El comienzo de Jesús se vincula a la predicación de Juan Bautista. Aunque dejan claro que Juan era sólo el “precursor” de Jesús. Alguna frase de Jesús demuestra su admiración por Juan: “Os aseguro que no ha nacido de mujer hombre mayor que Juan” (Mateo 11, 11 y Lucas 16, 16)
Hacia el año 28-29, Juan predicó a orillas del Jordán la llegada
inminente del Mesías y el fin del mundo, con el consiguiente juicio de Dios (de acuerdo con el clima apocalíptico de aquella época), y exigía un cambio de vida (“conversión”) a los que le escuchaban, expresado en el gesto del bautismo penitencial. Sin embargo, parece que poco a poco Jesús fue descubriendo que no “sintonizaba” del todo con su manera de ver ciertos aspectos fundamentales. Juan Bautista Jesús • Juan presentaba a Dios un tanto • Jesús creía que la cercanía del “exigente”. Reino de Dios es más bien una • Su intervención iba a ser inmediata “Buena Noticia”, sobre todo, para los “haciendo justicia” para los que no se marginados y pecadores. hubieran convertido. Era un Dios al que • Jesús no anuncia un fin inminente, había que temer por su excesiva exigencia. sino que realiza el Reino con gestos • Juan ha huido del mundo al desierto. de cercanía. • Jesús vive en las ciudades y aldeas • Juan ayuna y vive en renuncia a todos los y se acerca a la gente. bienes. • Jesús no fue un asceta como Juan, come y bebe. “Este come y bebe con gente de mala reputación” Se trata de formas distintas de “ver” a Dios y su relación con los seres humanos. En definitiva, la ruptura con Juan se dio. Y Jesús comenzó a actuar y predicar por su cuenta. Formó su propio grupo de discípulos. Los evangelios presentan el bautismo recibido por Jesús como el momento clave de esa ruptura y del descubrimiento de Jesús de su misión. Es una escena muy simbólica, narrada por todos los evangelios. (Mc 1, 9-11; Mt 3, 13-17 y Lc 3, 21-22, y Juan 1, 32). EL BAUTISMO DE JESÚS
El Bautismo de Juan en el río Jordán, junto al
desierto, sitúa el comienzo de la misión pública de Jesús. Es seguro que algo pasó en su interior, que le hizo descubrir su dependencia de Dios y la misión que su Padre le pedía.
“Cada imagen de la escena del Bautismo tiene un significado
preciso: el cielo que se rasga expresa que Jesús anula la fractura entre lo divino y lo humano al ser él la comunicación definitiva entre Dios y el hombre. El Espíritu que baja ‘como una paloma’ alude a que como este animal baja a su nido, así el Espíritu de Dios tiene su casa en ese Jesús que muestra tal amor a la humanidad. La voz ‘este es mi hijo’ expresa que Jesús es la presencia de Dios en la tierra porque se comporta como tal” (A. González, pág. 52). El evangelio nos presenta a Jesús en el desierto, donde es tentado: (Mc 1, 12-12; Mt 4, 1-11; Lc 4, 1-13)
Para Israel, el desierto es el lugar de
la prueba y la decisión, el lugar donde uno se enfrenta consigo mismo sin ayudas ni disculpas externas.
El evangelio sitúa en el principio de la misión de Jesús la
tentación que en realidad tuvo durante toda su misión pública: Convertirse en un mesías de tipo político, basado en el poder, el prestigio, la apariencia, ... es decir, convertirse en un líder de tipo político en vez de ser un enviado de Dios. En alguna ocasión Jesús reconoce sus tentaciones: “Vosotros sois los que habéis permanecido a mi lado en mis pruebas” (Lc 22, 28). Es probable que ese proceso se diera en la conciencia de Jesús poco a poco y con dudas para entender su misión (la escena de la oración angustiada en el Huerto de los Olivos y la de la cruz). El bautismo de Juan y la estancia en el desierto marcan el comienzo de la misión pública de Jesús.
Jesús comienza a predicar su mensaje: “El tiempo se ha cumplido
y el reino de Dios ya está cerca. Convertíos y creed la Buena Noticia”. (Mc 1, 55) Se rodea de un grupo de discípulos (Mc 1, 16-20) y realiza signos (curaciones, milagros, ...) para mostrar que dicho Reino viene con su presencia. El camino de Jesús: predicación en Galilea y subida a Jerusalén Jesús anunció en las aldeas de Galilea el reino de Dios como salvación cercana para todos, especialmente para los más pobres y pecadores. Muchos admiraban su forma de hablar de Dios, inaudita y atrevida, con inmediatez, como quien sabe de qué va el tema y no habla de los que otros le han contado: los evangelios resumen este rasgo diciendo que “enseñaba con autoridad” (Mc 1, 22; Mt 7, 29)
Parece seguro que a un tiempo inicial de cierto
“éxito” y seguimiento masivo le sucedió otro en que le fueron abandonando muchos y hubo una especie de “crisis” (capítulo 6 de Juan): “También vosotros os queréis marchar?” Lo que históricamente está claro es que Jesús se ganó rápidamente muchos enemigos. “Algo había en el comportamiento de Jesús que no cuadraba con las esperanzas y presentimientos de los grupos sociales y religiosos:
. Para las clases dirigentes de Jerusalén, era un galileo extremista.
. Para los letrados, un rabino que se conducía con demasiada libertad; . Para los ascetas, resultaba demasiado libertino; . Para los zelotes, inútil predicador del amor a los enemigos; . Para los sacerdotes, era un predicador laico que no evitaba el contacto con la gente más despreciable; . Para los fariseos, alguien que no aceptaba la ley no escrita y que interpretaba ‘con autoridad’ la ley de Moisés, . Para los discípulos del Bautista, un profeta que vinculaba demasiado estrechamente su obrar con la llegada del Reino. Tal vez la característica más verosímil de este período fue la división y controversia que originó” (JJ. Bartolomé. Pág. 116). En ese momento, cuando se acercaba la fiesta de la Pascua, parece que Jesús tomó una decisión crucial: Subir a Jerusalén. ¿Por qué ese viaje? ¿Para obligar a los judíos a tomar una decisión definitiva sobre su mensaje del Reino de Dios? ¿Para celebrar la Pascua? El caso es que su mensaje y actuación allí adquieren un matiz especialmente radical (purificación del templo, parábolas muy punzantes, ...) y es condenado a la cruz y ejecutado. Poco después, sus discípulos manifestaron que se les había aparecido resucitado y comenzaron a predicarle como Señor e Hijo de Dios.