Está en la página 1de 44

TEMA 6 PREJUICIO Y DISCRIMINACIÓN

INTRODUCCIÓN
• En la sociedad actual casi nadie está dispuesto a admitir que tiene
prejuicios hacia los miembros de otros grupos y, cuando se cuestiona esa
imparcialidad, la gente a menudo recurre al argumento de que sus
creencias están basadas en hechos. El prejuicio no ha desaparecido, sino
que se oculta bajo una apariencia más amable y se expresa de una
manera más útil.
• El prejuicio es un fenómeno común en nuestra vida cotidiana. Así, las
personas pueden ser víctimas de prejuicio por motivos muy diversos
(raza, etnia, sexo, religión, ideología, edad, orientación sexual). Ello
hace que las personas puedan ser víctimas del prejuicio de otros por una
razón y a la vez tener prejuicios contra otros por una razón diferente.
ASPECTOS BÁSCIOS SOBRE EL
PREJUICIO
Definición de prejuicio
• La mayoría de los psicólogos sociales han definido el prejuicio como una
actitud. En principio, como cualquier otra actitud, el prejuicio podría consistir en
una valoración positiva o negativa de un objeto, pero el interés de los psicólogos
sociales se ha centrado en el prejuicio negativo. Desde esta perspectiva, el
prejuicio sería una actitud negativa hacia un grupo y hacia las personas que
forman parte de ese grupo. También se podría aplicar al prejuicio la estructura
trifactorial propia de las actitudes, que estaría formada por un componente
cognitivo, un componente afectivo y un componente comportamental.
• El prejuicio puede motivar (aunque no necesariamente) actos de discriminación.
La discriminación hace referencia al tratamiento injusto o desigual aplicado a
determinadas personas debido a su pertenencia grupal o a la posesión de algún
rasgo arbitrario.
• Los prejuicios y la discriminación están fuertemente asociados con los
estereotipos. Aunque la activación de estereotipos no implica necesariamente que
exista una actitud negativa hacia los miembros de otros grupos o que se les
aplique un tratamiento injusto, los estereotipos pueden conducir o justificar el
prejuicio y la discriminación.
• Aunque la conceptualización del prejuicio como actitud o antipatía hacia el
exogrupo ha sido la más habitual, no existe un consenso total al respecto. Smith
apunta que la conceptualización clásica del prejuicio como evaluación negativa no
permite hacer predicciones diferenciadas para cada exogrupo. Otra limitación del
enfoque que considera el prejuicio como actitud es su carácter de todo o nada. Al
estar basado en las creencias estereotípicas sobre los atributos de un grupo, el
prejuicio debería ser estable en diferentes situaciones y contextos. No obstante,
sabemos que las expresiones de prejuicio son específicas en cada situación.
• Mackie y Smith desarrollaron una teoría de las emociones intergrupales
que combina aspectos de la teoría de la autocategorización con las
teorías de la valoración cognitiva de las emociones.
• Desde esta perspectiva el prejuicio se podría definir como una emoción
social estrechamente relacionada con la identidad social.
• La teoría de las emociones intergrupales sostiene que las reacciones
conductuales que mostramos hacia los grupos se derivan de nuestras
reacciones emocionales hacia esos grupos, los cuales dependen a la vez,
de las valoraciones que hacemos de esos grupos en función de nuestra
identidad social.
• Algunos autores sostienen que las emociones concretas que sentimos
hacia miembros de otros grupos surgen de la percepción de que estos
amenazan a cuestiones importantes para nosotros.
• Dependiendo del tipo de amenaza que se perciba emergerán diferentes
emociones, y son estas emociones específicas, más que el prejuicio en
general, las que mejor parecen predecir la intención de apoyar
determinadas políticas sociales.
• Así como las emociones individuales son autorregulatorias, las
emociones intergrupales también regulan el comportamiento del grupo
generando tendencias de acción y comportamientos específicos.
2.2 Origen del prejuicio
• Podemos situar el origen del prejuicio en la combinación de un conjunto de factores de distinta
naturaleza. Por una parte, debido a nuestra necesidad de simplificar el complejo mundo social
en el que vivimos, existe una tendencia a categorizar a los individuos como miembros del
propio grupo o como miembros de otros grupos y a favorecer a los primeros sobre los segundos.
• Esto puede explicarse porque nuestra pertenencia a grupos socialmente valorados nos dota de
una identidad social positiva, la cual repercute en nuestra autoestima. No obstante, el
favoritismo hacia el propio grupo no implica necesariamente hostilidad hacia otros grupos.
• Si bien la mayoría de la gente prefiere asignar recursos positivos a los miembros de su grupo, la
diferencia entre las asignaciones hacia el endogrupo y hacia el exogrupo desaparece cuando lo
que se distribuye son castigos u otros resultados negativos, fenómeno conocido como asimetría
positiva-negativa.
• La mera categorización es una condición suficiente para que los individuos favorezcan a su
grupo cuando se reparten resultados positivos, pero no cuando se asignan resultados negativos.
Para que se produzca una discriminación respecto a resultados negativos es necesario que,
además de la categorización, concurran determinadas condiciones agravantes que permitan
justificar el trato discriminatorio hacia el exogrupo. La percepción de amenaza, es una de las
condiciones.
• El paso del favoritismo endogrupal a la hostilidad exogrupal suele venir marcado por la amenaza.
Según la teoría del conflicto realista, las situaciones de interdependencia negativa en las que dos
grupos compiten para obtener recursos escasos estimulan la antipatía hacia los miembros del exogrupo
y, en último término, el conflicto intergrupal.
• No obstante, más que la competición real, es la percepción subjetiva de la situación lo que influye en
el prejuicio. Esta percepción de competición grupal, real o imaginada, se relaciona con procesos
cognitivos, como creencias de suma-cero y procesos afectivos, como el miedo y la ansiedad.

• La amenaza no sólo se relaciona con aspectos materiales, sino que también puede afectar a cuestiones
simbólicas. La teoría de la amenaza intergrupal reconoce la existencia de diferentes tipos de amenaza:
las amenazas realistas, que suponen una amenaza para el poder o los recursos del endogrupo; y las
amenazas simbólicas, que son amenazas a los valores, el sistema de creencias, la ideología o la visión
del mundo del propio grupo.
• De esta forma, considerar que el exogrupo constituye una amenaza para la identidad del propio grupo
o para su estatus puede aumentar el prejuicio.
• Tanto la percepción de que el grupo se encuentra injustamente en una posición inferior en
comparación con otros grupos (privación relativa), como la percepción de que la situación del
propio grupo es mejor (gratificación relativa) pueden intensificar el prejuicio.
• En el primer caso, el prejuicio estaría motivado por la amenaza y el miedo que produce el
exogrupo, mientras que en el segundo caso las motivaciones estarían ligadas al deseo de
poder y de dominancia sobre el exogrupo.
• Las creencias esencialistas son otro precursor del prejuicio. El esencialismo consiste en
concebir categorías sociales como fijas e inmutables, como un reflejo de la existencia de
diferencias fundamentales en la naturaleza de los miembros de distintas categorías. De
acuerdo con estas creencias, todos los miembros de una categoría comparten una serie de
rasgos subyacentes que definen la “esencia” del grupo y que los diferencian de los miembros
de otras categorías.
• Estas creencias fomentan la idea de que las categorías sociales no son una construcción
social, sino el reflejo de categorías naturales como las que distinguen entre las distintas
especies de plantas o animales. Por ello, quienes se adquieren a este tipo de creencias tienden
a estereotipar más y a mostrar actitudes más negativas hacia los miembros de otros grupos.
Funciones del prejuicio
• El prejuicio puede cumplir varias funciones. Cognitivamente nos ayuda
a simplificar la enorme complejidad del mundo social, permitiéndonos
dar respuestas rápidas ante circunstancias que podrían resultar
ambiguas, o que en todo caso demandarían un tiempo del que no
disponemos.
• El prejuicio, en este sentido, es una herramienta de economía cognitiva.
También es una herramienta enormemente útil para predecir las
consecuencias de una situación o el comportamiento de los demás
(aunque sea de forma sesgada y a veces equivocada).
• Algunos autores sostienen que el prejuicio también permite expresar y
reafirmar el sistema de valores.
• Por otra parte, mantener ciertos prejuicios hacia diferentes grupos
sociales también sirve para “conseguir algo”, y en este sentido, puede
tener claramente una función instrumental.
• El prejuicio sirve para unirnos más a nuestro grupo de referencia,
funcionando así como una norma que los integrantes deben seguir.
• Desde los inicios de la Psicología Social ha sido bastante aceptado que el
prejuicio se vinculaba de alguna forma con las normas sociales existentes.
• Ya sea por conformismo o por la necesidad de identificarnos con los
valores de nuestro grupo para saber quiénes somos o para ser aceptados,
la norma social parece tener una fuerte influencia en los prejuicios de las
personas.
• En un ámbito más intrapsíquico, el prejuicio cumple una función de
mantenimiento de la autoestima.
• Katz y Braly sostenían que el prejuicio es una forma de racionalización que
permite al individuo mantener su autoestima y favorecer sus intereses
económicos y de otro tipo.
• Por último, el prejuicio permite también reforzar la estructura social que
favorece al propio grupo e incrementar su poder con respecto a los grupos
subordinados.
• El prejuicio normalmente va dirigido hacia los grupos que pueden amenazar
la jerarquía social, y permite a los miembros de grupos privilegiados
justificar los actos de discriminación contra los de bajo estatus.
PREJUICIO RACIAL
• El perjuicio se ha abordado desde múltiples enfoques. Inicialmente, algunas teorías
dieron una explicación basada en las características de las personas que
experimentaban y manifestaban perjuicio, entre ellas, una personalidad autoritaria,
el dogmatismo o la frustración.
• El prejuicio no puede entenderse únicamente como una característica de
personalidad. Incluso aceptando que existen diferencias individuales en la
experiencia y expresión del prejuicio, no podemos entender la naturaleza del
prejuicio sin reconocer la importancia de las relaciones intergrupales y la influencia
de los factores socio culturales en este proceso.
• Buena parte de los estudios realizados por psicólogos sociales sobre el prejuicio se
han desarrollado en el contexto de las relaciones entre blancos y negros en EEUU.
Hoy en día todavía persisten diferencias importantes entre distintos grupos étnicos o
raciales, incluso en países que presumen de valores igualitarios.
Formas encubiertas de racismo
• Durante la década de los años 80 del siglo pasado se desarrollaron diversos
modelos centrados en formas encubiertas de expresión del prejuicio como
el racismo aversivo, el racismo simbólico o moderno, o el prejuicio sutil.
• A excepción del modelo de prejuicio sutil y manifiesto, el resto de
propuestas se desarrollaron en Estados Unidos, en el contexto de las
relaciones entre blancos y negros. No obstante, muchas de sus
conclusiones podrían aplicarse a otras minorías de bajo estatus.
• Estos modelos comparten la idea de que el racismo tradicional,
caracterizado por el rechazo abierto y por la falta de contacto íntimo con
los miembros del exogrupo, ha sido reemplazado por otras formas de
prejuicio más sutiles, aunque no por ello menos perniciosas.
Modelo de racismo aversivo
• Se aplica a aquellas personas progresistas que conscientemente defienden la
igualdad racial y desean no ser prejuiciosas, pero que, de manera inconsciente,
poseen creencias negativas sobre negros y experimentan ansiedad, miedo o
incomodidad en su presencia.
• Los racistas aversivos se caracterizan por albergar actitudes positivas e igualitarias
hacia las minorías en el nivel explícito y mantener actitudes negativas en el nivel
implícito o inconsciente.
• Los sentimientos y creencias negativos inconscientes se manifiestan de una
manera sutil indirecta que no compromete su autoimagen de personas no
prejuiciosas. Por ello, los racistas aversivos sólo discriminan cuando no saben cuál
es el comportamiento adecuado en la situación en la que se encuentran o cuando
pueden justificar sus acciones negativas mediante una razón distinta de la raza.
Modelos de racismo simbólico o moderno
• Mientras que el modelo de facilísimo aversivo se aplica a personas
progresistas, para explicar el prejuicio racial que muestran las personas con
una orientación política conservadora se han desarrollado otros modelos
como el racismo moderno o simbólico.
• El racismo moderno es un sistema de creencias políticas que comprende
cuatro ideas principales.
• Los negros ya no son víctimas de prejuicio y discriminación.
• Los negros no progresan en la sociedad porque no están dispuestos a
trabajar lo suficiente. Los negros demandan demasiado y lo hacen
demasiado rápido.
• Los negros han obtenido de la sociedad más de lo que merecen.
• En el racismo moderno se combinan el efecto negativo hacia los
negros con los valores tradicionales como el individualismo, el trabajo
duro y la autosuficiencia, propios de la ética protestante. El resultado
es la percepción de que el orden social está amenazado porque los
negros violan los valores tradicionales.
• Los racistas modernos no se consideran a sí mismo racistas porque
piensan que sus creencias sobre los negros están basadas en hechos.
Tampoco apoyan medidas como la segregación racial, pero sí se
oponen a políticas de discriminación positiva dirigidas a combatir las
desigualdades raciales.
Modelo de prejuicio sutil y manifiesto
• El modelo de prejuicio sutil y manifiesto se han desarrollado en Europa, donde las
relaciones interétnicas presentan grandes diferencias con respecto al contexto
estadounidense.
• El modelo de prejuicio sutil y manifiesto contrapone dos formas independientes de
prejuicio:
• El prejuicio manifiesto, que sería caliente, cercano y directo. Se caracteriza por la
percepción de amenaza, el rechazo abierto a los miembros del exogrupo y por la falta
de contacto íntimo con ellos al considerarlos biológicamente inferiores.
• Y el prejuicio sutil, que sería frío, distante e indirecto. Se expresa de una manera más
aceptable socialmente. Este tipo de prejuicio comparte con el manifiesto, la antipatía
hacia el exogrupo, si bien, incluye además tres características principales: la defensa de
los valores tradicionales del endogrupo; la exageración de las diferencias culturales
entre ambos grupos y; la falta de emociones positivas hacia el exogrupo.
• Uno de los méritos de este modelo es que permite establecer una tipología de
prejuicio en función de las puntuaciones que obtienen las personas en dos escalas
desarrolladas para medir el prejuicio sutil y manifiesto.
• Quienes obtienen altas puntuaciones en las escalas de prejuicio manifiesto y sutil se
consideran “fanáticos”.
• Quienes obtienen una baja puntación en la escala de prejuicio manifiesto y alta
puntuación en la escala de prejuicio sutil son “sutiles”.
• Los “igualitarios” son aquellos que obtienen bajas puntuaciones en las dos escalas.
• Finalmente, se puede distinguir un cuarto grupo que muestra un patrón incoherente,
denominado “error”, en el que aparecen personas con puntuaciones bajas en la escala
de prejuicio sutil y puntuaciones altas en la escala de manifiesto (este perfil suele
descartarse para evitar contaminar los resultados de las investigaciones).
• Las puntuaciones en ambas escalas predicen distintas actitudes hacia los
miembros del exogrupo y hacia políticas de integración.
• Los fanáticos desean restringir los derechos de los inmigrantes y expulsarlos
del país.
• La mayoría de los sutiles prefiere mantener los derechos de los inmigrantes
como están y expulsarlos cuando haya una razón no prejuiciosa para hacerlo.
• Los igualitarios apuestan por ampliar los derechos de los inmigrantes y no
expulsarlos del país.
• Investigaciones realizadas en nuestro país indican que una misma persona
puede mostrar prejuicio manifiesto hacia un grupo inmigrante y sutil hacia
otro, lo que evidencia que el prejuicio no es un rasgo de personalidad, si no
que depende del contexto y del grupo que se evalúa.
El conflicto entre los estereotipos y las
creencias personales: el modelo de disociación
• De acuerdo con Devine, para entender el racismo contemporáneo hacer una distinción
entre dos estructuras cognitivas distintas: los estereotipos y las creencias personales;
así como entre dos tipos de procesamiento diferentes: automático y controlado.
• Los estereotipos aluden al conocimiento que tenemos almacenado en la memoria
sobre los atributos que caracterizan a los miembros de un grupo, los aprendemos
desde la infancia a través de diferentes agentes de socialización y se activan con
enrome facilidad, lo que los convierte en la respuesta por defecto ante la mera
presencia del estímulo.

• Las creencias personales dependen del grado en que cada uno aprueba el contenido de
los estereotipos, se adquieren en un momento posterior del desarrollo y resultan
menos accesibles cognitivamente.
• Los estereotipos y las creencias personas son, por tanto, dos estructuras cognitivas
distintas que se activan a través de procesos diferentes.
• A lo largo de nuestra vida vamos aprendiendo las asociaciones que se hacen de manera más frecuente en
nuestra cultura entre determinados grupos sociales, estereotipos y emociones.
• No obstante, conocer el estereotipo sobre un grupo no implica necesariamente aprobarlo personalmente.
Los miembros de una cultura compartirían los mismos estereotipos, pero no todos ellos los integran de la
misma manera en su sistema consciente de creencias y valores.
• Según este modelo, las respuestas prejuiciosas aparecen porque los estereotipos se activan de manera
automática, rápida, sin que seamos conscientes y de forma incontrolada; mientras que la activación de
creencias personales se realiza de forma controlada, con conciencia, de forma más lenta y con un mayor
esfuerzo cognitivo.
• En consecuencia, las personas no prejuiciosas solo podrán inhibir la activación automática del estereotipo y
acceder a sus creencias personales cuando dispongan de suficiente tiempo y capacidad cognitiva. En caso
contrario, responderán de una manera más prejuiciosa de lo que consideran adecuado.
• Para evaluar los estereotipos y las creencias personales conviene utilizar distintos instrumentos de
medición. Las creencias personales se pueden evaluar mediante mediadas explícitas, como los clásicos
cuestionarios de actitudes. Sin embargo, para los estereotipos resulta más eficaz utilizar medidas implícitas
de actitudes, como el priming o el Test de la Asociación Implícita.
Ambivalencia actitudinal: el modelo de
amplificación de respuesta
• La teoría de la amplificación de la respuesta inducida por ambivalencia también se
desarrolló en EEUU, y por ello se centra en las relaciones entre negros y blancos.
• Este modelo parte de la idea de que existe un conflicto entre los valores que poseen los
americanos blancos. Por un lado, mantienen valores individualistas el logro personal y la
devoción al trabajo. Por otro lado, simultáneamente poseen valores humanitarios e
igualitarios.
• Los valores individualistas dan lugar a actitudes y sentimientos negativos hacia los
negros por considerar que sus problemas se deben a sus características personales.
• Los valores humanitarios, sin embargo, producen actitudes y sentimientos positivos
hacia ellos. Así, el prejuicio racial persiste porque los americanos blancos poseen una
estructura dual de actitudes y valores que genera ambivalencia.
• De acuerdo con este modelo, cuando se activan simultáneamente actitudes
positivas y negativas hacia personas negras, el observador blanco experimenta
tensión e incomodidad. Sus esfuerzos para reducir la tensión se traducirán en
una amplificación de las respuestas hacia los miembros de la minoría en
comparación con las respuestas hacia los miembros del grupo mayoritario.
• La amplificación, tanto en un sentido positivo como negativo, depende de
factores situacionales. Si los miembros del grupo minoritario y los del
mayoritario se comportan de manera reprobable, se producirá una amplificación
de la respuesta negativa hacia el grupo minoritario, lo que generará respuestas
más negativas hacia ellos que hacia el mayoritario. Pero, si el comportamiento
es positivo, el resultado será una amplificación positiva, de modo que se darán
respuestas más positivas hacia el grupo minoritario que hacia el mayoritario.
• La evolución en la forma de expresar el prejuicio está influida por
factores socioculturales.
• En la actualidad, expresar abiertamente prejuicios raciales continúa
siendo una conducta indeseable y sancionada en muchos ámbitos.
• Así, el prejuicio racial que ha pervivido de manera encubierte en las
últimas décadas bien podría volverse más manifiesto en épocas
turbulentas como las que actualmente vivimos en Europa.
PREJUICIO HACIA LAS MUJERES
• Las mujeres tradicionalmente han vivido en condiciones desfavorables
con respecto a los hombres. Aún sin ser un grupo minoritario, han
padecido desde siempre y en la práctica totalidad de las sociedades
conocidas las consecuencias perniciosas del prejuicio.
• Aún hoy, numerosos datos revelan que la igualdad de género todavía no
es una realidad.
• Pese a que las mujeres como grupo se encuentran en una situación de
desventaja, algunos estudios muestran que paradójicamente son
evaluadas de un modo incluso más positivo que los hombres. Para
resolver esta aparente contradicción, se desarrolla un modelo basado en
la ambivalencia.
Teoría del sexismo ambivalente
• Los modelos de racismo no pueden aplicarse exactamente al estudio de las
relaciones entre mujeres y hombres porque estas relaciones difieren en aspectos
relevantes respecto a las relaciones interétnicas.
• En ambos tipos de relaciones puede haber dominación por parte de un grupo sobre
otro, pero en el caso de las relaciones entre hombres y mujeres encontramos un
componente de intimidad que no suele estar presente en las relaciones interétnicas.
• La teoría del sexismo ambivalente de Fiske y Glick sugiere que las actitudes
positivas hacia las mujeres forman parte de un tipo de prejuicio sutil que, junto con
el prejuicio hostil, fomenta la desigualdad de género.
• Los sexistas benevolentes perciben a las mujeres como superiores a los hombres,
pero únicamente en dimensiones que, o bien son irrelevantes, o bien enaltecen la
dependencia de las mujeres respecto a los hombres.
• De acuerdo con la teoría del sexismo ambivalente, el sexismo sería un
constructo multidimensional que comprende dos formas de prejuicio,
el hostil y el benevolente.
• Ambos tipos de prejuicio conforman un sistema que justifica y
mantiene la desigualdad de género proporcionando incentivos para
que las mujeres permanezcan en sus roles tradicionales.
• Los autores de este modelo consideran que el sexismo hostil y
benevolente son el resultado de las relaciones estructurales entre
hombres y mujeres. En la mayoría de las sociedades estas relaciones
presentan tres características:
• El patriarcado: los hombres gozan de mayor poder y estatus que las
mujeres.
• La diferenciación de género en función de los roles y rasgos que se
atribuyen a hombres y mujeres.
• La reproducción sexual, que impone una dependencia mutua entre
hombres y mujeres.
• Estas características dan pie a tres sistemas de creencias relacionadas o ideologías
que justifican la superioridad de los hombres:

• Paternalismo. El paternalismo es la justificación ideológica de la dominancia


masculina. Tiene una variante hostil (paternalismo dominante) y una benevolente
(paternalismo protector).
• El paternalismo dominante justifica el patriarcado basándose en que los hombres
son más competentes que las mujeres, y, por tanto, deben tener más poder que
ellas.
• El paternalismo protector se basa en la creencia de que las mujeres son más débiles
que los hombres y, en consecuencia, deben ser amadas y protegidas por ellos.
• La diferenciación de género. También tiene una variante hostil (la
diferenciación de género competitiva) y una variante benevolente (la
diferenciación de género complementaria).
• La diferenciación de género competitiva justifica la dominancia masculina
basándose en la creencia de que sólo los hombres poseen las características
precisas para ocupar posiciones de poder.
• La diferenciación de género complementaria atribuye a las mujeres
características positivas (sensibilidad, empatía) de las que los hombres
supuestamente carecen.
• Desde esta perspectiva se ensalza a las mujeres porque sus características y
roles convencionales son de gran utilidad para los hombres.
• Heterosexualidad. La creencia de que las mujeres pueden utilizar la
sexualidad para adquirir poder sobre los hombres se relaciona con el
componente hostil del sexismo, la hostilidad heterosexual.
• La interpretación benevolente de la heterosexualidad considera que las
mujeres satisfacen las necesidades románticas del hombre y son, por tanto,
indispensables para proporcionarles felicidad.
• Tanto los hombres como las mujeres asumen estas ideologías, aunque lo
hacen en distinto grado. Una investigación encontró que las puntuaciones de
los hombres en sexismo hostil superaban significativamente a las de las
mujeres en todos los casos. Sin embargo, en la mitad de los países estudiados
no había diferencias entre hombres y mujeres en cuanto a sexismo
benevolente.
• En vista de estos hallazgos, argumentan que el sexismo benevolente es más insidioso que el sexismo
hostil. Por una parte, el sexismo benevolente a menudo pasa desapercibido, o bien se minimiza su
impacto.
• El sexismo benevolente no se reconoce como sexismo porque, a diferencia del sexismo hostil, no
implica antipatía hacia las mujeres y no encaja con el prototipo de sexismo. Además, el sexismo
benevolente aporta ciertas ventajas a las mujeres, como sentirse protegidas o tener sus necesidades
cubiertas por los hombres.
• Pese a estas ventajas, las consecuencias del sexismo benevolente pueden ser muy perjudiciales.
Diversas investigaciones han encontrado que se relaciona significativamente con actitudes machistas
tradicionales, la legitimación de la violencia de género y las reacciones negativas hacia las víctimas de
violaciones. En definitiva, el sexismo benevolente no es una forma de prejuicio inocua. Al contrario,
sirve para perpetuar la desigualdad de género e incluso lo hace de un modo más efectivo que el sexismo
hostil.
• Uno de los méritos de la teoría del sexismo ambivalente es que incorpora en la explicación del prejuicio
variables societales como los valores culturales o las estructuras de estatus y poder como el patriarcado.
RESPONDIENDO AL PREJUICIO
• Ser víctima de prejuicio o discriminación conlleva consecuencias negativas para el individuo y
para el grupo en su conjunto. En un trabajo reciente, se encontró una relación fuertemente
negativa entre la discriminación percibida y múltiples indicadores de bienestar psicológico
(autoestima, depresión, ansiedad). La relación era especialmente fuerte en el caso de minorías
sexuales, personas con enfermedad mental o con discapacidad física y personas estigmatizadas
por su sobrepeso.
• Para responder al prejuicio, los miembros de grupos discriminados pueden utilizar distintas
estrategias. Esas estrategias pueden ser de carácter individual o colectivo. Las estrategias
individuales persiguen proteger la identidad personal del individuo (por ejemplo, distanciándose
del grupo discriminado).
• Estas estrategias pueden aumentar el estatus del individuo que las pone en práctica, pero no
resuelven la situación de desventaja del grupo discriminado. Por el contrario, las estrategias
colectivas sí tienen la capacidad de modificar en última instancia las relaciones entre grupos. No
obstante, presentan el riesgo de que la hostilidad y la opresión por parte del grupo dominante se
disparen cuando este no está dispuesto a ceder parte de su poder.
• Sostienen que los miembros de grupos discriminados optarán por
estrategias colectivas cuando la discriminación se perciba como
ilegítima, general y difícil de evitar y cuando crean posible mejorar la
situación del grupo mediante la competición directa con el grupo
dominante.
• Por el contrario, los miembros del grupo acudirán con mayor
probabilidad a estrategias individuales cuando se considere difícil
cambiar las circunstancias, cuando el rasgo que suscita la
discriminación se pueda ocultar fácilmente o cuando la discriminación
se considere legítima o se limite a pocos ámbitos o a un periodo de
tiempo concreto.
Estrategias de carácter individual
• Movilidad individual. Consiste en disociarse del grupo literal o psicológicamente. La manera más rápida
de escapar del prejuicio es abandonar el grupo discriminado; el problema es que no siempre es posible
desertar del propio grupo para unirse a otro. Los grupos basados en la etnia, el género o la nacionalidad
presentan barreras infranqueables. Una manera más sutil o de abandonar el grupo es ocultar la
característica que motiva la discriminación o hacerse pasar por un miembro del grupo no discriminado.
• A corto plazo esta estrategia puede proteger la autoestima, pero a largo plazo podría tener consecuencias
físicas y psicológicas negativas. La ocultación obliga al individuo a inhibir sus emociones y su conducta y
le priva de apoyo social, lo que repercute negativamente en distintas funciones fisiológicas y, en último
término, podría aumentar el riesgo de contraer determinadas enfermedades.
• Las consecuencias para el grupo tampoco son positivas, ya que la movilidad individual puede contribuir a
la perpetuación de la desigualdad. La movilidad individual no solo implica un distanciamiento del grupo
estigmatizado, sino que también motiva la adopción de una visión más estereotipada y negativa del propio
grupo. Percibir al endogrupo en términos estereotípicos puede tener consecuencias muy negativas, como
una mayor oposición dentro del grupo estigmatizado a medidas afirmativas que podrían mejorar su
estatus.
• Compensación. Algunas personas responden al prejuicio que sufren en un ámbito realizando un
esfuerzo extra en otros ámbitos.

• Negación. Consiste en subestimar el grado en que uno mismo es víctima de prejuicio y la


discriminación. Una de las primeras pruebas de este fenómeno encontró que las mujeres percibían
menos experiencias de discriminación en ellas mismas que en el grupo de mujeres en general. Los
resultados permiten extraer distintas razones para explicar por qué la gente se resiste a admitir que
es víctima de discriminación, entre ellas, el deseo de mantener la sensación de control o de
distanciarse de los estereotipos negativos sobre su grupo, la necesidad de defender y justificar el
sistema social, aunque este les perjudique, o evitar la amenaza a la necesidad de pertenencia.

• Hacer atribuciones externas de los resultados negativos. Algunos autores proponen que los
miembros de grupos discriminados protegen su autoestima atribuyendo las evaluaciones o los
resultados negativos que reciben al prejuicio de otros.
Estrategias de carácter colectivo
• Las estrategias individuales pueden ser útiles en algunas circunstancias para reducir la discriminación
personal de manera inmediata; pero no modifican las circunstancias sociales que mantienen.
• El único modo de mejorar la posición del grupo es realizar un esfuerzo colectivo que pueda tener
impacto en la sociedad. Las acciones colectivas surgen de la conjunción de tres factores: la percepción
de que el grupo es víctima de una injusticia, la creencia compartida de que el grupo puede resolver la
injusticia mediante un esfuerzo colectivo (eficacia colectiva) y la identificación con el grupo
discriminado.
• Estudios experimentales y correlacionales indican que percibir que el propio grupo es víctima de una
discriminación generalizada e ilegítima afecta negativamente a la autoestima de sus miembros. Sin
embargo, ese efecto negativo no se observa en los miembros que están fuertemente identificados con
el grupo.
• Cuando uno piensa en sí mismo como parte de un grupo, su capacidad para manejar situaciones
estresantes aumenta. Así, la alta identificación con el grupo se relaciona positivamente con la
autoestima y la satisfacción con la vida, posiblemente porque refuerza la sensación de que el grupo
puede responder de manera efectiva a la discriminación que sufre. Parece que la identificación grupal
puede amortiguar el daño que habitualmente genera el hecho de percibir discriminación generalizada
contra los miembros del grupo.
• Para que la identificación con el grupo desemboque en un esfuerzo colectivo dirigido a
cambiar las relaciones entre grupos es necesario que los miembros del grupo discriminado
perciban esa discriminación como ilegítima.
• Cuando la discriminación se considera legítima, la validez de la causa colectiva disminuye y,
en consecuencia, también se desvanece la capacidad del grupo para movilizar el
comportamiento.
• Podemos afirmar que quienes perciben la discriminación como generalizada e ilegítima, se
identifican con el grupo discriminado y se creen capaces de modificar las relaciones entre
grupos recurrirán probablemente a formas de afrontamiento colectivas del prejuicio.
• Dentro de estas formas de afrontamiento podemos distinguir acciones de distinto tipo como
la creación de grupos de presión, la participación en manifestaciones, huelgas o boicots, etc.
Hay acciones colectivas que se pueden realizar individualmente (firmar una petición), la
diferencia entre estas acciones y las individuales radica en el fin de la acción, que puede ser
mejorar la situación del grupo en su conjunto o solo el bienestar del individuo.
• El principal beneficio de la acción colectiva para el grupo discriminado en su
conjunto es que tiene potencial para producir un cambio social y reducir la
discriminación.
• La desventaja más evidente es que la acción colectiva del grupo discriminado
puede encontrar una fuerte resistencia en el grupo dominante y dar lugar a una
contrareacción que empeore aún más la situación. La participación en acciones
colectivas también conlleva ventajas individuales como un aumento de bienestar
subjetivo y la felicidad.
• El afrontamiento colectivo del prejuicio es más eficaz que las estrategias
individuales para mejorar el bienestar del grupo en su conjunto, al menos a largo
plazo. Sin embargo, en el ámbito personal, tanto las estrategias individuales
como las colectivas pueden amortiguar el impacto negativo del prejuicio.
REDUCCIÓN DEL PREJUICIO Y SUS
EFECTOS PARADÓJICOS
• Las estrategias de reducción de conflicto intergrupal parten de la idea
de que reduciendo el prejuicio mutuo entre los miembros de los
grupos en conflicto mejorarán las relaciones entre ellos.
• Los dos principales enfoques de reducción del conflicto son la
hipótesis del contacto y las estrategias basadas en la categorización.
• La hipótesis del contacto sostiene que el contacto entre los miembros
de diferentes grupos puede ayudar a reducir el prejuicio y el conflicto
intergrupal cuando se cumplen determinadas condiciones. Un meta-
análisis corroboró que el contacto entre grupos reduce el prejuicio
hacia diversos exogrupos y en numerosos contextos.
• Las estrategias basadas en la categorización asumen que el modo en que percibimos las
barreras entre los grupos es un factor clave para entender el prejuicio. Si modificamos el
modo en que los individuos se representan mentalmente a su grupo en relación con otros,
podríamos reducir el prejuicio.
• Dentro de este enfoque destaca el modelo de la identidad endogrupal común, que ha
encontrado evidencia consistente de que la creación de una categoría superior que englobe a
dos grupos en conflicto puede reducir el prejuicio y la discriminación hacia los miembros del
antiguo exogrupo.
• Investigaciones han encontrado que tanto fomentar el contacto intergrupal como provocar un
cambio en el modo en que los grupos se categorizan son estrategias efectivas para debilitar el
prejuicio.
• Ambas estrategias son complementarias, ya que las condiciones que hacen posible el efecto
positivo del contacto intergrupal también facilitan la recategorización de las personas
implicadas en el contacto como miembros del mismo grupo.
• Paradójicamente, las intervenciones dirigidas a reducir el prejuicio pueden perpetuar la injusticia
social ejerciendo un efecto sedativo sobre los miembros de grupos desfavorecidos.
• El contacto intergrupal puede hacer que disminuya la percepción de injusticia entre los miembros de
grupos discriminados y, en consecuencia, la intención de participar en acciones colectivas para
acabar con las injusticias sociales.
• La creación de lazos de efecto entre miembros de grupos privilegiados y miembros de grupos
desfavorecidos podría afianzar un sistema social injusto al reducir la necesidad del grupo
desfavorecido de transformar un sistema social que les perjudica.
• Pettigrew, uno de los defensores de la hipótesis del contacto, ha replicado que el contacto intergrupal
a menudo permite que los miembros de grupos privilegiados desarrollen actitudes más favorables
hacia medidas de cambio social y que los miembros de grupos desfavorecidos tomen conciencia de
lo que la mayoría tiene y a ellos les es negado.
• Es decir, lejos de reducir la percepción de injusticia, el contacto intergrupal podría aumentar la
percepción de privación relativa, que precisamente es uno de los antecedentes de la acción colectiva.
• El debate entre quienes defienden las estrategias de reducción del
prejuicio y quienes apuestan por espolear la acción colectiva en aras
de la injusticia social todavía no está resuelto y, probablemente, las
dos perspectivas tengan parte de razón.
• Es posible que la eficacia de cada estrategia varíe en función del
momento histórico o del contexto.
• En cualquier caso, parece claro que en el futuro se tendrá que abordar
la relación entre estos dos marcos teóricos para desarrollar estrategias
que reduzcan el prejuicio mutuo sin menoscabar la conciencia de
injusticia ni neutralizar las acciones colectivas para acabar con ella.

También podría gustarte