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El Mito de Cuniraya

Huiracocha
Dicen que, en tiempos antiguos, el dios Cuniraya Huiracocha se enamoró de una hermosa doncella
que vivía en el valle y se llamaba Cahuillaca. El dios la vio un día sentada bajo un árbol de lúcuma, se
transformó en pájaro y dejo su semilla en uno de los frutos. Cahuillaca comió esa lúcuma y, al cabo de
9 meses, tuvo un bebé.

Cuando el niño cumplió un año, la doncella reunió a todos los hombres del pueblo y le dijo a su hijo
que reconociera a su padre. El niño caminó hacia un hombre sucio. Cahuillaca, avergonzada, tomó a
su hijo y corrió hacia el mar. De repente, el hombre sucio se transformó en Cuniraya Huiracocha y,
desesperado, le pidió a Cahuillaca que volviese. Ella, sin embargo, no quiso ni siquiera voltear y siguió
corriendo hacia el mar.
El dios corrió detrás de ella: se encontró con el cóndor y este le indico por donde ir, Cuniraya lo nombró
señor de las alturas; se topó, luego, con el zorrino y este se río de él, Cuniraya entonces lo condenó a
caminar maloliente por las noches; el puma lo animó a seguir y Cuniraya le garantizó el respeto de los
hombres; y cuando el dios estaba ya por alcanzar a la doncella, los guacamayos se burlaron de él y
Cuniraya les quitó el don del habla.

Al final, por más que Cuniraya corrió y corrió detrás de Cahuillaca, no la alcanzó. Ella y su hijo caminaron
metiéndose en el mar hasta desaparecer. En un silencio que hizo entre 2 olas, aparecieron una isla
grande y otra más pequeña: era Cahuillaca y su hijo convertidos en roca. La isla grande es la isla de
Pachacamac Y la chica, La Isla San Francisco.

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