Socorro Barrio: La victoria LA MINISTRACIÓN Ministrar como lo hace el Salvador Por Jean B. Bingham
Tal como Jesucristo enseñó a Sus
seguidores al comienzo de esta dispensación: “Si me amas, me servirás”3. Nuestro servicio a los demás es una muestra de discipulado y nuestra gratitud y amor por Dios y Su Hijo, Jesucristo. Él también sonrió, habló, caminó, escuchó, dedicó tiempo, animó, enseñó, alimentó y perdonó a los demás. Dio servicio a familiares y amigos, vecinos y extraños por igual, e invitó a conocidos y seres queridos a disfrutar de las abundantes bendiciones de Su evangelio. Esos “sencillos” actos de servicio y amor proporcionan un modelo de cómo debemos ministrar hoy en día. A veces pensamos que tenemos que hacer algo grandioso y heroico para “que cuente” como servicio a nuestro prójimo. Al tener el privilegio de representar al Salvador en los esfuerzos que hagan para ministrar, pregúntense: “¿Cómo puedo compartir la luz del Evangelio con esa persona o familia? ¿Qué es lo que el Espíritu me inspira a hacer?” Es convertirse en parte de la vida de una persona y preocuparse por él o ella. Es también una entrevista de ministración en la que se analizan las necesidades y fortalezas de manera sensible y apropiada. Es cuando el consejo de barrio se organiza para responder a una necesidad mayor. Sin importar nuestra edad, cuando consideramos cómo ministrar de manera más eficaz, preguntamos: “¿Qué necesita ella [o él]?” Combinando esa pregunta con un deseo sincero de servir, el Espíritu nos guía a hacer lo que animaría y fortalecería a la persona. MUCHAS GRACIAS