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Jurgen Habermas

Esta obra de Habermas aborda el problema del papel que la ciencia y la técnica juegan en
las sociedades industrializadas, en la cuales muchas de las decisiones que antes eran
prácticas o políticas ahora se consideran “técnicas” y no son tomadas democráticamente,
sino por una élite gobernante, una “tecnocracia”.
La tesis de Habermas: Consiste en que la ciencia y técnica no son ya solamente
instrumentos al servicio de la sociedad, que los utiliza para resolver problemas específicos
relacionados con su supervivencia, sino que se han convertido en un sistema de pensamiento
autónomo, que posee las mismas intenciones de dominio y sometimiento que aquellos
sistemas anteriores, las “ideologías”.
Retomando algunas ideas de Marcuse, Habermas considera que aquella cualidad del
pensamiento humano llamado “racionalidad” sirvió en el pasado como un instrumento
de crítica hacia los sistemas políticos de entonces.

Durante la Ilustración, esta capacidad permitió que se formularan nuevas propuestas de


organización social. Por lo tanto, la racionalidad era un agente de cambio. Sin embargo,
en la sociedad actual, al institucionalizarse plenamente, impide nuevas perspectivas de
orden en las sociedades. Es decir, la misma racionalidad ha terminado por convertirse
en un lastre para realizar cambios políticos.

La idea central que ha permitido a la ciencia y a la técnica convertirse en la ideología


imperante, nos dice Habermas, es la de que aquéllas sirven para dominar y controlar la
naturaleza, pero también al mismo hombre, de manera que la gestión de los asuntos
humanos se tornan en problemas técnicos, y ya no políticos.
Habermas distingue entre la “interacción comunicativa”, el aspecto “práctico” de la
vida, es decir, la política, de la “acción racional con respecto a fines”, el aspecto
“técnico” de la vida, es decir, el trabajo. Hace esta distinción para aclarar que la
racionalización no ideológica de la política debería conducirnos a una progresiva
emancipación e individuación, porque el hombre no debería ser sujeto de dominación
del trabajo.
Sin embargo, al ideologizarse, la ciencia y la técnica han restado libertad a las
sociedades más avanzadas, porque tratan al hombre, precisamente, como un asunto
técnico.

Para explicar cómo se ha llegado a este estado de cosas, el autor señala que las
sociedades tradicionales, dominadas por la religión, nunca conocieron un sistema de
aplicación técnica que pudiera competir con la legitimación de los dogmas culturales.
durante la modernidad, la racionalización del trabajo y del intercambio
(industrialismo y capitalismo) expandió su área de influencia a otros aspectos de la vida,
terminando por destruir los sistemas legitimadores tradicionales. Ante esta destrucción,
hubo que crear “ideologías”, productos culturales del encumbramiento de la burguesía,
para legitimar el nuevo modelo racional de dominación social.

El capitalismo como forma racional del trabajo, creó su propia ideología: el Estado burgués
liberal, cuya finalidad es el mantenimiento del sistema de producción basado en la constante
innovación, y supuestamente autorregulado por el libre mercado, la famosa “mano
invisible” de Adam Smith.
Pero el capitalismo, al mostrarse imperfecto y con crisis recurrentes, hubo de
admitir de nuevo el dominio del estado político. Es en este punto donde Marcuse y
Habermas encuentran la verdadera novedad. Según ellos, esta situación de intervención
estatal no fue descrita por Marx, por lo cual no puede ser ana-lizada según el esquema
de la lucha de clases. Se trata de un nuevo estado social, en el que el bienestar
generalizado se asegura por medios de compensación administrados por una burocracia.

“De ahí que la ideología del libre cambio quede reemplazada por un programa
sustitutorio que se centra en las consecuencias sociales no de la institución del
mercado, sino de una actividad estatal que compensa las disfunciones del libre
intercambio.” (Habermas, pág 32)

Se hace necesario, pues, al imponerse este programa sustitutorio, que las masas se
despoliticen y dejen de considerar a las cuestiones prácticas o políticas como el ámbito
de mejora de la vida. Por lo tanto, hace falta que la ciencia y la técnica se conviertan en
la nueva ideología.

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