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Yo creo esta es mi fe

ENCUENTRO # 5

TEMA:
LA BIBLIA: CÓMO LEERLA Y
MANEJARLA BIEN
Nuestra experiencia de vida
• ¿Le causa confusión los diversos títulos de Evangelios y cartas,
los números de capítulos y versículos que encuentra en el NT?
• ¿La Biblia es como otros libros, escrito por un solo autor, o se
da cuenta de la diferencia?
• ¿Para conocer la Palabra de Dios es necesario leer toda la
Biblia, o nos puede servir lecturas cortas entresacadas?
¿Que dice la biblia?:
2 Pedro 1, 20-21- y Hechos 8, 26-40
• ¿Cuál es la razón por la que la Biblia no puede ser
interpretada “privadamente”?
• ¿Por qué el etíope no podía comprender la Biblia?
• Quién nos explica hoy en día las Sagradas Escrituras?
Reflexionemos:
Lectura del texto. (30-31)
• Citas o pasajes: libros, capítulos y versículos ?
• Leer bien la Biblia: en unidad, la tradición de la Iglesia, de
acuerdo a la profesión de Fe
• Comprender el contexto: Historia de la época, genero
literario y tener una visión del libro.
Pasos para hacer una lectura espiritual con la Biblia.

• PASO 1.- INVOCAR AL ESPIRITU SANTO


• PASO 2.- LEER
• PASO 3.- MEDITAR
• PASO 4.- ORACION
• PASO 5.- VIVIR
PASO 1. INVOCAR AL ESPIRITU
SANTO
• “Nadie conoce lo intimo de Dios, sino el Espíritu de Dios” 1
Cor 2,11.
Hay que orar invocando la presencia del Espíritu Santo en
nosotros: Pedirle al Espíritu Santo que nos ilumine, que llene
nuestro entendimiento y nuestro corazón. Pedirle que derrame
sus carismas y frutos que El suscita con la lectura de la Biblia.
El Espíritu Santo es quien nos conduce a la presencia de Dios.
Solo Él puede hacernos entender verdaderamente lo que leemos
Paso 2: Leer
• “Buscad el libro de Yahveh y leed...” Is 34,16.
a) Hay que leer la Palabra de Dios despacio: poco a poco, despacio y
tranquilamente. La lectura de la Palabra de Dios alimenta nuestro espíritu,
b) Hay que leer la Palabra de Dios humildemente: No hay que leer para
ser más sabio o docto como los fariseos. Leamos para aprender y cambiar.
c) Hay que leer la Palabra de Dios para ver “Que dice”. ¿De qué trata el
texto?, ¿quiénes son sus personajes?, ¿Qué están haciendo?, ¿En qué
tiempo están y donde?: Hay que leer la Biblia para explotar sus riquezas,
extraer sus grandes tesoros de sabiduría, verdad, fe y amor
Paso 3. Meditar
• Hay que meditar a que se refiere la Palabra de Dios en relación
conmigo, ya que la Palabra de Dios tiene la cualidad de interpretar
mi propia vida a través de un personaje, una palabra, un ejemplo.
Hay que meditar ¿Qué me dice la Palabra de Dios?, ¿Que quiere que
cambie o que haga en mi vida?;
• Ahora me planteo la pregunta: ¿Qué me dice a mí? ¿Qué mensaje
referido al aquí y ahora, propone este pasaje con la autoridad que le
da el ser Palabra del Dios vivo?
Paso 4. Orar
• Hay que entrar en oración con Dios para que Él nos hable y
revele lo que no hemos captado para nuestra vida; nos
perdone y nos ame, nos sane y renueve, nos anime y
fortalezca, y entre en nuestro corazón.
• Una buena meditación lleva a la oración, es la continuación de
una reflexión que me lleva a pensar: ¿Que valores me faltan?,
¿En qué estoy fallando?, ¿A que me invita el texto?..
Paso 5. Vivir
• “Quien dice que permanece en él, debe vivir como vivió él” 1Jn 2,6.
• La lectura en oración y la comprensión de la Palabra de Dios conducen
necesariamente al amor, a la conversión, llaman al cambio de vida e invitan a
dar testimonio en el mundo.
• Este proceso nos lleva a escuchar la voz de Dios para nuestro tiempo. Y es una voz
de liberación de toda esclavitud desde su raíz, el pecado. No hay amor si no se
traduce en actos y realizaciones de la vida diaria, en actitudes y compromisos
concretos.
Conclusión
• La consecuencia del encuentro vivo con la Palabra es el anuncio de
Jesucristo. La mujer samaritana, después de su encuentro con Jesús,
corre al encuentro de los suyos llamándolos para que vengan a ver
aquel le ha dicho la verdad (Jn 4, 29). Ellos, al encontrarse con Jesús,
dirán que creen en él porque al oírlo han descubierto que es el Salvador
(Jn 4, 42).
• Quién se ha encontrado con el Salvador ya no puede estar quieto y
hace suyas la palabra de Pablo: “¡ay de mí si no predicara el Evangelio

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