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A GENEROSIDAD NO REQUIERE DINERO,

EQUIERE CARÁCTER.
La generosidad es el espíritu del cielo. El
abnegado amor de Cristo se reveló en la cruz. El
dió todo lo que poseía y se dió a sí mismo para
que el hombre pudiese salvarse. La cruz de
Cristo es un llamamiento a la generosidad de
todo discípulo del Salvador. El principio que
proclama es de dar, dar siempre. (3 JT 402.2)
Muchos hemos leído o incluso conocido a personas
semejantes a los fariseos, quienes daban de forma
meticulosa ciertas cantidades especificas de dinero,
eran cuidadosos en dar la cantidad correcta, sin
embargo fueron fuertemente reprendidos por su
actitud, pues sus intenciones no eran motivadas por
un amor sincero y un corazón generoso y agradecido.
Por ello hoy te planteo cuatro pasos para lograr una
carácter generoso.
1.APRENDER A DAR CON LA
ACTITUD APROPIADA

• Pablo declara una profunda verdad en 1 corintios


13:3 “Y si repartiera todos mis bienes para dar de
comer a los pobres…y no tengo amor, de nada me
sirve”.
• El dar, si no es por amor, de nada sirve. Sopesa
bien tus intenciones, el amor debe ser el motor y
motivo de tu entrega.
2.DEBES DAR PRIMERAMENTE A DIOS
• El sabio Salomón escribió “Honra al Señor con tus riquezas y con
los primeros frutos de tus cosechas; así se llenaran a reventar
tus graneros y tus depósitos de vino” Prov. 3:9-10. Si solamente
das de lo que te sobra a una iglesia, eso es solo caridad o
limosna. Pero darle a Dios es un acto de adoración y humillación
delante de él.
• Un empleo egoísta de las riquezas demuestra que uno es infiel a
Dios e incapacita al administrador de los recursos para el
cometido superior del cielo. (3 JT 42.1)
3.COMPARTIR CON OTROS CON ALEGRÍA
• No porque te sientas culpable o presionado al hacerlo, sino porque amas a Dios y al
prójimo, “El que siembra escasamente—escribió a los corintios—, también segará
escasamente; y el que siembra en bendiciones, en bendiciones también segará. Cada uno
dé como propuso en su corazón: no con tristeza, o por necesidad; porque Dios ama al
dador alegre”. 2 Corintios 9:6, 7.
• La liberalidad abnegada provocaba en la iglesia primitiva arrebatos de gozo; porque los
creyentes sabían que sus esfuerzos ayudaban a enviar el mensaje evangélico a los que
estaban en tinieblas. Su benevolencia testificaba de que no habían recibido en vano la
gracia de Dios. ¿Qué podía producir semejante liberalidad sino la santificación del
Espíritu? En ojos de los creyentes y de los incrédulos, era un milagro de la gracia.—
Los Hechos de los Apóstoles, 277-279.
4.ESTAR DISPUESTO AL SACRIFICIO
POR AMOR A OTROS
• Hay momentos en la vida que se requiere de un sacrificio
personal, de decir NO a ciertas cosas para poder ayudar a otros.
Un ejemplo de esta abnegación y amor fueron los Macedonios
quienes a pesar de estar en una terrible situación económica, en
pruebas, dificultades y pobreza extrema, aun así le pidieron a
Pablo que les diera el privilegio de compartir de lo poco que
tenían con los pobres de Jerusalén (ver 2 Corintios 8:1-7). Los
Macedonios se entregaron primero a Dios, y luego a su prójimo,
a pesar de sus circunstancias.
• La única ofrenda aceptable es la que surge de un
motivo puro de amor, lo demás es inaceptable. Si
tratas de estimular la dadivosidad sin ese principio
motivador. ¿no es una forma sutil de idolatría?
• No olvides: uno puede dar sin amor, pero es
imposible amar sin dar. LA GENEROSIDAD SE BASA EN
EL AMOR Y NO ESPERA OTRA RECOMPENSA MAS QUE
EL GOZO DE DAR. FUERA DE ESO NO PERSIGUE NADA,
NO ESPERA NADA, ES UNA RESPUESTA EXTERIOR A
LOS SENTIMIENTOS INTERIORES.
Cada acto de abnegación realizado en bien de otros fortalecerá el
espíritu de generosidad en el donante, y lo vinculará más
estrechamente con el Redentor del mundo, quien “por amor a
vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza
fueseis enriquecidos”. 2 Corintios 8:9. Y la vida puede ser una
bendición para nosotros únicamente en la medida en que cumplimos
el propósito divino para el cual fuimos creados. Todas las buenas
dádivas que Dios hace al hombre constituirán una maldición a menos
que éste las emplee para hacer felices a sus semejantes y para
promover la causa de Dios en el mundo.—
The Review and Herald, 7 de diciembre de 1886.
• Aprendamos a dar a un nivel económico que no
solamente satisfaga las necesidades físicas de los
demás, sino que, sobre todo, satisfaga la
generosidad y la integridad de tu corazón. Da de
tal forma que cuando lo hagas, adores a Dios y
honres su generosidad que tiene hacia ti.
• Porque ¿quién soy yo y quién es mi pueblo, para
que pudiéramos ofrecer voluntariamente cosas
semejantes? Pues todo es tuyo, y de lo recibido
de tu mano te damos (1 Cr 29:14)

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