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Tema 9 Ayuda Crim
Tema 9 Ayuda Crim
INTRODUCCIÓN
• El estudio de la conducta de ayuda es relativamente tardío en la historia de la
disciplina, y no fue hasta finales de los años 60 del siglo pasado cuando renació el
interés por esta cuestión.
• En un principio fueron los factores situacionales y las características de la persona
que necesitan ayuda los que acaparan la atención de los investigadores, en un
intento de determinar cuándo ayuda la gente y cuando no lo hace.
• Más tarde, los estudios y los desarrollos teóricos se orientaron hacia la cuestión de
los motivos que impulsan a las personas a prestar ayuda otros, produciéndose un
debate aún no resuelto acerca de la naturaleza egoísta o al turista del ser humano. Y
desde mediados de los años 90 del siglo pasado, el foco de interés se ha ampliado
abarcando las bases biológicas y neurológicas de estos comportamientos, así como
la conducta de ayuda y la cooperación que tienen lugar en grupos y organizaciones.
• A la hora de estudiar todos estos factores y su influencia en la conducta prosocial, los
psicólogos sociales han recurrido a diferentes estrategias de investigación, de algunas
de las cuales veremos varios ejemplos en este capítulo:
• Crear situaciones experimentales en las que los participantes son testigos de una
emergencia o se encuentran a una persona que necesita ayuda.
• Diseñar juegos experimentales en los que los participantes tienen que elegir entre
cooperar y competir.
• Analizar casos de ayuda en la vida real, como el voluntariado o la donación de sangre.
• No todos los tipos de ayuda son iguales, y los factores que influyen en la conducta en
unas situaciones no tienen necesariamente el mismo efecto en otras.
• El capítulo aborda la conducta de ayuda desde el punto de vista del que la realiza, es
decir, el “benefactor” o donante de ayuda.
¿QUÉ SE ENIENDE POR CONDUCTA DE
AYUDA EN PSICOLOGÍA SOCIAL?
• El término conducta prosocial se refiere a toda conducta que, en el
contexto de una sociedad determinada, se entiende como generalmente
beneficiosa para otras personas y para el sistema social.
• Esta definición enfatiza el carácter contextual del término, ya que son
el propio grupo de referencia, la sociedad o la cultura a la que
pertenece el individuo los que determinan qué comportamientos son
prosocial es y cuáles no.
• El concepto de conducta prosocial es un término categorial amplio, ya
que incluye a otros más específicos como el de conducta de ayuda y
conducta altruista.
• La conducta de ayuda es cualquier acción que tenga como objetivo
proporcionar algún beneficio o mejorar el bienestar de otra persona. Es
decir, una acción que no busque intencionadamente beneficiar a otra
persona no sería considerada dentro de esta categoría.
• Este énfasis en la intención implica también que una acción que se realiza
con el fin de beneficiar a otro, aunque no lo consiga, se considera conducta
de ayuda.
• La conducta altruista es un concepto más específico todavía. Para que una
acción se considere altruista no basta con que sus consecuencias sean
beneficiosas para el que la recibe; ni siquiera es suficiente que haya
intención de ayuda. Existen dos tipos de definiciones de conducta altruista:
• Uno, empleado normalmente por los psicólogos sociales, que alude a factores
motivacionales: categoría que incluye sólo aquellas conductas de ayuda realizadas
voluntaria e intencionadamente con el fin primordial de reducir el malestar o el
problema de otra persona y sin tener en cuenta las propias necesidades. Es decir, la
conducta de ayuda es altruista si se lleva a cabo tomando en consideración
únicamente la necesidad del otro y no las posibles recompensas por realizarla o
posibles perjuicios por no hacerlo.
• Otra que hace referencia a la relación costes-beneficios: categoría que incluye
cualquier conducta de ayuda que proporcione más beneficios al receptor que al que
la realiza. Algunos autores imponen además la condición de que el donante de
ayuda incurra en algún coste. Esta es la definición que manejan los sociobiólogos,
los que teólogos y los psicólogos evolucionistas. Esta concepción no se centra en la
motivación, sino en la conducta propiamente dicha.
• No toda la conducta de ayuda es altruista, ni toda la conducta prosocial implica
ayudar a alguien concreto.
• Un último término relacionado con los anteriores es el de cooperación. En lugar
de haber un benefactor y uno o más receptores de la ayuda, en este caso dos o
más personas se unen para colaborar en la obtención de una meta común que
será beneficiosa para todos los implicados.
• La conducta de ayuda, sea altruista o no, suele implicar una interacción, aunque
sea indirecta, entre el donante y el receptor de ayuda. La investigación
psicosocial se ha centrado en las variables relativas al emisor o donante de
ayuda, estudiando los factores situacionales y motivacionales que llevan a una
persona a actuar en beneficio de otra. Pero también se puede contemplar el
fenómeno desde el punto de vista del receptor.
¿CÚANDO AYUDA LA GENTE?
• Para contestar a la pregunta, referente a los factores situacionales que
influyen en la conducta de ayuda, abordaremos dos cuestiones que
suelen ir unidas: las características de la situación propiamente dicha y
las de la persona que necesita ayuda.
Características de la situación
• Tras el “incidente de Kitty Genovese”, Darley y Datané pusieron en marcha una
línea de investigación sobre la intervención de espectadores cuando se trata de
ayudar a una persona en apuros. Para ello, recurrieron a la metodología
experimental, diseñando situaciones en el laboratorio que reproducían alguno de
los aspectos presentes en las escenas naturales de emergencia.
• En el primero de estos estudios, los investigadores pusieron a prueba el efecto
del número de espectadores sobre la conducta de un individuo a otro que la
necesita. Según estos autores, ese fue el factor que probablemente motivó la
falta de intervención de los vecinos de Kitty Genovese. Formularon la hipótesis
de que cuanto mayor sea el número de espectadores, menor será la probabilidad
de que cualquiera de ellos preste ayuda a la persona necesitada.
• Esto es lo que se conoce como “efecto de los espectadores” (bystander effect).
Cuando había más supuestos espectadores, la conducta de ayuda resultaba
inhibida, pero aun así los sujetos mostraban signos de inquietud y preocupación.
Otros experimentos posteriores confirmaron estos resultados.
• os autores extrajeron la conclusión de que la intervención o no en casos de
emergencia es el resultado de un proceso de decisión que tiene lugar en la mente
del individuo, proceso en el cual influyen una serie de factores situacionales que
inclinarán la decisión hacia la ayuda o hacia la no intervención.
• Esta idea fue elaborada dando lugar a un modelo de decisión consistente en
cinco pasos consecutivos, cada uno de los cuales desemboca o bien en el
siguiente o bien en la no intervención, dependiendo de lo que la persona decida
en cada paso.
¿Cómo influyen las características de la
situación en la decisión de ayudar o no?
• Para que un individuo que se encuentra ante una emergencia se decida
a ayudar a prestar ayuda, en primer lugar, tiene que darse cuenta de
que algo anómalo está ocurriendo.
• Esto puede ser obvio, pero muchas veces ocurren cosas a nuestro
alrededor que nos pasan desapercibidas, bien sea porque la sobrecarga
estimular nos obliga a seleccionar la información a la que atendemos,
o porque el nivel de estrés o de actividad hace que tengamos la mente
ocupada en otras cosas.
• Si la persona no se da cuenta de que está pasando algo anormal, no hará nada,
pero si percibe el suceso en cuestión pueden ocurrir dos cosas: que lo
interprete como una emergencia en la que alguien necesita ayuda o que no lo
interprete así.
• Esto dependerá de la claridad de la situación y de lo que hagan otras personas
que estén presentes. Cuando la situación es ambigua, la gente recurre a
indicios sociales, utilizando la conducta y las opiniones de otros como
información sobre la realidad y sobre lo que hay que hacer en esa situación.
• La ignorancia pluralizada consiste en inhibir la expresión de una actitud o
emoción porque se piensa que la mayoría no la comparte, aunque en realidad
no sea así.
• La influencia social informativa que ejercen unos observadores sobre
otros aumenta con la semejanza entre ellos. Es decir, las personas, a la
hora de interpretar una situación ambigua, se guían más por lo que
dicen o hacen otros como ellos que por las acciones de personas muy
diferentes.
• La semejanza puede referirse a cualquier clase de atributo que sea
importante en esa situación concreta. Esto es lo que postula la “teoría
de la comparación social”. Sin embargo, cuando la situación no es
ambigua, la influencia de los demás observadores en cuanto a la
interpretación de lo que está pasando es, lógicamente, mucho menor.
• Según el modelo de Latané y Darley, no basta con que el observador
se dé cuenta de que algo está pasando, ni siquiera es suficiente que lo
interprete como una emergencia. Debe, además, considerar que tiene
la responsabilidad de prestar ayuda.