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El documento habla sobre la necesidad de trabajadores médicos misioneros que trabajen para ayudar a los enfermos y pecadores como lo hizo Cristo. Afirma que la reforma de la salud es una herramienta que Dios usa para aliviar el sufrimiento y purificar a su iglesia, abriendo las puertas para otras verdades. Exhorta a enseñar al pueblo que puede cooperar con Dios en restaurar la salud física y espiritual a través de este trabajo.
Descripción original:
Una presentación de sensibilización sobre el mensaje de salud para este tiempo.
El documento habla sobre la necesidad de trabajadores médicos misioneros que trabajen para ayudar a los enfermos y pecadores como lo hizo Cristo. Afirma que la reforma de la salud es una herramienta que Dios usa para aliviar el sufrimiento y purificar a su iglesia, abriendo las puertas para otras verdades. Exhorta a enseñar al pueblo que puede cooperar con Dios en restaurar la salud física y espiritual a través de este trabajo.
El documento habla sobre la necesidad de trabajadores médicos misioneros que trabajen para ayudar a los enfermos y pecadores como lo hizo Cristo. Afirma que la reforma de la salud es una herramienta que Dios usa para aliviar el sufrimiento y purificar a su iglesia, abriendo las puertas para otras verdades. Exhorta a enseñar al pueblo que puede cooperar con Dios en restaurar la salud física y espiritual a través de este trabajo.
• Cuando Cristo vio las multitudes que se habían reunido alrededor de
él, “tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor”. Cristo vio la enfermedad, la tristeza, la necesidad y degradación de las multitudes que se agolpaban a su paso. Le fueron presentadas las necesidades y desgracias de la humanidad de todo el mundo. En los encumbrados y los humildes, los más honrados y los más degradados, veía almas que anhelaban las mismas bendiciones que él había venido a traer; “Entonces dice a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies”. Mateo 9:37, 38. • Hoy existe la misma necesidad. Hacen falta en el mundo obreros que trabajen como Cristo trabajó a favor de los dolientes y pecadores. Hay, a la verdad, una multitud que alcanzar. El mundo está lleno de enfermedad, sufrimiento, angustia y pecado. Está repleto de personas que necesitan que se las atienda: los débiles, los impotentes, los ignorantes, los degradados. • Este ramo de la obra del Señor no ha recibido la debida atención, y por este descuido se ha perdido mucho. Si la iglesia manifestara un interés mayor en reformas por medio de las cuales Dios mismo está tratando de prepararla para su segunda venida, su influencia sería muy superior a lo que es ahora. Dios ha hablado a sus hijos, y él se propone que ellos escuchen y obedezcan su voz. • Mucho del prejuicio que impide que la verdad del mensaje del tercer ángel alcance los corazones de la gente, podría ser quitado si se diera más atención a la reforma pro salud. Cuando la gente llega a interesarse en este tema, a menudo está preparado el camino para la entrada de otras verdades. Si la gente ve que somos inteligentes con respecto a la salud, estará más lista a creer que somos ortodoxos en materia de doctrinas bíblicas. • La bendición de Dios descansará sobre todo esfuerzo realizado para despertar interés en la reforma pro salud, porque ésta se necesita en todas partes. Debe producirse un reavivamiento concerniente a este asunto, porque Dios se propone realizar mucho por medio de este instrumento. (Health, Philanthropic, and Medical Missionary Work, • La obra de la reforma pro salud es el medio que el Señor usa para aminorar el sufrimiento en nuestro mundo y para purificar a su iglesia. Enseñad al pueblo que puede actuar como la mano ayudadora de Dios, cooperando con el Artífice Maestro en restaurar la salud física y espiritual. Esta obra lleva la firma del cielo, y abrirá las puertas para la entrada de otras verdades preciosas. Hay lugar para que trabajen todos los que se hagan cargo de esta obra en forma inteligente.—Testimonies for the Church 9:112, 113 (1909).