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A sus temas iníciales de paisajes, retratos y desnudos, incorporó escenas y figuras de la vida indígena extraídas
de los trabajados del Alto Paraná. De esta época son algunos de sus temas más logrados, y lo que hasta
entonces no eran sino temas literarios, pasan al primer plano de la expresión plástica a través del pincel de
Holden Jara, con exuberancia de paisaje, fuerza de expresión, colorido y belleza. La guerra puso término a esa
temática, y el artista fue al Chaco vistiendo el verde olivo con jerarquía de oficial. Allí, a la par de trabajos de
esquicios y planos, su pincel de artista captó en una visión casi fantasmal, escenas de los vivac de los
combatientes, con el trasfondo de la agreste geografía chaqueña. Son tal vez las únicas expresiones de arte, de
belleza plástica, de aquella terrible encrucijada de dos pueblos.
Las parcialidades indígenas del Chaco ocuparon también su dedicación,
con tal fuerza, que desde entonces la temática del indio constituye su casi
exclusiva fuente de inspiración. Tal la cantidad de sus cuadros, que se
propone crear un Museo del Indio. Una notable exposición de sus cuadros
de tipos indígenas, realizados con su peculiar técnica del agua-pastel,
habilitó en el Salón de la Alianza Francesa en 1941. Esas exposiciones -
individuales y colectivas, locales e internacionales - tuvieron en Holden
Jara a uno de sus artistas más representativos. Algunas de sus pinturas
más logradas son: INDIA GUARANÍ, CARRETERO GUAYAKI, MORENO DE
OJOS VERDES, EL RETRATO DE JULIO CORREA, PAREHARA; estos dos,
reproducidos en sellos filatélicos.