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E P I S O D I O S

El día feliz

M
ILES y miles de niños y niñas Llegado Juan al uso de la razón, la mamá lo
bendijeron, bendicen y llevó a confesarse. Ella misma lo preparó
bendecirán el 16 de agosto de con esmero para este sacramento.
1815. Todos los domingos y fiestas llevaba a sus
¿Por qué? hijos a la Sta. Misa y Juan, especialmente,
Es el día en que nació el niño Juan Bosco estaba con tanto recogimiento y respeto,
en el pueblecito de “I Becchi”, en Italia. que la gente se quedaba admirada y decía a
Nacía el futuro apóstol de la juventud. Margarita: ¡Qué dichosa es Ud.!, tienen un
Tubo la incomparable suerte de nacer en un hijo que parece un ángel.
hogar verdaderamente cristiano y de tener Esto no quieta que también Juan hiciera, a
una madre como hay pocas, trabajadora, veces, algunas travesuras propias de los
modesta, virtuosa y santa. niños, y especialmente propias de él que era
A pesar de su pobreza y de las continuas todo fuego y vivacidad.
preocupaciones para ganar la vida, ella Un día debió de haber pasado los límites,
enseñaba a sus hijos las oraciones y el pues la mamá lo llamó y él en el acto
horror al pecado. acudió a su llamado.
Tuvo que cargar con el peso de la familia, Margarita le dijo: -Juan, ¿ves tú aquel
pues había quedado viuda precisamente chicote en ese rincón?
cuando mas necesitaba de su esposo, quien -Sí, lo veo, mamá; y al mismo tiempo
moría en la flor de la vida. Tenía sólo 34 retrocedía unos pasos como para ponerse
años y el niño Juan Bosco, dos solamente. alerta por si acaso la mamá lo iba a tomar.
Ella segaba las mieses, las llevaba a la era, - Tómalo tu mismo y tráemelo en el acto.
trillaba y ponía el grano recogido en el -Pero, ¿y qué cosa quiere Ud. Hacer con él?
granero. -Tráemelo y después lo verás.
Alma generosa y dotada de mucha fe, hizo Juan, aunque de mala gana y con la cabeza
el sacrificio doloroso de viudez a dios y en baja fue en busca del chicote y mientras se
El solo puso toda su confianza. lo entregaba le decía:
A la muerte de su esposo quedaba con dos -¡Ah! ya lo entiendo; Ud quiere probarlo
hijos: José de 4 años y Juan de dos. sobre mis espaldas.
Desde luego puso todos sus cuidados en -Claro está, pues tú me obligas a ello.
Juan, tanto más cuanto que había -Perdóneme, mamá, replicó el niño, le
descubierto en él una índole naturalmente prometo que no lo haré más y observaré
buena y un corazón muy inclinado a la mejor conducta.
piedad. Y en verdad siempre estaba muy atento para
Esta madre santa hizo de su hijo un santo. no proporcionara la mamá nuevos
No descuidó medio alguno para librar a sus disgustos.
hijos de malas compañías, y un día en que El Espíritu Santo nos dice: Honra a tu padre
iba a la misa, acompañada por ellos, y no olvides los gemidos de tu madre, ni la
encontró a un mal hablado. No lo puedo ley de tu madre sino tenla amarrada siempre
hacer callar. En el acto deja el camino en tu corazón.
público y toma un sendero estrecho y Es maldito de Dios el que exaspera a su
fangoso a través de los campos. madre.
Cuando se vio sola con sus hijos les dijo:
Sólo Dios sabe cuánto os amo, pero
preferiría veros muertos antes de saber que
algún día os habíais de asemejar a ese
desgraciado y os habíais de manchar los
labios con palabras soeces y malas.
El emprende la carrera hacia ella y una vez
que le estuvo cerca le dijo: -¿Cómo está Ud.
Mamá?
Rompe un vaso de aceite. -Bien, hijo mío, ¿y tú te has portado bien?
Astucia de Juan. -¡Ay! Mamá… mire Ud. esta varilla –y al
mismo tiempo se la entregaba.

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ARGARITA se preocupaba de -¡Oh! Picarillo, ya sospecho que debes
que sus hijos con la virtud haber hecho alguna de las tuyas.
aprendiesen también la limpieza y -Si, mamá, y merezco que usted me
que en toda ocasión se mostrasen seriecitos castigue.
y no ya irreflexivos y descuidados. -¿Qué has hecho?
Por esto, Juan andaba siempre con sus -Subí sobre una silla, toque el vaso de
trajecitos limpios y observaba esmerada aceite, el perdió el equilibrio y se cayó.
limpieza en toda su persona. -¿Y se rompió?
Tenía sólo 8 años. -Sí, mamá, y el aceite se desparramó todo.
La mamá un día salió de casa para ir a un Conozco que he hecho muy mal y merezco
pueblo cercano y hacer algunas pequeñas que Ud. me castigue; por esto le doy esta
compras. varilla.
El niño quedó solo y principió a jugar al Mientras se le entregaba, la miraba
salto, ala pelota y a la carrera alrededor de fijamente con un ademán y al mismo
la mesa. De pronto levanta los ojos y ve allá tiempo jocoso y sonriente para ver qué
sobre una consolita algo que llama la actitud ella tomaba.
atención. Margarita miraba un poco la vara y un poco
Mira y remira aquel objeto y se acerca para al hijo, luego sonriendo y admirada de
tomarlo. No lo alcanza. Entonces toma una aquella infantil astucia, le dijo:
silla, la arrima, sube sobre ella y se apodera -Por supuesto mereces que use yo esta
del objeto. Pero al bajar el brazo, el codo varilla en tus piernas, pues siento mucho el
tropezó con un vaso de aceite que estaba percance; pero como comprendo que ha
más abajo; el recipiente pierde el equilibrio, sido una casualidad, te perdono. Sin
cae al suelo, se rompe y se desparrama todo embargo, para otra vez acuérdate que antes
el líquido. de hacer una cosa debes siempre reflexionar
Al oír el ruido del vaso y al ver todo aquel y prever las consecuencias que puedan
aceite esparcido en el suelo, se afligió sobrevenir. Piensa que el niño que se
mucho y principió a remolerlo con una acostumbra al descuido, a la irreflexión, a la
cuchara. Reunió los pedazos de vidrio, y negligencia, también lo será cuando sea
barrio bien para que la mamá a su vuelta no hombre y esto le acarreará muchos pesares
notara aquel percance. y también manchara su alma con la ofensa
Trabajo con afán; pero ¿cómo quitar la del Señor.
mancha? Menos aún podía hacer Juan aprendió la lección y, al mismo tiempo
desaparecer el olor a aceite del que se había se alegro mucho, pues el asunto había
llenado todo la pieza. Afligido, reflexionó salido como él lo había pensado. Como
un poco y pensó cómo podía hacer para que sabia que la mamá era recta y que odiaba
la mamá no se disgustase por aquel todo lo malo, no quiso tomar por su defensa
desagradable accidente. la mentira, primero por la ofensa a Dios,
En el acto corre a la cerca que rodea su luego porque por la falta de sinceridad la
casa, toma una varilla, le saca la corteza, mamá lo habría castigado severamente.
luego le amarra al alrededor una cinta y la Aborreced, oh niños, la mentira y la doblez,
pone en un rincón. porque el Espíritu Santo dice: La boca que
Llegada la hora en que, más o menos, sabía miente mata a su alma.
que la mamá debía estar de vuelta, toma la
vara, sale de su casa corriendo y allá a lo
lejos del fondo del valle, la ve que vuelve
tranquilamente con un canasto colgado del
brazo.
Se acerca con aire de seriedad, y como
quien piensa hacer un gran negocio les
pregunta:
-¿Quiéren Uds. Venderme un pavo?
Rigidez de Margarita. Los dos se miran con asombro, pues les
Un mal negocio. parecía que aquella era una propicia y
excelente ocasión para ganar dinero.

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ARGARITA acostumbrada a sus
hijos a la mortificación. Por
desayuno les daba un pedazo de
pan y no quería que comiesen fruta a
deshora, aun cuando se hallaba en
abundancia en el campo, ni que tomasen
leche o café en el desayuno.
El colchón de la cama era duro y tieso;
tenía que levantarse temprano, después de
las oraciones, debían entregarse sin demora
al trabajo.
A menudo era necesario levantarse al
llamado de la mamá durante la noche, para
acudir y prestar auxilio a algún enfermo de
las casas cercanas.
-Hijos míos, les decía, acostumbrémonos al
trabajo, a las privaciones, a la mortificación
porque el cuerpo corre de suyo a todo lo
que le halaga. De lo contrario más tarde
seréis unos flojos, quejumbrosos y
enfermizos. La vida es corta y tenemos
poco tiempo para hacer el bien.
Esto explica por qué D. Bosco, cuando era
ya sacerdote, ocupada tan bien y siempre el
tiempo; por qué era insensible al frió, al
calor y como siempre encontrase excelente
la comida, aunque en realidad fuese mala y
desabrida.
Parece que margarita sabía aquella gran
sentencia: Todo lo que puede hacer tu
mano, hazlo luego porque ni obra, ni razón,
ni sabiduría, ni ciencia habrá en ele
sepulcro hacia el cual caminas a toda prisa.
Juan, era pequeño, no podía ayudar a la
mamá en las faenas del campo, pero
procuraba aliviarla cuidando un pequeño
piño de pavos que él conducía al campo, y
que en las tardes encerraba en el gallinero.
Una vez él con su hermano José estaban en
el campo con sus aves a la vista, las que
iban pastando sin recelos y sin miedo,
defendidas con cariño por esos dos
centinelas. El uno tenía 5 años y el otro 7.
Cuando he aquí que pasa muy cerca de
ellos un hombre astuto y malo. Al ver a los
dos inocentes niños con sus lindísimos
pavos, pensó como podría trampearles uno
de los más bonitos.

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