60.
[164] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 60.
[165] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 61.
[166] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 61.
[167] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 61.
[168] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 62.
[169] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 62.
[170] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 63.
[171] Hipóstasis tiene en la actualidad un sentido metafórico y hasta peyorativo, sobre todo en su
derivado «hipostasiar», en el sentido de dar personalidad o sustancialidad a algo que sólo puede
tenerla en sentido impropio. (Cfr. Cortés Morató, Jordi y Martínez Riu, Antoni; Diccionario
de filosofía en CD-ROM, Empresa Editorial Herder S.A., Barcelona, España, 1996).
[172] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 63.
[173], entonces nos queda claro por qué toda la filosofía posterior del Idealismo
Alemán intentará en cierto modo, «suprimir» la cosa en sí, tal como lo
intentaron Fichte, Maimón, Schulze, Beck, Schelling, y Hegel. Porque, además
de oscilar entre el solipsismo y el problema de la afección, toda tentativa de
hablar de cosas en sí es considerada por el propio Reinhold como una materia
sometida a la forma, una representación que contradice su intento de decir lo-
que-no-es-representación.
El mismo problema va a aparecer bajo las más variadas formas. A
renglon seguido, Reinhold va a afirmar que no se ocupó del sujeto y del objeto
en particular, determinado, porque «es imposible cualquier representación de
lo que sean en sí mismos» [174] El sujeto representante en sí e independiente
de la forma de la representación, es una X, una incógnita para sí mismo.
Aparece en la conciencia como distinto de su propia representación, que sólo se
puede representar como algo desconocido, como un sujeto trascendental
desprovisto de todos los predicados de la representación. Dicho esto, empero,
afirma un predicado, del cual cabe preguntar si es fenoménico o si es en sí: «sólo
el predicado fundamental de este sujeto que en sí no es representable, es objeto
de nuestra investigación, esto es, la facultad representativa» [175] La
ambigüedad de la formulación manifiesta por sí sólo la dificultad a que nos
referimos: si es un predicado, debe ser representable; si no es representable, no
puede ser un predicado. Reinhold tiene conciencia del problema. Ello queda
claro por lo que dice a continuación. Pero el problema se agudiza cuando
Reinhold afirma que a los predicados representables corresponde una materia
en la representación que «pertenece, con certeza, a la cosa en sí» [176] El
mismo problema había aparecido antes; la cosa en sí y sus cualidades «no sólo
no son nada imposible, sino algo indispensable a la mera representación»
[177] Esto parece evidente, pero es totalmente incongruente con el concepto de
cosas en sí incognoscibles, a las cuales ningún predicado puede serles atribuido.
Reinhold piensa, no tanto que esta diferencia se funda en la conciencia (entre el
sujeto y el objeto, lo subjetivo y lo objetivo) y que no implica ni solipsismo ni
compromiso con el problema de Jacobi. Antes, bien le parece que se pueden
resolver todos los equívocos habidos hasta ahora en base a la distinción entre el
concepto correcto y el concepto incorrecto de la cosa en sí. Entretanto considera
que la demostración de la imposibilidad de representar la cosa en sí sólo podrá
[173] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 64.
[174] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 64.
[175] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 64.
[176] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 64.
[177] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 64.
[178] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 64.
[179] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 64.
[180] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 65.
[181] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 65.
[182] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 65.
[183] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 65.
[184] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 78.
problema más general del concepto de cosa en sí. En las primeras páginas,
Maimón niega la posibilidad de una psichologia rationalis. Hecho esto, se
expide sobre el problema de la cosa en sí desde el estatuto de la subjetividad,
que parece poder ser abordado desde varias perspectivas: (a) desde la
perspectiva materialista, (b) desde la perspectiva idealista, y (c) desde la
perspectiva dualista.
En el primer caso (a) desde la perspectiva materialista, todos deben
admitir, si quieren comprenderse a sí mismos, la diferencia existente entre
percepciones internas temporales y percepciones externas espaciales. Sea
bienvenido que bajo este enfoque tenga que admitirse que el «sustrato», el
«objeto trascendental» de las percepciones externas espaciales, es lo mismo que
está en la base de las percepciones internas temporales. Lo que existe realmente
en sí, fuera de nuestras representaciones, es múltiple, y nuestras
representaciones son sus modificaciones que «se refieren al mismo como
predicados a su sujeto». [185] Sin él, sin el sustrato, sin el objeto
trascendental, no podrían existir nuestras percepciones, y sería imposible
imponer la unidad de la conciencia a todas ellas, a todas nuestras percepciones.
Si nuestras representaciones y nosotros mismos no existiésemos, la existencia
de este algo todavía permanecería como materia, y «consecuentemente nada
existe [existiría] en sí, excepto la materia». [186]
El (a) materialista absolutiza así la materia como dado externo. Pero
(b) el idealista, por otra parte, dirá que ese múltiple no puede existir sonzinho en
cuanto tal, porque él sólo puede ser una aprehensión de unidades que existen
fuera de nosotros, y porque esas unidades sólo pueden ser pensadas en analogía
con nosotros mismos. Las representaciones son, entonces, nuestros
pensamientos «confusos» de las relaciones entre las cosas, Con eso parece que
no se niega la materia, pero se la relativiza, se niega su existencia independiente
y no el hecho de haber materia.
La perspectiva (c), dualista, contrapone la tesis de que las
percepciones internas y externas son muy heterogéneas entre sí como para
tomarlas como grados o modificaciones del mismo ente. Habría entonces un
objeto trascendental, fuera de la representación, que sería diferente del objeto
trascendental en la representación interna. «Si no existiese materia no
podríamos tener representaciones de cosas en el espacio, pero podría existir
precisamente por eso la facultad de representación [...], y si esta no existiese no
podría por eso existir materia (su objeto trascendental)». [187] Maimón
[185] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 78.
[186] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 78.
[187] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 79.
[188] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 79.
[189] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 80.
[190] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 80.
[191] Nótese la disidencia con Kant, que jamás admitiría algo semejante: lo que en la
representación corresponde al objeto es una idea del entendimiento, un concepto límite por el cual
podemos aumentar sucesiva e infinitamente una serie de puntos para, por ejemplo, trazar una
línea en la intuición o representarnos un objeto. Esto es evidentemente pensado con base en la
Analítica de los Principios.
[192] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 81.
[193] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 82.
[194] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 83.
[195] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 83.
[196] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 85.
[197] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 85.
[198] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 85.
[199] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 85.
[200] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 86.
[201] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 86.
[202] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 86.
[203] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 86.
con algo exterior a ellas, en esa medida, según ella, la suposición [...]de una
realidad en algunas de nuestras representaciones es una mera fantasía[...]»
[204]
[204] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 87.
[205] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 87.
[206] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 87.
[207] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 88.
[208] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 88.
[209] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 88.
[210] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 89.
[211] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 89.
[212] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 89.
[213] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 89.
[214] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 90.
[215] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 91.
[216] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., pp. 92 y 93.
[217] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., pp. 93 y 94.
Beck, por su lado, a pesar de las sugerencias de Kant, vuelve a tocar el asunto en
otra carta. Con increíble tacto retoma nuevamente el problema de la relación
entre intuición y objeto: «Pienso que en la Estética Trascendental no se podría
explicar la intuición a través de la representación que se refiere
inmediatamente a un objeto, y que surge en cuanto el objeto afecta el espíritu.
Pues sólo en la Analítica Trascendental puede mostrarse cómo alcanzamos
representaciones objetivas. La intuición pura ya prohíbe cualquier explicación
por sí sola (...) La intuición es una representación completamente determinada
[...] con relación a un múltiple dado» [218] Beck agrega «que los objetos del
mundo sensible deben ser subordinados a los principios de la facultad
trascendental del juicio [...]», o sea, a los principios que rigen el esquematismo.
Los objetos de la intuición son sólo objetos propiamente dichos «en la medida
en que su intuición es pensada en cuanto sometida a la unidad sintética del
esquema» [219] Pero esta vez Beck cambia el eje de la discusión a favor del
ámbito de los principios, intentando dejar de lado la tesis de la afección. Se
refiere a las Analogías como aquello que posibilita pensar y construir a priori la
objetividad, lo que no deja de ser cierto, pero contribuye poco en el problema de
la afección.
Kant responderá generosamente en su carta del tres de julio de 1792.
Después de concordar con Beck en la diferencia entre juicio y concepto,
considerando la diferente ligazón de las representaciones en ambos, y
sustentando que sólo la determinación que el espíritu efectúa en el acto de
juzgar es objetiva, Kant se refiere al problema relevado por Beck. Formula
explícitamente una reserva contra la interpretación inmanentista de Beck, o
contra una probable consecuencia que los escépticos podrían extraer de su
actitud: «Acerca de lo que el Sr. dice en su definición de intuición, que ella sería
una representación completamente determinada en relación a un múltiple
dado, nada habría contra ella sino recordar que aquí la determinación
completa tendría que ser entendida objetivamente [...], no como si estuviese
situada en el sujeto (porque nos resulta imposible conocer todas las
determinaciones del objeto de una intuición empírica) [...], pues entonces la
definición no diría nada sino que ella es la representación del particular [...]
dado. Toda vez que no nos puede ser dado ningún compuesto como tal, pero
tenemos siempre que hacer nosotros mismos la composición del múltiple dado,
no obstante la composición en cuanto conforme al objeto no pueda ser
arbitraria, por tanto, es para bien que el compuesto no tenga que ser dado a
[218] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 95.
[219] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 95.
priori, por lo menos la forma, únicamente según la cual lo múltiple dado puede
ser compuesto [debe ser dada a priori] [...]» [220]
Lo que Kant reprueba en Beck podría reprobarlo en Maimón también.
Comprender la intuición a partir del principio de la determinación corre el
riesgo de caer en el subjetivismo, en el solipsismo que Jacobi, Feder, Garve y
otros veían en la tesis de Kant. La determinación completa debe ser entendida
aquí de modo objetivo (!) Pero ¿qué significa eso, sino que para bien nos resulte
imposible conocer todas las determinaciones de un objeto de la intuición,
debemos considerarlas como dadas en el objeto que afecta nuestros sentidos, del
mismo modo que consideramos la síntesis como dada a priori? Claro. Si la
definición fuese entendida subjetivamente, la definición diría que es
representación de un particular, de un singular, y los escépticos siempre podrían
cuestionar el contenido de ella. El compuesto no puede ser dado como
compuesto, pero puede ser producido por el sujeto a partir de algo
necesariamente dado empíricamente. Sólo la forma del compuesto puede ser
dada a priori, independientemente de la experiencia empírica.
Lo que queda claro es que Kant recusa la tendencia a explicar lo dado
sólo por vía de la Analítica de los Principios (pensamos aquí en las Analogías y
en las Anticipaciones) como respuesta a las objeciones de Jacobi y de otros.
Existe algo que debe ser dado a priori, independientemente de la experiencia
empírica, pero hay también algo que debe ser dado irremisiblemente a
posteriori, con el concurso de la experiencia empírica. Aquí encontramos un
Kant más próximo a Reinhold que a Beck o a Maimón.
Hay otra carta interesante que merece ser citada. En ella, además de
explicar al propio Kant en qué consiste su «único punto de vista posible», ofrece
un breve panorama de la discusión acerca del estatuto de las cosas en sí. El tema
de la carta centraliza el postulado de la representación («atribución originaria»,
como se expresa en la carta), y apunta que todos los problemas, las objeciones y
las incomprensiones, sólo pueden ser comprendidas a partir de este punto de
vista, inclusive aquello de saber «qué es exactamente lo que nos afecta, si la
cosa en sí, o si sólo una idea trascendental es visada con esto, o si no sería el
propio objeto de la intuición empírica, el fenómeno [...]» [221] Beck considera
que no se entiende la Crítica cuando se instala esta cuestión. Ni los propios
amigos de la Crítica la comprenden -según Beck-, pues si la comprendiesen no
tendrían dudas acerca de lo que sea el objeto que produce la sensación y dónde
debe ser colocado.
[220] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 96.
[221] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 97.
[222] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 98.
[223] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 98.
[224] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 98.
[225] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., pp. 98 y 99.
[226] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 99.
[227] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 107.
[228] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 107.
[229] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 108.
[230] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 109.
[231] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 110.
[232] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 110.
activo del yo puro, cuya síntesis pura produce a un mismo tiempo la génesis del
objeto y la posibilidad de obrar sobre él. Ese es el núcleo de la filosofía en esta
época.
Por eso se torna realmente difícil establecer una separación entre la
construcción de la Doctrina de la Ciencia y la polémica de la cosa en sí. Si esta
última no puede ser considerada como la única preocupación de Fichte en estos
primeros años de elaboración de su sistema, es por lo menos comprensible que
esté íntimamente ligada a él y que no se pueda comprender y explicar
correctamente estos primeros pasos de Fichte sin tener noticia de la polémica
que permeia toda su problemática: la necesidad de reconducir la Filosofía
Crítica de Kant a un sistema cuyo fundamento fuera absoluto y estuviese libre
de las objeciones escépticas, sobretodo de aquellas argüidas contra el concepto
de cosa en sí.
Del mismo modo, el dogmático no puede aceptar la tesis idealista, porque para
él es justamente lo que ha sido puesto en cuestión: probar que la experiencia no
es provocada por cosas en sí. En cuanto el idealista hace bien visible la libertad
de determinarse a pensar esto o aquello, y a producirlo en el acto de pensar,
pudiendo así explicar el fundamento de la experiencia y transformando el
pensamiento de la cosa en sí en una quimera, una invención, el dogmático parte
del hecho de que la experiencia es ocasionada por la afección de cosas en sí y
considera una ilusión la afirmación de la libertad a partir de la mera conciencia
de la producción de las representaciones. Cada uno de ellos –dice Fichte- refuta
el principio del otro, siempre que le sea concedido su presupuesto fundamental.
Si la cosa en sí afectante es el punto en cuestión para el idealista y, en cambio, al
invocar la cosa en sí, el dogmático incurre en una petición de principios,
entonces para el propio dogmático la afirmación de la libertad de la conciencia
en la producción de sus objetos y la negación de las cosas en sí constituyen la
petición de principios del idealista. Por eso dice Fichte que todo dogmático
consecuente es un fatalista. La decisión por uno u otro sistema es siempre una
decisión práctica que implica saber si se prefiere (a) sacrificar la independencia
de las cosas al yo, o bien (b) sacrificar la independencia del yo a las cosas. El
filósofo –según Fichte-, constata que (a) «tiene que presentarse como libre»
[233], y (b) que las cosas determinadas existen fuera de él a través de la
conciencia que él tiene de ellas. No se trata de negar una u otra cosa, sino de
escoger lo que viene primero, si el yo o las cosas. La decisión por el dogmatismo
o por el idealismo no depende de la razón sino de la libertad, y está determinada
por el interés. Entretanto, el idealismo posee la ventaja de partir de la conciencia
y de poder mostrar en ella su principio en la inteligencia que actúa libremente al
determinarse a pensar su objeto de acuerdo con las leyes que ella se prescribe a
sí misma. El idealista encuentra en la conciencia una serie doble que incluye (a)
el ser que él se representa, y (b) el mismo en cuanto ve su representación, al
tiempo que el dogmático sólo ve la serie de las cosas, no se ve a sí mismo viendo
estas cosas. Por eso, para él, la inteligencia y las cosas se encuentran en dos
mundos totalmente opuestos. Por eso no puede explicar el pasaje del ser al
representar; porque parte dogmáticamente del ser sin percibir que este ser ya es
un pensar, ya es un ser pensado y producido en parte por la inteligencia. Porque
ignora ambas series del ser y del ver, del real y del ideal que se presentan a la
conciencia.
Todo depende de una cuestión en última instancia «práctica»: si se
considera que nuestra inteligencia opera de modo activo o pasivo. Fichte la
considera como una actividad, como una producción que no depende de la
acción recíproca de ningún agente externo, como un obrar primero y supremo.
Y enhorabuena será un postulado en face (rostro?) del dogmatismo, constituye
[233] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
[235] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 113.
[236] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 113.
[237] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., pp. 113 y 114.
[238] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 114.
[239] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 114.
[240] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 115.
[241] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 116.
dirá Fichte-, que había censurado a Kant por haber pensado que el punto de
vista trascendental se afirmaba en el lugar de la vida. Lo que los dogmáticos no
ven es que no sólo no tiene sentido sino que tampoco es posible hablar de cosas
en sí independientes de nosotros. No es posible siquiera pensarlo sin haber
generado su posibilidad mediante la actividad del yo, sin fazer con que el mero
acto de nombrarlas o concebirlas las transforme en algo dependiente de nuestra
actividad. La cosa en sí, como nóumeno llamaba la atención precisamente por
este punto: es necesario pensarse un fundamento objetivo para los fenómenos, y
este pensamiento surge necesariamente en el seno de un yo cuya esencia es
finita. Pero es absurdo hablar de cosas en sí diferentes de la idea que nos
hacemos necesariamente de ellas, mediante una proyección de la imaginación
que tiene su origen en la autoafección del yo, porque al ser objeto de discurso o
de pensamiento ya no son más cosas en sí mismas independientes de la
subjetividad.
Esta es la que se podría llamar la objeción de Fichte, que será
retomada más tarde por Hegel. No se trata de una mera reformulación de
alguna de las tres objeciones de Jacobi, de la primera, sino de asumir la
sugerencia de Jacobi: el idealismo trascendental debe olvidar la afirmación de
que somos afectados por objetos externos (que en última instancia serían cosas
en sí) y admitir el idealismo más radical que jamás haya sido defendido.
La objeción que cabe hacer a Fichte es en qué medida no se cae en el
solipsismo, si todo debe ser generado por el yo. Esa es una consecuencia
evidente que ya se aventura desde Jacobi y prepassa todos los pensadores que
participan de la polémica de una manera o de otra. Pero todavía hay otra
objeción que ya fuera hecha antes a Reinhold, y que Fichte no considera a no ser
en parte: si no se puede hablar de cosas en sí porque ellas son absurdas,
entonces tampoco se puede decir que ellas son nóumenos o cosas meramente
pensadas, y por tanto tampoco se puede hablar más de fenómenos, en el sentido
kantiano. Porque hablar de algo que es absurdo es vano; o entonces conduce al
absurdo revelado por las objeciones de Jacobi. En ese sentido es que se debe
entender la alegación posterior de Hegel, al asumir un punto de vista que se
pretende conocimiento absoluto y está libre de las objeciones envueltas en la
idea de un pensar finito que no conoce cosas en sí. Esta consecuencia, como es
sabido, no está libre de otras objeciones tanto o más grave que las de Jacobi.
[242] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 117.
[243] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., pp. 118 y 119.
[244] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 119.
[245] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 120.
[246] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 121.
[247] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 121.
[248] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 121.
[249] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 121.
[250] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 121.
[251] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., pp. 121 y 122.
[252] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 122.
[253] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 122.
[254] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 122.
los pasajes (A) y (B). (C) y (D), en cambio, son un complemento. (C) elucida el
problema retomando contra el dogmatismo un principio de argumentación que
ya Reinhold utilizara en su Nueva teoría de la facultad de representación
humana: todo el problema reside en partir de la escisión entre concepto y cosa,
entre representación y objeto, porque la copia nunca puede ser perfecta. (D)
sentencia la producción del objeto mediante una actividad que en el final de la
cita (C) era apuntada como el ejercicio de la libertad de la autoconciencia. En
cuanto a la relación entre imaginación trascendental y libertad, es difícil no ver
en estos pasajes el eco fichteano del Fundamento de la doctrina total de la
ciencia.
Los pasajes siguientes (E), (F), y (G) son extremadamente
interesantes. Todos parten de la caracterización del dogmatismo como la
suposición de la afección de objetos externos. (F) es una atribución de
responsabilidad a los dogmáticos por la proliferación de objeciones escépticas.
Desde el punto de vista histórico procede, pues, una de las cosas que motivó los
ataques escépticos en la antigüedad. Fue la teoría estoica de las impresiones.
Bien como en la modernidad, en la cual –según Kant- la pretensión dogmática
de un conocimiento de las cosas en sí mismas, sin un previo examen de nuestra
capacidad en tal emprendimiento, acabó por ocasionar las objeciones escépticas
conocidas. En cuanto a (E), es la que más nos interesa porque es una objeción: la
tesis de la afección de objetos externos (cosas en sí, en última instancia, que son
la ocasión de la materia de nuestras representaciones), es falsa porque supone la
admisión de dos series temporales paralelas y diferentes, una sensible y una
inteligible, lo que es simplemente absurdo –nótese como aquí repercuten los
textos de Fichte de la misma época, sobretodo la Segunda introducción a la
doctrina de la ciencia. Si el tiempo es el ámbito donde fluctúan y transcurren los
objetos de la experiencia en cuanto fenómenos, ¿cuál es la temporalidad de su
substrato? Nos sentimos tentados a decir la eternidad de un mundo inteligible
que escapa a nuestra finitud. Pero esto no puede ser dicho, muy embora quizá –
todavía no podemos afirmarlo- esté oscuramente sub-puesto en la idea de un
concepto de cosa en sí, aunque negativa. En el contexto, Schelling no parece
referirse a Kant. Hay quien piensa que Schelling se refiere a Kant en páginas
siguientes, donde se discute la misma problemática. No nos parece que sea así.
Schelling defiende en todos estos pasajes a Kant y Fichte, como se puede
constatar con una breve pero atenta lectura. El pasaje (G), por ejemplo, critica el
concepto de cosa en sí, pero no en Kant, critica la «mala interpretación» de los
kantianos. Si admitir la afección de cosas en sí es absurdo, y si el objeto es un
producto de la actividad originaria de nuestro espíritu, entonces no puede haber
diferencia entre objeto real y objeto representado, toda vez que el «objeto» sólo
puede ser pensado y alcanzar mediante una representación, y representación
supone síntesis a priori; a no ser que la diferencia sea presupuesta bajo la
influencia del realismo dogmático del sentido común. Pero esa presuposición no
solamente conduce al absurdo; también carece de fundamento.
El pasaje (H) aclara cómo Kant, que no era dogmático, había hablado
de «cosas en sí»; en qué medida y por qué. En este punto Schelling alcanza una
comprensión histórica y conceptual del devenir de la filosofía occidental que nos
parece fundamental, la relación entre la tesis griega de que el principio de lo que
debe ser explicado no puede resistir como tal en el objeto de la explicación (que
es el propio sensible), la gran enseñanza que da origen a la metafísica, y al
problema de la cosa en sí.
Si el ser de lo sensible nos espanta y produce espanto por las aporías
que propone, el viejo maestro de Estagira enseñará, bajo el influjo de Platón,
que no es posible explicar ese espanto sin un fundamento. Debe existir un por
qué, y todo empeño del filósofo está en dar cuenta de ese por qué. Así la
tradición nos enseñó que lo sensible no puede ser explicado sino por lo
suprasensible, porque el principio es diferente de lo que en él, con él o a partir
de él comienza. Esa es la gran lección –la grandeza y la miseria- de la metafísica.
Schelling tiene toda la razón. Y más todavía, tiene razón cuando dice que a esto,
a este fundamento pensado como algo no sensible Kant lo llamó «cosas en sí»; a
la necesidad de pensar un fundamento inteligible y al propio fundamento
pensado como principio de toda la realidad sensible. Que esta atribución de un
nombre para un problema trajo nuevos problemas, eso es cosa que la historia de
la filosofía bien revela a los ojos de cualquier mirar. Schelling lo dice. Dice que se
trata de una expresión que como tal es contradictoria. Pero no porque Kant
fuese incapaz de algo mejor, sino antes bien porque está en el destino de toda
expresión la finitud incapaz de reflejar especularmente lo que sólo puede ser
presentido como una idea, como presagio que escapa a la finitud.
La ideay la necesidad paradojal de un fundamento suprasensible para
las represntaciones –así Schelling caracteriza el concepto kantiano de las cosas
en sí. Nos parece que está con la razón- la justificación sólo podremos proveerla
mós adelante.
Hasta el pasaje (I) no nos parece que reine otra comprensión. En el
inicio de (J) también se resume el problema. La filosofía teórica precisa de un
nombre para caracterizar el fundamento suprasensible de las representaciones
sensibles, sobretodo con relación al origen de su materia. Luego, después, es que
Schelling defenderá a Fichte contra Kant. Y tal vez aquí se pueda decir que
Schelling se opone claramente a Kant: Fichte habría llevado a puerto seguro el
primado de la razón práctica, en cuanto Kant, el primero en proclamarlo, lo
dejaría de tal modo oscurecido en su filosofía, que parecía favorecer la idea de
una oposición radical entre actuar y conocer, entre razón práctica y razón
teórica. En esto también Schelling secunda a Fichte. Es enhorabuena que la
tercera Crítica se ocupase de resolver ese problema, y que a pesar de las
una representación que fluctúa en el medio de algo y de nada, esto es, que
siquiera posee el mérito de ser absolutamente nada. Es prácticamente increíble
que una composición tan absurda de cosas, que exactamente privadas de
todas las determinaciones sensibles deben entretanto obrar como cosas
sensibles, haya ocurrido alguna vez a la cabeza de un ser humano. En verdad,
si ya se eliminó todo lo que pertenece a las representaciones de un mundo
objetivo, ¿qué resta que yo pueda comprender? [...] Evidentemente, sólo yo
mismo. Por consiguiente todas las representaciones de un mundo externo
deberían desenvolverse a partir de sí mismo». [255]
Por un lado, queda claro que Schelling se dirige a Kant. La idea de una
cosa en sí es absurda. Pero si recordáramos el argumento de Reinhold, no
quedaría del todo descartado que Schelling lo refuta. Pues Reinhold había
relevado precisamente en el problema de ser un concepto negativo que «no
sería una representación» [256] cuando decía que las cosas en sí no pueden
ser representadas. El argumento de Schelling es un buen argumento contra este
subterfugio aunque pueda ser utilizado contra él mismo: hablar sobre el
problema de la cosa en sí –si esta idea o este concepto son absurdos- supone
hablar de una oscuridad; y contradicción, en la medida en que es preciso que me
represente lo que no puede ser representado.
Por otro lado, el argumento de Schelling ya está de alguna manera en
Fichte, y «remotamente» implicado en las premisas de la crítica de Jacobi. Es
también lo mismo que Hegel retomará después, por ejemplo, en la Wissenschaft
der Logik: si retiramos todas las determinaciones subjetivas no resta nada, a no
ser la idea de algo que yo mismo hipostasío al pensarlo como extrínseco al
pensamiento e independiente de la representación. Esa objeción, entre otras, es
el motivo principal que conduce a una filosofía de la identidad. Tanto a la de
Schelling como, después, a la del propio Hegel. Y es, en esencia, una
reformulación (que, mucho después, retoman Schopenhauer y Nietzsche) de la
primera objeción del mestre Jacobi.
Del resto, otro aspecto importante, digno de mencionar, es que esta
discusión es fundamental para la concepción de la libertad en el joven Schelling.
Por lo menos se puede decir que tal lectura es sugerida por los propios textos.
Los primeros escritos parecen indicar esa preocupación, sino fichteana en
principio. En el mismo texto de la Einleitung, Schelling dice que la filosofía
parte de la separación –es el problema- que los dogmáticos cristalizan, en la
trilla del sentido común. Pero la filosofía, en contrapartida, parte de la
separación para reconciliar el ser y el pensar mediante la libertad. La filosofía,
[255] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., pp. 166 y 167.
[256] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 127.
[257] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 127.
[258] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 128.
en las cosas allende lo que nos representamos en ellas (...) A través de esta
convicción primera y originaria es determinada la tarea primordial de la
filosofía: aclarar cómo las representaciones pueden armonizar absolutamente
con objetos que existen totalmente independientes de las mismas. Pues la
posibilidad de la experiencia reposa en la suposición de que las cosas son
precisamente aquello que nos representamos en ellas; que, por tanto, sin duda
conocemos las cosas como ellas son en sí (pues ¿qué sería la experiencia (...) sin
aquella presuposición de la identidad absoluta del ser y del aparecer (...)»
[259] De ahí en adelante, hay sólo un paso para la inserción de la teleología y de
la subjetividad de la naturaleza. Schelling ha cambiado. Ya no es más el mismo
de los Tratados, y tal vez tampoco el de las Ideas: apelando al «verdadero
sentido del mensaje kantiano» a su «espíritu», acaba por anular la distinción
entre fenómeno y cosa en sí. Ciertamente, Schelling habla de la identidad entre
ser y aparecer, pero ese «aparecer» ya es conocer las cosas como ellas son. En
esa época, Schelling piensa la posibilidad de una filosofía de la naturaleza y
pretende aclarar el problema del fundamento del saber partiendo de la
identidad entre ser y pensar, en oposición, tal vez, a la dualidad supuesta por
Kant y los kantianos, que trajo consigo tantos equívocos con el concepto de las
cosas en sí. Así llega a decir en la Exposición de mi sistema de 1801: «No existe
ningún ser singular o cosa en sí singular. Pues lo único en-sí es la identidad
absoluta. Empero esta sólo existe como totalidad» [260] Y en otro pasaje más
tardío, en la Philosophie der Offenbarung, Schelling recrimina a Kant una
aplicación indebida del principio de causalidad, reeguendo la objeción de Jacobi
retomada por Schulze y otros: «(...) en cada cosa conocida por nosotros hay: (1)
aquello que le provee la facultad de conocimiento [...]; [y] (2) aquello que en
ella [la cosa] permanece independiente de la facultad de conocimiento. Pero
esto es lo desconocido, igual a X de la matemática, desconocido que se presenta
en la impresión, queriéndolo o no, y desconocido que no podemos eliminar.
Empero, como esto que nosotros pensamos necesariamente en relación causal
con la impresión, este X que precede todas las categorías, podría ser
interminable a través de estas, toda vez que, queriéndolo o no, tenemos que
pensarlo como existente, real, y por tanto bajo una categoría; toda vez que no
tenemos ningún otro concepto sino precisamente el del existente, por lo menos
resta este, aunque retiremos todas las otras determinaciones: tiene que ser por
lo menos algo existente. ¿Cómo podría estar desnudo de toda y cualquier
determinación, esto, a lo cual, queriéndolo o no, aplicamos el concepto de
causa? Por consiguiente, hay aquí una contradicción evidente, pues de un lado
[(a)] debe ser aquello desconocido, X, que precede a la aplicación de la
[259] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., pp. 128 y 129.
[260] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 129.
categoría (esto tiene que ser, porque es lo que ocasiona o medeia la aplicación
de la categoría a la impresión sensible), en cuanto que del otro [lado (b)] no
podemos dejar de atribuir [...] a este desconocido una relación con la facultad
de conocimiento, por ejemplo, de determinarlo en cuanto causa de las
impresiones sensibles. Tenemos que aplicar la categoría de lo existente, de la
causa, etc., aquello que de acuerdo con la presuposición está fuera de todas las
categorías, lo que el propio Kant llama cosa en sí, esto es, caracterizado como
cosa anterior y extrínseca a la facultad de conocer» [261]
Notemos que el argumento no es nuevo. Pero es lo contrario de lo que
ocurre en los Tratados de 1796/97: aquí, como se ve con claridad, Kant es
acusado de contradictorio.
[261] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 130.
[G.] «» HEGEL
[262] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 132.
[263] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 132.
[264] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 132.
[265] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 133.
[266] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 133.
[267] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 134.
[268] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 134.
Beck reservan sólo para los dogmáticos: «con relación a las sensaciones y a su
realidad empírica nada más resta sino pensar que la sensación procedería de
las cosas en sí, pues de ellas surge en general la determinación inconcebible de
la conciencia empírica y no pueden ser intuidas ni conocidas. [...] la sensación,
[...] no es a priori, o sea, no se funda en la facultad de conocimiento, para la
cual sólo existen fenómenos [...]. Las cosas en sí y las sensaciones carecen de
determinación objetiva; su determinación objetiva es su unidad, pero esta
unidad es solamente la conciencia de sí de un sujeto que tiene experiencia»
[269]
Por un lado, Hegel está sugiriendo abiertamente que, para esta
postura, la realidad empírica de la sensación (lo que la distinguiría de una
ilusión o de un sueño) está dada por las cosas en sí. Pero, por otro lado, esta
determinación de la conciencia empírica, este hecho de que existen cosas que en
sí mismas provocan mis sensaciones es al mismo tiempo inconcebible porque no
podemos conocer objetivamente estas cosas. En la imposibilidad de concebir
cómo lo que no puedo conocer provoca sensaciones en mí –parece decir Hegel-
visto que no se somete por definición a las formas de la sensibilidad, ni a las del
entendimiento, y por tanto no es, ni puede ser, un fenómeno, lo único que puedo
hacer es apelar a la subjetividad de mi sensación: la conciencia empírica no me
permite negar estas cosas sui generis que me afectan. Si no entiendo cómo
ocurre esto, debo por lo menos «creer» que mis sensaciones tienen su
fundamento en esas cosas. Pero esto es absolutamente subjetivo, contingente.
Para que fuesen objetivas debería pensarlas como unidades. Pero si hiciese esto
las reuniría en la conciencia de una experiencia, y esta unidad que les daría sería
también subjetiva, sería la unidad del entendimiento finito. Haría de la
sensación una intuición de objetos pensados bajo la unidad categorial:
fenómenos cognoscibles desde el punto de vista subjetivo de mi entendimiento
finito. Haría una ciencia de la experiencia de la conciencia, comenzando por la
certeza sensible, y culminando por la conciencia desventurada. Sólo que, en ese
periplo, ya estaría trabajando con representaciones y no con cosas en sí: las
cosas en sí que deben estar en la base de mis sensaciones son tan subjetivas
como estas. No obstante, son colocadas como aquello capaz de dar contenido a
las representaciones y substancia a la realidad de la experiencia: son levantadas
como el bastión de la objetividad material de lo empírico. En última instancia,
sólo me resta la «fe práctica».
«La identidad absoluta del sujeto y del objeto pasó a ser [...] una
identidad formal, de tal modo que el idealismo trascendental pasó a ser
idealismo formal, o mejor, este idealismo realmente psicológico» [270] Ese
[269] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 135.
[270] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 135.
[271] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., pp. 135 y 136.
de acuerdo con el cual esta finitud y el fenómeno son en el ser humano algo
absoluto» [272]
Este último punto constituye una de las consecuencias que Hegel
extrae del dualismo kantiano y está ligado al problema de la cosa en sí. El
conocimiento, basado en la oposición entre el sujeto y el objeto, se torna el
conocimiento de un ser racional finito que sólo conoce en la medida en que los
límites de su facultad lo permiten. Por eso, los objetos de conocimiento no
pueden ser considerados cosas en sí mismas. Pero es precisamente este aspecto
subjetivo del conocimiento el que obliga a afirmar la realidad de las cosas como
algo extrínseco e incognoscible.
En el inicio de la Diferencia entre el sistema de Fichte y el de
Schelling, Hegel sostuvo que el dualismo de Kant estaba en la forma de la
exposición, en el presupuesto de la separación absoluta entre finito e infinito. En
esa interpretación formalista de Reinhold y de los kantianos, que contribuyó al
olvido del principio especulativo (de la identidad del sujeto y del objeto) y a la
afirmación incondicional de la finitud del entendimiento y de la universalidad
formal del conocimiento, un ser finito sólo podría conocer: (a) a priori,
determinaciones meramente formales; y (b) a posteriori, sólo la materia de la
experiencia en cuanto sometida a las formas de la intuición y del entendimiento.
La realidad debía entonces ser hipostasiada como una especie de sustancia sui
generis, imposible de ser alcanzada en ella misma, protejada como la «forma
vacía de la contraposición», como una forma que, del ámbito del pensamiento,
desdoblándose, pone uno de sus lados, el objeto, contrapuesto a sí y fuera de sí
misma. La «cosa en sí como la forma vacía de la oposición» [273] indica la
confusión dogmática de poner allende exterior a la conciencia aquello que la
razón construye trascendentalmente en la imaginación trascendental. Una
forma es colocada como si fuese un algo incognoscible existiendo fuera de la
representación ¿Cómo afirmar, empero, esto que es incognoscible sin incurrir en
absurdos? Jacobi, Schulze y Schwab ya habían esgrimido ese problema contra la
tesis de la afección. No se puede hablar de la afección porque ella refiere aquello
que nos estaría vedado, pero no hablar de ella nos lleva al idealismo absoluto.
Hegel va a retomarla a su manera. Aquí, sólo está insinuada, pero en la
Fenomenología del espíritu, Hegel va a reformularla de una manera bastante
peculiar. En la Enciclopedia de las ciencias filosóficas en compendio, de 1817,
reaparecerá con nuevas vestes. Sobre esta variante de la segunda objeción de
Jacobi vamos a detenernos un poco.
[272] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., pp. 136 y 137.
[273] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 137.
[274] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 139.
[275] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 139.
[276] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 139.
[277] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 139.
[278] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 140.
[279] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 140.
[280] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 140.
[281] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao: sua
actualidade e relevância para a compreensao do problema da Filosofia, ibid., p. 142.
[VI] - CONCLUSIONES
[282] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao, ibid., p.
82.
[283] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao, ibid., p.
86.
[284] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao, ibid., p.
86.
[285] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao, ibid., p.
86.
[286] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao, ibid., p.
91.
[287] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao, ibid., p.
107.
como probado lo que Schulze cuestiona: «si las cosas en sí [...] no podrían
haber producido cualesquiera determinaciones en nosotros, podemos muy bien
saber que ellas no producirán las determinaciones que se encuentran
efectivamente en nosotros» [288] Lo que el escéptico dice es que si las cosas
son incognoscibles no se puede saber siquiera si ellas podrían o no haber
producido tales determinaciones en nosotros. Pero Fichte parece no percibir
eso. Agrega que la Filosofía de Kant enseñó que no necesitamos un tránsito del
exterior al interior y que toda la problemática debe comprenderse a partir del
espíritu, de cuyo círculo no podemos salir.
Fichte parece sugerir que las objeciones de Schulze suponen una tesis
dogmática, la idea de que el conocimiento consiste en la conexión entre la
representación y las cosas en sí. Esa es para él la fuente de todas las objeciones
escépticas contra Kant, pues es imposible querer pensar cualquier cosa
absolutamente independiente de la facultad de representación.
La idea de una cosa en sí, en cuanto un no-Yo que no se opone a
ningún Yo, es contradictoria. No se puede pensar lo que es impensable sin el
pensamiento. Empero, esta consecuencia, que Fichte alista contra el Enesidemo
en defensa de Kant, es en verdad algo que en cierta forma el propio Schulze ya
sugería. Fichte parece estar realmente preocupado en discernir la Filosofía
Trascendental de la Dogmática, lo que es imposible sin una posición clara
acerca del concepto de cosa en sí y de las objeciones que le son hechas. El
problema de la fundamentación última y el problema de la cosa en sí aparecen
desde el comienzo entrelazados: es preciso encontrar un principio a partir del
cual la filosofía pueda ser deducida científicamente a fin de que los escépticos no
confundan la posición de Kant, de Reinhold y del propio Fichte con la de los
dogmáticos; a fin de que no digan que la Filosofía Trascendental parte de la
afección de objetos externos que son en sí mismos incognoscibles. Es preciso
caracterizar rigurosamente la novitas kantiana: «La verdadera disputa [...] en
la cual los escépticos combatieran con razón del lado de los dogmáticos, y junto
con ellos, del lado del buen sentido [...] bien podría ser sobre la conexión de
nuestro conocimiento con una cosa en sí; [...] podría ser decidida a través de
una futura Doctrina de la Ciencia, por el hecho de que nuestro conocimiento no
se conecta inmediatamente con las cosas en sí a través del sentimiento [...]; que
[nuestro conocimiento] sin duda representa las cosas meramente como
fenómenos; que ellas son sentidas entretanto como cosas en sí; que sin
sentimiento ninguna representación sería posible; y que entretanto las cosas
en sí son conocidas sólo subjetivamente [...] sólo en la medida en que obren
[288] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao, ibid., p.
108.
[289] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao, ibid., p.
109.
debía haber concedido [...] a los opositores de Kant ([...] en la medida en que
conciernen a las cosas en sí)» [290]
Si atendiéramos esas palabras de Schelling podremos comprender
que la polémica de la cosa en sí estaba en vigor hacia 1795. Pero lo que es más
interesante es el contexto. Es la falta de un fundamento último lo que impide la
filosofía de trillar el curso tranquilo y estable de la cientificidad: Descartes,
Leibniz, Kant, Reinhold, Fichte, y Schelling pertenecen, todos, en este aspecto,
al mismo linaje, diferenciándose entre sí en el modo como van a entender ese
principium. Si Kant hubiese conseguido esclarecer este fundamento, en vez de
ofrecer una mera propedéutica llena de presuposiciones, habría resuelto el
problema de la cosa en sí; no estaría en la inminencia de verse obligado a
conceder a sus opositores una serie de contradicciones: es el mensaje de
Schelling.
En Vom Ich, Schelling intenta mostrar que este principio es el yo
absoluto. ¿Qué es el yo absoluto? No es sin duda el yo empírico condicionado
por los objetos. Tampoco es una cosa en sí, un yo sustancial en sí mismo. El yo
absoluto es libertad, identidad consigo y con su objeto, y toda identidad es
condicionada por él en cuanto él se pone a sí mismo. Podríamos decir que él es
actividad, pues Fichte es aquí el telón de fondo de la discusión. No es un hecho,
ni un fenómeno, ni una cosa en sí. Es, simplemente, la libertad de su
autoposición, tanto desde el lado subjetivo como del lado objetivo, en la forma
de la identidad absoluta que todo condiciona pero no es condicionado por nada.
Si el yo tiene que ser el fundamento, en la medida en que genera el no-yo en sí
mismo al mismo tiempo que engendra el sí propio, entonces él debe contener
«toda la realidad». Una cosa en sí, un fundamento incognoscible para el
conocimiento, independiente de él, es por eso impensable. La cosa en sí sería
algo, un no-yo puesto frente a todo yo; pero eso no es posible porque un no-yo
absoluto no sería producido por el yo absoluto, y todo no-yo es producido por la
libertad del yo. Es imposible pensarse un no-yo absolutamente opuesto al yo,
como quieren los dogmáticos: en esa afirmación hay sólo una mera negación del
yo, la cual carece de realidad. Atribuirle realidad significaría, además de eso,
caer en el reino del empírico y anular la posibilidad de algo en sí mismo: «Si
entonces se denomina cosa en sí al no-yo originaria y simplemente
contrapuesto al yo, eso sólo es conveniente si se entiende por cosa en sí la
negación absoluta de toda y cualquier [...] realidad [...]; si empero se le
atribuye realidad en cuanto no-yo simplemente contrapuesto, esto sólo es
posible mediante una ilusión de la imaginación empírica, que le presta aquella
realidad que solamente le conviene al no-yo en la cualidad de su posición [...]
en el yo»
[290] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao, ibid., p.
117.
[291] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao, ibid., pp.
118 y 119.
[VII] - BIBLIOGRAFÍA
[292] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao, ibid., p.
119.
[293] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao, ibid. , p.
132.
[294] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao, ibid., p.
132.
[295] Bonaccini, Juan Adolfo; Kant e o problema da coisa em si no Idealismo Alemao, ibid., p.
132.
[ 296] . (Cfr. Cortés Morató, Jordi y Martínez Riu, Antoni; Diccionario de filosofía en CD-
ROM, ibid.)