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La caída del hombre

Mg. Digna Elvira Brañes ruiz


Génesis 3
• Leer génesis 3.
• Leer patriarcas y
profetas capitulo la caída
del hombre
Proceso de tentación y caída
• El enemigo usa
• La mezcla de verdad y error
• Mentira
• Logro de deseo de superación rápida
• Los milagros
• Carnada perfecta APETITO.
Después que Adán y Eva hubieron comido de la fruta prohibida, los
embargó un sentimiento de vergüenza y terror. Al principio, sólo
pensaban en cómo podrían excusar su pecado y escapar a la temida
sentencia de muerte. Cuando el Señor les habló tocante a su pecado,
Adán respondió echando la culpa en parte a Dios y en parte a
su compañera: “La mujer que pusiste aquí conmigo me dió del árbol, y
comí.” La mujer echó la culpa a la serpiente, diciendo: “La serpiente me
engañó, y comí.” ¿Por qué hiciste la serpiente? ¿Por qué le permitiste
que entrase en el Edén? Esas eran las preguntas implicadas en la excusa
que dió por su pecado, y de este modo hacía a Dios responsable de su
caída. El espíritu de justificación propia tuvo su origen en el padre de la
mentira, y lo han manifestado todos los hijos e hijas de Adán. Las
confesiones de esta clase no son inspiradas por el Espíritu divino, y no
serán aceptables para Dios. {CC 40.2}
• El hombre estaba dotado originalmente de facultades nobles y de un
entendimiento bien equilibrado. Era perfecto y estaba en armonía con
Dios. Sus pensamientos eran puros, sus designios santos. Pero por la
desobediencia, sus facultades se pervirtieron y el egoísmo reemplazó
el amor. Su naturaleza quedó tan debilitada por la transgresión que ya
no pudo, por su propia fuerza, resistir el poder del mal. Fue hecho
cautivo por Satanás, y hubiera permanecido así para siempre si Dios
no hubiese intervenido de una manera especial. El tentador quería
desbaratar el propósito que Dios había tenido cuando creó al hombre.
Así llenaría la tierra de sufrimiento y desolación y luego señalaría todo
ese mal como resultado de la obra de Dios al crear al hombre. {CC
17.1}
• El Padre consultó con el Hijo con respecto a la ejecución
inmediata de su propósito de crear al hombre para que habitara la
tierra. Lo sometería a prueba para verificar su lealtad
antes que se lo pudiera considerar eternamente fuera de peligro. Si
soportaba la prueba a la cual Dios creía conveniente someterlo, con
el tiempo llegaría a ser igual a los ángeles. Tendría el
favor de Dios, podría conversar con ellos y éstos con él. Dios no creyó
conveniente ponerlos fuera del alcance de la desobediencia. {HR
19.2}
• El Hombre estaba dotado originalmente de facultades nobles y de un
entendimiento bien equilibrado. Era perfecto y estaba en armonía con Dios.
Sus pensamientos eran puros, sus designios santos. Pero por la
desobediencia, sus facultades se pervirtieron y el egoísmo
sustituyó al amor. Su naturaleza se hizo tan débil por la
transgresión, que le fue imposible, por su propia fuerza,
resistir el poder del mal. Fue hecho cautivo por Satanás, y
hubiera permanecido así para siempre si Dios no hubiese intervenido de una
manera especial. El propósito del tentador era contrariar el
plan que Dios había tenido al crear al hombre y llenar la
tierra de miseria y desolación.—El Camino a Cristo, 15. {MGD 313.2
• Antes de la destrucción del mundo antiguo por el diluvio, sus
habitantes estaban ennegrecidos de corrupción. Prevalecían el
pecado y los crímenes de toda clase. La condición actual del mundo
está llegando rápidamente al punto cuando Dios dirá, como dijo en la
antigüedad: “Mi espíritu no contenderá para siempre con el hombre”.
Uno de los pecados más graves que prevalece en esta era degenerada
por la corrupción es el adulterio. Este vergonzoso pecado está
siendo cometido en forma alarmante. El sábado y la institución
matrimonial fueron establecidos por Dios en el Edén, para que
fueran perpetuados en forma sagrada y santa. Ambas instituciones,
de origen divino, han sido despreciadas y consideradas sin
ningún valor por hombres y mujeres cuyos corazones
están determinados a ejecutar solamente el mal. {TCS 111.1}
• Hacer un listado de las consecuencias del pecado/caída.

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