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El Credo Cristiano termina proclamando la

resurrección de los muertos al final de los


tiempos.
La resurrección será obra del poder omnipotente de
Dios.
“Aquel que resucitó a Cristo de entre los muertos, dará
también la vida a nuestros cuerpos mortales, por su
Espíritu, que habita en vosotros”.
La resurrección de la
”carne” significa
que después de la
muerte,

No habrá solamente
vida del alma inmortal,
sino que también
nuestros “cuerpos”
volverán a
mortales
tener vida de
resucitados.
La resurrección de los
muertos fue revelada

progresivamente por Dios a su Pueblo


(pueblo judío).
Jesús liga la Fe de la
Resurrección a su
propia Persona:

“Yo soy la Resurrección y la


Vida, él que cree en Mi no
morirá para siempre…”.
Jn 11, 25
¿Qué es resucitar?
En la muerte (separación del alma y el
cuerpo), el cuerpo del ser humano acaba
en la corrupción,

mientras que su alma va al encuentro de Dios, en


espera de reunirse en el Juicio Final , con su
cuerpo glorificado.
¿Quién resucitará?.
Todos los hombres:

“los que hayan hecho


el bien, resucitarán
para la vida eterna; y
los que hayan hecho el
mal, para la
condenación”.
Jn 5, 29
¿Cómo resucitaremos?.
Todos
resucitaremos con
el mismo cuerpo y
alma que tuvimos
en la vida mortal.
1 Cor. 15, 35-37
¿CUANDO resucitaremos?.
No sabemos ni el día ni la hora
de la resurrección.

Jesús nos lo enseña en el


Evangelio. Jn. Cap. 6 39-40.
El que participa en la
Eucaristía, con su alma
en Gracia, en cierta
manera, vive
anticipadamente la vida
“resucitada”.

“El que como mi carne y bebe mi sangre…


tiene en sí, la vida eterna”.
El enigma de la muerte, propia
de la condición humana, se aclara
con las palabras del Prefacio de
Difuntos:

“Porque la vida de los que en Ti


creemos, no termina, se
transforma, y al deshacerse
nuestra morada terrenal, se
adquiere una mansión eterna
en el Cielo”.

(Prefacio de Difuntos)
La muerte, que
es consecuencia
del pecado, debe
ponernos en
máxima alerta
para vivir una
vida honrada y “Pues está
santa: establecido que el
hombre muera una
sola vez”.
Hb 9, 27
Cuando se lleva una vida honrada y justa, la
muerte es el comienzo del premio, es el paso
obligado para el encuentro gozoso con el
Señor.

“Ven, muerte tan escondida,


que no te sienta venir,
para que el placer de morir,
no me vuelva a dar la vida”.
Santa Teresa de Jesús

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