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Compilación y notas:
José Tlatelpas - Leopoldo Ayala - Mario Ramirez Centeno

Prólogo: Fausto Trejo Fuentes


Presentación: Arturo López Cándido

EL LIBRO ROJO
DEL 68
Poesía y Gráfica Social
Movimiento Estudiantil Mexicano
1968–2008

FESEAPP DF AC
LGPolar Publishing Society / La Guirnalda Polar
Partido del Trabajo-DF
Editorial Cibertaria
Corriente Cultural del Maíz Rebelde
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EL LIBRO ROJO DEL 68


Compilación y notas:

José Tlatelpas
Leopoldo Ayala
Mario Ramírez Centeno

Prólogo: Fausto Trejo Fuentes


Presentación: Arturo López Cándido
Ensayos: Leopoldo Ayala, José Tlatelpas, Mario Ramírez,
Subcomandante Marcos, Horacio Caballero
Edición:
Fundación de Estudios Sociopolíticos, Económicos, Autogestión y Poder
Popular del Distrito Federal, AC.
LGPolar Publishing Society / revista La Guirnalda Polar,
Vancouver, Canadá
(http://lgpolar.com)
Partido del Trabajo, México DF
Editorial Cibertaria, México DF
http://cibertaria.blogspot.com/
Corriente cultural Maíz Rebelde
http://grupomaizrebelde.blogspot.com/

© De la obra Mario Ramírez, José Tlatelpas


© De esta edición: Fundación de Estudios Sociopolíticos, Económicos,
Autogestión y Poder Popular del Distrito Federal, AC.
LGPolar Publishing Society / revista La Guirnalda Polar
© Del diseño del libro: José Tlatelpas
© De las ilustraciones: José Hernández Delgadillo, Alfredo Meneses,
Adolfo Mexiac, Kristin, Melecio Galván, Alfonso Pérez Soriano, Rini Templeton,
Ocaranza.
© Pinturas de la portada: Frente, José Hernández Delgadillo, reverso, Alfredo
Meneses, inéditas, Colección de Leopoldo Ayala
México, septiembre del 2009
® Todos los derechos reservados conforme a la ley.
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Gráfica de Melecio Galván


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PRÓLOGO

Fausto Trejo Fuentes

El hombre crea a la historia


y la historia crea al ser humano.
K. Marx

Sólo los hombres con consciencia


y voluntad hacen historia.
V.I. Lenin

Todo suceso histórico trasciende en el recuerdo reflexivo por su impor-


tancia. Esto es, en su hermenéutica histórica.

El ser humano lleva en potencia el lograr metas y realizaciones, lo enca-


mina el ambiente, bien sea positiva o negativamente. De esta manera
asistimos a una serie de sucesos que marcan la polarización ante la más
importante interrogante existencial: ¿Doy a mi vida un sentido huma-
nista, o me hundo suicida? La respuesta está en los hechos. ¿Qué res-
puesta al pueblo daría un gobierno como el del PRI?

El Movimiento Estudiantil Popular de 1968 es un suceso reflexivo por su


poder de movilización que nunca antes se dio. La actitud proterva y sucia
de los medios de difusión coludidos, no logró detener ni interrumpir la
concentración nunca antes vista hasta ese momento de un millón y medio
de personas en Zócalo y calles aledañas, en movilización masiva por iden-
tificación ideológica en sólo treinta días, del 26 de julio al 27 de agosto.
Este es el testimonio de solidaridad y apoyo unido que da el cambio cua-
litativo de Movimiento Estudiantil a Movimiento Estudiantil Popular.

Desde entonces hasta la fecha, con la sola excepción de las concentra-


ciones en torno a Andrés Manuel López Obrador, nunca se ha vuelto a
dar.
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De esta manera las manifestaciones fueron acrecentándose, la unidad re-


basó la ciudad de México y se hizo nacional, fortalecida en elementos ya
existentes. De igual forma, los medios de difusión rabiosamente intenta-
ron desprestigiar, empobrecer, calumniar, difamar y todos los denuestos
inimaginables, como la campaña de agresión solapada y bien pagada.
El Movimiento Estudiantil Popular respondió a esta batalla con lealtad y
altura en su ansiedad de realización. Contra el poderoso gigante represor,
se contrapuso el otro poder: el de la dignidad firme de la respuesta de un
pueblo. ¿Por qué surgió esta respuesta popular? La traición a la Revolu-
ción Mexicana, la cobardía ante la realidad de una educación socialista,
la venta paulatina de la patria a los Estados Unidos, el saqueo sexenal
de los bienes del pueblo, la negación de los derechos democráticos y hu-
manos, sostenida por la represión, la persecución y la vejación ciudadana.
Se evidenció el mexicano sediento de libertad y de justicia. Se luchó por
la democracia.

Nuestro Movimiento Estudiantil actúa estructurado de la siguiente ma-


nera: en su columna vertebral por el Consejo Nacional de Huelga (uno o
varios representantes de cada escuela e instancia educativa, solidarizada
a la huelga); la Unión de Padres de Familia (formada por padres en quie-
nes no cupo el temor represivo y apoyaron y marcharon con sus hijos); la
Coalición de Maestros de Enseñanza Media y Superior pro Libertades De-
mocráticas y la Coalición de Artistas e Intelectuales, presidida por José
Revueltas y los artistas e intelectuales conscientes y consecuentes. Su
actuación clave es el levantar un Pliego Petitorio de exigencias antirepre-
sivo y antiimpunidad: exigir la libertad a todos los presos políticos hasta
ese momento (a nivel nacional y popular, por primera vez se retoma esa
bandera); exigir castigo a los culpables de la violencia desatada oficial-
mente y de la represión; desaparición de los artículos anticonstitucionales
145 y 145 bis; la desaparición de cuerpos creados para reprimir al pueblo
como los granaderos y no creación de cuerpos semejantes. En suma, es-
tablecer la democracia, la justicia y la libertad como derecho constitucio-
nal de todo mexicano.

Nuestra exigencia constante, firme, era una sola: diálogo. El gobierno en-
mudeció, nunca se atrevió a sostener un diálogo con sus gobernados. Co-
bardemente inició su respuesta con un bazucazo en la puerta colonial de
la Preparatoria Número Uno, persecuciones, encarcelamientos, desapa-
riciones y asesinados en las calles.

Se realiza la marcha magna del 27 de agosto en la cual, en mi interven-


ción oratoria, propuse que ese día fuera “el Día de la Coalición Revolu-
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cionaria” por ser modelo en número, en unidad y de motivación ideológica


y acción de lucha.

El gobierno representado por Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría, Gar-


cía Barragán y Corona del Rosal, psicológicamente con espíritu genocida,
represivo e inhumano, con preponderancia de los impulsos bestiales de
su cerebro, encaminado solamente por la ceguera emocional del poder y
ante la necedad de sostener una falsa apariencia mexicana en las olim-
píadas, decidió el genocidio frío y criminalmente calculado. Del escritorio
de la Secretaría de Gobernación a Los Pinos se fraguó la muerte de una
generación noble y limpia de jóvenes mexicanos. El Ejército se encargaría
de ejecutarla, disfrazado o no. El 2 de Octubre se ametralló y remató el
paradigma de protesta de la lucha ejemplar juvenil. Contaron con el cri-
men de lesa humanidad como común denominador para acabar con la
consciencia y voluntad que crea y forja la historia.

El historial de luchas pasadas y la nobleza de una juventud que idealizó


un futuro verdadero, que había vertebrado el Movimiento Estudiantil Po-
pular, motivó la orden del gobierno mexicano: matar y rematar a todos.
Los camiones y convoyes del Ejército recogieron los cadáveres que llena-
ron la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, secuestraron los cuerpos,
los incineraron en diferentes lugares, entre ellos el Campo Militar Número
Uno, donde se afirma que hubo quejidos y alaridos entre esos cuerpos no
muertos del todo. Eso no lo hicieron ni los nazis. Pero el ideal del Hombre
Nuevo, del Comandante de América Ernesto Che Guevara, no fue extin-
guido: eran únicamente algunos primeros hombres nuevos en México vic-
timados.

La humanidad es un devenir histórico que crea la historia y esta misma


la modela como un todo; su proceso es el de humanización, está en lo
más grandioso de los pueblos, su consciencia, es lo que ama más la vida
y sobre todo cuando esta consciencia nos impulsa en la lucha por un
mundo más justo. Pero ya lo había advertido Dimitri Shostakovich: “No
hay arte sin ideología”. La poesía, el teatro, la música, la cinematografía,
la danza, la narrativa, la plástica en todas sus expresiones: pintura, es-
cultura, grabado y la gráfica espléndida, cristalizó en 68. No sería posible,
sin el arte, analizar nuestros días de lucha y el efecto histórico del
Movimiento Estudiantil Popular de 1968 para México y para el mundo.
68 marca el paradigma histórico de nuestras luchas. 68 enriquece la his-
toria y está presente en ella. 68 alienta, da luz, vitaliza la fuerza de las
consciencias que genuina y convincentemente lanza y vuelve a lanzar a
cada momento el grito de ¡Ya Basta!
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En las páginas de este libro está suficientemente representada la poética


mexicana de poetas del 68 y otros que los suceden desde ese momento y
que siempre ocuparán un lugar en la presencia de la memoria colectiva.
“Pueblo que pierde la memoria, pierde su libertad”. No hay poesía exclu-
siva de 68, hay poesía desde 68: revolucionaria, comprometida, con el
mismo rostro y en voz alta, nos evoca la poesía de la Revolución Española.
La escriben los militantes del Movimiento, los hijos, los nietos y todos los
que vendrán para contener cualquier gobierno que intente repetir otro 2
de Octubre, otro 10 de Junio, otra Guerra Sucia.

Con todo mi amor a los jóvenes y a la poesía, recordaré siempre el hecho


en la Plaza de las Tres Culturas, cuando un joven al descubrirme en plena
balacera de las armas pesadas del Ejército, me dijo: “Maestro, si lo ven lo
matan”. Me tomó del brazo derecho y nos encaminamos a la puerta lateral
de la iglesia de Santiago Tlatelolco, cuando una bala asesina le atravesó
la cabeza. Cayó a mis pies. Las convulsiones propias del descerebrado
expresaron los estertores de la muerte, que para mí son inolvidables. No
sé cuánto tiempo permanecí ahí, sentado con el cadáver en mis brazos.
Finalmente consideré que al permanecer ahí sería blanco fácil de las balas
asesinas del Ejército Mexicano. Me dirigí a la puerta lateral de la iglesia,
la encontramos cerrada. Muchas vidas podían haberse salvado si esa
puerta hubiera estado abierta. No fue así. Me desplacé hacia las calles de
la avenida Nonoalco, hoy Ricardo Flores Magón, ahí me recogió un auto-
móvil de unos muchachos que me identificaron. Así salí de esa masacre
genocida que marcó mi vida y mi compromiso que me trasciende.

Y escribo: Mis compañeros y hermanos además, no están ni olvidados ni


muertos y sus enemigos han de ver surgir de sus cadáveres heroicos, el
espectro victorioso de sus ideales, que sirven de paradigma en nuestras
luchas por un mundo más digno de ser vivido.

México DF, septiembre del 2008


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Tinta china de José Hernández Delgadillo,


“El Muralista del 68”
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PRESENTACIÓN

Desde el 68 Y Después del 68


CONSTRUYENDO EL PODER POPULAR

Por Arturo López Cándido

“Los filósofos hasta el momento han interpretado la realidad, se


trata de transformarla”
Marx

“Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que lu-
chan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y
son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: esos son
los imprescindibles"
Bertold Brecht

El 68 nos recordó que es preciso atender las necesidades del cam-


bio social, entender la historia presente y establecer la acción co-
rrecta. En estos años hemos aprendido que las clases sociales en
movimiento representan historias vivas y significativas. Esto nos
ha llevado a la conclusión de que la perspectiva histórica debe
tener el propósito de ver las cosas en movimiento desde el punto
de vista de la clase trabajadora y las mayorías en nuestro país.
Aun más, hemos aprendido del pasado y aceptamos por fin que sin
memoria no es posible una nueva historia.

El descifrar, antes y después del 68, la ideología política, la lucha


social, los movimientos sociales, los medios masivos de comunica-
ción en los que sustenta su poder la burguesía, constituye la pri-
mera fase del quehacer de la acción revolucionaria que servirá para
identificar las tareas de cambio estructural y los cambios que se
requieren.

Desde el 68 y antes se ha argumentado si es o no posible hacer la


revolución utilizando el andamiaje de las leyes de la democracia,
instituida por la burguesía. Pierde validez tal alternativa cuando
se trata de instituir sobre la factibilidad de su ideología de domi-
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nación una base para defenderse de su ofensiva ideológica de


clase. En otros términos, no es posible transformar la sociedad agi-
tando la bandera de la burguesía.

Puede uno preguntarse si en última instancia esta actitud no sig-


nifica que el antagonismo, identificado a nivel de discurso como el
enemigo de clase, deja de existir cuando dicho enemigo de clase se
reviste de su poder oculto de dominación, y hace creer que puede
jugarse el juego de la conciliación y de la paz social. Esta perspec-
tiva refleja la práctica social de la burguesía y jamás la práctica
social del pueblo. Es decir, se trata de hacer de la lucha social de
las masas un instrumento hacia el cual la práctica social de los
grupos dominados se dirija y que el mensaje llano desde arriba sea
eliminado, dado que el pueblo mismo es el más genuino generador
y el actor de los mensajes que le son destinados.

El objetivo fundamental que cristaliza la inspiración de la política


nueva, de toma de decisiones de las masas, es hacer del pueblo el
protagonista principal de su propio destino en la lucha de clases:
se trata de devolverle el habla al pueblo.

Por lo tanto la teoría no puede desligarse de la práctica y menos


aun pretender guiar o moldear el proceso práctico desde fuera. Así
es que hay que entender a nuestro juicio, las tantas veces citadas,
e incomprendidas Tesis XI de Marx: “Los filósofos se han limitado
a interpretar el mundo de distintos modos, pero de lo que se trata
es de transformarlo.” Aunque esto no significa que hay que renun-
ciar a la teoría revolucionaria. La introducción a la praxis como ca-
tegoría central no sólo significa reflexionar sobre un nuevo objeto
sino fijar asimismo el lugar de la teoría en el proceso práctico de
transformación de lo real. Este concepto, determina la naturaleza
y función de los distintos aspectos del marxismo como crítica, pro-
yecto de emancipación, conocimiento y vinculación con la práctica.

El marxismo es una crítica a lo existente: la realidad del capita-


lismo; las ideas (falsa conciencia) o ideología con la que se pre-
tende justificar esa realidad y los proyectos o programas que sólo
persiguen reformarla. Aunque la crítica marxista tiene por base la
explicación de los males sociales del capitalismo, fustiga estos
males y condena al sistema, a la realidad económica y social en
que se dan.
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El marxismo no es sólo una crítica al capitalismo, sino a la vez el


proyecto de una sociedad emancipadora en la que se aspira a rea-
lizar los valores degradados e irrealizables en la realidad criticada.

Para Marx se trata de una sociedad en la que los hombres deter-


minan sus condiciones de existencia: con una fase superior o un
reino de la libertad sin clases, sin Estado ni relaciones mercantiles
y con una distribución de los bienes conforme a las necesidades
de los individuos; y una fase inferior, o de transición en que dicha
distribución se hace conforme al trabajo que aporta cada quien.

El pensamiento de Marx mantiene en pie sus tesis y previsiones


acerca de la explotación y mercantilización creciente de la produc-
ción, la concentración cada vez mayor de la riqueza, la progresiva
limitación de la concurrencia y la correspondiente eliminación de
la mediana y pequeña industria, la transformación de la ciencia en
fuerza productiva, su conocimiento descubre lo realmente exis-
tente en un campo de posibilidades de desaparición del capita-
lismo, así como otra alternativa social.

Por su contenido científico, el marxismo trata de fundamentar ra-


cionalmente lo expuesto arriba y de orientar la práctica necesaria
para convertirla en realidad, es por ello que la unidad de un cono-
cimiento práctico y de una práctica consciente, es necesario pensar
en el mundo para poder transformarlo, pero esto no basta cono-
cerlo, para garantizar su transformación; esta cuestión no es una
cuestión teórica, sino práctica.

El hecho de anunciar y examinar las medidas que impulsa un go-


bierno para definir si es de derecha o izquierda, genera ambigüe-
dad, al hacer creer que el único o principal actor del cambio es la
entidad gubernamental. Esta es una concepción particular y muy
burguesa de la política, pues quien hace los grandes cambios y
transformaciones son las masas organizadas.

¿Cómo devolverle el habla al pueblo, su cultura y economía? Es


preciso vincular la lucha popular con las iniciativas populares que
van generalizando el proceso revolucionario, jornadas de trabajo
voluntario, gestión popular, acercamiento completo entre los dife-
rentes sectores del proceso de cambio, he aquí algunas experien-
cias que testimonian la práctica social del pueblo.
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Es necesario plantear propuestas en lo económico, lo social y lo


político pero también en la cultura, el arte y la ideología. Recorde-
mos a Bertold Brecht, quien resalta la importancia de la cultura
política: “El peor analfabeto es el analfabeto político. / Él no ve,
no habla, no participa de los acontecimientos políticos. / Él no
sabe que el costo de vida, el precio del frijol, del pescado, de la ha-
rina, del alquiler, del calzado o de la medicina, dependen de deci-
siones políticas. / El analfabeto político es tan burro que se
enorgullece e hincha el pecho, diciendo que odia la política. /
No sabe, el muy imbécil, que de su ignorancia política nace la pros-
tituta, el menor abandonado, el asaltante y el peor de todos los
bandidos, que es el político corrupto, lacayo de las empresas na-
cionales y multinacionales.”

Lo medular de estos planteamientos, es defender el sitio que ocupa


el pueblo en el centro de la lucha de clases, en la medida que éste
exige reinscribir la historia del pasado y del presente. A la luz de
este concepto, cambiando el signo de la gesta burguesa, hace falta
que la historia de las clases trabajadoras remate en una victoria
electoral y la iniciación de un proceso revolucionario.

El proceso electoral del 2006 fue muy aleccionador y puso en evi-


dencia las debilidades y fortalezas de la izquierda, así como de las
fuerzas democráticas de nuestro país, y solamente en el proceso
electoral. Es acontecimiento mayor que nos demostró que hay que
tener estructura electoral y estructura partidaria; unidad y un mo-
vimiento social sólido y al pueblo organizado. Si esta unidad no se
realiza, no arribaremos al poder político en el 2012. Con estas es-
tructuras organizativas sí podríamos enfrentar las políticas econó-
micas sociales y culturales del gobierno espurio que van en contra
del pueblo y ser ejemplo de resistencia civil y de movilizaciones po-
líticas para frenar las políticas antipopulares del gobierno de Cal-
derón.

En estos casi dos años de lucha de resistencia ante las políticas


del régimen espurio, se destaca el proyecto más ambicioso que
haya tenido la izquierda y las fuerzas progresistas y democráticas
de nuestro país en la historia, en donde el Partido del Trabajo ha
jugado un papel significativo en la denuncia de las políticas reac-
cionarias en contra de los trabajadores de nuestro país, en contra
de la represión que han sufrido los diferentes sectores de la pobla-
ción, de las decenas de asesinatos políticos contra quienes han de-
nunciado las acciones antiobreras de Calderón, los cientos de
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presos políticos que ya están en las mazmorras de la burguesía, la


cercenación de contratos colectivos, los despidos masivos.

El Partido del Trabajo ha promovido miles de amparos contra la


Ley del ISSTE, ha promovido la defensa de los derechos fundamen-
tales de los trabajadores a organizarse y quitarse el control estatal
que no respeta su independencia. Por ello exigimos que se termine
con la sobre explotación laboral y demandamos una mejor distri-
bución de la riqueza así como romper con la imposición de salarios
de miseria. Y cuando los trabajadores alcen la voz por la defensa
de sus derechos, estaremos con ellos, denunciando al capitalista
y a su gobierno por la represión que los trabajadores son objeto de
manera abierta o encubierta.

Nos pronunciamos en contra de la depredación de nuestros recur-


sos naturales por parte de la gran industria y de la venta de nues-
tros recursos naturales, nos oponemos a los intentos del Gobierno
Espurio en alianza con el PRI-AN por privatizar nuestros energéti-
cos. Nos manifestamos por la defensa de los recursos naturales de
nuestro país. Por eso la importancia de organizarnos en torno a la
defensa del petróleo y la electricidad que hoy la burguesía, repre-
sentada por el PRI-AN, pretende vender a los grandes capitales
cuando es propiedad de todos los mexicanos.

Para ello, los capitalistas poderosos buscan las famosas reformas


estructurales, para apoderarse de los bienes del pueblo y del terri-
torio mexicano con el objeto de lograr la sobre explotación de nues-
tras riquezas y obtener grandes ganancias que enriquezcan y
revaloricen al gran capital, aunque arrastren con estas políticas
económicas a millones de mexicanos a la miseria, y al país, a la
quiebra. No han creado las suficientes fuentes de empleo en pro-
metidas campañas, vergüenza deberían tener de que miles de me-
xicanos emigran a los Estados Unidos y que el país base su
desarrollo en las remesas de nuestros connacionales. Esta política
está condenada al fracaso.

Por esto nos oponemos rotundamente al Tratado de Libre Comer-


cio; pedimos que la parte agropecuaria se retire de dicho tratado,
ya que la independencia alimentaria de nuestro país está en juego
y es un aspecto de seguridad nacional, pues el desarrollo, el pro-
greso y el crecimiento económico está en riesgo. Pedimos a Calde-
rón que declare la moratoria a la deuda externa y se renegocie para
garantizar un futuro desarrollo económico.
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En nuestro país permea la corrupción en todas las instituciones,


unas con menor y otras en mayor grado, están involucradas hasta
los tuétanos. Por eso el llamado generalizado al pueblo para trans-
formarlas y crear otras nuevas que representen los intereses legí-
timos del pueblo, como lo ha manifestado nuestro Presidente
legítimo, el Lic. Andrés Manuel López Obrador: un nuevo gobierno
en donde exista una verdadera impartición de justicia y se borren
de la escena las instituciones que están impregnadas de corrup-
ción y se formen otras nuevas.

El gobierno actual pretende imponernos, en alianza con el PRI-AN,


una reforma judicial en donde pretende restringir los derechos hu-
manos, políticos y sociales que tenemos. Intenta judicializar la ac-
tividad política y social y tratar a los dirigentes políticos y sociales
como delincuentes comunes. Para muestra un botón: a los compa-
ñeros de Atenco los sentenciaron a muchos años de cárcel por de-
fender sus tierras contra una injusta expropiación e impedir que
se les impusiera un aeropuerto (los trataron de obligar a vender
sus tierras al mísero precio de $ 7 pesos el m 2 ).

Está muy claro como el Gobierno Espurio firmó un tratado de co-


operación con los norteamericanos, y pretende implementar una
ley diseñada en Estados Unidos con pretensiones de controlar al
pueblo en el caso de estallido social y para salvaguardar la seguri-
dad nacional de los gringos. Esto es lo que representa el “Acuerdo
para la Seguridad y Prosperidad de América del Norte” (ASPAN) y
la iniciativa Mérida (Plan México). Este aspecto lo queremos pon-
derar, pues existe la posibilidad de la colombianización de nuestro
territorio nacional, con el pretexto de “combatir al narcotráfico y
al crimen organizado”. Esta reforma judicial fue elevada a rango
constitucional: allanamiento de morada, detención de personas sin
orden de aprehensión de un juez, el arraigo preventivo, la incomu-
nicación de detenidos, la intervención de llamadas telefónicas, co-
rreos electrónicos; en el fondo lo que se pretende ante cualquier
brote de descontento y organización popular es aplastarlo no im-
porta que dichas expresiones provengan de la vía pacífica, civil,
política o militar; pues su manejo de la “contra insurgencia” no
distingue la protesta social de la subversiva.

Es necesario resaltar que nuestra fracción parlamentaria se ha


pronunciando en contra de cualquier iniciativa de ley de las fuer-
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zas reaccionarias, llámese Ejecutivo Federal o PRI-AN que estén en


contra de la clase trabajadora.

El proceso de desnacionalización y globalización de la economía,


trajo consigo la organización de diferentes sectores del pueblo, la
posición de los movimientos más recientes en nuestro país se han
caracterizado por el predominio del pueblo trabajador y en el en-
frentamiento con el régimen por mejoras en su nivel de vida. Dicho
conflicto ha permitido avanzar en sus demandas y en la articula-
ción y solidaridad de los propios movimientos, con la perspectiva
de acumulación de fuerzas para las futuras luchas, en las que se
incorporan ciudadanos, organizaciones de la sociedad civil y nue-
vos actores sociales, con la idea de fortalecer la lucha social colec-
tiva en donde está incluida la partidaria o no partidaria. Se trata
de un movimiento popular pluriclasista.

Dichos referentes nacionales como la APPO que se caracterizó por


defender los derechos políticos y sociales del pueblo de Oaxaca, la
Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, que ha
denunciado el charrismo sindical y se pronuncia por democratizar
su sindicato, el Frente Sindical Mexicano, que se ha destacado por
la lucha contra la privatización y desnacionalización de los ener-
géticos y las organizaciones campesinas que resisten las políticas
neoliberales que han destruido la economía en el campo. Han sur-
gido a lo largo y ancho del país, organizaciones en defensa de la
economía familiar, de la resistencia obrera, en el Sindicato Minero
Metalúrgico, se han organizado para defender sus derechos labo-
rales, e incluso condenar el asesinato de mineros. La resistencia
de muchos sectores de la población está latente.

El Partido del Trabajo no se queda al margen de la lucha cotidiana


donde participa el pueblo, pues consideramos que esta lucha de
clases es el preparativo para arribar al poder político en el año de
2012. Existen las condiciones objetivas para lograrlo, ya que esta-
mos construyendo esta lucha casa por casa, fábrica por fábrica,
ejido por ejido, universidad por universidad; en pocas palabras, en
todos los rincones del país. Esta es la consigna de nuestro Presi-
dente legítimo, el Lic. Andrés Manuel López Obrador.

Estamos en una campaña nacional de afiliación y credencialización


que nos permita el reclutamiento de nuevos cuadros políticos que
se incorporen tanto a las tareas partidarias electorales como a las
que estén vinculadas a las organizaciones de masas. De esta ma-
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nera establecernos territorialmente en todo el país una campaña


que nos garantice la movilización política, la difusión y solidaridad
con la lucha del pueblo, denunciar las iniciativas de ley impulsa-
das por el ejecutivo y el parlamento que estén en contra de las cla-
ses populares; exigir el respeto a los derechos humanos y a las
libertades políticas y sociales, así como denunciar la represión de
que son objetos el pueblo y las compañeras y compañeros lucha-
dores sociales, denunciar cualquier acto de corrupción en nuestras
instituciones de gobierno. Y no se nos debe olvidar la lucha de
nuestros presos de conciencia, es así como surge el Frente Nacio-
nal Contra la Represión (FNCR).

Las elecciones del 2006 nos enseñaron que, en lugar de buscar


cargos en el posible gobierno por ganar, debemos entender que no
estuvimos a la altura de los acontecimientos y circunstancias. Hoy
nuestro presidente legítimo ha recorrido todo el país, municipio
por municipio, para definir las tareas del movimiento y organizar
territorialmente la resistencia en contra de las políticas neolibera-
les del presidente espurio y preparar la defensa de la industria
energética, creando los Comités en Defensa del Petróleo, en el
marco de la creación de un referente nacional que estamos cons-
truyendo como organización popular y que es la Convención Na-
cional Democrática. Esta iniciativa tiene como objetivo organizar
a los ciudadanos con partido o sin partido para la movilización po-
lítica y la resistencia civil en contra de las iniciativas del gobierno
espurio en esta etapa, y en los procesos electorales se convertirá
en estructura electoral y territorial, pero también en defensora del
voto. Nosotros asumimos, como tarea fundamental, el control de
nuestro territorio, convertirnos en propagandistas y organizadores
del proyecto socialista que estamos impulsando con diferentes
fuerzas políticas. Consideramos que el socialismo es la única sa-
lida que tenemos los pueblos y nuestro país para resolver la crisis
a que nos orilló el capitalismo. Después de las grandes moviliza-
ciones del Movimiento Estudiantil del 68, del CEU y el CGH, y la
Campaña Presidencial del Lic. Andrés Manuel López Obrador, La
Convención Nacional Democrática ha convocado a las más grandes
movilizaciones políticas que han existido en nuestro país y consi-
deramos que ése es el camino para derrotar a la burguesía y su go-
bierno.
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“Víctimas”, dibujo sobre papel por Kristin


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CUARENTA AÑOS DE POESÍA SOBRE EL 68 Y LA MASACRE

Por Leopoldo Ayala

¡Diálogo! ¡Justicia! ¡Libertad a los presos políticos! ¡Democracia!


¡Dos de Octubre no se olvida! ¡10 de Junio no se olvida! ¡Guerra
Sucia no se olvida! ¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!
Los carteles, las mantas, las pintas, las pegas, la emoción, las ac-
ciones, los rostros lo gritaron de todas las maneras.
Para nosotros la poesía nace como una demanda más del Movi-
miento Estudiantil Popular de 1968: Pueblo en pie. 2 de Octubre:
629 y más muertos.10 de junio: 125 y más. Guerra Sucia – nunca
sabremos cuántos ni sus nombres–. Sociedad civil joven. Hoy a
cuarenta años, finalizado el siglo XX e iniciado el nuevo, las mis-
mas voces en otras gargantas y en las aún persistentes de enton-
ces, siguen acusando la misma realidad: Genocidio de Estado.
Aberración criminal de los que tienen al mismo tiempo el poder y
la manipulación de la ley, afrenta a la conciencia de la humanidad,
a las víctimas, a los principios éticos y al derecho internacional y
penal. El rostro de la impunidad: persecución, desaparición for-
zada, cárcel, tortura, homicidio, crimen de lesa humanidad.

El poema es colectivo, contiene versos plurales, consubstanciales,


unísonos: “Oh, Patria, / fosa común / donde estamos con la mitad
del cuerpo adentro, / la otra mitad se ha puesto a caminar” escribe
Bañuelos. Surge, incisiva, la versificación de Rosario Castellanos:
“Recuerdo, recordamos / hasta que la justicia se siente con nos-
otros”. De Thelma Nava es la voz que incendia la sangre en: “Ellos
ignoran que los muertos crecen”. En la metáfora pura: “Aquí con
mis hermanos. / Aquí con mis hermanas, el puño es una sílaba”,
de González Rojo, “... Con su deshojazón de piernas, de ojos, de
manos, / de gritos despetalados por la bayoneta rígida”, de López
Moreno. “Como si la distancia entre un brazo / y la cabeza / se
midiera con miles de baldosas”, de Mario Ramírez: “Yo tenía la
edad que no he borrado”, de Leroy. La poesía se escribe con rebel-
día, frasea su propio coraje, su responsabilidad, su “nuevoaliento”.
Se llena de pueblo y sale al paso, avanza en la boca de pie, acciona
en el corazón, acusa en el hecho y provoca la nación del poema.
La memoria es poesía. Ni siquiera la guerra muda contra el pre-
sente puede exterminarla. Los pueblos nunca olvidan. Nuestro
pueblo conoce de memoria a la memoria, la hace presente, la hace
viva; la poesía sostiene a la memoria.
24

“El verso humano pesa / yo lo cojo entre mis manos / y siento que
me dobla las muñecas”, expresó el poeta combatiente republicano
español Pedro Garfias. El verso es un grito, señala, condena. El
grito escapa hasta los otros...

En la revista ¿Por qué?, en carta abierta escribimos: “Compañera,


compañero, mexicanos: Era el 3 de octubre y todavía había gases,
boquetes en los muros y un aire que sabía a pólvora y a muerte en
Tlatelolco”. Fue como ayer, compañera, compañero mexicanos. Las
piernas intentaban sostenernos, la vida no estaba con nosotros,
nuestro cuerpo nos compartía con otro cuerpo. Los ojos habían
visto todo, tal vez lo que nunca debieron ver. Era la realidad mexi-
cana de frente, dentro de nosotros mismos. Violentamente supimos
que la Patria no es un libro.
Ahora estamos tú y yo aquí, deudos vivos por ellos, muertos por
los otros; los que haremos pagar pronto su masacre; los que nunca
podremos olvidar; los que entraron la muerte de los caídos en
nuestro puño, cada vez que el sudor nos recuerda la frente, y cada
vez que levantamos el brazo y miramos otros puños. Su muerte que
espera el apretar de nuestros dedos, la muerte completa de los
otros, los que están ahí todavía: los asesinos.

¿Recuerdas, compañera, compañero mexicano? Todo comenzó


aquel 23 de julio de 1968. Grupos de porros de las vocacionales 5
y 7 (“araños” y “ciudadelos”) tuvieron una riña con los de la Prepa-
ratoria Ochotorena. El pleito fue en las calles cercanas a la Ciuda-
dela. Entonces llegaron varios camiones de granaderos armados
con macanas, bombas lacrimógenas y garrotes. Era la primera vez
que los veíamos ahí, aunque los habíamos visto golpear a trabaja-
dores. Dijeron que iban a “imponer el orden” y atacaron bárbara-
mente a los dos bandos. Y hubo los primeros dos muertos a golpes
en las calles. A otros los hirieron. Alguien dio una orden y los gra-
naderos entraron al local de la vocacional 5, arbitrariamente gol-
pearon a maestros y alumnos y secuestraron a gran cantidad de
ellos. Iban al mando del teniente coronel Armando Frías. Todos
protestaron por la arbitrariedad. Se decidió marchar y hacer pú-
blica la protesta; denunciar el atentado gangsteril salvaje y gori-
lesco; demostrar el repudio a la policía y los granaderos. Otra
marcha manifestaba solidaridad y apoyo al pueblo y a la Revolu-
ción Cubana.

La marcha se hizo; era la primera marcha. Y como todas, pacífica


y legal. Pero en el cruce de las calles de Madero y Palma los cuer-
25

pos represivos estaban escondidos. Agredieron brutalmente y esta


vez no sólo a golpes; utilizaron también las bayonetas cortas y las
largas. A culatazos nos acometieron. Muchos guardamos señales
de aquel día. Nos persiguieron hasta el Hemiciclo a Juárez, ahí nos
cercaron. Las garantías individuales estaban suspendidas; cual-
quier joven que caminara en la calle era, podía por ese solo hecho,
ser golpeado y reprimido. Comenzó la cacería, el allanamiento de
domicilios particulares. Esa vez murió otro compañero. Las calles
estaban llenas de carteles. Toda la ciudad era un cartel revolucio-
nario: Che, Zapata, los verdaderos héroes populares, las consignas
y las frases rebeldes.
Pero el gobierno no se detuvo. Estaba dispuesto a continuar, a lle-
gar hasta los límites donde el hombre deja de serlo, hasta conver-
tirse en bestia. Enviaba agentes a quebrar vidrios y quemar
escaparates, cometer atracos, había habilitado de “orejas de perro”
a muchos taxistas, boxeadores y otros más. Fascistizaron la ciudad
más rápidamente que los nazis en Alemania. Apoyado con miem-
bros de su ejército criminal, el 30 de julio acometió con éste, per-
fectamente equipado con armamento y pertrechos de guerra y con
el batallón motorizado tomó la Preparatoria Número 3, disparando
contra los estudiantes que ahí se encontraban: con un cañón an-
titanque con explosivos TNT derribó una puerta centenaria, des-
pués lanzaron otro tanque que penetró destruyendo un mural de
José Clemente Orozco. Pero cobardemente no penetraron ellos.
Había como 330 muchachos. Entonces el ejército lanzó a sus pe-
rros entrenados. Estos, acometieron ferozmente; sus hocicos des-
garraron a jirones la carne adolescente. Los jóvenes universitarios
sangraban en los hombros, en los testículos, en las ingles y en los
labios. Las escenas fueron indecibles. No permitieron pasar a la
Cruz Roja porque “esto es asunto del gobierno”, dijeron. Después
entró el ejército, secuestrando y haciendo prisioneros a los malhe-
ridos.

Murieron 17 jóvenes y otros más, hasta completar poco a poco 32.


El ejército con otros batallones, sumió en estado de sitio las voca-
cionales 2, 5 y 7, varias preparatorias, el Casco de Santo Tomás,
la Ciudad Universitaria y la Escuela de Arte Dramático del Insti-
tuto Nacional de Bellas Artes.
Debidamente adiestrados en el Parque Lázaro Cárdenas, ganando
40 pesos por jornada, grupos paramilitares fueron entrenados por
Jorge Eduardo Pascual y a las órdenes del regente de la ciudad,
general Alfonso Corona del Rosal. Estos sujetos tuvieron como fun-
ciones, además de reprimir, efectuar toda clase de actos vandáli-
26

cos, robos, secuestros, ataques personales, a la vía pública, golpi-


zas, violaciones, asaltos a autobuses, a camiones refresqueros y
comercios en céntricos lugares. Todo ello para desprestigiar ante
la solidaria opinión popular, a los integrantes del Movimiento Es-
tudiantil y culparlos posteriormente, al apresarlos, de estos deli-
tos. Inmediatamente la prensa vendida calificó de “maleantes,
malhechores y delincuentes” a los estudiantes y apoyó las medidas
del presidente y la intervención del ejército; a muchos jóvenes los
obligaron, a golpes, a ser retratados con fusiles del ejército y ha-
cerlos pasar por “terroristas armados” para justificar los crímenes.
A la armada genocida le pagaron $30 por cada estudiante golpeado
que llevaran a la cárcel, después los obligaron a ayudar a conducir
el tránsito. Por las calles los estudiantes eran detenidos, cateados,
y se les exigía identificación. Todos los efectos militares y parami-
litares fueron acuartelados. El despliegue armamentista estaba en
su apogeo. Las detenciones fueron incontables. Era estado militar.
El Consejo Nacional de Huelga, maestros, alumnos y pueblos, in-
tentamos organizarnos. Exigimos:

1.- Libertad a los presos políticos.


2.-La destitución de los funcionarios represores: Luis Cueto, Men-
diolea Cerecero y Alfonso Frías.
3.- La desaparición del Cuerpo de Granaderos, instrumento de la
represión, y no creación de cuerpos semejantes.
4.- Derogación del Artículo 145 y 145-Bis del Código Penal Federal
(delito de disolución social).
5.- Indemnización a las familias de los muertos y los heridos que
fueron víctimas de la agresión desde el viernes 26 de julio en ade-
lante.
6.- Deslindamiento de responsabilidades de los actos de represión
y vandalismo por parte de las autoridades y a través de policías,
granaderos y ejército.

Hubo manifestaciones casi todos los días de agosto y el 13 de sep-


tiembre. La Manifestación del Silencio, en que se demostró que
500,000 personas pueden exigir sus derechos y protestar ante un
gobierno criminal con el sólo poder de su presencia y la verdad re-
volucionaria. El 18 de septiembre el ejército violó la autonomía
universitaria y ocupó la Universidad Nacional Autónoma de Mé-
xico. El 23 los granaderos intentaron asaltar la Vocacional 7 del
Politécnico, pero en heroica resistencia los alumnos y el pueblo los
repelieron. Un día después, el ejército se posesionaba de la Voca-
cional 7, dejando casi totalmente destruido el edificio. El mismo
27

día ocupó el Casco de Santo Tomás, rompiendo, incendiando y hur-


tando lo que encontró a su paso.

Carente de palabras, impotente para responder al pueblo del cual


se decía representante, el Presidente de la República Gustavo Díaz
Ordaz, se negó a dialogar con el Consejo Nacional de Huelga, es-
cudándose en los representantes que nombró. Su Cuarto Informe
de Gobierno es una muestra palpable y prueba delictiva de la ame-
naza que ya se cernía sobre los mexicanos. En dicho Informe defi-
nió a la autonomía universitaria como “la libertad de enseñar”.
Entre otras cosas dijo: “No admito que existan presos políticos”.
Calificó de “provocadores” e “instigadores de la violencia” a los es-
tudiantes; y refiriéndose a su ejército criminal: “Declaro a nombre
de la nación mi expresión pública de reconocimiento a nuestros
soldados. Modestos, heroicos “juanes” que arriesgan su vida.
Cuando el ejército mexicano interviene en labores del manteni-
miento del orden interior (anticonstitucional, Art. 129) debe ha-
cerse respetar”. Y en un ataque de ira lanzó la sentencia asesina
“No quisiéramos vernos en el caso de tomar medidas que no dese-
amos, pero que tomaremos si es necesario; lo que sea nuestro
deber hacer lo haremos; hasta donde estemos obligados a llegar,
llegaremos“. Antes había dicho: “Una mano está tendida… Los me-
xicanos dirán si esa mano se queda tendida en el aire…”

Esa mano quedó tendida ante la historia como representativa cri-


minal de los gobiernos impuestos por el imperialismo norteameri-
cano y los capitalistas mexicanos. Es la mano genocida que
contiene en cada uno de sus dedos la muerte de más de 629 mexi-
canos asesinados en la plaza de las Tres Culturas.

Todo estaba encima de los planes del escritorio ejecutivo. La suerte


mexicana se encontraba ante el sillón más confortable de Palacio
Nacional. Ustedes lo recuerdan todo, compañeros mexicanos, por-
que lo vieron. O tal vez llegaron tarde. Éramos decenas de miles,
mujeres, hombres, niños, ancianos, trabajadores, amas de casa,
campesinos, maestros y estudiantes. Oiríamos a los oradores, los
pensadores, los informadores de nuestro Movimiento, los que se
habían comprometido con la lucha del pueblo, la exigencia de sus
derechos, su lucha; los que entonces marcaron el camino y preci-
saban de nuestra ayuda y acción, compañeros mexicanos. Juntos
decidiríamos los pasos a seguir.
28

Era la segunda vez que nos reuníamos en mitin en Tlatelolco. La


señal del gobierno fue la bengala verde en el cielo. Era la orden a
los agentes judiciales para disparar contra el ejército, contra el
pueblo. Era la espera del ejército para “responder a la provoca-
ción”.

El hecho más ignominioso de la historia mexicana se escribía. Eran


las 6:10 de la tarde. El Consejo Nacional de Huelga estaba en el
edificio Chihuahua. Miramos hacia arriba. Todo correspondió a un
plan militar perfectamente elaborado, cada paso, cada aparente
sucedido estaba calculado cuidadosamente. El Ejército sitia toda
la plaza, penetra de la siguiente manera:

a) Por la rampa destruyendo el barandal de la calle Lázaro Cárde-


nas y entra frente a la Voca 7.
b) Otra columna invade por las pirámides justo ante la entrada del
templo de Santiago Tlatelolco.
c) Otra columna más se introduce entre el jardín y la torre de Re-
laciones Exteriores.
d) En pelotones y grupos numerosos, otros entran por entre los pa-
sillos de los edificios, principalmente de Manuel González.
El Ejército establece el sitio, un cerco casi completo, toma con tan-
ques las calles de Manuel González, Ricardo Flores Magón y el hoy
eje Lázaro Cárdenas. Deja descubierta la avenida de Reforma Norte
como única vía de salida. El ejército usó en la operación “Mausers”
(rifles de nombre alemán), las armas posteriores a la Revolución,
de alto poder y de 9 milímetros. Es el arma reglamentaria del ejér-
cito para defender a la Patria y sólo para la guerra.

El Ejército empezó a disparar. Los oradores quisieron continuar,


se pensó que eran balas de salva, pero algunos cayeron. Ante la
sangre, vimos que se trataba de una acometida bestial de los sol-
dados que se habían parapetado perfectamente. Se desplegaban
tanques, cañones, camiones, convoyes. El “Batallón Olimpia”, per-
fectamente adiestrado, sabía a lo que iba: a matar a su propio pue-
blo. Drogados la mayoría de ellos, disparaban tirando contra todos,
contra nadie en particular, como si hubieran querido asesinar a la
ciudad entera; hacia arriba, hacia abajo, a todas partes iban los
disparos, se estrellaban en los muros, en las paredes, en los te-
chos, automóviles estacionados, faroles, ventanas, y en los cuerpos
indefensos de los jóvenes, las mujeres y aun los niños. Más de
10,000 soldados y agentes policíacos, muchos de ellos vestidos de
civil, disparaban, disparaban. Todos tenían la mano izquierda en-
29

vuelta en un pañuelo blanco. Se identificaban y continuaban dis-


parando. Más de media hora duró la acometida, el tiroteo, las he-
ridas, la muerte. Escondidos primero en un departamento tirados
en el suelo, oyendo, mirando, sintiendo; fueron varias las muertes
que vivimos. El ejército estaba enloquecido: se desplegaban, aco-
metían a los grupos más numerosos que intentaban huir y no po-
dían; las carreras de los niños, la desesperación de los padres, el
terror en el semblante, los boquetes uno tras otro en los muros,
los desplomes y las botas de los sardos pisoteando, marchando,
rematando los cuerpos con sus bayonetas.

En ese momento nos encontrábamos debajo de un automóvil y ve-


íamos solamente la vida que había caído, la parte baja de los cuer-
pos o los cuerpos en el suelo, abiertos, con la sangre ennegrecida
en el pecho, las manos y la cara, y el pavor de que estallara el tan-
que de gasolina y voláramos en pedazos. Nos escondimos tú y yo
compañera, compañero mexicano, sin mover una sola de nuestras
fibras, tú y yo, con la respiración detenida, los ojos desorbitados y
con el golpe seco del caer de los cuerpos. Desde ahí vimos a una
niña de doce años ser fusilada en un elevador, tuvimos la amarga
visión: Un muchacho ensangrentado que, al ver masacrado a su
compañero y querer alcanzarlo, desplomó también su muerte; al
partir en carrera, la huida, el atravesarse inconsciente, enloque-
cido, de un lado hacia otro, y el impacto de la metralla en el pecho.
La madre frenética al ver a su hijo asesinado, disparó su furia en
medio de la Plaza contra todo un ejército para ser baleada de in-
mediato y caer hacia adelante, de frente, en un gran charco rojo
óxido. Desde entonces supimos de la rabia y el coraje, impotentes,
la esencia carnicera de ese gobierno, su falsía, su cobardía. Desde
entonces el arte tuvo su verdadera dimensión. Desde entonces
nuestro lenguaje se formó con rostros, horas y cuerpos.

A las 10:00 p.m. todavía salían heridos de la zona, la Plaza deso-


lada. La explanada había sido recubierta casi en su totalidad con
cadáveres y sangre. Era paisaje de muerte abandonada.
Esa vez murió el pueblo, pero sus asesinos aún se encuentran en
el poder, aún viven del lujo de sus industrias, de sus fábricas; ex-
plotan, cenan y se reparten la vida del obrero, del campesino, del
estudiante; los mismos criminales déspotas, altaneros o demago-
gos ante su pueblo, pero lacayos sumisos del gobierno de Estados
Unidos. Ellos, los hipócritas, los tiranos, los apátridas, los traido-
res. Ellos, los genocidas. Ellos lo pagarán. Hoy estamos hablando
tú y yo, compañera, compañero mexicano. Oímos el sonido de
30

nuestra conversación, caminamos y nos movemos. Pero los nues-


tros, los que estuvieron con nosotros y marcharon en las manifes-
taciones, los que gritaban ¡México, libertad!, están en el cemento,
las azoteas, los frigoríficos, la fosa común, los incineradores del
Campo Militar No. 1 donde arrojaron a cientos, muchos de ellos
aún vivos. Nuestros compañeros, están muertos, ¿Y nosotros, com-
pañeros mexicanos? Nosotros estamos frente a ellos. Ahora ellos
son nosotros.

¿Sabes? La muerte se ha quedado en mi cara. En nuestra cara.


Pero nos preparamos. Nos organizamos. Estamos atentos, activos,
conscientes del trabajo que pronto debemos hacer. Tu trabajo. Mi
trabajo. Nuestro trabajo revolucionario que será la verdadera razón
de nosotros mismos, de nuestros hijos, de los que murieron. Oigo
la sonrisa insolente, cínica, de Díaz Ordaz arriba de la banda tri-
color, y el golpeteo disonante de sus dientes. Vuelvo a mirar la fo-
tografía de ¿Por qué?, esta fotografía; y el manchón oscuro, hueco,
del disparo que acusará siempre a los impostores gobernantes que
no tienen el honor y el valor de castigar a los asesinos. El disparo
homicida en el corazón del pequeño mártir del 2 de octubre en Tla-
telolco. Todo lo que sé ahora es que tenía razón ese campesino del
pueblo de Mizquic que habló entrecortado con su coraje sencillo
de certeza, en esos cuatro minutos nerviosos frente al micrófono.
Recuérdalo tú también. Él dijo: “Los estudiantes no sirven para
nada. Cuando el gobierno los reprime contestan con gritos y pie-
dras. Siempre gritan, pero nada más. Se necesitan armas”. Y
cuando digo su nombre, Cleofas Pantoja Segura; los recuerdo a
todos, te recuerdo a ti, compañera muerta en la Preparatoria 5, a
ti compañera, compañero mexicano. Y digo el nombre lento, para
que poco a poco se vaya poniendo de pie. Y lo escribo. Y lo repito
muchas veces. Millones de veces. Millones de veces mexicanas.
Estamos juntos, compañeras, compañeros mexicanos:

¡Dos de Octubre no se olvida! ¡Venceremos!


31

Portada de José Hernández Delgadillo para la revista


estudiantil Nueva Generación (1972)
32
33

Comentarios a la presente selección de poemas


sobre el 68 mexicano

Por José Tlatelpas

Esta no es una antología de remembranza, un libro más de crónica o la-


mentos; ni un estudio desde afuera. Esta es una antología que es parte y
consecuencia de la lucha estudiantil y social de los mexicanos, por ello
es una fuente primaria que registra los hechos, su entorno, su resultado
y síntesis en la poesía de un pueblo, su arte visual y pensamiento. Este
libro también explora el significado del 68 en la perspectiva viva del pre-
sente y del futuro posible, de ahí su nombre: El Libro Rojo del 68.

A diferencia de otros libros sobre el tema que intencionalmente hacen de


lado a varios de los grandes personajes del 68, nosotros incluimos imá-
genes del maestro José Hernández Delgadillo, ejemplo de entrega, hones-
tidad y rectitud, el artista visual más representativo de este movimiento.
En la música recordamos a “El Cronista Musical de México”, “el guerri-
llero de la canción”, José de Molina. Leopoldo Ayala, “El poeta del 68”,
nos acompaña como antologador. Tenemos también la participación del
maestro Fausto Trejo Fuentes, dirigente magisterial del 68 que se distin-
gue por su impecable claridad y rectitud. Este es un libro de política y
cultura, por lo que es imprescindible mencionar la aportación al movi-
miento del novelista y dirigente social José Revueltas, la cantautora Ju-
dith Reyes, y el legendario grupo de sátira musical “Los Nakos”.

Hay más artistas e intelectuales que recordar. Algunos, vinculados estre-


chamente con la lucha por la democracia o el movimiento estudiantil
mantuvieron viva su aportación, contra viento y marea, en las décadas
cuando se incrementó la represión a los movimientos sociales y cuando
la mayoría de los políticos callaban. Algunos fuimos también víctimas de
persecución, aislamiento, calumnias y campañas difamatorias perpetra-
das por los lacayos del imperio. Otros sufrimos exilio, cárcel o margina-
ción por la defensa de las causas justas que tratamos de defender.
Grupos como “Maíz Rebelde”, “Arte Colectivo en Acción”, secretarías de
Cultura y Prensa del Movimiento Revolucionario del Pueblo (MRP), la Liga
Independente de Músicos y Artistas Revolucionarios (LIMAR), el Taller de
la Gráfica Popular, el grupo MIRA, CLETA-UNAM, el Taller de Arte e Ide-
ología, Comisión Cultural del PMS y otros, mantuvieron viva la aportación
del movimiento estudiantil del 68 durante las dos décadas de más intensa
represión, de 1968 a 1988. A partir de esta fecha, más compañeros se
sumaron organizadamente a la tarea del análisis, la reivindicación o la
memoria. Los artistas del 68 y sus seguidores enfrentaron con valor, cla-
ridad e ingenio a la prensa mercenaria y a “los intelectuales vendidos”,
levantaron su obra sin becas ni financiamientos bajo condiciones de gran
adversidad, y también establecieron un interesante contraste con “la
34

prensa y los intelectuales perdidos” (aquellos que, sin dolo, nada ven,
nada oyen, ni registran).

Se debe mencionar también el valioso trabajo de otros compañeros que a


partir del 68 aportaron arte y reflexión. Entre otros: Alberto Híjar Serrano,
Pedro Valdez, el Negro Ojeda, Felipe Galván, Luis y Enrique Cisneros,
Gonzalo Martré, Francisco Segura, Héctor García, Juan Alejandro, el
grupo de teatro democrático “Los Mascarones”, Aurora Reyes, el grupo
Los Nakos (Ismael “Maylo” Colmenares, Gabriela Huesca, Ricardo Pérez
Monfort, Amparo Martínez, Enrique Reintería, Gladys Marroquín, Antonio
Ávila, Francisco Barrios “El Mastuerzo”, Paco Ignacio Taibo II, Elia Crotte,
Armando Vélez, Armando Vega Gil, José Martínez Meza, Mayra Cebreros,
Jorge Silva y Gerardo Aboytes), León Chávez Texeiro, Enrique Ballesté,
Manuel Rodríguez, Cayo Vicente, Cruz Mejía, el grupo cultural de la
UVID-19 de Septiembre y los hermanos Betancourt, el grupo de danza
Barro Rojo, Iseo Noyola, Gabino Palomares, René Villanueva y Los Fol-
kloristas, Amparo Ochoa, Carlos Bracho, Beatriz Munch, Eugenia y Mar-
garita León, Margarita Bauche, la Cooperativa de Cine Marginal, Anthar
y Margarita, el Grupo Canek, el grupo Zumbón, Vientos Para un Nuevo
Día, grupo La Nopalera, Emilia Almazán, Rafael Catana, Roberto Gonzá-
lez, Ulises Perzábal “La Changa”, Alejandro Zenteno, Miguel Ángel Gam-
boa, Andrés Mejía y el grupo de rock TNT, Rodrigo González “Rockdrigo”,
Jaime López, Rina Lazo, Arturo García Bustos, Enrique Bordemangel y
Cervantes, los nuevos Hermanos Michel, Guillermo Briseño y, entre otros,
los aquí antologados. En otra categoría, se encuentra la aportación de
Elena Poniatovska y Carlos Monsivais, también valiosa por su contribu-
ción a la crónica y la difusión.

Sin embargo, es verdaderamente insólito que en 40 años de libros, pelí-


culas y crónicas del 68, prácticamente nadie ha registrado la continua y
clarísima participación de estos artistas y creadores que durante décadas
convocaron y animaron las marchas, las huelgas, los mítines con sus
canciones, sus murales, sus pinturas, su poesía y el testimonio de sus
ingenios. Debe llamarnos a profunda y seria reflexión que, a 40 años del
heroico movimiento estudiantil, la prensa, las editoriales y los medios, de
izquierdas y derechas, substituyan a los artistas del movimiento, con una
insólita alquimia, por los artistas favoritos de los gobiernos y sus institu-
ciones, ajenos a estas luchas y amigos de ex presidentes represores. Es
al menos vergonzoso o revelador que, en 40 años de crónicas, los cronis-
tas todavía no hayan visto y registrado los murales de Hernández Delga-
dillo, las canciones de Judith Reyes, José de Molina y Los Nakos, la
poesía de los escritores militantes del 68, el teatro de Los Mascarones y
CLETA, etc. Este distanciamiento, al que también contribuyen los parti-
dos políticos, sus dirigentes e instituciones, se debe seguramente a que
los artistas progresistas siempre han sido una voz vibrante, indepen-
diente, crítica y libertaria, difícil de manipular para el servicio de los bus-
cadores del poder, el dinero y los intereses cortesanos.
35

Todos los poetas, los militantes, los ciudadanos y los literatos incluidos,
aunque muy diferentes en oficio y compromiso, nos merecen un profundo
respeto y reconocemos su valiosa aportación y testimonio. Ellos repre-
sentan distintas posturas ideológicas, políticas y estéticas. En este libro
hemos buscado sus elementos de convergencia y se reúne obra con varios
criterios. Primero, como el título indica, es una antología de poemas que
parten del tema de la lucha estudiantil de 1968. Segundo, se han selec-
cionado algunos autores por su militancia, a otros por su calidad. Ter-
cero, se han incluido también textos que tienen valor histórico o
testimonial. Por ello, este libro es parte cultura, parte testimonio, parte
denuncia política y parte reflexión plural. Y eso es precisamente la esencia
de la poesía, síntesis personal, estética y compartida de lo más relevante
de la experiencia humana. Aquí mostramos parte del registro social y es-
piritual de una época y de un pueblo, en la voz de sus poetas y en las
imágenes de sus artistas visuales. No tratamos de valorar a los militantes
tan solo como poetas, ni a los artistas nadamás como militantes; sino de
reunir en un libro, con respeto a las diferencias, el testimonio en poesía
de un gran pueblo que no es ajeno a su dolor y que, desde distintas pos-
turas, ideologías y sentires, manifiesta su asombro e indignación ante la
represión de un mal gobierno. Así como se ha escrito sobre la novela de
la Revolución Mexicana, es preciso estudiar y conocer La Poesía y el Arte
del 68, que con su obra acompañaron también a los estudiantes y al pue-
blo en una conmoción social de profundas consecuencias.

Aquí incluimos poemas de escritores profesionales, como Rosario Caste-


llanos y Bonifaz Nuño, de escritores no necesariamente de oposición,
como el Nobel Octavio Paz, poetas e ilustradores que han sido activistas
sociales como Hernández Delgadillo, Leopoldo Ayala, Mario Ramírez, Be-
nito Balam y quien esto escribe, poetas más recientes, como María Teresa
Irazaba. Presentamos autores que escriben en las lenguas de nuestros
pueblos originarios, como el zapoteca Macario Matus y el nahuatlato
Baruc Martínez y la palabra fraterna de algunos distinguidos poetas de
origen extranjero: por la mejor España Juan Rejano y Paco Ignacio Taibo
I, de Argentina Máximo Simpson, de Uruguay Mario Benedetti y de Hon-
duras el poeta cinchonero Vicente A. Torres. Algunos autores son más di-
rectos, otros complejamente simbólicos como el pintor Alfredo Meneses y
el poeta Ramón Martínez Ocaranza. No hemos podido incluir a todos los
poetas que quisiéramos, nos ha faltado mayor espacio y tiempo. Algunos
pocos no pudieron o no quisieron participar en este proyecto. En los ma-
teriales encontrados hay quien ha escrito desde el movimiento y sobre el
movimiento: quien lo ha profetizando (R. M. Ocaranza), quien lo ha vivido
y defendido (Leopoldo Ayala), quien lo ha sufrido (Margarita Paz Paredez),
quien lo recuerda (David Huerta) y quien lo imagina (M. Teresa Irazaba).
Hemos omitido a quien lo ha denostado (Jaime Reyes), a varios que im-
propiamente equiparan las fuerzas represivas con las antiguas deidades
de nuestros pueblos originarios y a quienes tímidamente, a penas, men-
cionan nuestro tema.
36

Hemos dicho que el oficio, el estilo y la ideología de los poetas aquí pre-
sentados es muy variado. Y que, siendo poesía en castellano, no es raro
que aquí coincidan un mexicano y moderno mester de juglaría con reto-
ños de un mester de clerecía. Pero creemos que no es menos poeta el
autor del romancero del Cid, que don Luis de Góngora y Argote, y aquí,
en esta antología de “literatura ciudadana”, todos los poetas tienen su
lugar, con el respeto y la dignidad que su integridad o su oficio les han
ganado. No quisimos encerrarnos en la limitante del poema lírico y pro-
meteico, aunque reconocemos su valor. Hemos querido compartir poemas
que fueron y son parte de la realidad y la reflejan. La poesía es contenido,
forma, sociedad, ritmo, metro y prosodia; pero también síntesis de la his-
toria, del arquetipo, del libre albedrío: es, pues, compromiso y elección.
Hemos tratado de que nuestro enfoque sea síntesis de una lucha real con
consecuencias reales en el mundo de hoy. No creemos que un movimiento
social y sus mártires deban circunscribirse a un recuerdo histórico, ni a
un análisis literario, solamente. Hemos intentado hacer coincidir, no su-
peditar, literatura, testimonio y pensamiento.

Esto es parte de la memoria social que representa parte de la historia mo-


derna de México y América Latina. Respecto al llamado “Memorial de Tla-
telolco”, creado y financiado por el Estado, y construido por sus elegidos,
no creemos que represente la memoria fiel del movimiento toda vez que
ha sido creado por el mismo Estado que perpetró la represión, que nunca
cumplió las demandas, y que tampoco ha castigado a los culpables ni ha
emitido una disculpa formal ni convincente. ¿Cómo entonces erigir un
memorial a las víctimas sin haber dejado de ser un victimario...? Hace
poco tiempo el archivo documental fue donado de algún modo a la UNAM
pero, a nuestro juicio, no ha dejado aún de ser un centro institucional.
No se ha convertido todavía en un referente que refleje un movimiento
vivo, ciudadano, horizontal y suficientemente crítico, como se requiere.

Queremos deslindar de quienes han usado el tema por oportunismo, os-


tentación y provecho político o comercial; y de quienes ven al 68 como un
episodio histórico y prefieren la comodidad de la nostalgia al análisis pro-
fundo o la militancia vigente y sostenida. Para nosotros el movimiento del
68 fue un despertar a una realidad que existía antes, existió entonces con
la sangre y represión brutal a la ciudadanía y subiste hoy contra el pueblo
en hechos como los sucedidos en Aguas Blancas, Acteal, Atenco, la APPO,
y la indiferencia del gobierno frente al abuso criminal y las calumnias
contra estudiantes mexicanos, entre ellos Lucía Morett, perpetradas re-
cientemente en la frontera de Colombia. En fin, los ejemplos no escasean.

Las demandas del 68 en realidad no fueron nunca desahogadas. Las lu-


chas estudiantiles ulteriores, como la del Consejo Estudiantil Universita-
rio (CEU) y del Consejo General de Huelga (CGH), fueron continuidad del
68. En esencia, quizá en el fondo esta lucha estudiantil fue por impulsar
una verdadera democracia civil: Si la ciudadanía participara democráti-
37

camente en las decisiones del gobierno, no habría brutales represiones.


Si los jóvenes estudiantes fueran tomados en cuenta, no tendrían que
pagar una educación y materiales de estudios más caros que en Estados
Unidos y Europa. Si hubiera democracia social, los profesionistas ten-
drían trabajo y no se derrumbaría a la empresa nacional para privilegiar
a las grandes transnacionales. Si hubiera democracia social, hubiera un
país de ciudadanos independientes económicamente, y no un país lleno
de familias angustiadas y míseros changarros a la puerta de grandes tras-
nacionales. La lucha estudiantil del 68 pugnó por consolidar varios de
esos derechos y mientras ésto no esté resuelto, la lucha ciudadana habrá
de continuar. La aportación político cultural de los activistas del 68 y sus
herederos transformó a México positivamente. No vemos en los frutos de
su sacrificio ni utopías ni derrotas, sino avances reales, pero inconclusos.

No ha caducado la situación de injusticia y represión en México. Podemos


decir que la Revolución no completó sus metas ni tampoco el Movimiento
Estudiantil del 1968. Por lo tanto, Zapata vive y las demandas y banderas
de los valientes estudiantes y ciudadanos del 68 mexicano siguen vigen-
tes, expresando necesidades fundamentales del país. Y por tanto, son mo-
tivo de reflexión obligatoria para los jóvenes de hoy y del mañana y han
sido motivo para que los poetas se sumen a la reflexión histórica y social.
José de Molina cantaba al respecto: “Compañero, en tinieblas tu conti-
nente está. Una luz necesita: Dásela ya”. Nosotros vemos a los líderes so-
ciales al frente o junto con las luchas sociales, no detenidos en una
fotografía del tiempo. Nos deslindamos de oportunistas acomodaticios que
buscan tan sólo ganancias políticas y económicas sin participación en la
dirección social y siempre acomodados en el presupuesto. Tampoco
vemos a la cultura de rodillas, controlada por las limosnas de institucio-
nes culturales corruptas, que no representan a los artistas, sino medran
a su costa y además procuran destruir su independencia gremial y con-
trolar, restringiendo fondos, los análisis independientes, la crítica pro-
funda y el verdadero desarrollo creativo de una cultura con raíces. De ahí
la comodidad del espectáculo ligero, del entretenimiento banal, síntoma
que nos permite identificar la ideología, la postura política y los intereses
económicos de quienes los promueven.

No debemos buscar la herencia del 68 en falsas izquierdas oportunistas,


sectarias y caníbales, ni en una derecha apátrida, amoral y sin principios,
que desde hace cinco siglos ha tratado de vender la soberanía y los bienes
nacionales a potencias extranjeras; sino en la conciencia política de la
nación verdadera, en las nuevas oportunidades de alternancia, en el na-
ciente multipartidismo, en la experiencia cultural y política que hemos
ganado, y en la praxis de los movimientos sociales significativos de las
últimas cuatro décadas. No debiéramos limitarnos a la denuncia y la con-
dena, sino decodificar el presente, proponer un futuro mejor. Debemos
saltar los cercos y fronteras legalistas, construidos contra el pueblo, y ver
38

más allá, para conformar una verdadera democracia y justicia social, sus-
tento de nuestra soberanía cultural, económica, política y territorial.

Este libro representa la continuidad de un trabajo iniciado en Tlatelolco,


15 años Después, proyecto que impulsamos con el maestro José Hernán-
dez Delgadillo desde la Secretaría de Prensa del Movimiento Revolucio-
nario del Pueblo (1983), después, con el compañero poeta Benito Balam,
publicamos Desde los Siglos del Maíz Rebelde (1988, 2008). Posterior-
mente aparecería el catálogo documental El Lienzo de Tlatelolco, de Leo-
poldo Ayala, José Hernández Delgadillo y Héctor García (1998), y en el
2004 Ni Perdón ni Olvido, investigación de Leopoldo Ayala y Mario Ramí-
rez, libro que evolucionó en esta selección y aportó material para otros li-
bros. También hemos tomado materiales de otras publicaciones como 53
Poemas del 68 Mexicano, de nuestro finado amigo Aroche Parra (1972),
Generaciones Rebeldes de José Alberto Damián y Alejandro Zenteno
(2007), de nuestra investigación y participación directa en el movimiento
estudiantil, de los textos publicados por la revista Por Qué, y de la anto-
logía Poemas y narraciones sobre el movimiento estudiantil de 1968, de
Marco Antonio Campos y Alejandro Toledo Patiño (1996); esta es más li-
teraria, y con ella, respetuosa pero claramente, estamos en desacuerdo
en el sentido de que para nosotros el 68 sí fue un movimiento popular.
La divergencia es mayor con las opiniones de Enrique Krauze sobre la li-
teratura del 68, porque las consideramos no sólo falsas, sino dolosas, cla-
sistas, carentes de fundamento y relevancia conceptual.

Evitamos también hacer una versión cronologista o historicista, limitada


en su esencia, por lo que nos avocamos a una antología analítica, política
y con la visión de unidad y vinculación con las luchas vigentes, alejándo-
nos de la comodidad de un oportunismo sin opinión.

Esta edición la dedicamos a los valientes luchadores por la democracia


en México, no a los líderes o caudillos; sino al pueblo, el verdadero héroe
del 68 y nuestra historia. Y también a los artistas visionarios que pasaron
lista de presente como hijos verdaderos de este pueblo.

En fin, hoy presentamos 68 poetas y 112 poemas, una canción y 40 imá-


genes de 8 artistas visuales en este Libro Rojo del 68. Los compiladores
recordamos con profundo aprecio a nuestros mártires civiles, marchamos
una vez más, agitando banderas de esperanza y de unidad, con un libro
de poemas y memoria en nuestra mano y vinculándonos a la marcha ac-
tual por lograr un mejor futuro para todos.

¡Dos de octubre: no se olvida!


¡Lucha, lucha, lucha, no dejes de luchar, por un gobierno obrero,
campesino y popular!
¡Ni perdón ni olvido!
¡Dos de octubre: no se olvida!
39

Obra de Alfredo Meneses


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41

EL 68 EN LA MEMORIA ESTUDIANTIL Y POPULAR

Por Mario Ramírez Centeno

Se conoce al 68 como el año cumbre de un período revolucionario mun-


dial donde las masas avanzan en su lucha logrando victorias en diversos
frentes. Cuando los sucesos del 68 dieron inicio en México, ya se había
dado la caída de Charles de Gaulle en Francia, en lo que se conoció como
el “Mayo Francés”, donde el papel de los estudiantes fue fundamental
para, con su entusiasmo, facilitar la participación de los vecinos del Ba-
rrio Latino, primero, y después los obreros, quienes llevaron a una Huelga
Nacional a Francia que hizo temblar a todo el sistema, donde no faltaron
los enfrentamientos callejeros y las barricadas en distintos puntos de
París.

Como en toda lucha se dan bajas y el período revolucionario ya había re-


cibido con dolor el asesinato del Che Guevara – octubre de 1967 - y se
daba un proceso de represión a toda manifestación de libertad como el
también asesinato a Martín Luther King. En USA se daban las acciones
de los Black Phanters – Panteras Negras –, Black Power – Poder Negro -,
y los Brown Berets – Boinas Cafés –, militantes México-Chicanos. Ya
había sido asesinado Rubén Jaramillo, los ferrocarrileros y los maestros
tenían en la cárcel a dirigentes suyos como Demetrio Vallejo y Othón Sa-
lazar. Llevaba nueve años la Guerra de Vietnam y el movimiento antibé-
lico hippie manejaba entre sus grandes lemas “Haz el amor, no la guerra”,
en contra de la guerra de Vietnam. Por lo tanto las masas aumentan su
capacidad de movilización y se gana confianza en la derrota de los estados
burgueses y a favor de la lucha contra la opresión. En China llevaba dos
años la publicación del “Libro Rojo” una síntesis de las principales ideas
de Mao Tse Tung que propugnaba por darle a los jóvenes y estudiantes el
papel de sujetos revolucionarios. Ya se había llevado a cabo la Revolución
Cultural China donde, de igual manera, se colocaba a los jóvenes, y a los
estudiantes en particular, como sujetos críticos de la transformación re-
volucionaria.

En México inicia como una forma de provocación a la marcha del Partido


Comunista, dándose una serie de protestas que con la justificación de las
Olimpiadas a organizarse en nuestro país, fueron reprimidas puntual-
mente por el Estado mexicano, dándose el fenómeno de los Mártires del
68, donde jóvenes estudiantes, obreros, amas de casa, maestras emba-
razadas y niños los asesinó el Estado mexicano en distintos momentos,
culminando en la fatídica fecha del 2 de octubre de 1968 en la Plaza de
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las Tres Culturas de Tlatelolco, donde se estima que murieron más de


700 asistentes a la manifestación.

2 de octubre no se olvida

La masacre del 2 de octubre de 1968 y el asesinato del Che Guevara se


convirtieron durante años en los iconos inspiradores de la izquierda me-
xicana. Sembró el movimiento estudiantil popular del 68 muchas con-
ciencias y nacieron a la lucha miles de activistas, dirigentes populares y
guerrilleros que después formarían parte de movimientos de lucha más
grandes que capitalizarían las distintas contradicciones y errores del sis-
tema y del Estado mexicano. Hubo muchos pensadores que vieron en el
68 un “estallido inservible” o un martirologio mesiánico, pero ninguno de
los dos tiene sentido si se ubica en el contexto de la historia de las luchas
del pueblo mexicano, pues inmerso en la acción de masas estaban miles
de activistas que se habían formado al calor de la lucha estudiantil del
primer CEU, del movimiento de médicos, del movimiento ferrocarrilero,
del movimiento magisterial, de la masacre y lucha de copreros de Gue-
rrero y en otras experiencias de lucha, autogestión y resistencia del pue-
blo de México ante la opresión de un PRI ya caduco, de un Estado
retrasado y de un sistema anquilosado que no permitía ni siquiera la par-
ticipación política más que a una élite de corruptos dinosarios y no le
daba a la población el acceso al bienestar y a las libertades sociales y hu-
manas que se gozaban en otras latitudes. En ese contexto la mirada mun-
dial colocaba como un país en ascenso a México, al cual las repúblicas
de otras latitudes le habían concedido ser la sede de las olimpiadas. Gesto
que llenó de orgullo y pánico a la élite de políticos de la época. Al ver la
caída de Charles de Gaulle, héroe de la Segunda Guerra Mundial en Fran-
cia y en el contexto internacional de avance de las masas antibélicas, con-
testatarias, contraculturales y revolucionarias, no les quedó más remedio
que responder en pánico con altos niveles de represión no vistos en otras
latitudes, de ahí que se explique aunque no se justifique, la masacre del
2 de octubre de 1968.

De esa manera se explica también el contubernio, la complicidad criminal


de todo el sistema social, desde el Estado a los medios de comunicación,
pasando todavía por la complicidad actual de acallar los gritos de los ase-
sinados, las heridas de los reprimidos y el llanto de los cercanos a las víc-
timas. De querer acallar la memoria de un hecho salvaje que no debería
volver a suceder pero que sin embargo ahí se encuentra en la historia
como uno de los terribles errores de un partido de Estado, de una dicta-
dura de partido de Estado que demuestra así su incapacidad para incluir
a los desposeídos, a los disidentes, a los críticos y a los diferentes. Des-
43

nuda a un sistema con toda la carga de intolerancia que puede tener una
sociedad corrompida. Con el hecho más primitivo que pueda caber en un
país: la aniquilación del que disiente o es agente de cambio, la aniquila-
ción del contrario como política de Estado, que es el argumento principal,
para acusar a ese Estado, de prácticas persecutorias y fascistas.

Muchos nacimos a la lucha, a la conciencia social y a la política con el


grito de “2 de octubre no se olvida” y todavía continúa ese grito en nuestra
memoria, que no lo podemos acallar más que a punta de seguir partici-
pando en las luchas de todo el mundo. Que no sean inservibles tantas
muertes, tanto sufrimiento y tanto llanto. El 2 de octubre y el Movimiento
Estudiantil y Popular del 68, junto con el asesinato del Che Guevara son
los íconos renovadores de una lucha que todavía continúa y se ha capi-
talizado en la construcción, aún pendiente en todas sus implicaciones,
de la democracia para el país. La construcción de una nueva nación.

La guerrilla y las luchas de los 70´s

Ante la cerrazón del sistema y la represión del 2 de octubre, así como el


encarcelamiento de muchos miembros del movimiento del 68, muchos jó-
venes alimentaron la guerrilla urbana y rural y comenzaron a realizar ac-
ciones guerrilleras a lo largo del país. Cabe destacar entre las experiencias
guerrilleras de los 70´s, a las de Lucio Cabañas y Genaro Vázquez, tanto
como la Liga Comunista 23 de Septiembre. De igual manera comenzaron
a llevarse a cabo distintas actividades en torno a reforzar la opción de la
vía electoral, al visualizarse salidas violentas y sangrientas de parte del
Estado mexicano, en su búsqueda por aniquilar la oposición de izquierda,
dentro de un contexto internacional de guerra fría entre el bloque capita-
lista y el bloque socialista, donde se repite la masacre del 2 de octubre en
la fecha del 10 de junio de 1971 y una serie de acciones criminales más
en lo que se conoce como la “guerra sucia”.

Las distintas opciones de izquierda fueron construyendo alternativas de


lucha para distintos sectores nacionales a lo largo de los setentas y, bien
entrados los ochentas, las experiencias de las vías revolucionarias, de ac-
ciones de masas y electorales fueron abriéndose camino de forma para-
lela. El EZLN reporta su nacimiento a mediados de los ochentas y para
entonces ya aparecen en la escena política distintos esfuerzos electorales
y el Partido Comunista – PCM - logra recuperar su registro a finales de
los setentas, dentro de una supuesta “apertura democrática” que jamás
nos dio acceso al triunfo y, arrojaba migajas de registros a diestra y balas
a siniestra, según le convenía a la dictadura de partido de Estado priísta.
44

El segundo CEU aparece en escena repitiendo las movilizaciones masivas


de damnificados del terremoto del 85. En el 85 fuimos testigos de cómo
distintos luchadores sociales que fueron parte del movimiento estudiantil
y popular del 68, dieron su solidaridad, apoyo y dirección durante los
aciagos momentos del terremoto del 85, participando en la creación de
una serie de organizaciones de damnificados, rescatando víctimas y su-
mándose de lleno a la lucha vecinal por vivienda digna. Artistas como
José de Molina, José Tlatelpas, Benito Balam, José Hernández Delgadillo
y Los Nakos, artistas del 68, realizaron actividades de solidaridad con los
damnificados, donando su trabajo para actividades como el magno evento
del Auditorio Nacional el 20 de noviembre de 1985.

Un año después los estudiantes recuperamos, no sin cierto temor, la con-


fianza a 18 años del 68, pero utilizando la experiencia analizada del 68,
optamos por no confrontar directamente al Estado y el pliego petitorio es
únicamente de la UNAM, solicitando solamente un aumento en el presu-
puesto de la institución educativa después de una huelga estudiantil del
CEU de 15 días, a lo que se forma una resistencia de varias escuelas que
logramos alargarla hasta 20 días, naciendo una nueva generación de lu-
chadores sociales que alimentarán a las nuevas luchas populares y la vía
electoral de las izquierdas mexicanas. De ahí que digamos, contra los que
dicen que el 68 es una herencia sin herederos, que la lucha continúa. Es-
fuerzos electorales como el de la COCEI logran arrancarle el municipio
de Juchitán, en Oaxaca, al hegemónico PRI. De ahí en adelante, la com-
binación de esfuerzo electoral y lucha social con presiones de masas logra
irle arrancando espacios electorales al Estado monolítico priísta, hasta
culminar con la derrota del PRI del gobierno federal en 1988. La lucha
del pueblo continúa a pesar de los “sesudos intelectuales orgánicos del
sistema” que afirman que todo eso “ya terminó”.

1988, 20 años después: triunfo de los Mártires del 68

La experiencia de la lucha electoral logra el triunfo del Frente Democrático


Nacional con la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas y muchos miem-
bros del movimiento del 68 se suman a la confluencia de las izquierdas
alrededor del disidente del PRI hijo del expropiador del petróleo nacional,
Lázaro Cárdenas. El triunfo de los Mártires del 68 es haber logrado des-
enmascarar a un sistema mexicano como excluyente, perseguidor y re-
presivo y que el pueblo votara en masa en contra del PRI, en contra de
decenas de años de exclusión, represión, corporativismo. Se da también
la movilización gigantesca de la conmemoración del 68 con una marcha
que confluye en la Plaza de las Tres Culturas a los 20 años, en la que, ya
para cuando se recibe a la marcha, la plaza ya se encontraba llena con
45

manifestantes que rememoraban el 68 y recordaban el 2 de octubre re-


conociendo con su presencia la importancia del 68 y el referente histórico
del 2 de octubre en la simbología de agravios contra el pueblo y la deuda
pendiente del Estado priísta hegemónico y opresor. Al grupo Maíz Rebelde
nos tocó organizar el acto político-cultural de los 20 años para conme-
morar el 68 y el 2 de octubre, con muchos artistas solidarios entre los
que se encontraban José Hernández Delgadillo, Leopoldo Ayala, Carmen
de la Fuente, Mercedes Sosa, José Tlatelpas, Benito Balam, Leopoldo
Ayala, José de Molina, Horacio Espinosa Altamirano, Los Nakos, Pedro
Valdez, Cristina Gómez, Comité Mexicano de la Nueva Canción, y otros.

El Movimiento electoral del 88 del Frente Democrático Nacional logra la


integración de la izquierda mexicana del PMS y otros referentes para con
ello establecer la posibilidad más abierta hacia la vía electoral, de tal
suerte que con ello se sientan las bases para dar una lucha electoral más
efectiva. Pero el “sistema se cae” y se impone en nuestro país la duda de
un fraude electoral frente a la posibilidad de que la izquierda logre la con-
quista del Estado. De esa manera nuevamente se cierra el sistema y ex-
cluye de la participación democrática que presume, a la izquierda
mexicana.

En el transcurso de los siguientes años se van creando opciones de la vía


electoral de la izquierda mexicana para acceder al poder, entre ellas el
Partido del Trabajo – PT – a donde se van sumando desde agrupaciones
maoístas hasta políticos de izquierda mexicanos, algunos participantes
del movimiento estudiantil y popular del 68, así como participantes y di-
rigentes del movimiento estudiantil posterior al 68. A mediados de los no-
ventas irrumpe en escena el Ejército Zapatista de Liberación Nacional
–EZLN–, con nuevas formas de lucha que van de lo militar a lo político
formado principalmente por las etnias mayas tojolobal, tzotzil, tzeltal y
otras, del sur de país que generan una red internacional de apoyo que la
sustenta, y renueva el discurso y la práctica de la izquierda mexicana,
que se recupera con eso de la caída del socialismo en Europa oriental y
genera esperanzas en torno a la vía armada como forma de acceso al
poder o al menos como una forma efectiva de presión. Aparecen otras
agrupaciones guerrilleras como el EPR y el ERPI, que de forma conjunta
ejercen una presión militar popular sobre el sistema, lo que a la larga es
capitalizado por los partidos que luchan por la vía electoral, quienes co-
mienzan a ser reconocidos en sus victorias.
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1998, 30 años después: se obliga al sistema a abrirse

Con el triunfo de la vía electoral de la izquierda para el acceso al poder


en distintas partes del país y principalmente en la capital, y la presión
sobre el sistema, por todas las vías, va construyéndose el poder de la iz-
quierda mexicana que mantiene presencia importante en la Cámara de
Diputados, en primer instancia y logra un acceso al poder ejecutivo de
varias localidades del país. Mediante la combinación de las distintas vías
de lucha se conquistan espacios que deben ser reconocidos por el poder
del priísmo en nuestro país. El sistema se abre ante las evidencias de na-
cionales e internacionales de ser un Estado represor, corporativizado y
corrupto que tiene que ceder ante una izquierda que lo cuestiona hasta
en sus mismos cimientos.

Si la ruptura de Cuauhtémoc Cárdenas, significa la primera grieta y sín-


toma inequívoco de descomposición del partido en el poder, la guerrilla
significa también el estallamiento de luchas populares que buscan una
solución ante la pobreza galopante de un pueblo con muchas afrentas
por parte del Estado mexicano y el sistema social. De igual manera los
cientos de militantes del 68 que confluyen con Cárdenas, aportan para
la construcción de movimientos sociales que logran la renovación de la
izquierda mexicana. Con nuevos aires la izquierda mexicana logra con-
quistar distintos espacios políticos del poder estatal y gubernamental lo
que hace aspirar con mayores bríos a una mayor apertura. Pero la dere-
cha se activa y comienza también a conquistar espacios a lo largo del país
a partir de “concertacesiones” donde, a cambio de apoyos al PRI, le es
concedido desde diputaciones hasta senadurías y presidencias munici-
pales, así como gobernaturas en un avance desmedido y oportunista. En
el 2000 se da la experiencia de que ante el desprestigio galopante del PRI
la población opta por votar por una derecha provincial y ambiciosa, pues
la herencia del priísmo represor dentro de la izquierda mexicana no supo
construir una opción civilizada de gobierno.

El CGH y la caída del PRI del gobierno federal

Un año antes de las elecciones del 2000, el movimiento estudiantil pre-


senta una serie de acciones y la huelga estudiantil más larga de la histo-
ria, la tentación de la salida represiva no se hace esperar y se crea la PFP,
una policía creada exprofeso para facilitar la represión a movimientos so-
ciales como el Consejo General de Huelga – CGH -, formado por la misma
alianza de colectivos estudiantiles que conmemoramos los 30 años del 2
de octubre de 1968, en octubre de 1998.
47

El CGH nace de estos colectivos y se amplía en la construcción de la


Asamblea Estudiantil Universitaria que se constituye en CGH, convirtién-
dose en problema a resolver por el sistema al cual no se le ocurre otra
forma que la represión y el desalojo de los estudiantes inconformes de la
UNAM, tomada por la PFP por encima de su autonomía. Sorprendente-
mente, el nuevo cardenismo no comprende el manejo simbólico del pro-
ceso, que recuerda en las calles el Movimiento Estudiantil y Popular del
68, así como el 2 de octubre que se encontraba ya grabado con dolor en
el corazón del pueblo, y se suma a la represión y la descalificación priísta
y sistemática, lo que lo arrastra en su desprestigio y lo presenta como un
dinosaurio más que no deslindó completamente con el priísmo retrasado.

El pueblo busca opciones ante el anquilosamiento evidente del Estado


priísta opresor y sus corifeos incrustados en una parte de la izquierda
penetrada por el antiguo priísmo, lo que desde luego es aprovechado por
la derecha, que se presenta a las elecciones de ese año como un partido
moderno, cuando llevaba como candidato a lo más retrasado de la histo-
ria con una derecha confesional, atávica y provincial como lo fue Vicente
Fox, pero que tuvo la delicadeza de no agredir al Movimiento Estudiantil
Mexicano y eso lo presentó como un político civilizado y noble, imagen
que supo aprovechar, inclusive robando símbolos de la izquierda mexi-
cana como la “V” de la victoria del 68.

Las banderas actuales de la izquierda son las de la defensa de la sobera-


nía energética, alimentaria y social, en una pugna constante contra la ul-
traderecha y la derecha en el poder federal que no se tienta el corazón
para asesinar y reprimir a la población con el fin de justificar su guerra
contra el narcotráfico que busca, en realidad, la criminalización de la
lucha social, para lo cual inventa crímenes y, con el contubernio de los
otros poderes del Estado, castiga con desapariciones, encarcelamiento in-
justificado, penas inhumanas, violaciones y tortura al disidente, agente
de cambio o progresista que protesta. Sin embargo existen otros procesos
con mucho futuro como son el desarrollo del poder popular y la realiza-
ción de una nueva Constitución, luchas todas inscritas en las teorías del
contrapoder como la Presidencia Legítima y otros proyectos más. Otra
vertiente más es la relacionada con la lucha ideológica, cultural y econó-
mica en la vía de ir construyendo, por la vía de los hechos, al socialismo
en México.

Como vemos, la lucha continúa y el 68 no busca herederos porque sus


manifestaciones fueron las de un pueblo que se expresa a través de sus
jóvenes y sus estudiantes en una alianza popular que busca vías distintas
ante la opresión, la explotación de clase, la represión del Estado y para el
48

avance de la historia. A quiénes no participan en las luchas, jamás verán


las conexiones entre una lucha y otra, pero la continuidad la da no sola-
mente el simbolismo del 68 y el ajuste de cuentas ante la deuda histórica
de la masacre del 2 de octubre, sino la participación constante de la ge-
neración del 68 en las distintas luchas sociales y la renovación constante
de cuadros de una izquierda que no ha cancelado aún la lucha ni ha dado
por olvidadas las afrentas de los tiranos.
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Dibujo de Santiago Tlatelolco por Alfonso Pérez Soriano


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COMUNICADO
(EN LOS 30 AÑOS DEL MOVIMIENTO DEL 68)

Por el Subcomandante Insurgente Marcos

Ejército Zapatista de Liberación Nacional


México

A la Digna Generación de 1968

Hermanos y Hermanas: Les escribo a nombre de los hombres, mujeres,


niños y ancianos del Ejército Zapatista de Liberación Nacional para sa-
ludarlos en esta fecha que recuerda los 30 años de la matanza de Tlate-
lolco, pero también los 30 años de un movimiento que luchó por la
democracia, la libertad, y la justicia para todos los mexicanos.
68 no es sólo el 2 de octubre y la dolorosa Plaza de las Tres Culturas.

68 no es sólo aquel Tlatelolco, aquel edificio Chihuahua contemplando,


olímpicamente atónito y apenado, la matanza de niños, hombres, muje-
res y ancianos desarmados e inermes ante las tanquetas, los fusiles, las
ametralladoras, la estupidez hecha gobierno.
68 no es sólo la plaza resumiendo y resumando la sangre de tres cultu-
ras bajo la muerte decretada por un sistema político que hoy se man-
tiene y se reproduce sobre matanzas semejantes.

68 es también y sobre todo, la Marcha del Silencio, el Poli, la UNAM y


cientos de estudiantes de instituciones de educación superior viendo
para abajo, el Topilejo de la autonomía popular, las asambleas, las pin-
tas en los muros, las brigadas, los mítines relámpago, la calle subver-
tida y vistiendo la dignidad con ropajes nuevos. La calle como territorio
de la otra política, la de abajo, la nueva, la luchadora, la rebelde. La
calle hablando, discutiendo, haciendo a un lado automóviles y semáfo-
ros, pidiendo, reclamando, exigiendo un lugar en la historia.

68 es una ventana para ver y aprender de la abierta confrontación entre


varias formas de hacer política, entre distintas maneras de ser huma-
nos.

El movimiento de 1968 marcó la historia de este país de manera defini-


tiva. Entonces se enfrentaron dos países: el construido sobre la base del
52

autoritarismo, la intolerancia, la represión y la explotación más bruta-


les; y el que se quería y quiere construir sobre la democracia, la inclu-
sión, la libertad y la justicia.

Allá arriba en el México de los poderosos, de los que deciden con la


fuerza y por la fuerza el rumbo que más convenga a sus propios intere-
ses, de los que hacen del monólogo, el garrote y la mentira la forma de
gobierno, de los que no escuchan más que la voz que les devuelve el
falso espejo que el Poder construye para quienes lo sirven e idolatran,
de los que ofrecen la mano tendida y el diálogo directo mientras gol-
pean, persiguen, encarcelan, violan, asesinan y mienten a quienes no
les rinden obediencia ciega, sumisión, cabezas gachas.

El México del PRI y de los militares. El México de la violencia y la men-


tira.
El México de los que inventan confabulaciones desestabilizadoras,
conspiraciones extranjeras, bienestar para la familia, rescates banca-
rios, voluntades de diálogo, ayuda a damnificados, caminos y puentes.

El México de los que simulan gobernar para todos.


El México de los que administran la catástrofe para beneficio de unos
cuantos.
El México de los criminales que ordenan y que jalan el gatillo en Tlate-
lolco, en Acteal, en Chavajeval, en Unión Progreso, en Aguas Blancas,
en El Charco.

El México de los de arriba. El México que agoniza. Abajo el México de


68
El México de los que viven y mueren la rebeldía y la lucha por la justi-
cia de la única forma posible, es decir, de vida entera.
El México de los que siguieron, y siguen, exigiendo, luchando, organi-
zando, resistiendo.
El México de los que no vieron pasar los años con amargura, los que se
levantaron, volvieron a caer. Los que volvieron, vuelven siempre, a le-
vantarse.
El México de los que no limitaron la rebeldía y la exigencia de justicia a
meros asuntos de calendario, a enfermedades pasajeras que la edad
cura.

El México de los que no definieron “rebeldía” sólo como una noción que
no iba más allá del largo del pelo de los hombres e inversamente pro-
porcional al largo de la falda de las mujeres.
El México de los que no se contentaron sólo con buscar en el cuadrante
53

de su radio la respuesta que está en el viento, que no vieron la rebeldía


nada más como una incómoda moda de decir “no”, que no definieron la
lucha por la justicia sólo como el éxito musical que se tararea continua-
mente.

El México de los que no se dejaron que el paso del tiempo igualara cor-
dura con claudicación.
El México de los que no cortaron su dignidad ni alargaron la desmemo-
ria.
El México de los que no hicieron del 68 pasado vergonzante, mera tra-
vesura juvenil, escalera al mal gobierno.
El México de los que no fueron, ni son, ni serán líderes, pero que en la
casa, en el trabajo, en el camión, en el taxi, en el caballo, en la má-
quina, en el aula, en la fábrica, en la iglesia, en el pesero, en la silla de
ruedas, en el autobús, en el arado, en la peluquería, en el salón de be-
lleza, en el tractor, en el avión, en el taller, en el puesto ambulante, en
la motocicleta, en el mercado, en el hospital, en la curul, en el estadio
deportivo, en el consultorio, en el escenario, en el laboratorio, en el ca-
baret, en el asilo, en el escritorio en la oficina, en los estudios de cine,
radio y televisión, en los talleres de artes plásticas, en el metro, en el
clóset, en las sillas de redacción, en el mostrador, en la bicicleta, en
cualquiera de los colores con que se pinta lo cotidiano y silencioso, le-
vantan una mano, una imagen, un sonido, una boleta, un voto, un
puño, un pensamiento, una voz para hacer frente a las mentiras guber-
namentales y decir: No, ya no. Ya basta. No les creo. Queremos algo
mejor. Merecemos algo mejor.

El México de los que en sindicatos, en centros de educación, en los par-


tidos políticos de oposición, en las organizaciones sociales, en las orga-
nizaciones no gubernamentales, en las colonias populares, en los ejidos
y comunidades, en la clandestinidad, en las calles y en los campos y en
las montañas, en todas partes, continuaron, siguieron, resistieron.
El México de los que aprendieron que la esperanza se construye tam-
bién con dolores y caídas.

El México de los que dijeron NO a la falsa comodidad de la rendición, de


los que con el pelo corto, largo o sin cabellos hicieron crecer su digni-
dad, de las que acuñaron la memoria sin importar si la falda cubría o
no las rodillas.
El México de los que vivieron y murieron 68 y empezaron a parir otro
mañana, otro país, otra memoria, otra política, otro ser humano.
El México de los que no construyen escaleras, de los que ven a los lados
y encuentran al otro para hacerse y hacerlo “camarada”, “compañera”,
54

“compañero”, “hermano”, “hermana”, “pareja”, “compita”, “valedor”,


“amigo”, “amiga”, “manito”, “manita”, “colega” o como quiera que se le
llame a ese largo y accidentado camino colectivo que es la lucha por
todo para todos.

El México de los de abajo. El México que vivirá.


El México de 1968.

El México de los todos que se repiten y renuevan en su lucha –distintos,


diferentes, otros– por la democracia, la libertad y la justicia sin impor-
tar edades, sexos, colores, culturas, provincias y localismos, lenguas y
credos.
El México de los que lucharon y luchan por ser mejores de la única
forma en la que es posible ser mejores, es decir, con todos.
A ellos y ellas. A los que siguen. A los que resisten. A los que continúan.
A los que, aún muertos, sobrevivieron 68 y hoy vemos de este lado,
junto nuestro aunque distintos y diferentes. A ellos y ellas. A los que
siempre saludamos nosotros los zapatistas.
1968. 1998.

Tiempo de exigir que se conozca toda la verdad, que no queden impu-


nes los crímenes de ayer y de hoy.
1968. 1998.

Entonces y ahora la mentira de arriba vino para esconder la realidad.


Entonces y ahora la verdad de abajo viene para mostrar la realidad.
1968. 1998.
La realidad de la sangre manchando las plazas.
La realidad del autoritarismo llevado al crimen.
1968. 1998.
La realidad de los muertos y los vivos recordando y cultivando la memo-
ria.
La realidad de la lucha que sigue.
La realidad del mañana que se anuncia, que vendrá...

Vale. Salud y no hay que olvidarlo: 30 años después... la lucha conti-


núa.

Desde las montañas del Sureste Mexicano.


Por el Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia Gene-
ral del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
México, octubre de 1998.
55

Tinta china de José Hernández Delgadillo


56
57

CONTEXTO

DESCRIPCIÓN ÉPICA DE LA CIUDAD SITIADA

“Anónimo de Tlatelolco”, (1528)


(Sección referente a la Conquista)
Versión de Ángel María Garibay

Y todo esto pasó con nosotros. Nosotros lo vimos, nosotros lo admira-


mos; con esta lamentosa y triste suerte nos vimos angustiados.

En los caminos yacen dardos rotos,


Los cabellos están esparcidos.
Destechadas están las casas,
enrojecidos tienen sus muros.
Gusanos pululan por calles y plazas,
y en las paredes están los sesos.
Rojas están las aguas, están como teñidas,
y cuando las bebimos, es como si bebiéramos agua de salitre.

Golpeábamos, en tanto, los muros de adobe,


y era nuestra herencia una red de agujeros.
Con los escudos fue su resguardo, pero
ni con escudos puede ser sostenida su soledad.
58

ANÓNIMO DE TLATELOLCO

(Fragmentos, basados en traducción de Ángel Ma. Garibay K.)

Y todo esto pasó con nosotros.


Nosotros lo vimos,
nosotros lo admiramos.
Con esta lamentosa y triste suerte
nos vimos angustiados.
En los caminos yacen dardos rotos,
los cabellos están esparcidos.

Destechadas están las casas,


enrojecidos tienen sus muros.

Gusanos pululan por calles y plazas,


y en las paredes están salpicados los sesos.
Rojas están las aguas, están como teñidas,
y cuando las bebimos,
fue como si bebiéramos agua de salitre.

Golpeábamos, en tanto, los muros de adobe,


y era nuestra herencia una red de agujeros.
Con los escudos fue su resguardo,
pero ni con escudos puede ser sostenida su soledad.

Hemos comido palos de colorín,


hemos masticado grama salitrosa
piedras de adobe, lagartijas,
ratones, tierra en polvo, gusanos...

Comimos la carne apenas,


sobre el fuego estaba puesta.
Cuando estaba cocida la carne
59

de allí la arrebataban,
en el fuego mismo, la comían.
Se nos puso precio.
Precio del joven, del sacerdote,
del niño y de la doncella.

Basta: de un pobre era el precio


sólo dos puñados de maíz,
sólo diez tortas de mosco;
sólo era nuestro precio
veinte tortas de grama salitrosa.
Oro, jades, mantas ricas,
plumajes de quetzal,
todo eso que es precioso,
en nada fue estimado...

El llanto se extiende, gotean las lágrimas


allí en Tlatelolco.
Cuando todos se hubieron reunido,
los hombres en armas de guerra,
los hombres que hacen estruendo,
ataviados de hierro
fueron a cerrar las salidas,
las entradas, los pasos.
(Sus perros van por delante,
los van precediendo.)

Entonces se oyó el estruendo,


entonces se alzaron los gritos.

Muchos maridos buscaban a sus mujeres


Unos llevaban en brazos a sus hijos pequeños.
Con perfidia fueron muertos,
Sin saberlo murieron
y el olor de la sangre mojaba el aire
Y el olor de la sangre mojaba el aire.
Y los padres y madres alzaban el llanto.

Fueron llorados,
se hizo la lamentación de los muertos.
Los mexicanos estaban muy temerosos:
miedo y vergüenza los dominaban.
60

Y todo eso pasó con nosotros.


Con esta lamentosa y triste suerte
nos vimos angustiados.
En la montaña de los alaridos,
en los jardines de la greda,
se ofrecen sacrificios
ante la montaña de las águilas;
donde se tiende la niebla de los escudos.
Ah, yo nací en la guerra florida,
yo soy mexicano.

Sufro, mi corazón se llena de pena.


Veo la desolación que se cierne sobre el templo
cuando todos los escudos se abrasan en llamas.

En los caminos yacen dardos rotos.


Las casas están destechadas.
Enrojecidos tienen sus muros,
gusanos pululan por calles y plazas.

Golpeamos los muros de adobe.


Y fue nuestra herencia
tan sólo una red de agujeros.
Esto es lo que ha hecho el Dador de la Vida
allí en Tlatelolco.
61

El poeta Leopoldo Ayala y el cantautor José de Molina


62
63

EN ESTA PLAzA

Por José de Molina

Cuentan que los pajarillos


callaron sus trinos
para no cantar.
Cuentan que la golondrina
emigró temprano
para no mirar.

Porque al cruzar, nuestra ciudad,


vieron la sangre de un niño
cubriendo de rojo su plaza ancestral.
Vieron la sangre de un niño
cubriendo de rojo su plaza ancestral.

La sangre hace costra dura,


no se derrite con llantos,
ni se limpia con lamentos,
ni con lágrimas se lava.

Oiga lo que estoy diciendo,


no me importa que se azore:
levántese y tome un arma,
haga algo pero no llore,
haga algo pero no llore.
64

Porque al cruzar, nuestra ciudad,


vieron la sangre de un niño
cubriendo de rojo su plaza ancestral.
Vieron la sangre de un niño
cubriendo de rojo su plaza ancestral.

En el viejo campanario
las campanas redoblando.
Ya no nos llaman a duelo,
a luchar, están llamando.

Oiga lo que estoy diciendo,


no me importa que te azores:
levántate y toma un arma,
haz algo pero no llores,
haz algo pero no llores.

1968
65

El novelista José Revueltas, el maestro Fausto Trejo,


el poeta Leopoldo Ayala y el dirigente del
Partido Comunista Mexicano Marcué Pardiñas
66
67

68 POETAS
40 AÑOS

POESÍA SOCIAL
DESDE EL MOVIMIENTO
ESTUDIANTIL DEL
68 MEXICANO
68
69

EL RÍO NUEVO

Por Saúl Álvarez Mosqueda, “El Chino”

Yo pertenezco a ese río


que baja por octubre
con los brazos en alto
y que inunda las calles
desbordado.

Yo nací en ese río


que viene de julio
y que corre de Norte a Sur
lleno de sueños
y de niños-hombres
mientras
los hombres-niños
tiemblan de miedo
en las riberas tranquilas.

Yo soy ese río


lleno de estrellas
adolescentes
que arrojan libros
para azolvar la arteria
de la paz-sepulcro.

De la "paz-trancazo"
que viene como paloma verde
con un ramo de fuego
en el hocico
y un laurel de granadas
en las alas,
montando un tanque
y arrullando un fusil.

Yo soy el agua
que llenó Reforma
de gritos nuevos
y de historia
para lavar las estatuas
oxidadas
por la gloria vieja
y el orín de los soldados.

Vengo de la tarde
en que anochecieron
70

doscientos héroes pequeños


de inmensa estatura
que alcanza las nubes.

Estuve yo en la escuela
donde floreció la vergüenza
y salió la mano débil
que adornó la ciudad
haciendo hablar las paredes
y los muros
y convirtió la urbe
en un grito solo,
en una voz
que despierta a las bestias de la selva,
como el reclamo agudo
de un recién nacido
que ilumina el primer hogar.

Y vi el relámpago de orgullo
que incendió la sangre
y alumbró el oscuro palacio
donde duerme la Hidra
mientras lame sus alas de cartón.

Yo vi escupir fuego
a un sol lleno de heridas
esa tarde,
cuando el miedo se vistió de verde
y asesinó la pesadilla
que le humillaba el sueño.

Y vi a la cobardía
vestida de negro y leyes
cubrir con su cuerpo purulento
las rejas de una cárcel
para que salieran
las llamas
del nuevo sol
que amaneció en los polos del valle esa tarde.

(El autor fue preso en Lecumberri, ahí ganó un premio en un concurso de


poesía para prisioneros políticos, convocado por defensores de los dere-
chos humanos)
71

TLATELOLCO

Por Adolfo Anguiano Valadez

Caracol de guerra
antorcha que incendia

Son las cinco y media en “La Plaza


de las Tres Culturas...”
El caimán avanza hacia el río
oliendo sangre, agazapado.

Entró el odio, penetró el espanto,


de pánico se estremecieron
los instantes, temblaron los relojes
congelándose las almas;
la metralla en víbora de plomo
paralizó las gargantas...

El tumulto no escuchó
las seis en paz de la tarde...
Porque no sonaron las seis de la tarde
sólo pólvora y ojos asesinos...
sólo pánico atorando las gargantas,
ansiedad y muerte desgarrando
niños, mujeres, estudiantes,
en “La Plaza de las Tres Culturas”.

La técnica y estrategia,
la maldad que habita en la bestia,
la piel tinta de sangre
enarboló la chacalesca, restregándose
en el pasto de sus víctimas,
trescientas voces se callaron
para siempre, trescientas...

¡Ahí, en Tlatelolco!
Fuente de ignominia, está brotando
roja semilla de una aurora,
la espada de una causa. ¡Ahí está brotando!
72

En los tanques se escudó la muerte,


brilló el filo de los dientes
del invierno prematuro de rabia
centelleando, ojos asesinos...

En el potro de la noche cabalgó


la furia y el espanto entre torres
de miedo que se irguieron con nombres
de próceres y héroes y fantasmas
de terror envueltos en las sábanas
de cientos de anónimas mortajas...

Rondó la muerte con su música


hasta el canto del gallo estrangulado,
se coaguló la sangre entre despojos
y quedó el panteón de gigantes malheridos,
un pueblo marcado con saña de asesinos
que tatuaron en la frente la señal
ardiente de una muerta democracia…
porque hoy estrenó Tlatelolco
¡El estigma que orna el pecho de la patria!
73

Lápiz de cera, dibujo 1 de la serie Perros-Hombre, Ocaranza


74
75

MORDAzA

(Fragmento)

Por Jesús Arellano

En memoria, de los días 19 y 22 de


septiembre y 2 de octubre de 1968

1
Si sólo la palabra, invulnerable, raíza murallón
contra toda insufrible tiranía.

Si sólo el pensamiento pondrá juicio al malestar


legislativo, ejecutivo y judicial.
—Corazón de amapola te lo juro—, va mi palabra
en prenda y voy por ella.

3
El monopolio del gobierno, imperialismo del
negocio feudal, se quita el mascarón
y a insana demagogia la enhierbaza la más íntima
emoción al campesino,
la conciencia engatusa del obrero y pignora la
bolsa del ingenuo burgués.

5
Contra la depresión y la mordaza —corazón de
montaña— me descoyoto en lunas.

Mira la muchedumbre, enjilgueriza nubes desde


el rojo social
e impide, cuando puede, que escarnezca la
estampida legal que desató Madero.
6
Porque fogón de sílabas eternas, emocional a
lágrima, trago y salitre,
Marcela igual que a ti —corazón de la lluvia y
de los grillos—,
también desde la nuca a la nariz —a mí— se me
acabó ya la prudencia.

1968
76

DE OTRA GENERACIÓN

Por Víctor Joel Armenta

A Carlos Jiménez, sobreviviente


del 2 de octubre

Yo no vi la muerte
en estas ruinas que ahora veo,
no he podido observar
los zapatos vacíos,
monumentos desolados
de los cuerpos también vacíos;
no logro sacar la sangre
de la piedra gris
y sucia que adoquina el piso.

II

Yo no vi el relámpago de bengala,
el rayo de la muerte descendiendo,
yo no vi en Tlatelolco
la vida acuchillada, ni los tanques,
ni las bayonetas librando su combate
contra todas las derivaciones
de la palabra vida.

Es decir, no he visto nada,


y recorro hoy la plaza,
y veo pasar la gente
tantos años más tarde,
y las ruinas que hablan
— imponentes y místicas —
de la gloria del imperio mexica
tenochca tlatelolca.

III

Muchos como yo
tampoco vieron esas horas
ni los días precedentes
77

ni las muchachas de antaño


ni el amor poblando calles y paredes y abismos,
ni las bestias cercando el pavimento.
Somos otra generación
que circula en las venas infinitas,
gente nueva
arrancándole vivencias
a la memoria de los otros.

IV

Pero las ruinas guardan


miles de nombres,
y en cada esquina saltan los espectros,
y uno puede reconocerlos
aunque no pueda nombrarlos;
haría falta que hablaran estas sombras,
quién era Juan, y quién
esa tarde tenía planes para el cine
y quién
pensaba visitar a su familia
el mes entrante.

Si me callo, si me niego a escuchar


el ruido de los autos, el canto
estridente de las ambulancias,
el bullicio de la ciudad
que ha cicatrizado sus heridas,
si convoco el silencio detrás de mí
y en cada sitio en que dispongo la vista,
resulta que la plaza
— incapaz de guardar tanto silencio —
me devuelve los ecos de la vida,
y me aturde con el silbido de las balas,
me atropella con imágenes de muerte,
me va guiando por senderos de sangre
que dejaron otros pasos.
Y la plaza enrojece
de vergüenza, de dolor, de rabia
de ser cómplice.
78

VI

¡Pero levántate, oh plaza de los muertos,


oh, gloria de los dioses antiguos!
Crepita en el viento que desatan las antorchas
y las velas dolientes y el recuerdo.
¡Levántate, oh plaza inmemorial,
no guardes nunca más las venas deshojadas
ni el eco de las risas y los llantos!

VII

Porque el recuerdo está tan vivo


que seguirá doliendo
aunque pasen los años
y sacuda la tierra
su carga de edificios;
porque somos de una generación distinta
que sabe amar tanto como aquéllos,
gente nueva
que no sabe quedarse sin banderas,
que somos carne
y sangre de un país de hombres y mujeres
con estirpe de gigantes
metidos en el pecho.

VIII

Resucitará
la hora
en que maltrechos,
atónitos y lúcidos
cayeron
estos cuerpos,
y agregará
otra huella
de pasos
tras los pasos,
otros nombres
de pie, seguramente;
yo viviré
para ver
79

cada segundo
imperecedero
de ese tiempo,
yo seré testigo
de los días
y los años.
Pueden saberlo
los enemigos
de entonces
y de siempre
— no es secreto —,
los pequeños verdugos
y los sabios
grises
de la inquina
y la tortura
y la canalla… que allá,
al final
de la línea,
esta sangre
les tiende
una emboscada.
80

10 DE CORPUS

Por Leopoldo Ayala

Nunca el presente es intocable


si nos lo han hecho.
Y para desenmascarar a las palabras
es preciso antes
haber enmascarado a las palabras;
cuestión de método
pero también
cuestión de cobrar a plomo nuestra vida.

Sagrado Corazón de Jesús ya le dieron en la mano,


pobrecito,
protégelo Señor.
Hijo de la chingada éste es peor que el otro,
pobrecito,
protégelo Señor.

Hoy es jueves para el cuerpo como 71 de nosotros.


Hay que decir las horas
y hay que costear las municiones,
los tanques antimotines por primera vez,
las varillas eléctricas E. M.
Hoy es jueves como muerte para el pecho y los periódicos.

Una bomba de gas lacrimógeno.


La mano de explosión de un granadero.
Y las 5.05 de la tarde.

“Aquí teniente Jasso, oportunísticamente son unos seis mil...”


“Acaba de salir una camioneta con propaganda
y posiblemente con varios líderes, deténgala.”

La marcha era para fundir lo que jamás termina,


para que la vida no cayera derribada.
Y los pedazos lejanos por los antiguos cuerpos,
compañeros,
durarán el hecho que ya avanza.
81

Luz y Traición, de Alfredo Meneses


82
83

La poesía está en la calle.

Con una limpidez extraña de seguir,


de continuar,
de ser para siempre más grande que sus pasos: la columna.
Del brazo. De espalda a pecho,
de canto a palabra.

Ya no dibujen las palabras. ¡Vívanlas!

La marcha era para continuar la lucha interrumpida,


para generar la materia decisiva.
¡La marcha era para marchar con la Libertad a cuestas!

4 p.m.
Más de 10 000 estudiantes, obreros, pueblo.
Santo Tomás,
Instituto Técnico,
Av. de los Maestros
y San Cosme.

Al cruzar por Sor Juana los granaderos con armamento de alto poder
nos detuvieron por primera vez.
Mexicanos al grito de guerra
el acero aprestad y el bridón
y retiemble en sus centros la tierra
al sonoro rugir del cañón.
Pasamos.
Fue la única alegría en los rostros.
Confiados, caminamos.

Interceptadas por onda corta


se grabaron las comunicaciones policíacas.
“Los tengo detenidos, qué hago con ellos...”

¡Salta la palabra a la calle y se hace manifestación!

La autoridad a mi cargo
no tiene número oficial de muertos.
La imaginación del Pueblo hace ver...
No se permitirá ni se tolerará
ninguna manifestación pública.
84

Los jóvenes son inclusive engañados


porque no están encauzados dentro del camino
de la auténtica revolución.

¡Esa V no se ve!
¡Esa V no se ve!

Aquí teniente
que entren en acción los halcones...
Ahí vienen...
protéjanlos,
protéjanlos.
¡Protéjanlos!

El primero que cayó fue un obrero de Ayotla Textil,


como una bóveda oscura su pecho enrojeció.
Ahondando entre la gente
su mirada latía toda esperanza.
Intentamos avanzar
pero sonaron los disparos como un soplo caliente
rojo.
Quiso decir algo
pero su aliento fue como una tela negra
en medio de la calle.
Nos dispersamos.
Corre conmigo. No te separes.
Yo no sé yo qué quería,
íbamos contra la agonía llevando nuestro miedo
entre las manos
permanecimos boca abajo, pegados contra el suelo en sismo,
las ametralladoras, los fusiles, las metralletas
saltaban la barda guareciente.
Agáchate pendejo cuando pasen nos salimos.
Unos corrieron al panteón inglés y les pegaron,
otros se escondieron,
los más fueron derecho a la Normal,
ahí es donde los querían meter fuego a fuego,
colocados en el centro sin que pudieran salir.
Ahí estuvimos hasta pasadas las 12 p.m.

Fábrica de poesía sin vida.


Son las 21 hrs. la ciudad en junio se mantiene como siempre en calma.
85

Nosotros nos metimos en un puesto de tiro sport


en una feria.
- Por aquí joven, están escondidos adelante.
Adentro había un muchacho jorobado
y una mujer rasgándose los brazos.

- Pobrecito.

- Protégelo Señor.

¡Ay la muerte ocupando la calle a bocacalle!

Ay los cuerpos y los disparos resonando casi 2 horas


o tres años.
Y otra vez los mismos días como gérmenes humanos.
Y la mandíbula del dolor y de la rabia.

Qué hacer, carajo


cuando se ve la pierna colgada como trapo rojo
y el cuello y los brazos
y las bocas batidas y atenazadas.

(A las 40 horas
como hijo sonoro nació mi segundo hijo.
Yo todavía tenía en la ropa el olor a población y a pólvora
y no podía asentar fuerte los zapatos
por miedo a atropellar alguna cosa.)

Qué decir otra vez tirado como un túnel


frente a la arremetida de la muerte.

Márquez.
Argüelles.
Vargas.
Manuel.
Beltrán.
Guzmán.
Moreno.
Martín del Campo.
Treviño.
Barrera.
Jorge de la Peña.
Jésica de 4 años.
86

Lilia de 3 meses.
Más de 42 muertos dijeron en la Universidad,
entre 75 y 125 llevados al Campo Militar No. 1.

Las aperturas democráticas.


Un diálogo verdadero con el gobierno.
Se puede gobernar para la burguesía y para el Pueblo.

Cuántos más claudicarán y silenciosos y ocultos


maniobrarán y confundirán.
Alerta compañero.
El sentido revolucionario es uno
y sólo lleva el golpe frontal.

Cerca de mí,
los cadáveres se defienden inútilmente.
Habrán de despedazarlos queriendo arrojar en la autopsia
su luz,
sus puños cerrados,
la alzada de su responsabilidad joven.
A prueba de tanto mexicano de mierda
esos cadáveres son ejército que refuerza,
que señala lo que aumenta el hombre,
lo que hace a nivel de sangre
probar ser hombre.

A las 18:15 p.m.


buitres y halcones policías
arrasaron a metralla la Cruz Verde,
asesinaron las camas,
el almidón blanco de los uniformes,
las orejas heladas de los recién heridos;
y entre el cerco tambaleante de los frascos de suero
los araron profundos.

Pero un día esos cadáveres agredirán desde el balcón de Palacio,


los patios de las fábricas.
el barbecho,
las pantallas de cine y el televisor,
la voz mediatizante de intelectuales y cultos maestros
y desde la imbecilidad de la oficina, agredirán.
La realidad asesinará al pasivo espectador.
87

Cinco especies de dedos detienen todo lo que he escrito.


Un sudor endurecido forcejea con mi país.

¡Por nuestros compañeros caídos


no un minuto de silencio sino toda una vida de lucha!

CÓMO CALLARÁS SUS VIDAS

Cómo callar la emboscada presidencial descalabrada al genocidio.


Cómo callar al batallón paramilitar Olimpia masacrando la Plaza de Tlatelolco.
Cómo callar el golpe seco desbravando la muerte adolescente,
ensartada en el delirio apátrida de la bayoneta militar.
Cómo callar el disfraz uniformado rasgando a sardo los cuerpos infantiles.
Cómo callar la sangre pegada al pavimento de Octubre y Junio.
Cómo callar a los halcones ensangrentados a la orden presidencial.
Cómo callar las varas eléctricas y la pólvora estallando en la cara y el cuerpo
vivo.
¡Ahora callas pero antes torturabas!

No podrás callar la orden in juris de la Suprema Corte de Justicia


¿Oíste? Investigar los hechos hasta el fondo del crimen.
No podrás callar tu sexenio de terror, tus cárceles, tus fosas clandestinas,
tu hipocresía internacional y tu reprimir fascista al Pueblo entero.
No podrás callar 120, 000 pies de película en el 3er. piso de Relaciones
que García Pineda tomó a tu “Operación Galeana” y te entregó en mano.
Y los otros tantos del 10 de Junio.
Y las fichas de héroes descalabrados filmados.
No podrás callar tu fanfarronería homicida reducida hoy
a la falta de hombría de un mudo ex presidente en impotencia.

El derecho en ansia de los pueblos de saber quién mató a sus hijos


no prescribe.
No prescriben las promesas despachadas a gusto de un presidente entrante
que en "su cambio" dijo no callaré frente a la dignidad de la patria.
No prescriben las fotografías ni las actas de defunción por golpes brutales,
tortura mexicana y fusilamiento de luchadores sociales.
34 años de infamia ¡Viva Eureka!
¡Vivan los rostros rescatados vivos de 200 presos políticos!
¡Viva Xí Nich'!
No prescriben los huesos triturados por una muerte que no era la suya
88

y que habla el amor a la vida.


No prescriben todas estas caras que hoy nos miran desde dentro del corazón
con los ojos fijos del valor, nunca amputados, nunca volatilizados.
Antes que eso viven aquí, nacen en las venas de todo un Pueblo.
Y tú no tienes lugar ¡No tienes nada!
¡Fuera de la historia digna de la que nunca fue tu Patria!
¡Fuera tu cara vieja, abyecta de horror, descarada!
¡Fuera tus dientes esparcidos entre los escombros de cada arruga!
La pesadilla embriagada de poder te derrumba ¡Tirano cortado de raíz!
Estás solo en la monstruosidad de cada uno de tus crímenes,
uno tras otro,
en cada desaparición una tras otra hambrientas.
En los 143 asesinados por tus generales
que arrojaron al mar desde un avión Arava del Ejército Mexicano inventariado.
Tienes tus horas marcadas por cuerpos permanentes de sangre.
¡La sangre es ya tu única compañía!

Ya estás preso en ese rincón que separa la cabeza del cuerpo de tu agujero;
en el desprecio ardiente de nuestras doñas dispuestas a defender
hasta a tus propios hijos si desaparecieran por ti,
a Madre Rosario y sus huelgas de hambre de por vida colgada como hijo
al cuello
y de nuestro grito tan todos:
¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!

No prescriben en ningún país la obligación de rendir cuentas a la muerte.


¡Así no lo hiciste y hoy la nación te lo demanda!

No habrá nunca para ti in dubio pro reo — De tu lado por duda —


porque no hay un mexicano que dude de tu sexenio triturador rabioso
y ningún juez será la mierda primera pegada a tu cadáver.
Jus semper logitur o mejor aún Veritas semper logitur
“El derecho siempre brillará” o mejor aún “La verdad siempre brillará”
como brillan las catedrales de luz de nuestros desaparecidos.
Ahí están en su vida de hoy en los carteles sus ojos fijos,
en todas partes su expresión noble en el viento.
Para siempre el muro mayor del corazón de su Pueblo siempre escribe:
¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!

Oye tu hedor por tus mismas víctimas al ver tus disparos.


Tus víctimas hoy de pie y en lucha pudren la mentira de tu yacer
y lo lanzan al vacío.
Esos rostros vivos son el fuego donde has ardido tu ser inhumano.
89

Tu muerte pasada a normal que te vendrá a podrir dos veces.


¡Tu callar cobarde demuestra que tenemos la razón!

Escucha, criminal a espaldas del mundo:


¡No asesinarás a la poesía que ellos nos entregan
ni al futuro que hacemos hoy aquí!
¡Y menos aun a la Patria justa, digna y libre que vencerá!
¡Que vencerá!

¡Que vencerá!

Al Comité Eureka en su XXV Aniversario


en Lucha y a la Comparecencia como Indiciado
por Genocidio de Luis Echeverría Álvarez, ex
presidente de México. Agosto 2002.

CELDA CONYUGAL

Distinta a mi mano dura


antes llena de la suavidad que pone al temor la caricia conducida
y que ahora únicamente alcanza el polvo que pesa
sobre sus hombros;
hago de esta hora partículas para dividir el tiempo.

Son las 3 p.m. a las 4 p.m. cerrará la vida.

Qué luto llevan mis duras manos ahora.


Se perderán amargas en esta hora
con el puño cerrado y la rabia en la puerta de los dedos
—déjame el puño suelto y sin caricia.

Arde el silencio más oscuro y se propaga colectivo en esta “C”


de castigo sin crimen ni caderas:
y me explico mis huesos
y me explico lo que el hombre rehúsa y lo que esconde su sangre.
Más míos son mis huesos bajo la tela azul que me confunde.
Más míos son mis huesos.
90

El viento de la ciudad tiene aliento de asesino.


Y hace olvidar en su impacto definitivo cualquier día,
aquel día 2 entregado a sangrar
o este día por ejemplo o todos los que llevan las uñas parecidas.

Cifra día al dolor de la espina dorsal hecha a la infamia.


Sólo tengo este paso agigantado para razonar y atravesar mi nuevo
cuarto
lado a lado,
mi cuarto un paso cardinal cercado de apego por mi casa,
mi cuarto rematado de golpe labio arriba
a lo mejor del hombre;
pero cuántas semanas tiene mi razón
cuántas armas rígidas
y cuánta munición que la defienda tiene.
Decididamente estas duras manos que entran sus temblores
no me ayudan a recoger mi cuerpo de esta celda.
Mi cuerpo que lleva lo que siento a secas
como temperatura de los pies a la cabeza.

Estoy ardiendo de deseo y de angustia y de bocas muertas


hundidas en mi cuello
alargándome el último mordisco con los dientes arqueados.

Como una gota que lleva la alegría


de un amanecer rodeado por el cuerpo,
los de la segunda planta
—las celdas de castigo, digo—
no tienen ni vista ni bajar
y deben alejar juntar su rostro
en cajas de cerillos sobre un hilo,
el hilo atravesado para aparecer la limosna
y la lástima que cortará el guardia
puntual y conveniente y comedido al robo y la rígida mirada;
como si la vida fuera saliva puesta en medio del grito
y de la súplica.
A quién viene a ver.
Ah.
Cómo se llama usted.
Te buscan. Te señalan. Ah.
El 25 tiene el detenido en la lista.
Allí quisiera recorrer mi traje adolescente de combate
y no decir: La Libertad y marchar y despierta de todo
y yergue a sonar el brazo y asesta tu golpe de justicia.
Allí está. Él, con su sonrisa que ya no puede cerrar
91

Dibujo 6 de la serie Perros-Hombre de Ocaranza


92
93

porque muchos le detienen la boca


y el crimen ennegrece y escarba y taladra y hace espuma.
Que no tiemble cuando el hombre cierre el puño
y lo levante.
Y no decir todo esto y callar y callar la hazaña
y desunir al cortejo el sabor que tiene de difunto.
Los muros desnudos de mis ojos
tienen tu cadena de domingo y triunfo y remordimiento
masculino.
El 25 tiene el detenido en la lista.

He tocado la ingle de la muerte


y en nuestra cadavérica sábana
he mordido su mórbido pezón.
He trincado los dientes con el vapor seco
a sus piernas heladas.
He encerrado en su movimiento sepulcral
todo un rebaño salvaje sesteando a sus palpitaciones,
estrangulando y persiguiendo como vigía
el deleite de sus contracciones.
Y su jadeo nunca satisfecho he perseguido.
Creo que el trabajo de mi abrazo
ha sostenido el olor transcurrido del cuerpo de la muerte.

La boleta.
Su boleta.
Qué número viene a ver.
Nombre: esposa, amiga, amante, enemiga, hembra.
Nombre, dirección, lugar que ocupa en el suelo.

No más dibujos por las calles, no más palabras,


bastante hay despedazado con las lágrimas en todos los charcos
con los andamios tiesos como cadáveres boqueteados
y con la espalda al suelo y la bravura impotentes.
Todo se hubiera perdido
si la trinchera de sillas y la forma de los dedos hubiera sido menos
noble
a la cabeza,
y se hubiera querido agrandar para defenderse
al paso del tableteo mecánico
y echada hacia adelante.

Haré yo porque todos cuando muertos hieran sus propios ataúdes


y los expresen mejor,
94

y hagan exacta su dicción bajo la tierra.


En la cremación trastabillante al desgaste de la piel
amigos, compañeros
haré yo porque los muertos, estos muertos
no les permitan sucumbir del todo.
Las 4
Termina la visita de mujeres.
Termina el tiempo de la visita de mujeres.

Déjame abrazarte y mantener tu cuerpo encima del lodo


y separar tu gemido inaccesible
y poseerte de pie con el inquebrantable poder de un guerrillero.
En una hora hay amor suficiente para esgrimir el corazón
y hacerle lanzar el más hermoso grito
cóncavo por el cuerpo.

Ella como trofeo de desnudez oscura


y grietas ondulantes y polvo.
Ella rígido promontorio de virginidad
asilo y látigo sonoros.
Ella que irá a mi tumba como muchacha
y tentará a la risa, tranquila
con el sabor del recuerdo entre su pelo castaño.
Ella que agregará nuevas matanzas a mis poemas despiertos.
Ella puta y puerta llegada a la tristeza
con el primer poema
o la soledad envejecida
o la llovizna al vientre fecundo a la palabra
o al hijo.
Ella no más fuerte al amor
tan de golpe,
tan debajo del crimen,
tan de miedo.

Ella misma: la muerte.

No se dice crujía sino dormitorio.


No se dice celda sino cuarto.
No se dice preso sino interno.
No se dice hombre sino esqueleto gigantesco.
No se dice Patria sino infamia.
Sale y regresa.
Un peso.
Regáleme su periódico, su cara, su dolor, su gesto.
95

¡Población 61! ¡Altas 0! ¡Bajas 0!

“C” de castigo sin crimen ni caderas “C” de crujía “C”

Escucha fiera hambrienta de desgracia y no otra cosa


siento más mi vida que tu muerte.
Tenemos que hablar de tantas cosas
a dentellada seca hablar
a furia compañera que desgarre el amor
como tú ahora.
Escucha piel filial de celebrar nuestros dolores, escucha.
Escucha al hijo que nacerá de una hora permitida en la celda conyugal.
Escucha al hijo del amor, del cuerpo
del trabajo,
al hijo que respetará la forma del hombre y fijará sus hechos
y su lengua
a la atmósfera con la fuerza más fuerte,
con el ansia más hablada,
con la mente más Pueblo.
Atrasa tu cuerpo
viejo cínico de especie que callas lo que vives
y que hiciste.
Son muchos los muertos para atracar mejor tus años satisfechos
pero escucha,
son estos muertos las primeras sílabas,
los primeros pasos,
los primeros intentos de este hijo mío de la agonía.

De este hijo nacido en la celda conyugal en una exacta hora permitida.


El despertar lleva lo trágico frente a la mancha del fusil
lo vasto de ser en nueve meses lleva.
Y no hay suficiente sudor para tomar sosiego
y arar los ojos que lo vieron todo.
En carros animales hijo
los vi agonizar sin ritmo y los carros como hombres
y los carros hacían intento de reír y golpeaban
junto a la bala nacida temprano
lanzada a la alabarda del compañero ciego de mirarse la cara
y de llevar no ser ya más.

Compañera mía enseñaremos a rezar a nuestro hijo:


Caerá a su diestra
y a su siniestra
y no pedirá la sangre al pavimento
transformará el helicóptero en infancia
y su clavícula asesina
96

en la hora precisa de la muerte


amén.

Tengo que preguntar lo que he olvidado.


Tengo que pensar que tus rodillas y tus piernas y tu cuello
y tu silencio y la injuria y sus miradas y los ojos que imaginan
moverse tu cuerpo y mi cuerpo
son fragmentos solamente de esta hora,
de esta hora exacta acelerada hora de celda conyugal;
y que la vida es para encontrar las nuevas fuerzas
y que no ha llegado todavía el momento.

Marcha esta agonía amor


marcha esta agonía amor o te maldigo.
Y siempre la ternura tendrá la caricia que renueve el cuerpo.

1971

DÍA DE MUERTOS

Del libro: Vivirás, América

Sin aire, los labios apuntalan los pasos del danzante


a la máscara de la plaza
que avanza y retrocede.
La máscara que perdió su rostro justador.
La máscara que puede ser la tuya o la mía.
Las cintillas del danzante arquean hasta cubrirlo todo
se unen y palpitan la cara tapada de la cara
petrifican por los brazos el incendio de su falda de gentío.

Madura este dolor animal,


la vista, el oído,
la sangre que no nació ni murió nadie.
Las palabras llevan a cuestas la tarde extensa,
como muchacha que sale a fragmentarse
retrocediendo las sombras
continúa por el pecho de los hombres
buscar sin encontrar.

—Ese grupo de 80 estudiantes es criminal en conjunto—


noviembre 2 rodea la hiedra,
las piernas,
la sucesiva cara ocupada por la noche.
97

En México noviembre 2 sabe a polvo y caliza.


Hoy me doy cuenta cabal del rostro de los muertos
antes de morir;
de cómo cadáveres me darán las espaldas,
y de que su muerte se medirá por lo que tomaron de la vida.

En América noviembre traspasa la alegría terca


que repite los nombres
arrojados con sus extremidades al cadalso,
viajeros brutales gastados en la boca y la palabra,
los nombres para el diálogo cumpliéndose los nombres.
Noviembre que no acaba de abrir con su voz
las entrañas de la madre, vieja madre insurrecta,
vieja revolución insurrecta,
ahogada hace cuchillos y racimos.

—Que hagan la jura los granaderos,


agentes secretos y policías,
testigos de echar más hondo
que nunca se confunden ni contradicen—
Pesa el destierro
(el curso normal de la vida es un destierro).
Pesa la arena verdinegra que mancha las paredes de la cúpula.
Pesa el amor intermitente, endurecido en el cemento muerto
sobre lo que deja la vida,
1968-1970
sería mucho la que no habla ni sonríe,
la boca de adolescente que tiembla y teme cada uno de sus flancos.
Se atosiga la muerte,
yo le diría que no le conozco,
que podría dejar de ser de nuevo.
Que no ha habido la vida.

Réquiem aeternam dona eis, domine: et lux perpetúa lúcaet eis.


Te decet hymnus, Deus in Sion et tibi
Reddetur votum in Jerusalem: exaudí orationem
meam, ad te omnis caro veniet.
Réquiem aeternam

—Criminales de abusar de su mayor capacidad intelectual.


Los juzgo criminales de 20 delitos
y añádanse los que lloren sus puños.
Criminales presos, criminales de pasar frente a un incendio;
el que pasa cerca de un incendio, si es joven, anda criminal—
Tendido entre barracas
en cuartos con números de aluminio
y mesas;
98

llevo el pellejo del asombro, el delirio


la infancia en los caracoles huecos, la acometida,
las bayonetas de espalda,
el rojo y azul,
el adulterio, el incesto, la ardilla de sus manos.

Los escarabajos serenos en la palma del templo


suspenden el canto extraño de ayer.

Santo, Santo es el Señor


y del humilde es señor.

Janitzio en Día de Muertos es ahora canto de prisión.


—Criminales de familiar la Constitución como bandera—
Tu cabellera desatada
inmóvil a la primera mañana,
largamente descubre tus rodillas;
tus rodillas niños ávidos arrojados a fuerza
como caballos insostenibles;
tus rodillas que cumplen sus quehaceres de arrimarse al amor.

¿Recuerdas?
Era posible sobornar algo
tallarlo hasta el último contorno
desnudarte al rescoldo de la ceniza
y abrazarte con los pies en abanicos delirantes
(cuánto golpe me resuena).
Cuántos amaneceres parapetaron el cielo y derribaron
nuestras sábanas.

—Si pudiera decirte: te amo y nada más. —


Nuestras sábanas ahora caravanas silenciosas
levantan entre sus íntimos centímetros los bañados muertos.

Mano antigua del hombre,


torre del año cruel,
salvaje dimensión de cacería,
pan de otra manera,
esfera de sus cuerpos
no tengas misericordia de ellos.

Toman por asalto esta guerra mínima.


Toman curvados sus labios difuntos.
—Presos del juego de espejos de la política mexicana—
Sólido entre las velas de sebo,
el espacio se rompe en rosarios y ofrendas,
aprendemos a reír
99

Las Tres Culturas 1, de Melecio Galván


100
101

y fumamos y bebemos
vestidos para esperar el alba.

Han caído todas las gentes que he conocido


y no tengo derecho a escribirles
—pero su canción reconoce la libertad que canto—
horizontaron en el ataúd de los tejados,
vieron a la muerte hacerse músculo
y sólo a los ojos orfanar
con un sentido de horror o de angustia,
pero sostuvieron las manos
que aún cabalgan los bordes fúnebres del hueco de las
balas.
Presos del retrato del presidente en turno.
Presos de oír el asesinato,
la persecución policíaca,
la ocupación militar de las escuelas,
el estado de sitio nunca declarado,
el genocidio.
Presos.
Debajo funerar presos.
Presos de hablar el Zócalo.
Presos de ser 500,000.
Presos por copiar la letra en las calles.
Presos de desfilar en silencio un 27
y volver a ser 500,000.

¡Viva la muerte! España.


¡Viva la muerte! América.
¡Viva la muerte! México.

Hay que sobrevivir como el bárbaro,


con la respiración sumergida,
sacudir el crespón del regente
y advertir que ha corrompido el cuadrante de la tarde.
Hay que pegar al paladar la dura vista
y arder y dar vuelta
al tiovivo de la sangre.

—No basta ser presos;


hay que morir por hambre hasta matar a la agonía—
después vendrá el destierro.

Contra 308,
los que penetraron el escalofrío de los animales ellos, los
asesinos escucharon:
102

a) El uso anticonstitucional de ejército apoyando actos


también anticonstitucionales (artículos 29 y 129);
b) La suspensión de hecho de las garantías individuales
(artículos 1, 9 y 29);
c) La cesación de la autonomía universitaria;
d) El ejercicio de medidas represivas en sustitución del
diálogo democrático (artículo 8);
c) La clausura oficial de todo proceso democrático en el país;
f) La detención ilegal, arbitraria y totalmente
anticonstitucional de funcionarios, investigadores
profesores, intelectuales, empleados, estudiantes y
padres de familia, cuyo único delito era encontrarse
en el centro de estudios en el momento que fue ocupado
por el ejército (artículos 1 y 29).

Demandamos, por lo tanto, de usted como Presidente de México


y Jefe Nato del Ejército, el acatamiento irrestricto de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

Esta noche imita tu nombre.


Me pesa amarte.

Las parejas bailan en el atrio con tanta ternura


que no pueden encontrarse
en sus absurdas y líricas palabras.
El olor a proa te amaga
y oscurece la sien endurecida de tu posesión de grisú.

—Mi cólera, esta cólera


violencia reactiva le llamaron;
está al servicio de la vida—

Nosotros,
pero nosotros…
Hasta pronto y comenzaron a bajar.

—De un tiro mataron a mi hijo por pintar una


barda el 16 de noviembre. Tenía 17 años—

La cuerda, es la cuerda.
Como si hubiesen sido viejos fortificándose
y aludieran a la necesidad de nadie.

Atravesaron
ermitaños descalzos en Valle de Gethsemani
hallando el aliento y los oídos en el pensar que se vive
orinaban de rodillas la sentencia;
103

cinco años, diez años, incesante.

Vieron cómo los muertos aquellos nuestros jóvenes


muertos en lugar de marchar
gesticulaban la eternidad
de panteón en memoria,
con las narices chatas hasta el infinito.

Vieron los dedos destrozados por un Apocalipsis


sin golpe a disparar
con lodo de otro mundo;
pronto se volvieron menos parecidos.

Vieron a la multitud sentada sobre un banco


resistiéndose a unirse a los soldados
para que perdonaran sus culpas,
lejos de la metralla que regalaron a los niños,
lejos de las mentiras,
lejos de la mirada que sufrían decirse
como si no hubieran nacido,
las noches de cielos hermosos
los hechizan como ratones domésticos, tentadoras.

Al principio el sexo es inocente,


pero los sardos maricas acarician las cejas peladas,
perdidos atropellaban a cuchilladas sus culpas veniales,
los convertían en vírgenes que acometían el espanto con
sus tetillas aceradas.
Cráneos ya dispuestos para los largos kilómetros del
cuartel emputecido.
Adolescentes detenidos en el predio de la infamia al abandono,
detenidos del gesto roto que aún reclaman el cuerpo.

Es la cuerda, la cuerda es la cuerda.


La cuerda de maniquíes difuntos.

Años y nombres:

20 Héctor Méndez Brown.


20 José Meel Gaitán Quiñones.
18 Noé Fernando Gutiérrez G.
21 Manuel Pérez Valladares.
19 Manuel Sánchez Casas.
24 Marco Antonio Ovanda Pérez.
20 Roberto Valdez Garibay.
22 Jorge Acosta Nava.
20 Venancio Leslei Montoya.
104

20 Adolfo Flores Mejía.


21 Herminio Baltasar Cisneros.
25 Rigoberto Valenzuela Yépez.
21 Ceferino Chávez Alarcón.
21 Alfredo Alonso Chacón García.
22 Carlos Isauro Arguello.
29 Arturo Pérez Ángeles.
21 Catarino Pérez Ángeles.
26 Eleuterio Cruz García.
19 Pablo Salet Aguilar.
21 José Gazca Boyer.
18 Juan Chincolla Márquez.
22 Arturo Salazar García.
24 Felipe Gutiérrez Belloso.
23 Romeo González Medrano.
23 Jaime Goded Andreu.
18 Ramón Tecaira Arias.
21 Juan Robles Armenta.
24 Moisés González Pacheco.
26 Ernesto Aarón Chávez Ortiz.
26 Martín Dosal Jattar.
22 Antonio Ayala Hernández.
22 Mario Marrón Morales.

Es la cuerda.
La cuerda que hunde las ingles en las celdas
raídas por juglares a lo largo de su garganta que se ahorca,
osamenta clavada en los óvulos de la ciudad.
La cuerda cara a cara una hora,
los calcetines zurcidos en grupo,
los jóvenes ajustados a las últimas risotadas,
los ojos a distancias iguales
y los cigarros encendidos
soplando la esperanza de lugar o algo menos.

Acaso mueran.

Eso importa un carajo.


Y el tiempo y el hambre y el porvenir disparate
rabioso.
Un carajo.
González de Alba
Guevara Niebla
El Búho
Fausto Trejo
Luis Tomás Cervantes Cabeza de Vaca
Tita
105

Nacha
No puede haber nada como dormir este danzante
entumecido en la plaza
y alumbrar lo que sería la vida.
La persistencia de ir borrando la memoria
como pechos familiares
asemeja al mundo.
El aliento es lenguaje para transitar cuerpos, exequias
y calles.
Pero no es suficiente para reconciliarse vivo.

ESCRIBE UN POEMA

¡Carajo! ya escribe un poema


yo quiero explicar pero los nudillos se asemejan en un puño

Yo quiero decirte que para escribir un poema es


necesario detenerse en el trabajo de todo
acumular la sed de muchos
ganarle al día
arriesgar la sangre o la memoria
escribir en la mirada un encuentro o un disparo
Es cierto que ni hoy ni ayer he podido escribir
un poema
cómo hacerlo si es necesario primero redactar el volante
transportar la silla y el micrófono para la asamblea
ordenarse en los rostros de los compañeros
llenar de furia las palabras para el mitin
discutir con los militantes cuáles consignas pintar en las mantas
sostener las banderas de huelga
clavar las pancartas en los palos, en los brazos en las pupilas
recortar las fechas de los periódicos
retener la lista de masacrados
50 diariamente en El Salvador
10 todos los días en Guatemala
que victoria se escribe con Nicaragua
y Nicaragua con FSLN.
y en Colombia la memoria con M 19 veces
puede asegurarse porque superpone cuerpo heroico
obstinado
Y en Haití venden a los niños a 18 dólares
y en Chiapas por 200
puede escogerse entre los 4 hermanitos

Puedo escribir no un poema sino una sucesión de líneas


cuando hay que preparar una huida
106

o entregar el dinero
llevar una ropa o comida detrás de la esperanza
y traer la pregunta precisa al guarura
rescatar de la crujía el abrazo del proletario
o del preso político
a quién sabe
a quién debemos hablarles de esto
quién está más cerca de un hermano
firmar repúblicamente un libro
como poeta innecesario y sorprendido
arrojar bombas de palabra en encuentros y congresos oficiales
explicar en una clase o en una calle
que ha desaparecido el cuerpo de la revolución asesinada
que la América muere con huesos desordenados de niños
y junto a la compañera el amor a la patria
se refuerza en cada beso doblemente armado
a todo esto la certeza de que se está haciendo muy poco
¡Carajo! digo yo
cómo detener el trabajo de todo
cómo desocupar la mano y la conciencia
para escribir enteramente un poema.

YO ACUSO

Cada día esfuerzo más la edad que aumentan mis huesos.


Cada día mis dientes toman por fuerza la palidez que aguanta mi rostro
sin quejarse.
Cada día mi cuerpo hierra al lodazal
el gusto de morir en su hechura de socavón
y es sudor violento.
Y es como si las manos a pesar de la guerra delirante del tacto
no temieran estar encintas
— llenas de espinas y hechas de alambradas —
de un producto masculino que cumpliera el extremo llorado por los ojos.

Aplasta la miseria
y la ofensa ensañada al pedazo que basta para vivir.
Aplasta la orden y la insignia y la escarapela pelada de remover la piel.
Aplasta el cerco testereado por el plomo.

Llevo conmigo la batalla de 629 jóvenes que habían cesado de resucitar.


Mis muñecas se doblan murientes en la trinchera de sus gestos.
Llevo conmigo los cuerpos infantiles rotos contra las baldosas
y que ha regresado el viento.
La sangre de sus cuerpos rotos contra las baldosas,
que el que sabe del sabor del crimen
107

no ha podido hundir en la porosidad del asfalto.


Tlatelolco pisotea la frente y degüella la cabeza que estremecen los gritos.

Y yo acuso.

Yo acuso a los oídos de gruta resonante convertidos en puentes,


hechos de un puño,
sordos a la vida que lanzan los agonizantes.

Yo acuso a las miras exactas, idiotas de nacimiento,


creyendo tomar el partido de perdonar a la naturaleza,
vomitando vivamente su profecía de antropofagia.

Yo acuso a los muros que equivocaron el futuro


y fueron la agonía,
haciendo nupcias entre la luz pétrea del obús
y las espadas rodeadas de carne adolescente.

Yo acuso al cemento donde se cumplieron las puertas de la muerte


boca abajo,
y a las azoteas panteones de enterrados vivos.
y bramidos de ciervos.

Yo acuso a la fosa común y a los incineradores y a la piedad


sobre los ojos;
yo acuso al hoyo como un lobo sobre la esperanza
y siempre solo en busca de su imagen completa.

Ay, oigo
y alguna vez vendrá al campo el olor del jaguar por su misma sangre,
el mismo Dios con su cara de ídolo y su paño de lujuria y todas
sus verdades,
por el dos de Octubre que quiso ser dos de Noviembre mexicano.

Yo acuso al Dos de Octubre.

Yo acuso al laurel del poeta


porque hace mucho que la poesía carece de flores
y se forma en el grito y en la coagulación de la sangre
que es la muerte de la sangre.

Yo acuso a las páginas de los diarios,


vaya un carcelero para despedir el recuerdo largo terrible
y arreglar la época de nuevo.
Yo acuso a las iglesias
porque te bendigo hermano y te maldigo en expresión del oro,
y no te quedan cabellos porque sucede que la divinidad se encierra
108

y Pedro niega;
¡y vete!
y no te gloría el Agnus Dei de Pascua.

Yo acuso a los planes sobre el escritorio y al ruido de la silla ejecutiva


Atornillada a la emboscada y a la desesperanza.
Yo acuso al edificio seco de piedra donde se renueva la palabra
legal
Y el último pensamiento y el grito que dijo:
“el responsable soy yo”
y la garganta y la lengua y la pareja que lo engendra
y lo hizo posible.

Yo acuso a la lista de desaparecidos, a los proyectiles, a los vehículos,


a los frigoríficos, a los heridos con su carga,
al campo que custodia la paz convertido en
campo de concentración 68;
y a todo lo que va de pleno al golpe.

Yo acuso a las cárceles y a las celdas duras


como latidos de mortero
para dar cabida a los perseguidos
y no agrandarlos y no esconderlos.

Yo acuso a mi país por no lanzar sus cuerpos


como cuchillos afilados
y acometer como mariposas heridas por las calles.

Yo acuso todo lo que vendrá si a mi suelo el odio cincela


perforaciones
y las enciende,
y porque rueda castillos de cohetes de la infamia.

Yo acuso.

Yo acuso.
Yo acuso a mi siglo donde se baila.
Yo acuso a mi siglo donde se bebe.
Yo acuso a mi siglo donde se hace el amor voraz
en diez minutos.
Yo acuso a mi siglo donde se apila a los vivos
y se abren las esclusas que queman los párpados
y se grita a los muertos
y se mata y se derriba al hombre.

México, 1968
109

Yo Acuso, cartel por Kristin


110
111

LAS CALLES
(Fragmento)

Por Benito Balam

¿Cómo andar por las calles de México


si todavía no han dejado de gotear los adoquines
y no ha cesado el quejido del aire que cubre
la Plaza de las Tres Culturas?
¿Si yacen todavía allí los mexicanos
como resbalándose entre piedras,
los mexicanos más patriotas,
como una fila de atropellados
o un reguero de dedos mutilados,
como si la tierra hubiese desencajado sus costillas
y puéstolas sobre la superficie de México?
¿Dónde abrevar el corazón? ¿En qué vasija oculta?

Ellos anduvieron por donde antes murieron otros hombres,


acaso como un breve y dulce engaño;
ellos abrieron de nuevo los cauces de la sangre
y comenzaron a labrar un nuevo rostro,
ventisca gutural,
anatomía sideral de la garganta,
guitarra dislocada,
golpes, traumatismo morado
que expresa el corazón cuando se llora
o crisis que lleva el fuego
y los fragmentos del cuerpo deshechos en la plaza.

¡Oh, la inmortalidad de la plaza!,


crustáceo de sangre que sedimenta la huella
de un rojo pavimento,
huella de la locura que vierte el ojo
y la mirada en acecho,
irremediable inundación de una muerte
que no puede creerse.

Sombra de las tres culturas,


gestos fulminantes que acaso látigos castigan:
112

¡Justicia a la muerte de puños derrotados!


¡Justicia a la indignación y a la batalla
de públicos cráneos derribados!

Llevo la serenidad conmigo


y el celo del fusil bajo mis vientres,
un canal de diálogo de ira
y el humo de fuegos encendidos,
puños en metales,
rojos ríos como banderas extendidas
o dedos exclamando.

… Nuestra nocturna flor deshabitada


abriéndose por noche en una lucha
y el alarido
y la boca arriba
y los ojos en el horizonte
señalando el cielo
como última tumba de un fuego de artillería,
ondeando la bandera como una noche,
como una terrible usurpación a un pueblo.

Para los días de la inclemencia


que un día atardecieron de víctimas,
para esos días de impacto y ruido
persiguiendo el arrojo de relámpagos y pájaros
con lujo de bengalas y buitres
no sobra esta señal,
no sobra el puño.
113

YO SOY EL ALA

Al espíritu del 68

En un pedazo de carne cabe un hombre


un pedazo solo
un trozo solo de ala
alza el vuelo total de todo el cuerpo
Miguel Hernández

Yo soy el ala
¿dónde parir mis días?
Yo soy el ala
abrirme
no estoy solo mi paladar sombrío
yo soy el ala
mira cómo vuela
mira cómo derrumba ese solar de bruma
cómo defiende sus páramos de piedra
sus páramos donde Pedro niega y niega
y aún así es un ser de lumbre
añicos de fiebre en los años de la infamia
¡Mírame!
Yo soy el ala
no importa que no me dirijas la mirada
tus pupilas son mías
en el paladar del tiempo
mías cuando la palabra
se pronuncie en tu propia boca
como una boca de silencios bien nacidos
como una boca de ojos tanto tiempo anhelada
y te alumbre la conciencia perdida
aunque Pedro niegue de nuevo sobre las piedras
sobre las huellas de nuestros propios pasos
encima de tus ojos
enfrente de tu mujer o de tu marido o de tus hijos
y te cubra de tierra
y te enferme de nuevo
serán entonces un páramo con las pupilas apretadas
pero dueño de ti mismo
yo soy el ala
114

una llama
una sencilla llama
que reventó la lengua
para llamarse democracia
y para que tú, hermano, hermana,
animal herido y perseguido
sobreviviente altivo de las noches dormidas
inextinguible cuerpo del incendio
hables de nuevo conmigo
por tu propia boca,
aunque yo no esté.
Yo soy el ala
porque soy flor
una coraza enarbolada
una corola que estalla y hace frío
una bandera que al corazón llamó la dignidad
para parir mis días.
Yo soy el ala, hermana, hermano,
ven a volar conmigo.

Octubre de 1988
115

PRIMERA COMPOSICIÓN PARA EL CANTO PATRIO

(Fragmento)

Cómo andar por los caminos de México


sin avergonzarnos de no tener atadas las manos
de los asesinos
y permitir que continúe el tranco de su merodeo
salvaje
sabiendo que nos acecha cada día su zarpazo
pero es que no huelen ese olor a lodo y excremento
que han dejado impregnado en las paredes y los
corredores
de los edificios del poder público.
Y es que ya no se recuerda
cómo terminaron con Rubén Jaramillo
con Genaro Vázquez y Lucio Cabañas,
si todavía no han dejado de gotear los adoquines
y no ha cesado el quejido del aire
que cubre la plaza de las 3 culturas
¿y por qué tener alguna resignación y estar conformes
nuestras almas,
si yacen todavía allí los mexicanos
como resbalándose en las piedras
los mexicanos más patriotas
como una fila de atropellados
o un reguero de dedos mutilados?
Como si la tierra hubiese desencajado sus
costillas
y puéstolas sobre la superficie de México.
Por qué soportar las locuras de la burguesía
y sus borracheras festivas con el imperialismo.

Esas criaturas frescas


las únicas dignas del decoro nacional
nunca imaginaron el peso de su muerte
y nunca los mexicanos habíamos estado tan en el
borde del mundo
en Berlín, en París, en Roma, en Amberes
parecía que México se había ido a caminar por
todas partes
116

nunca la conciencia de latinoamericanismo


había reconcentrado tanta fuerza
en Bogotá, en Caracas, en Santiago de Chile, en
Panamá, en La Paz, en Guayaquil, en Sao Pablo,
reverberaba el canto agigantado de nuestro pueblo
¡solidaridad con los estudiantes mexicanos!
¡condena mundial al gobierno mexicano!
¡apoyo al pueblo de México!
y hasta en el estadio olímpico la tormenta de
aplausos
pareciese escurrir su ovación por los jóvenes
caídos el 2 de
octubre.
117

NO CONSTA EN ACTAS

Por Juan Bañuelos

A Octavio Paz

(Tomado de la revista Siempre No. 803)

(Tlatelolco 1521 y 1968)

Oh bebedor de la noche, ¿por qué te disfrazas ahora?


¿Todo es igual acaso? ¿Tengo que repetir
lo que el augur grabó en el silencio de la piedra
curtida por el viento?
“... esparcidos están los cabellos,
destechadas las casas,
enrojecidos sus muros.
Gusanos pululan por calles y plazas
y en las paredes están… salpicados los sesos;
masticamos salitre, el agua se ha acedado.
Esto ha hecho el Dador en Tlatelolco,
cuando nuestra herencia es una red de agujeros”.
¿Todo es igual que ayer, entonces?
¿Ensartaremos cráneos como cuentas,
y se ha de repetir lo que el augur
grabó en silencio de la piedra?
¿Con coágulos de sangre escribiremos México?
Yo el residuo, el superviviente hablo:
los comienzos de los caminos
están llenos de gente.
No haremos diálogo con la Casa de la Niebla.

(Alguien)

Mañana hace mucho tiempo


oiré olvido y celebraba míos
para saberlo Alguien que transita
inventando un destino.
118

Esto no es incoherente, como puede creerse.


Es un pueblo, digamos.
Ya que el bosque es más fuerte que los rayos y el hacha.

En cualquier momento, no será extraño,


de aquí en adelante la ira,
el llanto, la indignación, la fiesta,
dirán: “miradlos”, indicarán: “seguidlos”.

De cada frente estudiantil que sangre


irrumpirá el fulgor de los que nada tienen.
Y no serán perdidos de vista
porque saben su edad hasta este punto
que son los desollados
que buscan su piel bajo la luz
de un rostro semejante.

Yo
vagué por la Calzada de los Muertos
sobre un pueblo petrificado.
De pronto aquellas piedras
que mañana hace tiempo,
con hectáreas de cólera movieron
el horizonte.

Hoy
vivo en las imágenes del día
y en el fruto que forman el espejo y la niebla.
Todo anda, repta, vuela,
el corazón es pez a la deriva
y el mismo paralítico desplegará sus alas.
¿Qué importan las granadas de gas
al borde del estruendo en las manos rapaces?
Ah gasistas, soldados, “hermanos inmundos”
Si fueran distintos en un país distinto
en donde la pobreza
afinada como un instrumento peligroso
no los hiciera doblemente abyectos.
Oh
pueblo aturdido con discursos disecados
como pájaros muertos;
tu llanto no es el mismo de otros siglos,
es llanto de gases lacrimógenos
119

(industrial y en conserva).
Y los que han concebido la iniquidad en sueños,
cuando amanece cumplen
con el poder entre sus manos
TRAS—TRAS—TRAS—CLIC—CLIC–BLAM
Oh patria.

Fosa común
donde estamos con la mitad del cuerpo adentro,
la otra mitad se ha puesto a caminar
con el verano de las llamas.

Todos estamos sujetos a investigación.


la sombra da la misma piel a cualquier muro.
Por tanto
yo deletreo la luz si encuentro la mirada
no en el temblor del sueño, sino en el que despierta,
¿Y si después de todo, mexicano?
La esperanza es pesada si su lecho es de muertos
que quisieron, un día,
volcar soles sobre nuestros párpados.

(Marcha del Silencio)

¿Quién levantó la Villa Olímpica? ////// Manos


de obreros que viven en cuevas de arena.

¿Quiénes lavan los pisos, manejan los autos,


preparan los banquetes en las grandes mansiones?
////// Aquellos para los que se hicieron las
leyes cuando el amo pierde un brillante.

¿Quiénes mantienen los cordones policíacos alrededor de la garganta


popular? //////
Los mismos que escriben su nombre en los acuerdos
levantados para la Paz.

¿Y quién pide respeto a la Ley de Sumisión?


////// El docto senador a quién más tarde
sus hijos besarán la mano.
120

Las filas del silencio avanzan sobre el paisaje enrojecido de las


calles
(en las casas
los clavos cuelgan
de un llanto en la pared).
En mitad del Zócalo interrogan
la noche y las campanas
y aquella multitud
hecha una estatua airada.
Enfrente:
el Palacio
y tinieblas
y ellos.
Es imponente oír arrastrar tantas cadenas.
Por la mañana
la radio volvió a hablar
de honor de patria y grandeza.

(Visita)

–Tocan a la puerta, mujer...


Es la hora de los allanamientos.

(En la Cruz Roja)

La noche con la lluvia ha nublado los vidrios.


La Cruz Roja va y viene
mientras la formalina levanta en vilo
camillas y gavetas.
El tedio burocrático provoca que la gente
camine de un extremo a otro.
Algunos sollozan.
En las ventanas la noche y la lluvia.
Una mujer descalza
cubierta la cabeza con un rebozo negro
espera que le entreguen a su muerto.
22 años, Politécnico:
un hoyo rojo en el costado
hecho por la M-1
121

reglamentaria.
Las sirenas no dejan de ulular.
Y un camillero silba, despreocupado, una vieja canción
que nos conmueve.

(El comerciante en aves canoras)

Si ha vivido en el campo
–me dijo el hombrecito–
recordará las aves:
las que vienen del Sur,
las que llegan del Norte.
Aquí en Iztapalapa
por las tardes observo
su vuelo y adivino
su grito y su plumaje.

Antes cazaba ardillas,


liebres, conejos... muchos.
Todo es bueno si hay hambre.
¿Y usted qué hace?

De pronto
la gente en el mercado
se ha reunido y apoya
gritando a un estudiante:
“Abajo el mal gobierno”.

Hay veinte grados a la sombra.


Se oye un fragor de estoperoles
y el centelleo frío de fusiles
quiebra la tarde. Corre el pueblo.
Es derribado un puesto de manzanas.
Sobre el asfalto yace
el vendedor de pájaros cantores
y a su lado un periódico abierto:
“En Biafra, los fallecimientos por hambre
se han estabilizado en 6,000 seres
cada día”.

Es para estar tranquilos.


122

Las calandrias
no dejaron de cantar toda la noche.

(Danzón dedicado)

–Aquí tejones– les dijo el coronel


de granaderos.
DO–RE–MI–FA–SOLdados. Qué madriza.
Danzón dedicado a los chavos estudiantes.

A ver si se nos hace ahora, jefecita,


a ver si la vidorria no nos hace batos.
Porque eso sí, ya estufas
de esquives a la vida.
Vamos a ver si de éstos ñeris
sale siquiera un Kid Azteca.

El que apretó el gatillo


se puso de pronto a llorar.

(Cambio de estación)

La estación ha cambiado de golpe


igual que la conciencia de mi pueblo.

(Hoy es mi cumpleaños. Al lado suena el aire a


todo trapo.
Las horas ruedan como botones descosidos.
Y es lo que a mí menos me importa.)
La lucha sigue. Octubre ha visto
caer asesinada a mucha gente

en Tlatelolco,
Santo Tomás y
Zacatenco.

Los árboles comienzan hoy a desnudarse,


mis mejores amigos huyen perseguidos,
123

“Calaca”, por Ocaranza


124
125

¿acaso la hojarasca les servirá de almohada?


¿Las cocinas oscuras de los hogares muertos
oirán pronto los pasos de sus vacantes dueños?
Desde mis años caigo hasta este viernes,
a un día de nacido, a tres, a diez y a mil,
y aprendo cómo cuesta
dañar la parte que me quiero.
Y hablando de carbón ¿el agua alisa su pelo natural?
¿Y la soga del fuego está a la mano?
Cómo sube gente por mi rostro.
¿Nos dará la cólera calor para el invierno?
Hoy cumplo años. Y estoy pegado a los barrotes
de una cárcel que tengo por ciudad.
Algo violento irrumpe:
la sangre de una vena rota.

(La muerte y la doncella)

Políglota de 19 años,
también acribillada.

A ti que me haces hablar


sin haberte conocido,
a ti que me haces me adentre en tu silencio,
que congregas las hojas a la luz de este otoño,
tienes el nombre de una ternura antigua:
Ana María Regina.

Tu rostro flota en la ciudad


igual que el frío en una cueva.
Amiga,
¿de qué materia fuiste, que las balas
no destruyeron tu belleza?
Porque te convertiste en copal florido,

lo contrario del polvo, tu muerte nos transforma


Yo aprendo algo de ti, torcaza,
cuando vagas y chocas con mis labios
y sueldo los pedazos de tu nombre.
Y lo que digo va en andrajos
y tiene frío.
126

En ti la vida habló en distintos idiomas.


Mírame a los ojos,
de modo que los que lean estas líneas
sepan que te alimentas del plato deslumbrante
de un nuevo nacimiento.
Tú tienes sólo una leve dolencia. Es cierto,
no hubo nada entre ambos y cómo te amo:
déjame ser tu amigo,
si acaso
tu tristeza,
o si prefieres
tómame
como hermano.
A ti que me hiciste hablar
sin haberte conocido,
¿de qué materia fuiste, que las balas
no destruyeron tu belleza?

10

(Sigue del poema 2)

Oh, pueblo mío que entras en el día


como aquel que tiembla cuando conoce el amor.
Siempre tuve palabras a medias,
hoy las tomo enteras de tu profundo pozo.

Alguna vez la conocí en el mapa,


ahora toco a la patria en carne viva.
Giro sobre sus goznes de miseria
y a su boca de palizada allego
la retama del odio,
el atolón de cuajo adolescente,
el frenesí craneano traspasado
por la lluvia de ametrallamiento.
Época de ostras y avestruces
(izquierdistas muriéndose de oídas
o reaccionarios sollozando estiércol).
Pero también tiempo de tapires.
Los padres han sido vencidos.
Han tardado en venir. Nunca partieron.
Cuando los escorpiones
cerraron las puertas por dentro de la patria,
127

nuestros hijos supieron la impaciencia;


nosotros enrojecimos de cólera, impotentes,
y no supimos presentir la hora
en que ellos volverían a casa
con las huellas de la tormenta.
Lo que ha empezado va muy lejos:
con la cabeza sin reposo, siempre
llega al futuro derribando puertas.
Capital de la hoguera:
Zacatenco, la Ciudadela,
Iztapalapa, Casco
de Santo Tomás
y Tlatelolco.
Úvula viva que arremete
contra toda coartada de lenguas proditorias.
Bajo el trismo del miedo,
sobre un cardumen de azoteas,
las banderas olímpicas
puestas con especial cuidado
nos ocultarán el crimen.

Aquel que tranquilamente va de compras


aún ignora que una bala le espera
al doblar la esquina.
Mexicano,
recela del que habla resignado,
del que tiene un cansancio
de toda la extensión de su palabra,
del que frente a paisajes de cuellos sin cabeza
agradece el diminuto abanico de un aplauso.
Cuídate, mexicano,
de los que orinan alrededor de tu quejido.
¿Por qué hablo de ésto y ésto si es tan bella
la estación que se inicia y un castaño
se mece al lado de mi casa
mientras la brisa y la quietud se duermen
en el color de su corteza?
¿Qué puedo hacer si la furia y el duelo
están metidos en mis versos, en mi pan,
en mi plática y mi sueño?
Silencio,
que las paredes oyen para la policía.
Y nadie hable de un río con su tarde,
128

porque el látigo del centurión


silbaría entre estas líneas.

Hemos dado un paso de glaucoma


por las calles tatuadas de Nonoalco.
Mis palabras salen perforadas.
Son los últimos disparos de la noche.
Oh ciudad mía,
ciudad montada sobre tanques,
sobre un gargajo de cuartel.

11

(Ante el derrumbe de mi casa)

Brilla la telaraña en los escombros.


Inicuamente el aire se balancea en el terror
y la araña se nutre aligerando el paso,
y ya ni el llanto escuda el golpe
de esa ceniza cuya boca
es desdentada salud desde la cuna.
Los hijos se alargan e insisten
como relámpagos que imitan
la lívida cara de la noche.
No es posible oscilar más
entre el crujir de la madera
de aquellos muebles / que recuerdan
la savia y el cubil quemado
de la lluvia.
Un arco iris en el cuadrante
de la araña
perdura al paso
de donde jamás estuve /
y el ruido de un auto que tiene prisa
asusta este destino
que baja al fondo
y me despierta
pululando
entre desechos de palabras.
Mis manos
no tocan más que muros.
129

12

TODO COMO SANGRE, VIENEN HUMEANDO


LOS VESTIDOS;
TODO UN MIEDO PONIENDO EL LUGAR:
COMO EN HUMO,
COMO EN SANGRE, COMO EN LA NIEBLA.

A la vida
dale con tu muerte,
a la muerte dale rienda suelta
en mil narices.
Pero nada de quejas /
mejor ponte a escuchar
tu esqueleto.
Si ya naciste
coge ternura de tu recién nacido cada día.
Haz el amor, siéntate en la hierba,
cura tu pulque, suda,
que si te han de partir mañana la /
queda de pie en el horizonte
como un pájaro en el hilo telegráfico.
Por el peine alborota tus cabellos,
por el agua danos sed
y entra en voz alta a la tristeza
no vaya a resultar que / desplumado como un gallo /
una pierna ande por acá
y la otra entre coqueta en los sollozos.
A luego
desliza en la rocola una moneda
para espantar con música los aires. Como ayer.
Mientras detrás de la casa
desenterraban a los acribillados de hace un año.
Huele a estoraque en la ciudad de México
(suenan los cascabeles, el turpial liba el canto pintado).
Será mejor que peles los dientes a tu calavera.

Valle de México, noviembre 13 de 1968


130

TRISTEzA

Por Juan Bautista Villaseca

(Fragmento tomado de la revista México en Guardia No. 267)

Las semanas no eran así,


con un olor a huesos
dormidos en la pólvora,
con calles orinadas por el miedo,
con tanques militares de veneno,
no parecían esquirlas
que las musas dejaron
sobre el tiempo,
ni había un río de sangre
en cada calle,
ni había tantos ojos
en las cárceles.

No sé si se ha exiliado el corazón
ni por qué duelen tanto
las letras de mi Patria.
131

TE ACORDÁS HERMANO

Por Mario Benedetti

¿Te acordás hermano que tiempos aquellos


cuando sin cortedades ni temor ni vergüenza
se podía decir impunemente pueblo?
cada uno estaba donde correspondía
los capos allá arriba/ nosotros aquí abajo

es cierto que no siempre


logró colarse el pueblo en las constituciones
o en las reformas de las constituciones
pero sí en el espíritu de las constituciones/
los diputados y los senadores
todos eran nombrados sin boato
como representantes de ese pueblo

ahora el requisito indispensable


para obtener curules en los viejos partidos
y algunos de los nuevos
es no pronunciar pueblo
es no arrimarse al pueblo
no soñar con el pueblo

incluso hubo un ministro mexicano


(sabines dixit) que en el sesenta y ocho
unos meses después de tlatelolco
dijo/ con el pueblo me limpio el culo
después de todo el tipo era sincero

por otra parte en las obras más doctas


de los historiadores con oficio
el pueblo aún figura en las notas al pie
y en el último tramo de la bibliografía

pero el voquible pueblo/ en general/


es contaseña de las catacumbas
132

de los contactos clandestinos


de las exhumaciones arqueológicas

de vez en cuando surge un erudito


que descubre que engels dijo pueblo
que gramsci el che guevara y rosa luxemburgo
que mariátegui y marx y pablo iglesias
dijeron pueblo alguna que otra vez

y ciertos profesores que todavía tienen


en sus armarios el pañuelo rojo
llevan a sus alumnos al museo
para que tomen nota disimuladamente
de cómo eran las momias y los pueblos
y claro los muchachos que absorben como esponjas
se levantan sonámbulos en mitad de la noche
y trotan por los blancos corredores
diciendo pueblo saboreando pueblo

mas como en la vigilia vigilada


ya nadie grita ni murmura pueblo
hay en las calles y en plazoletas
en los clubes y colegios privados
en las academias y en las autopistas
una paz algo densa/ a prueba de disturbios
y un silencio compacto/ sin fisuras
algo por el estilo del que encontró neil amstrong
cuando anduvo paseando por la luna sin pueblo
133

“Paloma de la Paz” por Melecio Galván


134
135

EL ALA DEL TIGRE

Por Rubén Bonifaz Nuño

49
Feria de muertes de artificio
para alegrar el luto; azules
granadas, fisuras lacrimógenas
sangran la pared. Y por encima
alguien se ríe y alguien calla.
No se quién me manda a que me maten.

De alambradas, de carbones rojos,


de silenciadas bocas de hambre,
de semilla de pan de pobre,
sume su miseria el pobre. Y alguien
paga por la compra, y alguien grita
que sabe, y engorda y se abandera.
Luto alegre de quien lo apareja
sobre su lengua sólo; hollejos
de carne en riesgo, calcinada.
Y un clamor de almendras expansivas
amargo de plomo, da el quién vive
a quien me ha mandado a que me maten.

61

Empavesa de fiesta el aire


los mástiles del valle; asoman,
de los altos cráteres, las naves
de agrestes mares eclesiásticos.

Banderas de vidrio, Sol, aludes


otoñales de la luz podrida.

Y aquí de la muerte; aquí, los cauces


periféricos de la agonía;
los ametrallados sin saberlo;
la carrera sórdida y en brazos
de la persecución, la cárcel
incineradora y desatada.
136

Calma mugiente de la tarde;


asombro del mar sobre volcanes
extendido; Sol bajo las olas.
Nave de fiesta entre banderas
agónicas, el valle. Nadie
debe recordar. Se olvida todo.

84

A golpes de risa y sangre, aumenta


el gozo atlético del día,
y la ciudad se vuelve humana
y de humana muerde y asesina.
La carne combustible crece
de empequeñecerse, y se consume.

De calle en calle, los antiguos


ojos de la cólera y el miedo
dan la señal. De tumbo en tumbo
y tumba en tumba ensangrentadas
ruedan las banderas; a ceniza
la carne va, desde la lumbre.

Por mucho que me aflija, y mucho


que me alegre, ¿no he de consolarme?

Ciegos en medio del combate


están de pie los hombres. Vivos
por breve tiempo, mis hermanos.
Sólo por la muerte nos queremos.
137

“Represión”, tinta por José Hernández Delgadillo


138
139

EL GRITO EN CIUDAD UNIVERSITARIA


(15 de septiembre de 1968)

Por Horacio Caballero Silva

La inquietud inflama el pensamiento


mientras el corazón ensancha sus latidos
luminosos
Las palabras son corceles
del estratega que así las articula
Por eso libran obstáculos
aun en los momentos más difíciles
como en el Grito
esa beligerante conjura
que toma las calles
y en plena batalla se profiere

Las horas del 15 de septiembre


fueron las del cerco autoritario
en la universidad sitiada

Ya el rector Barros Sierra


había avanzado
como cresta en oleaje
ante el filo que acotaban los tanques

Y todo el movimiento
era un torrente que cerraba el puño
y estrellaba la voz
sin esperar de las afrentas
sino oscuridades hostiles

La protesta crecía desde lo hondo


extendiendo su voz hasta la noche
Y cuando Heberto proclamó su grito libertario
defendiendo el campus
su designio contra la espuma demoníaca
140

desmanteló el circo violento


de los poderosos criminales
y rescató de la boscosa muchedumbre
a aquellos indecisos
cuando menos para entender la tristeza
de mirar la libertad como un rehén
olvidado

Se comprendió entonces la derrota


de las instituciones vulneradas
que ascienden al poder
para incubar olvido en el hueco de la historia

La ingratitud no sabe pero siembra


contra la generosidad su desmemoria
La izquierda tiene su principio heroico
del ejemplo de los Padres de la Patria

Aquella noche en Insurgentes


ni Hidalgo ni Morelos ni Allende
ni las valientes mujeres insurrectas
hubieran aceptado menos riesgo

Sólo si tienen fuerza viviente las palabras


chocan contigo mismas
y generan la chispa de su fuego

Pero si su valor literario miente


recrudecen la máscara del discurso farsante
humareda de aplausos, crepitante leña

Este año El Grito fue en C.U. y Santo Tomás


y por nada pudo haber sido en Palacio
ocupado por un tropel de genocidas
ni en Dolores
donde el histórico bronce
despierta el corazón que rompe para todos
los sellos esclavistas
tantos rostros sin voz ni voto de las gentes
141

Porque El Grito no debe enmarañarse


con la cáscara del desengaño
que la luz disuelve

Por eso Heberto levantó la voz


y confirmó a la Patria

LA MANIFESTACIÓN DEL SILENCIO


(13 de septiembre de 1968)

La más atroz de las cosas malas


de la gente mala
es el silencio de la gente buena
Gandhi

Cuán peligroso es para el país


si la retórica del cargo
es un mastín rabioso
que dirige sin ley al funcionario.
H.C. S.

El silencio
siempre ha sido una presencia
de carga poderosa
cuando la borrasca que a sí misma se deshace
resurge desde la quieta claridad del agua

Así fue cuando salimos el 13 de septiembre


con el silencio como depósito de todos
los semblantes
y las palabras calladas que avanzaban resueltas
142

Esa tarde
no sólo se vieron nuestras banderas
ondear entre el silencio formidable
también se distinguía
entre los vientos desgarrados
un grave reclamo que marchaba
y la sangre enaltecida
ante tan enorme inmerecida burla

¿Qué ofrecía el gobierno sino derrota


y claudicación? Había que remar
levantando entre tan fuertes ráfagas
el rostro al viento de todos los caídos
Una vez más nuestras voces unían
en el silencio terrible los rotos eslabones

A esa ahora ya era claro que no éramos


la presa fácil ni el rector doblegado
ni la escuela
que querían imponernos como cárcel
Por eso frente a nosotros
se abría la puerta de una batalla decisiva

Era la hora joven del coraje


mientras las amarillentas palabras del poder
rabiosas alardeaban equívocos y calumnias
acusaban de sublevación a las escuelas
del Politécnico y la Universidad
censuraban la Autonomía
día y noche la acusaban de presunción territorial
como si se tratara de un estado dentro del Estado

Esa tarde el silencio enfatizó


el semblante limpio de la juventud estudiosa
pero el presidente
estaba poseído
de un reaccionario absolutismo
y deliraba
143

como si la Razón de Estado


realizara la oscuridad de todos sus caprichos

En la manifestación del 13 de septiembre


ya éramos la gran comunidad herida
que debía responder y ganar la calle
o demostrar mayor inteligencia al defenderse

El silencio
es la señal visible ante la audiencia
pensamiento que se profundiza
y despedaza los calabozos de la mente

(Coro)

– Como un caudaloso fluir sobre su enorme cauce


nuestro silencio contra la traición estatal
era el silencio contra el silencio

II

La presencia plena se yergue en grandes unidades


Todo un río viviente que desfila
Se pueden percibir al fondo
los ruidos enojosos de los pies marchando
y un romántico romperse de cadenas
con la voluntad de liberarse

El silencio es necesario para superar los hechos


y la postración humillante
de innumerables y sutiles ataduras

El silencio es la consolidación de la virtud


y el arte
La vida no es un pasatiempo
ni la libertad este aventurarse
a la conquista de un riesgo
del que sólo hemos pulsado
de lejos los abismos
144

Y es tal la oscuridad que madura


sus uvas en racimos
que en el silencio que no cesa de avanzar
nos hace más visibles
porque es el pueblo quien avanza silencioso
entre esta luz
que toca el suelo con sus ramas

III

El movimiento expande su protesta


a todo lo ancho y largo de Reforma
Desde su callada disciplina se yerguen
como templos profanados las escuelas
De ahí surge un silencio implacable
que responde al destrozo
de las instituciones

Que nadie se confunda


si siente la manifestación en sus latidos
El espíritu es el silencio
que transparenta su semblante
es la hermandad
que nos toca en el hombro
como alguien que saluda
haciendo la “V de la victoria”
y que luchará hasta el fin

Así avanzan esforzados


en un campus universal
los universitarios y politécnicos
y el pueblo unido
en un grave silencio
con la vida en vilo
mientras el depredador
aguanta su respiración
para asestar el golpe
145

Como un rayo es el silencio


cuando las muchachas y profesoras
alcanzan con las cadenas rotas en las manos
a sus sueños en la translúcida gracia de su vuelo

Este silencio que marcha con nosotros


es el mismo del que la historia arranca
su futuro
más fuerte que la indignación
de miles y miles
Y ya por Avenida Juárez
el honor despierta en una multitud
y en Bellas Artes y Madero ya es inmensa
la dignidad que avanza en sus columnas

El 68 entero era un jardín de fieras silenciosas


y el sexenio una polvareda de cobardes fugitivos
La Manifestación del Silencio
expresa la paz
y el honor del país
en la escalada cruenta

Todo mundo tenía que plantarse con coraje


para entonar con esa muchedumbre
el canto del silencio
como un himno en la contradicción del viento

Y avanzar... avanzar... avanzar...


con un poderoso y monótono silencio
entre la nube translúcida
de una comunidad transfigurada
que caminó con firmeza en el abismo
y llevó el silencio
a su estatura verdadera
146

PARA CANTARLE A LA PATRIA

Por Raúl Cáceres Carenzo

(Testimonio antilírico para Latinoamérica

Nota: En cuanto a la posible semejanza


con nuestro país y nuestra política, ésta desde
luego, es una coincidencia en la que el
poeta no tiene culpa, pero de la cual se siente
responsable. Por remordimiento y cólera,
con ira y asco, escribimos hoy las palabras
que pueden nombrar estos días enmascarados
y valientes. Las escribimos entre todos).

A LOS JÓVENES

Sucede que no encuentro a la patria:


que no puedo cantarle
porque aún no se enciende
ni suenan sus espigas en mis dedos.
¿De cuál patria me hablan?
¿De ésto que se recita en las escuelas?
¿De ésto que se publica en las revistas
de ayer, mañana y siempre
con la gente de siempre
y por el oro de siempre?

¿A cuál patria queréis, oh señores con úlcera,


que consuman mis fuegos solitarios?
¿A esta en la que se apoya el candidato?
¿A ésto que engaña, ésto que insulta, ésto que muerde?
¿A ésto que duele, a este trapo que sirve para
fregar el piso y el automóvil del señor Ministro?

¿A ésto que hiede, a este perfume de querida costosa?


¿A esta junta de bestias, grandes monos, culebras,
sapos y soldaditos, momias y secretarios?
¿A ésto he de cantarle?
Sí señor, al momento;
aquí está mi palabra,
la joven prostituta
147

“Granaderos Represión”, dibujo de Alfonso Pérez Soriano


148
149

que demanda una beca.


Aquí están los poetas
los jóvenes poetas de espíritu invertido
de lánguidas caricias;
para sobar tu sexo marchito, oh burguesía,
tu sexo humanicida, patria mía,
dulce patria, suavísimo esqueleto,
ancianita cachonda, mi abuelita.

¿A esto he de cantarle?
Sí señor, al momento;
mas dadme unas señales
—dictado taquigráfico al cerebro genoide—
para apoyar el canto, mi Gorila.
Para empezar: aplausos, alegría,
los XIX Juegos, mariguana,
charros y jaripeos, el tequila
y grandes carteles: PAN Y CIRCO.

Un canto a la bandera, un desagravio


a nuestros padres mayas, al rebozo,
al alma nacional, a las estatuas;
odas al genocidio, a las consignas
al INEFABLE-INCOMPARABLE ejército,
al granadero heroico, a la magna
permanente, gloriosa invasión de Norteamérica;
a la jauría oficial, a nuestras leyes;
“La libertad de prensa”, he comprendido,
más la poesía abstracta. Resultado:
—nuestra patria es muy-culta-y-progresista.

¿Y el pueblo, oh dueño mío,


el campesino, el obrero, las tierras, mi sirvienta,
los bosques, la riqueza nacional, el primo Pepe?
— ¿Metáforas? — ¿Fuegos artificiales? — ¿Decoración
folklórica?

He comprendido bien, Gran Renacuajo.


A la noche regreso para yacer contigo
en tu lecho de intensa suciedad encumbrada.
150

Y este canto, este canto,


este himno pindárico
a la patria, al dinero,
a tus vedettes, al brinco,
a la industria, al comercio,
a tu madre, a mi pueblo
decorado con danzas y sonajas,
a un torero, a un cantante, a los “marines”,
a un boxeador, al chile, a la papaya,
al relajo, al desmadre, al albur, a la goma,
a los buenos vecinos, al turismo,
a la úlcera, al golf, a nuestros ídolos
y a la buena digestión de la paloma
que ornamenta nuestras calles olímpicas
y se pasa las bombas por el buche
y da del cuerpo con la palabra paz.
Y la palabra paz más DEMOCRACIA
más JUSTICIA SOCIAL más YO LO MANDO
más ¡MÉXICO CREO EN TI! o en la ASISTENCIA
PÚBLICA
más COMUNISMO OFICIAL más, LA TOSTADA;
han de hacer de la patria
una canción de moda, un ritmo nuevo;
hasta que todos nosotros ardamos dulcemente
en la hoguera que el pueblo ha de encender mañana
(ya las candelas nazis
han quemado la noche).

Porque si no la enciende mi pueblo, Grande Sapo,


si no es capaz de odiarte y de arrancarte
a dentelladas el corazón podrido
y de golpearte el cerebro con insultos
con dientes y cuchillos, con piedra y fusiles,
con soles de palabras durísimas, con pedernal y jades

de su sangre remota, de tus tigres dormidos;

entonces te merece este pueblo, Santo Padre,


Gran Ministro del Crimen, oh, Cazador del Hombre.
Si no ardemos mañana, Virrey, Emperador, padrote
nuestro;
151

entonces ya no importa, Rata Gorda;


no importa que el poema se publique
no importa que tu “PAZ” digiera bombas
ni que el pueblo se joda con su hambre pintada
y dance con sus huesos, con su muerte pintada:
ya nada importa, Deprimente Asesino;
nada me importa ya si no ardemos mañana
y yaceré en tu lecho de suciedad y miedo
si no ardemos mañana, General.

8 de noviembre de 1968.
México, D. F. – Año de la ira.
152

ROMANCE AL ESTUDIANTE MUERTO

Por Ricardo Capetillo Casare

Cien estrellas en lo alto


nadan con brazos de fuego
y la madre arroja al piso
pedazos de lirios muertos.

Sabe que no ha de volver


el estudiante pequeño,
que lo mataron a golpes
soldados y granaderos.
Y su dolor hondo, largo
lo mastica su silencio
y sólo exige justicia
el puñal de su lamento.

El veintinueve de julio
—fecha amarga en el recuerdo—
salió el niño de su casa
a unirse a sus compañeros
con una pancarta blanca
de caracteres muy negros
que en sus trazos reclamaba:
“¡Dónde acabaron los muertos!”
Y en su protesta, protesta
se viene enlutando el cielo.
Mientras aún palpitaban
de doce bronces el eco,
dispararon los verdugos
la puerta del colegio
y lo sacaron a rastras
soldados y granaderos
y fue regando su sangre
sobre el duro pavimento,
mientras ambulantes vienen
por la piltrafa del cuerpo.

La madre en su triste pena


sigue guardando silencio
153

mientras que la prensa oculta


los desmanes del gobierno.
Sigue esperando, esperando
del estudiante el regreso,
aunque en sus entrañas sabe
que al estudiante pequeño
lo trituraron a golpes
soldados y granaderos.

11 de septiembre 1968
154

El ESPEJO DE PIEDRA

Por José Carlos Becerra

(Tomado de la revista Siempre, No. 802)

Detrás de la iglesia de Santiago Tlatelolco


los cuchillos de jade hallaron su visaje ceremonial en
boca de las ametralladoras.
Detrás de la iglesia de Santiago Tlatelolco, Nuño de
Guzmán oró ante Huitzilopochtli,
y le ofreció el sacrificio.
Detrás de la iglesia de Santiago Tlatelolco, descubrieron
aterrados que otra vez existía ese país,
aquel que ellos creyeron sepultado
bajo el jade y las plumas y los estípites y los palacios
de Adamo Boari y los desayunos en Sanborns,
de su oportuna y mestiza retórica.

Detrás de la iglesia de Santiago Tlatelolco, treinta


años de paz más otros treinta años de paz,
más todo el acero y el cemento empleados en construir
la escenografía para las fiestas del fantasmagórico
país, más todos los discursos,
salieron por boca de las ametralladoras.

Lava extendiéndose para borrar lo que iba tocando,


lo que iba haciendo suyo,
para traerlo a la piedra del ídolo nuevamente.

¿Pero lo trajo de nuevo a la piedra del ídolo?


¿Pero tantos y tantos muertos por la lava de otros
treinta años de paz,
terminarán en la paz digestiva de Huitzilopochtli?
Se llevaron los muertos quién sabe a dónde.
Llenaron de estudiantes las cárceles de la ciudad.
Pero al jade y a las plumas y al estofado de los estípites
y a los nuevos palacios que ya no construyó Boari,
y a los desayunos en Sanborns
se les rompió por fin el discurso.
Y cuando intenten recoger esos fragmentos de ruido
para contemplarse,
155

Marcha con Irma Prieto, Leopoldo Ayala y otros, manta de


José Hernández Delgadillo
156
157

encontrarán en ellos solamente


a los muertos hablándoles.

A 30 años de paz –como a otros treinta años de paz–,


más todo el acero y cemento empleados en
inventar la sombra de un país,
más a todos los discursos y los planes de negocios
dulcemente empapados
por el olor de los desayunos en Sanborns,
se les rompió, de pronto, el espejo.

Se apostaron como siempre detrás de una iglesia,


poco importa si laica o religiosa,
y otras “Noches” y otras “Matanzas”,
vinieron en ayuda de ellos.

En la Plaza de las Tres Culturas,


el “Cacique gordo de Zempoala” y don Nuño de
Guzmán y el anciano general perfectamente
empolvado,
descubrieron que en realidad eran uno solo porque
secretamente siempre
desearon parecerse a Limantour.
Después de haber desayunado juntos en Sanborns
el “Cacique gordo de Zempoala” y don Nuño de
Guzmán y el anciano general perfectamente
empolvado,
en la Plaza de las Tres Culturas, escucharon
—ya uno de los últimos conciertos—
el vals “Dios nunca muere”.

Noviembre 6 de 1968
158

MEMORIAL DE TLATELOLCO

Por Rosario Castellanos

La oscuridad engendra la violencia


y la violencia pide oscuridad
para cuajar el crimen.
Por eso el dos de octubre aguardó hasta la noche
para que nadie viera la mano que empuñaba
el arma, sino sólo su efecto de relámpago.

¿Y esa luz, breve y lívida, quién?


¿Quiénes son los que agonizan, los que mueren?
¿Los que huyen sin zapatos?
¿Los que van a caer al pozo de una cárcel?
¿Los que se pudren en el hospital?
¿Los que quedan mudos, para siempre, de espanto?

¿Quién? ¿Quiénes? Nadie Al día siguiente nadie.


La plaza amaneció barrida; los periódicos
dieron como noticia principal
el estado del tiempo
y en la televisión, en el radio, en el cine
no hubo ningún cambio de programa,
ni un anuncio intercalado
ni un minuto de silencio en el banquete
(pues prosiguió el banquete).

No busques lo que no hay: huellas, cadáveres,


que todo se lo han dado como ofrenda a una diosa,
a la Devoradora de Excrementos.

No hurgues en los archivos pues nada consta en actas.


Ay, la violencia pide oscuridad
porque la oscuridad engendra el sueño
y podemos dormir soñando que soñamos.
159

Mas he aquí que toco una llaga: es mi memoria.


Duele, luego es verdad. Sangra con sangre
y si la llamo mía traiciono a todos.

Recuerdo, recordemos.
Esta es nuestra manera de ayudar a que amanezca
sobre tantas conciencias mancilladas,
sobre un texto iracundo, sobre una reja abierta,
sobre el rostro amparado tras la máscara.
Recuerdo, recordemos
hasta que la justicia se siente entre nosotros.
160

A QUIEN CORRESPONDA

Por Elsa Cross

(Tomado de la revista ¿Por qué?, No. 19)

Y bien, señores:
en la ciudad y el idioma que prefieran
tenemos quince, veinticuatro, dieciocho años,
cuerpos hermosos, saludables,
tenemos la cabeza y la conciencia claras
y derecho a vivir humanamente.
¿Hasta aquí vamos bien?
¿A alguien le parece injusto o torvo?
Casi todos tenemos
una gana profunda de armonía:
lo que nos pertenezca sea como nosotros
abierto y transparente,
la tarde mejor del mes de octubre.

Nos gusta la escuela.

Y también irnos de pinta al bosque


y poner a los maestros un apodo irrespetuoso
y sonar muchas veces con torpeza, ardientes,
mismo sentimiento en la guitarra.

Nos gustan Los Beatles, las fiestas y el futbol


y todos amamos a una muchacha de grandes ojos negros,
a un muchacho
y pensamos en trabajar para casarnos.
Somos tan jóvenes aún
que no tuvimos voluntad ni tiempo de crear más intereses
que nuestra propia virtud de adolescentes locos
o de muchachos sabios y serenos.
Muchachos simplemente.
Violenta capacidad para el trabajo y el amor,
violenta también para la rebelión,
la ira,
el combate,
violenta, triste para la evasión y la anarquía.
Pero amamos, sin retórica, la belleza y la paz
161

y no nos gusta, señores,


a ninguno de nosotros, yo lo juro,
que un muchacho de nuestros mismos años
(ni cualquier hombre o mujer sobre la Tierra)
se vuelva difunto o asesino en las guerras imbéciles,
sea aplastado por presupuestos o por tanques,
castrado, encerrado en la prisión.
No nos gusta que no le enseñen a leer
pero sí a engordar políticos ladrones*,
a tener hambre y dar gritos solamente
para aclamar el acelerado desarrollo
y el nacional y unánime progreso...
Como que lo del hambre suena ya muy dicho
¿no les parece así?
Ni modo. Gracias a ustedes la miseria
en todos sus colores y niveles
es un lugar común
(¿Miseria? ¿Cuál? si el generoso pueblo
costea nuestros estudios
y además paga fiestas,
joyas caras,
yates, pieles…).

Pero vamos al grano.


En dos o tres palabras lo que pasa
poderosos señores,
es que el mundo que ustedes nos heredan
es un poco demasiado puerco,
viejo y podrido
y definitivamente no nos gusta.

* Perdón por la redundancia.

11 de Oct. de 1968

LOS AMANTES DE TLATELOLCO

Apenas se desprenden de la sombra.


Sus murmullos
alzan leves señales
al pie del contrafuerte.
162

Sus tenis blancos fulguran.

Ajenos a esas piedras


vueltos uno hacia el otro,
olvidan en sus labios
el grito de las masacres,
los pechos abiertos a punta de obsidiana
o bayoneta.
Indiferentes a la sombra que los cubre
los jóvenes amantes murmuran
o quedan en silencio,
mientras la noche crece sobre las ruinas,
engulle los basamentos de los templos,
las inscripciones,
la urna de dos esqueletos que se abrazan
en su lecho de polvo,
bajo el cristal donde se secan
las flores de una ofrenda.
163

NOSOTROS ESTUVIMOS ALLÍ

Por Carmen de la Fuente

(Tomado del libro Entre Combate y Tregua, 1968)

Hoy he sentido pena,


rencor por estos días
sordos a su desastre,
mancos de honor, teñidos
de absurda indiferencia.

Por una de esas calles


encuentro a una pareja,
tan joven la muchacha
que al balbucear parece
un pájaro que tiembla;
él en cambio platica
con pasión y los hechos
le nublan vista y lengua.
“Nosotros estuvimos allí”,
y un visceral espasmo
revive la tragedia.

Ese “allí” testifica la iniquidad,


la ciudad y los hombres
graneados; sobre el cielo de México
la verde luz,
principio del horror y las tinieblas.
“Nosotros estuvimos allí”
quiere decir, oímos,
escuchamos la sangre, el estertor, la muerte,
rozando nuestra espalda,
consumando el más frío genocidio.

Era el furor,
la piedra de un pávido molino
triturando la noche;
una madre corriendo con un párvulo al seno
exangüe ya
y el otro pequeñuelo enloquecido.
164

Y las balas silbando


cortando con su aullido los nombres,
haciendo dispersar el vocerío,
de ayes, gemidos y blasfemias.

Las paredes manchadas,


las ventanas como órbitas vacías;
el relámpago cruel, las bayonetas
como rebaño torpe que doblega
en un campo de rosas y de lirios
la vida azul,
la rotunda esperanza de la Tierra.

¡Oh funesta marea


ola de sal, escombros,
incinerada y maloliente fiesta!

No podemos callar,
albergar tras de muros vergonzosos
nuestra cobarde y silenciosa pena.

He aquí nuestro dolor,


escuchad este llanto, esta protesta.

Octubre de 1968
Agosto de 1971

ELEGÍA COMBATIVA

Yo no tengo veinte años,


¡ah, si yo los tuviera!
¡Qué libertad tan grande
de mis huesos creciera!
Yo no tengo veinte años
y me falta el coraje
para abrir con los puños
las puertas que nos cierran.
Porque sucede, amigos,
que estoy llevando ahora
165

un ataúd a cuestas:
esa es mi patria, un ataúd,
una barcaza negra.
Un miedo negro y sordo
corre por las calles ciegas,
el pan nos sabe a luto,
tienen la sal y el agua
triste sabor a pena.

Soy y no soy, existo


sin saber por qué el hombre
resiste tanta afrenta.
Dime, ¿quién eres, pueblo?
obrero, ¿dónde estabas?
Alguien gritó en la noche,
alguien cayó, alguien supo
de la matanza artera.
Pero callan los padres,
el hermano, la hermana,
temerosos del lobo,
contrita la conciencia.
Huele a sangre la calle,
a pólvora el semblante
desfigurado y roto
de agredidas escuelas.
¡Oh patria, qué desdicha
saberte con cadenas!
Yo no tengo veinte años,
¡ah, si yo los tuviera!,
qué libertad tan grande
de mis huesos creciera.

México, 1968.

TESTIMONIO

Desde la fila obrera de los escarnecidos,


duelo sin tregua,
al cabo de semanas
una tras otra en fuga
y el azoro de disparos coléricos y sirenas de alarma.
166

En estos días de afrenta


y también
desde la invicta soledad del heroísmo
he aquí que yo sentencio:

¡Vergüenza para el hombre!


¡Luto y deshonra de la ciudadanía!
¡Gardenias para el túmulo
donde yacen las leyes ultrajadas!

No reconozco patria,
tu estatura celeste
te han desgastado el nombre
y escarnecido a lo ancho de la Tierra.

Busco tu claridad, gozo del aire,


canto del paisaje,
y encuentro los caminos asediados,
organizado el crimen y el asalto.

¡Libertad!, ¡Libertad!,
¿dónde tu nombre?,
¿dónde el impulso esbelto de tus alas?
Hay que vestir los trajes de ceniza
y hechos muerte y pavesa por las calles
gritar amargamente:

Aquí estoy
sufriendo largamente con los míos
días de aflicción,
noches gemidas
por los estrechos túneles de miedo
y la humedad viscosa de las cárceles.

Estoy aqui
para dar testimonio
de cómo se han violado los principios,
fornicado las leyes,
legitimado la traición,
el odio,
arrasado el enjambre proletario.
Estoy aquí
viendo al esbirro bárbaro
segar el trigo joven.
167

Cercan las aulas,


castran las conciencias,
postran la dignidad bajo las armas.

Estoy aquí
viendo borrarse el rostro de los hombres
detrás de la impotencia de sus lágrimas.

Miro una multitud:


con los sueños quemados aún camina
sacudiendo banderas;
forman inexpugnables batallones,
sus máquinas, sus libros, sus arados.

Por cada cicatriz nace una rosa


y abren ventanas en los muros lívidos.

HABLA RINA LAzO

Yo quiero contarles
amigos de Diego,
amigos de Rina,
cómo es que estoy presa
lejos de mi gente,
lejos de mi casa.

Fue un día de septiembre:


mí mano trazaba
contornos de pájaros,
sueños, nubes, alas,
claros mediodías.

De pronto, en la noche,
¿quién grita?, ¿quién llama?
Tíranme la puerta
cinco policías.

¡Oh, la negra noche!


¡Soledad tan fría!,
se indigna mi esposo,
llora la hija mía.
168

Me asustan, me envuelven
con mentiras sórdidas,
historias ladinas;
voy de un sitio a otro,
a rastras me llevan,
migración, la cárcel,
Procuraduría.

Los jueces dijeron


la hallamos culpable,
culpable dijeron
los falsos escribas.

Sí, yo soy culpable


de fincar mi patria
donde vivo y amo,
donde soy artista.

De sentir el ritmo,
el color, la línea
de un pueblo que nace
de mi entraña en soles,
leyenda y poesía.

Sin embargo, amigos,


porque creo en el hombre
yo creo en la justicia.
Y esta que es mi mano
flores, rosas, pinta
porque siendo libre
libres son los sueños,
la imaginación.

Con fe en mis principios,


en la libertad,
os invito amigos
no olvidéis a Rina
y que en el día ocho
como es tradición
recordemos juntos
a Diego Rivera
cuya luz me alienta
en esta prisión.

Diciembre 8 de 1968
169

Grabado por Adolfo Mexiac


170
171

CRISTAL EN TLATELOLCO

Evodio Escalante

Poesía
reunión de cuerpos
que nadan en la sombra

Los insurrectos están aquí


Uno al lado del otro
(La página es el campo)
Traen al hombro los rifles
Certeros
Invisibles
Viven hundidos como clavos
En la piel de la noche
y nadie sabe luego
Si nos verán sus ojos
(Esta sala es el campo)
Los insurrectos se extienden por la página
Mirad
Están en todas partes
Veo sus rostros maquillados de blanco
De perfil o de frente
De arriba, de abajo
Los dos óvalos que dibuja
El hormigueante trasero amodorrado
Sentados
Tranquilamente en paz
(Oh
En todas partes pastan
Como rebaños
La blanca hierba de la página)

Después de Tlatelolco
En esta sala donde la luz penetra apenas de milagro
¡Cualquiera puede
pensar, tomar su
voz, meterse en su alma
para siempre!
La rebelión comienza cualquier noche
Una noche
172

sentados
Tranquilamente, en paz
Un dos de octubre por ejemplo
El ejército extiende su baba
Sobre la superficie
Un dos de octubre
Rostros
Perdidos
En la noche
Máscaras
Rotas
Detenidas
En el lomo del agua
Los insurrectos flotan en silencio
Como una siembra,
o como una sombra,
Como una siembra, como una sombra
La muerte toca sus primeros
Inaudibles
Timbales
Tres Culturas de Miedo descomponen la atmósfera
Oh
Caer
Es caer
Al fondo de una loza
En un recodo agreste

Junto a la soledad inmensa de una hoja


El panteón es de arena
¡El deber es tomar las alas
Y romper los sepulcros!
Romper este espacio lechoso y aterido
de cuerpos desnudos
sin palabras
Ahora
Precisamente ahora
Mientras el tiempo amontona rastros y rostros descompuestos
Y alguien quizá nos mira o no nos mira
Desde su butaca
Desde sus ojos diminutos
Con el miedo infernal de Tlatelolco
Y el silencio
Que hace hablar a los muertos y a los muertos.
173

LA IMAGINACIÓN DEL PODER

Por Horacio Espinosa Altamirano

(Tomado de la revista ¿Por Qué? No. 57)

“Queremos el mundo y lo queremos ahora”

Tenéis razón, el mundo está ulcerado.


Ataviado de infamias, ceñido a la neurosis
y los atardeceres del paroxismo atómico
semeja el paso zigzagueante de un beodo
en el óseo costillar del universo.

¿Qué esperabais, ilustres académicos del arte genocida,


qué suponíais, militares de la cretinocracia, prosopopéyicos,
filicidas del orden
Y la escatología del principio del crimen
y la autoridad marcada con fusiles y mazmorras
y las viscosidades del delito?

¿Qué esperabais, burócratas vandálicos


oscuro testimonio de un pacto de roedores,
que esta pelota de estiércol
que juega con el hombre, que rebota en la nada
e irrumpe en el recinto de los dioses,
tenga el sonido del último suicida?

¿Qué esperabais, redondos bonzos gastronómicos


impasibles gestores de sevicia,
morfología enajenada, cifra de servilismo,
dictadura antropoide y lombrosiana?
¿Queríais dosis de vida adulterada
en homenaje al pudridero, a la herrumbre sanguinolenta
de vuestra progenie?

¡Eso queríais! Y os confabulabais entre pactos de miasmas y epitafios.

Pero ante el absoluto de la muerte


surgió el absolutismo de la vida.

Y contra infamia se hizo barricada,


174

contra la asfixia izamos el oxígeno,


lo elemental del hombre en trascendencia
y la imaginación contra el poder, la imaginación al poder,
prohibió prohibir al hombre la alegría,
clausuró el desamor, sus filos de alcaloide,
la negra cimitarra de la espuma
que estalla entre las sienes del suicida.

¡Ay vendaval que anuda la garganta de ciudades y calles!


¡Ah espada de heroísmo fundida en multitudes,
templada con blasfemias como águilas heráldicas!
Traed hasta mi mano la insignia y la brigada clandestina
cuyas invisibles armas
son el honor y el totalitarismo de la imaginación.

Más alta que la especie


son vuestras palabras que colman de orgullo,
vuestra mirada de roja levadura
o llamarada con festines de luz y autonomía,
porque desde el hollín insano y punitivo
habéis recobrado para el hombre
el paraíso de la sangre de Abel
y sembráis la realidad de la imaginación
a contramuerte,
a certidumbre blindada de intemperie
contra ratas andróginas y moluscos togados.

Tenéis razón. Vuestra aérea marea,


vuestro ondear de estampida
es sólo comparable a las centurias de París y de octubre
y la cólera que amáis y amasáis en vuestros corazones
es sonido de acero subversivo.

(Zumba París y cruje en castellano Hispanoamérica.


Y es barbada la roja barricada de Cuba y Nicaragua
y el trigo de Argentina se ensambla a la epidermis
mundial de Norteamérica.

Y la espuma que besa a Venezuela se hincha de bolívares,


porque hasta el capitán llegamos con un ramo de sangre,
con un fusil de lágrimas y un árbol instantáneo
de incendio y dinamita,
y en su fronda insurgente convocamos
175

legiones de la aurora,
la fauce del crepúsculo y el nido del galope.)

Tenéis razón.
Heredamos un mundo de lápida y sustento
para morir y agonizar apenas.
Con mendrugo y harapo hemos andado
esta hondonada cuya torre y estrella
y la vara para medir la dignidad mesiánica,
está en manos fariseas.
De la casa del hombre no existen paredes ni cimientos
y la furia es campana claroscuro,
metralla que nos une
como pátina o musgo militante, como licor o báculo iracundo.
entre desheredados escarlatas, con mendigos de rostro verdinegro
y jadeantes relieves trazados
por el sudor del hombre,
por el golpear del corazón del hombre en la puerta de Dios:
este aldabón labrado por réprobos de mil generaciones.

Y es ahora cuando vosotros, jóvenes del mundo, preguntáis:


“¿ha llegado la justa hora de la justicia?
¿Dios está, barbado de furores, aquí, hombro y brazo unidos
con los humillados de la tierra?
¿Se trata del espejismo, de la vulgar utilería
y la tramoya
para que el hombre yerre permanente
por las orejas del desamparo y las cuencas del hambre y la miseria?”

Porque si estamos para errar


y eres la mampostería que cubre el crimen y la adiposa
voz de la riqueza,
es hora de entregarte a las afrentas,
a la copa de maldiciones del huérfano
y a la decoración simplista de un satélite
que ronde taumaturgo el universo.

Tenéis razón. Cifras de humo y guarismos de angustia


han hecho con la carne del hombre.
Escatología ciñeron a la luz
y levantaron un hongo atrás del arco iris.
Nos dieron el cansancio que curvó a las montañas
y un licor homicida
176

y un voltaje de zarza nos hizo guerrilleros,


combatientes cuya sangre y marea
es órbita de astros,
insurgencia que asciende a los violines,
a las cuerdas del bosque, al estallido oceánico de púberes libélulas
y al bronco testamento del maderamen rojo
que cubre a nuestros muertos,
que lleva nuestros muertos al pan de cada día,
aérea barricada
o férrea guarnición de heroica ciudadela.

Estamos, con vosotros, Biznietos-de-Sandino, roquedal de París.


Estamos con vosotros, Relámpagos-de-O’Higgins, fusiles de Bolivia,
Estamos con vosotros, Herederos-del-Trueno y espada de Sarmiento.

Con vosotros estamos, Oxígeno-de-Lincoln, guerreros de la paz.


Con vosotros estamos. Oleaje-y-Barricada de Morelos y de Sucre.
Comuneros-de-Roma, estamos con vosotros
con la acción de Guevara y la voz de Fidel.

Más allá del cansancio y las fronteras


dadnos un instante de vuestra dignidad,
estudiantes y obreros en un solo combate son la espada del Cid:
obreros y estudiantes,
el futuro es la suma de Bolívar y de Marx.

Creo en la muerte de todos los poderes que limitan al hombre,


creo en la fecunda libertad.
Y en la fertilidad del hombre para procrear la libertad,
y en la libertad como destino del linaje del hombre,
y en el hombre como guerrero de la paz,
señor de su progenie
y dentadura de astros y planetas.
Y creo en el pueblo, hijo del hombre, padre del hombre,
espíritu e hijo del espíritu del hombre.
Y entrego esta heráldica reunido
al fuego y al fragor que dais al mundo,
izando itinerarios de rojas barricadas
o suma de galaxias de canto y ciudadela.

31 de julio de 1969
177

DOS DE OCTUBRE

A las seis de la tarde es hora de cadáveres, nada sino cartílago


en los dedos.
La piedra comunica, está erizada, hinchada por zarpazos de la sangre
y se torna mandíbula, burbuja de hemorragias, ávida lengua que
succiona
y los adoratorios exhiben su racimo de muertos, su ración de
holocausto
alzándose en proceso triturado
y cada noche hay vértebras, estallido de vísceras:
gelatina de sesos que hierve con asfixia y jadeo.

¿Cómo pueden los hombres vivir sin perturbarse, cruzar esta explanada
sin oír los lamentos?
¿Cómo puede la yerba fundarse en su aspereza, crecer sin ser sudario,
herida con vertiente de relámpagos rojos?
Hay cosas que existen desde entonces y no entiendo:
hablo de lo pasivo, del esfuerzo terrible de ahuyentar a los muertos;
hablo de la mordaza en la sal del océano
para romper su terquedad untada a cada muro, ceñida en los peldaños:
zurcida al edificio y a la iglesia.
Porque la luz se agrieta al mirar esta plaza
y el Sol escarba y brama obligado a embestir un catafalco
y no hay fuerza capaz de darle sepultura, ni palanca o espalda
que lo lleve a la fosa.

(Carros blindados, tanquetas del ejército patrullan Tlatelolco:


La tensión hace zumbar el aire.
Cuatro bengalas verdes abren el hocico de fusiles y
ametralladoras:
disparan sobre todo movimiento.)

El crimen no se ovilla, es iracundo, tiene extenso ramaje de


sentencias:
La sangre es inmortal y no se evade y es imposible hurtarle sus
reclamos.

Como lengua de áspid fue la señal con luces de bengala


y el cielo se trizó, se hizo añicos
178

para cientos de manos que intentan abrazar la existencia,


para cientos de ojos que absorben el espanto.

Fue combate de carne contra acero,


el sabor de la muerte revertiendo, izándose con iras y
fantasmas,
entre bostezos por beber la vida.
Fue un eructo de verdes antropófagos,
de excremento blindado y drogadictos
amamantados con asesinatos de férrea impunidad.

(Ruido de estoperoles contra el pavimento.


— ¡Estoy herido!
— ¡Déjenme salir! ¡Quiero salir!
— ¡Aquí hay un niño muerto!
Arde un edificio. La gente está de horror despavorida:
Tlatelolco es madeja de lamentos: tejido de estertores.)

Piedra de sacrificios colectiva, cadalso ingente de la muerte


anónima que yergue su invisible monumento.
Pisar es hundirse en los despojos, en el harapo y musgo de los
sesos.
Centímetro a centímetro interrogo el rostro de la angustia.
el último resquicio de esperanza que cayó cercenado.

(El fuego se propaga y el saqueo.


Hay descarga expansiva: falanges de colmillo y bayonetas.)

¿Dónde quedó del trueno su redoble? ¿Dónde la carne


humeante y sus despojos?
¿De qué mar se incorporan estos muertos
con un quejido de diluvio humano?
Dos de octubre de trampa a quemarropa
e irrupción de simiescos guantes blancos.

No soy cuando me cercan estos muertos: no hablo porque


buscan expresarse.
Transcurro por los hornos crematorios
y la salobre sábana marina;
camino por el túnel de la muerte deletreando su áspera
epidermis,
el duelo familiar, la casa viuda,
el espesor del hombre que reúne las sílabas del llanto.
179

(Sin sirenas ni luces treinta ambulancias entran y salen del


Campo Militar Número Uno:
Se ignora a dónde van, de qué salen cargadas,
pero en los cristales traseros se ven zapatos oscilar:
zapatos en los que se inicia la muerte.)

¿Este muro de sangre dará asilo a la vida, segará el vendaval de


indiferencia?
Yo soy sobreviviente de estos muertos
y por mi lengua quieren levantarse, asirse a los peldaños del
oxígeno.
Es terrible un pueblo que no entiende dónde están ni quiénes
son sus héroes.
Es mortal si con silencio colabora al crimen del espíritu y la
sangre
y más aún si ignora los cadáveres y los befa y los niega con
escarnio.
La escalinata avanza y se transforma en ola y barricada,
contagia el corazón con su argamasa: habla idioma de horror
cristalizado.

Aquí de la escultura anticipada, del vagido espontáneo de la


flama, somos testigos.
Están en catarata de silencio erguidos y expectantes:
la muerte los fundió en un estruendo.
Todos los huesos en un largo friso
y estaremos proscritos
mientras no alcemos allí los corazones
que ahoguen la injusticia.

Yo enarbolo en el bronce la hosca jerarquía de un tiempo


degollado,
enfrento al exterminio un coro de águilas,
porque hay otra vida en vuestra muerte y no hay descanso
mientras se levanta
el mundo a la estatura de los héroes.
180

SIEMPRE OCTUBRE

Filadelfo Figueroa

Amanece bajo la lluvia


La jornada en los barrotes
Separados por 7 centímetros
Anochece bajo el sudor
Del obrero, del campesino
En la fosa de tres metros
Y a cualquier hora
Se siente que es octubre
Se repite el dos de octubre del 68
181

“Tres Culturas 2”, Apunte por Melecio Galván, 1968


182
183

TIEMPO REPETIDO

Por Edmundo Font López

Tiempo repetido,
te conozco;
de oírte
de leerte,
de sentir con rabia ajena
tu herencia de lamentos,
tu acumular las penas
en el único lugar común
de la desgracia.

Juan Matías?... Presente.


Rubén González?... lo mataron,
maestra.
Lo mataron,
se le murió su muerte
de repente sorprendida,
se fueron los dos, su muerte y él,
muy sorprendidos,
algo falló cronológicamente,
niño
joven-sin luego.
Se le rompieron los veinte años,
los veintiuno, de cuajo;
y el olvido nos correteó
toda esa tarde
por su calle sin salida
de paredes altas.

Seca tarde
lluvia amarga
lluvia rojo
Me arden los ojos y los labios
y el aire suena reiterativo,
quejumbroso.
Suena a altoparlante,
a grito abierto,
a garganta inocente, esperanzada.
A mentadas de madre, impotentes.
A furia
y a coraje
y a recuerdo.
184

2 DE OCTUBRE EN UN DEPARTAMENTO
DEL EDIFICIO CHIHUAHUA

Por Isabel Fraire

Piel rota orilla incierta de la piel rota


carne como la carne que le doy al gato
la sangre rezuma y chorrea en goteras
se ve el hueso

ancho y profundo el boquete como plato sopero


alto en el muslo el tazón de carne cruda y sangre
cuerpo tendido en el piso en cuatro dedos de agua
“No es nada.”
“¡Cómo que nada!
¿Te duele?”

“Nada, un rozón.”
Las balas atraviesan vidrios atraviesan puertas se
entierran en paredes
“¡Cuidado señora!” (tiene un niño en brazos) “Métase
al baño, ahí está más segura.”
Los estampidos retumbando arrecian
“Agáchense.” “Hasta abajo.” “No se asomen, por
Dios.”

“¿Cómo te sientes?”
“No es nada.”
(La señora con su niño en brazos gritando) “¿Por
qué siguen, por qué siguen tirando?
Dios mío, Santa Virgen, que paren, ya no sigan...”
“Otra vez.”

“Agáchense.” “Baje la cabeza.” “Dame la mano”,


como mala película que no termina nunca.

Diez días después los periódicos no hablan más que


de Olimpíada.

No fue nada, un rozón.


185

LA NUEVA REVOLUCIÓN

Por Francisco Gallego

Ayer pinté en un muro de la escuela:


“…y la voz, maravillosamente libre,
que un dos de octubre el enemigo
intentó callar con tableteos,
hoy es amordazada por nosotros…”
Por qué... ¡Carajo!, aquí nadie se mueve;
nos mató la expansiva,
sorda,
desconfianza en las masas.

Escribo sobre un muro,


me indigno,
me levanto contra la dictadura;
maldigo a los inmóviles
porque soy de este mundo,
de estas cosas que son y romperemos;
porque si alguien no lucha es
—hoy, sesenta y nueve—,
un poco asesino de sus propios hermanos.

Después... salí a la calle


y en Guerrero, Morelos y Chihuahua
el ejército se defendía inútilmente
y los de Ayotla se apoderaron de la fábrica,
y los adolescentes se pusieron nuevamente en pie;
y a pesar de los quince delitos
y veintitantos años de condena
los presos nos dijeron ¡Adelante!,
y etcétera, etcétera, etcétera.

Hoy, pinto en una barda:


“La hora,
el día,
mi país
es un gran horno,
no se ve más que luz.”

Julio 1969. Año I de la Nueva Revolución


186

CASCO DE SANTO TOMÁS

Casco de Santo Tomás...


¡Continente de la ciencia!
No quisiera recordar
¡Refugio de la cultura!
Pero hay tragedia en tu historia
¡Templo de los estudiantes!
Tragedia que se sortea entre el amor y la gloria.
Historia del estudiante.
Historia del Proletario.
¡Mañana lluevan mañanas, hoy llueven revoluciones!
La sangre escurre en la tarde; la tarde escurre en la sangre.
¡Piedra contra metralla!
Serpenteante silueta.
¡Botella contra cañón!
Soldadesca aquelarre.
¡Suspiro contra granada!
Mancillado el rocío.
Y la moral por bandera.
Casco de Santo Tomás...
¡Continente de la ciencia!
¡Refugio de la cultura!
¡Templo de los estudiantes!
No quisiera recordar,
¡pero hay tragedia en tu historia!

Cárcel de Lecumberri, 1968


187

CANTARES DE LA DICHA NEGRA


(Fragmento)

Por Orlando Guillén

A Fati

II

Señores:
este es el poema de la dicha negra.
Lo escribo
el cinco de noviembre de 1968,
ciudad de México,
capital de muertes grandes.
Desde hoy,
garganta para mi grito
y rincón donde se hincha
la rata enteca del odio.

III

Me hirieron la soledad,
me hirieron la compañía,
y donde quiera que voy
me van hiriendo la voz,
me vigilan la saliva,
me enfurecen el tamaño de la furia
y me han dejado el recuerdo lisiado
desde el dos de octubre.
Todos los dedos me dicen
las palabras de los muertos nuevos.

IV

Aquí sólo se es poeta a pesar de la palabra.

Abril 2 de 1972
188

EN MEMORIA

Por Cristina Gómez

Hoy amaneció el cielo


2 de octubre
como nuestro recuerdo

el odio y el amor
corren por el asfalto
como en aquella plaza

Hoy amaneció siendo


las 5:30 de la tarde
como nuestro recuerdo

el amor ha crecido por años


en cada rebeldía
en cada obrero en lucha

Hoy amaneció así


año sesenta y ocho
como nuestro recuerdo

el odio se convierte
en guerrilla
huelga en la fábrica

Hoy amaneció siendo


2 de octubre 5:30 p. m. año 68
como nuestro amor y nuestro odio

Tomaremos la calle
Como de julio a octubre
Con la esperanza a cuestas

No puede tanta sangre


lavarse con el tiempo
ni perder su sentido

No podrá el asesino
seguir en el silencio
alimentando el miedo
189

“Reprimidos”, dibujo por Alfonso Pérez Soriano


190
191

MORATORIO CHICANO

Por Linda González

Fue 1970, el año del Moratorio Chicano


el año en que yo cumplí 12

Había revolución en el aire


cada vez que respiraba
me dejaba el aire más y más inquieta
llena de deseos de estar
marchando por la calle Whittier
contra la guerra en Asia
contra las guerras en los Barrios de los Ángeles

En la primavera
mis pechos florecieron
una mujer enfrente del espejo
las armas florecieron en las selvas

La sangre que da la vida


un derrame de mi cuerpo
la sangre de los muertos
un derrame de los ríos de Vietnam

Tantos murieron
mataron sin saber quiénes fueron los enemigos
los enemigos enmascarados
en su propio país

Lágrimas pesarosas goteaban


agobiando la tierra
brazos en puños
se levantaron fuertes y firmes
contra la guerra en Asia
contra las guerras en los Barrios de los Ángeles
192

EL DILUVIO

Por Enrique González Rojo

El diluvio se inició hacia la madrugada.


Los primeros indicios de la aurora nacieron anegados.
El agua tuvo la pretensión de sustituir a la
atmósfera. En las fosas nasales empezaron a germinar
florecillas silvestres. Entre el palo mayor y el ancla,
el viejo dio los últimos retoques a su temeridad.
Y con su voz de bajo bíblico
conminó a todos los seres a penetrar en parejas a su
arca. Entraron el día y la noche. La izquierda y la derecha.
El arriba y el abajo. Tú y yo.
El y ella.
Nosotros y ustedes.
Ellos y ellas.

Nuestro hombre
logró salvar del diluvio la dialéctica.

EDUCACIÓN

Hijo mío que yaces


en la cuna: quiero
hablar con tus
manos.
Desearía
que se valieran ellas por sí
mismas desde la tierna edad
de los dos puños.

HERMANOS, HERMANAS

Aquí, con mis hermanos,


vivo el enjambre del nosotros,
fraternal,
macizo,
más dulce que la miel,
193

el orgasmo amarillo de la lengua.


Aquí, con mis hermanas
recluto este revólver
a la línea política
de alguno de mis odios primordiales,
de alguna de las rabias
que producen cataclismos en mis órganos internos
y le siembran tumores a mi espíritu.
Aquí, con mis hermanos.
Aquí, con mis hermanas,
el puño es una sílaba
de la frase filial indispensable
para gritar al fin el terremoto,
la libre asociación de los añicos.

UNA MALA PALABRA

Amanecí
con una mala palabra en la punta de la lengua.
Era un pequeño mitin de saliva
rabiosa. Una jauría
de gérmenes que muerden los talones
de sus propias mandíbulas.
La grabación de un rechinar de dientes.
Un pasarse la noche
más oscura del alma
con el furor de una vela.
El más feroz estado de ánimo de mi puño.
En verdad un bellísimo vocablo:
la canonización de una blasfemia.
Me arrojé hacia el olvido, hacia la pluma.
Reuní rápidamente en el espacio
de esta hoja, montañas, ríos, prados, la veleidosidad
de los colores que busca mi alfiler coleccionista,
la cabra montaraz que es en la roca la flor del equilibrio;
el abejorro que le permite rechinar al cielo.

Pero sentí de pronto que debía


sacudir la cabeza
y desenmarañarme las neuronas,
194

mover la cabeza y lengua


hasta que la palabra
resbaló a estos renglones
como si el “rompan filas” de la muerte
diera en el centro mismo de un espejo.
Y al caer en el cosmos del poema,
en su fina estructura de reloj emotivo,
esta dura palabra
con la cual desperté,
vuelve un entrenamiento guerrillero
lo que intentaba ser un día de campo.

TRAS LAS REJAS

Este poema estuvo en Lecumberri, si lo ven contrahecho


y tembloroso, si no sabe guardar la compostura
y si al hablar escupe, escupe sangre, les pido por favor que lo perdonen.
Se trata de un poema torturado.

NUESTRA LENGUA

Los verbos rompen en astillas la quietud.


Hacen que el inválido (aquel
que perdió
por un agujero de la bolsa
todo el polvo del camino)
arroje las muletas,
brinde sus primeros auxilios al sendero fracturado
y haga un viaje de ida y vuelta al horizonte.
Son combustibles de la frase.
Veleidades de la piedra.
Ruedas que convierten a los pronombres sedentarios
en carruajes,
bicicletas
o automóviles.
A decir verdad, ustedes nunca podrán con nosotros
porque tienen averiados los verbos.
Porque saben de Ulises solamente la historia de su muerte.
Porque nosotros hemos encontrado
entre Bakunin y Marx
195

el eslabón perdido.
Y su novedad la vamos a soltar
a los cuatro, ocho, dieciséis vientos.
Y sépanlo de una vez para siempre:
este aliento,
amasijo de todas las palabras,
no dará nunca, nunca, nunca
nuestra lengua
a torcer.

EL QUÍNTUPLE BALAR DE MIS SENTIDOS

(XXVIII)

Va de pasión en fondo por las calles


alineada la masa. Pasa en ellas
su tráfico iracundo. Cada gente
hace un mínimo cráneo con su mano
para poner en él
su incipiente conciencia proletaria.
Avanza cada frente con su breve pancarta de coraje.
Aunque en medio del río
pretendo ser la gota que conserva
la conciencia de sí,
me uno al coro de voces que da forma
a ese cauto que luce finalmente
borradas las fronteras de los himnos
nacionales. Los gritos y las porras
nos hablan de una isla,
de un territorio libre en la esperanza,
de un descubrir aquí en el Nuevo Mundo
de nuevo el Nuevo Mundo.
En medio de esta turba
donde un furioso verso es cada hilera,
cada grupo una estrofa,
la manifestación una poesía
de Neruda, Hikmet o Maiakovski
que ha ganado la calle,
me pongo a recordar, y se me viene
a la memoria el tren, el tren de carga
–atestado de espíritu rebelde–
196

de manifestaciones ferroviarias
que le daban al zócalo el carácter
de estación terminal. Y se me vienen
al recuerdo la masa
de estudiantes, maestros, que soñaban
que una bandera roja,
con audacia alpinista,
sobre la Catedral se enseñoreara.
Y se me viene aquí, justo a la angustia,
la célula con Pepe, con Eduardo,
el breve caracol en el que pude
sintonizar un día
el rumor del Mar Rojo que se acerca.
Y entonces se me viene
todo el sesenta y ocho a la cabeza.
La manifestación hecha en silencio,
en que sólo podían descubrirse
los puños en voz alta.
La manifestación que se diría
guardaba ya minutos de silencio
por las futuras victimas. Recuerdo
Tlatelolco. Recuerdo
mis amigos y alumnos y recuerdo
el permanente mitin de sus tumbas.
Y en medio del recuerdo caigo en cuenta
que quizá a la vuelta de la esquina
puede encontrarse el monstruo,
el monstruo lacrimógeno, la fiesta
de las balas del monstruo. Pobre México
invadido de Díaz y de Díaz,
presa de hordas de Díaz. Pobre México.
En tu bandera luce
un monstruo devorando una serpiente.
197

SOL DE OCTUBRE

Por Alfredo Gutiérrez y Falcón

El fango pesa.
Pesa mucho el fango sobre las flores,
sobre las flores heridas con las botas.
Pero… esto no es nada, no tiene importancia,
¡Adelante, no te detengas!

Tlatelolco fue testigo


de la muerte de los soles:
sol de aire, sol de tierra, sol de agua,
sol de fuego, quinto sol...
Su dolor no puede ser más grande
ahora con una luz de atardecida fiesta,
en cuya transparencia verde
lució el aplauso de los dioses
para premiar a sus actores.

El ritmo era relojero,


precisos los disparos
y el ataque sin piedad exigía más aplausos,
más hojas laudatorias
y paraísos fantásticos
para ese nazismo hecho teatro.

Pero… ¿Ésto qué?


Si hubiera pasado, si ya no fuera,
entonces… los muros, el aire y la historia,
estarían tristes
por la ausencia del compás
para las botas y los tanques.

II

Amigo mío:

Mi capacidad no rinde lo que tú quisieras.


Esta es la razón de mi empeño
en asegurar que no he visto pasar algo diferente.
198

Lo que ocurre es lo mismo,


se repite como el tintineo de las registradoras
o como el golpe del reloj.

Si hubiera cambiado el ritmo de la danza,


los voceros oficiales lo estarían difundiendo;
la gran prensa estaría de plácemes;
pero no, todo es lo mismo:
la misma agua de odio,
el mismo veneno en los besos y en los panes.
Lumbre de bala, lodo sin agua, escarnio y estiércol…
Todo igual.

La misma pantomima, el mismo teatro de forma,


los mismos prisioneros, los mismos difamadores,
la misma miseria.
Los mismos jilgueros
halagando los tímpanos apoltronados.

Mientras estuve soñando


pudo ocurrir la masacre.
Mas… yo no tengo la culpa de ignorarlo.
Tampoco soy culpable de que me preguntes
y de que estés perdido.
Confieso que soñé lo que escribo
para darte a conocer
el ábaco de los jerarcas
y la regla para calcular mis sueños.

III

No, no es aquí,
puede ser en la casa de enfrente.
Aquí los cerrojos están en las mismas bocas
y las manos obedecen las mismas consignas,
y el cerebro lo mueven las manos,
porque el corazón es de acero
y los músculos también obedecen.

No, no es en esta casa.


Si aquí fuera, nuestros jerarcas
ya hubieran intervenido.
Nosotros vivimos en un paraíso
199

cuyo termómetro
controlan nuestros dignos burgueses.
No, aquí no es.
No nos vengan a importunar.
Cuando algo ocurra
lo comunicaremos. Así que… ¡Chao!

IV

Pero jóvenes, mis almas jóvenes:


¿Por qué se empeñan en mentirle al tiempo?
Aquí no ha ocurrido nada.
Nada anormal, desde luego.
¿Pretenden hacerse viejos,
biliosos, desadaptados... ?
Observen desde la altura:
todo igual, nada pasa, nada ha pasado.
Apenas si proyectan cambiar nombre
al delito de disolución social.
Fíjense bien:
La ciudad se mira de un solo techo.

Si hubiera pasado algo,


hoy mismo nos estuviera atosigando la incredulidad
con miles de cárceles abiertas,
bocas sin hambre, empleados respetuosos
y eficientes servicios públicos...

Pero no; todo es igual... igual... igual...


La atmósfera sigue presionando a la impotencia;
las lenguas de los fusiles
bruñen y rebruñen el aire;
las consignas hacen ritornelos
y las palabras no deben ser expresivas.

Sienten, prueban y oyen los cerrojos,


aquellos que quieren decir algo.
Lo único permisible es hablar,
Hablar en voz baja y hablar aunque no se diga nada.
Nada de nada,
porque todo es igual... igual… igual.
200

El único timbre autorizado


es de pólvora, estroncio y toxinas,
es el único que siembra y resiembra rosas rojas y negras,
en los campos inermes y confiados;
es el único que sembrando sangre
logra que reverdezca Huitzilopochtli.

VI

Si algo hubiera ocurrido,


truenos y relámpagos lo estarían gritando
los corridos y tarimas,
los huapangos y los sones,
estuvieran saltando en las gargantas.
Estarían felices porque Goyo Cárdenas y Kaplan,
son dignos representantes de los superhombres;
que la señora del Ministro
dirige la Fundación Exterminio
encargada de ejecutar la operación ébano;
que las prostitutas (las decentes, por supuesto)
fueran regenteadoras de los servicios públicos;
que los banqueros pudieran instituirse
“hermanos de la caridad”
dispuestos a racionar también
el aire y el agua,
entre las grandes masas
envenenadoras del ambiente
con suspiros estúpidos y lágrimas cocodrilences;
que los prestanombres fueran designados
hijos predilectos de nuestro paraíso.
Pero por ahora, no ha pasado nada.
Todo es igual... igual... igual.
Si algo hubiera ocurrido,
truenos y relámpagos lo estarían gritando
los corridos y los sones,
estuvieran saltando de gusto en las gargantas.
201

Portada del libro Yo Acuso de Leopoldo Ayala, por José


Hernández Delgadillo
202
203

¡PUEDES VERLOS!

Por Angélica Guzmán

Callad, callemos por un instante,


sólo por un minuto
para que escuches claramente
las voces que se levantan
de la tierra a la conciencia,
las mismas que cascabelean por la plaza
cuyos ecos de consignas
grabadas en las piedras,
retumban en los muros testigos
y en el viento de pólvora y fuego.

Callad, que ante la mirada infinita de cientos


su brillo refleja la vida de miles.

Callemos sólo para darnos valor


y no llorar
para que después de este silencio
nos llueva la blasfemia.

Detengamos los sesenta segundos


para hablar con nuestros hermanos.

¿Los puedes ver?


su rostro es tibio,
sus labios dulces,
hay en sus cuerpos
flores y laureles,
en una mano abrazan un caracol
llamando a los hermanos,
en la otra hay un hacha, un rifle, un amor.

Así son, como viento y como plomo;


así, hacen su ronda de la plaza a la sierra,
del edificio a la escuela,
de las escalinatas a la fábrica,
de la iglesia a las chozas,
de las ruinas a las marchas.
204

Son eternos soldados guardianes,


su sangre los ha vestido
del rojo igual
rojo estrella
¿Puedes tocarlos?
ellos extienden los brazos
y te abrigan en el deseo eterno.
Ellos acarician tus ojos
y los dotan del milagro del pueblo,
ellos tocan tus instintos
y los echan a volar alcanzando el puño,
ellos besan tus lágrimas
y las convierten en acero puro.

No hables;
que aún faltan instantes que ya no son muchos
para gritar
con las almas que rondan
por la patria sumergida,
para tomar su mano y marchar a su diestra,
para desenterrar los rencores,
para afilar las garras,
para tomar las esperanzas
y lanzarlas por los vientos.

No hables;
que hoy es tiempo de unificar las ansias.

No puedes defraudarlos
ellos te han anotado en el libro de la historia;
ellos, camarada,
han convertido el octubre en rabia,
en brazos y en otoño semilla.

Ellos te han mostrado sus neuronas,


sus voces, sus consignas;
han dejado junto a tu puerta
un millar de volantes llamando a la lucha.

No tienes alternativa,
compañero, compañeros;
2 de Octubre no se olvida.
205

TLATELOLCO 6 PM

Por Filemón Hernández

¿De qué vida mutilada,


de qué espejo roto para siempre
están hechas las calles?

¿Quién dicta el paso veloz,


la mirada que huye?
¿Quién lanzó la primera piedra
en el despeñadero insustancial de la muerte?
¿De qué quijada está hecho el odio?
¿Cómo puede un hombre ver a una muchacha
a través de la mirilla del fusil?
¿Cómo puede una bota aplastar impunemente
la gracia adolescente de una falda?
¿Por qué tocar la puerta de la infancia
a bazucazos?

¿Por qué convertir la memoria en la fosa común


de la ignominia?
206

DOS DE OCTUBRE

Juan Manuel Hernández

La vieja infancia de sonajas agoniza


En el vientre de esta ciudad de miedo
Donde el aire y la rosa y la estrella
Y la mirada comulgan con el odio y la espera.

Porque la sangre hierve en las arterias


Y la sombra, nuestra sencilla sombra
Es un niño asesinado entre la niebla
Por la bayoneta de una estrella.

Las cabelleras juveniles


Aptas para cobijar sueños de victoria
Caen en Tlatelolco salpicando la piel
De la historia, mientras los simios genocidas
Diaz-ordaz-corona-echeverría-los sin madre
Fornican sudor de prostituta
En la entraña premeditadamente envilecida
De sus bestias gemelas.

Ahora nuestro canto está desnudo


Como una catedral donde el bombardeo
Como una lágrima coagulada en el asfalto
Como un Dios creándose a sí mismo
Ahora sabemos
Que nuestras manos rojas de octubre
No limpiarán el viento
La sonrisa morena de los hijos nuestros
Porque declaramos nuestro ocio
A la noche con un sol de metralleta.
207

NUEVE AÑOS DESPUÉS

Por David Huerta

Yo aparecí en la sangre de octubre, mis manos


estaban fúnebres de silencio y tenía los ojos
atados a una espesa oscuridad.

Si hablaba, mi voz me sonaba como una materia


desalojada, mis huesos estaban empapados de frío,
mis piernas fluían con el tiempo, moviéndose hacia
afuera de la plaza,
en una dirección extraña y sin sentido: de renacimiento,
llevándome a los espejos y las calles desordenadas.

La ciudad estaba arrasada por el silencio,


cortada como un cuarzo, tajos de luz diagonal daban
sus raciones apretadas
a las esquinas, los cuerpos estaban callados y
aplastados contra su vida,
pero había otros cuerpos también, pero había otros
cuerpos también.

Hablo con mi sangre entera y con mis recuerdos


individuales y estoy vivo.

Yo me pregunto: ¿cómo tenemos los ojos, las manos,


el cerebro y los huesos
después de que salí de la plaza? Todo es denso, voluminoso, y fluye,
fluye desde que salí de la plaza.
El aire me decía que todo estaba quieto, esperando.

Yo me moví hacia afuera de la plaza, mi boca estaba


quemada por los recuerdos,
y mi sangre estaba fresca y luciente como un anillo
continuo en el interior de mi cuerpo absoluta-
mente vivo. Pues me movía hacia fuera de la
plaza, entero y respirando.

Respiraba imágenes y desde entonces todas esas


imágenes me visitan en sueños,
rompiéndolo todo, como caballos delirantes.
208

Estaba en el amasijo del día el espejo de la muerte.


Y una palabra de mi vivir colgaba de un borde
infinito.

Yo no quisiera hablar del tamaño de aquella tarde,


no poner aquí adverbios, gritar o lamentarme.

Pero quisiera, sí, que se viera toda una quemadura


de cólera manchando el espejo de la muerte.

¿Dónde podría poner mi vivir, mis palabras


sino ahí, nueve años después, en esa cólera fría,
en ese animal de ira que se despierta a veces para
esmaltar mi sueño
con su aliento sanguinario?

Toda mi sangre circula por mi vivir, entera, incuestionable.


Pero entonces oí cómo se detenía, amarrada
a mi respiración, y golpeando, con el sordo llamado
de su inmovilidad, golpeando mis voces interiores,
mis gestos de vivo humano, el amor que he podido dar y la
muerte que mismamente entregaré.

Luego vino el miedo a mis ojos para cubrirlos con


sus dedos helados.
Todo el silencio de mi cuerpo abría sus alvéolos
frente a los cuerpos arrasados, escupidos hacia la
muerte por el ardor de la metralla:
esos cuerpos brillando, sanguíneos y recortados contra
la desmenuzada luz de la tarde,
otros cuerpos diferentes del mío y más diferentes aún,
porque habían sido extirpados a la vida humana por
un tajo enorme,
por una vertiginosa ferocidad, por manos de una
fuerza doliente que se lanzaba, aullando,
contra esos cuerpos más tenues ya que la tarde y más
y más brillantes, en mi sueño de todavía
vivo ser humano.

Es verdad que escuché la metralla y ahora esto escribo,


y es verdad que mi sangre fluye de nuevo y todavía
sueño con una especie de muerta duda, y veo a
209

veces mi cuerpo desnudo como un espacioso


alimento para la boca devoradora del amor.
¿Dónde estuvieron las ataduras de mi vivir,
mis espejos y mis días, cuando sobrevino la tarde en
la plaza?
Si tomo un pedazo, una brizna de mi cuerpo para
ponerla contra el recuerdo de esa tarde en esa
plaza, retrocedo asustado a mi vida como, si me
hubieran golpeado en la boca
los dedos levísimos de cientos de fantasmas.

Hablo de estos recuerdos inmensos porque tenía que


hacerlo alguna vez, así o de otra manera.

Yo salía de la plaza con un vivo estupor en la boca


y los ojos y sentía mi saliva y mi sangre, vivo aún
era una noche fresca, dada al tiempo.
Pero en las calles, en las esquinas, en las habitaciones,
había cuerpos aplastados y sellados contra
su vida por un miedo gigantesco y amargo.

Un anillo de miedo estaba cerrándose sobre la ciudad.


Como un sueño extraño que no cesaba y que no
conducía ningún despertar.

Era el espejo de muerte lo que sobrevenía.


Pero la muerte había ya pasado con sus armaduras
y sus instrumentos
por todos los rincones, por todo el aire abolido de
la plaza.
Era el espejo de la muerte con sus reflejos de miedo
lo que nos daba sombra en una ciudad que era
esta ciudad.

Y en la calle era posible ver como una mano se


cerraba,
cómo sobrevenía un parpadeo, cómo se deslizaban
los pies, con un silencio espeso,
buscando una salida,
pero salida no había: solamente había
una puerta enorme y abierta sobre los reinos del
miedo.

Octubre de 1977
210

ESA MADRUGADA…

Por María Teresa Irazaba

Esa madrugada
el sonido de la ambulancia
fue detenido por los soldados

La navaja de un bisturí cortó


mi amarre umbilical
del vientre de mi madre

Mientras
cientos de metrallas
dispararon
y abrieron otras carnes

A la tierra arrojaron sus cuerpos


una fosa clandestina
es su nuevo vientre

A mí me dieron un nombre
a ellos les borraron la vida

Sus madres palpitaron


con el vientre hueco
los soldados las obligaron
a quedarse mudas

II

Sólo mi madre recuerda


la masacre de Tlatelolco

Para ella su lucha


es tener una familia

Una casa con las ventanas abiertas


para que entre el Sol
la ropa dulcemente alineada
para un padre ausente
211

La cocina es su compañera
y enciende todavía sus luces
para alumbrar
a sus muertos

En mi casa con serpentinas


y confeti de colores
se festeja mi cumpleaños
Para ocultar nuestra soledad
nos colocamos un antifaz
sonreímos un rato a las visitas
y cerramos la puerta

Mi padre con nostalgia recuerda


la antorcha olímpica del 68
nunca habla de los jóvenes masacrados
ese dos de octubre

A mí me rebautizaron diciéndome
que no fui asesinada
pero siempre me pregunto
si ese día
no dispararon en mí
alguna lenta puerta
212

YA NO MÁS VUELTAS

Por Carlos Jiménez R.

Ya no más vueltas
a la rueca del tiempo
Veinte años son muchos
y quinientos demasiado
De Tenochtitlan a las Tres Culturas
sólo caudal de ultrajes y matanza
Ya basta de silencios y de acecho:
la memoria enardecida
no tolera más el horizonte funesto
en los senderos de la patria
Basta de vanas cosechas
y del afán eternamente traicionado
Fin a las huelgas desahuciadas
y a las horas de minutos consumidos
Compañeros de la huella en la memoria:
no más banderas desteñidas por la espera
¡Que abandone el acero su vaina de polvo
anunciando al mundo nuestras voces!
Cada hombre una voluntad alerta
y poderosa cada mujer otra ira
¡Que se escuche el grito disonante
del alba redimida para siempre!
¡Que desborde el sueño su utopía
más allá del margen de vigilia
y avance desde el epicentro de la furia
hasta conseguir lo imposible!

1988
213

2 DE OCTUBRE *

Por Ethel Krauze

Los he visto
en las noches,
en las fiestas,
fantasmas en el vino
y la risa
de los amigos:

Buscando el amanecer,
y el amanecer no era.

Se quedaron muriendo:

Buscaban su hermoso cuerpo


y encontraron sangre abierta.

Se quedaron muriendo.
No volvieron.
Se quedaron helados
en la esquina
de las balas:
muchedumbre de abejas en picada,
abejorros de plomo
plumas negras
negras alas cayendo
en la tarde del viernes,
en la plaza,
en el ruedo sin toros,
sin olés,
sin golondrinas.
Se quedaron muriendo
en Tlatelolco.
Festín de banderillas:
sólo ellas vinieron ese día
a picarles el lomo,
la cabeza,
a cortarles la oreja,
a montarlos en hombros.
Banderillas, banderolas:
bayonetas.
214

Ya vienen cayendo
esas punzantes mariposas:
diamantina de acero,
alfileres dormidos
voladores,
cuchillitos roedores,
ladradoras avispas.
¡Qué deslumbrante espectáculo!
¡Qué tremendo con los últimos humos de la pólvora!
Los veo, ahora,
cuando alguien ha cumplido diecisiete años.
Y ellos siguen
abrazándose al aire
con el grito en las manos,
buscando, todavía,
amanecer el 3.
Llegar siquiera al final
de ese octubre:

Era mes de canciones


y lunas
antes de Tlatelolco.

También los veo morir


en los que no murieron.
En los que se rindieron
a la yerba, o al trago,
a la demencia,
al burócrata,
al dólar,
al bastardo,
a la niebla.

Los veo en los señores


de traje y corbata,
en los traidores:
los que cumplen cuarenta,
los que pagan la cuenta
con tarjeta, con su firma:
los del miedo.
Los del déme la carta,
caballero.
Licenciado ¿al ajillo?
215

¿a la mostaza?
¿al curry suculento,
o el chateaubriand desea?
¡El poeta con papas,
para dos
y bien asado,
con su salsa bernesa!

Los he visto rondar


en los pasillos,
en las salas de espera,
a la hora de las tortas
y en el tedio.
En los que piden permiso
y compermiso
y cómo no.
En los que cuidan la entrada
y las espaldas;
en las bocas cerradas.

Sí señor, señor,
lo que el señor ordene.
¿Quién mató a mis hermanos?
¿Quién les puso esa trampa,
esa trompa de fuego
en la sien y en el cuello?
¡Lo que diga el señor!
¿Qué no está en el memorándum?
No,
su sangre no viene cantando:
es un chorro de espinas
en el sueño,
un espasmo de soles sofocados.
¡Siete copias, y un recado,
y un testigo,
y el cuerpo del delito!

No se cerraron sus ojos


ante los cuernos de hierro.

Cerraremos el archivo.

Levantaron la cabeza.
216

No hay pruebas por el momento.

La miel de su inteligencia,

hasta que diga el señor

hasta que amanezca.

Pero el señor aún no ha dicho.


Nadie dice. No.
Nadie dice los traigo atragantados
en la copa
en la ropa
en los zapatos.
Nadie dice.
Pero se metieron por la fuerza
en los renglones,
se acodaron en la mesa,
me preguntaron
cómo estuvo todo.

* García Lorca y Florit son mis padrinos, E. K.


217

“Pretorio”, dibujo por Melecio Galván


218
219

EL CAOS O RESTOS, TEMBLORES, IRAS

Por Jaime Labastida

EL BELFO al aire me despierto,


salvaje casi,
animal perfectamente,
jaime labastida,
una bestia con honda de palabras,
amoroso habitante de un solo largo sueño:
el de la luz que lenta avanza.

Y llego a la feria, al vértigo de luces:


girasoles lunares en la arena,
los gritos del payaso
y el audaz movimiento del acróbata:
caravana y rodilla hacia los palcos,
escupitajo suave a galerías,
tal es el gratis demagogo
desde el púlpito en sombra de sus venas.
Feria que hace costumbre
el vómito de incienso a los tiranos
y el tósigo infernal del padrenuestro,
que disfraza la alegría
con sonámbulo talco y en la que todos
dicen sí con un palaciego señor mío
en la ronda de cuerpos empujados.

Pero en este remolino sin vértebra posible


un remoto zopilote vuela sobre vivos.

¿QUIÉN está vivo? A disparos


preguntan: ¿quién vive?

Un apenas pañuelo nos despide de todos.


El eco ya se instala y se disuelve
en polvo, el aire, en densidad
la llama, en revolución la espera.
220

¿Qué se responde? Sólo el suplicio


se ha instalado en la plaza
y de la tarde apunta
un alba de balazos. La luz lenta
disgrega sus destellos tiernos.
Sólo está vivo un perro muerto
y más allá de sus ladridos,
más acá de las voces cortesanas
y del trigo que nace en panes sin aroma,
mi pueblo sale
desde un terrible estuario de silencios.
Y se incorpora. Y golpea. Y responde
a la pregunta afirmándose en el odio.

¿Sólo está vivo un perro muerto? La verdad


es que hieden la orden de impureza
y el general condecorado, hiede
la patria y la pistola hiede,
hieden las sangres y las botas hieden;
hedor la mano y más hedor la pluma
que apenas si se atreve
a describir pavores. Hieden
los tanques y las bombas hieden.
Es un hedor esa bengala que desciende
a iluminar la víctima y su azoro.
Es un hedor el grito,
y es un hedor el crimen
y es un hedor a muerte
el que se siente al ver
el pleito de cadáveres hambrientos
en busca, sí, de hilachas
y de huesos y que aún maceran
los restos de gemidos tiernos.

Y las balas a ras de tierra merodean


en busca de muchachas para alojar
en la plaza la gangrena.
No se entiende qué pasa, qué
pasa, quién grita, quién dispara,
quién vive. Ya el silencio se instala
como un hondo pozo moribundo
que se abriera desde la garganta.
Y se palpa una herida. Y se siente
221

un temblor. La plaza
es una ciénaga, la lámpara enmudece.

PUES TODO tiembla y todo se deshace.


Todo cambia y todo se construye. Temblor
el párpado y temblor el hierro;
temblor la espada y tempestad la forma.
Huracán la cuchara y un temblor el cráneo.
El pensamiento mismo tiembla, lloroso,
ante el espejo. El mar se pudre
la conciencia acecha. Apenas unos astros
que caen y en su temblor arrastran
planetas macerados. Pues todo
tiembla y todo se edifica. Temblor
la piedra y más temblor la vida.

Un día, por ello, el viento


cobrará la solidez de los metales,
la ruina levantará piedra
a piedra su esqueleto, el pensamiento
se armará hasta hacer del pueblo
catapulta, pues todo cambia
y todo se edifica. Todo se alza
y todo permanece. Viene la sangre
y la mirada queda. Queda un disparo
y unos niños quedan. Queda la plaza
luminosa y pura. Vienen los muertos
y sus nombres quedan. Queda un recuerdo
y un temblor combate. Viene la lucha
y los tambores quedan. Vienen caballos
y estudiantes vienen. Quedan obreros,
campesinos quedan. Pues ya
con nombre de cuchillos
se bautizan la cólera y el alba.

Nada es entonces vano.


222

LA SANGRE DEL CREPÚSCULO

José Landa

Cuando volvemos la vista al pasado lo primero que


vemos es ruinas.
Hegel

Puedo cortar tu cabeza pero tú no puedes cortar la


mía.
Baudelaire

Entre las ruinas del tiempo las ruinas de nosotros


Entre las ruinas de nosotros las ruinas de los otros
Eso hemos visto muchachos en estos días
cuando el crepúsculo es una pantalla de sangre
y el mar vive tan lejos como un reino mitológico

Mas no hay dioses ahora que nos miren morder el lomo


de los perros.
desde sus televisores divinos

No hay dioses muchachos estamos solos en las calles


cubiertas de ceniza

Octubre se ha vuelto una palabra más en el calendario


El dos de octubre –pensamos– nació mi hijo
le compraré un regalo para mostrarle que lo quiero

Sabemos de esa fecha por los periódicos y la radio


Ese día nos casamos algunos uno que otro nos cansamos
de mirar el rostro calizo de los muros

De nacer un poco antes quizá tendríamos una cicatriz más


en la memoria
Nos dolerían las piernas y los brazos y nuestras manos
olerían a pólvora a tierra y a fantasmas
De nacer un poco antes con seguridad estas palabras
serían sólo silencio

Y el silencio muchachos muerde con mayor fuerza que


223

los años Junto a nosotros pasa un tropel de voces


un motín de sombras rojas con olor a sepulcro
que espantan nuestros sueños

Sentimos el aire frío de la noche perforar nuestras casas


Abrazamos a los hermanos los padres la mujer y los hijos
De dónde viene –preguntamos– la procesión de muertos que
en lugar de rezar escupen insultos y blasfemias

Hoy es mil novecientos noventa y ocho


hace treinta años aún no respirábamos el mundo
Sólo sabemos que el crepúsculo es una pantalla de sangre
Que alguien debería encargarse de tantos muertos que
flotan en el aire
Que el tiempo es un poco de ruina y un poco de mentiras
Pero nosotros muchachos ¿a quién le pedimos que
limpie el crepúsculo?

Tlatelolco, cierta ocasión


La niebla de tan roja cubre la plaza
y no se marcha
El cielo de tan oscuro cae sobre la plaza
y no se levanta
Las armas de tan canallas cubren la plaza
y no se mueven
Los muchachos de tan tigres quedan
bajo la niebla el cielo las armas
y se derrumban sobre la plaza para no erguirse más

Alguien tiene que limpiar tantos escombros


pero ese día hecho de escombros no podrá removerse
224

NIÑO PAN DE MUERTO

Por Iván Leroy

A Leopoldo, poeta

Dije quiero morir de pan de muerto


y el pan maduro quedó entre los dientes
del cuerpo estallado,
costura de un vientre hinchado de metralla.
La campana le cantó a los muros sus quejidos
y las lápidas se llenaron de nombres rotos y revueltos.
Yo tenía la edad que no he borrado
y mi calavera levantada con la mano izquierda
y la V de la Victoria chueca
y las reumas ferrocarrileras
y a Vallejo en las consignas.
El estallido de un tanque de gas entró por la ventana
con el grito de los esperpentos desnudos
y ojos de lumbre,
las venas humeantes de ira,
zapatos de lodo y leche sometidos
y el primer pubis acariciado que vi por la rendija.
Tenía su cicatriz y mi cuchillo avergonzado
y la foto del Che cubierta de blanco,
no entendía por qué debía recargarme en el pensadero
para rezar un Padre que Tita hizo Nuestro.
Veo la lanza recién clavada en el pecho
de un hombre niño destilando su ira,
lo veo en la portada de una revista dinamitada
¿Está vivo? Es un niño ¿Está muerto?
Un niño trepa una llanta abandonada
bautiza el patio y navega,
tiene espada y bandera nacioná.
(Vachita sigue mi ejemplo y se acaba la mamila,
come carroña y bebe hiel porque quiere ser
como niño grande.)
Mejor hubiera sido pájaro.
Los niños construyen barcos vikingos,
brincan la cama deshabitada cuando papá no está.
El niño tenía sus ojos blancos de velero,
225

sus pestañas largas de preguntas,


su herida en el pecho enfermizo,
su boca torcida en la banqueta
desnuda escuchando el ruido de un tanque.
La campana también se quejó de su nombre
y no tuvo lápida ni cruz ni rezo
ni madre que lo hallara
ni tiempo para pensar
ni barco.
El niño del pan de muerto tenía la boca
de azúcar morena,
la bandera nacional cumplió los años de su memoria
en un patio de lodo blanqueado,
la libertad se llenó de niños revueltos
rotos y obedeciendo al pavimento,
hombres niños portada de revista,
Padres Nuestros ajenos porque murió Tita,
cicatrices avergonzadas,
cuchillos entre las rendijas,
lumbre en el pubis,
ojos gritando su gente con las pestañas muertas.
Yo soy el niño que se quiere morir de pan de muerto,
que no entiende ni al pan
ni al niño
ni a la muerte.
226

MOTIVOS PARA LA DANzA

Por Roberto López Moreno

Esta mañana vamos a hablar de Tlatelolco.

¡Comience la danza!,
como si nos fuera dada la capacidad
para llenar las mañanas de tristeza,
de odio y de rencor profundo,
de miedo.
Esta vez vamos a hablar
de ese rencor magnífico
que pudimos guardar por tanto tiempo
para no romper el papel depositario
y acabar por no decir nada.
En un montón de tinta amotinada.

A muchas frustraciones de distancia regresamos a


nosotros mismos, volvemos a ver nuestro pellejo, aquel
que guardamos tan celosamente mientras el cielo llovía
bengalas sorpresivas.

Hay veces que el dolor nos duele tanto


que no se habla con palabras,
que hablamos con sudores, con orines,
con la savia que se asfixia impertinente
agolpando la mitad del pecho.

Ah, pero nosotros, los periodistas


de un mundo equilibrista,
seguimos escribiendo,
llenando nuestras páginas con tinta comercializada;
ustedes, los burócratas...
seguimos burocratizando el sueño;
y ustedes, médicos y abogados,
seguimos engrasando las ruedas del sistema;
y ustedes, maestros en aulas desdentadas,
seguimos geómetras de cuadros para el miedo;
y ustedes, estudiantes,
227

proseguimos gritando a media calle,


agitando nuestros ramos demagógicos
hasta que el puesto oportuno te amordaza.

Total, aquí no pasa nada,


fulanito de tal murió de cáncer,
la mengana se acuesta con mengano,
el dólar se cayó desde el Empire,
la mafia aprobó a Juan de las pitas
y cualquier deslenguado posa en genio
porque se encuera en nombre de la Zona Rosa,
mientras, la fuerza, se ahoga en un tumulto de agua.

II

Esta tarde vamos a hablar de los recuerdos.


Vivíamos en un cuarto total, destartalado,
en donde le debíamos hasta el aire.
Éramos nueve fulanos maldormidos
quienes nos repartíamos el hambre democráticamente.
Uno estudiaba economía,
otro era piloto,
otro más trabajaba en una fábrica
y ahí, y entre nosotros,
aprendió la palabra plusvalía;
tres venían del desierto
con la sed en sus células resecas;
otros dos ordeñaban a la física
y yo me carcajeaba haciendo versos.
Por las noches, en lugar de buena cena
bebíamos cerveza,
y cantábamos,
y decíamos poemas congregantes,
“puedo escribir los versos más tristes esta noche”,
y hablábamos de novias y de aviones.

Éramos nueve que hablábamos de mítines,


de las contradicciones,
de Marx y de Proudhon,
pero ninguno de nosotros conocía el plomo,
por eso es que después nos dispersamos,
cada quien con su propia banderita
de paz sobre su hombro.
228

Yo lo vi, fui testigo amedrentado,


primero un helicóptero y después la muerte.
El crimen que nos llega desde el cielo,
rotundo, repugnante,
arbitrariamente gorilesco,
y la voz fratricida:
“en mí no cabe el odio”,
y su eco irresponsable:
“a mí la historia me hace los mandados”,
y mientras, el asfalto,
con su deshojazón de piernas, de ojos, de manos,
de gritos despetalados por la bayoneta rígida.
Allá una mujer embarazada,
acá, diferentes zapatos de muchachas,
solos, deshabitados,
y padres que preguntan por sus hijos,
más allá, una manta con la efigie del Che,
envuelta en agua triste,
por todas partes el odio y la angustia,
las ventanas con sus bocas abiertas,
ahogadas por el frío
y en el palacio un Presidente que dice:
“aquí está mi mano”,
y un pueblo asustado que responde entre dientes:
“que le hagan la prueba de la parafina”.

Eran como pájaros helados, desalados,


untados en el pavimento indiferente.
Eran como una maldición por siempre.
Éramos nueve que ya sabíamos del plomo, divisor certero.
Un mal recuerdo en un tumulto de aire.

III

Fue en Tlatelolco,
Nosotros lo vimos esta tarde,
con nuestros ojos ardientes lo vimos,
lo sentimos, lo palpamos, nosotros lo vimos.
¡Dancemos!
Destruyamos todo con la danza
para hacernos la luz y el nuevo tiempo,
hacer el canto.
229

Fue en Tlatelolco,
nosotros lo vimos,
estaban todos reunidos para empezar la danza.
Era la primera época,
fue en Tlatelolco,
el quinto sol danzaba sobre nuestras cabezas,
la piedra era la cama de los siglos,
la lengua de los hombres,
la lengua de los vientos,
la lengua de esa tarde,
de allá del cielo bajó,
fue del cielo que bajó
como un relámpago,
del cielo bajó el rayo verde,
los hombres se reunían para iniciar la danza,
luego llegaron los perros de la muerte,
babeaban,
sus pisadas sobre las escalinatas,
plam, plam, plam,
sus pisadas,
plam, plam.

Del cielo cayó como un cometa,


un rayo verde, un relámpago verde, una estrella verde.
Nosotros somos testigos.
Caían sus pisadas, plam, plam, plam.
Sus pisadas plam, plam, plam,
clavaban sus pezuñas en el piso,
babeaban,
los hombres caían en medio de la danza.
Que florezca todo
porque todo está muerto,
porque mataron todo.
Que se acabe todo porque reconstruiremos todo,
lo haremos todo,
nacerá todo,
volverá todo con la danza,
dancemos,
sus pisadas, plam, plam, plam,
reconstruiremos todo con la danza,
porque acabaron todo,
porque mataron todo,
todo murió en un tumulto de fuego.
230

IV

¡Comience la danza!
Porque esta noche
nos hemos echado al hombro un compromiso,
el de encontrarnos nuevamente,
el compromiso de hablar
hasta la fatiga misma de nuestra saliva,
a palabra calada.
Hay que romper los verbos y la sangre amordazada
para marcar el asco con toda nuestra lengua
y quemar con la ceniza de los muertos ciegos
una cruz en la frente de los criminales,
el que dio la orden en Palacio,
“el responsable soy yo”,
y las hienas de pronta ejecutoria.

Y bien, todos los días son hoy,


que lo digan los cuerpos cerrados para siempre en Tlatelolco
con las venas vencidas en las escalinatas,
que lo digan los herederos de este rito cruento,
sobre 68 deyecciones,
el que salió de su casa un diez de junio
para rebautizarse con la muerte,
el que azota las plumas lastimadas
en subterráneos plenipotenciarios.

“El responsable soy yo”.


Sí, claro, el responsable eres tú, pero también yo,
y todos los pronombres responsables del idioma,
y todos los minutos silenciosos,
y el desconocimiento de la palabra ¡Basta!
En esas condiciones
me asusta entrar a las maternidades de luz vertiginosa,
palpar mi sien intacta
y que mañana siga siendo el hoy de siempre,
y saber que jamás olvidaremos Tlatelolco
desde esta descarnadora tumultez de tierra.

Aquí se acabó la danza. ¡Dancemos!


231

POEMA TRICOLOR

En México, mi patria, somos muy mexicanos,


las muchachas de mi pueblo
visten verde, blanco y colorado,
las calles de muerte provinciana
visten verde, blanco y colorado,
el viento y los jacintos
visten verde, blanco y colorado,
la ciudad, reina de los infartos,
viste verde, blanco y colorado,
las putas en los hoteles de paso
se desvisten verde, blanco y colorado,
el quince de septiembre
viste verde, blanco y colorado,
los carceleros del fuego
visten verde, blanco y colorado,
los asesinos del alba
visten verde, blanco y colorado,
verde, blanco y colorado,
la bandera del soldado.
La chingada
viste verde, blanco y colorado,
los hijos de la chingada
visten verde, blanco y colorado,
y yo, Roberto López Moreno,
me visto de mierda.

3 de octubre de 1968

ESTARNOS EN EL CANTO

Estamos en el canto,
elote aéreo,
la danza se desgarra de la arcilla
y hacen forma
el grito y el paso.
Ahora los volcanes caminan sobre el valle...
van a un mitin.
232

ANTIPOL

Este poema, amigo policía,


persígalo,
bórrelo
rómpalo,
atente contra él a macanazo limpio,
hágalo cuadritos,
tráguelo si no teme indigestarse,
pero mañana mismo,
esté seguro,
lo verá de nuevo gritando por las calles.

ORALIA

El rostro de una joven, casi una niña,


tomado de frente y de perfil.
Una fecha arriba: 30-VII-68.
Abajo,
la ficha que marca para siempre la suerte de los
malhechores.
MÉXICO. D.F. 00308.
Casi a la mitad de la fotografía, tinta negra,
la tosca mano de la autoridad, marcó, desde su anonimato:
AGITADORA
Y de golpe los recuerdos.
Yo estuve enamorado de esa niña, de esa joven,
de la delincuente del retrato,
de ese rostro fichado.
Era agitadora,
o sea, parte fue de los niños héroes de aquel tiempo de
sangre.
De pronto, todo el peso de esos años,
los recuerdos,
lo llorado a rabias de impotencia en calles magulladas.
Se interrumpe la visita a la exposición.
Hay una lágrima que no encuentra en dónde acomodarse.
233

NO SE OLVIDA

Por Héctor Manjarrez


Aquí, mi amor, en esta ciudad destruida
en que hemos aprendido sin saberlo bien
a vivir,
aquí donde tú y yo y ellos hemos querido,
el tiempo no pasa, se va
sin huella, sin naturaleza,
y cuando de pronto viene una fecha,
un dos de octubre cualquiera (“no se olvida”),
y cuando de súbito el recuerdo regresa
y sacude tu osamenta de vida
y quieres llorar y chillar y una felicidad
te pasa por las ideas al ver a la gente
marchando
por las calles bellas, por las avenidas feas,
por la memoria de ya diez años
de no saber y no olvidar,
de no poder hilar los recuerdos,
de ya no contar los días ni los muertos
aquí, mi amor, en esta misma ciudad
de nuncajamás marcada por las balas
donde todo es rapiña,
se volvió al lugar de la matanza
porque está escrito no sé donde, en qué
pared,
que los vivos nunca dejan de amar a sus
muertos
aunque quieran olvidar.

Aquí, mi amor, donde tu cuerpo es tan


sagrado
aquí donde todo parece ayer y ayer es tan
olvido,
las motocicletas piafaron al paso de la
columna
que el recuerdo tendía sobre el asfalto
y aquellos muertos sinnúmero del 2 de
octubre
nos dieron cobijo, nos dieron temporada,
nos dieron números para tomar las calles
que nunca nos dan más que nostalgia y
pavor
y mucha prisa de cruzarlas,
y el tiempo se suspendió seis horas por
3650 días
que nuestros seres revivieron a sabiendas
del hecho insensato de estar vivos
y de la rabia y lo cotidiano y el pesar
234

y las calumnias con que los diarios


seguirán escribiendo
hasta nuestra historia personal— aquí, mi amor, repito,
porque así son desde
siempre
los kyries y cantos fúnebres y versos de amor,
en esta ciudad de todos exiliados,
se volvió a la plaza donde J. fue capturado,
donde G. lo fue también, donde N. y D.
pudieron huir bajo las balas,
donde muchos que jamás conocimos
murieron en su lugar.

Aquí, mi amor, aquí mismo como si te doy


cita
o te pido que mires mi mirada,
aquí donde las madrigueras hacen agua
y todos aprendemos a huir hasta de
nosotros mismos,
en Tlatelolco acampamos unas horas el
desamparo
y nos quedamos callados o dimos de gritos
reivindicando para nos el infortunio,
la peste que nos diezma, el odio pánico
de la memoria
que nada más que el amor y los muertos
pueden coagular en nuestros sentidos
y vivimos, y vivimos, y vivimos
entre las murallas del recuerdo y el olvido,
y a sabiendas caminamos hasta la plaza
vedada,
donde se apaga el alumbrado y las
veladoras iluminan,
y las miradas, y se alza el puño izquierdo
que se crispa
ante la Historia y el vacío,
aquí, amor mío, la presencia se aclara
con el tesón del silencio y la exhalación de
un grito
y la belleza de estar vivos no olvida nada
de lo que pudo extraviar en sólo diez años
de esperarnos tras la esquina de una calle
que no siempre se puede recordar, porque
pese a todo no se olvida.

México, 3 de octubre de 1978


235

Dibujo 2 de la Serie “Hombres Perros”, por Ocaranza


236
237

TLATELULCO: TLAXOXOUHCAYUXINACHTLE

Tlatelolco: semilla libertaria

Por Baruc Martínez

A mis hermanos campesinos de Tláhuac, que también están padeciendo


las veleidosas decisiones del mal gobierno, al quererles expropiar
la tierra que han defendido por siglos.

Ce tlatzahtzilli, ome tlatzahtzilli, centzontlatzahtzilli:


ye quimahmahua in ahquehuan mocentlaliah,
yehuan in altepehuahqueh quitzahtzihticateh tlacaxoxouhcayutl,
yehuan in miltequitqueh ca ye ompohualmahtlacxiuhticah
oyauyuchihqueh,
yehuan in popocaltequitqueh in itech pohuih Casa del Obrero Mundial,
yehuan in momachtihqueh quiamapohuah Manifiesto del Partido Comu-
nista, Dios y el Estado, La conquista del pan, El Capital, La náusea,
El rebelde, La guerra de guerrillas…

Un grito, dos gritos, miles de gritos:


es la multitud que se contagia,
es el pueblo que grita libertad,
son los campesinos que hacía medio siglo habían hecho una Revolu-
ción,
son los trabajadores anarquistas de la Casa del Obrero Mundial,
son los estudiantes que leen el Manifiesto del Partido Comunista, Dios y
el Estado, La Conquista del Pan, El Capital, La Náusea, El Muro, La Gue-
rra de Guerrillas…

Mochtlacatl onmocuepa caltzalampa,


ahmo cualle tlahtocayutl in quicuihcuiliah,
quiahaxcatihticateh, quinemilizmaquiliah,
telpochcayuticah quitlacualtiah,
tlacaxoxouhcayuticah quiihiyocuiltiah,
in momachtihqueh tequitihticateh
hueliz in ciauhcayotequitl:
mah ihza itlalnamiquiliz in coch-huetzaltepetl.
238

La gente invade las calles,


se las expropia al mal gobierno,
las hace suyas, las vivifica,
las nutre con juventud,
les inyecta el soplo libertario de la rebeldía,
estudiantes trabajando,
tal vez en el quehacer más pesado:
despertar las conciencias de un pueblo aletargado.

¿Cux quiyacana intechializ in cualli nemiliztli?


¡Ahmo! Ahhuel tlanemilia in tlein ahmo panocah.
Quinyolpachihuia ce tecocolizyalhuacayutl,
quinyolpachihuiah ce texupechtilizyalhuacayutl,
quinyolpachihuiah ce teyezzoyauyuyalhuacayutl,
ce yalhuacayutl quinyolchicahuah huan ahmo quincahua
motzinquetazqueh…

¿Los alienta la esperanza de un mejor futuro?


¡No! Imposible basarse en algo que todavía no ha sido.
Se alimentan de un pasado doloroso,
de un pasado de opresión colonial,
de un pasado sangriento por la lucha armada,
de un pasado que los fortifica y no les permite dar un paso atrás...

In tlatzahtzilli onmocuepa tlacoxyutl,


in tlacoxyutl onmocupea temahmauhtiliztle,
auh imbalas in xolopihatzitzitin quimmahnextia in ahquehuan
quichicoihtah in ahmo cualle tlahtocayutl.
In tecac quimoyauhtoc, in tetlaquen quitzahtzayantoc, in tetonacayuh
quicohcototztoc,
tetahhuan inchoquiliz, toaltepeh icocoliz…

Los gritos se tornan en angustia,


la angustia en miedo,
y las balas de los miserables esbirros señalan a los que osaron desafiar
al mal gobierno.
Los zapatos esparcidos, los ropajes desgarrados, los cuerpos mutilados,
el llanto de los padres, el dolor de la patria…

Tlatelulco: texoxouhcayualtepetl iaxcatzin in tocultzin Cuauhtemoctzin,


zatepan centzonyexpohualchiconxiuhticah occehpa ontemi yezticah,
miquizticah.
239

Mahtlacyeyi tunalle agosto metztle ahmo molcauhtoc, ome tunalle octubre


metztle aic molcahuaz.

Tlatelolco: bastión libertario de nuestro abuelo Cuauhtémoc,


467 años después te tornas de sangre y luto.
13 Agosto nunca se ha olvidado, 2 de Octubre jamás se olvidará.

Yeceh inyezzo cah oquimana inon ahcualtunalle


quicuitlatiz in yolchicahcayucuemitl,
huan huel ihcuac onahciqui tlaxoxouhcayupixquizpa.
Auh axan itlac Práxedis G. Guerrero tiquinilhuiah in ahquehuan
omicqueh:
“Ocachi cuahcualle toquetzah tonmiquizqueh cah totlancuaquetzah
tonnemizqueh”.

Pero la sangre derramada aquel funesto día


ha de fertilizar los surcos de la rebeldía,
y, entonces, llegará el momento de pixcar la libertad deseada.
Mientras tanto a los caídos en esa lucha,
junto con Práxedis G. Guerrero,
les decimos: “Más vale morir de pie que vivir de rodillas”.

Huexocalco, Ticic tlaxilacalco, Tlahuac altepec.


Desde la casa de los huejotes, en el barrio de Ticic, en el pueblo de
Tláhuac, 5 de septiembre del 2008.
240

PROFECÍAS DE TLACATECÓLOTL

Por Ramón Martínez Ocaranza

Porque si yo quisiera
entrarían
los
colibríes
en el reino de las sombras
a remover el agua
y
disparar
los
dardos
y
la
música.
Hay tiempos de llorar:
también hay tiempos de patear el llanto.

Tlacatecólotl sabe
que
las
brujas
beben aguas podridas
para que las dipsómanas hereden
la lepra de sus hijos.

Porque tinieblas hay en los engendradores


de
tinieblas.

Y tinieblas se vuelven todo lo que tocan.

II

Del gran festín


salió la bárbara
bo
rra
cha
pidiendo sangre muerta;
llena de sangre muerta;
para que las marquesas del tapanco:
para que los enanos del tapanco.
241

¡Las grandes putas pidiendo la cabeza del Bautista!

III

Todo lo puede Dios;


pero no puede
lavar
las
manchas
de
los
crímenes

Los hijos de los muertos


recogerán el odio de sus muertos.

Y Lady Macbeth padecerá venenos delirantes.

IV

Tlacatecólotl sabe
que la sangre
llora
por
su
sangre;
y que los colibríes
pueden entrar
al reino
de
las
sombras
a remover el agua
y disparar
los dardos
y la música.

Y en el Juicio Final
los hijos de los asesinos
maldecirán
a
sus
engendradores.
242

Porque los muertos aman a sus muertos.

Porque los muertos aman a sus muertos.

Porque los muertos aman a sus muertos.

Porque los muertos aman a sus muertos.

Porque los muertos aman a sus muertos.

Febrero 8 de 1968

LOS PROBLEMAS DE DÉDALO

DECLARACIÓN POÉTICA

Despedacé los ritmos,


las palabras,
el feroz contrapunto del concepto,
y tumultuariamente hice un mitin
en contra de lo bello.

Si quise decir luna,


dije perros muriéndose de hambre.

Si quise decir árboles,


predije la lucha de los hombres.

Nadie puede
dictarme preceptivas
en esta noche bárbara del tiempo
en que doncellas locas se suicidan
y las damas adúlteras se embriagan
y así preparan el advenimiento
243

de Dios
en sus orgías.

¿Quién me puede decir en qué consiste


la analogía de las cortesanas
con las hijas
del infame agiotista?

¡Muera la luz!
graznaron los cuervos.

Y quemaron la casa de los libros.

Y luego los poetas


Salen
Con que
¡la luna!
Cuando feroces gorilas los patean.

¡Quememos los tratados


de la moral del dios de las finanzas
con todo y champaña
y sus monjas anónimas!

¡Que mueran los arcángeles eunucos!

¡Que se vayan al diablo las estrellas!

Yo me decido a ser un tumultuario


contra la horrenda estatua
de la poesía que oculta
la belleza del odio contra el odio.

A QUETzALCÓATL ESCARNECIDO
I

Tuve la convicción de que las líneas


del triángulo
lloraban
para quebrar los muros.
244

Poco a poco
se me fueron muriendo
las
pa
la
bras.
Y por querer pintar una pregunta
de rojo,
vi los signos.

(Del círculo del círculo renacen


los acueductos
del
quebrantamiento.)

Porque la condición del hombre tiene


caminos retornables
que nunca pasan por los mismos sueños.

No es falso
relacionar la negación oscura
con nuestra identidad.

Cada camino
tiene su caracol
y sus ciudades.

Pero no hay mar


en las estatuas ciegas.

Y por cada tormento van llorando


los testimonios
de los laberintos.

II

En la terrible noche de los Códices


los muertos
tocan sus caracoles amarillos
y cada quien puede llorar de rabia
para que las empresas de los ataúdes;
o para que la lepra de la muerte.
245

En los nocturnos de las academias


danzan las magnolias podridas.

Y en las esquinas de los laberintos


se arrancan los ojos las estatuas;
o descomponen los ferrocarriles;
o caminan las tumbas.

Un día Quetzalcóatl
llenó la tierra de culebras,
y con sus huesos alimentó la desdicha.

El odio va por las escalinatas del tiempo


chorreando cascabeles oscuros.

Y para recordar que somos hombres,


le perforamos el corazón a las estrellas;
le reventamos los tímpanos al tiempo;
pateamos las parábolas;
llenamos de espanto las casas de la sabiduría.
Porque en la noche de los Códices
tocan los muertos sus caracoles amarillos
para que dancen todas las tumbas de la tierra.
III

Es entonces cuando quisiéramos


arrancarnos las glándulas genitales
y arrojárselas a los perros
para que no nos diera vergüenza
con los Códices pateados.

Todos tuvimos culpa del incendio


del Tonalámatl y el Calmecac.

Ardieron los huesos de Quetzalcóatl


y los itzcuintlis se tragaron los ojos
para que el llanto de la rabia impotente
comunicara su condición de perro abandonado.

Porque los nigromantes


vomitaron la sombra
de los destinos.
246

Y porque las columnas


vieron subir el odio por sus capiteles.

La tinta negra fue la más culpable


del compromiso con la muerte.

Nadie purificó las lágrimas del mundo.

Los caracoles rodaron por las escalinatas.

Y cuando vimos arder la Casa de la Sabiduría,


nos dieron ganas de arrancarnos
las glándulas genitales
y arrojárselas a los perros
para que no nos diera vergüenza
con los Códices pateados.

Las víboras salieron de la tumba


de Quetzalcóatl.

Nadie sintió los ritmos de los teponaztlis,


sonando profecías.

Y el gran Tlacatecólotl
se subió a la pirámide más alta de la tierra,
y desde allí tocó sus caracoles trágicos.

Septiembre 24 de 1968

DÍA DE MUERTOS

En las pirámides nocturnas


gritaban las flores de la muerte
para que Quetzalcóatl se llenara
de palomas terribles.

Oremos por el tiempo de los itzcuintlis amarillos


y de los triángulos negros de los cascabeles;
247

Dibujo por José Hernández Delgadillo en


Tlatelolco, 15 Años Después
248
249

para que los millones de otoños que han pasado


se llenen de amapolas.

Nunca la muerte tuvo tantas melancolías de serpientes


como cuando los llantos de los ataúdes rodaron por las escalinatas;
o como cuando el viento maldijo los vientres sucios.

Porque días llegarán


en que la sangre de los sacrificados
inundará la conciencia del tiempo
y los ojos se saldrán de las tumbas
para clavarse en los espejos vacíos.

Los Códices no mienten:


los veinte días del Tonalámatl
llorarán los hijos de las flores,
las madres de las flores,
y las doncellas de las flores.

II

Porque los dioses se vestirán de luto


el día de las ofrendas,
y porque las apátzikuas del lago
dirán los salmos de Kurikua-Aueri.

Porque la danza de los cocodrilos


extenderá sus mantos negros
para que lloren las escalinatas
en los dulcísimos senos de Coatlicue.

Porque los mirasoles


inundarán de lágrimas la tierra
cuando se cumpla el jeroglífico
de las entrañas nocturnas.

III

Y entonces las palabras


dieron el cumplimiento
de las magnolias sumergidas.
250

La flor del corazón,


la Yolloxóchitl,
pintó de negro sus espumas.

Y las Centzonhuitznáhuac quebrantaron


la hora de la vida.

Y Quetzalcóatl lloró
como no había llorado nunca
un Dios
sobre
la
tierra.

Octubre 25 de 1968

DE LA VENTANA ENLOQUECIDA

Hay parábolas duras


que golpean las preguntas del viento
como cuando lloramos
la muerte de una estrella;
de un río;
de un hermoso tigre.

Las casas de los profetas


fueron derribadas
para que sus versículos
no resonaran en los muros.

Pero la danza quebró los cascabeles


de la ventana enloquecida
cuando los signos se cumplieron;
cuando los salmos se sacaron los ojos.

Y fue que yo no pude ser el tiempo


de la palabra muerta;
ni quebranté los cánticos.

Ardieron las palabras


en el gran signo
de
la
mutilación.
251

Y fue la noche de los lamentos


lúgubres
y
tristes.
Las madres juntaban los huesos de sus hijos
como los triángulos conocen
que las orquídeas son para las redes
oscuras
del crepúsculo.

Y sin embargo fueron asesinadas las preguntas.

Porque de las parábolas nacieron


los colibríes amarillos.

Y porque ya Tlacatecólotl
había contado
los
días
del
quebrantamiento.

Los días del quebrantamiento.

Noviembre 28 de 1968
252

OCTUBRE

Por Macario Matus

Publicado en la revista Neza Cubi, No, 14

Yo pertenezco al pasado,
como tres mil años atrás.
Esta sangre que rueda en mí
la siento vieja, cansada…
Hoy
está más abajo que arriba,
petrificada en el olvido.
Los muertos llaman a rebato,
llaman a la lucha por la plaza
con bayoneta en mano y pólvora en la frente.
Pero, ¿qué puede hacer esta sangre
sin coraje ni color?
¿Qué puede hacer si tan sólo quiere
humedecer la laja del tiempo?
¿Qué si quiere sólo empañar el espejo
de la aurora?
Prefiere callar como si nada ocurriese
debajo de la epidermis,
como si el corazón fuera una roldana
jalada por los días.
Calla porque las alas de la poesía
están trabadas entre los barrotes
y porque adentro está arrumbada la novela,
y porque los números se caen de carcoma,
y porque Dios ayuda a que se vayan al Diablo.
Digo que tengo tres mil años
porque conozco la fuerza vital de muchas cosas;
la fuerza del gobierno que silencia bocas,
manifiestos, circulares, volantes,
de sus escombros
y ata la voz en la garganta
la fuerza de herrumbre del fusil
que se renueva día a día en el desuso,
la fuerza de la cobardía callada
hasta la ignominia por la ausencia del sexo.
Conozco la fuerza del plomo
cuando incursiona como paloma
253

en el pecho de octubre.
¿Ay, octubre, que volaste sin una gota de mi sangre?
Y también porque conozco,
la fuerza de la poesía,
cuando festona los cafés de L.S.D.
o cuando viste de prostituta
en busca de hombre.
La llaga sangra sin color
la bayoneta chirría el eco sin voz,
lo del Zócalo quedó atrás,
y la zapatilla de la joven de 18 años
– única arma contra el tanque de guerra –
ha quedado colgada sobre un cordón de la historia.

2 octubre 1970
254

ELEGÍA 1968

Por Carlos Montemayor

...todo bajo el cielo tiene su tiempo:


tiempo de nacer y tiempo de morir...
tiempo de matar y tiempo de curar...
tiempo de endechar y tiempo de bailar...

Eclesiastés 3:1-4

Piedra ciega quebrada como hombre


rota como mujer abierta en los costados
derrumbe de piedras
tierra asombrada reducida a mis palabras
ultrajada por el engaño y el olvido
ciudad erguida una tarde destrozada
arrepentida del aire y de su presencia
maligna enferma manchada
ciudad piedra levantada como sonido de amor
poseída en nuestra sangre
tanta piedra que brota en desorden
que mis sueños golpean hasta quedar desnudos
desenterrados del sueño
del grito nuevamente ancestral
lucha y voz sujetas a nosotros como en esta plaza
tanta piedra sujeta a la piedra

II

Sepulcro desgarrado
que lastima mis ojos y mi voz
puñales fusiles desechos
en las armas indefensas de los cuerpos
tiempo de muerte
que removió las piedras para dejarlas como nosotros
fundiendo el sonido de este antiguo despertar
ciudad que nos llamó a ocultar la fuerza
tanta piedra que le brota de los labios los dientes
la boca la garganta las manos
255

tanto grito petrificado en la tierra


la ciudad la piedra los costados el silencio de fuerza
en los ojos en la noche que ahora veo
una quieta ciudad en la respiración
como bestia que acecha contenida
esperando salir gritar arrasar demoler
matar tanta muerte nuestra

III

Estoy erguido sobre mí


sobre mis manos sobre mi boca
dentro derrumbado en nosotros un sueño y recuerdo
tanta piedra que siento correr dentro de mí
grito que me estalla los ojos
para no perderme de vista como no se pierde esta
ciudad sin recoger
estoy erguido sobre mis hombros sobre las piedras
camino pienso contemplo
pero cuánto pesa la voz
cuánto queman estallan las venas
cuando siento que estoy en la tierra de tu
cuerpo
en la tierra de nuestra muerte nuestra
erguido callado defendido
en esa tierra amigo amiga
estoy en la tierra de tu cuerpo de tu cuerpo

IV

Levanta el templo sus piedras


como aire aullidos cascajos lanzados
el inútil vaho envejecido seco en los muros de la huida
la angosta cárcel de la campana
torre derruida
boca abierta que muerde ensimismada el aire
sin hablar sin sentir
y dentro el metal sin retumbar sin tañer sin destrozar
Y mientras te abrazo amiga
caes muerta en mi cuerpo en mi tiempo
caes perdida en el eco de mis oídos el eco de tu abrazo
deja acariciar tus ojos como campanas eternas
el templo masacrado incinerado que resuena en tu
cuerpo
256

Tanto amor lastimado al correr entre las piedras


al correr entre nuestros costados abiertos
entre nuestra piel llena de nosotros
nuestra piel llena de nosotros

VI

Todo quedó en esta plaza:


nuestro amor en las piedras otra noche derrumbada
el silencio vela como ataúd madre y hombre
entre las botas y escupitajos de las escoltas

y la vida se ensucia
escondida en los edificios
con el afanoso mendrugo
que nos queda del amigo que no alcanzó a huir

Todo quedó en esta plaza:


la piedra inmemorial del sacrificio
sacerdotes que olvidaron la pureza
y ciegamente buscan nuestro corazón:
sacrificado sin astucia
espontáneo y atraído por el placer antiguo de la
guerra florida
ahora conoció el engaño y la pureza
germinará en la sangre la flor de la desconfianza

Todo quedó en esta plaza:


tantas piedras lastimando el aire
tanta piedra que oyó el múltiple estertor
y quedó en su raíz
la amargura y la dulzura de ese silencio
(la luz precipitada en el cielo me descubre
y el efecto del día llega al dolor a través de la
mirada
imposible olvidar
imposible quedarse muerto)
257

Foto de marcha con Felipe Galván, Leopoldo Ayala y Fausto


Trejo en el aniversario 34 del 68.
258
259

TLATELOLCO 68

Por Thelma Nava

Es preciso decirlo todo,


porque la lluvia pertinaz y el tiempo de los niños
sobre los verdes prados nuevamente
podrían lograr que alguien olvide.
Nosotros no.
Los padres de los otros tampoco y los hijos y
los hermanos
que pueden contarnos las historias
y reconstruyan los nombres y vidas de sus muertos tampoco.

II

Tlatelolco es una pequeña ciudad aterrada


que busca el nombre de sus muertos.
Los sobrevivientes no terminan de iniciar el éxodo.
Pequeña ciudad fantasma, húmeda y triste
a punto de derrumbarse si alguien se atreviera
a tocarla nuevamente.
Nada perdonaremos.
Rechazamos todo intento de justificación.

III

Miro pasar las ambulancias silenciosas una tras


otra
mientras aquí en el auto
un anciano que sangra y no comprende nada
está en mis manos.

IV

Que no se olvide nada.


aunque pinten de nuevo los muros
y laven una y otra vez las piedras
y sean arrasados los prados incendiados con pólvora
260

para borrar, definitivamente


cualquier huella.

Ellos ignoran que los muertos crecen,


que han echado raíces sobre las ruinas
aunque los hayan desaparecido
(para que nadie verifique cifras).
Todo ha sido invadido por la sangre.
Aún vuelan partículas por el aire que recuerda.
Es de esperarse nuevamente su visita.

Los asesinos siempre regresan al lugar del crimen.

LOS INQUISIDORES

No respetaron nada
ni siquiera las cartas de amor,
los retratos de familia o los pequeños
recuerdos de infancia.

II

Se esconden detrás de cualquier parte.


Todo lo contaminan, cuanto dicen sus labios
es corrupto.
A pesar de todo
ellos tampoco están seguros
de amanecer al día siguiente.

III

¿Sabías que se pasan las noches


imaginando nuevas formas de tortura?
Escriben su miserable y reptante nombre
en el cráneo de su propio hermano.
Ellos creen que están vivos
261

y que un hombre dejará de gritar


la palabra libertad cuando queman sus libros,
cuando desnudan a su mujer
o cuando le roban el pasaporte.

IV

Ignoran que el tirano no duerme y da saltos


en su lecho cuando le falta el aire.
No saben que la libertad se respira como una
golondrina
se navega como una isla por todos los rincones de la patria.

Siempre es posible que de un momento a otro


llamen a la puerta destrocen las paredes
para mirar que hay detrás de los ladrillos.
Te pongan una bomba de tiempo
entre las manos derriben la escalera
y se alejen silbando mientras urden la versión oficiosa
que habrá de publicarse al día siguiente.

VI

A todos puede sucedemos. Nadie escapa


de sus perseguidores. Usan el traje del vecino,
el auto de un amigo, la sonrisa del hombre
de la esquina
para sacarte con engaños de tu casa,
golpearte el bajo vientre,
obligarte a firmar declaraciones
y pretender hablar a solas con tu viuda.

VII

Sabes que existen y están en todas partes.


Te miran por agujeros invisibles,
te acechan cuando haces el amor.
Están en el teléfono, en la mesa de café
y en los supermercados. Se reproducen como larvas.
262

VIII

Es necesario conjurar el peligro de los inquisidores,


escribir la palabra amor sobre las puertas
donde antes se leía “censada”.
Utilizar un código secreto, meterse en la pantalla
de la televisión, amar con gafas negras.
Aprender de memoria las consignas
escritas en toda la ciudad
No viajar en un radio mayor de 250 kilómetros.
Llevar siempre un equipaje ligero. Nada de libros.
No cruzar las fronteras por si acaso.
No investigar el nombre de los muertos.
Olvidar la tortura para siempre.
Ellos avanzan y nos sitian y nadie puede verlos.
Amurallan el territorio y los niños no aprenden
la verdadera historia en los textos gratuitos.
263

CONCENTRACIÓN DE LA CÓLERA

Por Óscar Oliva

A José Revueltas

Odio y amo. ¿Por qué lo hago,


preguntas, acaso?
No sé. Pero siento que es hecho, y
me torturo.
Catulo

Hoy me calzo de cólera.


Hoy me visto de viento.

Corro bajo de una luz de bengala


que alumbra mi presencia desconcertada
con el grito colgado de los dientes,
atravesado por una bayoneta.
Trastabilleo
hasta chocar con un carro
donde bajan hombres armados
que comienzan a golpearme.
Bosques enteros son derribados en mi cerebro.
Me descubro la cara para saber más.
Hoy conozco en carne propia a mi país.
Por eso estoy con esta hacha incrustada en el cráneo,
oliendo y tocando la fatiga que ha hundido el pico
en uno de mis costados.
¿Qué año es?
El polvo ha entrado en mi garganta a cubetazos.
Para reconocerme tengo que pararme frente a un espejo.

Preguntarle a mis amigos si me han visto pasar.


Pero ellos no me responden.
Tampoco pueden hablar.
Sus heridas, igual que las mías,
se abren con un mínimo esfuerzo:
cuando desnucan a un colibrí con los dedos,
cuando desnucan a una muchacha.
No pueden responderme desde la cárcel,
porque el carcelero
les ha roto las costillas a culatazos.
264

Un tren no me deja respirar.


Otro no me deja dormir,
desgarra mi piel,
entra por el túnel de mi boca,
se descarrila en mi corazón;
rompe las celdillas de mis pulmones,
atraviesa mi carne,
cae al vacío,
cae a mis pies
que están clavados en la tierra.
Me apeo del tren en el lado norte de la ciudad.

Todavía con olor a campesino,


con el morral al hombro,
voy descubriendo la ciudad,
la ciudad va desnudándome.
Un culatazo me derriba.
Esto es México.
No escribo con palabras.
Las palabras no sirven para nada.
Sólo sirven el odio,
una mano sobre un libro,
una pintura que nombra lo indecible,
una mujer con un libro entre las piernas.

Delante de una copa


sorbo la poesía
recién descubierta
como una estatua de ira.

¿Cuántos ojos
son mis ojos,
cuántas bocas
tiene mi rostro,
cuántas,
qué innumerables
piernas me sostienen?

¿Con qué hoz cortar la espiga,


los cabellos de estas palabras,
hasta dejar el papel limpio,
265

Dibujo 4 de la Serie “Perros-Hombre” por Ocaranza


266
267

vacío,
cayendo,
sin caer,
en una cámara oscura,
en el espacio sideral?
Hoy viajo en el testuz del aire,
como un pez alado.
Toros despliegan arcoiris y lluvias.
Se embisten unos a otros, mugiendo, enrojeciendo nubes,

Parecen muchachos golpeándose, dándose de lanzazos.


Hoy conozco otra ciudad, que me hace palidecer.
Es como una barra de plata o de hielo
porque se deshace en mis pelos.
Ahora estoy tras de las rejas de una prisión,
comiendo una asquerosa comida,
con la colcha llena de chinches.
¿Todavía vamos a besarnos, muchacha?

¿Dónde, amor,
voy a acariciarte,
si han quemado tu cama,
clausurado tu cuarto,
derruido tu edificio?
No pases la lengua por mi pecho, porque me hieres.
No alcanzo tu cuello.
No puedo moverme.
Siento tu respiración, tus ansias.
Pero tú también estás muerta.
Tú me deshaces de tanta fatiga,
al contacto de mi mueca.
Nos arrastramos tratando de alcanzarnos,
pero cuando llegamos al sitio donde nos esperábamos,
ya no hay sitio,
ni cuerpos,
ni amor.
Levanto un brazo, y nada.
Levantas una pierna, y te alejas cojeando.
Nos han engañado.
Nos han envilecido, castrado, ensuciado.
Manco estoy, lejano, ido.
No habito aquí,
268

sino en otra galaxia,


viajando en la copa de algún planeta.
¿Quién dispara esa ametralladora?
¿Quién conduce ese tanque de guerra?
Corro a cuatro pies,
me trepo a un árbol dando de alaridos,
hundo la cabeza en el agua.
Tengo frío, humo, primavera.
Huelo a piedra, a perro, a pintura.

Es mejor cortarse los dedos de las manos


y empuñar un arma con la boca,
los ojos o las orejas.

Es mejor correr sin piernas.

¿De dónde diablos he llegado?


Vallejo, Vallejo,
aún te dan duro con un palo,
la cárcel se ha hundido
junto con tus costillas
no sé a dónde.
El hambre no ha podido matarte.
Ni siquiera el suero,
las jeringas,
las sondas,
las transfusiones
podrán revivirte,
hacerte andar como ellos quieren.
Vallejo, sin embargo,
sin nada,
muerto y olvidado,
tú eres la cólera, la rebelión.

Enterrado estoy, mordiéndome los puños.

Asisto a mi funeral en una caja de pino.

¿Escuchas?
269

Es un tren que silba en la madrugada.

El tren que puede ser un caballo, o un cometa, o una hormiga.

¿Qué estoy diciendo?

Escribo sobre mi cadáver,


que dócilmente me sirve de mesa.

Mi cadáver llorándome.

MANIFESTACIÓN

El espacio donde nos movemos


se rompe. De pronto, el silencio.
350,000 manifestantes,
HA LLEGADO EL DÍA EN QUE EL SILENCIO
ES MÁS ELOCUENTE QUE LAS PALABRAS
QUE AYER ACALLARON LAS BAYONETAS.
Contra las apariencias, el silencio
mantiene enteramente compactas
las filas de los manifestantes.
Existe la violencia del silencio.
Si no existiera, los ojos no podrían
moverse de ningún modo,
a todos los ángulos.
El Palacio Nacional, lleno de escupitajos.
Salgo de nuevo a la superficie,
con mi cabeza en la mano izquierda.
270

VARIACIONES SOBRE UN MISMO


FANTASMA

Juan José Oliver

Al principio de las catástrofes y


cuando han terminado, se hace
siempre algo de retórica.
Camus, La peste

Fantasmal mi miedo milenario dio la vuelta


por la calle desfilaban vehículos siniestros
una parvada verde de metálicos reflejos
planeaba heridas en el aire
viento sin dueño agua y voces esculpidas
con el cincel de la saliva
El horizonte
caleidoscopio cenizo
paralelo de los sueños
se irisó de voces
A su tiempo
como si la lluvia lo tuviera calculado
la voz quedó petrificada
al alcance de la mano
como un cuello a la verticalidad del hacha del verdugo
Medio instante después cae la cabeza
rueda ese grito ahogado por su centro
los ojos están abiertos y me rozan
me avisan
la rabia impotente del último segundo
la tristeza infinita de la mudez imprevista
de los veinte
de los quince
de los trece años
flotando en un caos agazapado
de piedras y sueños en añicos
271

II

Giró la luz
guardaron luto los reflejos
Un sol irrepetido
diamante carbonizado
ocultó su pelambre
Conté los pasos de esta tarde
ya con la histeria amarillenta
estucada
al filo de los labios
sacudí esas imágenes caídas
ya lentamente
ya siniestra
la voz
avanza como loca y colecciona
los más diversos odios
para prender fuego a la página
y trocar por llamas este agobio
de retórica gris que se desgarra
carroña en movimiento
Conté los pasos de esta tarde
sorbí la sal de la emboscada
bajo un cielo de plomo
entumecido

III

Podría ser hoy la víspera


mañana será él pacto con la sangre
ante el umbral del alba
aquí sobre este puente ceniciento
los pájaros modorros cantan sus encierros
inventan la armonía
los maniquís de la decencia

Yo que vi la sangre huir al gran canal


me niego a compartir esas miserias
esas caras del “ya veremos mañana”
esos hombros de “qué se le va hacer”
yo que leo los diarios
yo haciéndole al poeta
cómplice creador de paz interna
272

calculador de la miseria
yo que forniqué con la Tierra
yo besando el suelo
la sangre
aquella tarde que morí de miedo
en brazos de una jacaranda rodeada de agonías
yo que te vi y no te reconozco
yo que eras tú y éramos nosotros
ellos en filas en montones quietos
la muerte acostada boca arriba
buscando el Sol entre las nubes
nosotros en fin
con el gran vicio de vernos al espejo

IV

Ronda la muerte
al júbilo
el luto se acerca
por las cuatro esquinas
algo ha cambiado
desde entonces

Ahora
la fosa común
es visitada por turistas

El asesinado muere dos veces


otros morimos
simplemente

Mientras te escribo
muerte
llegas no sólo en la palabra
273

MÉXICO: OLIMPÍADA DE 1968


Por Octavio Paz

A Doré y Adja Yonkers


Delhi, a 3 de octubre de 1968

Tomado de la revista Siempre No. 801

La limpidez
(Quizá valga la pena
Escribirlo sobre la limpieza
De esta hoja)
No es límpida:
Es una rabia
(Amarilla y negra
Acumulación de bilis en español)
Extendida sobre la página.
¿Por qué?
La vergüenza es ira
Vuelta contra uno mismo:
Si
Una nación entera se avergüenza
Es león que se agazapa
Para saltar.

(Los empleados
Municipales lavan la sangre
En la Plaza de los Sacrificios.)
Mira ahora,
Manchada
Antes de haber dicho algo
Que valga la pena,
La limpidez.

Ocubre 30 de 1968
274

CANTO A LA JUVENTUD

Por Margarita Paz Paredes

“Juntos, juntos, ¡oh jóvenes amigos!


La ventura del hombre es el fin que anhelamos.
Potentes por la unión, cuerdos por la pasión.
¡Juntos, juntos! ¡oh, jóvenes amigos!
También aquel que cae en la lucha es feliz
si con su cuerpo a otros un peldaño les brinda
hacia la ciudadela de la gloria
¡Juntos! ¡juntos! ¡oh, jóvenes amigos!
Adam Mickiewicz

¡Juventud, juventud!

Ha sonado la hora,
hora de lucha y de conquista,
de vigilia y de reto
a los cobardes topos de la infamia;
a los abyectos capitanes del odio, agazapados
tras la sucia alambrada
de bayonetas homicidas;
hora de la verdad encarcelada
que rompe sus barrotes de ignominia
y libera su grito amordazado
en explosión de insólita denuncia.

¡Juventud, juventud!

Tú has despertado
la indignación dormida, apaciguada
en las conciencias tibias;
la ira desatada
contra los mercenarios agresores del templo,
de tu templo inviolable;
contra los asesinos y los perros de presa
famélicos y torpes,
275

que atacan y destrozan


los pechos limpios y las frentes puras.

Tu grito de protesta
resuena en los confines de la tierra
con ecos juveniles y potentes.
Ya el oído del mundo
es un gigante caracol abierto
al clarín que amanece, sacudiendo
el sueño aletargado de los hombres.

Incinerados cuerpos juveniles


dispersan tus cenizas combativas,
y del silencio sórdido del miedo
surgen como legiones encendidas
espadas misteriosas y certeras,
hiriendo el puño inicuo del tirano,

II

“Nos veremos yo y tú
juntos en la misma calle,
hombro con hombro, tú Y yo,
sin odio ni yo ni tú,
pero sabiendo tú y yo,
a dónde vamos yo y tú...
¡No sé por qué piensas tú,
soldado, que te odio yo!”
Nicolás Guillén

¿Qué pasa en nuestra tierra?


¿Quién desangra la patria
en lo más noble y tierno de su estirpe?

Bestias enardecidas contra el joven,


recientemente niño,
en cuya boca apenas decidida,
hasta la imprecación suena a campana
gozosamente jubilosa.

Ejércitos, ejércitos,
ciegos de pólvora, envenenados de metralla
y más aún envenenados
276

por el designio de una mano enferma,


nefasta, omnipotente,
dura de tumbas, de prisiones,
ávida de clavar sus negras garras
en la bandada juvenil y hermosa
que ensancha el horizonte y se le escapa…

Ejército, soldado,
quítate la coraza que te ahoga
la oprimida conciencia;
retrocede a tu origen
de dulce tierra y humo campesino.
Eres del pueblo
y el pueblo te erigió guardián de tus hermanos.

¡Ah!, soldado, recuerda


cuando cambiaste el azadón humilde
por un fusil para guardar la patria
en la más alta dignidad del hombre.

Ahora,

qué oscura venda


ciega tus ojos de labriego antiguo.
Ahora,
tu mano compañera es mano fratricida.
Ahora,
la patria que guardabas de extraños enemigos,
es patria ensangrentada
con la sangre inocente
de párvulas palomas.

Quítate la coraza,
arráncate la venda
y escúchame, soldado:
que está naciendo entre las bayonetas,
entre la podredumbre y la ignominia;
a pesar de las cárceles siniestras;
a pesar de los torvos asesinos,
algo pequeño, apenas balbuciente,
que crecerá como las golondrinas
con el espacio libre para el vuelo;
277

Retrato inédito de Margarita Paz Paredez,


archivo de Yamilé Paz Paredez y La Guirnalda Polar
278
279

un mundo digno, abierto para todos,


donde el pan no se amargue ni el aire se envenene.

III

“Hemos sufrido
en tantas partes
los golpes del verdugo
y escrito en tan poca piel
tantas veces su nombre,
que ya no podemos morir,
porque la libertad
no tiene muerte”.
Otto René Castillo

¡Ah!, jóvenes amigos, compañeros.


¡Adelante!
Amarga es la batalla y dulce la victoria.
¡Adelante!
El camino se ensancha
hacia la libertad de un horizonte
que espera la conquista.

¡Estudiante, estudiante!
Tu incontenible grito ha traspasado
las fronteras del templo;
penetra a los rincones cotidianos,
cruza las avenidas que antes eran
dimensión de alabanza al señor que la impuso;
y ondea como una llama inextinguible
quemando criminales acechanza
en la Plaza Mayor, donde ha quedado
cobardemente muda la respuesta.
No importa que de los callejones del silencio
donde se ocultan la traición y el asco,
280

vuelva a surgir el asesino artero,


la brutal agresión a la esperanza.
El pueblo sometido
por inhumana explotación de siglos,
tras la barrera cruel de su ignorancia,
con la mordaza vil de su miseria,
despierta de repente y se rebela
con tu clarín clamando vigoroso
en el espacio de esta tierra herida,
y contigo camina decidido,
con sus manos oscuras, fraternales
encendidas de ira justiciera,
a la conquista de una nueva patria.

22 de agosto 1968
281

CARTA A EFRAÍN HUERTA

Buenas noches, amigo. Ya es tan tarde…


He vuelto a oír tu voz, un poco afónica,
pero tan cálida, tan sin obstáculos,
tan suavemente tierna,
acogedora como siempre
bajo cualquier espacio, en cualquier tiempo.

Por eso es que te escribo. Quiero contarte


cosas, en verdad, terriblemente tontas.
Te diré lo que siento, lo que pienso, si es que pienso…

¡Es tan absurdo!

Me encuentro un poco triste. No sé por qué.


Mi alma está como encogida, tan sin aire,
como si de pronto me la hubieran atado, encarcelado
en una breve prisión de barro antiguo,
duro, impermeable, seco.
Sólo que ahora, hay una humedad que se trasmina,
un agua amarga, violenta, retenida,
que pugna por desbordar su cauce.
Una humedad que me traspasa la piel
y nubla mis pupilas
y me llena de atroz melancolía.
Cómo duelen los ojos de mi alma,
ávidos, plurales,
amorosos desde la luz primera
hasta la sombra donde habitan.
¿Qué hago, Efraín Huerta? ¡Ayúdame!
Te digo la verdad. No encuentro nada,
nada de lo que amé, ni tan siquiera aquello
fútil, intrascendente
a lo que dio belleza inesperada
la tibia luz del sueño, de la ilusión constante.

¿Por qué se ha convertido en desierto infinito,


en impasible pavimento, en ciudad despoblada?
Esta ciudad a la que alguna vez cantaste
tu odio y tu amor, por cierto inseparables,
282

porque ambos crepitaban


al calor de esa hoguera que tu pasión atiza
con renovada y múltiple ternura.

Pero, Efraín ¿qué es lo que se ama?


¿O qué se puede odiar con certidumbre?
Te diré, por ejemplo: Yo amé también esta ciudad hace tres años.
He contado los días: son como mil noventa y cinco.
¡Qué ciudad, compañero!
Habitada por seres de rebelde belleza,
jóvenes Cristos blandiendo un solo látigo
sobre los mercaderes criminales, voraces
que violaban su templo.
Ciudad enriquecida, poblada
de canciones, de voces
comunicadas amorosamente.
Nunca el silencio, la soledad que nos agobia,
porque todo fue nuestro, para todos.
Entonces aprendí que la alegría, la lucha,
la esperanza y la verdad, son colectivas.
Y también el dolor, la maldición, la muerte.

¡Qué intenso y breve fue el amor!


¡Qué breve la victoria, el grito, la palabra!
Pólvora y hierro y saña arrasaron la vida.
Sólo quedó la sangre coagulándose
sobre las Plazas y las Avenidas, inexorablemente despobladas.

Sólo el clamor inútil, impotente


de Prometeos encadenados
por pretender robar el fuego al dios,
para los hombres.

¿Te acuerdas? El odio desgarró nuestras gargantas


en punzantes protestas.
¡Ah, pero qué breve el odio, qué deleznable la memoria!
El miedo andaba a saltos, con su capa de niebla
recorriendo las calles, allanando las casas,
soplando su pavor en las conciencias.

Creo que por eso nos cubrimos con una losa


los pechos y las frentes.
283

Entonces fue el olvido, tal vez, la indiferencia.


¿Sabes, hermano? En verdad, no comprendo.

Recuerdo nada más que llegaron


seres como de otro planeta
y alegraron de pronto la ciudad desolada
con su belleza móvil, armoniosa,
llena de gracia y ritmo.
Dicen que se llamaron Olimpíadas.
Pero yo pienso ¿no mancharía sus plantas ágiles
la juvenil, reciente sangre derramada,
la húmeda, roja tierra,
el negro, negro y asesino humo?

Después, ¡qué importa!, el otro polvo


removido a patadas, invadió la ciudad.
Sólo quedaron en mi oído sus primitivos gritos
y como un leve dolor de frescas sepulturas pisoteadas.
Y otra vez el silencio, la soledad, el corazón reseco...
¿Qué más quería contarte? ¡Ah, sí!
Estuve esperando durante toda la mañana
tu felicitación asidua por el día de mi santo.
¡DIEZ DE JUNIO, Efraín! Lo olvidaste, ¿verdad?

Pero la tarde se me vino encima,


se desplomó como agrietada bóveda.
Y entonces la traición, agazapándose,
agredió de improviso con sus picos famélicos
la bandada inocente.

Y entonces ¡qué breve el odio, qué impotente la rabia!


De veras, nada entiendo. O tal vez, ya nada me interesa.
Como te dije aquella noche:
no escribo desde hace mucho tiempo.
¿Para qué la poesía, el amor, la esperanza?
Ya sé… me regañaste.

Por eso es que te escribo, aunque sean tonterías.


Dime algo, contéstame Efraín.
Te quiere siempre, Margarita.

Octubre de 1971
284

PRESAGIO

Es noche de diciembre
y un presagio más agudo que el frío
de todos de los inviernos
se aposenta en mi alma,
en mi alma, donde un fuego puntual
sigue licuando, lenta, pacientemente,
los granizos hostiles
del río congelado de los sueños.
Y el presagio es apenas
un lamento indeciso, que no logra,
integrarse en el llanto.
Mi sangre es un oleaje agresivo y demente,
en que navegan barcos fantasmas, sin piloto,
hacia innombrables puertos
donde atracan gaviotas
de alas despedazadas
por cuchillos violentos.
Quiero saber mi historia,
mi ubicación, mi nombre,
mis pasos anhelantes por la Tierra.
Quiero tocar mis manos y mi frente,
sorprender un calor
sobre la estepa de mi piel dormida.
Pero ya nada sé, nada interrumpe
el enjambre tenaz de la vigilia.
Pegajoso silencio
se adhiere a las fronteras de mi sombra
y una mortal indiferencia invade
el espacio vacío.

¿Cómo, entonces, emprender un regreso


para encontrar la ruta perdida entre la niebla?
¿Dónde la voz que se apagó en la tarde?
¿Por qué el amor, que junto a mí marchaba
con su diario prodigio
encendiendo cenizas en mi pecho,
salpicando de luz mis soledades,
abandonó su campanario
y acomodó su nido en la estrella más alta
285

donde toda mi búsqueda no toca


el aire luminoso que acompañó su vuelo?
¿En dónde estás, poesía?
Capitana de ejércitos gloriosos,
cenzontle alucinado, taumaturga divina.
Mi devoción amante ya no alcanza
a descubrir las huellas de tu imagen.
Lejos de mí, distante y muda
en orfandad inmensa me abandonas.
¿En dónde estás, poesía?
Sola, a mitad de la noche, yo te invoco.
Antes que muera
deja caer en mi silencio
una brizna sonora de tu salterio mágico,
porque será el encuentro
de todo lo anhelado:
el amor y el prodigio,
la esperanza y el sueño,
y en las manos heladas de la muerte
un incendiado trigo de alegría.

Diciembre de 1979
286

LOS QUE MURIERON Y NO SABEMOS NADA

Por Yamilé Paz Paredes

…Y aun tuvieron la osadía de impedirnos


que les diéramos tierra
y poderlos querer por las pequeñas cosas.

No alcanzamos, siquiera,
a doblar la rodilla hasta sus bocas,
ni a preguntar por ellos a ellos mismos,
o a conocer su amor a las montañas
y qué simiente a diario iban sembrando;
si un día tuvieron hambre o bicicleta…

Tuvieron la osadía de impedirnos


que creciéramos juntos
(Nos faltó tiempo para estar más cerca
y no podemos decir que les amamos).

De ellos, uno por uno


sólo tenemos el último retrato,
la ira de su muerte
ondeando en cada puño
(Nos faltó tiempo para estar más cerca).

Llegamos al final de su voz,


y no sabemos nada.

Su voz, su amor y su certeza


no importaban.

Tan sólo eran cadáveres


—menos que eso—
un número global sobre un papel en blanco.

“Ciento cincuenta” (algunos dicen: treinta)


—ni siquiera ciento sin cuenta números—,
un sólo número, un número global,
tan sólo eran cadáveres de último momento.
287

“Paloma Olímpica” por José Hernández Delgadillo


288
289

Tuvieron la osadía de impedirnos


que creciéramos juntos.

Tuvieron la osadía.

No podrán impedirnos que regresemos


y en nombre de su voz y de sus nombres,
de lo que sí sabemos,
a ellos, los podridos,
los que nacieron muertos,
les metamos un plomo
en cada muerte.

Entonces les pondremos un número


—serán bastantes—.
Seamos más nosotros.

Tlatelolco, octubre 6, 1968


Año de la represión
290

EN MÉXICO NO HAY PRESOS POLÍTICOS


¡INSENSATOS!

Por José Piñeiro Guzmán

“En México no hay presos políticos”


(qué lástima que en México no haya presos políticos que liberar,
qué bella oportunidad desperdiciada para demostrar toda la
magnanimidad de que es capaz un hombre)

“Las injurias no me hieren”, “el odio no ha nacido en mí“

Las ocho y media de la noche,


poco más o menos,
el patio de la crujía está muy solitario.
está muy callado:
bien podría creerse viéndolo desde el redondel,
que es una crujía abandonada;
dentro de las celdas,
muchos duermen todavía el “carcelazo”,
también en el interior algunos platican,
otros seguimos frente al televisor;
de pronto se escuchan gritos confusos allá afuera,
algunos salimos a los corredores de las celdas altas,
no sabemos qué pasa.

–¡Hay bronca con los de la “M”


(también es una crujía de presos
políticos),
–“no dejan salir a sus visitas”
–“las tienen secuestradas”.
Se escuchan voces airadas de protesta,
hay carreras,
quienes estamos en las celdas altas bajamos a toda prisa,
la puerta de la crujía está abierta y sin candado,
el vigilante ha desaparecido;
–“¿qué pasa?”
–“una comisión fue a hablar con el General”,
diez o quince, no sé, aguardamos en la puerta,
algunos de los que dormían comienzan a salir de sus celdas,
–”¿qué pasa?”
291

se oyen gritos en el redondel,


y un vocerío que aumenta gradualmente.

Una ráfaga de disparos se escucha y los fusiles de los guardias


casi inmediatamente, también empiezan a disparar.
–“¿contra los de la “M”?”
dos compañeros llegan golpeados y sangrando,
–“¡ahí vienen!” “¡ahí vienen!”

La primera oleada de atacantes llega a la puerta de la crujía que


permanece abierta y sin candado,
el vigilante se ha marchado,
presentía algo,
o sabía todo.
Vociferantes,
sedientos de sangre,
con ansias de herir,
de desgarrar,
de matar,
como los “indios malos” de los westerns,
de las cintas cinematográficas hechas por los “blancos”
para justificar el exterminio de miles de nativos,
para justificar el despojo
que llamaron Conquista;
así llegó la primera oleada.
“Van a ver pinches estudiantitos”
–“ora sí se los va a cargar la chingada”
–“pinches culeros”.
Les arrojamos botellas vacías de refrescos que se deshacen en mil
fragmentos sobre la reja que el último de los
compañeros en entrar ha cerrado;
eso hace que se detengan frente a la puerta unos instantes,
sólo uno o dos minutos,
pero vuelven a la carga;
más botellas que estallan en los hierros,
nuevo repliegue de la horda.
Los guardias del garitón, comienzan a disparar sus fusiles,
contra nosotros, hacia el interior de la crujía,
a donde estamos,
no hacia la puerta por la que pretenden entrar los asaltantes;
cada vez más cerca,
los impactos de las balas se oyen muy fuertes,
en las paredes,
292

en la reja.

–¡apándense, apándense!, grita Raúl


corremos a las celdas,
ya no es posible seguir conteniéndolos más
las balas rebotan en el piso,
es una pequeña guerra,
pero estamos inermes,
entre dos fuegos, entre dos enemigos.

Hay un clamor de triunfo cuando


al cesar los disparos las hordas cruzan la puerta y entran
a la crujía; al patio.
Nos encerramos en las celdas,
ahora son muchos los atacantes,
crece la intensidad de los gritos,
crece la angustia,
crecen los ruidos de cosas que se rompen,
de palos que golpean las puertas de hierro de las celdas,
de hierros que golpean a las puertas,
varillas,
y tubos;
la bestia vociferante
–“abran hijos de su chingada madre”
–“van a ver putos”
–“abran hijos de la chingada”.
Están sedientos de sangre,
quieren destruir,
quieren herir,
quieren destrozar.

El saqueo comienza,
los garrafones del agua son estrellados en el suelo
y las paredes de las celdas;
lo que no pueden llevarse es hecho pedazos,
mesas
bancos
libros
papeles,
se llevan los limones y el azúcar
¿para qué?
¿con qué objeto?
¿no son más valiosos para ellos
293

los radios
los televisores,
la ropa
el dinero?
¿por qué el agua, los limones y el azúcar?
¿es acaso que nuestra huelga de hambre, más conocida en el extranjero
que en nuestro país, les ocasiona “descrédito” a esos centenares de
infelices?
el tiempo se detiene.

–Está muy cabrón esto.


me dice Guardado que está conmigo en una de las primeras celdas,
no sé qué responderle para tratar de inspirarle confianza.
una confianza que no tengo
sólo le digo,
–sí mano,
pero yo pienso lo mismo ¿tres minutos? ¿cinco? ¡un siglo!
–“esa “D”, váaaamonos”
(esa “D”, crujía o “dormitorio” que en la rudimentaria clasificación de
nuestro primitivo “sistema penitenciario”
alberga asesinos).

Pasos y voces que se alejan lentamente,


lentamente,
lentamente.
Hay una tregua que aprovechamos algunos
para cambiar de sitio en busca
de celdas que ofrezcan mayor seguridad.
Busco a Manuel y lo encuentro en su celda con José Luis,
quien está muy pálido,
una bala lo hirió en la parte inferior del hombro, afortunadamente sólo
tiene dañado el músculo, si el proyectil hubiese penetrado en otro sitio,
dos o tres centímetros hacia la derecha, le hubiera despedazado los
huesos, las articulaciones del hombro,
–¿te duele mucho?
–sí, me arde mucho, siento el brazo entumido,
con la mano del otro brazo se oprime la herida,
fue un balazo en sedal afortunadamente, pero debe estar bastante
adolorido, recuerdo ahora el incidente allá en la Federal de Seguridad,
durante el interrogatorio,
el pretendido balazo, también en sedal, que me dieron casi en la misma
parte.
–voy a buscar a Roberto, dice José Luis, la celda de ellos está en la parte
294

de arriba, se marcha y yo también salgo para ir a mi celda, en el fondo


de la crujía,
–apándate bien, le digo a Manuel antes de irme
es curioso,
pero todos, por instinto
buscamos nuestras celdas.

Silencio:
sólo unos pocos segundos, nuevos gritos nuevas hordas, el saqueo con-
tinúa, el tiempo no transcurre, más injurias, maldiciones, las mismas
amenazas,
más sonar de hierros y maderas en las puertas; el saqueo sigue, no se
detiene,
avanza, continúa mecánicamente y la angustia persiste, el temor
la confusión, pero el tiempo no transcurre.
Con pesadas barretas de hierro las puertas de las celdas empiezan a ser
forzadas,
una a una,
sin prisas,
sin que nada lo impida no hay salvación posible.
295

6-8 IN MEMORIAM
MONÓLOGO DEL PÁJARO DE FUEGO

Por Eduardo Quiroz García

Heme aquí, al otro lado de mi propia imagen, hablando de una lejanía


del cielo. En una oscuridad temprana, soliloquio de la noche que en-
frenta desde latitudes opuestas a dos distintos y a uno mismo. Sol, Sol
lejano, Sol furtivo... ¡Si pudiera volar!, volaríamos dos, o tres, o cuatro,
¿juega quién a ser nosotros que engaña nuestra sed con burlas en filos
de tormenta? Lloran y sangran sueños en los hielos del amor, imperio
de los serafines muertos, noble tan siniestro día, errante mutación de
Dios humano, ¡es este tu paraíso belicista!, aquí se gesta la ternura de
un sadismo, el fulgor de los ocasos ¡He aquí el viento!, al viento de la
muerte, entre un amanecer que disgrega mil olvidos, mutuo e indivi-
dual olvido, sueños en deseo, propio ajeno exilio que te arrastra y te
dispersa, aunándole a un remordimiento que nunca será nuestra con-
ciencia la traición, ahora y siempre, pájaro de fuego, al azar tus alas
rotas con espinas de silencio y abandono,

hematomas en el alma
tu sangre baña los recuerdos de una plaza en falso movimiento,
en la furia de tu vuelo ahora inexistente
el cielo rondando tu final,
al acecho el buitre de la urbe,
el ave de lo oscuro,
camaleones con bengalas en las patas,
nadie te detiene,
aún la muerte, esa digna muerte,
avante tú, que el eco no retornará...
296

CELESTE IMPERIAL

Saber que la sentencia del olvidado es despertar a la luz y a la sombra


de una aurora que se finge loca, es sentir el doble filo, la doble daga
que con cruel novedad lacera el cuerpo, de extremidad a extremidad
para anunciar su pronta muerte y su vencida resistencia.

El frío, materialmente cubre las extremidades vagabundas que se han


cansado de esperar una hora justa, una sola. Ahora cada parte es per-
fecta abstracción abandonada a su indiferencia, en un suelo estéril,
bosque incinerado donde llueven las condenas.

El cielo negro es una bandera rota.


Sólo esperan nuestra muerte.
La furia cumplió su ciclo y cambió de piel.
El improperio se disuelve en letargo.
Se desmoronan los techos construidos con manos ajenas.
El último sueño ha muerto, mitad ahogado en un lago de niebla y mitad
abandonado en un laberinto que tiene condición humana, paredes de
cristal, donde el minotauro es el rostro que refleja en el lejano espejo.
Letanía profana es nuestro campo de batalla.
Himno de resignación.
Desierto vivo.
Residuo del alba.
Somos el valor del soldado enlutecido, el orgullo que se arrastra herido.
La gloria es fatua, el olvido nos brinda permanencia, nos da seguridad.
Tenemos la ventaja del exilio, volamos y cantamos, oscilamos al celeste,
al
azul que raya el imperial.
Salimos del control.
Perdemos el equilibrio.
La tarde es eterna. No cae la noche ni nace aún el día, es el alarido del
Sol el que gime su cruel agonía, nos cubre su voz latente de braza
muerta,
ardemos en ausencia...
Se desenreda la esperanza, es este nuestro hogar.
Nos hemos alejado, no estamos en huida.
297

Foto del poeta Mario Ramírez,


archivo de La Guirnalda Polar
298
299

CAIMÁN DE HIERRO

Por Mario Ramírez

Como si la sangre no se saciara


de tanto morir en los cuerpos de las víctimas
que se otorgan en sitios alejados
y los reuniera en un golpe
para cumplir un rito de amistad
con la barbarie.
Como si las mandíbulas de metal inexorable
obligaran a la cabeza del monstruo
a sacudir la presa
para así despertar la desolación
escondida entre las carnes,
aun cuando la sangre ya ha partido.
Como si no hubiera separación entre la dignidad y la obligación
de arrojar las bestias a devorar inermes brazos infantiles.
Así se abalanzó el caimán de hierro sobre tres culturas.
No vi cuando las pirámides se arrebataron dolidas de su
inmovilidad de piedra ni cuando la inmovilidad de la
iglesia arrebató hasta la piedra
o cuando los cubos celulares de los edificios alcanzaron a cubrir algu-
nas esperanzas.
Tampoco presencié aquellas caminatas
detenidas por los mordiscos de hierro y plomo del
caimán.
Me lo contaron la tormenta en las guitarras
y las noches de sangre en el cuerpo
de los hermanos mayores
o las noches en soledad esperando a los padres
que buscaban a una niña perdida entre banderas.
No vi aquello
pero me golpeó
por mis cabellos llenos de viento,
mintiendo
el prevenir la delincuencia
sobre un aspirante a poeta
de 14 años,
en el conteo desde la explosión
de su primer pájaro y su primera lluvia.
Era el caimán de hierro sobre tres culturas.
300

Como si la distancia entre un brazo


y la cabeza
se midiera con miles de baldosas
arrinconadas en la desesperación de la crujía
o en los dedos agarrotados de tanto arañar las paredes
o la sangre.
Como si las carcajadas de la ignorancia
revestidas con mass media
para rendirse ante los mediocres
tuvieran que rematarse en la ferocidad
de las bayonetas,
si ya han cumplido con la estupidez.
Como si no existieran esos gritos
en cada una de las calles
de esta ciudad abandonada
por los testigos.
Silenciado su pasado para no poseer
su futuro.
Así el caimán devora las tres culturas...

DEL ASESINO EN SERIE CONOCIDO


COMO “EL ESTÚPIDO”

¿Cuál pecado cometió el país


tan execrable que ha tenido que resistir
a los peores tiranos,
los asesinos con disfraz de democracia?

La historia mexicana siempre se escribió con


sangre. Pero ya hay suficiente sangre para
ahogar a todos los tiranos.

Cuando la estupidez es investida con la banda tricolor,


disque para darle su “desarrollo” a esta tierra,
y la estupidez se atemoriza,
es que ha llegado el asesino
y no hay lugar para la espiral de flores, ni para el aliento
ni para los cuadernos del fuego.
301

Así pasó, como te lo cuento.


Un pleito de muchachos, el trompo, la novia, el machín o el suéter.
Eran pájaros probando alas.
Así pasó, como te lo cuento
y no estoy llorando,
te hablo de pie,
te hablo de frente.

El estúpido y su trompa, Díaz Ordaz,


el estúpido y su tropa.
También el otro estúpido que pedía la banda tricolor,
Echeverría Álvarez.
Cuando los estúpidos no están al tamaño de la historia
han de aprovecharlo todo para torcerlo todo a su ambición.

El estúpido ambicioso.
Su tropa.
Rompen la puerta de la escuela.
Los bárbaros rompen la puerta de la academia.
Los pobres no tienen permiso de tener fuego.
Ser pobre y tener fuego es ser un subversivo.
Como si el ser subversivo no fuera necesario
ante la guerra cotidiana de la opresión.
Como si las brigadas en la calle no pudieran por derecho
llenar de fuego a esta ciudad.
Así los bárbaros rompieron la puerta,
para ponerle cadenas al salón.
Pero el salón puede detenerse,
las ideas no.
El estúpido ambicioso,
las lenguas de tinta y de payola,
las fastuosas olimpíadas,
los cinco arillos cómplices,
el olímpico ejército,
la medalla del odio,
la hilera de tanquetas,
los perros del dolor se han soltado,
el policía olímpico alcahuete,
el estrado se llena de saliva,
el estúpido de viaje,
los comerciantes del deporte
ponen a venta nuestro país,
algún pendejo gringo invade Texas,
302

algún español bastardo masacra indios.


La historia no se equivoca:
todo sucedió aquí.
El disfraz de democracia se desempolva
y se exhibe en pantalón corto
colgado de una antorcha.

Los cuadernos se desbordan de las aulas.


Con el salón encadenado los cuadernos detienen las escuelas
y marchan.
La resistencia y el silencio, la marcha y las antorchas,
el aire y la rabia, la paloma y la calle,
la brigada y el boteo, los maestros y el rector,
la ciudad y la esperanza, la luna y el pocillo,
los obreros y los campesinos, la guardia y las fogatas,
el canto y la protesta, la cámara y el pincel,
las pintas y la discusión, la asamblea y el CNH,
esto es para vencer la estupidez.
Así pasó, como te lo cuento.
Así pasó, como te lo cuento
y no estoy llorando,
te hablo de pie,
te hablo de frente.

Los cuadernos tomaron las calles,


mientras en el palacio las cortes decidían helicópteros
y bengalas,
el batallón “Olimpia”,
la Plaza de las 3 Culturas,
el 2 de octubre,
sobre el mitin de cuadernos,
tarascadas de plomo,
bestias sobre infantes,
tanques en el vuelo del carroñero,
sangre en la pirámide,
muerte en la memoria,
plumajes rotos,
masacrar una generación
como si Herodes,
sueños despedazados,
llantos de madres y de padres,
gargantas apretadas,
303

testigos silenciados,
dolor en las entrañas,
ventanas rotas,
los juguetes y los lápices
fueron pisoteados,
¿dónde quedó la paloma?
leche radiactiva,
leyes de banqueros,
salarios de miseria,
horarios infamantes,
tiempo libre devorado
por tu empleo,
deuda eterna,
atracos al erario,
ejército y policías cercando Acteal,
perdón, Tlatelolco,
el Palacio Negro,
Cerro Hueco,
el estúpido y su corte la vestida ocho.
Así pasó, como te lo cuento
y no estoy llorando,
te hablo de pie,
te hablo de frente.

¿Qué otra cosa quieres que te cuente?


¿Aguas Blancas?
¿1988 y la denuncia de la mascarada electoral?
¿1985 y la masacre por negligencia en la construcción?
¿La masacre cotidiana por hambre
o por enfermedades curables?
¿La 23 de septiembre?
¿El 10 de junio?
¿Los asesinatos de obreros disidentes
y dirigentes sociales?
¿Genaro Vázquez?
¿Lucio Cabañas?
¿Emiliano Zapata?
¿Pancho Villa?
¿Los Flores Magón?
Se parece demasiado el crimen.
Al asesino en serie ya fue descubierto hace mucho,
podemos derrotarlo aún.

Ya hay suficiente sangre


para ahogar a todos los tiranos.
304

Todo esta escrito, todo pasó.


Sólo te lo cuento como me lo contaron
los testigos
y las fotos,
la historia
y la represión.

MARÍA BRIGADA

Ahí estaba,
en la panza de la serpiente naranja.
Ahí estaba,
y la serpiente como que la iba a morder
pero ella se levantó con su voz de estampa
y su nido de mariposas,
como extraña virgen del boteo,
y la serpiente quedó
desdentada de monedas.

Ahí estaba,
yo la vi, señora.
Levantaba el puño izquierdo
y la llamaron María Brigada,

Si hubiera sido mi hija,


la de los soles en el vestido,
le hubiera acuchillado la greña.

Pero ya ve, señora,


de haber sido otro
le amarro un arresto a la mano
y no le hubiera dicho a usted nada.

1987

GUERREROS DE LECHE

Nos arrancamos los dientes de leche


para tatuar los signos primerizos
305

de los guerreros en nuestros pechos


y nuestra estrella.

Enfilamos las testas, enjoyadas con aves tropicales,


a quemar Las Cuatro Direcciones
de La Cruz del Nagual.

Como buenos hechiceros de las masas


detenemos nuestro andar, jaguar electrizando
a su enemigo,
y en el acto cubrimos con banderas
enrejados.

Llevamos nuestros huesos juveniles


para formar las torres en la plaza
y los héroes no se desdicen
montados en sus globos de Cantoya
para formar las filas
rumbo a las grietas del caimán de hierro
sobre tres culturas.

Y casi sin saber del caimán de hierro


los días se van sumando a la saliva,
una luz a lo lejos
perdidos en las cuevas,
carcajada en el café de pollo,
la guitarra con su boca de luna
muchachas que ríen por haber encontrado
su alegría en una huelga,
chavos que se ven bien
en su perfil de justos ladrones del fuego.

Y de pronto los adueñados de la lumbre


nos presentan la portada de los diarios
donde nuestro perfil aguileño es devorado
por la serpiente,
por esa pinche serpiente
que tenemos aplastada
bajo las alas...

Huelga estudiantil, UNAM, 1987


306

CANCIÓN DE CUNA PARA UN NIÑO FRANCÉS

Al mayo francés del 68

A dormir, a dormir,
niño de la doble luna,
a dormir.
Hoy amanecieron barricadas
donde tus hermanos mayores
toman al cielo por asalto
y tus padres llevan
La imaginación al poder.1
Donde el héroe de la Segunda Guerra Mundial
no entendió que los pueblos avanzan
con terremotos, con marejadas,
con la risa llena de viento.
La poesía está en la calle.2
Sed realistas, exigid lo imposible.3

A dormir, a dormir,
niño de la libertad,
a dormir.
Olvídense de todo lo aprendido.
Comiencen a soñar.4
Fueron los estudiantes emocionados
los que comenzaron a tomar las calles
por el amor que los pueblos tienen
por sus destinos.
La huelga estudiantil
no era más que una canción de cuna
para los pueblos,
y la represión se convirtió
en alimento del fuego,
en brasas de la rebelión
contra todo lo establecido.
No se encarnicen con los edificios,
nuestro objetivo son las instituciones.5

A dormir, a dormir,
niño del pecho de pluma,
a dormir.
307

La huelga general estalló


en la cara de los mismos de siempre
que devoran la riqueza,
que devoran los corazones.
Niño no llores
ya te tocará a ti cantar en La Sorbona
y enamorar muchachas en las marchas,
Esas jóvenes rojas cada vez más hermosas,6
bajo las fotos de Mao, del Che y de Marx.
Cuanto más hago el amor,
más ganas tengo de hacer la revolución.7

A dormir, a dormir,
niño que suspira,
a dormir.
Tus padres pelean por el pan de cada día,
porque su sudor en la frente
te prodigue cuidados y dibuje tu risa
en las mañanas.
La barricada cierra la calle
pero abre la vía.8
Y cada vez somos más
los que llenamos la masa encabritada.

A dormir, a dormir,
niño de las manos de palomas,
a dormir.
No vamos a reivindicar nada,
no vamos a pedir nada.
Tomaremos,
ocuparemos.9
El patrón te necesita,
tú no necesitas al patrón.10
No llores niño,
¿acaso somos de la materia
del agua?
Me golpeas y crezco,
me encarcelas y me desbordo.
No hay pensamiento revolucionario.
Hay actos revolucionarios.11
308

A dormir, a dormir,
niño del pelo enmarañado,
a dormir.
Esto no es más que el principio,
continuemos el combate.12
Descansa ahora, niño,
que mañana tendrás la mirada limpia
y el corazón generoso
encerrado en la fábrica
con las mantas rojinegras
destronando a los ambiciosos.
Cambiar la vida.
Transformar la sociedad.13

A dormir, a dormir,
niño del mundo, niño de las mil pieles,
a dormir,
pues el mayo francés fue el mayo del pueblo,
de todos los pueblos del orbe.

El arte ha muerto.
Liberemos nuestra vida cotidiana.14
Prohibido prohibir.
Prohibido prohibir.
Prohibido prohibir.15

Consignas del mayo francés en el poema


1
L´imagination au pouvoir. Sorbona.
2
Calle Rotrou.
3
Soyez réalistes, demandez l´impossible. Censier.
4
Oubliez tout ce que vous avez appris. Commencez par rêver. Sorbona.
5
Sorbona.
6
Medicina.
7
Sorbona.
8
La barricade ferme la rue mais ouvre la voie. Censier.
9
On ne revendiquera rien, on ne demandera rien. On prendra, on occu-
pera.
10
Le patrón a besoin de toi, tu n´as pas besoin de lui.
11
Nanterre.
12
Ce n´est qu´un début, continuons le combat.
13
Ciudad Universitaria.
14
Sorbona.
15
Il est interdit d´interdire. Sorbona.
309

“De Rodillas”, dibujo por Melecio Galván


310
311

1968

Por Juan Rejano

Herida y desgarrada, tierra hermosa; estás herida y


con tu sangre tiñes las piedras que otro tiempo
sintiera las pisadas de los héroes y las doncellas
gráciles.

Herida estás, sufriendo, y son los mismos brazos


augurales que un día me acogieron como
hermano en derrota los que ahora, torturados,
se crispan de dolor.

Yo dejo aquí, desnuda, mi palabra, para sumarme


a ti, para sumarme a tus penas, tus ansias, tus
luchas, tus heridas.

Contigo he convivido, no con los que te explotan,


no con los que bandera de tu infortunio hacen
demagógicamente.

Contigo he convivido largos años. A tu lado una


vida entera he trabajado, aprendiendo de ti,
de tu firme prudencia, recibiendo a diario
esa sabiduría que sólo las afrentas y el dolor
acumulan.

Te di lo que traía: nada, un poco quizá de mi antigua


soberbia, de mi experiencia altiva, que ni siquiera
pudo domeñar la derrota.

Mi soledad te di, y más desdichas. Y también mi


deseo de enlazar mis manos con las tuyas y a
tu vera ganar los horizontes.

Ahora tú estás sufriendo, las heridas abiertas, y yo


te dejo aquí lo único que tengo: mi palabra.

Mi palabra que en una puede cifrarse: amor.


312

EL CANTO DE LOS MENORES

Por David Roura

El dos de octubre del 68


yo no estuve en esta plaza

No todos estuvimos. Éramos


pocos de mi edad
que marchábamos en las grandes
manifestaciones del 68

Quería gritar mi rebeldía no


sabía cómo
Comenzaba nuestra primavera de palabras y contamos la
libertad por las calles que las hicimos nuestras

Tenía por qué rebelarme había


que hacerlo
para poder vivir con dignidad

Cuando marchamos en silencio


con el rector de la UNAM al frente nuestros
pasos resonaron como poderosas
palabras e hicieron temblar
a los soldados que ocupaban al IPN,
a la UNAM
o temblaron... y tuvieron miedo

Oí en mi casa decir:
–“Con quince comunistas colgados en el Zócalo
acababa yo esta revuelta” –No
dudé que se pudieran inmolar a los 15. Pero nadie nos
iba a detener ya

Supe que no era el único

II

Yo no estuve en esta Plaza


el 2 de octubre del 68. Pero
recuerdo esa tarde

A las 6:00 pm
Nos bajaron del tranvía
313

que corría de Mixcoac a la Villa


Nos hicieron caminar varias calles bajo
una valla policíaca

Un helicóptero volaba sobre Tlaltelolco. No nos


permitieron detenernos
Sonaban oleadas de rítmicos disparos

Creí oír a lo lejos barullo de gente


Sólo un policía con altavoz
nos decía: –“No se
detengan, caminen” –

Ya en la noche, algunos sobrevivientes


difícilmente narraban lo sucedido

El 3 de octubre era un viernes obscuro, siniestro


¿A dónde ir?
¿Con quién hablar?

Le di la espalda
al fuego olímpico. No le
aplaudí a ninguna de las medallas
regaladas a México. Nunca
pude entender a esa gente
Sólo diez días antes
habían masacrado a jóvenes inocentes
Y ahora le aplaudían al Presidente asesino
Sonaban las fanfarrias olímpicas
Los tibios ganaban la batalla

Caminamos con la rabia y el miedo


entre las manos
Aprendí el lenguaje del poder

Una bengala cruzó la plaza


yo no la vi
Yo no estuve en esta Plaza...

¿Cuántos asistentes?
Pocos: para el número
de las grandes marchas

Algunos nunca han estado


en esta Plaza
Faltan mil plazas iguales
para recibir a los que dicen “Estuvimos”
314

Yo no estuve en esta Plaza esa tarde


Pero estoy cada año y marcho
Como marché
en aquella alegoría de libertad
que fue el 68
Yo no estuve en esta Plaza esa tarde
No fui líder estudiantil
Era un simple estudiante
de Secundaria
No fui perseguido en el 68
(algunos años después, sí)

No me dispararon en esta Plaza el 2 de Octubre


(3 años después, el 10 de Junio, sí)
No fui preso político en el 68
(6 años después, sí)

Sólo queríamos cantar la libertad por las calles


y aprendimos a callar a ser
clandestinos a no
esperar
Ya no estampar nuestros nombres en ningún
registro público
Y no confiar en diálogos
ni aperturas democráticas

Aprendimos a contraatacar con las mismas armas


y organizamos en células

Tal vez la Historia no registre


nuestra lucha sorda

Tal vez sólo valga:


Del 68 a la transición democrática Del 68 a los
reconocimientos Del 68 a los curules Del 68 a la
CÍA y a la traición.

No sé
Éramos pocos de secundaria
los que marchamos en el 68. Pero nuestra
generación no murió y seguimos luchando...
seguimos luchando... seguimos luchando

No claudicamos
y somos más
315

Seguirán los 2 de octubre


y seguiremos luchando

A pesar de no haber estado


el 2 de Octubre del 68 en esta
Plaza
Todos nos templamos en esta Plaza. Todos
vivimos en Chiapas
Todos moriremos luchando
Todos somos Chiapas
Todos somos Marcos

SILENCIO CULPABLE

Ahora callas,
cuando tenías que vomitar
la sangre que te ahoga,
asesino de mi tiempo
y de mi generación.

Callas,
escondes tu miedo
ante los que te perseguimos.
Te amparas en argucias legales
te ufanas de tener
los mejores abogados,
pero nosotros
no dejaremos de acorralarte.
Porque no olvidamos.

Huyes,
merodeas como una hiena,
no harta de cadáveres,

Huyes
a tu madriguera;
tus guardias,
tus soldados,
tus abogados
y tus descendientes
no pueden exculparte
de tu pasado,
de tus burlas, mentiras
y crímenes,
316

Hoy callas,
mañana nosotros
estaremos en tu muerte,
en tu sepultura
y te recordaremos
todas las muecas de dolor,
todo el espanto de nuestros
compañeros asesinados y torturados,
te reintegraremos todo el odio que engendra.

¡Hay heridas profundas,


odios vivos;
duran por toda la historia,
perduran por generaciones!

Nunca el silencio
liberará tus fauces
de la sangre de Tlatelolco, de San Cosme,
y de tu inmunda Guerra Sucia.

Callaste,
como frente a las madres
de los desaparecidos
y a la militancia de sus hijos.

¡Cínico!

¡Farsante del mundo!

¡Sátrapa de la patria!

Son iguales
los presos de Pinochet
que llenan los estadios de Chile,
a los presos de tus cárceles clandestinas
y de campos militares.

Hoy, el silencio del tiempo


los funde y los condena.

¡Como él tendrás que rendir cuentas!

¡Porque el deber con la patria, no prescribe!

El veredicto popular te dicta:


317

Luis Echeverría Alvarez:

Asesino.

Culpable de Genocidio.

Culpable de Tortura.

Culpable de delitos de Lesa Humanidad.

PARTIDA 68

A la memoria del "Pai"


Florencio López Osuna.

Nunca supimos
en qué momento
nos levantamos como piezas amenazantes.

Ellos tenían la "partida" perfecta;


un tablero país... en blanco y negro.

Imponían las verticales leyes.

Nosotros, refulgentes peones,


claros prospectos de alfiles,
conciencia de un sueño
de Patria Nueva
y canto de peón pueblo,
por ello cambio de las viejas formas.

¡Tiende el sistema sus piezas asesinas!


Todas ellas armadas
sin respetar ninguna regla.

Disponían de blancas y negras


en un amplio tablero
de dos millones de cuadros en kilómetros.

El rey,
déspota rey,
el próximo rey:
Sus seis mil alfiles políticos corruptos,
sus ochocientas torres militares de asalto,
sus quinientos caballos religiosos, empresarios,
legisladores,
318

millones de burócratas y peones rasos desclasados,


tenían nuestra Dama patria secuestrada.

De pronto, con un audaz enroque,


los sorprendimos.
nos parapetamos en nuestras casillas-escuelas,
dominamos el pleno centro del tablero,
pequeñas plazas
en una increíble posición.
Lanzamos alegóricos avances
de "peones envenenados”.

Defensa Movimiento Estudiantil:


P4R, Asambleas;
C3AR, Pegas;
P3CD, Mítines;
A2C, Marchas;
0-0, Huelgas;
A4A+, Resistencia...

Amenazamos con la Variante Popular:

P8R, Democracia.

Propusimos gambito de la dama cautiva


y la dama Patria sonrió.

Gritamos:
Jaque al sistema político,
jaque al rey autócrata,
jaque al rey inflexible...

Y una bazuca destrozó


los sueños, la puerta
y media docena de vidas jóvenes
en el Fiancetto de San Ildefonso,
Preparatorias 1 y 3.
Las torres tanquetas asaltaban
nuestra enrocada autonomía.
Otras torres fuego avasallaban al Politécnico.
La Superior de Economía
y la Voca 7
caían luchando.

Casilla por casilla,


es decir escuela por escuela,
319

fuimos perdiendo
el “juego” desigual.

A bayonetas, fuego de metralla,


luces de bengala,
drogadas tropas desquiciadas,
así derrumbaron nuestra últma defensa.

Tlatelolco es incendio,
el tablero es tironeado.

No hay partida:

sólo presos piezas incineradas,


sólo jóvenes sueños patrios asesinados.

Prisión para los alfiles líderes.

Prisión para los anhelos libres del ajedrez.

Florencio tardó 33 años


para jugarles otra partida.
Viejo maestro
y zorro alfil,
movió sus piezas,
dobleteó torres, alfiles, caballos,
en elegante y certero movimiento,
sentenció:

Jaque mate al viejo rey.

¡Abrir los archivos del 68!

Jaque mate al viejo rey.

¡Comisión de la verdad!

Jaque mate al viejo rey.

¡Juicio a los asesinos!

Jaque mate al viejo rey.

"Jaque mate al viejo rey"


Qué extraña muerte,
qué inundar de dudas
te impidió ver
320

cómo se derrumban
las piezas enemigas
en éste, el actual tablero.

Tu último movimiento en vida


fue contundente y certero.
"Juicio y mate al viejo rey".
Ajedrecista,
camarada por siempre.

El genocidio no quedará impune.

¡Ganaremos la partida!

Florencio:

¡2 DE OCTUBRE NO TE OLVIDA!
321

Dibujo por Rini Templeton


322
323

DOS DE OCTUBRE
¿QUIÉN NO LO RECUERDA?

Víctor C. Ruiz Arrazola

De las noches
del sesenta y ocho
la segunda
de octubre
se recuerda
con rabia y luto
por la lluvia de balas
y de gases
que lavaron
los cuerpos desangrados
del estudiante
del obrero
del maestro
del curioso.
¿Quién no recuerda
que a su hijo torturaron
que decenas de seres
muertos cayeron?
¿El antes y el después del 68?
Sí, el antes y el después del 68.

¿Qué es para... el dragón


que vomitó hierro hirviendo
sobre las miles de semillas
que estaban germinando?
324

TLATELOLCO, 68

Por Jaime Sabines

Nadie sabe el número exacto de los muertos,


ni siquiera los asesinos,
ni siquiera el criminal.
(Ciertamente, ya llegó a la historia
este hombre pequeño por todas partes,
incapaz de todo menos del rencor.)

Tlatelolco será mencionado en los años que vienen


como hoy hablamos de Río Blanco y
Cananea,
pero esto fue peor,
aquí han matado al pueblo:
no eran obreros parapetados en la huelga,
eran mujeres y niños, estudiantes,
jovencitos de quince años,
una muchacha que iba al cine,
una criatura en el vientre de su madre,
todos barridos, certeramente acribillados
por la metralla del Orden y la Justicia Social.

A los tres días, el ejército era la víctima de los


desalmados,
y el pueblo se aprestaba jubiloso
a celebrar las Olimpíadas, que darían gloria a
México.

El crimen está allí,


cubierto de hojas de periódicos,
con televisores, con radios, con banderas olímpicas.
325

El aire denso, inmóvil,


el terror, la ignominia.
Alrededor las voces, el tránsito, la vida.
Y el crimen está allí.

Habría que lavar no sólo el piso: la memoria.


Habría que quitarles los ojos a los que vimos,
asesinar también a los deudos,
que nadie llore, que no haya más testigos.
Pero la sangre echa raíces
y crece como un árbol en el tiempo.
La sangre en el cemento, en las paredes,
en una enredadera: nos salpica,
nos moja de vergüenza, de vergüenza, de vergüenza.

Las bocas de los muertos nos escupen


una perpetua sangre quieta.

Confiaremos en la mala memoria de la gente,


ordenaremos los restos,
perdonaremos a los sobrevivientes,
daremos libertad a los encarcelados,
seremos generosos, magnánimos y prudentes.
Nos han metido las ideas exóticas como una lavativa,
pero instauramos la paz,
consolidamos las instituciones;
los comerciantes están con nosotros,
los banqueros, los políticos auténticamente mexicanos,
los colegios particulares,
las personas respetables.
Hemos destruido la conjura,
aumentamos nuestro poder:
ya no nos caeremos de la cama
porque tendremos dulces sueños.

Tenemos Secretarios de Estado capaces


de transformar la mierda en esencias aromáticas,
326

diputados y senadores alquimistas,


líderes inefables, chulísimos,
un tropel de putos espirituales
enarbolando nuestra bandera gallardamente.

Aquí no ha pasado nada.


Comienza nuestro reino.

En las planchas de la Delegación están los cadáveres.


Semidesnudos, fríos, agujereados,
algunos con el rostro de un muerto.
Afuera, la gente se amontona, se impacienta,
espera no encontrar el suyo:
“Vaya usted a buscar a otra parte”.

La juventud es el tema
dentro de la Revolución.

El Gobierno apadrina a los héroes.

El peso mexicano está firme


y el desarrollo del país es ascendente.
Siguen las tiras cómicas y los bandidos en la televisión.
Hemos demostrado al mundo que somos capaces,
respetuosos, hospitalarios, sensibles.

(¡Qué Olimpíada maravillosa!),


y ahora vamos a seguir con el “Metro”
porque el progreso no puede detenerse.

Las mujeres, de rosa,


los hombres, de azul cielo,
desfilan los mexicanos en la unidad gloriosa
que construye la patria de nuestros sueños.
327

“Represión”, dibujo por Melecio Galván


328
329

TLATELOLCO

(Cuauhtémoc)

Por Máximo Simpson

No me tiren, que soy el rey de


México y de esta tierra.
Cuauhtémoc

El llanto se extiende, las lágrimas


gotean allí en Tlatelolco.
Cantares Mexicanos

Agualuz nochetiniebla piedrasueño,


sueñosombra piedraluz aire dormido
polvotierra desmemoria de la noche
tensa noche nochefuego desmedida lanza torva
arco negro de la noche piedrasola
agualuz noche tiniebla piedra sueño
sueño sombra piedra luz aire dormido
la demencia estamos locos qué nos pasa
quiénes son de dónde viene todo el odio
Isabelpiedrademuerte qué nos pasa
agualuz nochetiniebla piedrasueño
con el trueno entre los dientes
arcabuces popolocas
no hay piedad ay quiénes son ay qué nos pasa
agualuz nochetiniebla piedrasueño
escribamos frailes negros
popolocas los caballos
por los aires de la Tierra bestia negra
de la muerte quiénes son ay qué nos pasa
los soldados Tlatelolco
ay el Sol que ya se acaba
es el límite del Tiempo
se termina
ya no hay años
es el límite del tiempo la mortaja
los soldados Tlatelolco
330

la demencia estamos locos los caballos


se arrojaron de las torres
se arrojaron de la vida
se cayeron de la muerte
desde arriba desde abajo
desde el útero madre de la Tierra en el polvo.

II

Derrotado profundo,
joven muerto que mueres diariamente,
sabedor consagrado
que en el perdido calendario del Tiempo
revisas la escritura de los días,
los colmillos funestos,
la sonrisa de Dios y sus cavernas
junto al cantor decapitado:
lambiscones de rapiña optimista,
tejedores de sarape de sangre,
vomitan cada día su retórica negra,
su mortal exabrupto.

Y en Tlatelolco se oyen truenos,


en Tlatelolco estamos locos,
en Tlatelolco nos morimos,
en Tlatelolco están de fiesta
en Tlatelolco, Tlatelolco.

¡Tlatelolco!

III

Plaza de Tlatelolco: semen vivo de la vida muerta,


matriz del maderamen que se cae, de la profunda
escalinata para un viejo ritual, para una nueva sangre.

Iglesia paralela del tiempo, miradores y torres que


un día fueron tumbas, corola de un grito que no calla.

Allí todo se junta: allí el azteca temerario y el Gran


Inquisidor, el tiempo y su lujuria de restos inmortales,
de piedras rozagantes.
331

Y también el despojo y su secuela, la injusticia y la


muerte, la injusticia y la vida, la injusticia pagando
su diezmo de hombres vivos al gran devorador,
al dios de siempre.

Atrio ceremonial saqueado ahora y antes, sitio donde


bregaron quienes hoy son leyenda, lugar donde pensamos
con el cuerpo doblado sobre un pozo de olvido.

Trastienda del alborozo olímpico,


plaza casamentera de osamentas rebeldes.

Plaza de la Matanza:

A las aves siniestras de Moctezuma herido sucedió


un helicóptero radiante.

Y mientras el discóbolo de Atenas preparaba su


canto circular, mientras llegaba el fuego desde el
patio de Homero,
yo lo vi en Tlatelolco:
cadáver altanero,
su loca brasa láctea,
su coágulo de vida,
su compacto cristal,
su condensada ausencia legendaria,
su fuego inconsumido deterioran la muerte,
saquean su reinado de tumbas silenciosas.

Y el útero irredento de México exiliado


procrea para siempre al Niño Viejo:
su macizo cadáver camina por el mundo,
y su lengua callada suelta improperios insepultos.

IV

Agualuz nochetiniebla piedrasueño,


sueñosombra piedraluz aire dormido,
polvotierra desmemoria de la noche,
el baldado camina,
y el hombrecito paria que alimentó a los dioses,
lustrabotas que lustra la injusticia del mundo,
corona diariamente al rey Cuauhtémoc,
332

sostiene con amor al joven muerto,


lo alimenta con brasas y vejámenes.

Agualuz nochetiniebla piedrasueño,


sueñosombra piedraluz aire dormido,
polvotierra desmemoria de la noche,
aquí llega Cuauhtémoc con los pies
destrozados,
aquí llega el cantor,
es
el cantor que vuelve,

aquí llegan los muertos escondidos,


otra vez a esta plaza,
otra vez a este foso,
semen vivo de la vida muerta.

1968-1970
333

5 DE AGOSTO

Por María Elena Solórzano

De la Plaza de Honor de Zacatenco,


como riachuelos que integran un torrente
universitarios y politécnicos,
normalistas y estudiantes de Chapingo
inician la marcha
hacia los caminos bordeados de cardos
y las esquinas donde acecha la ignominia.

Tonantzin (nuestra madre ancestral)


desde el ceremonial del Tepeyac los mira.

Caminan por las calles


sembrando anhelos de libertad,
ansias de justicia.

"Ya no somos esclavos"


dice la espesa demagogia.
No llevamos grilletes en los pies,
pero aún los llevamos en el alma.

La gente sale de sus casas, los aplaude,


les brinda palomas blancas,
agua nieve para refrescar sus labios.

Es un surtidor de luz,
la esperanza por un México
donde los niños vuelen papalotes
y las mujeres tejan sus vidas
con madejas de esperanza.

Un México donde no se compre la justicia


ni se ensalcen los triunfos del malvado.

Siguen por Tlaltelolco.


Ahí, los templos de piedra y argamasa
se irguieron imponentes.
Ahí, entre las piedras, todavía
se encuentran las raíces
334

de nuestra raza cósmica.


Atraviesan junto a la Plaza de las Tres Culturas,
donde se reunían los guerreros águilas y jaguares
para alimentar al Sol con sus heridas.
Donde se reunían los Tlatoanis,
los ancianos y los sabios
a discernir sobre el destino de sus pueblos.

La juventud valiente grita sus consignas:


"Libertad de expresión."
(La prensa amordazada, moribunda.)
"Democracia para un pueblo sojuzgado."

Quince mil voces al unísono reclaman,


quince mil voces despiertan la conciencia
adormilada.
Quince mil voces en un solo estruendo
contra la mentira criminal
bullente de latrocinio y corrupción.

No más la palabra cercenada


por consignas del gobierno.

No más mujeres profanadas


como castigo a su lucha
por la verdadera democracia.

No más sangre de inocentes.


“El vino de la tierra” es vida
y no debe de correr por las baldosas
ni manchar las camisas de los hombres
o los blancos faldones de las hijas.

Con la cabeza en alto llegan a Santo Tomás,


las mentes preñadas de grandiosos ideales
y la visión de un Anáhuac transparente.

Es la juventud en lucha por una Patria libre,


para que el pan llegue a cada puerta
y del fogón de mamá grande
desprenda el sacrosanto olor de la tortilla.
335

Para que germine el pensamiento


en el almácigo de la escuela pública
y ofrezca su más preciado fruto.

Será cuando el pueblo cante


en todas las plazas
y resuene la risa de los niños
en las cuatro esquinas de la Patria
henchida de mar, de arena, de selvas, de humedades…
De todo lo que la libertad reserva
a un pueblo soberano.

(El 5 de agosto de 1968 los estudiantes politécnicos organizan el Comité


de Huelga del IPN. Poco después se formaría el Consejo Nacional de
Huelga (CNH), que representaría a todos los estudiantes del país.
336

SEPTIEMBRE

Por Paco Ignacio Taibo I

Un día,
el día en que no me detuvieron
en que ni siquiera me tocaron los golpes,
porque la ley y el orden
me desprecian un rato
descuidados
(era de tarde, llovía)
se olvidaron de mí.
Era un día en que caminé por Insurgentes y los
coches azules
llenaban la calle
hasta
saciarla.
Ese día
tenía miles de papelitos arrugados
llenando los bolsillos.
Si me hubieran registrado
me hubiera sido imposible explicarles
cómo fueron escritos
(es difícil explicar cosas así),
bajo qué luz,
con quiénes,
en qué horas del día
repartía mis pequeños odios con el odio grande
de los miles que éramos.
Es difícil explicarles a ellos.
Los papeles del bolsillo, digo,
eran poemas, o casi,
eran días asustados, gastados, sonrisas repartidas como
volantes en las
esquinas,
eran pintas chiquitas,
casi para mí mismo,
para situarme en el planeta genial
que era hoy la ciudad,
declaraciones insólitas de mi complicidad conmigo mismo,
con lo que estábamos haciendo.
337

Si entonces ese día,


alguien hubiera dicho
¿de dónde han salido?;
¿quién los hizo?
Son subversivos, reflejan tu anarquismo, tu desconfianza
del mundo,
tus problemas sexuales, tu falta de tristeza, tu soledad
corrupta;
son muestra de que eres aún adolescente, de que en el
fondo desconfías de ti mismo…
yo hubiera dicho:
¡vete a la mierda! Son sólo poemas; poemas solamente,

y reflejan (nada refleja) todas esas cosas… Y además,


todos tenemos papeles en los bolsillos.

Pero hoy, otro día,


si me preguntan que pasó con ellos,
sería difícil explicar
explicar que estaban por aquí
que se fueron por las alcantarillas mientras su autor corría,
que se derritieron de sudor entre los dedos,
o que están aquí
porque los he guardado.
¿Acaso importa? Los volvería a hacer.
338

EL ALMA DE UN HILO
QUE PENDÍA DE SANGRE

Por Guillermo Tinoco García

El alma en un hilo que se desprende


en giros concéntricos de colores
De incandescentes llamas pirotécnicas
no las aspas de un molino de viento
son las aspas de un helicóptero “huey”
un vigía que flota vigilando la “ley”

Flotan en el aire las lleva el viento


las luces de la señal de “fuego”
sobre la muchedumbre manifestante
¡fuego!... ¡fuego!... fuego…

Fuego cruzado como en combate


A estrenar las armas nuevas
contra la masa compuesta de niños
de mujeres de hombres del pueblo

El pueblo en concurso de expresión manifiesta


buscando con las palabras el diálogo de las razones
no la metralla ni el crujir de las cadenas
de los carros de asalto y las tanquetas
ni el tableteo del fusil metralladora “M-16”
ni las ráfagas de balas trazadoras rasantes
que escupe la tanqueta desde su torre y mirillas
y los carros de asalto de combate…

La tropa especializada del Batallón Olimpia


el alma de un niño que se desprende
se la lleva la bala expansiva de la 50

La bala trazadora de color verde muerte


mata una mujer embarazada por el amor cotidiano
la granada explota sobre los niños escondidos

En la mira telescópica infraroja del francotirador


corre la joven vestida de blanco
339

hace blanco en su pecho que se mancha de rojo


cae en el pasto verde con los brazos abiertos

Esa noche de terror no estado de sitio


noche que se prolonga en los días
esa noche de toque de queda para los habitantes
de toda la zona de Tlalelolco dos de octubre
la noche de los saqueos de los ultrajes y violaciones
de asesinatos de los “suicidios colectivos”

Noche de vandalismo en que las hordas de ordaz


convirtió el día en uno de esos días de Díaz Ordaz

Esa noche de estado de sitio de saqueos


de ultrajes de asesinatos qué terror
toda la noche olía a pólvora a sangre
terror que huele a muerte a pólvora y a sangre

Blasfemias, golpes, gritos, insultos, brutalidad


Las botas patean las puertas las destruyen
las culatas rompen los cráneos las puertas destruyen
Patadas en las costillas en todo el cuerpo destruyen
los gritos de dolor se prolongan en todo el medio

El eco de la tarde tiene ecos de ayes en todos los tonos


el vacío está lleno del grito de caída
del que encontró la muerte al estrellarse en el asfalto

El asalto de los militares adiestrados amaestrados


como perros rabiosos babean jadean muerden atacan
usan sus armas y las “artes marciales” aprendidas

Las manos enguantadas de blanco estrangulan


aprisionan gargantas aprietan testículos matan

Escarapelas en las solapas de los asesinos


todo testigo de cargo tiene la última pena
la pena de pasar la tortura y pasar a la lista
a la larga lista de desaparecidos y asesinados
a los muertos y asesinados en la tortura
secuestrados por millares en el campo militar
340

Los traidores denuncian los débiles acusan


los miedosos mienten los tíranos matan

El alma pende de un hilo de sangre


el alma es un hilo de sangre que se desprende
en giros concéntricos en la espiral del miedo

En la angustia del terror a la muerte


perdido en el infinito de las injusticias
341

Dibujo de la portada de Tlatelolco 15 Años


Después por José Hernández Delgadillo
342
343

TLATELOLCO, 15 AÑOS DESPUÉS

Por José Tlatelpas

Duro, duro, duro: escribe duro las palabras.


Han golpeado a la Normal, al Metro,
a los camioneros de la Ruta 100.
Golpearon duro, también, las antiguas pirámides
de los abuelos
para extenderlas sobre el piso y el olvido.
Edificaron una iglesia mentada “Santiago” - Tlaltilulco.
También la golpearon encerrando en ella
puercos sanguinarios
que el dos de octubre, de
mil, novecientos, sesenta, y ocho,
pintaron el Códice del Decenio,
glifos sanguinarios, que no se irán borrando
con el tiempo.
Por eso ahora el poeta escribe poemas
con dedos de piedra,
con palabras duras y ligeras, tezontle rojo, inacabable.

Tlatelolco, cuatrocientos años después.


Santiago Tlatelolco, quince años después.

La sangre del pueblo, de los seiscientos muertos,


los armados con amor y valentía,
los que no fueron borrados con calientes balas
de gris y duro, se ha secado.
Tlamatines, historiadores de México, cuicanis:
¿... están presentes?

El aire aún agita el polvo de la sangre,


pinta en las paredes de los teocaltin,
los edificios de Tlatelolco,
los murales que faltaron a Orozco,
a Diego y a Siqueiros.
Los murales nuevos, los nuevos libros de pintura
están delineados con anilinas sangrientas.
Y también con la tintura
de gusanos comedores de corazones.

Quince años después


nos hemos reunido
todos aquí.
344

Los mismos edificios, acribillados,


están presentes.
Las madres, los hijos, los trabajadores,
están presentes.
El polvo de la sangre y el rastro de los gusanos,
los que comen y roen la alegría del hombre,
están presentes.
Y los poemas y murales que avanzan con pies de acero
aquí presentes, desafiando las bengalas.

Los cronómetros atómicos han detenido su palpitar.


Pacientes aguardan la distribución de las palabras,
la lucha de hoy, el testimonio de siempre.

Está el pueblo de México, se dice fácil:


periodistas del mismo pueblo: ¿Dónde están...?

Últimamente han golpeado duro a la Normal,


la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación,
los campesinos de la Huasteca...
Los pequeños y grandes piojos chupadores de la sangre
obrera y campesina, los abominables piojos,
siguen mordiendo todavía
no han sido exterminados
por el DDT de las iras populares.

Los millones de oídos


están pendientes.
Los ojos esperan,
se abren, se entrecierran.

Las manos se agitan; pero también construyen.

¡Vamos!

Vamos a engarzar el dolor con la esperanza,


la disciplina y el esfuerzo:
coloquemos el collar: ¡jades rojos!,
en el cuello poderoso de nuestro pueblo.

Aún venimos con el itacate del pasado


y la pesada carga en nuestros hombros.

Pero traemos también el morral de tus palabras:

¡“Hay que tirar la carga o morir”!


¡“No aceptamos un futuro de tinieblas”!
345

PRIMER POEMA II
(EL TESTIMONIO DE “EL PATO")

Al Pato, el Noel, el Jelipín, el Gustavo, el Carlos:


a los valientes estudiantes del 68 mexicano.

Jalando mis manos, mis pies marchando a gritos,


al vuelo mi espíritu, soltar.
Peñascos, los átomos del universo,
frontera, resquebrajadura, fuente de futuro.
Esta semana se trataba de
subir: mi bicicleta azul,
correr, el más loco, con los ojos cerrados,
llegar de Xola a Lindavista, a Chapultepec,
a ningún lado.
Se trataba de ver a María, el vaivén de sus cabellos…
pero llegó el pinche Felipín. Llegó el Gustavo
y con ello me perdí
el más grande espectáculo de todo el universo,
en cualquier siglo, lugar y hora,
el maravilloso andar de la michoacana, María.
Ay, lo lamento infinito
cada día.

Nos subimos a la camioneta Renault:


cajuela llena de volantes, cigarros Raleigh,
coca colas, inquisidores laberintos,
inagotable
adicción por las sorpresas, la verdad,
lo impredecible.
Llegamos a la Universidad, “hay que entregar
los documentos” (producidos en serie
por un padrísimo mimeógrafo).
Esperan los compañeros del Consejo.
Era imprescindible burlar al acero y los soldados.
“Esa es la consigna, compañeros.
La Universidad ha sido tomada por las armas.”
Sin libros, sin minifaldas,
como en las películas de guerra,
346

muchísimos soldados. Nos miraban,


y allí nosotros:
¿parecemos vietnamitas, panteras negras,
barbas tienes, quizá nos confunden
con el Che Guevara…?
Al pasar por la escuela de Derecho
("Proletarios del Mundo, Uníos"), les gritamos:
"¡Pinches soldados, vayan
y chinguen a su madre!".

Para qué lo dije. Se movieron


como en las películas de guerra
trataron de clavar el paso.
Les volvimos a insultar, el puño en alto.

Al dar la vuelta nos esperaban, apuntando


nos
horribles rifles gubernamentales.
Tuvimos que bajar del coche.
Corriendo nos rodearon
listos para romper los vidrios,
noche final de estrellas,
las culatas prestas.
Nuestras manos en la nuca.
"Pinches estudiantes pendejos", nos gritaron.
Los rifles hacen clic, apuntaron.
Llegó un oficial corriendo.
"No disparen, sólo queremos detenerlos".

A patadas nos llevaron presos.


De dos en dos nos colocaron
en amplios camiones militares.
Y a cada camión pusieron dos custodios.
Pronto empezamos a conocer nuestro destino.
En los primeros camiones se oían plomazos.
Pun, pun, como en las películas de guerra.
"Ya valió madres", le dije a mi compañero detenido,
"¡ya los están matando!"

Llegaron al camión detrás del nuestro,


suspenso, balazos, el grito ahogado
del Gustavo… un “aaaaay...” y luego, nada.
Y un calladísimo silencio, muy remoto,
muy particular, espantoso y frío.
Llegaron entonces por nosotros:
Dos soldados con casco verde.
Traían una gran tablota
347

y entonces comprendimos:
no fueron los balazos
sino las nalgadas ejemplares
los ruidos que se oían.
Me pusieron en 4 patas como vaca
y me dieron una tunda de tablazos.
Y luego me dijeron:
"Párate ya, pinche comunista.
¿Te dolió...?"
Y yo les respondí:
("Proletarios del Mundo Uníos"
“¡Pedro El Malo, aquí está tu Mikimaus!”):
"¡No me dolió!", muy escueta, dignamente.
Entonces agarró el casco de su correa:
restallaban luces por toda mi cabeza.
Por todos lados botaban mis recuerdos:
Disneilandia, Cachirulo,
la patita de Cri cri.
Me grita furioso el soldado raso:
"¡Para que te duela, pinche comunista!".
Adolorido, pero inspirado por los Niños Héroes,
me quedé muy compungido y quieto.
Entonces le tocó su turno a mi compañero:
temblaban sus patitas, como un perrito Poodle,
pobre cuate, sólo le faltaba aullar.

La multiplicación de las nalgadas,


y la pregunta
resucitó al final de los tablazos:
"¿A ti sí te dolió...?"
Y mi compañero, apurado, respondió:
"Sí, a mí sí, sí me dolió, me dolió muchísimo."
"Pues para que te duela más, pinche maricón".
Y le recetaron el doble de cascazos.
A mi me dio algo de risa,
pero lo disimulé muy serio.

Pasaron quiza dos horas, nos pusieron enfrente,


nos tiraron al suelo.
Había que tragar la propaganda
para que no encontraran
los volantes en las bolsas, dijo un compañero.
Y nos tragamos los volantes, eso sí,
papel Revolución, del más barato, proletario.
La tinta sabía horrible: gasolina, chicle, suelo.
Y entonces llegó un supremo comandante.
Nos ordenaron pararnos de espaldas,
348

era una pared, roca volcánica,


lugar final, vertical, de piedra.
Y nos dijo el oficial furioso.
"Ahora sí, pinches comunistas,
los vamos a chingar".
Hablaba en serio.
La orden estalló, lenta y firmemente,
sin dudar.
"¡Fórmense bien, de cara a la pared!
Las manos en la nuca".
Y entonces ordenó:

"¡Un Pelotón al frente!


¡Peeeelotón...!
¡Preeeeeparen...!

(El tiempo es a veces interminable)

¡Apuuuunten...!
¡Fuego…!”

Los plomos asesinos


la carrera olímpica, cronómetro final;
los fusiles escupieron sus aplausos,
fuego, olores demoníacos,
10, 20, 40 tiros se escucharon.

…cerré mis ojos y me dije.


"Ya valió…"
Ni tiempo de espantarme tuve.

La televisión celebra la Olimpíada.


Un señor a mi lado se desmaya.
Otro estalla en alaridos: “¡Piedad!
¡Tengo hijos!", suplicaba, "¡No me maten!".
Uno más, histérico decía:
"¡No me maten, soy policía,
trabajo en la UNAM, estaba espiando,
soy de ustedes, no me maten!".
A ese lo golpearon mucho más
y a rastras lo metieron a una “julia”;
estaba llena ya de presos esa cárcel-camioneta.
Los estudiantes allí le pusieron otra tunda.
Los compañeros gritan, "¡No nos maten!".
La paloma de la paz se pinta de colores.
349

Y los soldados celebran: burlas, estulticia.


"¿No que muy valientes, pinches comunistas?
A ver, que los defienda Castro..."
Ferrocarril de la noche, andando a carcajadas.
Los disparos fueron al cielo azul
pero de espaldas no se sabe.
— Y me cai que no es nada divertido.

Total que nos meten al bote.


En los separos un preso cantaba
ópera, increíble, canciones rancheras:
Cama de Piedra, Valentina, La Adelita.
Y nos daban de comer frijoles bien aguados,
café super aguado, unos recontra-pinches-panes,
agrios, correosos, sabor a llanta.
Y toda la comida sabía realmente a diablos.
"Con tal de no comer ésto", pensé,
"no vuelvo a molestar soldados".
El Felipe se reía: "a los Niños Héroes, ándale,
a ésos sí, les daban tacos al pastor..."

Había un preso que era nuestro líder.


Le decían los más rucos: "El Maestro".
Decían que era un escritor,
el pelo largo, acá, barbado,
creo que usaba lentes,
y sonreía como San Pedro.
Lo rodeábamos, se le pregunta:
"¿Vamos a salir de aquí? ¿Nos van a torturar?
¿Triunfará la lucha estudiantil?
¿No nos van a matar, verdad...?"

Sólo un ratito en el patio de la cárcel,


había que aprovechar el Sol,
estirar las piernas, alcanzar una noticia.

Estar más cerca del maestro


nos hacía sentir más listos,
saber cómo íba todo a terminar.

Cuando nos soltaron nos esperaba


la prensa mundial (doña Pachita),
nuestros papás, qué cerca su cariño.
350

II

El Carlos me invitó a la Marcha Silenciosa.


Y ahí fuimos el Noel, el Carlos y José.
En la Escuela Nacional de Antropología
esperamos el momento de salir.
Me ligué a una chava de mezclilla,
muy intelectual y muy piernuda.
Me preguntó muy seria:
"¿Qué opinas de Trostsky, de Marx,
de Mao y de Bakunin?"
Sí había leído yo un poco de ellos,
del pinche Bakunin, nada.

Así que me sentí seguro y dije:


"Bueno, Marx es bueno, pero divide las clases.
Mao es muy acertado, pero no tiene
la profundidad de Marx.
Trotsky no, porque está en contra de Stalin.
Stalin era muy cabrón.
Bakunin tiene diferencias con…"
Y la muchacha me miraba con la boca abierta.

Triunfal sonrisa.
Yo, como lavereal, presumiendo
mis sabias opiniones.
(Tenía ya dos meses de conocer a todos esos genios)

De repente se levantó y me dice:


"Oye...
Tú eres de los que están en contra de todo
a favor de nada.
¡No tiene caso perder mi tiempo!
¡...Adiós!"

Y así, sin ligue y sin orgullo, inicié


La Marcha del Silencio.
Todos nos tomamos de los brazos,
íbamos callados,
seriecitos, respetuosos.
Era algo importante, se sentía en el aire.
En algún momento se sumó
El tata Cárdenas, general, ex presidente.
Yo fui a donde estaba
y marchamos juntos un ratito
por avenida Insugentes y Reforma.
Ahí se incorporó un oficial de rango,
351

Retrato de José Tlatelpas por José Hernández Delgadillo


352
353

y se sumó en silencio a nuestra marcha.


Los estudiantes lo aplaudimos.
Atrás de mí una plancarta con la foto
del poeta Ho Chi Minh.
En silencio se escuchaba
"¡Ho, Ho, Ho Chi Minh.
Díaz Ordaz: Chin chín chín."

Pero habíamos quedado:


era una marcha ejemplar.
Nadie hizo ruido,
todos comprometidos y callados.
Responsabilidad del mexicano,
impecablemente obrero, vertical.

En la otra marcha llegamos al Zócalo,


me retiré muy de noche.
Tenían que comer mis hamsters y ratones.

Los estudiantes cantaban las plancartas,


acurrucaban besos, soñaban minifaldas.
entonces llegaron caballos flacos y malditos,
soldados con espadas y tanques verdes,
con golpes de insulto y sable desalojaron
a los defensores de la Gran Tenochtitlán.
Cuando brillaron los sables,
los sacerdotes danzaban.

III

Fuimos a la marcha del 2 de Octubre.

Dimos la vuelta a toda la unidad.


de Tlatelolco, al cerco de brillantes bayonetas.
Y nos detuvimos en la calle
de San Juan de Letrán, para bajar.
Abajo el mitin, la chaviza sentadita, al centro.

Pero el Noel se adelantó.


Y desde abajo nos gritaba:
"No le saquen, maricones, bajen"

Pero a mi lado
los soldados cortaban cartucho,
los ojos rojos, el aire, raro,
apuntaban, se enroscaban, pechotierra.
354

"No le saques, no te va a pasar nada",


seguía gritando el valiente michoacano.
Y de repente se oyeron tiros atravesando la sorpresa.
Noel el purépecha como flash captó la situación.
Y se alejó como venado, velozmente.
Desde el puente, por las pirámides,
hacia el edificio Chihuahua se fue huyendo.
Sus cascabeles danzaban, huyendo de la muerte.
Los estudiantes que estaban hasta atrás,
entre el puente y la iglesia de Santigo Tlatelolco,
estaban quietecitos, quitados de la pena,
se soltaron de la mano, corrieron como noticia,
luciérnagas del Mictlan allí los perseguían.

Salían soldados de alguna puerta,


por la iglesia salían demonios,
no era el Dios de los Ejércitos.
Y como Alvarado, alcanzaron por la espalda
a los que para salvarse corrían al edificio.
Llanto nacional, gotas grises, sincopados corazones.
Por detrás los perseguían. Yo los veía caer,
algunos no se levantaban, otros seguían corriendo.
Amores idos se convulsionaban, derribados.
Los rifles tenían las bayonetas puestas,
desde el principio, hambientas, afiladas.
Los estudiantes volaban, jóvenes parvadas,
caían encima de los otros, qué sucede, otros
con sus cuerpos protegían a los demás.
En ese momento comenzaba a oscurecer.
Se hizo noche rapidísimo,
en un instante, no son velas, bayonetas, chispas.
Yo estaba paralizado,
mi mente, congelada:
los soldados pechotierra
humo de pólvora, sorpresa, vuelo.
No pensé que tirarían.
Los tiros fueron antes de las bengalas
cuando mucho, al mismo tiempo.
Los soldados que estaban a mi lado, raros.
Mi cuate dijo, “pinches zombies, mariguanos.”
Chocaron de frente a nosotros, varias veces,
ni nos veían.
Y ora ya qué hacemos, de esto no sé nada.
Si salíamos corriendo
de volada, segurito, nos iban a tirar.
355

Así que fingí demencia y me quedé quieto,


muy quieto, quietecito.
Caminé de lado,
muy despacio, despacito.
Y nos fuimos caminando juanto a otros,
extraños civiles que caminaban
muy seguros y ocupados,
como si aquí no pasara nada.
Me fui caminando, esténcil lateral, silente,
San Juan de Letrán, quien hayas sido, sácame de aquí.
Vamos hacia el Sur, donde Zapata.
Se oían muchísimos disparos,
aullaban, fantasmas grises, en las Tres Culturas.
Truenos de la muerte,
los estudiantes caían,
detonaban sus espaldas,
los niños y las madres también corrían.

¿Qué podíamos hacer entonces?


Pasamos por Relaciones Exteriores,
las entradas y salidas copadas por soldados.
Por todos lados insólitos quebrantos,
cubriendo todas las salidas.

A mi lado el Chencho,
seguimos caminando, imposible distinguir
cuántas balas, cuántos gritos, la dimensión
de la guerra inesperada.
A cuatro o cinco calles
pegamos la carrera hasta llegar a Bellas Artes.
Artes de mi país, insólito refugio.
Nunca había corrido tanto, tan rápido
y en tan poco tiempo. El Chencho igual.
No supe qué hacer.
Estaba borracho de balas o de muerte.
Al llegar a la casa todos preguntaban.
No llegaba Noel, Ni Carlos, ni Felipe,
varios no llegaron a sus casas.
Y todo mundo visitando a sus mamás
y hablando con los amigos y vecinos.
Las Guardianas de la Patria nos lloraban:
“¿En dónde están mis hijos...?”
Bajo el cielo negro sus manitas
acurrucaban fuerte, remotísima esperanza.
“¿En dónde están mis hijos...?”

— ¿En dónde están, guardianes?


356

UN HOMENAJE PARA LOS MASACRADOS,


PARA LA RESISTENCIA, UN CANTO

Por Vicente A. Torres

Y los bípedos caballos


galoparon
la humilde piel de México

Sobre otra cultura reprimida


y en TLATELOLCO
se trazaron las voces las pancartas
quedando un valle de muertos
donde las hienas verdes
desafiaron hasta el aire

De una u otra manera


nos han arrebatado la esperanza
la libertad que este pueblo
no conoce de siglos
pero sobre este caos perenne
que dirigen los bárbaros del Norte
no queda otro camino
que la consigna de los muertos
y la protesta de los vivos

Este no es un nihilista llanto


¡Es un grito!
que viene de la oscuridad
del lenguaje del fusil
un homenaje para los masacrados
y para la resistencia, un canto
357

“Judith Reyes, artista generosa y ejemplar, en el libro publi-


cado por RedeZ (2007) y Ediciones Clandestino (2008). Uno de
los pocos intentos por mostrar una visión amplia e inclusiva
sobre la contribución de los artistas a un México mejor.” JT
358
359

LA PATRIA DE LA JUVENTUD
Por Jesús Vargas Valdés
No le miré su cara,
no supe de qué color eran su piel y su pelo;
no me di cuenta si era joven o madura,
si tenía 30 o 50 años...
No hubo diálogo ni preguntas,
nada supe de ella ni ella de mí;
todo el espacio lo llenó el miedo...
Las palabras no hicieron falta esa noche;
fue un encuentro silencioso,
simbiosis de solidaridad y coraje...
Nunca supe cómo fui a parar a ese lugar,
ni tampoco cuál era el nombre del edificio;
toqué fuerte; no había luz prendida,
ni afuera ni adentro…
¿Por qué toqué allí? ¿Por qué me abrió?
¿Por qué me salvó?
¿Porque era una madre sufriendo todas las muertes?
¿Porque salvando mi vida salvaba la de sus propios hijos?
¿O la de los hijos que nunca tuvo?
O nada más… ¿Por qué así expresaba su coraje
contra los asesinos…?
No recuerdo qué fue lo que dije,
ni siquiera recuerdo si dije algo.
Entré como un perro asustado,
me tiré en el suelo, me arrastré
y a tientas me acomodé en una esquina;
allí quedé arrinconado, una eternidad,
junto a la ventana…
Afuera siguieron los disparos,
desgarrando el cielo oscuro de Tlatelolco;
sinfonía de guerra, de balas y explosiones;
composición del mismo autor de Río Blanco,
de Cananea… y de la otra sinfonía
que mató a Zapata, a Ángeles y a Pancho Villa.
Ahora se escuchaba un solo,
seco y penetrante, producido por la metralla;
luego todos los calibres en impetuosa armonía,
y después, que retiemble en su centro la Tierra,
fulgurante y sonoro el rugir del cañón.
Dudé unos instantes, pero lo tuve que aceptar…
era un cañón: primero el trueno, luego los vidrios
y el temblor de las paredes… estaban disparando
las tanquetas contra el edificio Chihuahua.
¡Cuántos estaban muertos!
360

¡Cuántos estaban muriendo…!


Siempre me he preguntado:
¿Por qué no recuerdo los gritos?
¿Nadie gritaba? ¿Nadie hablaba?
¿Fue tanto el miedo que me quedé sordo?
No, yo no estaba sordo;
escuché perfectamente las balas…
Y mientras corría,
también escuché el silencio del miedo,
el golpeteo de los zapatos contra las baldosas,
mil respiraciones ahogadas
por la vivencia de la muerte,
y las maldiciones de mil hombres
y mujeres enfurecidos
que gritaban desde las ventanas…
Ahora que recuerdo,
pienso que de no ser por la oscuridad,
por los balazos, por el miedo,
y por el terrible sentimiento de pequeñez,
todo podría haber sido como cualquier día.
Ahora que recuerdo,
pienso que de no ser porque la plaza
había sido invadida por el ejército,
de no ser porque desde arriba sonaban los disparos
y abajo yacían los cuerpos tendidos,
todo hubiera sido como cualquier día en Tlatelolco.
De no ser porque a los del CNH los habían atrapado,
de no ser porque mucha gente corría descalza,
entre los pisoteados, entre los bayoneteados,
entre los baleados, entre los desangrados,
simplemente, de no ser por éso
todo hubiera sido igual,
igual que cualquier otro día…
De no ser por los rebozos, los zapatos y los libros, las teteras,
las cachuchas y los sombreros regados en la plaza;
de no ser por los desaparecidos,
el cinismo y la prepotencia de un señor presidente,
y la complicidad de la prensa vendida;
de no ser porque una mujer abrió la puerta de su casa,
todo sería igual en la vida…
Yo no hubiera nacido otra vez,
no hubiera crecido el pensamiento
ni el amor por esta madre patria,
que conocí mejor aquella noche, 2 de octubre,
noche que después de tantos años no se olvida
y sigue como lumbre en la memoria.
361

LA NOCHE DEL 2 DE OCTUBRE

Por Othón Villela Larralde

Las bayonetas,
fieras acercadas,
clavaron su crueldad en los pupitres
y en los pechos abiertos de los jóvenes.

La sangre derramó su son rebelde


desde la voz truncada por el fuego.

México supo del dolor y el crimen


y la noche cayó sobre la angustia
con las arterias rotas...

¡Gonzalo estaba muerto!


Guadalupe, abril tamaulipeco,
no volverá a decir en sus corridos
las cosas nuevas de su tierra vieja;
ya ni el corrido injusto de sí mismo.

Cuántas sonrisas frescas


se cambiaron de golpe
por muecas permanentes de distancia
sin pasar por el huerto del sollozo.

¿Su delito? Exigir la verdad y la justicia.

Nunca el verde fue más tétrico y odiado


que en esta noche que produce un rojo desolado,
caliente y borbotearte,
con el viaje del plomo despiadado
que equivocó de rumbo.

Arriba
un general y un presidente,
embadurnados,
en su danza mortífera e histérica
con la mueca del odio y la injusticia
en parodia de Herodes y de Hitler.
Esa sangre
no salpicó un renglón en los periódicos,
362

pero pintó un terrible compromiso


en los muros con grietas
donde el pueblo cansado busca sombra.

Esta noche se alarga...


se alarga como coágulo maldito
por todos los paisajes sorprendidos de muerte,
palpita roja y verde
mientras un blanco estúpido y neutral
ampara cobardías...

Yo,
inútil,
me hundo en el silencio
con la muda protesta.
Torpe,
infeliz
y tartamudo
deambulo en la estridencia citadina
con una cicatriz de furia ausente.

¡Me proclamo cobarde, Tlatelolco!


Mi silencio me duele
—periodista vendido—
no sé cómo llegar hasta mis hijos
con mi cuenta pendiente ante la patria.
363

MI MADRE CUENTA

Por Óscar Wong

Mi madre cuenta
que nací hambriento;
era rechoncho y colorado
(dice);
tenía una cuna
heredada de otros niños
–mis hermanos–
y por eso tengo la sangre de colores.
“Naciste hace más
de veinte años,
atormentado, predispuesto”.

Pero miente, mi madre miente,


Porque yo nací
“... un día
que Dios estuvo enfermo,
grave”,
nací una tarde descubierta
entre gritos y otras cosas
que me duelen:
Tlatelolco, dos de octubre.
364

LECTURA DE SHAKESPEARE
(SONETO 66)

Por Gabriel Zaid

Asqueado de todo esto, me resisto a vivir.


Ver la Conciencia forzada a mendigar
y la Esperanza acribillada por el Cinismo
y la Pureza temida como una pesadilla
y la Inquietud ganancia de pescadores
y la Fe derrochada en sueños de café
y nuestro Salvajismo alentado como Virtud
y el Diálogo entre la carne y las bayonetas
y la verdad tapada con un Dedo
y la Estabilidad oliendo a establo
y la Corrupción, ciega de furia, a dos puños:
con espada y balanza.

Asqueado de todo esto, preferiría morir,


de no ser por tus ojos, María,
y por la patria que me piden.

1968

NO HAY QUE PERDER LA PAz

¿Sigue usted indignado,


Señor Presidente?
Mala cosa es perder
por unos muertitos,
que ya hacen bostezar
de empacho a los gusanos,
la paz.
Todo
es posible en la paz.

1971
365

POR ELLOS

Por Carmen Zenil

Qué triste llega el recuerdo.


No puedes gritar.
La noche soporta tu silencio:
memoria nuestra que no olvida jamás
lacera cada crujir del viento
cada gota de lluvia que cae en tu suelo y no te acaricia
sola por la lucha que hubo en tu vientre.
Ellos
inmensos en el campo de tu mitin eterno.

Qué agonía aturde, invade, te acompaña.


Escuchas y escuchas el puño de los jóvenes
de ayer, de hoy; en pie
el querer transformar su raíz de humanidad
igual en todos;
joven que abandona la mochila por vivir.
Horas, días, semanas, años.
¡Dieron vida por tener fuerza de pueblo!

Desde entonces…
heredan el deseo igual de caminar
sin más alrededor que el mismo sueño:
guía único que acerca la libertad y la justicia necesarias.

¡Tlatelolco!
¡Cuánta sangre inocente
–como el suelo en que se derramó–
tienes que llevarla encima, sin poderla limpiar!
Sangre de batalla viva.
Corazón joven que no pensó ser perseguido, asesinado
que no concibió que una mano brutal
caería sobre la sonrisa que existía sólo en ellos
por la posibilidad de acariciar la ruta de un cuerpo en libertad.

Qué historia más reciente puedes contarnos.


Dolor porque tu Patria no murió
aquellos jóvenes volvieron a nacer
de ese suelo, de esa sangre que el agua no arrebata
de esa mira de bayoneta, de oscuridad de tortura
366

de quienes huyeron, de los que los traicionaron


de nosotros que seguimos corriendo aquí aún para salvarnos.
La pena te seguirá alas rotas
antes del tiempo
cuando aquellas apenas empiezan a cerrar el puño
los que van por la verdad
al dominio de su propio universo.

Unos cuantos a veces son mayoría


contra la imposición que cae en ti
día 2 del mes Octubre de ese año es 1968.
Te llevamos en mayoría Plaza de las Tres Culturas.
No permanezcas fría, muriente y más sombría cada año.
Incumples gritar tus cadáveres
tu silencio no distinto a la realidad tenemos enfrente
los hijos de los hijos de tus hijos.

Tlatelolco…
¿Cuántos años más esperas para sanar
encontrar la paz irrumpida
abandonar el horror enterrado gris en tu piel?
El genocidio cae sobre indefensos
los que sólo tienen en la mano el arma del amor
compañero de al lado.

¡En el corazón del joven


memoria del 68
infinita eres Plaza de las Tres Culturas
Tlatelolco es Dos de Octubre
Es olvido jamás!

¡NO HE MUERTO!

Abrí mis ojos delante de ti.


Tinta y papel dieron vida.
Es mi adelante.

Camino México por las calles


cargo todo
banderas, pancartas, imágenes, consignas.
367

El corazón vibra al nuevo ritmo de esta marcha.


Nuestra marcha un solo latir razón por la misma parte
vamos todos a bocacalle cercana.

Indígenas, estudiantes, maestros, obreros


sin distancia mínima entre cada paso
pie en pie
codo en codo
mano en mano
puño en puño.
¡Llanamente Pueblo, Patria, Hermanos!

Mi lugar participante
no es espectador
activista sin saber, soy.

Oradores nacen palabras, mujeres, hombres.


Luchan pueblo y lucha país
se marca la conciencia
se llena el sentimiento
transcurren pensamientos.

Ya no es igual ni cotidiana la vida.


Se respira el aire asediado.
Es cálido hielo la atmósfera.
La sonrisa siente al sentir el pueblo unido.
Mi rostro se abre en un dolor opresor.
Mi angustia espera en la respuesta.
Cae la certeza en esperanza.
Y es porque nosotros somos la esperanza joven
fe en la potencia de los puños
amor porque el amor es nuestro
y nunca es debilidad
es fuerza vida por cada compañero que cae.

Fuerza ante los golpes en las esquinas


las escuelas, las plazas, el Zócalo.
Puño levantado como disparo en puerta, explanada
presencia en Tlatelolco.
Voz clara de frente en alto dentro de la columna
o calumnia autorizada.
368

Verde vida, entusiasmo nunca uniforme militar.


Rojo amor contra la bengala de la muerte.
Consigna heredada de nuestra Revolución siempre boca de disparo.

Corrí, mi vida me salvó.


Contemplo la hipnosis de la madrugada.
Ni estrellas ni luz ve el cielo.
Me penetran gritos despavoridos
pasos agitados
el pavimento cruje como bala repetida.
El agua se dispersa y en la tierra hay sangre
lágrimas evaporándose en las caras muertas de los niños.
En alto manos tensamente recargadas en los muros
es el esgrimir oficialmente militarizado
es la mofa al soldado por orden gubernamental.

Continúo el camino represivo.


Alguien guió por un título disimulado “Olimpíadas 68”.
Yo no existía.
No luché en mi habitación ni me quedé.
No me paré un jueves de corpus
10 de junio de 71.
Me reconozco sola en una bandera mexicana
mi consigna sabe mi imagen
cuando regresaron los golpes convertidos en halcones.
Hoy mi vida me salva.
Es madrugada y otra vez sin dormir.

Cuántas veces me ha salvado mi vida.


Muero tantas veces como la conciencia de un compañero exiliado
reprimido, golpeado, torturado, desaparecido.

Continúo mis pasos.


Soy una generación
que ha salvado la vida
en la memoria herida del Pueblo.

Mi vida es poesía que continúa cada poeta.

¡Tú!... ¡Poeta!
Sangra papel y tinta cuando ya otros pies no escriban caminos
y no haya quien se detenga a través del tiempo a gritar la historia
¡No nos dejes morir!
¡Que viva siempre la poesía!
369

APENDICES
370

APÉNDICE 1

Prólogo al libro: DESDE LOS SIGLOS DEL MAIz REBELDE


(Poemas de Benito Balam, José Tlatelpas y mario Ramírez, 1988)

Por Horacio Caballero Silva

Estos son algunos de los poetas jóvenes que forman parte de esta co-
rriente cultural y que me despiertan interés, los cuales están siendo lla-
mados a filas por una vocación histórica: En realidad, más que capillas
son verdaderas órdenes, como hubo órdenes de caballería y órdenes re-
ligiosas. Ahora hay órdenes del poeta de la calle. El poeta de la calle es el
que recibe el cariño y el apoyo de la gente, algo mejor que el aplauso o el
premio del concurso. Cuando se trata de cooperación para conseguir una
impresión ¡Cómo hay aportaciones de la gente!

Eso es importante, porque el monopolio de las editoriales y de los premios


oficiales empieza a declinar frente al apoyo solidario del pueblo, a pesar
de la modestia de estas publicaciones que, en su sólo formato, son ya un
poema de protesta.

Qué importante que hayan surgido estas identificaciones, el descubri-


miento de estos intereses. No es raro que ocurran estos encuentros, que
se den como veta los minerales parecidos. Yo creo que este mismo espíritu
que los ha llamado, es el mismo espíritu que llamó a todos los activistas
en el 68, es el mismo que nos está llamando a filas, el que está organi-
zando el llamado a través del poema hacia la transformación de esta so-
ciedad. Esta sociedad también la van a transformar los poetas y los poetas
también tienen que ser transformados por ella. De ahí que la responsa-
bilidad de escribir tenga un valor y una exigencia moral que empieza a
penetrar en el ánimo de estas palabras, de estas imágenes poéticas que
cruzan como aves, como formas de elevación hasta zonas donde se habla
de la totalidad, se habla de un hecho colectivo que reclama justicia.
Buena parte de su temática es de indignación, de estupor, de reclamación
de justicia; pero no en un tribunal o en un reportaje periodístico, sino en
medio de un juicio universal, profundo, abarcando todos los espacios de
la abstracción y queriendo llegar con mucha fortaleza y ánimo guerrero a
sus semejantes, a quienes les inquietan también éstas cosas y, cuyo lugar
de reunión también está en la calle.

Es muy claro que ha aparecido una cultura del 68, la historia del México
contemporáneo se mide o se valora como "la de antes del 68" y “la de des-
pués del 68". Esto significa que el 68 ha sido un cambio definitivo, total.
371

Es irreversible el acontecimiento de las vocaciones del estudiantado y de


la juventud. Pero no toda la juventud se ha enterado bien de estos acon-
tecimientos a pesar de que se habla tanto de ello, de ahí la importancia y
la responsabilidad de comunicarlo en aquellos a quienes impactó el men-
saje y despertó dentro de sí una modificación, hasta el grado de desarro-
llar una cultura diferente, de convertir en comunicado de convicción
profunda, en comunión social este saber y sentir que implica toda esa ex-
periencia de confrontación entre una generación joven y un gobierno ave-
jentado, caduco, y con una larga tradición de corrupción e intolerancia.

Frente a un Estado de gángsteres y bandoleros contra los que se alzó el


movimiento del 68, y que todavía subsiste de muchas formas a pesar de
los esfuerzos del Estado por renovarse moralmente, lo que motivó el 68
sigue exigiendo de una sociedad honesta la entrega que principalmente
los jóvenes son capaces de dar, para enfrentarse a tanta arbitrariedad, a
tanto crimen y a tanto sinvergüenza "honorable" con estatuas levanta-
das.

Esta joven poesía no descansa, no se inspira o no tiene la influencia pa-


terna de los octavio paz, que maicean a sus pequeños discípulos. Para
los corifeos y crtíticos tradicionales y oficiales, esta generación sufre de
una escasez del lenguaje poético tradicional u oficial. Sin embargo no le
falta el lenguaje en donde hierve, se caldea o muerde el habla popular,
en donde la energía del discurso de combate invade la palabra. Esta ge-
neración no teme expresar la realidad y la pobreza y para ello se sirve del
lenguaje.

Estas nuevas emociones nos conducen a nuevos caminos, a una ceremo-


nia en la que se sumerge un pueblo para escarbar su historia en la con-
ciencia. La actitud de este movimiento es legítima y no lo digo por un
simple deslinde político; sino por una necesidad real del lenguaje litera-
rio.

Este es uno de los puntos principales que los reúne en una publicación.
Creo que se enfrentan a un medio literario donde los poetas son princi-
palmente de corte tradicional, de grupos muy reducidos, como el mismo
Alí Chumacero lo ha declarado: "mi poesía es para las minorías". Lo
mismo Octavio Paz, aunque su poesía es hermosísima, se ha vuelto com-
placiente consigo misma y, en ese sentido, no alcanza a expresar la rea-
lidad profunda de una sociedad. Es un poeta que necesita realizar
reportaje político para tratar esta temática; pero su poesía no es ya sufi-
cientemente fidedigna y flexible como para enarbolarla de una manera
impactante y que deveras interesara a esta juventud que quiere hacer
poesía. Esta es una juventud que busca la poesía con otras formas, bus-
cando de una manera distinta, con otros moldes, buscando, quizás, de
una manera ciega en lo ya perdido; pero sabiendo que se trae en la sangre
372

algo que no tiene necesariamente que ser filtrado por una historia poética
de élite.

Aquí hay el interés de hacer una poética que debe haberse logrado desde
Guillermo Prieto con su "Musa Callejera", y el Nigromante con sus poemas
de mayor garra, de quienes despunta una poética que no supimos seguir
en lo mejor de nuestra tradición. Se puede volver a Martí, Altamirano,
Othón y Antonio Plaza y López Velarde, y sacar líneas muy importantes,
de un interés social muy genuino, de una inquietud por el México al que
una revolución buscó reinterpretar a través de sus muralistas.

Creo que esta poesía quiere ser una poesía muralista, quiere decir en las
planas lo que se dice en los muros, explora en lo profundo las imágenes
de una sociedad a la que que los poetas de élite y de minorías nunca pres-
taron su palabra para hacerlas verdad y para darles voz.

Esta joven generación se encuentra dentro de una exigencia histórica que


los obliga a una trascendencia; se nota en Mario Ramírez el esfuerzo por
decir cosas muy fuertes, muy grandes, muy “arrastra pueblos”, cuando
dice, por ejemplo: “¡Vengan a mí! / grité con profetas en los dedos…” Pa-
reciera que necesita tener magnetismos digitativos al escribir sus versos.

Los poetas del Maíz Rebelde muestran una necesidad de hacer acopio de
márgenes carismáticos a través de un magnetismo que los reúne, quizá
con el código de su propio carsima, y buscan moverse en el seno de la so-
ciedad a través de la cultura y un espíritu revolucionario. Pareciera que
están llenos de un ánimo que no carece de jardinería mesiánica; pero
también se manifiestan como becerros enojados, hambrientos o sedien-
tos, que rompen las cercas y se enfrentan a la situación de la indiferencia
egoísta y gigantesca con un desvalimiento enorme, como si los hubieran
abandonado los propietarios de las realidades en las cuales se desarro-
llaron como seres vivos. Su obra es un movimiento como de salvaje
brinco, que pasa por los prados de los artistas de lujo, como si no los co-
nocieran, sin hacerles caso.

Reciben, a veces, influencia más del extranjero que del propio país, hay
un rechazo selectivo y un sentimiento de nostalgia. En otra veta impor-
tante, expresan su nostalgia porque quieren recuperar las raíces. Por otro
lado hay desarraigo porque el pasado inmediato no se quiere recibir, no
se quiere aceptar, porque se han visto sus frutos y esta juventud no
quiere asumirlos, no puede seguir esa línea, no puede repetir la historia
de los voceros oficiales. Por eso para ellos la historia se replantea a partir
del 68 y desde ese momento se aprecia de manera distinta toda la tradi-
ción cultural, en la cual los éstos poetas toman su lugar sin tantos pre-
mios ni aspavientos.
373

Cada autor tiene su propia singularidad, un estilo bastante logrado a


fuerza de desear escribir y lograr expresarlo. Los tres están comprometi-
dos, se están comunicando con una sociedad histórica. En unos casos
con una comunidad joven, en la que Mario Ramírez es un activista y líder
de constante presencia. En otro caso, el poeta se está comunicando son
una sociedad de amigos o camaradas, como ocurre con Tlatelpas, él
mismo lo dice: "mis amigos de parrandas". Cuando habla de personali-
dades históricas habla como de “mi cuate”, “mi carnal”, hasta le hubiera
gustado tomarse un trago con ellos, es más, se lo toma, como un gran
brindis de conciencia social. Se manifiesta como el más coloquial, ami-
guero y muchachero en toda su temática. Benito Balam nos muestra
unos poemas en los que se comunica con el drama de la historia, es re-
levante su necesidad por hablar con el espíritu inmortal en el humo que
queda de nuestros antepasados.

La imagen muralista de la que toman aliento estos poetas proviene de los


murales de Bonampak, los relieves de Monte Albán, o los restos históricos
de Teotihuacan o Cacaxtla, la descripción de todos esos guerreros, de
todos esos cortejos, de esas ceremonias, iniciaciones y misterios, proce-
den del muralismo más antiguo de México.

Benito Balam, por ejemplo, busca en las fuentes de la cultura maya sus
raíces y de ahí pasa a convertir en mural todo aquello que los ojos de su
voz han contemplado en la historia; mientras que Tlatelpas las busca en
la cultura nahuatl del pueblo chinampero de Tláhuac y Mario Ramirez se
desenvueve en la cultura del barrio y entre el valiente tropel de amigos
que defiende esos territorios.

Es a partir de esas pautas que ellos van labrando entendimientos, con la


esperanza de llegar a entender un siglo entero de acontecimientos. El mu-
ralismo es también una manera de ordenar la armonía de los sentidos y
crear el entendimiento en orden a una nueva historia.

Para toda poesía que se respete es, de alguna manera, esta descripción,
este estar en la historia, lo que la hace universal y vigente. La poesía,
cuando tiene demasiados elementos ahistóricos ya no es poesía, es inver-
nadero; es el poema en donde la jardinería también logra hermosos re-
sultados; pero la poesía original (original no por pura, sino por su
brutalidad, por el caudal irresistible del que proviene) creo que se apre-
hende y se desprende de su momento histórico, así se escribió La llíada
y el Canto de Job. La poesía pura, ahistórica, nunca ha tenido momento,
es una poesía huérfana, quién sabe de cuántas musas ha sido abando-
nado el hijo que esa poesía reclama.

Lo que podríamos empezar a llamar "el muralismo poético" de esta joven


generación, de la que este libro nos muestra una parte y una primera se-
lección, tiene algunos matices. No es exactamente como el movimiento
374

muralista; pero indudablemente éste tiene resonancias en ellos. Esta si-


nergia y compromiso social que produce el movimiento del Maíz Rebelde
no se ve en todos los grupos de poetas de su generación, y esto es algo
que los distingue de un modo significativo.

La prueba más evidente es la compañía estética del muralista José Her-


nández Delgadillo, incansable luchador social, en el diálogo plástico-po-
ético en el que convergen con emoción y acción. Al retomar estas
reflexiones, podría agregar que Hernández Delgadillo pudo transmitir con
simpatía la genialidad no sólo de su arte pictorico sino también la hones-
tidad de su compromiso.

Naturalmente que éstos poetas han leído el esfuerzo poético de la última


década y de los últimos 50 años. Esto es evidente: sería pueril renunciar,
deshacerse o avergonzarse de una cultura. El asunto es que esa cultura
no les permite a ellos llegar a sus objetivos, y en cambio, la cultura mural
sí les da base y también la cultura prehispánica y el indigenismo actual
con la cultura urbana de las comunidades proletarias e indígenas de
nuestros días. Los poetas del Maíz Rebelde quieren hacer un nuevo con-
senso, quieren descubrir a la comunidad que el 68 parió, la sociedad me-
xicana a la que se enfrentan y encontrar nuevos caminos.

Hay una siembra rebelde, y este es un "Maíz Rebelde" porque se exige


crear el alimento, dar el atole y las tortillas verdaderas, que nutran al
campamento de una campaña impredecible. Es una poesía que está re-
clutando y llamando a filas para un acontecimiento que se llama con-
senso, que se llama conciencia social, que se llama compromiso histórico.
Hay que tomar de su claridad lo que nos permita, en la conciencia, cap-
tarnos o identificarnos como comunidad histórica. Y deslindarnos de toda
la bastardía y parasitismo, con las que una cultura de élite ha ignorado
con su poética a la sociedad que sufre. Y no será el gemido, el chillido o
la protesta los elementos con que construya la nueva poesía; sino la con-
vicción profunda de que se está en el ordenamiento histórico de un pueblo
que se ha negado a arriar las banderas.

Esta selección no agota el consenso, es sólo un trío de los poetas que


están trabajando en esta línea, pero valga como un primer ejemplo para
mostrar esta corriente y su empeñoso deseo de incluir la victoria en sus
objetivos.

“Hasta la victoria siempre”


375

APÉNDICE 2

BIBLIOGRAFÍA / FUENTES

53 Poemas del 68 Mexicano, Miguel Aroche Parra, Yamilé Paz Paredes, 10


junio, 1972, 232 p.
Tlaltelolco 15 Años Después, José Tlatelpas, José Hernández Delgadillo, Fran-
cisco de Moyocoyatzin, México: Ediciones Causa del Pueblo, MRP, 1983, 32 p.
El Lienzo de Tlaltelolco, Textos: Leopoldo Ayala, Gráficas: José Hernández
Delgadillo, Fotografía: Héctor García, México: GDF- Delegación de Tlalpan, 1998,
247 p., 138 láminas.
Ni Perdón ni Olvido, Leopoldo Ayala, Mario Ramírez, 2004,
150 p.
Generaciones Rebeldes, José Alberto Damián y Alejandro Zenteno,
México: Nubes y Arena (Impreso) / LGPolar Publishing Society (Versión digital),
2007, 48 p.
Poemas y narraciones sobre el movimiento estudiantil de 1968.
Marco Antonio Campos y Alejandro Toledo Patiño, compiladores.
México: UNAM, Coordinación, de Humanidades, 1996. 282 p.
Entre Combate y Tregua, 1968.
Revista en Internet La Guirnalda Polar, http://lgpolar.com
Antología Poética, Ramón Martínez Ocaranza, México: Secretaría de Cultura,
de Michoacán, 2007, 160 p.
Elegía de los Triángulos. Ramón Martínez Ocaranza. México: Editorial
Diógenes, 1974. 160 p.
Diorama de Excelsior
Revista Neza Cubi, No, 14
Revista ¿Por qué?. Números 19 (octubre de 1968), 35 y 57.
Revista Siempre. Números 801, 802, 803.
Revista México en Guardia No. 267
Cánticos y Testimonios. Discografía. José de Molina, 1972.
Desde Los Siglos del Maíz Rebelde, Compilación Benito Balam.
Ilustraciones José Hernández Delgadillo, Prólogo: Horacio Caballero.
México: Palabra al Vuelo, 1988, 96 p., LGPolar Publishing Society, 2008
Detrás de la Serpiente, Benito Balam, José Hernández Delgadillo,
José Tlatelpas, Mario Ramírez, José de Molina, Leopoldo Ayala, Video,
México: Causa del Pueblo MRP, 1988
Detrás de la Serpiente, Audio, The Coyote Sen Klip Recordings, 90 min,
Vancouver, Canadá, 1990
El Derecho al Fuego, Mario Ramírez, José Hernández Delgadillo,
Pról. Leopoldo Ayala, México: Editorial Cibertaria, CEU, 1992, 41 p.
La Patria de la Juventud, Jesús Vargas Valdés, Chihuahua, México,
Nueva Viscaya Editores, 2008, 243 p.
Judith Reyes, Una Mujer de Canto Revolucionario, Liliana García Sánchez,
Ediciones Clandestino, Cuernavaca, Morelos, 2008,160 p.
376

APÉNDICE 3

SOBRE LOS AUTORES

Leopoldo Ayala: Nació en la ciudad de México, en 1939. Integrante del Consejo


Nacional de Huelga en 1968, hoy forma parte del Comité del 68. Su poema Yo
acuso ha hecho historia en el movimiento estudiantil mexicano. Miembro del
grupo Maíz Rebelde. Toda su poesía muestra un profundo sentido contestatario.
En Vivirás América plasma sus ideales de liberación inspirado en los más grandes
luchadores sociales del continente.

José Tlatelpas: Nació en la ciudad de México, en 1953). Autodidacta y dirigente


político-cultural. Fue Secretario de Prensa del Movimiento Revolucionario del Pue-
blo (MRP), fundador del Partido Mexicano Socialista (PMS) y del Partido de la Re-
volución Democrática (PRD). Fue preso político y torturado en el 68; sobrevivió a
un simulacro de fusilamiento en la UNAM y a la masacre del 2 de octubre en Tla-
telolco. Ha publicado su obra en México, Japón, Estados Unidos y Canadá. Fun-
dador del grupo Maíz Rebelde. Desde 1985 también ha producido obra pictórica,
principalmente acrílicos, tintas chinas y murales que ha pintado en México, Es-
tados Unidos y Canadá. Director desde 1996 de la revista cultural hispano-cana-
diense La Guirnalda Polar (http://lgpolar.com). Es miembro del Consejo de
Redacción de la agencia virtual de noticias Aviso Urgente! TV (http://www.lives-
tream.com/avisotv) y dirige la Revista de análisis social “Poder Popular”.

Mario Ramírez: Nació en la ciudad de México, en 1965, cuenta con una rica y
extensa obra que rebasa los cuarenta títulos de poesía. Ha publicado una novela,
El Miniño. Pintor Muralista. Militante del MRP desde muy joven, fue dirigente del
Consejo Estudiantil Universitario (CEU) y del Consejo General de Huelga (CGH).
Fundador del grupo Maíz Rebelde. “Premio Poetry Contest of Mission Library of
California 1990” de San Francisco, California USA. “Premio Nacional a la Creati-
vidad Juvenil 1993”. Participante de la ULVVA. Miembro del “Foro de Apoyo
Mutuo para el Arte y la Cultura en GAM”, así como de la “Fundación Arte, Cultura
y Sociedad A.C.” Director de la Editorial Cibertaria desde 1992. Funcionario de
Arte y Cultura en la SEDESOL Guanajuato. Funcionario Cultural y Artístico en
distintas instancias. Posee una voz de innegable raíz urbana y popular. Es miem-
bro del Consejo de Redacción de la agencia de noticias Aviso Urgente! TV
(http://www.avisotv.com). Es director de producción en la revista Poder Popular
(www.scribd.com/poder popular)

Fausto Trejo: Siquiatra nacido en Pachuca, Hidalgo, en 1925; amigo del Che
Guevara y de Fidel Castro; Director de las Preparatorias Populares en la década
de los 60; dirigente de la Coalición de Maestros de Enseñanza Media Superior Pro
Libertades Democráticas en 1968; sobreviviente de la matanza del 2 de octubre;
377

secuestrado por el Jefe de la Policía el “Negro” Durazo y sometido a un simulacro


de fusilamiento.

Arturo López Cándido. Dirigente estudiantil, de organizaciones vecinales, fun-


dador del FPR (Frente Popular Revolucionario) y del PT (Partido del Trabajo), físico
de profesión y actualmente dirigente del Partido del Trabajo del Distrito Federal y
presidente de la Fundación de Estudios Sociopolíticos, Económicos, Autogestión
y Poder Popular del Distrito Federal, AC. Fue electo diputado de la Ciudad de Mé-
xico en el 2009.

SCI Marcos. Subcomandante Insurgente Marcos, ha generado una obra epistolar


importante que va de lo político a lo literario desde 1994, cuando hace irrupción
el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), del cual es uno de sus diri-
gentes y fundadores. Ha publicado escritos suyos en inumerables diarios del país
y del extranjero, así como una novela con Paco Ignacio Taibo II. Recibió el Bastón
de Mando de comunidades indígenas de México y ha sido un incansable defensor
de la autonomía de los pueblos originarios y las primeras naciones.

APÉNDICE 4
ILUSTRADORES

Adolfo Mexiac (Esperanza, Michoacán, 1927). Grabador, pintor muralista. Es


miembro del Salón de la Plástica Mexicana. Su vena artística y temática proviene
del taller de la Gráfica Popular, en particular de artistas como Leopoldo Méndez,
quien fue su maestro. Su obra ha merecido reconocimientos en Europa, Asia y
América Latina.

José Hernández Delgadillo (Tepeapulco, Hidalgo 1927 - Ciudad de México,


2000). Pintor, muralista y militante durante toda su vida; continuador de la tra-
dición social y muralística de Rivera, Orozco y Siqueiros. Su obra puede encon-
trarse en los museos más prestigiados de Francia, Estados Unidos, Japón y
México. Fundador del grupo Maíz Rebelde. En 1961 recibió el Premio Internacio-
nal en la Bienal de Jóvenes, en París. Fue precandidato a la Presidencia de la Re-
pública por el PMS en 1987.

Rini Templeton (Búfalo, USA, 1935 - USA, 1986). Artista precoz y rebelde desde
niña, decidió unir su suerte a los activistas sociales de Estados Unidos, México y
Centroamérica. Dejó como legado a los movimientos libertarios sus ilustraciones.
Su testimonio es ejemplo de la solidaridad de los pueblos de todo el mundo.

Alfonso Pérez Soriano: Nació en la ciudad de México, en 1952. Pintor y dibu-


jante, relacionado con los círculos de artistas visuales oaxaqueños y fotógrafos de
378

arte. Cuenta con una amplia trayectoria en la cual ha mostrado gran interés por
los temas de carácter social y urbanos, sin abandonar la experimentación plástica,
la pintura sobre modelos desnudas y el arte social. Sus trabajos han aparecido
en libros y revistas. Ha participado en varias organizaciones de cultura progre-
sista.

Alfredo Meneses: Nació en San Antonio Tomatlán en 1936 y murió el 10 de enero


de 1983. Su obra se encuentra en las colecciones de Mauricio Achar, María Ele-
naTrejo, Leopoldo Ayala, Fausto Trejo y Julio Téllez. Estudió pintura en La Es-
meralda. Ilustró libros de muchos poetas. Colabró en la Gaceta Politécnica de
Literatura y Redacción. Pintó murales con autores como Benito Meseguer y Cap-
devila. Su obra posee un profundo simbolismo y muestra una especial maestría
en el manejo de las sombras, luces y colores.

Melecio Galván: Nació en 1945, en San Rafael, estado de México. Estudió en la


Escuela Nacional de Pintura de San Carlos. Con el Grupo MIRA fue premiado en
Intergraphic, en Alemania Oriental. Trabajó en La Semana de Bellas Artes y el
CEMPAE. Ilustró libros y poemas de varios escritores mexicanos, entre ellos, po-
emarios de José Tlatelpas y Macario Matus. Fue torturado y asesinado en 1982,
la prensa y sus allegados señalaron como posibles culpables a la policía federal y
a los caciques locales. A la fecha los culpables siguen sin castigo.

Kristin: Pintora y muralista, nació en Sandefiord, Noruega, en 1942. Ha ilustrado


libros de varios poetas, es autora del mural Lienzo por la Vida, que se encuentra
en el hospital Rubén leñero de la ciudad de México.

Ocaranza: Nació en Morelia, Michoacán, el 28 de mayo de 1953. Estudió artes


visuales en San Carlos. Ha participado en varias bienales nacionales e interna-
cionales. Tiene mención honorífica en el Concurso Nacional de Gráfica de Conte-
nido Político y Social. Es maestro de artes visuales.
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ÍNDICE
Prólogo: Fausto Trejo Fuentes ………………................................................................................ 7
Presentación: Prof. Arturo López Cándido ……………................................................................. 13
40 Años de Poesía Sobre el 68 y la Masacre: Leopoldo Ayala ……………………....….............. 23
Comentarios a la Edición: José Tlatelpas ………….....……...............…...................................... 33
El 68 en la Memoria Estudiantil y Popular: Mario Ramírez …………….…........……….............. 41
Comunicado Sobre el 68: Subcomandante Insurgente Marcos ………….................................... 51

CONTEXTO POÉTICO

Descripción Épica de la Ciudad Sitiada: Anónimo ……………...………..................................... 57


Anónimo de Tlaltelolco: Anónimo ……………………................................................................... 58
En Esta Plaza (canción): José de Molina ……………….........................................…...............… 63

68 POETAS

El Río Nuevo: Saúl Álvarez Mosqueda “El Chino” ........................................................................ 69


Tlatelolco: Adolfo Anguiano Valadez ………….............................................................................. 71
Mordaza: Jesús Arellano …………………...............................................................................…… 75
De Otra Generación: Víctor Joel Armenta ……………………....................................................... 76
10 de Corpus: Leopoldo Ayala ...................................................................................................... 80
Cómo Callarás sus Vidas: Leopoldo Ayala ....................................... .......................................... 87
Celda Conyugal: Leopoldo Ayala ………………………................................................................. 89
Día de Muertos: Leopoldo Ayala ………………………...............................................................… 96
Escribe un Poema: Leopoldo Ayala ………………………...............….......................................... 105
Yo Acuso: Leopoldo Ayala ……...............................................................……….............………… 106
Las Calles: Benito Balam ……………………................................................................................. 111
Yo Soy el Ala: Benito Balam …………………….........................................................................… 113
Primera Composición Para el Canto Patrio: Benito Balam …………………….......................… 115
No Consta en Actas: Juan Bañuelos ……………………............................................................... 117
Tristeza (Fragmento): Juan Bautista Villaseca ……..................................................................… 130
Te Acordás Hermano: Mario Benedetti ……………………........................................................… 131
El Ala del Tigre: Rubén Bonifaz Nuño ……......................................................…...........………… 135
El Grito en Ciudad Universitaria: Horacio Caballero Silva ………........................…..........…….. 139
La Manifestación del Silencio: Horacio Caballero Silva ……..........................……...............…... 141
Para Cantarle a la Patria: Raúl Cáceres Carenzo …..........................................…................…… 146
Romance al Estudiante Muerto: Ricardo Capetillo Cásares ………….....................................…. 152
El Espejo de Piedra: José Carlos Becerra ….........................……….................. ......................… 154
Memorial de Tlatelolco: Rosario Castellanos …………….........................................................… 158
A Quien Corresponda: Elsa Cross …………………………........................................................... 160
Los Amantes de Tlatelolco: Elsa Cross Cross ………………...........................................………. 161
Nosotros Estuvimos Allí: Carmen de la Fuente ………………..............................................…... 163
Elegía Combativa: Carmen de la Fuente ………………..........................................................…. 164
Testimonio: Carmen de la Fuente ……..........................................................................…………. 165
Habla Rina Lazo: Carmen de la Fuente ……………….................................................................. 167
Cristal en Tlatelolco: Evodio Escalante ………………….............................................................. 171
La Imaginación al Poder: Horacio Espinosa Altamirano ………................................................... 173
Dos de Octubre: Horacio Espinosa Altamirano ……..............................................................…… 177
Siempre Octubre: Filadelfo Figueroa …………………...........................................................…… 180
Tiempo Repetido: Edmundo Font López …………………............................................................. 183
380

2 de Octubre en un Departamento del Edificio Chihuahua: Isabel Fraire ………..........…….... 184


La Nueva Revolución: Francisco Gallego ……………………….................................................... 185
Casco de Santo Tomás: Francisco Gallego ………………………................................................. 186
Cantares de la Dicha Negra: Orlando Guillén ………….............................…………..........…...… 187
En Memoria: Cristina Gómez ……………………....................................................................…… 188
Moratorio Chicano: Linda González …………………............................................................…… 191
El Diluvio: Enrique González Rojo ............................................................................................… 192
Educación: Enrique González Rojo ….......................................................................................... 192
Hermanos, Hermanas: Enrique González Rojo ..........................................……...............……… 192
Una Mala Palabra: Enrique González Rojo .................................................................................. 193
Tras Las Rejas: Enrique González Rojo .…….....................................................…..............…… 194
Nuestra Lengua: Enrique González Rojo ….......................................................................……… 194
El Quintúple Balar de mis Sentidos: Enrique González Rojo …..................……………............. 195
Sol de Octubre: Alfredo Gutiérrez y Falcón ………................................................................…… 197
¡Puedes Verlos!: Angélica Guzmán …...............………………..................................................… 203
Tlatelolco 6 PM: Filemón Hernández ...............................................................…………………… 205
Dos de Octubre: Juan Manuel Hernández …..........................................................……………… 206
Nueve Años Después: David Huerta ……...........................................................………………… 207
Esa Madrugada… María Teresa Irazaba …...............……………….........................................… 210
Ya no más Vueltas: Carlos Jiménez R. …...............................................................……………… 212
2 de Octubre: Ethel Krauze …...............………………...........................................................…… 213
El Caos o Restos, Temblores, Iras: Jaime Labastida ….................……………………………..... 219
La Sangre del Crepúsculo: José Landa …...........…………………….......................................… 222
Niño Pan de Muerto: Iván Leroy ……...........…………...............................………….................... 224
Motivos Para la Danza: Roberto López Moreno …..............…………......................................… 226
Poema Tricolor: Roberto López Moreno …....................................................................………… 231
Estarnos en el Canto: Roberto López Moreno …...................................................……………… 231
Antipol: Roberto López Moreno …..............................................................................…………… 232
Oralia: Roberto López Moreno ...........................................................................…………….....… 232
No se Olvida: Héctor Manjarrez .......................................................................…………………… 233
Tlatelulco: Tlaxoxouhcayuxinachtle Semilla Libertaria: Baruc Martínez …......………..…....... 237
Profecías de Tlacatecólotl: Ramón Martínez Ocaranza …...............................................……… 240
Los Problemas de Dédalo: Ramón Martínez Ocaranza …...................................................…… 242
A Quetzalcóatl Escarnecido: Ramón Martínez Ocaranza …...........….................................…… 243
Día de Muertos: Ramón Martínez Ocaranza: ............................................................................... 246
De la Ventana Enloquecida: Ramón Martínez Ocaranza............................................................. 250
Octubre: Macario Matus …...........………….................................................................…………… 252
Elegía 1968: Carlos Montemayor .................................................................................................. 254
Tlatelolco 68: Thelma Nava …...............…………………...........................................................… 259
Los Inquisidores: Thelma Nava …...............…………………….................................................... 260
Concentración de la Cólera: Óscar Oliva …...............………………….....................................… 263
Manifestación: Óscar Oliva ….......................................................................……………………… 269
Variaciones Sobre un Mismo Fantasma: Juan José Oliver …..............……….........…………… 270
México Olimpíada de 1968: Octavio Paz …................……………....................................……… 273
Canto a la Juventud: Margarita Paz Paredes ………...........……..........................................…… 274
Carta a Efraín Huerta: Margarita Paz Paredes ….......................................................…………… 281
Presagio: Margarita Paz Paredes ……………...............…............................................................. 284
Los Que Murieron y no Sabemos Nada: Yamilé Paz Paredes ..............……...............………… 286
En México no hay Presos Políticos ¡Insensatos! José Piñeiro Guzmán …................………… 290
6-8 in Memoriam: Eduardo Quiroz García ………..............……................................................… 295
Celeste Imperial: Eduardo Quiroz García ………..............…….................................................… 296
381

Caimán de Hierro: Mario Ramírez ……………..............………..................................................... 299


Del Asesino en Serie Conocido Como “El Estúpido”: Mario Ramírez …..............………….… 300
María Brigada: Mario Ramírez ….........................................................................………………… 304
Guerreros de Leche: Mario Ramírez ………………...............................................................…… 304
Canción de Cuna Para un Niño Francés: Mario Ramírez …………...............……...............…… 306
1968: Juan Rejano …...............…………..........................................................................………… 311
El Canto de los Menores: David Roura …..............….........................................………………… 312
Silencio Culpable: David Roura ……...................................................................………………… 315
Partida 68: David Roura …………………................................................................................…… 317
Dos de Octubre: Víctor C. Ruiz Arrazola …….................................................................………… 323
Tlatelolco, 68: Jaime Sabines ….................................................................. .......….……………… 324
Tlatelolco: Máximo Simpson …………............................................................................………… 329
5 de Agosto: María Elena Solórzano …...................................................................……………… 333
Septiembre: Paco Ignacio Taibo I………..................................................................……………… 336
El Alma de un Hilo que Pendía de Sangre: Guillermo Tinoco García …..............….....………… 338
Tlatelolco, 15 Años Después: José Tlatelpas …….................................................……………… 343
El Testimonio de “El Pato”: José Tlatelpas ……........................................................…………… 345
Un Homenaje Para los Masacrados,
Para la Resistencia, un Canto: Vicente A. Torres …........................................…………………… 356
La Patria de la Juventud: Jesús Vargas Valdés ........................................................................... 359
La Noche del 2 de Octubre: Othón Villlela Larralde ..................................................................... 361
Mi Madre Cuenta: Óscar Wong ………….....................................................................…………… 363
Lectura de Shakespeare: Gabriel Zaid ………….........................................................…………… 364
No hay que Perder la Paz: Gabriel Zaid ………….......................................................…………… 364
Por Ellos: Carmen Zenil ………………….................................................................................…… 365
¡No he Muerto!: Carmen Zenil ……….......................................................................……………… 366

APÉNDICES

Apéndice 1: Prólogo de Maíz Rebelde, Desde Los Siglos: Horacio Caballero ......................... 370
Apéndice 2: Bibliografía. Fuentes ............................................................................................... 375
Apéndice 3: Sobre los escritores ................................................................................................ 376
Apéndice 4: Sobre los ilustradores ............................................................................................. 377

40 IMÁGENES

Muerte y Trascendencia: José Hernández Delgadillo. Portada


Gráfica con frase de Tomas Mann: Melecio Galván …...............................…………….………… 5
Tinta China: José Hernández Delgadillo ....................................................................................... 11
“Víctimas”, dibujo sobre papel: Kristin ….....................................................................………… 21
Portada Revista Nueva Generación: José Hernández Delgadillo ….........…..........................…. 31
Cristo: Alfredo Meneses …….........………….......................................................................……… 39
Santiago Tlatelolco: Alfonso Pérez Soriano …............…………...............................................… 49
Tres Culturas Represión: José Hernández Delgadillo …….....................................................…. 55
Foto Poeta Leopoldo Ayala y José de Molina: Anónimo …........………………...................…… 61
Foto Novelista José Revueltas, Fausto Trejo,
Leopoldo Ayala y Marcué Pardiñas: Anónimo …................................................................……. 65
Lápiz de cera, dibujo 1 Serie Perros - Hombre: Ocaranza …...........................................…….. 73
Torso Luz y Traición: Alfredo Meneses ...........................................................…………………… 81
Dibujo 6 de Serie Perros Hombre: Ocaranza .............................................................................. 91
Las Tres Culturas 1: Melecio Galván …................…………………........................................…… 99
382

Yo Acuso, cartel: Kristin ................................................................................................................. 109


Calaca: Ocaranza ........................................................................................................................... 123
Paloma de la Paz: Melecio Galván .…...............................................................…………………… 133
Represión, Tinta: José Hernández Delgadillo …..................................................................…….. 137
Granaderos Represión: Alfonso Pérez Soriano ........................................................................... 147
Marcha con Irma Prieto, L. Ayala y otros, manta de J. H. Delgadillo: Anónimo ...................... 155
Grabado: Adolfo Mexiac …….................................................................................………………… 169
Tres Culturas 2, Apunte, 1968: Melecio Galván ....................................................................…… 181
Reprimidos, dibujo: Alfonso Pérez Soriano .................................................................................. 189
Portada del libro Yo Acuso de Leopoldo Ayala: José Hernández Delgadillo ............................. 201
Pretorio, dibujo: Melecio Galván …............................................................................…………… 217
Dibujo 2 de la Serie Hombres Perros: Ocaranza ........................................................................ 235
Dibujo portada Tlatelolco, 15 Años Después: José Hernández Delgadillo ................................ 247
Marcha con Felipe Galván, Leopoldo Ayala y Fausto Trejo: Anónimo ...................................... 257
Dibujo 4 de la Serie Perros-Hombre: Ocaranza .......................................................................... 265
Retrato inédito de Margarita Paz Paredez: Archivo Yamilé Paz Paredez ................................... 277
Paloma Olímpica: José Hernández Delgadillo ........................................................................….. 287
Foto del Poeta Mario Ramírez: Archivo La Guirnalda Polar .....................................................… 297
Foto del Poeta Mario Ramírez: Archivo La Guirnalda Polar .....................................................… 297
De Rodillas, dibujo: Melecio Galván ............................................................................................. 309
Sentados en el Mitin: Rini Templeton …............……...................................................…………… 321
Represión, dibujo: Melecio Galván ............................................................................................... 327
Portada Tlatelolco 15 Años Después: José Hernández Delgadillo ............…..................... ……. 341
Retrato del Poeta José Tlatelpas: José Hernández Delgadillo ….........................................…… 351
JudithReyes, Una Mujer de Canto Revolucionario .................................................................... 357
La madre patria frente al sacrificio: Alfredo Meneses. Contraportada
383

Fuentes URWBookmanL y Arial Narrow.


Diseño por La Guirnalda Polar
http://lgpolar.com

Esta edición consta de 6000 ejemplares,


más sobrantes para reposición.
Impreso en México Distrito Federal,
septiembre de 2009.
La impresión estuvo a cargo de
Martín Cambrón

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