rri::

a
.{

,,i

A la ¡zquierda, el archiduqüe Francisco Fe.nando, heredero de¡ trono de Austr¡a. A la
derecha, Sofía, dúquesa de Hohenberg, Llevaban casados l4 años y teñían rres hüos.
) rista. No sólo había sido clausurado el
museo Princ¡p, sino que todo rastro de su
nombre había desaparecido del exterior.
También se habían borrado las huellas de
sus pies allí donde hizo los disparos fa-
tales, se han cambiado los nombres de
las calles y retirado todas las señales
h¡stór¡cas que hacían referencia a este he-
cho, uno de los momentos clave del siglo
XX, el desencadenante de la Primera Cue-
rra Mundial, que costó la vida a más de
l5 millones de personas.
Los h¡stor¡adores nunca han conseguido
r€solver el misterio de por qué la pare-
ja real tentó al destino yendo a Sarajevo
en ese momento, si bien es c¡erto que el
gobernador de Bosn¡a, el general Os-
kar Potiorek, había pedido al archiduque
que fuera para supervisar unas manio-
bras m¡l¡tares. ¿Pero por qué invitar al
heredero de los Habsburgo a la prov¡n-
cia más rebelde del imperio? Hacia ape-
nas un mes que el primer ministro ser-
b¡o Nikola Pasic había advertido a Aus-
tria de la pos¡bil¡dad de un atentado. Los
8 abril 2 001
T,xft "
asesores más cercanos a Francisco Fer-
nando opinaban que el viaje era una
innecesaria provocación. Después de
todo, el 28 de jun¡o era el día de San Vi-
to, fiesta con la cual los serbios con-
memoraban su derrota de 1389 frente a
los turcos otomanos en Kosovo. Todo el
resentimiento acumulado por s¡glos de
ocupación musulmana se centraba en
V¡ena, sede del imperio austrohúngaro,
que los serbios veian como su más re-
crente opresor.
Sociedades s€cretas. De todos los
regidores de Europa, los Habsburgo
eran los más vulnerables, tras gobernar
Europa central durante más de se¡s si-
glos. El imperio austriaco abarcaba ocho
nacionalidades, l7 provincias y d¡versas
culturas que se extendían por todo el
mapa de Europa. Docenas de sociedades
secretas amenazaban al imperio y la
más famosa era la Mano Negra. Esta
secta nacional¡sta serbia estaba al man-
do de Dragut¡n D¡mitrUevic Ap¡s (como
el dios toro del antiguo Egipto), un hom-
bre de pocos escrúpulos que cultivó su
gran talento para el asesinato en 1903,
cuando ayudó a plan¡ficar y ejecutar el
de los reyes de Serbia. Ahora estaba
listo para atacar de nuevo,
Durante décadas, las montañas de Bos-
nia fueron un campo abonado para el
descontento. Los campes¡nos serbios
que residían en ellas se encontraban
maniatados por un s¡stema feudal que
les forzaba a entregar un tercio de sus
cosechas a los señores musulmanes
bosnios. Abandonados a la miser¡a y
soliviantados por las canciones hero¡cas
y la instrucción de los curas ortodoxos
nac¡onalistas, los jóvenes se metían en
sociedades secretas en tropel. l\4uchos
de ellos ingresaron en la Mano Negra,
que reclutó finalmente a seis bosnios
(Cavrilo entre ellos) y les env¡ó a Sara-
jevo, armados con bombas y revólveres.
Francisco Fernando y Sofía llegaron a la
ciudad por la mañana del 28 de junio y
subieron a un coche que les llevaría al
Ayuntamiento de la ciudad, A la pareja
le salieron al paso seis fanát¡cos asesi-
nos. Su coche habia recorrido un tercio
del trayecto cuando Nedeljko Cabrinovic
lanzó una granada. Pero el chófer del ar-
chiduque aceleró y, en lugar de aterrizar
en el coche, la granada rebotó y explo-
tó bajo el vehículo que les seguía, hi-
riendo a unas 20 personas.
El v¡ejo Ayuntamiento de Sarajevo, trans-
formado posteriormente en la b¡bliote-
ca nac¡onal, permanece hoy vacío y si-
lencioso, en su calidad de víctima fan-
tasmagór¡ca de las bombas serbias
disparadas en 1992. Tras sus paredes

cubiertas de pintadas, descansan los
rescoldos de 700.000 libros. Pero cuan-
do la pareja real paró enfrente de esta al-
menada estructura hace 86 años, el ge,
neral Potiorek no se había ocupado de
tomar las precauciones necesarias. Pese
A la ¡zqu¡erda, Bajro G€c, cons€rvador
del museo Princ¡p, junto a las piezas
qu€ (ons¡guió salvar de las bombas y la
barbarie durante la guerra de Bosnia.
Air¡ba, cl a¡¡tomóv¡l craef und St¡ft en
€l que mur¡eron Francisco F€rnando y
Sofía, que se conserva en v¡ena.
a los rumores, sólo había 120 policías de
servicio ese día. En fugar de ped¡r
Francisco Fernando y a su esposa que se
quedaran dentro del edificio hasta que
llegara una escolta militar, la solución de
Potiorek fue cambiar la ruta prevista
MILANO
roRONro 28 Roytec Ro¡d
Pacnfomacón:Pas&Cns'Viadomat,140bs1q6o08015B¡fcetonaTet.++34/93.45.353.92-tux++34/93.45155:
del coche. En lugar de atravesar las es-
trechas calles del barrio turco Bascarsr-
ja, propuso a la pareja real volver por el
mismo camino por el que habían venido,
a lo largo de la calle del Muelle, más rec-
ta y ancha, para que el coche circulara a
mayor velocidad.
Cuando el grupo real salió, la situacron
parecía ba.jo control. Cabrinov¡c, el que
había lanzado la granada, estaba bajo
custodi¿ polic'al y cuatro de los demas
posibles asesinos habían abandonado
sus puestos. Solamente se quedó Cavrilo
Pr¡nc¡p. En una esquina, a lo largo de la
ruta que habÍan publicado los periódicos
matutinos. Flanqueada por los espec,
tadores, la procesión volvió junto al
río, pero Potiorek había olvidado infor,
mar del cambio de planes a los con-
ductores, que seguían hacia el barrio tur'
a co. Cuando se dio cuenta de lo que es-
taba pasando, Potiorek ordenó al coche
de Francisco Fernando detenerse y dar
marcha atrás. Demasiado tarde: el ar-
chiduque estaba a tan sólo tres pasos de )
'tlrino
www.natur¡no.com

25 personas fueron juzgadas por €l atentado. C¡nco fueron condenadas a muerte,
nueve absueltas y el resto sentenciado a var¡as penas de cárcel. Pr¡nc¡p, en €l
centro de la pr¡ñera fila, fue condenado a 2O años de trabajos forzados.
-) Princip, que disparó dos veces. La es-
quina donde tuvo lugar el asesinato no
proporciona ninguna pista sobre quien
era Cavrilo Princip. Pero a cuatro man-
zanas, subiendo una mugrienta esca-
lera de un pequeño edificio de aparta-
mentos tras la deteriorada catedral or-
todoxa serbia, vive una mujer que no ha
^t.,i,.1-¡^
vr v rvouu ^t lJdrauu.
cr ^^--¡^
<Sólo tenía I I años cuando Cavr¡lo ma-
tó al archiduque, pero conocí a su novia,
.Jelena M¡lis¡c, cuando ambas fuimos
profesoras en el instituto de enseñanza
secundaria de Sarajevo en 1946 re'
memora sonriendo Lubica Tuta-. Jelena
y un profesor de Historia del Arte, Bo-
rislav l\4¡hacev¡c, eran jóvenes revolu-
cionarios bosnios, al igual que Cavri-
lo. Cavrilo estaba ans¡oso por hacer el
amor con Jelena, pero ella se negaba.
Aun cuando él le dijo que probable-
mente iba a morir a Ia mañana siguien-
62s 8 abril 2001
te, ella sigu¡ó sin ceder. Borislav me di-
jo que Cavrilo estaba tan enfadado la
mañana del 28 de junio que habría ma-
tado al mismísimo Dios.)
Pero queda poca gente como ella, dis-
puesta a recordar. A finales del verano
de 1992, cuando los francotiradores
serbios y la artillería empezaron a cas-
tigar Sarajevo, los ciudadanos, frustra-
dos por su impotencia, comenzaron a
arremeter contra los símbolos de la an-
tigua Yugoslavia. Ll museo Prin( ip es
taba el primero en su lista. Muchos de
los objetos que exhibía fueron roba'
dos o destrozados, aunque un valiente
conservador llamado Balro Cec consi-
guró salvar el grueso de la coler t ión.
El museo oculto. ¿Pero cómo localizar
a Cec? Puede ser muy difícil encontrar a
una persona en Sarajevo, porque no
hay dinero para hacer guías telefóni-
cas y el gobierno municipal considera
que Princip es un secreto de Estado.
Afortunadamente, el em bajador aus-
triaco Valentin Insko conoció a Cec
cuando la embajada solicitó la restau-
ración del monumento a la memoria
de Francisco Fernando. (lnténtelo en el
museo judio -me aconsejó Insko-. Pue-
de que Ie encuentre allí.))
El museo judío, que se conoce ahora
como museo de Sarajevo, está situado
en el extremo occidental de Bascarsija,
y no consta como tal en n¡ngún mapa de
la ciudad. El edificio, una sinagoga del si-
glo XVl, no tiene señales que lo identi-
fiquen. lo cual es sufrciente para disua-
dir al turista. (¿Cómo podemos abr¡r el
museo al público si no tenemos dinero?
-se lamenta con desesperación su di-
rectora, l\,4evlida Serdaveric . Puedo ¡n-
dicarle dónde está la colección, pero
sólo Barjo tiene la llave para entrar>,
afirma, bajando por una escalera de
madera hasta llegar a lo que parece ser
el sótano de Europa, una habitación lle-
na de sables dorados, iconografía orto-
doxa, ruecas y retratos al óleo de pachás
turcos. Es como si cada década del siglo
pasado se hubiera depositado allí con to-
da su grandeza decadente,
Cuando vuelve al destartalado museo,
Bajro Cec me escolta hasta el sótano,
donde hay dos grandes baúles de ma-
dera afianzados por enormes canda-
dos, bajo unas ventanas atrancadas.
Tras abrir los candados con una llave de
hierro, levanta despaciosamente una
de las tapas y sus goznes gimen en re-
beldía. <Aqui está la ropa que llevaba
puesta Pr¡ncip cuando le arrestaron),
dice Cec. Debajo, en el mismo baú1, se
amontonan las ropas, los recuerdos y las
fotos. La más famosa es la de Pr¡ncip y
sus colegas en eljuicio. Cuando acabó
éste, eljuez preguntó a los acusados si
se arrepentían. El único que no lo hizo
fue Princip. Afirmó lamentarlo por los ni-
ños que habían perdido a sus padres, y
se mostró arrepentido de haber matado
a Soph¡e. En real¡dad, la bala que la
mató ¡ba d¡rigida al general Potiorek, ex-
pl¡có. Pr¡nc¡p tenía l9 años cuando co-
metió los asesinatos y no podia ser sen-
tenciado a la horca por la ley austriaca.
Le condenaron a 20 años de trabajos
forzados y a que cada 28 de junio fuera
encerrado en una celda oscura.
uAhora a los políticos les interesa man-
tener a Pr¡nc¡p en el olvido porque era
serbio", expl¡ca Cec. No obstante, le
preocupa más la ráp¡da desintegración
de los objetos que ha podido rescatar.
uconseguimos salvar estas piezas de
la artillería, pero somos ¡mpotentes pa-
ra salvarlas del moho.>
Pero sigamos a Princip, que fue condu-
cido a Theres¡enstadt, un viejo fuerte re-
convert¡do en pris¡ón mil¡tar, que pos-
teriormente, durante la Segunda Cuerra
Mundial, funcionaría como campo de
concentración para judios. Encadena-
do con grilletes, Princ¡p fue recluido en
una fría celda. Consum¡do por la tu-
berculosis, murió el 28 de abr¡l de I 918.
Poco antes de su part¡da hac¡a la pr¡sión,
Pr¡ncip Cavr¡lo le d¡jo a uno de sus
guardias: <Serbia podrá ser invad¡da
pero nunca conqu¡stada. Serbia creará
un día a Yugoslavia, la madre de todos
los eslavos del sur".
Veneración familiar. Hoy Yugosla-
v¡a es una nación de la que no queda
más que el nombre. Eslovenia, Croacia
y Macedon¡a son estados independ¡en-
tes. Kosovo es un protectorado de la
ONU y Bosnia está, no of¡cialmente, d¡-
vid¡da en dos zonas -una serbia, la otra
musulmana- cada una con 5u propio
Parlamento, su propia Pol¡cía y su prop¡o
Ejérc¡to. De la casa donde se crió Cavrilo
sólo quedan ru¡nas, ya que fue destrui-
da por las tropas croatas en 1995, cua-
tro meses antes de que los Acuerdos de
Paz de Dayton acabaran con la cruenta
g uerra en Bosnia.
Ya no hay puentes, barracones ni es'
cuelas con el nombre de Cavr¡lo Princ¡p.
Pero Petar Princ¡p aún venera su re-
cuerdo. Con 6l años, es el último des-
cendiente d¡recto de la familia en Bosn¡a,
y v¡ve con su esposa Dusanka en Banja
Luka (Serbia). Los Princip viven en un p¡-
so presidido por un retrato de cavr¡lo a
los l8 años de edad. <Dicen que era
un terror¡sta enloquec¡do, pero Cavrilo
era un estudiante de una familia edu-
cada -indica Petar, botánico de profe-
sión-. La mía era una familia respetable
y m¡ pr¡mo fue el l¡berador de los esla-
vos. Estoy orgulloso de ser un Princ¡p,
pero también me entristece formar par-
te de una histor¡a olvidada.t a
Dav¡d Devoss
Fotografi.: Manf r€d Horwanh