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Pastores Dabo Vobis

Capítulo 5
Instituyo doce para que estuvieran con el
La formación sacerdotal (Parte 1)
La formación espiritual

•  La misma formación humana, si se desarrolla en el contexto de


una antropología que abarca toda la verdad sobre el hombre, se
abre y se completa en la formación espiritual. Todo hombre,
creado por Dios y redimido con la sangre de Cristo, está llamado
a ser regenerado «por el agua y el Espíritu» (cf. Jn 3, 5) y a ser
«hijo en el Hijo». En este designio eficaz de Dios está el
fundamento de la dimensión constitutivamente religiosa del ser
humano, intuida y reconocida también por la simple razón: el
hombre está abierto a lo trascendente, a lo absoluto; posee un
corazón que está inquieto hasta que no descanse en el Señor.
• De esta exigencia religiosa fundamental e irrenunciable
arranca y se desarrolla el proceso educativo de una vida
espiritual entendida como relación y comunión con Dios.
Según la revelación y la experiencia cristiana, la
formación espiritual posee la originalidad inconfundible
que proviene de la «novedad» evangélica.
• En efecto, «es obra del Espíritu y empeña a la
persona en su totalidad; introduce en la
comunión profunda con Jesucristo, buen
Pastor; conduce a una sumisión de toda la
vida al Espíritu, en una actitud filial respecto al
Padre y en una adhesión confiada a la Iglesia.
Ella se arraiga en la experiencia de la cruz para
poder llevar, en comunión profunda, a la
plenitud del misterio pascual»
La formación intelectual

La formación intelectual, aun teniendo su propio


carácter específico, se relaciona profundamente
con la formación humana y espiritual,
constituyendo con ellas un elemento necesario;
en efecto, es como una exigencia insustituible
de la inteligencia con la que el hombre,
participando de la luz de la inteligencia divina,
trata de conseguir una sabiduría que, a su vez,
se abre y avanza al conocimiento de Dios y a su
adhesión
Debe estar dispuesto a defender la fe y a
dar razón de la esperanza que vive en
nosotros (cf. 1 Pe 3, 15), la situación
actual, marcada gravemente por la
indiferencia religiosa y por una difundida
desconfianza en la verdadera capacidad de
la razón para alcanzar la verdad objetiva y
universal, así como por los problemas y
nuevos interrogantes provocados por los
descubrimientos científicos y tecnológicos,
exige un excelente nivel de formación
intelectual, que haga a los sacerdotes
capaces de anunciar, el Evangelio de
• Cristo y hacerlo creíble frente a las
legítimas exigencias de la razón
humana. Estudio de la teología, el
futuro sacerdote se adhiere a la palabra
de Dios, crece en su vida espiritual y se
dispone a realizar su ministerio
pastoral. es capaz de comunicar el
misterio de Dios a los hermanos» El
estudio de la filosofía, que lleva a un
conocimiento y a una interpretación
más profundos de la persona, de su
libertad, de sus relaciones con el
mundo y con Dios.
La formación pastoral

Lo afirma claramente el decreto


conciliar, Optatam totius, n. 9,
seminarios mayores: «La
educación de los alumnos debe
tender a la formación de
verdaderos pastores de las almas,
a ejemplo de nuestro Señor
Jesucristo, Maestro, Sacerdote y
Pastor.
para que sepan representar
delante de los hombres a Cristo,
que "no vino a ser servido, sino a
servir y dar su vida para
redención del mundo" (Mc 10, 45;
cf. Jn 13, 12-17),
Formación permanente del presbiterio

• El sacerdote está llamado de


modo particular, mediante su
formación permanente, a crecer
en y con el propio presbiterio
unido al Obispo, y cada
sacerdote es el primer
responsable en la Iglesia de la
formación permanente

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