Está en la página 1de 23

Palabra de Vida

Retiro con los Monaguillos de la Catedral


“Aquí estoy
para hacer tu
Voluntad”.

(Heb, 10,9)¹
10,9)
Este es un versículo del salmo 40, que el autor de la Carta
a los Hebreos, pone en los labios del Hijo de Dios cuando
dialoga con el Padre.
El autor quiere subrayar,
de esta manera,
el amor con el cual
el Hijo de Dios
se ha hecho hombre
para cumplir la obra de
la redención en obediencia
a la Voluntad del Padre.
Estas palabras hacen parte de un contexto en el cual el autor
quiere demostrar la infinita superioridad del sacrificio de Jesús
respecto a los sacrificios de la antigua ley.
A diferencia de estos últimos, en los cuales se le ofrecían a
Dios como víctimas, animales o toda forma de cosas
externas al hombre, Jesús, empujado por un amor inmenso,
durante su vida terrena ofreció al Padre la propia voluntad,
Él mismo.
“Aquí estoy
para hacer tu
Voluntad”.

(Heb, 10,9)¹
10,9)
Esta palabra nos ofrece la llave de lectura de la vida de Jesús,
ayudándonos a acoger el aspecto más profundo y el hilo de oro
que une todas las etapas de su existencia terrena: su infancia,
su vida privada, las tentaciones, sus elecciones, su actividad pública,
hasta la muerte en la Cruz.
En cada momento, en cada acción, Jesús trató de hacer
solamente una cosa: cumplir la Voluntad del Padre
y la cumplió de un modo radical,
sin hacer nada fuera de ésta y rechazando también
las propuestas más sugestivas que no estuvieran
en pleno acuerdo con esa voluntad.
“Aquí estoy
para hacer tu
Voluntad”.

(Heb, 10,9)¹
10,9)
Esta Palabra nos ayuda a comprender la gran lección que
es toda la vida de Jesús. Es decir, que lo más importante
es cumplir no nuestra voluntad sino la del Padre; nos hace
capaces de decir no a nosotros mismos para decirle Sí a Él.
El verdadero amor a Dios no consiste en bonitas palabras,
ideas o sentimientos, sino en la obediencia afectiva
a sus mandamientos.
El sacrificio de alabanza que Él espera de nosotros
es el ofrecimiento, con amor, de lo que consideramos más íntimo,
de lo que más nos pertenece: nuestra voluntad.
“Aquí estoy
para hacer tu
Voluntad”.

(Heb, 10,9)¹
10,9)
¿Cómo viviremos
entonces la
Palabra de Vida
de este mes?
También ésta es una de las frases que pone más
en evidencia el aspecto contracorriente del Evangelio.
En cuanto se contrapone a nuestra tendencia más enraizada:
buscar nuestra voluntad, seguir nuestros instintos,
nuestros sentimientos.
Esta Palabra, además, es una de las que más chocan con
el hombre moderno. Vivimos en la época de la exaltación del yo,
de la autonomía de la persona, de la libertad como fin en
sí mismo, de la autosatisfacción como realización del individuo,
del placer considerado como el criterio de las propias elecciones y
el secreto de la felicidad. Pero conocemos también
las desastrosas consecuencias a las que conduce esta cultura.
Y, bien, a esta cultura basada en la búsqueda de
la propia voluntad, se contrapone la de Jesús,
totalmente orientada al cumplimiento de la Voluntad de Dios,
con los efectos maravillosos que Él nos asegura.
Entonces, trataremos de vivir la Palabra de este mes
eligiendo, también nosotros, a la Voluntad del Padre, es decir,
haciendo de ésta, como hizo Jesús, la norma y el motor
de toda nuestra vida.
Nos encaminaremos a una divina aventura de la cual estaremos
eternamente agradecidos a Dios. Por ésta, nos haremos santos
e irradiaremos el amor de Dios en muchos corazones.
“Aquí estoy para hacer tu
Voluntad”. (Heb, 10,9)¹
10,9)

1. Es el deseo que debemos pedirle al Señor de


ser dócil al Espíritu Santo para hacer siempre
su voluntad

“Palabra de Vida”, que escuchamos cada domingo o en cada Eucaristía


nos haga esos “discípulos misioneros de Jesús” y en este años
nos ayude a comprender que nuestra Fe es
Cristocentrica
Trinidad 12 de febrero 2013
.

También podría gustarte