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“El espíritu puede tomar un pensamiento común y corriente

declarado de una manera común y corriente, y hacer que arda


como fuego. La conversión de una persona no depende de nuestra
elocuencia ni dominio de las Escrituras. No depende de cuán bien
enseñemos o defendamos la doctrina. No depende de nuestra
inteligencia, carisma ni dominio del idioma. Todo lo que debemos
de hacer es esforzarnos por saber por nosotros mismos. Luego,
nuestro padre celestial nos invita a “en todo tiempo abrir nuestra
boca para declarar su Evangelio con el son de regocijo”.

Élder Uchtdorf

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