Está en la página 1de 76

Colaboran:

Carlos Alberto Olague Alcalá


Martha Silva
Sergio Manganelli
Jesús H. Olague Alcalá
Ulises Varsovia
Francisco Arriaga
Claudia Palatucci
José Luis de la Fuente
Carlampio Fresquet Pérez
Mayde Molina
Lino Carmenate Milián
Ana M. Gutiérrez
Fernando Sabido Sánchez
Carolina Fernández Gaitán
Carlos Oriel Wynter Melo
Marcelo Choren
J. G. Ballard

Ilustraciones:

Emin Ozkan
Alecsandro Ferreira Melo
Andrew C.
Taro Taylor
Charles Williams
Esther Seijmonsbergen
Douglas Gomes de Souza
james.spector
Barbara Din
Josep Tomàs
Giuseppe Crimeni
Palma
Gabriela Ruelan
El descensor
Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba abajo

El tema para el próximo número es:

Lluvia de verano
Se recibirán colaboraciones hasta el día 31 de marzo de 2011.

Para mantenerte informado sobre los temas que iremos preparando,

te sugerimos visitar la sección Convocatorias de nuestro sitio web.

Envíanos tus opiniones y colaboraciones por correo electrónico o llena el formulario

correspondiente en la sección Contacto en nuestro sitio web.

Sitio web: http://sites.google.com/site/revistaeldescensor

Correo electrónico: descensor@gmail.com


Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

Diseño de portada
Contenido
Carlos Alberto Olague Alcalá *
Editorial_____________________________________________ 4
En nombre de todas las letras ___________________________ 5
* México. Soy publicista, director general de una agencia BTL.
La casa en el ciruelo ___________________________________ 8 Nacido en la ciudad de México, pero radico en Zacatecas. Soy
candidato a portador de la vela perpetua, aunque la vela perpetua
Diario de un estafador ________________________________ 10 no está muy de acuerdo. También soy monero, y la mayor parte del
tiempo no sé qué hago aquí además de ser el responsable del diseño
Ulises y sus sirenas ___________________________________ 13 de portada. Se le puede encontrar en En mi opinión
(http://carlosolague.blogspot.com).
A tiro de piedra ______________________________________ 14
Memorias de una bruja… y loca ________________________ 23
Desde el otero _______________________________________ 24
Imágenes en portada
Poesía desde el otro lado del estercolero _________________ 27
Mujer de aire _______________________________________ 28
Fish sequence de Emin Ozkan
(http://www.eminozkanphotography.com/).
Palabras son palabras ________________________________ 37
El séptimo duende ___________________________________ 38
Letras al viento ______________________________________ 44 Las imágenes utilizadas para ilustrar esta publicación, y
En breves ___________________________________________ 45 todos sus derechos son propiedad de sus respectivos
La almadraba _______________________________________ 46 autores. Si el uso de imágenes obtenidas de sitios
El sillón de orejas ____________________________________ 53
públicos va en contra de algún derecho de uso, favor de
notificarlo enviando un correo electrónico a
Derechos de uso _____________________________________ 75
descensor@gmail.com.

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | Editorial 3


Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

Editorial
Del arte de escapar
La redacción
¿Quién no se ha sentido atraído alguna vez por el misterio de encierra el arte circense del escapismo?, soñado con
convertirse en el nuevo Gran Houdini, y superar las hazañas que le han hecho trascender en la memoria colectiva.

¿Quién no ha deseado alguna vez desaparecer por un instante?, para escapar de un problema, sea simple o complejo,
ocasional o cotidiano, o simplemente por el placer de desaparecer, para ver desde fuera lo que desde dentro, desde la
rutina, nos es imposible apreciar.

Es también en una suma de factores, fortuitos y planificados, un acto para el que se requiere tanto de un cierto valor
artístico como del desarrollo y depuración de la técnica, de encontrar o fabricar el momento y la circunstancia
adecuados.

Escapar es un arte como la pintura, la música, la escritura, con los que también es posible abstraerse de la realidad y
encontrar nuevas rutas hacia la libertad o el desarrollo del espíritu. Es lo mismo un reto que una necesidad.

Durante un largo tiempo, trece meses para ser más precisos, este número se nos ha venido escapando de las manos,
pero al fin, en esta suma de esfuerzos y circunstancias hemos podido atraparlo para presentar a ustedes este ejercicio
de escapismo de nuestros colaboradores.

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | Editorial 4


Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

En nombre de todas las letras


Garras
Martha Silva “MarthaX” *

* México. Irónica, introspectiva y (pseudo)intelectual trata de reinventarse bajo el amparo de la sonrisa chueca señalando con dos líneas cruzadas el
lugar donde habrá de encontrarse. También escribe desde la apariencia de una persona normal en el blog lafamosax (http://lafamosax.com).

Luego de miles o millones de años, las características de este animal eran la cúspide de la evolución de su especie.
Resistente, inteligente, ágil, con una gran capacidad de adaptación y una dieta variada, le estaban permitiendo florecer
en esa región del planeta. A cada nueva generación, algo nuevo, mejor. Su capacidad cerebral seguía siendo pequeña
pero los músculos eran fuertes, la vista aguda, el olfato, extraordinario. Aparte de los fibrosos helechos y pastos, de los
carnosos hongos, de los insectos y de los diminutos huevecillos que conseguía robar de otros nidos, había comenzado a
capturar peces. Además, tenía garras que más de una vez le habían permitido escalar árboles, salvándole la vida no
tanto por subir muy alto sino para ocultarse a la fácil vista de los lentos, enormes y casi ciegos lagartos que poblaban su
hábitat.

Él ya no lo recuerda, pero hace algunas horas vio algo extraordinario:


una bola de fuego cruzó el cielo y se estrelló lejos. Pero él cuida su nido Cuando un gran depredador
y su maravilloso tesoro, sus huevos. Toda la atención la tiene puesta en
ellos. Por eso, a pesar de percibir algo extraño en el ambiente, no tiene
aparece, basta que un pequeño
ojos más que para su futura prole. Y en mantenerse con vida al menos grupo llame su atención
hasta que eclosione. Él no puede saber cuáles, entre esta cordillera de

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | En nombre de todas las letras 5
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

pequeñas cimas, son sus hijos. De alguna manera su especie encontró que desovando en lugares cercanos unos de
otros y estando todos, jóvenes y adultos al cuidado del gran nido, había más probabilidades de sobrevivir.

Cuando un gran depredador aparece, basta que un pequeño grupo llame su atención y lo aleje del sitio. Cierto: algunas
vidas se pierden pero la colonia estaría a salvo. Nuestro protagonista, en particular, había desarrollado una curiosa
técnica de columpiarse entre los árboles y había conseguido escapar más veces que cualquier otro de los poderosos y
enormes tritura-huesos.

Humo. Hay humo… Y el bosque se está


llenando de ruidos, de sorpresa, de
desconcierto… de desesperación. Sus
compañeros no saben qué ocurre, él
tampoco, están inquietos. Su tesoro
está en peligro, lo intuyen por la
súbita aparición de animales que
huyen de algo. El fuego aparece
lentamente pero inexorable. Él sabe
que es peligroso, así que toma un
huevo y lo aprieta contra sí. No hay
más que pueda hacer, no hay
suficientes garras para cargar las
preciosas perlas.

Es hora de correr, huir del calor que ya


abraza las copas de los árboles sobre
su cabeza. No puede subir, no debe. Dinossauros Sousa-PB-Brazil de Alecsandro Ferreira Melo (http://www.sxc.hu/profile/aferreiram)

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | En nombre de todas las letras 6
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

Los ruidos animales lo aturden, pero aún así trata de alejarse del peligro. Sale a un claro, aquí el pasto también ha
comenzado a quemarse. Se encuentra con algunos compañeros, el que está más cerca no lleva huevo, es más viejo pero
por eso decide seguirlo.

Lagartos, pequeños mamíferos, insectos enormes pasan a lado suyo sin mirarse unos a otros. No hay un enemigo contra
el qué pelear, a quién atacar, de quién correr. No hay espacio ya entre los helechos que, abrasados, los cubren de
ceniza. Los árboles van aplastándolos cual manotazos infernales. Entonces, el horror: su precioso huevo resbala de
entre sus garras y se estrella en el piso. Ya no ve a ninguno de sus compañeros, ni a ningún otro animal. Todo es
confusión. Quiere escapar una vez más pero ¿a dónde? Esquivando algunas brasas al rojo vivo, encuentra la laguna
donde alguna vez encontró deliciosos peces. El contacto del agua con su piel quemada le da cierto alivio. Se sumerge
todo lo que puede, mientras ve un espectáculo terrible: el bosque entero se consume por el fuego. Pero él no entiende
nada. En su mente sólo hay dolor y la imagen del huevo vaciando su contenido entre las piedras…

Ve un enorme monstruo que no conoce, que volaba pero ahora ha caído. No está
Ya no ve a ninguno quemado, y sin embargo, parece muerto. El humo, debe ser el humo.

de sus compañeros, El tiempo pasa. Algunos animales se refugiaron como él en la laguna. Pero ninguno de
su misma especie.
ni a ningún otro
animal. Todo es Garras saldrá del agua y tratará de encontrar el rastro de su manada. No lo hará, su
especie habrá de extinguirse. Pero su cerebro es tan pequeño que eso no le preocupa.
confusión Escapó a la muerte una vez más, eso es lo que importa, el futuro… el futuro no lo
conoce, no importa. Dichoso él.

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | En nombre de todas las letras 7
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

La casa en el ciruelo
Poema 22
Sergio Manganelli *

Hoy no distingo bien No acudo a comprender


si es sombra si van o vienen,
o luz, si es rumbo o extravío,
la estela de mis manos, o eutanasia.
el goce de mis ojos,
la prisa del espanto. Salvo el fuego,
no quedan más
No descubro fronteras, que grietas en los muros,
ni degusto amarguras, que suaves maremotos,
ni reniego al valor reversos y fantasmas.
de la distancia. Péndulos del deseo,
vientre de la historia.

* Argentina. Nació en Haedo, Provincia de Buenos Aires, Argentina, el 28 de febrero de 1967. Reside actualmenteen San Antonio de Padua, al oeste del conurbano
bonaerense. Sus poemas y artículos han sido publicados en una importante cantidad de diarios argentinos, de México, Colombia y España. Asimismo en revistas
culturales y literarias de Argentina, Brasil,España, México, Estados Unidos, Puerto Rico, Francia, Colombia, Venezuela, Chile, Italia, Cuba, Nicaragua, etc... Obtuvo
entre 1991 y 1999 una treintena de premios y menciones en su país. Se encuentra trabajando en la edición de “Sangre de Toro” -poemas y banderillas-, que se
editará inicialmente en Buenos Aires y posteriormente en España. Para ponerse en contacto con él, deje un mensaje en la sección Contacto de nuestro sitio web.

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | /La casa en el ciruelo 8
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

Quizás no sea niebla, a realidad pretérita


ni sal, imperfecta,
ni meridiano trágico, a subsuelo del mundo,
parodia o hermetismo, a sabor propio.
desnivel temporal,
sinrazones, Y cuando caminar
adverbios. me duele en el costado,
(la costilla de Adán,
Tal vez no haya aprendido precisamente)
a transitar, anuncio cascabeles en el aire,
ambiguamente. abandono al atril la partitura
y hago de mis palabras mercancías,
Y el horizonte revelación de espejos,
huele a tiempo ido, felicidad ficción o muerte súbita.
a deshoras agónicas,
El pasadizo azul de la utopía.

Imagen: Cracks de Andrew C. (http://www.sxc.hu/profile/andreyutzu)

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | /La casa en el ciruelo 9
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

Diario de un estafador
El equilibrista
Jesús H. Olague Alcalá *
El acto está por comenzar, mi acto, el que he ejecutado miles de veces, no sé
* México. Ingeniero en Sistemas cuántas, por tantos años que perdí la cuenta antes de siquiera comenzar a contar.
Computacionales que, aunque no tiene
experiencia en temas editoriales, es el
Observo desde mi sitio habitual, desde mi plataforma, al hombre mil veces visto del
inventor de este invento. Nacido en la
Ciudad de México, es zacatecano por todas
que en momentos como este no recuerdo su nombre, no sé si producto de la
las leyes; escribe por afición y pudo ser
concentración que debo tener para mi acto, de la falta de ella o de los estragos de la
médico pero siente repulsión hacia las
heridas; le gusta casi toda la música, en
edad y los vicios, si es que a lo mío se le pueden llamar vicios o solamente malos
especial la trova, y casi toda la lectura,
principalmente la de
hábitos; le miro pues desde las alturas, ahí está el hombre gordo, de bigote largo y
escritores
casaca roja, con sombrero de copa y bastón de empuñadura de marfil, que camina
latinoamericanos; prefiere las ciudades
coloniales a las playas y las corridas de
con paso cansino hacia el centro de la pista
toros a las peleas de gallos; y que tiene el
principal, arrastrando los pies, con una sonrisa
gran problema de que todo lo demás se le
olvida si tiene un aparato de TV frente a él,
grita mi nombre
forzada que refleja en su rostro lo que esperan él
aunque esté apagado. Puede ser encontrado
en Lo que es no tener que hacer y los demás compañeros, incluso yo mismo, de seguido de una sarta
(http://jholaguepersonal.blogspot.com).
mi presentación; veo que toma el micrófono para de calificativos
exigir silencio a la multitud que no calla, sólo baja
un poco el volumen de la voz, pide un redoble a la supuesta banda que, gracias a la
rimbombantes que no
tecnología, ha sido desplazada por un reproductor de discos compactos, grita mi me interesan
nombre seguido de una sarta de calificativos rimbombantes que no me interesan y

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | Diario de un estafador 10
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

me inventa un origen y una herencia funambulística productos de una


imaginación que sabrá Dios donde encuentra tanta tontería para
decir.

Las luces de los reflectores apuntan al alto cielo de la carpa, y ahí


aparezco, encandilado, hastiado, cansado de tanto repetirme, que
igual es repetirme aunque vaya a veces sobre monociclo, otras
haciendo saltos, igual con red de protección que desprovisto de ella,
como en esta ocasión, no importa, las diferencias son pequeñas
cuando de lo que se trata es de mantener el equilibrio a unos cuantos
metros, o a unos centímetros, del piso, porque esto está tan visto que
la gente ya no se asombra, ya no aplaude emocionada, sólo espera
que termine con lo que hago para que lleguen los magos, los payasos,
las jóvenes semidesnudas, los tigres, no sé, cosas más vistosas y
espectaculares, o más vulgares, que eso también es parte de lo que
viene a buscar el populacho para satisfacer el morbo.

Calla el redoble y miro hacia abajo, hacia el lugar en donde mi cuerpo


y mi cerebro avejentados piden una red de protección, pero eso no
vende y si quiero seguir con esto debo de hacerlo de la manera más
decorosa posible, si no ya habrá quien lo haga en mi lugar, que yo
podría dedicarme a limpiar las jaulas de los animales y a vender
frituras y souvenirs, o quedarme a vivir en algún sitio tranquilo, en
una casa pequeña rodeada de calma y tranquilidad, de silencio y
High on life de Taro Taylor (http://www.sxc.hu/profile/tjt195) soledad; pero eso no es lo mío, el hombre simple puede hacer cosas
simples, pero el artista necesita del aplauso, aunque sea escaso, para

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | Diario de un estafador 11
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

sentirse, no digamos importante, sino vivo, comprendido y un poco menos solitario.

Camino un poco, finjo que resbalo, ya la poca gente que me observa con un poco de atención sabe que actúo y no se
inmuta, sólo un par de niños que exclaman algo con asombro y aplauden cuando ven que mantengo el equilibrio;
continúo mi camino pensando que tal vez la vida sería muy diferente si me hubiera dedicado a otra cosa, si llevara una
vida de cerrojos y cadenas, de camisas de fuerza, de cajas de fondo falso y fuegos de artificio, de asistentes hermosas
que me ayudaran a entrar en un cajón y tras asegurar todo perfectamente con cadenas, cerraran bien candados y
cerrojos, de contorsionismo, de desapariciones misteriosas y reapariciones espectaculares, ¡sí!, otra cosa sería si fuera
escapista, un escapista famoso y no un mediocre equilibrista.

Detengo el paso en este punto, en este pensamiento, justo cuando camino sobre el
centro de la pista principal y decido que ha llegado el momento de intentarlo una vez,
Desconcertados, sólo una vez, un gran escape, un único escape.
algunos contienen el
Cierro los ojos, aprieto la quijada en un gesto decidido, es el momento; suelto la
aliento mientras pértiga, espero durante unos cuantos segundos que parecen horas, la escucho
otros aplauden rebotar contra el suelo, las voces se diluyen en una quietud expectante, ahora sí hay
silencio, y atención, me siento menos viejo, mucho menos, aflojo las rodillas y siento
tímidamente el cable vibrar bajo mis pies, como expresándome su apoyo decidido, como
impulsándome a seguir con lo que ya he iniciado, con la que ya está decidido.

Desconcertados ante este impulso inesperado y la calma tras, algunos contienen el aliento mientras otros aplauden
tímidamente, atentos todos, porque intuyen que están a punto de ver lo nunca visto, a un equilibrista que cambió de
acto sobre la marcha y sólo habrá de presentar, una vez, el único y final acto del nuevo maestro de escapismo.

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | Diario de un estafador 12
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

Ulises y sus sirenas


Fuga
Ulises Varsovia *
En fuga por la geografía Un hogar para la poesía

Paris de Charles Williams (http://www.sxc.hu/profile/kalyano)


de los habitáculos de Babel, en la intemperie de su viudez,
en fuga por la loca grafía en la inclemencia de no poder
de sus lenguas enrarecidas recobrar la dote perdida
sobre una ebria balsa de papel. de su difamada doncellez.

Cálamo el mástil de tu bajel Rumbo a la hospitalaria Babel,


errante por la mar bravía en fuga a la vieja guarida
con su carga de abúlica fe, de todas las lenguas reunidas
con su pesarosa desnudez en el vagido de su niñez,
de toda humana eucaristía. y volver a sentirlas mías.

* Chile. Nace el año de 1949 en Valparaíso, lugar cuyo mar y tempestades marcaron definitivamente su
personalidad y su poesía. Estudió varias asignaturas humanísticas y trabajó en tres universidades al mismo
tiempo que escribía poesía en su país natal, de donde salió a Alemania a estudiar un doctorado. Radica en
San Gall, Suiza, en cuya universidad imparte un par de lecciones. Ha publicado 28 títulos de poesía entre
los que destacan Jinetes nocturnos (1974), Tus náufragos, Chile (1993), Capitanía del Viento (1994), El
Transeúnte de Barcelona (1997), Madre Oceánica, Valparaíso (1999), Megalítica (2000), Ebriedad (2003),
el más reciente, Anunciación, ángeles y espadas (2008), y las antologías Antología esencial y otros poemas
1974-2005 (2006) y Vientos de letras (2007), en colaboración con el poeta Alexis R. Ha sido publicado por
más de 70 revistas literarias, en diferentes idiomas. Puede ser encontrado en su blog personal
(http://ulisesvarsovia.tripod.com).

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | Ulises y sus sirenas 13
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

A tiro de piedra
Lapsus memoriae
Francisco Arriaga *
De mortuis nil nisi bonum.

La niña no quiso decirme del viaje. Su madre la consintió demasiado; aunque a decir verdad
* México. Escritor zacatecano
que nació en Aguascalientes y
el carácter lo heredó no de mí ni de ella, sino de su abuelo.
vive en Tamaulipas.
Coleccionista de libros, impresos El abuelo tenía sangre de verdadero italiano en las venas, le hacía hervir la cabeza y cuando
o electrónicos, que también le esto sucedía absolutamente todos cedían a sus indicaciones, al menor gesto. Su madre no
hace a la música, la patrología,
la historiografía, y en sus ratos quiso seguir sus pasos, se mantuvo alejada de él. Por eso me gustó tanto, verla asistiendo,
libres escribe para algún atenta a cada movimiento rebosante de energía que su padre realizaba con la seguridad de
periódico zacatecano, pero ya el
lector verá qué va descubriendo que sería obedecido sin chistar.
en sus propias palabras. Se le
puede encontrar en Qvod ago También decir que Sonia siempre fue una niña
(http://www.qvodago.info).
resulta exagerado. Cómo creció es algo que nos
no vi cómo mi pequeña
pasó de lado, imperceptiblemente. El recuerdo aún
es claro, ella reía feliz de tenerla allí, y mi niña también atenta, mirándome Sonia dejó de ser una niña
desde el regazo de su madre; pero los años pasan y un buen día ya tienes para convertirse en una
enfrente a una mujercita caprichosa capaz de enfrentarse con su madre, o una
mujercita encantadora que hará todo por verme sonreír. Años hubo también mujer
que no fueron fáciles; a pesar de esos cuatro años de distancia ella regresó y

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | A tiro de piedra 14
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

se mantuvo a mi lado. Nadie habló de divorcio, sólo de separación. Ella se llevó a mi hija, no vi cómo mi pequeña Sonia
dejó de ser una niña para convertirse en una mujer.

Sonia tiene los ojos de su abuelo. Es quizá más atrevida que su madre, tiene talento innato para la música, para la
fotografía, la pintura. Cuando su abuelo le preguntó qué era más sencillo, seguir su profesión o la mía, contestó que la
suya: ‘Director. Es más fácil’.

Sonreímos de buen gusto, Arturo a nadie más le hubiera tolerado eso, jamás. Pero la niña siempre supo muy bien lo que
hacía y decía. En cambio, su madre me preocupó constantemente. Sé que le han dolido los rumores y que los ataques
no han faltado. Ojalá ella no supiera de esta lucha constante -no la de ser judío o no,
parece que ya a nadie le importa-, aunque tampoco se trata del descaro o de la vida Sonia era la niña
doble en fáciles pasajes de peleas y discusiones con los perdones, encuentros y mimada por propios y
reencuentros que tarde o temprano terminan siendo siempre los mismos.
extraños, su abuelo la
Ella no hablaba ruso. Y mi italiano di merda tampoco ayudaba, decidimos hablar en
consentía en todo
francés. Nostro francese funziona, me decía. Nostro francese è brutale, le respondía,
y los dos reíamos gustosos. momento
Pero aquel francés era nuestro, era nuestra lengua. Lo usábamos en la noche, en la
casa y en público. Un año después de casarnos civilmente Wanda la dio a luz. Sonia era la niña mimada por propios y
extraños, su abuelo la consentía en todo momento. Esos años llegué a olvidar el deleite y la admiración que me
irremediablemente me impulsaba a buscar a los hombres jóvenes y apuestos que también por alguna razón no cesaban
de buscarme. Como si todo el mundo supiera.

Cuando la niña cumplió seis años Wanda fue tajante. Era necesario hacer algo, era ab-so-lu-ta-men-te necesario. Merda
di Dio, ella no era practicante aunque seguía siendo católica. Y ya entonces no recordaba cuándo fue la última vez que
pisé una sinagoga. Así que la solución que encontramos fue la más sensata y cuerda, rebosante de lógica razonable:

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | A tiro de piedra 15
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

acudí al psiquiatra. Nadie ignoraba mi debilidad, Arturo alguna vez lo gritó a los cuatro vientos, que ‘en nuestro ámbito
todos sabían y aceptaban mi homosexualidad’. Se decía fácil, rápidamente, en una sola frase, como un leitmotiv de
Schumann, o una apoyatura de Mozart. Pero la niña y su madre, que eran mis dos mujeres, ellas no tenían culpa alguna.
La vergüenza de un rumor que todos daban por cierto y no había manera de desmentir era algo que ni ellas ni yo
podíamos soportar. Incluso no faltó el sagaz observador que afirmó -Arturo, Arturo… qué cabrón fuiste- que mi boda
fue sólo un intento de distraer la atención de mi sexualidad ‘desviada’.

Los intentos de terapia surtieron algún efecto, veinte años pudimos vivir como la gente,
la solución que eso era ganancia, pero a decir verdad, las cosas entre Wanda y yo no podían andar
encontramos fue la peor. Aquellos encuentros nocturnos eran cada vez más escasos y no me causaban
placer alguno, la vida de cama terminó entonces, y el único que jamás reclamaba nada
más sensata y era el Steinway. Mi hija, mi querida Sonia muy pronto se fue de nuestro lado.
cuerda, rebosante No puedo culparla, ella tenía el valor del abuelo, un valor que no había heredado de mí.
de lógica razonable: Ojalá de mí no hubiera heredado la maldita depresión; quizá mis inclinaciones poco
acudí al psiquiatra maschili por fin habían cambiado mi complexión psicológica tornándome una mujercita
encerrada en el cuerpo sin gracia de un pianista judío.

¿Cuántas salidas puede haber para algo que todo mundo nombra, pero ni siquiera puede enfrentarse cuando lo
sufrimos cabalmente? ¿Cómo escapar de lo que somos, de lo que hemos sido, y de lo que seremos por siempre?

Wanda volvió a tener esperanza. También yo quería tener esa esperanza, deseaba más que nunca que compartiéramos
algo y no sólo la casa, los viajes, las presentaciones. Cuando puse las cosas en la balanza el resultado fue claro,
inmediato. Nunca tuve estilo para sufrir. No quería sufrir, pero de los dos sufrimientos que tenía en sendos platos
esperando el pesaje, supe de antemano cuál sería más fácil y llevadero.

Me daban un protector bucal. Lo acomodaba cuidadosamente hasta que podía sentir la saliva humedeciéndome encías

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | A tiro de piedra 16
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

y cada uno de los dientes. Ya recostado en la camilla, las manijas de hule acolchado se amoldaban a las manos. Eran
cinco o seis descargas por sesión, cronométricamente calculadas. Un minuto y medio la primera, un minuto la segunda.
Las últimas eran de cincuenta segundos, cuarenta y treinta. Los médicos daban otras indicaciones, relajantes
musculares combinados con las sesiones controladas de descargas eléctricas. ‘El tratamiento es desgastante y para que
realmente funcione es necesario que se siga al pie de la letra’.

Nosotros veíamos otra cosa. El tratamiento servía poco, pero era lo único que teníamos. No
había más.
Deseaba más
que nunca que Entonces pienso que no fue la mejor decisión, tomarme ese descanso y alejarme de los
discos y micrófonos, aunque no falto el bribón que llevó sus equipos portátiles y cuatro o
compartiéramos cinco carretes de cinta, por si hacía falta, a los recitales privados y ensayos en teatros y
algo y no sólo la salas de concierto. Me cago en esas grabaciones piratas, eran la peste. Cuando los críticos
exigieron mi regreso, pocos sabían que en verdad nunca me fui. El miedo era distinto, ya no
casa, los viajes, sólo la inquietud que sentí al tocar en bares y burdeles hacía cuarenta años; Wanda
las afirmaba que era la depresión, cuando ella decía ‘depresión’ con todas sus letras era como
presentaciones si deletrease ‘tu omosessualitá, tu maledetta omosessualitá’.

Si a nadie le importaba que yo fuese judío en cambio a todos importó el concierto en el


Carnegie. Antes de comenzar se hizo el silencio. Qué distinto el silencio de aquella sala, y la mirada atenta de los
asistentes -¡each one of them paid for their own ticket!, dijo mi representante- de aquellos conciertos con Milstein y
Piatigorsky ante fumadores y bebedores de frac que nos miraban noche tras noche, y las mujerzuelas que reían
ofreciendo pechos y caderas al mejor postor. Apenas unos años antes sólo me pagaban con pan, mantequilla y
chocolate. Era lo único que había, y no necesitaba más. Cierto que nadie me acusó, ni me juzgó por haber escapado, los
soldados que revisaron mis papeles casi exigieron que regresara cuando fuera alguien famoso, y sobre todo que nunca
olvidara mi patria. Mi país.

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | A tiro de piedra 17
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

Jamás lo olvidé. Sonia rebosaba el carácter de Arturo, pero tenía alma rusa. Por eso su inestabilidad emocional se
acentuó con la muerte del abuelo, ella tenía veintitrés años entonces. Cuando Wanda y yo nos separamos, quince años
después de casados, la niña nada preguntó. Contaba con él, con el abuelo Arturo, pero Wanda -al principio muy dolida-
se dio ánimos y regresó. Los cuatro años que vivimos distanciados parecían alargarse y ahondar más y más el foso que
nos separaba, pero ella era ante todo y sobre todo una Toscanini. Los Toscanini jamás se rinden, por dolidos que estén.
Mi niña tampoco quería rendirse. No recuerdo cuándo fue la primera vez que alguien me comentó sus gustos. Drogas o
fármacos eran lo mismo, sólo remedios transitorios para algo mucho más profundo, escapes fáciles de algo que nadie se
atrevía a nombrar. Ella parecía
empeñada en seguir al abuelo recién
fallecido, buscando el escape en todo
lo que representara el riesgo, la
aventura exacerbada. Hoy sé que
aquel lejano accidente pocos meses
después de la muerte del abuelo era
el anuncio de lo que vendría después.

La niña no quiso decirme del viaje.


Preferí no hacer caso, no quise saber
entonces, creo que Wanda tampoco le
dio demasiada importancia. Pero
¿cómo pude ver a la hija de ojos
negros encendidos hundirse poco a
poco en un tránsito que no lleva a
ningún lado? ¿Cómo pude aceptar sin
Piano de Esther Seijmonsbergen (http://www.sxc.hu/profile/unit25) reclamos que la niña se torna mujer,

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | A tiro de piedra 18
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

pero una mujer a medias, mientras la madre acusa sin acusar, tal vez pensando que ha salido igual a su padre que es
hombre sólo a medias?

Pasaron diez años y volví a las terapias. El psicólogo consiguió poco, entre lo poco hacerme ver que era quizá no un
sodomita o un homosexual vulgar y común, y me abarató la factura repitiendo otros rumores en mi cara, dándoles
certificado médico: bisexualidad.

Sabía lo que me esperaba, habían pasado diez años más y ahora la niña era una mujer
apartada y huraña que buscaba deleites que yo jamás comprendería. Su primer accidente Drogas o
grave quedó muy atrás, casi en el olvido, y ahora ella buscaba otros caminos, parecía tener
miedo de lo que su propio cuerpo iba mostrándole. Seguía teniendo el mismo encanto que fármacos eran
su madre, un encanto que ni las drogas ni los fármacos pudieron destruir, pero pasados los lo mismo, sólo
treinta años el hombre, y sobre todo las mujeres, comienzan a sufrir un proceso
aceleradísimo de envejecimiento. Ella tenía treinta y cinco años y yo sesenta y seis.
remedios
transitorios para
Qué patético, ya casi un anciano que no puede amar a los jovencitos que le atraen, a quien
su mujer soporta y aguanta lo mejor que puede en público y privado -más que nada por un algo mucho más
amor propio capaz de soportarlo todo- y un piano que recibe más cuidados que mi hija, que profundo
mi esposa, que mi propio cuerpo.

No entiendo de drogas ni fármacos, después de aquellas sesiones llegó el turno de probar el repugnante sabor de los
antidepresivos. El licor parecía menguar un poco ese callado enjuiciamiento que Wanda hacía cada día, ya no me sometí
otra vez a las terapias controladas de descargas eléctricas, había perdido toda esperanza. Y aunque algún amigo no fue
capaz de callarse, rumor entre otros rumores mi reciente afición a las bebidas alcohólicas no encontró grandes ecos. ‘Es
improbable’ afirmaba la misma caterva que buscaba en mis discos la ‘prueba irrefutable’ de que estaba sublimando mis
infortunios sexuales.

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | A tiro de piedra 19
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

Sublimación. Mal diablo la lleve.

Mi hija con su vida desgraciada, mi mujer infeliz pero a mi lado, siempre. La sublimación no sirve de nada. Y me
pregunto si no habría sido mejor ceder a los impulsos ciegos de la carne, buscar aquello que sabía a la vuelta de la
esquina en vez de buscar en el piano lo que el piano jamás podría darme: el aliento varonil y acentuado de un hombre
seguro de serlo, y los brazos fuertes y sólidos de un amante, los amantes.

Pero pensar en amantes a los ochenta años es ridículo y yo no quería ser un viejo homosexual ridículo; también tuve la
suerte de que mi mujer me cuidara de llegar a serlo. Ella todo podía soportarlo, mi sexualidad ausente, hasta la muerte
de mi preciosa, mi hermosa hija. Pero que soportara no significaba que no sufriera.
Y me pregunto
Los rasgos de su cara adquirieron la presencia pétrea de una matrona rusa. Con ese aire de
si no habría varonil presencia que jamás se doblega. Aún sonreía alguna vez, y lo único que nos quedaba
sido mejor era la compañía mutua.
ceder a los Ni ella ni yo quisimos saber. Mejor que todo quedara irresoluto. Mejor pensar en la
impulsos tranquilizadora posibilidad de un accidente y no en la convincente prueba pericial de un
suicidio. El primer accidente de nuestra hija debió bastarnos a Wanda y a mí para no continuar
ciegos de la juntos en esa vida que no nos llevaría a lado alguno. Pero ellas eran ante todo unas Toscanini,
carne lo llevaban en la sangre. ¿Y si mi hija no soportó su vida y decidió a sus cuarenta años
arrancarse de este mundo? ¿Y si mi esposa continuó a mi lado sólo para ver cómo me
desmoronaría poco a poco, feliz de verme sufrir por algo que bien merecido lo tenía?

Incluso tomar antidepresivos o perderse en el desolador y brutal placer de la bebida requiere su dosis de valor. Y eso es
algo que no tengo. Puedo quebrar las maderas, los mazos de lana y destemplar las cuerdas de mi piano con gran
facilidad, puedo hacer que ese mismo piano gima como un jovencito dejándose amar por un compañero mayor. Puedo
conseguirlo sin ningún problema. El único camino que me quedaba era el olvido.

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | A tiro de piedra 20
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

Estúpidamente acepté una gira, una serie de conciertos dispersos a lo largo y ancho de los Estados Unidos de
Norteamérica y que abarcarían también una parte de Japón.

Era gratificante tocar aquellas piezas que conocía nota por nota, y de repente quedar con la mente en blanco. Los
espectadores creían que era algo debido a la senilidad, a la depresión, resabios del alcoholismo que así cual llegó se fue.
Pero el olvido era una bendición.

Y entonces escondía tras una máscara de confusión la satisfacción de saberme vivo, y


quizás por una sola vez, el dueño de mi vida, el dueño de la música. Que se joda
Ni medicamentos ni
Scriabin, que se joda Beethoven y Scarlatti, que se joda Bach y Rachmaninoff, alguna
drogas ni alcohol, a vez fui tan buen compositor como ellos. Alguna vez, antes de que el hambre pusiera un
duras penas la cerco alrededor de mi familia, de mi país. De mi patria. Entonces tenía sólo dieciocho
años. Hoy tengo ochenta.
música y la
‘Ya no bebe alcohol. Ya no se medica.’ Son comentarios que tarde o temprano siempre
compañía taciturna
llegan, aunque últimamente son menos frecuentes. Ni medicamentos ni drogas ni
de mi mujer alcohol, a duras penas la música y la compañía taciturna de mi mujer. Es realmente
poco lo que ha sobrevivido a este naufragio, manteniéndose en pie.

Sólo me resta una cosa. Regresar a mi país, a mi patria.

Mi mujer está a mi lado, y mi hijita, mi adorada y hermosa hija no podrá acompañarme.

Wanda no dice gran cosa, apenas llegamos a casa se acomoda en su sofá y me pide que toque algo. Sabe que tocaré lo
de siempre, ella pensará entonces en la niña, y yo cerraré los ojos intentando recordarla, cómo se veía cuando iba de la
mano con el abuelo Arturo.

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | A tiro de piedra 21
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

Cuando regrese a Rusia terminará el olvido, mi salida momentánea. Cuando vuelva a Rusia Wanda será ‘la esposa de
Horowitz, la hija de Toscanini, la madre de Sonia’. Entonces, y sólo entonces, ella será mi mujer. Aunque nunca vuelva a
tocarla, ni a compartir su cama. El cuerpo no importa ya.

Ahora sólo queda el tiempo disfrazado de olvido, carcomiendo lo que hemos sido alguna vez. Renuncié a ser compositor
para convertirme en un gran concertista. También renuncié a otras cosas, a muchas otras cosas. Al alcohol, a los
antidepresivos, a las terapias de electroshocks, a la terapia psicológica.

Y a pesar de todo, no supe en qué momento, cómo fue que renuncié a Wanda y a Sonia.

También renuncié a ellas, y no supe cuándo.

Ahora sólo queda


el tiempo
disfrazado de
olvido,
carcomiendo lo
que hemos sido
alguna vez

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | A tiro de piedra 22
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

Memorias de una bruja… y loca


Floating Margarita
Claudia Palatucci “Jezabel” *
¿Huyes? ¡Aterriza! es un juego de niños,
o soportas el ambiente… baja de tu nube etérea de dispara y ¡acción!
pintándote las uñitas… champignon y arenas,
baja tu falda blanca y sube la Time to go?
El olor te carcome, escalera real, cuenta cuentos,
las figuras te hipnotizan, que aún te falta terminar de limpiar hasta cuantos desees…
y sigues creyendo en las hadas esa mugre que no te deja avanzar. si puedes salir, lo lograrás,
bonitas, si no llegases a madurar,
los pacientes magos… Ilusiones o realidades, te perderás como todos
las armas y los disparos… vana comparación creyendo vivir una fantasía irreal.
ojalá tengas amigos para cuando rompes la fuente de tu nombre
despiertes… auxilias a otros, invitas a tu mundo ¿Huyes…
creyéndote la salvación… o te escapas?
Imagen: Bye Sun! 1 de Douglas Gomes de Souza (http://www.sxc.hu/profile/legalzona)

* México. Oh, sicóloga (o psicóloga) (hocicóloga), de profesión; “metiche” con licencia, para dar crédito a la locura de los ajenos, nieta de mulatos y de ojiazules
españoles, nacida en la tierra de los alacranes, Durango, México. Gusta de la música árabe, flamenco y brasileña; se le verá danzando por ahí de vez en cuando entre
letras y dibujos; diseñadora gráfica de afición, editora de fulanas revistas independientes y organizadora de eventos especiales (sobre todo en familia). Su
especialidad en la cocina: changüiches y sopas Maruchan. Se le puede encontrar en Jezabel Violeta - Bruja y loca (http://brujayloca.blogspot.com)

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | Memorias de una bruja… y loca 23
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

Desde el otero
Espectáculo de escapismo
José Luis de la Fuente *
Boldizsár supo que algo no iba bien. Esperó diez segundos más, se levantó impetuosamente
* España. Informático de profesión de su butaca en la primera fila y se encaramó de un salto al escenario ante la sorpresa del
y cuentero de afición. Los cuentos
son su salvavidas ante la tormenta público que abarrotaba el teatro de la opera de Budapest. Arrancó el cortinaje que cubría el
diaria de máquinas, cables y bits. gran tanque de agua donde, minutos antes, habían sumergido de forma invertida y cargado
Le gusta escribir cuentos directos,
breves, de fácil lectura, de de cadenas y candados al famoso escapista. A través del cristal, éste apareció inconsciente y
literatura llana y sin preciosismos. un halo tenue de sangre pululaba alrededor de su cara. El público se levantó de sus asientos
Y lo confiesa totalmente
arrepentido. No sabe hacerlo de y gritó asustado. Sin perder un segundo, Boldizsár cogió la barra de hierro de seguridad
otra forma pero promete mejorar cercana y la estampó contra el cristal frontal que estalló con estruendo dejando brotar toda
con el tiempo -de mayor quiere ser
cuentero-. Un antiguo profesor una
el agua del contenedor. Los ayudantes del gran escapista, que por fin habían reaccionado, le
vez le dijo: “cuando alguien pierde cogieron en volandas. Los médicos fueron requeridos a gritos y comenzaron
toda capacidad de sorpresa, de
asombro, de fascinación... está
apresuradamente a reanimar al artista desmayado.
muerto y no se ha dado ni cuenta”, se encaramó
así que le gusta pensar que con sus Boldizsár había creado, hacía ya algunos años, el espectáculo que
cuentos, es capaz de sorprender al se estaba representando en ese momento. Le vino a la memoria, de un salto al
menos durante un segundo al
lector ocasional y contribuir con su mientras observaba el devenir de los médicos y de las maniobras escenario ante
granito de arena a que continúe que ejecutaban para salvar la vida del gran escapista, como tuvo
vivo. Tiene cuentos publicados en
que abandonar la primera vez que lo intentó ante el público y
la sorpresa del
www.loscuentos.net y se le puede
encontrar en Desde el otero como estuvo a punto de morir en la segunda ocasión. Fue público
(http://www.desdeelotero.com)

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | Desde el otero 24
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

entonces cuando comprendió que su físico jamás le permitiría escapar del tanque de agua, a pesar de crearlo, a pesar
de conocer punto por punto y paso por paso como había que realizarlo, a pesar de ser capaz de desembarazarse de
cualquier cadena y de cualquier candado en seco sin ningún problema. Dentro del agua era imposible para él.

El auditorio, caótico, no hacía sino entorpecer las tareas de reanimación por lo que fue desalojado. Mientras, Boldizsár
observaba impotente y angustiado
como el gran escapista no reaccionaba.

El fracaso y las secuelas físicas de su


infructuoso segundo intento, le llevaron
a abandonar su pasión por el
escapismo. Olvidado por todos,
recordado por nadie, logró llamar, sin
embargo, la atención del gran escapista
que ahora yacía en el suelo
inconsciente. Pese a las advertencias de
Boldizsár, éste le compró el truco.
Recordó la cara de asombro y
fascinación del gran escapista, según le
iba descubriendo los detalles y etapas
que componían el espectáculo. Cuando
terminó su explicación, el gran escapista
reflexionó unos instantes y con gran
determinación no exenta de arrogancia,
anunció que él podría realizarlo.
Db_buried de james.spector (http://en.wikipedia.org/wiki/File:Db_buried.jpg)

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | Desde el otero 25
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

Los médicos se miraban y negaban con la cabeza, pero no cejaban en su empeño de reanimar al artista.

Boldizsár estuvo presente en los primeros ensayos y quedó maravillado de cómo la extraordinaria capacidad física del
gran escapista, le permitía estar bajo el agua el tiempo suficiente para poder realizar el complicado truco sin
demasiados problemas. A los pocos meses, Boldizsár leía en los periódicos con orgullo y con algo de envidia también,
como el gran escapista contaba sus actuaciones por éxitos.

El gran escapista comenzó a mostrar signos de que estaba volviendo en sí, lo que animó a los médicos a continuar. Eran
conscientes de su increíble preparación física, por lo que no se daban por vencidos.

Cuando el gran escapista anunció a bombo y platillo, como él acostumbraba a presentar todos sus espectáculos, que en
Budapest representaría por última vez su gran número de escapismo acuático, pese a residir en Sarkad, muy cerca de la
frontera con Rumania, Boldizsár fue de los primeros en comprar su entrada para poder contemplarlo en primera fila.
Desde ese lugar privilegiado y siendo el creador del truco, pudo seguir y repasar mentalmente punto por punto como se
iban sucediendo los pasos. Cuando no escuchó el sutil sonido de la trampilla de salida que solo el conocedor del truco
podría intuir más que percibir, comprendió que algo no estaba marchando como debiera.

Con un movimiento convulsivo, el gran escapista soltó toda el agua que había
ingerido y recuperó súbitamente la conciencia. Con ademanes toscos y ásperos, Con un movimiento
apartó a los galenos y a la gente que merodeaba a su alrededor mientras se convulsivo, el
incorporaba con dificultad. Durante unos instantes sus miradas se encontraron y
Boldizsár quedó desconcertado al enfrentarse a un mirar amargo, hostil y sin ningún escapista soltó toda el
atisbo de agradecimiento. Entonces comprendió que había arruinado el último gran agua que había
truco del maestro. Supo que había malogrado la posibilidad de que el artista, en
medio de un grandioso y último espectáculo final, pudiera escapar de su maldita ingerido
existencia.

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | Desde el otero 26
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

Poesía desde el otro lado del estercolero


Paraísos artificiales
Carlampio Fresquet Pérez *

Corridor sky de Barbara Din (http://www.sxc.hu/profile/BarbaraDin)


La ciudad vacía devuelve los gritos,
vagabundo, a lomos de cien caballos,
me río de la muerte, que se esconde,
tras cada vergonzante escorzo
cuando las paralelas se tocan al fin
y su tangente es invisible.

Dejemos que nos engañe la noche,


otra vez, en nuestra frenética huida
hacia los paraísos artificiales,
dependientes del espíritu de Satanás.
Dejemos que la noche nos engañe,
que cuando la verdad entre por la ventana
no estaremos preparados para seguir viviendo.

* España. Artista Indisciplinar comprometido con el entorno. Estudiante de Bellas Artes.. Director de DIAL
ART 2003 (proyecto de extensión universitaria para la difusión de la obra del alumnado de la Facultad de
Bellas Artes de Valencia). Coordinador Artístico de ALEACIÓN: ANTOLOGÍA ARTÍSTICA. Sor Kampana
1991-2008. Miembro del grupo artístico interdisciplinar OROMATON (Poesía, música y pintura en vivo).
Su libro ‘Somos sexo’ puede ser adquirido o descargado desde su tienda virtual en Lulu
(http://stores.lulu.com/kafre09). Puede ser encontrado en Carlampio (http://carlampio.blogspot.com).

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | Poesía desde el otro lado del estercolero 27
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

Mujer de aire
La zíngara y el ilusionista
Mayde Molina *
La última tarde de febrero se diluía entre el murmullo de las gentes. Era sábado y el * España. Nace en Barcelona el 7
paseo de las Ramblas, estaba aquel día muy concurrido. de junio de 1968. Estudia
radiología y más tarde medicina
Se podían encontrar a derecha e izquierda de la calle una infinidad de estatuas tradicional china. En octubre del
2003, empieza a asistir a los
humanas; sorprendentes personajes a cual más original y llamativo, que se encargaban talleres literarios de “Aula de
de despertar la curiosidad de la gente que paseaba Escritores” en el barrio de Gracia
de Barcelona, bello y
a lo largo de la rambla relajadamente ramblas abajo. multicultural donde los haya,
donde todos los viernes
iban cobrando vida un A la altura de Canaletas, había un hada pintada de tertuliando entre cafés y amigos
se empiezan a hilvanar sueños,
verde que sobre su pedestal danzaba moviendo un
sinfín de personajes manto lleno de pequeñas flores.
prosa y poesía. Desde entonces no
sale de casa sin papel y pluma,
porque sabe que en el lugar más
Unos metros más abajo, un Napoleón muy logrado guiñaba el ojo a quien lo mirara y inesperado se puede encontrar
con una nueva historia. La
con su mano en el pecho, cambiaba de postura cada vez que escuchaba el tintineo de escritura es su forma predilecta
una moneda cayendo bajo sus pies. de comunicar, dar la cara a la
vida y a las nostalgias de la
infancia y recoger el mundo de los
A pocos metros más de distancia, casi ya frente al Liceo, un griego que parecía hecho sueños poniéndole alas de aire a
de alabastro fruncía de repente el ceño ante los ojos risueños de los niños. Alguno de su fantasía. Se le puede encontrar
en Mujer de aire
ellos, hasta se atrevía a acercarse para tocarlo y comprobar si era o no una persona de (http://www.mujerdeaire.com/).

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | Mujer de aire 28
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

verdad.

Y así, a lo largo de la rambla iban cobrando vida un sinfín de personajes más.

Aquello era arte; un arte espontáneo y colorido que se mostraba libremente en cada esquina y rincón del paseo más
pintoresco de la ciudad de Barcelona.

Al llegar a la altura de las Atarazanas, justo unos metros antes del puerto, un nuevo corrillo de gentes empezaba a
formarse en torno a otra nueva pareja de artistas.

Él se había sentado con las piernas cruzadas sobre una gran caja rectangular, esperando a que el círculo de gentes se
completase en torno a ellos.
Él se había sentado
Situada de pie, unos pasos por delante de él, la silueta de una preciosa mujer
empezaba a captar con sus movimientos toda la atención de los que se acercaban.
con las piernas
cruzadas sobre una
Era zíngara. Tenía la tez morena, los ojos grandes y rasgados y un cabello muy
negro y ensortijado que sostenía alzándolo entre sus manos mientras movía de un gran caja rectangular
lado a otro las caderas y sobre su falda una ristra de monedas plateadas tintineaba
al ritmo de la música.

Sonreía abiertamente, invitando a acercarse más y más a aquel pequeño grupo espontáneo que se detenía por
momentos frente a ellos.

Una nueva melodía húngara empezó a sonar mientras ella danzaba descalza sobre el asfalto. Él, detrás, vestido con un
traje de pantalón y chaleco negro repleto de dibujos oro y grana, aplaudía cada uno de sus pasos animando más aún al
público.

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | Mujer de aire 29
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

Ya apenas quedaba espacio para una sola cabeza más. Fue justo entonces, cuando él se levantó y sosteniendo la mano
de su compañera en alto hizo junto a ella una reverencia presentándose a la gente.

- ¡Damas y caballeros… van ustedes a contemplar ahora el espectáculo más insólito que jamás hayan podido imaginar!-
dijo alzando la voz.

Su tono de voz era grave, su acento parecía ruso. Empezó a contar a todos la historia de cómo había encontrado a Erika
años atrás en un crucero por el Danubio, aquel lugar del mundo en que desde
entonces, habían unido sus destinos.

Les habló también de su largo deambular por circos y teatros; recorriendo cada
Empezó a contar a
rincón de la vieja Europa, hasta que un día no muy lejano habían decidido al fin ser todos la historia de
libres, alejarse del frío y perpetuo invierno de las ciudades europeas y viajar cómo había
solamente por España mostrando su arte en las calles a cambio de las monedas que
su público pudiese ofrecerles… encontrado a Erika
- ¡Señoras y señores!- decía él muy convincente- Este espectáculo que van a años atrás
contemplar a continuación les costaría al menos 20 o 30 euros en cualquier teatro
de la ciudad. ¡Hoy van a poder disfrutarlo sólo por unas monedas!

Y ceremoniosamente, se acercó hasta el gran rectángulo que había en el suelo.

La sábana de satén azul que lo cubría voló por los aires a golpe de varita mágica, dejando al descubierto una preciosa
caja dorada labrada con incrustaciones de soles y estrellas.

Entre los dos la abrieron y sacaron de su interior otra caja más pequeña que estaba decorada con los mismos motivos.
Empezaron a mostrar a todos las cosas que había en su interior.

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | Mujer de aire 30
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

Lo primero que sacaron de ella, fue una alfombra persa que desplegaron frente a la caja más grande, extendiéndola
sobre el suelo. Después vaciaron sobre ella todo el contenido de la caja pequeña: un par de sogas gruesas y largas, un
montón de pañuelos de seda, unas esposas y un arnés…

Varios espectadores ya iban imaginando lo que iba a suceder mientras ella se disponía a empezar con su trabajo.

Primero, cogió las esposas y llevando los brazos del joven ilusionista detrás de su
cogió las esposas y espalda, las situó sobre sus muñecas, cerrándolas. Caminó de puntillas hasta el
público y entregó sonriendo la llave a un niño lleno de pecas, que sostenía la mano
llevando los brazos del de sus padres.
joven ilusionista detrás
Después regresó junto a él, cogió el arnés y se lo pasó entre ambas piernas hasta
de su espalda, las situarlo a la altura de su cintura. Luego, cogió del suelo una soga gruesa y larga, se
situó sobre sus arrodilló y ató fuertemente las piernas de su compañero; anudándola primero
sobre los tobillos, luego sobre las rodillas y finalmente a la altura de las caderas.
muñecas Con la otra soga que le quedaba, hizo un gran nudo corredizo que le deslizó
alrededor del cuello, se la bajó por delante del pecho, pasándola después por el
interior de cada brazo y le dio un par de vueltas sobre el tronco hasta que unió el extremo con la otra soga que venía de
haberle amarrado antes las piernas. Finalmente, enlazó ambos extremos en un gran nudo doble que cerró anclándolo
con una vaga metálica al arnés.

Erika se acercó de nuevo hasta el público e invitó a un hombre de mediana edad, que llevaba un sombrero gris, a que la
acompañara para comprobar ante los ojos de todos la verdadera solidez de aquellos nudos y que el interior de la caja
más grande estaba completamente vacío y sin fisuras.

El joven escapista se encontraba perfectamente amarrado frente a su público: sus manos esposadas detrás de la
espalda, las sogas rodeándole todo el cuerpo, el arnés amarrado a su cintura…

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | Mujer de aire 31
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

El hombre del sombrero ayudó a Erika a situarlo en el interior de la


caja más grande. Sólo había un pequeño círculo por debajo de la
cerradura para dejar paso hacia el exterior a la soga que sostenía el
arnés que él llevaba anclado a la cintura.

JTS_2473, de Josep Tomàs (http://www.flickr.com/people/thundershead)


Cerraron la caja con un gran candado. Ella unió el extremo de la
cuerda con un gancho a un grueso brazalete plateado que llevaba
en el tobillo derecho y se dispuso a anudar pequeños pañuelos de
colores a la cuerda, empezando en el extremo que nacía del
brazalete de su pierna y llegando hasta el final visible de la soga que
luego se perdía tras el orificio de la caja.

Se giró para inclinarse ante todos haciendo de nuevo una


reverencia.

- ¡Damas y caballeros! -les dijo sosteniendo entre las manos los


extremos de su falda- Mientras el gran Kabir se deshace de sus
nudos, yo voy a ofrecerles una danza de mi tierra. ¡No se distraigan
demasiado y no pierdan ni un momento de vista la caja!

Y empezó a bailar sonriendo, alzando la pierna y creando un


movimiento ondulante en los pañuelos de colores que había
anudado sobre la soga.

Giraba sobre sí misma; movía de lado a lado las caderas, ondulaba


su cintura dibujando ochos en el aire, mientras aquellas monedas
tintineaban y sus brazos se agitaban serpenteando al ritmo de la

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | Mujer de aire 32
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

música. Era una danza preciosa, delicada y llena de armonía.

Los ojos negros de Erika brillaban destellando las últimas luces de la tarde. Su inmensa sonrisa, repartía entre aquellas
gentes un manto de ilusión más grande que toda su tierra de Hungría.

Era curioso observar las caras de los espectadores; casi todos movían rápidamente la vista paseándola entre la caja y la
joven zíngara, pero otros habían olvidado la caja por completo y no podían dejar de contemplarla a ella.

En el interior de la caja, el gran Kabir ya estaba agitándose por dentro…Su pulso se


había acelerado. El ritmo de la música le ayudaba a controlar el tiempo que le
empezó a bailar quedaba.
sonriendo, alzando la
Podía imaginar perfectamente los pasos que ella estaba dando sobre la alfombra.
pierna y creando un Los había visto tantas veces…
movimiento ondulante No había dejado de hacerlo, desde aquel día en que la había conocido, justo en
en los pañuelos de aquel momento de su vida en que todo empezaba por fin a asentarse y cobrar un
colores nuevo sentido.

Él que había escapado de todo hasta entonces…

De las inmensas palizas que su padre le propinaba cada vez que llegaba a casa cargado hasta las cejas de vodka…

De los nudos con que le amarraba a la silla de su habitación durante horas, aquellos días en que se sentía tan miserable
y desgraciado, que lo castigaba sólo porque no podía soportar que el muchacho le recordara en cada gesto a su madre…

Llegó el día en que aquel cretino, dejó de encontrárselo llorando cuando llegaba completamente ebrio a casa.

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | Mujer de aire 33
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

Él pequeño, había aprendido al fin a huir…

Y de cada una de las miserias en que se había desarrollado su dura y triste infancia, había escapado antes de que llegara
a hacérsele demasiado insoportable…

Hasta que se convirtió en un hombre y siguió escapando de todo cuanto intuía que podía llegar a someter de alguna
manera su espíritu…

Y esquivó de nuevo, la rigidez de un trabajo convencional y rutinario al emigrar hasta


Yugoslavia.

Y huyó de aquel país, años después, ante la incertidumbre de que de seguir allí siguió escapando de
tendría que ir a luchar a la guerra de Bosnia… todo cuanto intuía que
Pero ya en Hungría, no pudo escapar de ella cuando la vio por primera vez bailando a podía llegar a someter
orillas del Danubio. de alguna manera su
Ahora sólo pensaba que tal vez algún día, podría darle todo cuanto se merecía… espíritu
Y una casita frente a la playa donde realizar sus sueños…

Quimeras, quimeras, quimeras.

El tiempo transcurría demasiado deprisa, no era aquel el mejor momento para ponerse a soñar.

Y tuvo que volar veloz de aquellos pensamientos, para concentrarse en el único escape que verdaderamente tenía que
hacer en aquel momento.

El último nudo que había unido ambas sogas al arnés de su cintura se deshizo al fin entre sus dedos. Estaba

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | Mujer de aire 34
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

completamente libre en el interior de la caja.

Fuera, el ritmo creciente de la música y los movimientos de la bailarina indicaban que el espectáculo estaba llegando a
su fin.

Y así fue, porque Erika dio un último paso en el que giró nuevamente sobre sí misma y se paró de golpe deteniéndose
en un hermoso gesto mientras extendía los brazos hacia el cielo.

El público empezó a aplaudir.

Ella, risueña, se dirigió hacia ellos cogiendo de la mano al mismo caballero del
se dirigió hacia ellos sombrero gris, que antes la había ayudado y lo llevó de nuevo frente a la caja.
cogiendo de la mano al Entre ambos la abrieron: en su interior no quedaba ni rastro del Gran Kabir.

mismo caballero del Misteriosamente y en el interior de aquella caja dorada, el joven escapista se
había desvanecido del mundo, ante la sorpresa del gentío que se aglomeraba
sombrero gris, que antes la en aquel rincón de las Ramblas de Barcelona.
había ayudado
Allí solamente estaban las sogas, el arnés y las esposas aún cerradas, que
sacaron mostrando a todos.

La gente no daba crédito a lo que estaba viendo. Aplaudían exaltados mientras algunos de ellos gritaban bravos con
energía.

Unos instantes después, el Gran Kabir aparecía por detrás de todos ellos. Lucía una gran sonrisa y caminaba hacia el
centro del círculo haciéndose paso entre la gente, mientras sostenía sobre su cabeza una gran daga dorada que nadie
había visto antes.

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | Mujer de aire 35
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

Todos, sin dudarlo un momento, empezaron a acercarse a depositar sus monedas en una pequeña cajita que Erika
había colocado sobre la alfombra.

Se iban acumulando una tras otra, hasta que la caja volvía a llenarse una vez más al final de espectáculo y sin tener que
entregar comisión alguna al dueño de un circo o de un teatro.

El día había sido largo; habían realizado más de diez números sólo durante la tarde y aquella noche, cuando ella
completamente agotada se quedó dormida sobre el camastro que tenían alquilado en una pensión del barrio gótico, él
la abrazó por detrás uniéndose a su cuerpo. Inspiró con fuerzas y reposó las manos en el incipiente vientre que crecía
día tras día, mientras su hermosa madre danzaba sobre una alfombra persa amarrada a la soga que la unía a él.

… Al gran mago que una y mil veces, en el interior de una caja dorada, deshacía cada uno de sus nudos y de sus miedos
más antiguos y oscuros.

Y así debía de ser. Porque sabía perfectamente que en unos meses, el pequeño ser que crecía en el cuerpo de Erika
haría cambiar para siempre el escenario de su vida

El día había sido


largo; habían
realizado más de
diez números sólo
durante la tarde

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | Mujer de aire 36
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

Palabras son palabras


Escapar
Lino Carmenate Milián *

Escapar, que remedio nos queda


cuando solo acompaña la suerte de escapar, Escapar entre cielo y tierra y mar y estrellas
del miedo, de la sombra, de la nada. cuando el gris es húmedo y cómplice
cuando el azul es frio y azaroso
Escapar, que remedio nos queda cuando aún queda tan solo la esperanza
cuando solo acompaña la suerte de escapar, de salvar, a algún alguien, del naufragio.
del miedo, de la sombra, de la nada.
Escapar, cuando no quedan remedios,
Escapar, como mejor salida, ni tiempo, ni espacios, ni augurios, ni palabras
de la risa que deje moribunda a donde sea que amanezca, hacia la suerte,
de la muerte que deje risueña, a donde sea que este solo, hacia el encuentro,
de la historia que nunca contaré a la razón última y oculta, hacia el espanto.
para que no crean que deliro.

* Honduras. Hondureño nacido en Cuba. Doctor en medicina. Escritor, más que bueno, comprometido, más que de ocasión, de corazón. Para ponerse en
contacto con él, deje un mensaje en la sección Contacto de nuestro sitio web.

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | Palabras son palabras 37
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

El séptimo duende
Olivos
Ana M. Gutiérrez *

* México. Contadora cuentacuentos bajacaliforniana que reside en Tecate. Se inició temprano en la lectura y tarde -porque se le da bien eso del
destiempo, en la escritura de prosa poética principalmente. Aprecia humor negro y opina que es una cualidad especial en las personas. Le encantan los
cuentos de finales infelices. Sus favoritos son los escritores latinoamericanos, aunque ha husmeado en uno que otro europeo principalmente en
narrativa y novela. Adicta a la luna y a todo lo que tenga que ver con el desierto. Publicó alguna vez y aunque se acuerda donde apenas la conocen en
su casa. Escribe desde marzo del 2004 en 7DuendeS (http://www.7duendes.com ) y esta es la primera vez en un proyecto colectivo.

San José de Cupertino asistió a la muerte de su madre en su


pueblo natal sin abandonar el convento de Asís donde residía.
Estando ella a punto de expirar gritó con gran acento de dolor:
"¡Oh fray José, hijo mío, ya no te veré más!" Al instante
apareció una gran luz que iluminó la habitación, y la
moribunda, viendo a su hijo, gritó de nuevo llena de júbilo:
"¡Oh fray José, hijo mío!". Al mismo tiempo el bienaventurado
se encontraba en Asís; salía llorando de su celda,
encaminándose a la Iglesia a orar. El padre guardián le
encontró y le preguntó la causa de su llanto. Su respuesta fue:
"Mi pobre madre acaba de morir". La carta que llegó muy
pronto confirmó la noticia; pero también se supo que el Santo
había asistido personalmente a su madre moribunda.

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | El séptimo duende 38
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

Rufina se creyó siempre mujer de Dios. Huérfana de padre y hermana de otros cuatro, a su madre no le quedó más
remedio que dejarla en el convento de las hermanas de la Orden de Santa Brígida apenas cumplió los ocho años. Un
sacerdote de mirada severa pero compasiva las recibió aquella tarde en el convento de Las Brígidas y aún sin recibir
muchas explicaciones aceptaron quedarse con la niña y se encargarían, le dijeron, de hacer de Rufina una chica educada
y dedicada a las labores que se le encomendaran y, si todo salía como debía y era llamada, Rufina se convertiría más
tarde en una mujer piadosa de corazón ferviente de amor de Dios y al prójimo, dedicada a servicio de la iglesia.

La primera noche de Rufina en el convento, fue la hermana Lucía la encargada de guiar a la niña en su nueva vida, darle
los horarios, decirle las reglas, mostrarle el espacio donde dormiría, proporcionarle baño y ropa limpia. Rufina asentía a
todo con carita de susto, con mirada traslúcida y temerosa pero fuerte ante la cual una sensación extraña recorrió la
espalda de la monja. La vida que conoces queda atrás, le dice a la niña mientras dispone todas las cosas del baño,
desde hoy empieza tu nueva vida en compañía de Dios, le dijo intentando definir lo que la
Rufina se mirada de esa niña le causaba.
convertiría
II
más tarde en
El padre Albino Reyes es un viejo monje español que a pesar de aceptar con orgullo y de buena
una mujer manera la misión encomendada de trabajar con los huérfanos, ayudado por las hermanas del
piadosa de convento de Santa Brígida, sueña con regresar a su tierra natal. A veces, mientras le sirven la
corazón cena, platica de su juventud en Mora en los campos de olivo cornicabra y describe, mirando
hacia la nada; las podas del olivo y la pizca de aceituna. Con voz nostálgica habla del aroma de
ferviente de la aceituna durante el proceso para extraer el aceite, ese precioso oro verde a sus ojos, el más
amor a Dios hermoso recuerdo de su infancia en España, país que tuvo que dejar para emigrar a esta
América con aroma a guayaba y mango en la que ha pasado los últimos cuarenta años de su

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | El séptimo duende 39
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

vida, tierra que por clima no es propicia ni para vides ni olivo, pero
que ha sido buena para la atención a tantos huérfanos que durante
todos estos años ha sacado adelante. Nunca pudo regresar a su natal
España y ahora que se encuentra enfermo, viejo y cansado, le es

After the rain 4 de Giuseppe Crimeni (http://www.sxc.hu/profile/krimeboy)


imposible regresar, sabe que es así y se resigna, pero cómo extraña
los árboles de Olivo y las aceitunas que de tan grueso aroma
impregnaron su infancia, recuerdos nada más, dice apesadumbrado
mientras le sirven el café.

III

Rufina tiene siete años recién cumplidos. Intenta calmar y dormir a


sus hermanos mientras su padre discute en la cocina con su madre.
Imposible no escuchar los gritos en aquella casa de tan solo dos
cuartos y una mini cocina. Les cuenta una historia con princesas y
cachorritos que se pierden en la nieve y
cree quedarse dormida mientras lo hace,
lo piensa y sabe que es mejor dormir y va Imposible no
cerrando los ojos mientras cuenta, va escuchar los
cayendo en el profundo sueño de un
mundo mejor en el que pretende
gritos en aquella
escapar por unas horas -con suerte-, del casa de tan sólo
mundo real, o al menos eso cree. Rufina dos cuartos y una
intenta calmar y dormir a sus hermanos.
Imposible no escuchar los gritos en mini cocina

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | El séptimo duende 40
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

aquella casa si se escuchan en dos cuadras a la redonda y nadie interviene.

Rufina duerme esperando soñar un mundo mejor, pero en vez de eso, en la pantalla en blanco le da la imagen de su
padre riñendo a su madre. De un momento a otro le está dando tremenda golpiza. El sueño es cruel, en ese sueño se
levanta furiosa y deja en cama a sus hermanitos para salir a la cocina y tomar un cuchillo y con éste, lanzarse sobre su
padre gritándole ¡deja a mi mamá! encajándoselo en la espalda, el brazo y finalmente, accidental pero certero, en el
cuello, empapándose las manos y la pesadilla de color rojo.

La niña se despierta muy de madrugada con la mandíbula doliéndole de tanto apretarla y el cuerpo como si se lo
hubieran apaleado pero en su cama, sintiendo que todo es pesadilla tanto si duerme como si está despierta, y en esas
está cuando su madre apresurada y nerviosa entra a la casa como un torbellino hablando de irse mientras prepara una
pequeña maleta y le pide que despierte a sus hermanos para salir luego a la boca de la
Las trescientas madrugada fría todavía a oscuras. Escapaba por primera vez.

cincuenta y Las trescientas cincuenta y nueve noches siguientes las pasarían en un circo de húngaros,
ambulante y raquítico que por contar entre sus atracciones con una amplia gama de
nueve noches
ladrones y otras calañas procuraba instalarse siempre en los pueblos más escondidos. En
siguientes las esos lugares Rufina lo mismo ayudaba repartiendo folletos con publicidad del circo,
pasarían en un pegando afiches, dándole de comer a los animales, hasta que desafortunadamente no
pueden ocultar mas la condición de la niña y vuelven a escapar.
circo de
húngaros, La madre de Rufina se entera entonces del Orfanato de Santa Brígida y después de hablar
con el padre deja a la niña prometiendo volver por ella apenas se acomode un poco mejor
ambulante y la vida. Viene el periodo más dulce de Rufina donde no siente necesidad alguna de estar en
raquítico otro lugar mientras está en la oración, las clases, el bordado y el estudio de la vida de los
santos. Fue así como la Hermana lucía se encargó de conducirla correctamente, de

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | El séptimo duende 41
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

instruirla en la oración, en hacerle ver que el don que tenía era un regalo de Dios y que estando en el convento al
amparo de la religión ya no tenía necesidad alguna de escapar. Muchas cosas vio la hermana Lucía con el sobresalto
propio de quien no sabe como guiar a un ser humano diferente, muchas veces tuvo que cubrir a Rufina cuando se
desdoblaba para acompañarla a recoger algún donativo o cuando a la vez que dormía plácidamente en su cama
también estaba rezando en el templo. La vida entonces para nuestra pequeña escapista como solía llamarla a solas la
hermana Lucía; se apaciguó dulcemente y la niña fue creciendo. Los desdoblamientos cesaron entonces y los siguientes
diez años pasaron suavemente entre rezos, bordado y labores del convento convirtiendo a Rufina en una etérea chica
diligente y piadosa.

IV

Rufina siempre se creyó mujer de Dios. Entró a la casa parroquial para dar servicio en las labores de la casa, cocina,
limpieza, por las tardes el catecismo, bajo la tutela siempre de la hermana Lucía. Con qué atención escucha Rufina al
Señor cura hablar de su niñez en su tierra natal, con cuanto fervor desea que el Padre tan bueno pudiera regresar a su
tierra. En realidad Rufina hubiera querido tener un recuerdo así de su niñez, un recuerdo
de que en esa época al menos algo había sido bueno. Con qué
Rufina se creía a sí misma una buena mujer de Dios, por eso cuando el padre enfermó y en atención
su delirio se le mezcló el recuerdo de su vieja España con su vida presente. Lamentaba escucha Rufina
tanto no haber regresado mientras deambulaba en su casa aturdido y enfermo inmerso ese
paréntesis que se te vuelve la vida cuando ya no eres útil pero tampoco te recoge Dios al al Señor cura
bien morir. Rufina lo veía ir y venir inquietándose tanto que esa misma noche se desdobló y hablar de su
viajó al viejo pueblo del padre Albino mientras a la vez dormía iluminada. En el catre de al
lado la hermana Lucía presenciaba el hecho entregada a la oración y rogando para que
niñez en su tierra
nada malo le pasara a la muchacha. natal

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | El séptimo duende 42
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

Otro día temprano junto con el desayuno y el medicamento de rutina el padre recibe de la muchacha una pesada rama
de olivo aún con frutos, un envase con aceite de oliva etiquetado de su mismísimo pueblo natal, el suave aroma
impregna la habitación.

El viejo sacerdote en su delirio enfermo se sorprende, toma el gesto como cosa del diablo, -¡Aléjate de mí mujer del
diablo!- grita furioso el padre Albino -Sólo alguien entregado al mal puede crear tales pruebas en una sola noche,
¡aléjate mujer! No harás que sucumba ente la tentación de creer que tener por fin en mis manos algo tan anhelado
puede ser obra de Dios cuando eso no es otra cosa más que la evidencia del mal!- grita mientras arroja las ramas de
olivo lo más lejos posible.

Irritado, con ojos desorbitados, intenta el cura rezar el credo mientras el día se le
el padecimiento oscurece; el padecimiento brota como espumarajo y un estertor propio de su
enfermedad se hace evidente, mermando el intento de oración -Creo en un solo Dios,
brota como un padre todo poderoso…-.
espumarajo y un
VI
estertor propio de
su enfermedad se Momentos después sus ojos se quedan sin vida mientras la chica asustada sale
corriendo y escapa de nuevo,...
hace evidente,
mermando el … va sola, única, en cuerpo y cuerpo, en cuerpo y alma, pero esta vez para no volver
jamás.
intento de oración

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | El séptimo duende 43
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

Letras al viento
El travestido
Fernando Sabido Sánchez *
De El paso del tiempo

En el ceremonial íntimo del solitario mordiéndose el deseo


las lágrimas se confunden con la cobardía, en la esquina del coraje,
es un proscrito por la realidad de lo distinto aprendiendo a convivir
maquillaje que juzga la sociedad en los sueños con las brasas
de irreverente
Ya en la calle cruza la frontera Hoy se siente el protagonista de su vida
misántropo en sus sentimientos de mujer encerrada en el baúl de la infancia tantos años
y la noche le sorprende y en la acera del placer prohibido
saldando su deuda con la naturaleza comparte con las putas
la desgarrada melodía de un blues,
Allí donde nadie conoce su secreto que estalla en el silencio
le han visto del brazo del mendigo de un destino encadenado
sufriendo por amor a la ambigüedad maldita de su sexo.
en la prisa de las horas,
Imagen: La Palma drag queen de Palma (http://en.wikipedia.org/wiki/File:La_Palma_drag_queen.jpg)
* España. Nací en Peñarroya-Pueblonuevo, Córdoba y actualmente resido en Alcalá de Henares, Madrid. Soy pintor abstracto y poeta, autor de varios libros, entre
ellos El paso del tiempo, Las diosas esconden su sexo detrás de la luna y Vivencias, mentiras y algún matiz utópico. También colaboro con antologías y revistas de
varios países. Administro el blog Poesía española contemporánea (http://fernando-sabido.blogspot.com).

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | Letras al viento 44
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

En breves
Disimulados
Carolina Fernández Gaitán *

* Argentina. Mendoza (1973). Docente, escritora y amante del microrrelato, microcuento, minificción, microficción, cuento brevísimo, minicuento.
Punto, el resto sobra. Puede ser encontrada en Todo es como tiene que ser (http://todoescomotienequeser.blogspot.com).

José sueña en la calidez de su lecho matrimonial con Adriana,


la escribana del piso de abajo. Adriana, totalmente dormida,
gira en su cama murmurando el nombre de Martín, quien
descansa a dos departamentos de distancia en medio de una
visión onírica con la rubia del 3º “B”. La rubia sueña con Pedro,
mientras a su lado, Diego, recibe caricias oníricas de Paola, la
mujer de José. En la mañana todos se encuentran en el
ascensor y se saludan como si nada.

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | En breves 45


Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

La almadraba
El escapista
Carlos Oriel Wynter Melo *
Conocí a Vitorio Casagrande en una cantina. Sí, bebiéndose litros y litros de alcohol. Aunque
* Panamá. Ciudad de Panamá, rodeado de mujeres, se veía harto. Abordaba una, conversaban y, después de mirarla y
1971, es autor de los libros El
escapista (1999), Desnudo y remirarla, después de no encontrar algo buscado con insistencia, la despedía. Regresaba a las
otros cuentos (2001), El botellas. Si volvía a armarse de ganas, tomaba a una mujer
escapista y demás fugas (2003),
Invisible (2005), El niño que diferente y repetía el procedimiento. Nada. Luego me aseguraría Al final de la
tocó la luna. Narraciones sobre su esperanza de ser sorprendido. La sorpresa era muy importante
la etnia indígena emberá
para él; como en aquella cantina, la perseguía en cada cosa. Al noche se fue
(2006) y El escapista y otras
reapariciones (2007). En el final de la noche, se fue renqueando; para mí sólo era un renqueando;
2008 editorial Norma publicó
borracho más.
su libro Cuentos con Salsa. Y en
el año 2010 apareció Vivir
para mí sólo era
donde América se hace cruz. Y
otras notas sobre leer, bailar,
No supe de su fama hasta que asistí a su espectáculo. Fue una un borracho más
presentación sublime. Vitorio ataviado de negro, se metía en una
(re)nacer y el futuro, con la
editorial La Propia Cartonera. caja del mismo tono. Silencio y todo el asunto, sólo la figura de su
En 1998 recibió el Premio asistente, vestida de hada madrina, mantenía el lugar vivo. Luego quitar la caja negra
Nacional de Cuento José María
Sánchez. En mayo de 2007 fue descubriendo una caja negra de menor tamaño, quitar la nueva caja y que pasara lo mismo, y
seleccionado como uno de los de nuevo, como en las muñequitas rusas donde una esconde siempre otra, hasta que se llegó
39 escritores menores de 39
años más importantes de a una cajetilla como para cerillos. Y ¿dónde estaba Vitorio si antes de que lo guardaran se
América Latina. revisó el suelo y se mostró el interior de la caja? El público soltó un ¡aaahh! de admiración. El

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | La almadraba 46


Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

hada madrina mantenía la caja de cerillos a la vista de todos. La lanzó al suelo. Surgió una llamarada como con chispas y
humo. Vitorio apareció, vestido de blanco y con una sonrisa vacía. Es decir, yo sentí su sonrisa vacía, como la noche de
las botellas y las mujeres, tan de hastío.

En ese tiempo yo tenía un hambre de revelación metafísica, que a todo le ponía significado. Percibí el acto de Vitorio
como un viaje. Los misterios, como las cajas de la presentación, son negros. El detalle laberíntico, tipo muñequita rusa,
me pareció simbólico. Tanto me agradaron esas imágenes que decidí meterme a su camerino y conocerlo, decirle que
yo compartía su visión y que agradecía su forma hermosa de comunicarla. Me deslicé entre la gente, como yendo a los
baños, crucé un pasillo y llegué a la puerta. Me miraban las letras doradas:

En ese tiempo yo
tenía un hambre "Vitorio Casagrande. Escapista".

de revelación
metafísica Al principio me decepcionó: yo hablaba mientras él fingía bostezos y se limaba las uñas. Le
parecí un frívolo buscador de autógrafos. Le dije que su acto era impresionante. Y me dijo
que no si lo había visto la semana pasada. Le dije que el show era trascendente y contestó: "Comercio, hijo, comercio,
cuando se repite para que la gente se lo aprenda el asunto es comercio". Pero me prestó atención cuando le hablé de lo
alegórico. "...Usted viste de negro al principio, con las tinieblas de la ignorancia, se lanza a un dédalo de misterios, el
mundo tal vez, su búsqueda llega a la ansiada profundidad, que resulta ser la navidad, entonces lo toca la gracia, la que
usted de manera concordante representó con un hada madrina, y con ella, por medio de ella, ocurre la iluminación:
reaparece pero vestido de luz, de blanco, de sabiduría". Durante mi explicación se había recostado en el asiento. Me
miraba desde ahí con una ligera sonrisa. Exclamó: "Tenemos un filósofo entre nosotros, ¡aleluya!, invitémosle un trago".

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | La almadraba 47


Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

Nos fuimos a un prostíbulo cualquiera. Nos sentamos en la barra y después de pedir dos whiskys, me soltó más o menos
estas cosas: "¿Así que te gustó mi acto?", asentí con la cabeza, "pero si te he dicho que es comercio: ya no hay sorpresa
y la gente perezosa, la que quiere las vainas masticadas, lo compra. Por supuesto, no me refiero a ti, filósofo: tú le diste
un giro que te asombró. ¿Cómo era lo que me decías del negro y los misterios y el hada madrina…? Si es verdad que no
era la idea del acto decirte todo eso, también lo es que a veces se meten ese tipo de cosas, deseos, fantasmas, como
duendes. Yo había soñado con un hada madrina que, no me lo vas a creer, me tocaba con su varita mágica y me llevaba
a lugares increíbles. Después de eso, preparé mi acto y salió lo que tú interpretaste. Y me ha pasado varias veces, tantas
que he perdido la cuenta. Trato de cambiar el acto lo más pronto posible y de que tenga algo de mí, íntimo. Me
entristece el tedio, ver a la gente pasmada con lo mismo. ¿Me creerías que prefiero cuando no entienden, cuando se
quedan, como con algunos actos nuevos, tan desconcertados que el agrado no les llega
hasta después? Es que eso es vivir, eso es vida. Yo tengo que arrancársela a los callejones, al Durante mi
fondo de un vaso, a las putas, y se la sirvo a mi público en bandeja de plata, en la explicación se
comodidad de sus asientos, espantando el fastidio: ¡qué más quieren! ¡Hay tanto tedio en la
calle, hombre, tanto tedio…!". había recostado
Mientras él pedía otra bebida, un vodka ("ya me cansó el whisky de mierda este"), yo le
en el asiento
hablo de las metáforas: cosas que representan otras cosas. "Encuentras diferentes
significados a la vida por medio de las metáforas. ¿Sabes lo que significa eso, hombre? No más tedio; vi-da-nue-va-ca-
da-ma-ña-na".

Él niega con la cabeza, con energía: "Yo he probado todas las metáforas. Yo soy un "metaforeador". Y te voy a decir
algo, son finitas, tarde o temprano te encuentras con el tedio, el todo poderoso tedio, la-vi-da-li-mi-ta-da". Y eso
discutimos el resto de la noche, en un bar, en un restaurante, finalmente en la acera. Nos fuimos a dormir.

Algunos días después volví a colarme en su camerino. Se alegró mucho de verme: "¡Filósofo!", gritó, "siéntate, hombre,
siéntate. Tienes que salvarme: dime algo nuevo, interpreta mis presentaciones. Ahora sí estoy aburrido, aburrido en

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | La almadraba 48


Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

serio. ¿Crees que en Europa o en Oceanía o en Australia haya sorpresas para mí? Si te has dado cuenta, no se me ha
ocurrido ningún espectáculo: sigo con lo de la caja negra, la cajita negra y el hada madrina, y ¿sabes qué es lo más
doloroso?, que a la gente le gusta cada vez más. Algunos son los mismos, cada noche. ¿Puedes concebir semejante
estupidez? Ya saben lo que viene: cuando entro en la caja, acompañan el redoble del tambor; cuando el hada lanza la
cajetilla, ya tienen los ojos cubiertos. ¡Hazme el favor, filósofo…! Pero, ¿sabes dónde empieza el problema? En mí. El
problema medular, filósofo, es que yo estoy vacío, no encuentro inspiración en la calle ni en las putas, nada me llena.
Esto es grave, filósofo, muy grave...".

- Cálmate, hombre -le digo-. Esto no es más que una crisis y la crisis es la antesala del
cambio.

Se quedó viéndome. Apareció su ligera sonrisa. Me dije, pero no le


dije, que estaba loco:
- Me gusta eso, filósofo, me gusta. Fíjate que tiene mucho que ver con algo que me ha
pasado: sigo soñando con el hada madrina. Sí, cada noche aparece y me toca con su que había llegado a
varita mágica, me transforma. Yo tengo muchas ganas de que sea más que un sueño, su delirium tremens
de que una mañana mientras me afeito o tomo el desayuno, aparezca el hada, pero de
carne y hueso, con poderes reales, y me lleve lejos de este eterno hastío. ¿Qué
interpretación le das a mi sueño, filósofo? ¿Qué metáfora le encuentras?

Se me ocurrieron varios significados al estilo de Jung. Pero él sólo se alegraba con uno: un cambio en su vida estaba a
punto de ocurrir.

Dejé de ver a Casagrande durante varios meses. Noté que me evitaba y supuse que me había sumado a la rutina que
desecha. Me molestó y hasta me dolió: me había encariñado con el hombre y creí que él se había encariñado conmigo.
Dejé de buscarlo pero lo que sí me digné hacer, fue verlo de lejos. Por un tiempo siguió como siempre: en todo tipo de
cantinas y alternando con cualquier persona; persiguiendo la borrachera y a las prostitutas más raras. Durante el

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | La almadraba 49


Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

trabajo, variaba lo más posible sus presentaciones. Después fue otro. Se le veía poco pero con una sonrisa enorme,
andaba desaliñado y distraído.

Estaba yo en algún bar cuando escuché su voz:

- ¡Filósofo, qué gusto me da verte! ¿Sabes que te he estado buscando?

Lo miré con indiferencia.

- Vamos, hombre, no me mires así. Entre tú y yo no caben esas miradas: nosotros


entendemos. ¿Te acuerdas de las metáforas? ¡Cómo no las vas a recordar! Pues ellas son
Vitorio cargaba las únicas que caben ahora. Esos ojos que chispean son para los que ignoran.
una frustración
Le dije que estaba bien, que yo entendía y que soltara lo que tenía que decir. Se acercó
del tamaño del para adoptar tono de confidencia. Me susurró algo. Desconcertado, pregunté: "¿Que vas a
mundo y no podía hacer qué?". Y me soltó el más increíble plan que he escuchado en mi vida.

seguir así. Me dije, pero no le dije, que estaba loco: que había llegado a su delirium tremens (ya era
tiempo con lo que tomaba). Le dejé seguir por un rato y lo abandoné a la siguiente copa.

Dejamos de vernos nuevamente. Una vez que estuve a punto de entrar en su camerino, lo escuché mandando a todo y
a todos a la mierda. La asistente temblaba en la entrada. El administrador del teatro trataba de calmarlo, pero con
cuidado, porque de vez en vez volaban botellas de vodka, de whisky, de ginebra. Yo retrocedí, convencido de lo
inoportuno de la visita.

Un tiempo después, aparecieron carteles anunciando el último acto de Vitorio. El escapista tenía pensado retirarse de la
vida pública por razones desconocidas. También se decía que el acto sería único en la historia de la magia. La curiosidad
se extendió como pólvora.

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | La almadraba 50


Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

No me asombró la noticia. Hasta me produjo alivio. Vitorio cargaba una frustración del tamaño del mundo y no podía
seguir así. Era mejor que descansara. El pobre quería cambiar su acto y nada le venía a la cabeza; daba su mano derecha
por irse a otro lugar, ver nuevas cosas, y se revolcaba en los mismos sitios, como queriendo sacarles nuevos rostros a
fuerza de recorrerlos. Si no fuera por sus sueños, si no fuera por esa locura inminente que le daba luz, quién sabe qué
sería de él.

Llegó el día de la presentación. Aseguré mi lugar en primera fila. Salieron él y su ayudante.


Saludaron entre aplausos. Vitorio vestía un frac blanco y lo iluminaba una sonrisa de oreja a
En la última
oreja. Me guiñó el ojo. Yo estaba tan impresionado con el ambiente que sonreí con todas
caja, mientras mis ganas. Lo primero que hicieron fue descubrir la caja, ahora elegantemente pintada y
redoblaban los con una serie de dibujos escarchados, un unicornio, me pareció ver algunos ángeles. Luego,
después de que Vitorio efectuó pases que parecieron rezos, su ayudante lo encadenó: tres
tambores, se cadenas, cuatro candados. Él ponía tal cara de aflicción, que parecía estar representando
encontró un algo, comunicando al público algún tipo de sufrimiento. Vitorio se metió en la caja. La
ayudante quedó sola. Música de fondo y descubrir cajas más pequeñas, con rítmicos y
pequeño avión estudiados movimientos. Cada caja destapada tenía unicornios pintados. En la última caja,
de papel, de mientras redoblaban los tambores, se encontró un pequeño avión de papel, de papel
papel dorado dorado. El pequeño avión se perdía entre los dedos del hada madrina. Lo lanzó. Todos
miramos con ojos de sorpresa cómo la nave, aun con zigzagueante vuelo, se elevaba a las
alturas del teatro y se perdía en lo oscuro de la marquesina. La gente aplaudió, aplaudieron
mucho. Luego esperar la reaparición. ¿Y Vitorio? ¿Dónde está Vitorio? Pero hombre, ¿cuándo va a aparecer el
escapista? Hasta la ayudante estaba desconcertada.

Vitorio no apareció. Ay Vitorio, ¿qué es eso de escaparse para siempre? Como debes suponer todavía algunos no
cierran la boca, esperan pacientes en sus butacas que alguien vaya a explicarles; esos perezosos que lo quieren todo
masticado. ¿Cómo iba tu plan? ¿Eso de soñar pero no dormir? ¿Eso de traerte al hada, a la verdadera, a esa que le

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | La almadraba 51


Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

pedirías Oceanía, Europa y Australia? ¿Cómo iba? La verdad es que sigo sin creerlo del todo, pero como la gota de agua
horada la roca, no lo descarto. Espero, sin mucha ilusión, una postal de París, Roma o Sydney. ¿Un avioncito de papel?
¡Qué metáfora, hombre, hermosa metáfora!

Flying code 1 de Gabriela Ruellan (http://www.sxc.hu/profile/Cyanocorax)

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | La almadraba 52


Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

El sillón de orejas
Escape
Marcelo Choren *
James Graham Ballard (noviembre de 1930 - abril de 2009), autor de muchas
distopías dentro de la ciencia ficción publicó desde la década del ’60, pero salta Argentina. Nació en la Ciudad de Buenos
Aires el 5 de septiembre de 1953. En la
al público “grande” cuando Steven Spielberg adaptó, en 1987, su novela actualidad se encuentra radicado en
autobiográfica “El imperio del sol”. España, país en el que desempeña labores de
escritor y docente. Se dedica en especial a
los cuentos, género literario que le apasiona.
Spielberg no fue el único director que se fijó en la fuerza de Ballard para Parte de su obra se encuentra en periódicos,
adaptar alguna novela, también lo hicieron David Cronenberg con "Crash" revistas literarias y otras publicaciones
(1996), donde presenta la extraña relación entre sexo y accidentes de especializadas. Coordina talleres
presenciales y virtuales, participa en
automóviles; y Jonathan Weiss con "The Atrocity Exhibition" (2000). tertulias, foros, y encuentros de escritores.
Ha presentado libros, prologado antologías,
----- escrito reseñas y administrado un club de
lectura. También ha programado y
coordinado talleres de escritura creativa, y
Su obra, además de novelas como El huracán cósmico, El mundo sumergido, de técnicas y recursos, destinados a
Compañía de sueños ilimitada, El día de la creación; incluye numerosos escritores noveles. Colabora con las revistas
electrónicas “Axolotl”, “Zona Moebius”, “Fin”
cuentos, entre los que se encuentra Escape -narración que nos arrastra a una y “Literatuya”. En 2006, se ha editado el
situación imposible donde el tiempo se altera súbitamente, y sólo una persona libro Ritos, con varios cuentos
representativos de su trabajo literario.
es capaz de notarlo. Puede ser encontrado en su blog personal
(http://marcelochoren.blogcindario.com).
Escape es el texto que elegí para este número de El Descensor.

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | El sillón de orejas 53
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

Escape
J.G. Ballard
Ninguno de los dos estaba mirando el programa con demasiado interés cuando por primera vez noté algo raro. Yo
estaba echado frente al fuego con mi crucigrama, gozando del calor y tratando de resolver el 17 vertical (¿Qué
indicaban los relojes antiguos?: 6,7) mientras Helen cosía el dobladillo de una vieja enagua y sólo alzaba la vista cuando
uno de los actores, un joven de enormes mandíbulas, cuello robusto y voz de bajo, suspiraba virilmente. La obra era
«Hijos míos, hijos míos», uno de esos melodramas que el Canal 2 transmitía
los jueves por la noche durante los meses de invierno, y ya hacía una hora que Yo estaba echado frente al
había empezado; habíamos llegado a ese momento del Acto 3, Escena 3, poco
después que el viejo granjero se da cuenta de que sus hijos ya no lo respetan. fuego con mi crucigrama,
La obra debía de haber sido filmada, y fue muy gracioso pasar de los gemidos gozando del calor y
entrecortados del viejo a la secuencia de quince minutos antes, cuando el hijo
mayor se golpea el pecho y hace declaraciones altisonantes. Había un técnico tratando de resolver el 17
distraído, sin duda. vertical
- Se confundieron de rollo -le dije a Helen-. Esta es la parte donde empezamos
a verlo.

- ¿Sí? -dijo ella, levantando la vista-. No estaba mirando. Cambia de canal.

- Espera un poco. En cualquier momento toda la gente del estudio empezará a disculparse.

Helen miró la pantalla.


- Me parece que esto no lo vimos -dijo.

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | El sillón de orejas 54
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

- Estoy segura de que no. Cállate.

Me encogí de hombros y volví al 17 vertical, pensando vagamente en clepsidras y relojes de agua. La escena
continuaba; el viejo se mantenía en sus trece, farfullaba algo acerca de unos nabos y tronaba llamando a Mamá. Al
parecer, los del estudio habían resuelto pasarlo todo de nuevo, y como si nadie hubiera notado nada. Aun así se
atrasarían quince minutos.

Diez minutos más tarde volvió a ocurrir. Me incorporé.

- Qué gracioso -dije con lentitud-. ¿Aún no se dieron cuenta? No puede ser
que estén todos dormidos.
En cualquier momento un
- ¿Qué pasa? -preguntó Helen, apartando los ojos del canastillo de las agujas-.
¿El televisor anda mal? locutor soltaría su
- Creí que estabas mirando. Te dije que esto ya lo vimos. Es la tercera vez que
sándwich para irrumpir en
lo pasan. la pantalla
- No -insistió Helen-. Estoy segura que no. Quizá leíste la obra.

- Dios me libre.

Miré con atención. En cualquier momento un locutor soltaría su sándwich para irrumpir en la pantalla y balbucear una
apresurada excusa. No soy una de esas personas que llaman por teléfono cada vez que alguien pronuncia mal la palabra
«meteorología», pero esta vez sabía que mucha gente se sentiría obligada a bloquear las líneas del estudio durante toda
la noche. Y para cualquier comediante que estuviera prosperando en una emisora rival, el lapsus era un regalo del cielo.

- ¿Te importa si cambio el programa? -le pregunté a Helen-. Veamos si hay otra cosa.

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | El sillón de orejas 55
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

- No. Esta es la parte más interesante de la obra. La arruinarás.

- Querida, ni siquiera estás mirando. En seguida la vuelvo a poner, te lo prometo.

En el Canal 5 un panel de tres profesores y una corista observaban atentamente una vasija romana. El animador, un
académico oxoniense de voz acariciante, parloteaba acerca de excavaciones en un túmulo. Los profesores parecían
encontrarse en un aprieto, pero la muchacha daba la impresión de saber exactamente para qué servía la vasija, aunque
no se atrevía a decirlo.

En el 9 se oían las risotadas del estudio y alguien le entregaba un coche sport a una mujer voluminosa con un sombrero
que parecía una rueda. La mujer apartaba nerviosamente la cara de la cámara
la muchacha daba la y miraba el auto con displicencia. El locutor le abría la puerta, y ya me
impresión de saber preguntaba sí la mujer intentaría la hazaña de meterse en el auto cuando
Helen intervino:
exactamente para qué
- Harry, no seas egoísta. Sólo estás jugando.
servía la vasija
Volví a la obra del Canal 2. Seguía la misma escena, y ya se aproximaba al final.

- Ahora mira con atención -le dije a Helen. Por lo general ella entendía las cosas cuando las veía por tercera vez-. Deja
de coser, me pone los nervios de punta. Dios, ya me la sé de memoria.

- ¡Chist! -protestó Helen-. ¿No puedes callarte un poco?

Encendí un cigarrillo y esperé tendido en el sofá. Las disculpas tendrían que ser por lo menos grandilocuentes. Dos
repeticiones a cien libras el minuto sumaban una respetable cantidad de doblones.

La escena llegó a su fin, el viejo se miró melancólicamente las botas, se insinuó el crepúsculo y...

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | El sillón de orejas 56
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

Habíamos vuelto al punto de partida.

- ¡Fantástico! -exclamé, levantándome para mejorar la imagen salpicada de puntos blancos. Es increíble.

- No sabía que te gustaban estas obras -dijo Helen sin alterarse-. Nunca te gustaron. -Echó un vistazo a la pantalla y
luego volvió a su enagua.

La observé desanimadamente. Un millón de años atrás tal vez habría salido aullando de la caverna para arrojarme con
gratitud a los pies del dinosaurio más próximo. En el ínterin, los peligros que amenazan a los intrépidos que incursionan
en el matrimonio no se habían atenuado.

Me imaginé un - Querida -expliqué pacientemente, tratando de no elevar la voz-, por si no te habías


dado cuenta, es la cuarta vez que pasan esta escena.
estudio lleno de
- ¿La cuarta vez? -dijo Helen dubitativamente-. ¿La están repitiendo?
anunciadores y
técnicos dormidos Me imaginé un estudio lleno de anunciadores y técnicos dormidos sobre los
micrófonos y las válvulas, mientras una cámara automática se obstinaba en
transmitir el mismo rollo. Pavoroso pero improbable. Había monitores, además de
críticos, agentes, patrocinadores e, imperdonablemente, el mismo autor, sopesando cada minuto y cada palabra en
distintos aparatos. Todos tendrían mucho que declarar en los diarios de la mañana.

- Siéntate y deja de moverte de un lado para el otro -dijo Helen-. ¿No puedes estar tranquilo?

Palpé los almohadones y pasé la mano por la alfombra debajo del sofá.

- Mi cigarrillo -dije-. Debo de haberlo tirado al fuego. No creo que se me haya caído.

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | El sillón de orejas 57
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

Volví a acercarme al televisor y puse otra vez el programa de entretenimientos. Me fijé en la hora, 9:03, y sintonicé de
nuevo el Canal 2 a las 9:15. Cuando dieran alguna explicación, quería escucharla.

- Pensé que la obra te gustaba -dijo Helen-. ¿Por qué lo cambiaste?

Puse lo que a veces suele pasar por una cara compungida y volví a mi sofá.

La mujer voluminosa aún seguía frente a la cámara, abriéndose paso a través de una pirámide de preguntas sobre
cocina. La audiencia callaba, pero el interés era cada vez mayor. Cuando al fin contestó la pregunta definitiva, la
audiencia rugió y brincó sobre los asientos como si todos hubieran perdido el juicio. El locutor llevó a la mujer por el
escenario y le mostró otro coche sport.
la audiencia rugió y brincó
- Pronto va a tener un cobertizo atestado de autos -le comenté a Helen.
sobre los asientos como si
La mujer estrechó la mano del locutor, y bajó tímidamente el ala del
sombrero, con una sonrisa inquieta y nerviosa.
todos hubieran perdido el
juicio
El movimiento me pareció extrañamente familiar.

Di un salto y sintonicé el Canal 5. El panel seguía observando la vasija.

Entonces empecé a darme cuenta.

Estaban repitiendo los tres programas.

- Helen -dije por encima del hombro-. Tráeme un whisky con soda, por favor.

-¿Qué te pasa? ¿Te duele la espalda?

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | El sillón de orejas 58
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

- Rápido, rápido -dije chasqueando los dedos-. Espera.

Se levantó y fue a la cocina. Miré la hora: 9:12. Luego volví a sintonizar la obra y pegué los ojos a la pantalla. Helen
volvió y apoyó algo en la mesa ratona.

- Aquí tienes. ¿Te sientes bien?

Cuando ocurrió pensé que ya no me sorprendería, pero lo que vi me pareció demasiado. Me descubrí tendido en el
sofá. Lo primero que hice fue buscar el whisky.

- ¿Dónde lo pusiste? -le pregunté a Helen.

- ¿Qué? Cuando ocurrió pensé que


ya no me sorprendería,
- El whisky. Acabas de traerlo en la mesita.
pero lo que vi me pareció
- Te quedaste dormido -dijo ella serenamente. Se inclinó hacia adelante y
empezó a ver la obra. demasiado
Entré en la cocina y encontré la botella. Mientras llenaba el vaso miré el reloj de la cocina: 9:07. Parecía evidente:
atrasaba una hora. Pero mi reloj pulsera también marcaba las 9:05, y era un mecanismo muy exacto. Y en el reloj de la
repisa también las 9:05.

Antes de empezar a preocuparme tenía que estar bien seguro.

Mullvaney, nuestro vecino del piso de arriba, abrió la puerta en cuanto llamé.

- Hola, Bartley. ¿El sacacorchos?

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | El sillón de orejas 59
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

- No, no -dije-. ¿Qué hora tienes? Nuestros relojes se han vuelto locos.

Se miró la muñeca.

- Y diez, casi.

- ¿Las nueve o las diez?

Volvió a mirar el reloj.

- Las nueve, por supuesto. ¿Qué pasa?


Detrás de él oí una oleada
- No sé si no estoy perdiendo el... -empecé a decir, y me contuve.
de aplausos,
Mullvaney me observó con curiosidad. Detrás de él oí una oleada de aplausos,
interrumpidos por la voz interrumpidos por la voz meliflua y pegajosa del locutor del programa de
meliflua y pegajosa del preguntas y respuestas.
locutor - ¿Cuánto hace que empezó ese programa? -le pregunté.

- Unos veinte minutos. ¿No lo estás mirando?

- No -dije, y añadí como al azar-: ¿Tu aparato no tiene ningún problema?

Meneó la cabeza.

- Ninguno. ¿Por qué?

- El mío anda embromando un poco. Gracias, de todos modos.

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | El sillón de orejas 60
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

- Está bien -dijo.

Me miró bajar las escaleras, y mientras cerraba la puerta se encogió de hombros.

Fui al vestíbulo, tomé el teléfono y marqué un número.

- ¿Hola, Tom? -Tom Farnold trabaja en mi oficina, en el escritorio de al lado-. Tom, habla Harry. ¿Qué hora te parece
que es?

- Hora de que vuelvan los liberales.

- No, en serio.
Oye, Tom -proseguí-, aquí - Veamos. Las nueve y veinte. De paso, ¿encontraste esos pickles que te dejé en
están pasando las cosas la caja fuerte?
más raras - Sí, gracias. Oye, Tom -proseguí-, aquí están pasando las cosas más raras.
Estábamos mirando la obra de Diller en el Canal 2 cuando...

- Yo también la estoy mirando, así que date prisa.

- ¿De veras? Bueno, ¿cómo explicas todas las repeticiones? Y todos los relojes parecen haberse detenido entre las
nueve y las nueve y cuarto.

Tom rió.

- No sé -dijo-. Te sugiero que salgas y sacudas la casa un poco.

Estiré la mano para recoger el vaso que había llevado a la mesa del vestíbulo, preguntándome cómo explicar...

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | El sillón de orejas 61
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

De pronto me encontré de vuelta en el sofá. Tenía el periódico en la mano y miraba el 17 vertical. Una parte de mi
mente pensaba en relojes antiguos.

Olvidé los relojes y le eché un vistazo a Helen, tranquilamente sentada junto al cestillo de las agujas. Esa obra ya
demasiado familiar volvía a repetirse y el reloj de la repisa señalaba las nueve y unos minutos.

Volví al vestíbulo y llamé a Tom otra vez, tratando de no perder la calma. En cierto modo empezaba a entender: una
sección de tiempo giraba en círculos, y yo estaba en el centro.

- Tom -pregunté-. ¿Te llamé hace cinco minutos?

- ¿Quién es? Esa obra ya


- Habla Harry. Harry Bartley. Lo siento, Tom -Hice una pausa y cambié la pregunta, demasiado
tratando de que la frase pareciera inteligible-. Tom, ¿me llamaste hace unos cinco
minutos? Aquí tuvimos un pequeño problema con la línea.
familiar volvía a
repetirse
- No -dijo-. No fui yo. De paso, ¿encontraste esos pickles que te dejé en la caja fuerte?

- Muchas gracias -respondí, ya en brazos del pánico-. ¿Estás mirando la obra, Tom?

- Sí, y voy a ver cómo sigue. Hasta pronto.

Fui a la cocina y me miré detenidamente en el espejo. Una fisura del vidrio dividía mi cara en dos partes, una más baja
que la otra, pero aparte de eso no pude ver ningún rastro de psicosis. Mi pulso era firme, de poco más de setenta; no
había tics ni transpiración pegajosa y traumática. Lo que me rodeaba parecía demasiado sólido y auténtico como para
tratarse de un sueño.

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | El sillón de orejas 62
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

Esperé un minuto, volví a la sala y me senté. Helen estaba mirando la obra.

Me incliné hacia adelante y moví la perilla. La imagen se debilitó y desapareció.

- ¡Harry, estoy mirando! ¡No lo apagues!

Me acerqué a Helen.

- Mi amor -dije, conteniendo la voz-. Escúchame, por favor. Presta mucha atención, es muy importante.

Helen frunció el ceño, dejó la costura y me tomó las manos.

- Por alguna razón, ignoro por qué, parece que estamos apresados en una trampa de Parece que estamos
tiempo circular, y todo se repite una y otra vez. Tú no te das cuenta, y tampoco los
apresados en una
demás, parece.
trampa de tiempo
Helen me clavó los ojos, perpleja.
circular
- Harry -exclamó-, ¿qué estás...?

- ¡Helen! -insistí, apretándole los hombros-. ¡Escucha! Hace dos horas que una sección de tiempo de quince minutos se
repite una y otra vez. Los relojes se han detenido entre las nueve y las nueve y cuarto. Esa obra que estás viendo...

- Harry, mi amor -Helen me miró y sonrió resignadamente-. No seas tonto. Vuelve a encender ese aparato.

Me di por vencido.

Cuando encendí el televisor cambié de canal para ver si algo era distinto.

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | El sillón de orejas 63
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

La gente del panel observaba la vasija, la mujer gorda ganaba un coche sport, el viejo granjero farfullaba. En el Canal 1,
en el tradicional servicio de la BBC que noche por medio transmitía un espacio de dos horas, dos periodistas
entrevistaban a un hombre de ciencia que aparecía en programas culturales.

-Es imposible adelantar los efectos que tendrán estas densas erupciones de gas. No obstante, no hay motivo de alarma.
Estas ondas tienen masa, y creo que podemos esperar muchos efectos ópticos extraños, en la medida en que desvíen la
luz irradiada por el sol.

Empezó a jugar con una colección de bolos multicolores de celuloide que rodaban en
La gente del panel anillos metálicos concéntricos, y pasó los dedos por un recipiente estriado montado
sobre un espejo horizontal.
observaba la vasija,
- ¿Y qué sucede con la relación entre la luz y el tiempo? -preguntó uno de los
la mujer gorda
periodistas-. Según mis nociones de relatividad, hay una relación muy intima entre
ganaba un coche ellos. ¿Está seguro de que no necesitaremos otra manecilla en nuestros relojes?
sport, el viejo El hombre de ciencia sonrió.
granjero farfullaba
- Creo que podremos evitarlo. El tiempo es algo extremadamente complejo, pero
puedo asegurarle que los relojes no empezarán a andar de pronto hacia atrás o hacia
el costado.

Lo escuché hasta que Helen protestó. Sintonicé la obra y me fui al vestíbulo. Ese tonto no sabía de qué estaba hablando.
No dejaba de preguntarme por qué yo era la única persona que notaba lo que ocurría. Si lograba comunicarme con Tom
otra vez quizá pudiera convencerlo.

Alcé el tubo y miré mi reloj pulsera.

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | El sillón de orejas 64
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

9:13. Cuando lograra comunicarme, sobrevendría el próximo cambio. En cierto modo me disgustaba la idea de ser
arrojado inopinadamente sobre el sofá, aunque fuera sin violencia. Dejé el teléfono y volví a la sala.

El retroceso fue menos brusco de lo esperado. No percibí nada, ni siquiera un leve temblor. Una frase se clavó en mi
mente: Viejos Tiempos.

El diario estaba de vuelta en mi regazo, abierto en la página del crucigrama. Miré las claves.

17 vertical: ¿Qué indicaban los relojes antiguos? 6,7. Tenía que haberlo resuelto subconscientemente.

Recordé mi intención de llamar a Tom.


Una frase se - ¿Hola, Tom? -pregunté cuando contestó-. Habla Harry.
clavó en mi
- ¿Encontraste los pickles que te dejé en la caja fuerte?
mente: Viejos
- Sí, muchas gracias, Tom, ¿podrías venir un rato esta noche? Lo lamento, sé que es muy tarde,
Tiempos pero se trata de algo urgente.

- Sí, claro -dijo Tom-. ¿Qué te ocurre?

- Te lo explicaré en cuanto llegues. ¿Puedes venir en seguida?

- Por supuesto. Ya salgo para allá. ¿Helen está bien?

- Sí, está bien. Gracias de nuevo.

Fui al comedor y saqué una botella de gin y un par de licores del aparador. Tom necesitaría un trago en cuanto
escuchara mis explicaciones.

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | El sillón de orejas 65
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

Entonces me di cuenta de que Tom nunca llegaría. Desde Earls Court tardaría por lo menos media hora en llegar a
Maida Vale, y probablemente nunca pasara de Marble Arch.

Llené el vaso con esa botella de whisky que parecía no tener fondo y traté de elaborar un plan de acción.

El primer paso consistía en encontrar a alguien como yo, que tuviera conciencia de estos saltos hacia el pasado. En
alguna parte había sin duda otras personas atrapadas en pequeñas jaulas de tiempo, preguntándose desesperadamente
cómo salir. Podía empezar llamando por teléfono a todos mis conocidos y luego recurriendo a la guía telefónica. ¿Pero
qué podíamos hacer para encontrarnos? En realidad no había otro camino que sentarse a esperar a que todo pasara. Al
menos sabía que no me había vuelto loco. Una vez que estas ondas o lo que fueren
se hubiesen agotado podríamos abandonar la ronda. En alguna parte había
Hasta entonces contaba con una ilimitada reserva de whisky en la botella medio sin duda otras
vacía que había junto a la pileta, aunque por supuesto con una desventaja: nunca personas atrapadas en
podría emborracharme.
pequeñas jaulas de
Estaba pensando en otras posibilidades, y preguntándome cómo poder registrar lo tiempo
que ocurría, cuando me asaltó una idea.

Saqué la guía telefónica y busqué el número de KBCTV, Canal 9.

La telefonista atendió la llamada. Después de regatear con ella un par de minutos la convencí de que me pusiera en
contacto con un productor.

- Hola -dije-. ¿La pregunta del premio de esta noche es conocida por alguien del público?

- No, por supuesto que no.

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | El sillón de orejas 66
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

- Ya veo. Sólo por curiosidad, ¿usted la conoce?

- No -dijo-. Sólo el productor en jefe del programa y Mr. Phillipe Soisson de Savoy Hotels Limited conocen las preguntas.
Son un secreto muy bien protegido.

- Gracias -dije-. Escriba, si tiene una hoja de papel a mano: «Enumere el menú completo del Banquete de la Coronación
de Guildhall en julio de 1953».

Hubo murmullos y consultas, y una segunda voz irrumpió en la línea.

- ¿Quién habla?
en lugar de estar
- El señor H.R. Bartley, 129b Sutton Court Road, Noroeste...
echado en el sofá me
Antes que pudiera completar la frase me encontré otra vez en la sala. encontraba de pie,
El salto hacia atrás me había obligado a retroceder. Pero en lugar de estar echado en acodado sobre la
el sofá me encontraba de pie, acodado sobre la repisa, mirando el diario. repisa
Mis ojos enfocaban el crucigrama, y antes que los apartara para pensar en, mi
llamada al estudio advertí algo que casi me hace caer de bruces.

Era el 17 vertical había una palabra.

Recogí el diario y se lo mostré a Helen.

- ¿Tú resolviste el 17 vertical?

- No -dijo-. Ni siquiera miro el crucigrama.

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | El sillón de orejas 67
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

El reloj de la repisa atrajo mi atención, y me olvidé del estudio y de mi deseo de interferir en el tiempo de los demás.

9:03.

El tiovivo estaba achicándose. Pensé que el retroceso había llegado antes de lo previsto. Por lo menos dos minutos
antes, a eso de las nueve y trece.

Y no sólo se acortaba el intervalo de repetición, sino que la curva plegada sobre sí misma no llegaba a cubrir la
verdadera corriente de tiempo que fluía por debajo, la corriente en la cual mi otro yo, que
La curva plegada ahora me parecía un desconocido, había resuelto la clave, se había puesto de pie, había
sobre sí misma caminado hasta la repisa y había llenado el 17 vertical.

no llegaba a Me senté en el sofá y observé atentamente el reloj.


cubrir la Por primera vez en esa noche, Helen hojeaba las páginas de una revista. El cestillo estaba
verdadera en el anaquel inferior de la biblioteca.

corriente de - ¿Vas a seguir viendo esto? -me preguntó-. No es muy bueno.


tiempo Volví a la gente del panel. Los tres profesores y la corista seguían jugueteando con la vasija.

En el Canal 1 el hombre de ciencia seguía sentado a la mesa con sus maquetas.

- ...alarma. Estas ondas tienen masa, y creo que podemos esperar muchos efectos ópticos extraños, en la medida en
que desvíen la luz...

Apagué el televisor.

El salto siguiente sobrevino a las nueve y once. Yo me había alejado de la repisa, había vuelto al sofá y fumaba un

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | El sillón de orejas 68
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

cigarrillo.

Eran las nueve y cuatro. Helen había abierto las ventanas del balcón y miraba a la calle.

El televisor estaba encendido, de modo que esta vez resolví desenchufarlo. Arrojé el cigarrillo al fuego; como no
recordaba haberlo encendido, tenía la impresión de que era el cigarrillo de otro.

-Harry, ¿te gustaría dar un paseo? -sugirió Helen-. Sería bueno ir al parque.

Cada sucesivo retroceso nos devolvía a un punto de partida distinto. Si conseguía salir con Helen y llegar hasta el
extremo de la calle, el próximo salto nos devolvería a la sala, pero probablemente
yo habría resuelto ir a tomar algo.
Di vueltas por la sala y
- ¿Harry?
me convencí de que
- ¿Qué? Lo siento.
estaba despierto
- ¿Estás dormido, mi amor? ¿Quieres dar un paseo? Te despejará un poco.

- De acuerdo -dije-. Ponte algún abrigo.

- ¿Tú no tendrás frío así como estás?

Helen entró en el dormitorio.

Di vueltas por la sala y me convencí de que estaba despierto. Las sombras, la solidez de las sillas, todo era demasiado
definido.

Las 9:08. Normalmente Helen tardaba diez minutos en ponerse el abrigo.

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | El sillón de orejas 69
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

El salto ocurrió casi en seguida. Las 9:06.

Yo seguía en el sofá y Helen se había agachado a recoger el cestillo.

Esta vez, al fin, el televisor estaba apagado.

- ¿Llevas algo de dinero? -preguntó Helen. Hurgué mecánicamente en mis bolsillos.

- Sí. ¿Cuánto necesitas?

Helen se quedó mirándome.


El televisor estaba
- Bueno, ¿cuánto pagas por tomar algo? Sólo beberemos un par de copas.
encendido, de
- Ah, ¿vamos a tomar algo?
modo que esta
- Querido, ¿te sientes bien? -se me acercó-. Pareces sofocado. ¿Esa camisa te aprieta vez resolví
mucho?
desenchufarlo
- Helen -dije, incorporándome-. He tratado de explicártelo. No sé por qué ocurre, tiene
algo que ver con esas ondas de gas que irradia el sol.

Helen me miraba boquiabierta.

- Harry -balbuceó nerviosamente-. ¿Qué te pasa?

- Me siento bien -le aseguré-. Sólo que todo sucede muy rápido y no queda mucho tiempo.

Observé otra vez el reloj, y Helen siguió mi mirada y se acercó a la repisa. Lo, dio vuelta sin dejar de mirarme y oí el

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | El sillón de orejas 70
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

sonido del péndulo.

- No, no -grité. Aferré el reloj y lo empujé contra la pared.

Un salto nos devolvió a las 9:07.

Helen estaba en el dormitorio. Me quedaba exactamente un minuto.

- Harry -dijo-. ¿Quieres o no?

Yo estaba junto a la ventana de la sala, murmurando algo.

Había perdido todo contacto con las actividades de mi yo auténtico en el canal de Observé otra vez el
tiempo normal. La Helen que ahora me hablaba era un fantasma.
reloj, y Helen siguió mi
Era yo, y no Helen y los demás, quien giraba en el tiovivo. mirada y se acercó a
Salto. la repisa
9:07.15.

Helen estaba de pie en la puerta.

- ...vamos al... al -decía yo. Helen me observaba, inmóvil. Quedaba una fracción de minuto.

Eché a caminar hacia ella.


a caminar hacia ella
cia ella
la

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | El sillón de orejas 71
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

Salté de la trampa como un hombre catapultado por una puerta giratoria. Estaba tendido en el sofá y un dolor agudo
me atravesaba la cabeza, desde la coronilla hasta el cuello, pasando por el oído derecho.

Miré la hora. 9:45. Helen se paseaba por el comedor. Me quedé en el sofá mientras todo se ordenaba otra vez, y a los
pocos minutos ella entró con una bandeja y un par de vasos.

- ¿Cómo te sientes? -preguntó, ofreciéndome un alka-seltzer.

Lo dejé disolver y me lo tragué,

- ¿Qué sucedió? -pregunté-. ¿Sufrí un desmayo?


un dolor agudo
- No exactamente. Mirabas la obra. Parecías algo mareado así que te propuse salir a tomar
me atravesaba la
algo. Temblabas de pies a cabeza.
cabeza, desde la
Me levanté con lentitud, frotándome el cuello.
coronilla hasta el
- Por Dios, no pude soñarlo todo Es imposible.
cuello
- ¿Qué era?

- Una especie de tiovivo, algo enloquecedor -El dolor me apretaba el cuello. Me acerqué al televisor y lo encendí-. Es
difícil explicarlo con coherencia. El tiempo estaba... -Tuve una nueva punzada de dolor.

- Siéntate y descansa -dijo Helen-. Vendré a hacerte compañía. ¿Quieres un trago?

- Gracias. Un whisky.

Miré la pantalla. En el Canal 1 se veía la señal, en el 2 unos músicos, en el 5 un estadio iluminado y en el 9 un show de

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | El sillón de orejas 72
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

variedades. No había señales de la obra de Diller ni de la vasija.

Helen trajo el whisky y se sentó a mi lado en el sofá.

- Empezó cuando mirábamos la obra -expliqué, masajeándome el cuello.

- Oh, ahora no me digas nada. Tranquilízate.

Apoyé la cabeza en el hombro de Helen y miré el cielo raso, escuchando la música del show.
Apoyé la cabeza Reflexioné sobre cada vuelta del tiovivo, preguntándome si todo podía haber sido un sueño.
en el hombro de -Bueno -dijo Helen diez minutos más tarde-, no estuvo muy bien, y van a repetirlo. Por Dios.
Helen y miré el
- ¿Quiénes? -pregunté. Observé cómo el resplandor de la pantalla le temblaba en la cara.
cielo raso,
- Ese equipo de acróbatas. Los Hermanos algo. Uno de ellos hasta resbaló. ¿Cómo te
escuchando la sientes?
música del show
- Bien -Volví la cabeza y miré la pantalla.

Tres o cuatro acróbatas con torsos musculosos y mallas de piel se apilaban unos sobre otros. Luego llevaron a cabo otra
prueba, más arriesgada: lanzando al aire una muchacha vestida con pantalones de piel de leopardo. El aplauso fue
ensordecedor. Pensé que eran discretamente aceptables.

Dos de ellos iniciaron lo que parecía ser una demostración de tensión dinámica, oponiéndose entre sí como un par de
toros catatónicos, con los cuellos y las piernas trabadas, hasta que uno se deslizó hasta el suelo.

- ¿Por qué siguen? -dijo Helen-. Ya lo hicieron dos veces.

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | El sillón de orejas 73
Año 2
EL ESCAPISTA Número 1

- Me parece que no -dije-. Este número es un poco diferente.

El hombre pivote se estremeció, aflojando una poderosa masa de músculos, y todo el cuadro se derrumbó y se
incorporó de un brinco.

- La última vez resbalaron -dijo Helen.

- No, no -me apresuré a señalar-. Antes se sostenían con las manos. Aquí estaban estirados en el suelo.

- No estabas mirando -dijo Helen. Se inclinó hacia adelante-. Y bien, ¿a qué juegan? Es la tercera vez que lo repiten.

Para mí el número era totalmente nuevo, pero no intenté discutir.

Me incorporé y miré el reloj: 10:05.

- Querida -dije, abrazándola-. No te sueltes.

- ¿Qué dices?

- Estás en el tiovivo. Ahora te toca a ti.

- Querida -dije,
abrazándola-. No te
sueltes.

EL DESCENSOR | Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba a abajo | El sillón de orejas 74
Derechos de uso
El descensor y todo su contenido original, sea cual sea su naturaleza, están protegidos bajo los términos Atribución - No
comercial - No Derivadas 3.0 de una licencia Creative Commons, la cual establece que:

Usted es libre de copiar, distribuir y comunicar públicamente la obra bajo las condiciones siguientes:

 Atribución. Debe reconocer los créditos de la obra de la manera especificada por el autor o el licenciador (pero no de
una manera que sugiera que tiene su apoyo o apoyan el uso que hace de su obra).
 No comercial. No puede utilizar esta obra para fines comerciales.
 Sin obras derivadas. No se puede alterar, transformar o generar una obra derivada a partir de esta obra.

La propiedad intelectual y los derechos sobre todos los elementos del diseño, tales como colores, tipografías, gráficos y otros,
pertenecen a El descensor. Los de textos, imágenes fotográficas, tiras y otros contenidos pertenecen y quedan reservados a
sus autores.

Las imágenes utilizadas para ilustrar esta publicación, y todos sus derechos son propiedad de sus respectivos autores. Si el uso
de imágenes obtenidas de sitios públicos va en contra de algún derecho de uso, favor de notificarlo enviando un correo
electrónico a descensor@gmail.com.

Para obtener autorización expresa para hacer uso de cualquier contenido es necesario establecer contacto previo vía correo
electrónico a descensor@gmail.com.
El descensor
Textos para leerse de izquierda a derecha y de arriba abajo

Sitio web: http://sites.google.com/site/revistaeldescensor

Correo electrónico: descensor@gmail.com

También podría gustarte