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P rovocación MisionerA

Ernesto Duque

El servicio de la consolación
Por supuesto que hace dos mil años,
por tierras de Galilea, donde Jesús
anunciaba la Buena Nueva del Reino,
no existía la “seguridad social”.
Ya que la sociedad no se hacía
cargo de los enfermos, buscaron una
solución que les evitara cualquier pro-
blema o reclamación por “abandono
de atención”, “negligencia médica”, o
temas parecidos, aunque esas “figu-
ras jurídicas” no estuvieran previstas
en ningún código penal.
Aunque existía un cierto “sistema
de atención sanitaria”, éste estaba
sólo al alcance de los ricos.
Así se determinó que toda enfer-
medad era un castigo de Dios por
algún pecado que había cometido el
enfermo. En el caso de que al enfermo
no se le pudiera encontrar nada malo
que hubiera hecho, la respuesta era
que estaba pagando algún pecado de
sus padres, de sus abuelos, o bis-
abuelos…
O se encontraba algo en sus ante-
pasados o siempre quedaría la som-
bra de la duda. Al igual que hoy, el
sistema siempre encontraba la forma
de buscar algún culpable y lavarse las
manos.

28 MARZO 2009
Con frecuencia pasamos de
forma indiferente, volviendo la
cabeza hacia otro lado, frente a
los hermanos que sufren

Y
hace dos mil años, en tie- cariño por cada uno de sus
rras de Galilea, cuando un hijos, sin ponerse a juzgar
pobre de solemnidad caía su conducta.
enfermo, no tenía posibili- No era partidario de ha-
dad de acudir al médico. cer milagros. No quería que
Normalmente su familia no se con- la gente lo siguiera por su
formaba con tenerlo en casa esperando condición de “curandero”,
su muerte. Cuando el sol empezaba a sino porque estaban dis-
calentar sacaban a los enfermos a la puestos a colaborar en la
plaza del pueblo o a la cuneta de los construcción del Reino has-
caminos. Ahí los tenían hasta la puesta ta dar su vida. Pero ante el
de sol. sufrimiento humano su sen-
sibilidad podía más.
Otra medicina Y recorrió las tierras
No era una forma de desentenderse galileas curando enfermos,
de ellos. Muy al contrario. Intuían que para demostrar que el sufri-
mantenerlos encerrados en casa les miento no era un castigo de
llevaría a un estado depresivo y mori- Dios. Al contrario, la volun-
rían antes. tad del Padre era la salud y
Los sacaban a la plaza porque sa- la felicidad de los hombres.
bían que a lo largo del día posiblemente Por eso se acercó a sus
alguien se pararía a hablar con ellos, y hermanos consolando de
no faltaría quien les diera unas palabras palabra y con hechos.
de consuelo. Aunque la mayoría pasa-
ban indiferentes preocupados por sus Ministerio de la
propios problemas. consolación
Utilizaban la única medicina que es- Ministerio significa servicio. Todos El servicio misionero
taba a su alcance: la “medicina del con- estamos llamados al servicio de la ¡Cuántas veces los misioneros qui-
suelo”. Una medicina más eficaz que consolación. siéramos hacer al menos un milagro de
muchas de las “tradicionales” que se Con frecuencia pasamos de forma los que hizo Jesús! Y chocamos con-
usaban en aquel tiempo. indiferente, volviendo la cabeza hacia tra el duro muro de la realidad que nos
otro lado, frente a los hermanos que hace ver nuestras limitaciones.
Médico del consuelo sufren. Pensamos: ¡bastantes proble- Pero siempre, incluso en las situa-
Cuando uno lee los relatos de los mas tengo yo, como para ocuparme ciones más extremas, podemos ofrecer
evangelios se encuentra con que Jesús de los de los otros! No caemos en la el servicio de la consolación, del estar
se encontraba frecuentemente con en- cuenta de que eso es una forma de cerca del que sufre, de ofrecerle nues-
fermos, en las plazas de los pueblos, en empobrecernos como personas. tra compañía, nuestro tiempo, nuestro
los caminos… Difícilmente podamos hacer mi- interés… No somos súper-héroes, la
Nunca fue indiferente frente a nin- lagros como los de Jesús. Pero, por riqueza más importante que podemos
guno de ellos. A todos se acercó. A to- mal que estemos, todos encerramos ofrecer es la debilidad de nuestra cer-
dos les tomó de la mano, aunque la ley en nuestro interior una gran riqueza: canía… el resto podemos dejarlo en
prohibiera tocarlos porque quedabas la capacidad de consolar, de ejercer manos de Dios.
“impuro”. Para todos tuvo palabras de el servicio de la consolación. Si somos ricos en capacidad de con-
consuelo. Pero cada hombre, mujer o Cuando lo hacemos, hasta nues- solación, habremos ofrecido un servicio
niño que sufría le revolvía las entrañas. tros problemas parecen menos impor- valioso y habremos crecido como per-
Sabía que Dios siente un entrañable tantes. sonas.

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