• La identificación de tres péptidos antimicrobianos –esenciales en la inmunidad innata del organismo– abre una oportunidad a la ciencia nacional para
/01- seguir en la búsqueda de fármacos que se
administren en dosis más pequeñas, pero que sean tan eficaces como los que se suministran hoy, y que además no tengan actividades que dañen las células o tejidos “buenos” del paciente. • Innumerables han sido los esfuerzos realizados a lo largo de la historia para encontrar las formas más efectivas de contrarrestar los mortíferos efectos de la tuberculosis, considerada como uno de los enemigos más grandes de la humanidad. Esta asesina ancestral, conocida en la Edad Media como “el mal del Rey” y en el siglo XVIII como “la peste blanca”, arrebata cada año la vida de 1,6 millones de personas en el mundo, 1.200 de ellas en Colombia. • La tuberculosis multirresistente constituye una crisis de salud pública y una amenaza para la seguridad sanitaria. Estimaciones de la OMS muestran que en 2018 hubo 558.000 nuevos casos de resistencia a la rifampicina (fármaco de primera línea más eficaz), de los cuales el 82 % la padecían. Por eso, el desarrollo de nuevos compuestos contra la tuberculosis sigue siendo una tarea indispensable para la ciencia.
• Desde hace una década, Sandra Milena Chingaté López, doctora en Ciencias - Bioquímica de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), busca péptidos antimicrobianos –estructuras sintetizadas en la piel y en las mucosas de la nariz o la boca, y digestivas c • La identificación de péptidos antimicrobianos comenzó modificando las catelicidinas con ayuda de programas bioinformáticos, buscando regiones de estas moléculas que tuvieran una mayor actividad antimicrobiana y generaran una carga positiva que luego, pudieran unirse a los fosfolípidos de carga negativa de las membranas de Mycobacterium tuberculosis, propia de este tipo de bacterias. • La doctora Chingaté señala que “una vez la bacteria ingresa al cuerpo humano activa sus mecanismos de defensa, y cuando el bacilo es fagocitado o engullido por el macrófago (células del sistema inmunitario), el cuerpo comienza a generar un ambiente hostil y eleva la concentración de metales pesados como cobre y zinc, creando un ambiente tóxico para la microbacteria, la cual intenta defenderse y se vuelve resistente a los medicamentos”.