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Universidad pública, mundo editorial y sociedad en América Latina:

Un análisis desde el pensamiento sociológico de José Medina Echavarría1

Robinson Alvarado V.

Kevin Sedeño Guillén

Dentro del pensamiento sociológico de José Medina Echavarría,

desarrollado con especial énfasis en el ámbito latinoamericano de las décadas

del 60 y el 70, tiene un lugar primordial el tema del cambio social y la reflexión

sobre el papel social de la universidad, en sintonía con los aires de renovación

que soplaron de las instituciones universitarias europeas y del Nuevo Mundo a

partir del movimiento de mayo del 68, y con las esperanzas de desarrollo

económico y prosperidad que alentaban a nuestro continente. Sin embargo, la

reflexión de Medina Echavarría que sirve de base teórica al análisis sobre la

universidad en la América Latina de principios del siglo XXI que aquí

emprendemos, es en realidad anterior a estos acontecimientos y puede

considerarse por esto un escrito pionero al respecto; nos referimos al capítulo

titulado “Vida académica y sociedad”, incluido en su libro Presentaciones y

planteos: Papeles de sociología (1953).

El espíritu que predomina en los planteamientos de Medina Echavarría es

de pesimismo ante la atenuación del prestigio de la cultura, derivado de la

1
Este texto es el resultado del desarrollo del taller sobre la obra sociológica de José

Medina Echavarría, orientado en el curso electivo Antecedentes de los Estudios

Culturales en Latinoamérica, impartido por el profesor Jaime Eduardo Jaramillo

Jiménez. Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas, 2007.


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democratización de esta (Medina Echavarría, 1953: 10), lo que lo lleva a

plantear que: “Ante esta nueva situación se abre a la enseñanza superior el

examen de su propia funcionalidad: qué es lo que se propone, para qué educa

y cuáles son los tipos de dirigentes que pretende formar “(19). En este ámbito

describe la existencia de tres soluciones diversas e incluso antagónicas en la

relación Universidad-Sociedad: la solución del aislamiento, la de la universidad

“militante” y la de la “partícipe”.

La clasificación de Medina Echavarría, que parte de la concepción de su

“responsabilidad social” concibe a la universidad aislada como aquella que

“puede desinteresarse de la realidad en torno, volverle la espalda, encerrarse

en sí misma…” (21). La crítica sobre este modelo se resume cuando plantea

que: ”Todos los años se volcarían al teatro del mundo hornadas de seres

angélicos, condenadas a pasar por una reeducación durísima o arrastrar por el

resto de sus días el fracaso y la amargura de un desilusionado y brusco

despertar” (22). Por oposición la universidad “militante” que sería aquella en

que se concibe “la participación en sus luchas internas como una preparación o

aprendizaje para la posterior participación en las luchas nacionales” (23-24) no

es para el autor más que un paso hacia “la aniquilación de la vida universitaria

o al predominio final de la Universidad totalitaria” (24). La universidad

“partícipe” es para Medina Echavarría aquella que participa en la realidad, pero

sólo como universidad: “en el examen riguroso, en el análisis más completo y a

fondo posible, en la perforación crítica sin atenuaciones de cuanta idea,

doctrina o concepción eleve una pretensión de verdad en su mundo

circundante” (25). Su toma de partido por esta última solución se resume

cuando plantea que: “La construcción típico-ideal de esta solución no ofrece


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dificultades; es la que corresponde a la sociedad liberal, la que traduce la

naturaleza misma de la ciencia y en la que adquiere su auténtico sentido la

llamada liberta de cátedra” (26).

En relación con las nociones de cambio social desarrolladas por el autor,

nos interesa destacar aquí su concepción de “integración supranacional” en el

contexto de América Latina, que queda planteado en su libro Consideraciones

sociológicas sobre el desarrollo económico (1964) y que fuera reproducido en

la antología de textos sociológicos propuesta por F. H. Cardoso y F. Weffort,

bajo el título: América Latina: Ensayos de interpretación sociológico-política

(1970). El fenómeno ante el que sitúa Medina Echavarría se ubica en un

entorno en el que:

La contracción de la tierra por obra de la técnica de las

comunicaciones, la aparición de configuraciones políticas de enorme

tamaño, la crisis de los postulados decimonónicos de la idea

nacional, la necesidad, dentro de un mundo que tiende a la

uniformidad, de mantener sin embargo la riqueza y variedad de las

distintas fisonomías culturales, impulsa a los países

latinoamericanos a contemplarse de nuevo como una unidad a fin de

defender sus intereses, de que se oiga su voz y de que se destaque

y valore su propia personalidad (Medina Echavarría, 1970: 243).

Los planteamientos del sociólogo español vendrían a coincidir con el actual

fenómeno de la globalización y con el establecimiento del paradigma

postmoderno, en sus consecuencias sobre las configuraciones culturales de las

naciones y las comunidades culturales en América Latina. No es el objetivo de

este análisis discutir los planteamientos de Medina Echavarría que han sido
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expuestos, sino analizar su operatividad en casos concretos de universidades

públicas latinoamericanas comtemporáneas en relación con sus respectivas

sociedades; así como en el campo cultural, en relación con el papel del sistema

editorial en función de la creación de nuevos canos literarios nacionales y

transnacionales, validados por y para el mercado de los productos culturales

globalizados.

Universidad y sociedad en América Latina: Los casos de la Universidad


de Oriente (Santiago de Cuba) y la Universidad Distrital “Francisco
José de Caldas” (Bogotá, Colombia)

A fin de comprender el alcance de los planteamientos de Medina Echavarría

sobre las soluciones en la relación Universidad-Sociedad, analizaremos

concretamente los casos de dos universidades públicas, pertenecientes a dos

paradigmas de sociedades distintos: la sociedad postcomunista tras el

derrumbe del sistema socialista mundial (Cuba) y la sociedad liberal tras la

crisis del Estado benefactor (Colombia).

La Universidad de Oriente: de la militancia a la exclusión

Tras el establecimiento en Cuba a partir de 1959 de una denominada

“dictadura del proletariado” de corte marxista-leninista, la educación en todos

sus niveles se convierte en patrimonio y responsabilidad del Estado socialista,

y en derecho masivo defendido constitucionalmente. Sin embargo, al ser la

educación superior campo privilegiado del debate ideológico y de las luchas

políticas, en las condiciones del desarrollo social en la Cuba de los 90 y tras la

caída del muro de Berlín y la desintegración del sistema socialista mundial

liderado por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), la

universidad cubana refuerza su papel ideológico, reforzando su lema “La


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Universidad es para los revolucionarios” y visualizando la crisis del paradigma

del libre y masivo acceso ante el predominio del papel político, reproductor de

la ideología dominante del Estado vs. el papel de la educación en el libre

desarrollo de la personalidad.

La Universidad de Oriente, fundada en el período 1947-48 -bajo el auspicio

de la Constitución de 1940, considerada la más progresista de las

constituciones cubanas-, en la ciudad de Santiago de Cuba -“heroica ayer,

hospitalaria hoy, rebelde siempre”, única con el título de Ciudad Héroe de la

República de Cuba, al mejor estilo de la Rusia estalinista-, segunda universidad

creada y una de las más importantes del país expresa como su misión la de:

Preservar, promover y desarrollar la cultura, patentizando nuestra

condición de universidad cincuentenaria, a través de la constante

búsqueda de la excelencia en la formación integral de los

estudiantes, en la investigación científica y su aplicación, en la

superación de los profesionales y de los dirigentes y en la extensión,

acorde a las exigencias internacionales y las prioridades nacionales

y territoriales, insertándonos en la sociedad con la pertinencia y el

impacto que exige nuestro tiempo (Universidad de Oriente).

Resulta notorio que ante la necesidad de vender servicios educativos y en el

contexto de internacionalización de las universidades en América Latina, haya

desaparecido de la misión de la otrora “combativa” Universidad de Oriente toda

referencia ideológica o política, cuando en la década de los 90’ sus claustros

fueron escenario de una cruda lucha ideológica que se produjo como resultado

de la desaparición del “socialismo real” en los países de Europa Oriental. Este

enfrentamiento, que tenía como blanco toda muestra de individualidad y


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diferencia, en cabeza de católicos, homosexuales y librepensadores de

tendencia crítica, resultaba casi siempre en la expulsión de los inculpados, no

sólo de la propia Universidad de Oriente, sino de todo el Sistema de Educación

Superior de Cuba, lo que se traduce en la negación del acceso a la formación

superior, ante la inexistencia en Cuba de otras universidades distintas a las

estatales.

En los críticos 90’ -tiempos de “período especial en tiempo de paz” según lo

decretara Fidel Castro en programático llamado a la nación- la Universidad de

Oriente era, como todas sus similares cubanas, generoso albergue para

estudiantes provenientes de países del tercer mundo, en cumplimiento del

traído y llevado principio del “internacionalismo proletario”: Sarahuies,

yemenitas, libios, congoleses, caboverdianos, namibios, angolanos,

kampucheanos y hasta venezolanos, recibían en sus aulas, además de una

especializada formación profesional, el adoctrinamiento marxista-leninista-

castrista necesario para a su regreso a sus respectivos países, continuar “la

lucha de los pueblos contra el imperialismo y por el triunfo del socialismo

mundial”.

Mientras el gobierno cubano hacía gala de tal generosidad multiétnica en

sus babélicas universidades, el pueblo cubano veía disminuir sus niveles de

consumo de alimentos a grados nunca antes vistos en los últimos cuarenta

años,

Universidad Distrital “Francisco José de Caldas”: ¿Una universidad


“partícipe”?

Las relaciones entre la universidad y la sociedad, tanto para el caso de

Colombia, como para el de otros países de Latinoamérica, es de vital


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importancia el reconocimiento de dos clases de universidades, que a su vez

corresponden a dos clases de proyectos humanos y de clases sociales que no

en su total cabalidad acceden a tales universidades: la universidad privada y la

universidad pública, del Estado, Distrito o similar, pensada como institución

académica al servicio de clases que no pueden proveerse una formación

universitaria más costosa.

La crisis general de la docencia en la Universidad Distrital "Francisco José

de Caldas”, resulta evidente a la luz de las tres categorías de universidad que

aporta Medina Echavarría (1953). ¿Es la Distrital una universidad partícipe

como debe esperarse de las universidades públicas tan necesitadas de

reivindicaciones y justicia? Analizaremos esto desde tres puntos

fundamentales: docencia, investigación y extensión, que son las tres funciones

misionales atribuidas a la universidad contemporánea.

En la docencia nos encontramos con un compromiso radicado básicamente

en la relación comercial del maestro que presta un servicio y recibe a cambio

un pago por horas (profesores cátedra). Los aportes de esta clase de docentes

son más bien limitados, si bien su compromiso con los proyectos de la

universidad es inherente a su ocupación, es en general más difícil el contacto

extra-clase dado que su horario no se presta para tales fines. Esto provoca

problemáticas en cuanto a lo político de las instituciones: el proyecto de una

universidad partícipe se torna irrealizable, pues la participación limitada de los

maestros limita necesariamente el movimiento de los estudiantes. O en otros

extremos, es la militancia pauperizada, poco formativa y acrítica que resulta de

las influencias no siempre sentadas en la realidad de tales profesores cuyos

intereses no abarcan la perspectiva estudiantil. De este modo vemos como la


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militancia va siendo relegada a otros sustratos en lo universitario, los cuales,

sin ser tan académicos, asumen una postura más activa socialmente.

La investigación en relación con lo anterior se desarrolla en espacios

parcelados ideológica, económica y conceptualmente, lo que convierte a la

universidad de Echavarría, aquella comprometida seriamente con la verdad, en

un centro que reproduce conocimiento y lo amolda a unos estándares, modo de

ser limitados a orientaciones de turno, presupuestos que tienden a reducirse

por políticas de los gobiernos. Un grave ejemplo de lo anterior está en las ya

nombradas crisis como la de la “estampilla”, la cual ha sido objeto de

discusiones, planeaciones más verborreicas que activas, plausibles en los

últimos informes y rendiciones de cuentas. Nuevamente aquí se nos aparece la

militancia como el reducto de los estudiantes que, muchas veces desorientados

en las ideas mismas, no encuentran más reticente que el de la constante

pedrea, el cese de las actividades y, nuevamente también la poca orientación

que signa las protestas universitarias.

La extensión, puede ser entendida según aparece en su misión (UDFJC)

como: el “intercambio de conocimiento entre las elaboraciones teórico-prácticas

generadas en la universidad y el saber de prácticas comunitarias”, a este

respecto existen diversos planes que, sin abarcar los grandes sectores

afectados por problemáticas sociales, se esfuerza en construir y mantener los

lazos del sector académico universitario y la comunidad. Actualmente alguna

parte de la universidad se compromete con el desarrollo de proyectos que

permitan la creación de semilleros, considerando ciertas fragilidades sociales,

ecológicas, culturales y artísticas, que se producen en el intercambio y que sólo

hasta ahora se pueden considerar como bien recibidas por la universidad. Para
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corroborar lo anterior pueden observarse cualquiera de los más de treinta

seminarios de actualización y convenios de la Facultad de Ciencias Humanas

de esta universidad, desarrollados en el 2006.

En conclusión, se dilucida un ambiente alterado por la inestabilidad de

procesos, pero como lo vemos, en muchos esfuerzos en el caso de la

extensión, también existen intentos serios de implementar una visión global de

la universidad articulada con la sociedad, en su desarrollo de programas de

actualización, apoyo a comunidades académicas, interesadas en proyectarse.

La situación crítica actual de la universidad publica colombiana, lejos de recaer

solamente sobre sus órganos administrativos, refleja esencialmente la serie de

problemáticas padecidas por sus sectores sociales, los que la componen y en

muchas ocasiones arremeten –bien o mal orientados- contra el abuso

sistemático en contra de sus recortes, impedimentos, señalamientos, etc.

Mundo editorial
El fenómeno cultural escogido para su análisis desde las perspectivas de

análisis de la transición planteadas por José Medina Echavarría, ha sido el de

la reconfiguración de las literaturas nacionales en América Latina, tras la

integración supranacional de los mercados editoriales en la región y sus

relaciones con el canon literario como establecimiento desde el cual lo

latinoamericano es posible.

A este respecto es necesario regresar en nuestra historia hasta la definición

del boom como una evidencia un poco desdibujada del fenómeno planteado.

Nos encontramos desde allí con una serie de formas de la literatura

latinoamericana -García Márquez, Vargas Llosa, Julio Cortazar, por mencionar

sólo algunos autores entre los más significativos- que en un análisis


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representan la apropiación de estructuras narrativas, formas que no son

originarias latinoamericanas pero que poseen la suficiente validez para

legalizar un estado de las literaturas nacionales en Latinoamérica y así acceder

a una condición de la literatura en el subcontinente. Una literatura que con su

“realismo mágico”, su “literatura del Nuevo Mundo”, reivindicaba unos valores

que, finalmente no eran exactamente los nuestros. Atractivos, folclóricos y

novedosos en algún caso, los movimientos literarios como el boom atrajeron un

mercado –sobre todo español- que emprendió la producción de los autores

latinoamericanos cuando aún estos ni siquiera se conocían unos con otros

entre los distintos países latinoamericanos. El punto aquí es que la larga

internacionalización del mercado editorial se encuentra dotada de varios

hechos que como un embudo llevan a Latinoamérica a establecer –desde

dentro pero aún desde fuera del continente- lo que se puede leer de lo que no

se puede o no vale la pena leer.

Como nos lo muestra Medina Echavarría los cambios en Latinoamérica, el

surgimiento de las literaturas nacionales, de nuevas clases medias burguesas,

la industrialización, la explosión demográfica y la migración aceleradísima hacia

la ciudad (transición), engendraron un ambiente de conveniencia –además de

una necesidad- para el surgimiento de una producción local de libros e

impresos, no como industria nacional –ni en principio ni concretamente ahora-

sino como la colocación estratégica de sucursales de las editoras

internacionales en las ciudades capitales más importantes de los países

latinoamericanos.

Las llegadas de la editoriales supuso, según vemos, la existencia de un

mercado que girara entorno al libro, y en consecuencia al libro como una


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mercancía, un producto que debe ser vendido distribuido, publicitado, dentro de

un medio que sin ser problemático permita la circulación del “capital cultural e

intelectual” de las naciones latinoamericanos. En este mercado, que por el

hecho de llegar a Latinoamérica no asumió ni su simbología ni su comprensión

del mundo, sino que en pirueta colonizadora se estableció sobre el territorio y

aún sobre su sociedad, planteó los términos comerciales desde las condiciones

etnocéntricas que un mercado que pensó más en el lucro que en la inversión

cultural, causó la ahora entendible crisis de los cánones de Latinoamérica. La

tal internacionalización, o mejor “integración supranacional” (Medina

Echavarría, 1970: 243-2444), en literatura, no tuvo grandes diferencias que las

internacionalizaciones que buscaban la gran explotación de recursos,

fortalecimiento de economías, pero que poco tuvo en cuenta la conciencia

común latinoamericana de los pueblos como naciones heterogéneas pero

indivisibles culturalmente.

Una conclusión que deja expuesta la temática de los cánones y sus nocivas

fronteras, es la sombra del mundo de cosas que se quedan por fuera de él, que

podrían ser llamadas anti-canon, contra-canon o simplemente una alternativa

diferente, “subalterna”, de la existencia que este fenómeno de lo internacional,

objetivo que no nos concierne y sólo por ese hecho debe ser no rechazado,

pero si seriamente cuestionado.

Bibliografía citada:

Medina Echavarría, José (1953). “Vida académica y sociedad”. Presentaciones

y planteos: Papeles de sociología. México: Universidad Nacional,

Instituto de Investigaciones Sociales (Biblioteca de ensayos sociológicos.

Cuadernos de Sociología). pp. [7]-47.


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---. (1970). “El problema del cambio social” y “Los diagnósticos”. América

Latina: Ensayos de interpretación sociológico-política; F. H. Cardoso y F.

Weffort, eds. Santiago de Chile: Editorial Universitaria (Tiempo

latinoamericano). pp. 34-[44] y 237--[258].

Universidad de Oriente. “Misión de la Universidad de Oriente”.

http://www.uo.edu.cu/index.php?

option=com_content&task=view&id=12&Itemid=1 (05/05/2007).

Universidad Distrital “Francisco José de Caldas”.

http://www.udistrital.edu.co/portal/universidad/ (4/05/2007)

---. (2006). Unidad de Gestión. Boletín informativo. Octubre.

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