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¿Hay fisuras en la cúpula de las Fuerzas

Armadas colombianas?
Análisis del conflicto colombiano

En crítico artículo la reciente edición de la Revista


Semana, sugiere que hay serias divergencias entre
los comandantes de las instituciones armadas
colombianas, derivadas de supuestos celos
profesionales, poca credibilidad en el liderazgo militar del Almirante Celis y el
desaforado protagonismo mediático del General Naranjo al frente de la Policía.

Si nos atenemos a que todo rumor tiene algo de cierto, este comentario no sería la
excepción de esa regla. En el caso de Celis no solo se trata de que al parecer no
inspira liderazgo militar en operaciones de contraterrorismo rural entre las tropas,
sino que evidentemente desconoce del tema, pues en su hoja de vida muy
brillante para temas navales, no aparece ninguna prueba contundente de su
idoneidad en operaciones aeroterrestres contra las Farc, el Eln, las Auc u otro
grupo terrorista, pues con excepción de la Infantería de Marina la misión de las
unidades navales es de cobertura y seguridad exterior, no del conflicto interno.

Por su parte para nadie es un secreto que según lo publicado por los medios de
comunicación, al parecer el general Naranjo no solo se cree si no que actúa como
una rueda suelta. Los cables de Wikileaks fueron reveladores al extremo. Parece
ser que antes de hablar con sus superiores jerárquicos Naranjo primero rinde
cuentas a la Embajada de Estados Unidos, lo cual explicaría el por muchos
uniformados y civiles, criticado título del Mejor Policía del Mundo, así como la
extraña y por ende resaltante eficiencia de la inteligencia de la Policía colombiana.

Se volvió costumbre ver y escuchar en los noticieros de televisión colombiana


que murieron varios terroristas de las Farc en una operación combinada de la
Policía y la Fuerza Aérea, pero curiosamente aparecen los soldados del Ejército
sacando los cadáveres de los bandidos dados de baja. Entonces queda la duda si la
operación fue una acción del Ejército o si alguien diferente desea ganar
portagonismo publicitario. Colombia tiene muchos enemigos y necesita unidad
solidaria para combatirlos, no deseos de figuración egocéntrica personal.
Esto inicaría que a su extraordinaria habilidad mediática, su don de gentes, su
inteligencia, su talento, y sus buenas relaciones interpersonales, el general
Naranjo suma una errónea concepción de rivalidad y deseo de superponer a la
Policía como institución ante al Ejército, al parecer con la venia de los apoyos de
inteligencia norteamericanos y la ineptitud de quienes han sido ministros de
defensa para meterlo en cintura.

El problema iniciaría en el híbrido que constituye la Policía Nacional. Con sorna


se rumora que mientras tenemos el mejor policía del mundo, la delincuencia
campea en las ciudades y los campos, lo cual es desafortunadamente cierto.

Al examinar la misión de la Policía Nacional resalta que tantas y tan variadas


funciones autoatribuídas, no solo la convierten en una super-institución armada,
sino en una rueda suelta dentro del esquema de seguridad nacional, al extremo
que oficiales retirados y activos de la policía han sugerido o pasarla al Ministerio
de Interior o crear el Ministerio de Seguridad.

No se entiende como hay tantos agentes de policía dedicados a labores que no


tienen nada que ver con seguridad civil, pero que si dan a la Policía presencia
mediática en todas las instituciones. Por ejemplo: Mientras los ladrones,
atracadores y delincuentes de todas las pelambres inundan las calles de Bogotá,
hay cientos de agentes dedicados a servir en la Secretaría de Tránsito, o de enlace
en el Concejo Distrital, o en el Congreso, o en la Gobernación de Cundinamarca, o
en turismo local, o en aduanas, o en carreteras, etc.

No se entiende la razón por la cual la Policía ha defendido su condición de


Fuerza Armada no militar para eludir ser comandada y controlada por el Comando
General de las Fuerzas Militares, pero al mismo tiempo tiene unidades
especializadas en contraguerrillas rurales, portan ametralladoras 7.62,
lanzagranadas múltiples, fusiles de asalto y otras armas de infantería ligera.

Por su parte la diferencia profesional militar entre los generales Navas y


Matamoros se deriva de la forma como los dos oficiales alcanzaron sus posiciones
actuales. Durante toda su carrera Navas ha estado al mando de unidades de
combate de contraguerrillas. Es un soldado forjado en el campo de batalla con alto
ascendiente entre las tropas. Sus méritos son por logros en combate y por su
temple, carácter fuerte y decisiones rápidas.

Matamoros ha hecho su carrera en cargos diferentes a los de Navas, verbigracia


en escuelas de formación, comisiones en el exterior, Casa Militar y solo una vez, al
mando de una unidad de combate en Arauca. Obviamente, pese a su inteligencia y
cualidades personales, Matamoros carece del carisma y el liderazgo que despliega
Navas entre las tropas, pero reúne otras condiciones de conocimiento militar útiles
para el alto comando.

Sin desconocer las cualidades personales y profesionales de los actuales


comandantes de la Armada Nacional y la Fuerza Aérea, estos oficiales no tienen
otra opción que actuar dentro de la estructura operacional de las Fuerzas Militares
y así lo han hecho. Por la naturaleza de sus funciones no pueden incidir en
eventuales fisuras en la cúpula, no están capacitados para liderar tropas terrestres
porque no fueron entrenados para eso ni a lo largo de sus carreras comandaron
unidades de combate de contraguerrillas. Tampoco están entrenados como no lo
está ningún militar colombiano, para articular a la policía al esquema de seguridad
nacional mientras persista ese híbrido de fuerza armada no militar, con la
circunstancia agravante de la permanente autopublicidad de Naranjo heredada de
la época Serrano-Gilibert.

De remate ninguno de los ministros de Defensa civiles se ha preocupado por


solucionar este problema que tampoco es nuevo, pues ha ocurrido desde hace
varios años. Como lo hemos dicho en estas columnas, sin excepción los ilustres
personajes que desde 1991 han ocupado la cartera de Defensa con el falso
argumento de representar políticamente a las Fuerzas Armadas, solo se han
preocupado por catapultarse para otros cargos políticos, o para meter la mano en
los millonarios contratos, o en algunos casos, para ambas cosas.

Así las cosas, no habría nadie que le haga entender a Naranjo que él no es
superior a las demás instituciones armadas, ni que la Policía es rival del Ejército.
Tampoco hay quien enseñe estrategia, logística, seguridad nacional, geopolítica,
etc a los civiles que pasan por el ministerio. Mucho menos habría quien articule el
trabajo de las instituciones armadas y delimite la multiplicidad de funciones
policiales, que al sacudir el cedazo indican que hay más ruido que nueces.
Por esas razones, ni los pobladores civiles entienden la defensa nacional porque
no hay ley que la regule y la articule con el necesario pero inexistente servicio de
movilización de un país en guerra. Ni los militares entienden de política.
Entretanto las Farc y sus cómplices desarrollan una estrategia articulada en lo que
denominan el Plan Estratégico.

Colombia es la única perdedora de todo este enredo de vanidades y carencia


absoluta de liderazgo, comando y control. Mientras al ministro Rivera le interesa
continuar con su campaña presidencial para el 2014, el general Naranjo anda
empeñado en su autoimpuesta superioridad, Navas y Matamoros encarnan dos
visiones y experiencias diferentes de la guerra; el almirante Celis ocupa el cargo
pero no influye en sus subalternos, realidad que desata reacciones vehementes de
oficiales navales activos y retirados, que siguen convencidos de lo contrario
aduciendo la extensas preparación académica de Celis. Y, los comandantes de la
Fuerza Aérea y la Armada hacen parte de la cúpula, pero sin suficiente capacidad
de influir para mejorar la situación.

Tal parecería ser el cuadro derivado del crítico artículo de Semana y en cierta
forma, la explicación de la disminución de resultados operacionales, situación a la
que se suma un extraño Manual Operacional recién implantado en las Fuerzas
Militares, y el temor de algunos comandantes de ser enjuiciados por sus
ejecutorias contra los grupos narcoterroristas, sin que el ministro Rivera y el
almirante Celis tengan una propuesta concreta frente al problema.

Sería bueno que Santos le dedique menos tiempo a su deseo reeleccionista y a


su abierta campaña electoral para el 2014, que se preocupe menos por congraciar
tanto a su nuevo mejor amigo, que viaje menos que Pastrana, que deje atrás tanta
figuración mediática, que entienda que las Farc quieren tomarse el poder con la
complicidad del Foro de Sao Paulo, y que se dedique a su función principal:
Gobernar.

Y en cumplimiento de esa tarea que solucione de una vez por todas, este serio
problema de rivalidades, vanidades y celos personales que al parecer pudiera ser
cierto. Pero claro, lo primero que tiene que hacer es dar ejemplo al respecto y este
paso es muy difícil en el, que se autoproclamó héroe de la Operación Jaque al
tiempo que escurrió la responsabilidad en las supuestas ejecuciones extrajudiciales
de Soacha.

Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido


www.luisvillamarin.com
Analista de asuntos estratégicos

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