• El libro “Las 48 leyes del poder”, escrito en 1998 por el
psicólogo estadounidense Robert Greene, • Sintetiza más de tres mil años de historia práctica sobre el poder, los poderosos y sus estrategas más reconocidos. • Cada página huele a Maquiavelo, Clausewitz, Lenin, Sun Tzu • y hasta gente más cercana como Henry Kissinger. • Asombra su rigor histórico, su estilo ameno y su descarnada franqueza como recetario para lograr el poder. ¿ A quién no está dirigido? ¿ A quién está dirigido? • El libro no está dirigido para aquellos que buscan la paz mental, la serenidad o para ayudar a los demás. • Está dirigido a aquellos que realmente sienten que el deseo de poder les quema el pecho y que estarían dispuesto a hacer cualquier cosa con tal de alcanzarlo. • Y no solamente el poder político en una nación o dentro de un partido. • Es el poder dentro de una empresa privada, • Una organización no gubernamental, • una denominación religiosa organizada • e incluso organizaciones dedicadas al crimen. El Hombre poderoso • En la película “El Padrino” Michael Corleone le dice a su novia, la inocente Kay: “MI padre no es diferente de ningún otro hombre poderoso… como un senador o un presidente”. • Y es absolutamente cierto. Al igual que Robert Greene, Mario Puzzo, quien escribió la novela “El Padrino”, es un gran conocedor de la naturaleza del poder y las leyes para alcanzarlo. • Hay algunas de las 48 leyes del poder que son de sentido común. • Incluso de aconsejable observación para andar sin mayores problemas por la vida. • Por ejemplo la número 4 que dice “diga siempre menos de lo necesario”. • O las números 23 y 26. Una dice “concentre sus fuerzas” • la otra “mantenga sus manos limpias”. Pero son pocas las leyes, por decir algo, positivas. Leyes de poder • Las otras no son para ser aplicadas por espíritus cándidos, los idealistas, los reformadores sociales o los que buscan simplemente la tranquilidad. • Son efectivamente “las leyes” del poder. • La tres, “disimule sus intenciones”; • 14 “muéstrese como un amigo pero actúe como un espía” • o la tenebrosa ley número 15 “aplaste por completo a su enemigo”. • En suma la obra de Robert Greene enseña el arte de la simulación y el l engaño, sin parecer ni simulador ni mentiroso, sino todo lo contrario. • Muchas personas al constatar que un político dice una cosa en campaña y hace otra en el poder, o cuando se entera de pactos entre aparentes adversarios suele decir que “la política es sucia”. La lucha por el Poder • La política es la lucha por el poder. • Conquistarlo, aumentarlo, mantenerlo. • Y el poder tiene su propia naturaleza. • Quien esto escribe ha pasado 32 años trabajando muy de cerca con gente muy poderosa, observándolos, he llegado a la conclusión que más allá de las diferencias ideológicas sus procederes son similares. • En sus primeras etapas, un ejemplo, un guerrillero es un idealista, un transformador social. Pero en la medida en que va adquiriendo poder dentro de una organización que también se hace poderosa, experimenta cambios en su conducta. • Y si llega a alcanzar el poder político total, el cambio es radical. Dostoievski y el Poder • Dostoievski escribió que quien ha tenido el poder, ha tenido la capacidad para humillar a otros sin límites y eso lo lleva a perder el poder sobre sí mismos. • Es como una droga. • Cada vez se quiere más para sentir la misma sensación de euforia. • Es alucinante y, hace perder el sentido de la realidad. • Por eso en las grandes democracias, dado que la política es necesaria para la organización social, • El poder se entrega en pequeñas dosis y es muy limitado. • Por ello le dan importancia a la fortaleza de las instituciones, a los contrapesos. El Poder • Las 48 leyes del poder, que bien podría llamarse el arte del engaño, es perfecto, para el que quiere el poder político. • Y aquel que se mete a la lucha por el poder ignorando esas leyes, terminará siempre frustrado, marginado y desencantado. • Aunque también hay que decir que el poder no es sinónimo de felicidad, ni siquiera de tranquilidad. Ley 4. Decir menos de lo necesario • Se intenta impresionar a la gente con las palabras, cuanto más se dice, más ordinario se parece y menos se controla la situación. • La gente poderosa impresiona e intimida diciendo poco. • Cuanto más se dice, más posibilidades hay de soltar una tontería. Ley 6. Llamar la atención a toda costa.
• Todo se juzga por la apariencia;
• lo que no se ve no tiene valor. • Por lo tanto, no es bueno perderse entre la muchedumbre ni quedar en el olvido. • Hay que destacar. • Llamar la atención a toda costa. • Es mejor ser atacado o difamado que ignorado Ley 9. Ganar a través de la acción, nunca de la discusión. • Cualquier triunfo momentáneo obtenido por una discusión no es más que una victoria pírrica • El resentimiento y la animadversión que se crean son más fuertes y duraderos que cualquier cambio momentáneo de parecer. • Tiene mucho más poder hacer que los demás cambien de opinión a través de las acciones, sin decir una palabra. • Hay que demostrar, no explicar. Ley 16. Utilizar la ausencia para aumentar el respeto y el honor. • Mucha presencia en el mercado hace que bajen los precios: • cuanto más se vea y se oiga a una persona, más corriente parece. • Si tenemos una posición en un grupo, una retirada temporal del mismo hará que se hable más de nosotros y se nos tenga más admiración. • Debemos saber cuándo marcharnos. • Hay que crear valor por medio de la escasez. Ley 18. No construir fuertes para protegerse. • Aislarse es peligroso. • El mundo es peligroso y hay enemigos por todas partes. • Un fuerte parece lo más seguro. • Pero el aislamiento nos expone al peligro más que nos protege de él; • Cortamos nuestro acceso a información importante, llamamos la atención y terminamos por ser un blanco perfecto. • Es mejor estar en circulación, encontrar aliados, • Mezclarse con la gente. • La muchedumbre sirve de protección contra los enemigos. Ley 20. No comprometerse con nadie.
• Es idiota el que se apresura a tomar partido.
• No se debe estar a favor de otra causa que no sea la propia. • Si se mantiene la independencia, se llegará a mandar sobre los demás poniendo a unos en contra de los otros, • Haciéndoles ir tras ese poder. Ley 22. Utilizar la táctica de la rendición: convertir la debilidad en poder. • Cuando se está en la posición más débil, • Nunca se debe luchar por el honor; • hay que capitular. • La rendición da tiempo para recuperarse, tiempo para atormentar e irritar al vencedor, • tiempo para esperar a que su poder decaiga. • No hay que darle la satisfacción de luchar y vencer: • Es mejor rendirse primero. • Ofrecer la otra mejilla enfurece y desestabiliza al enemigo. • Hay que convertir la rendición en un instrumento de poder. Ley 29. Planear todo el camino hasta el final. • La conclusión lo es todo. • Hay que planear todo el camino que conduce hasta ella, • Teniendo en cuenta todos las posibles consecuencias, obstáculos y quiebros de la fortuna que pueden revertir el trabajo duro y proporcionar la gloria a otros. • Si se planea teniendo en cuenta el final, uno no se verá abrumado por las circunstancias y sabrá cuando parar. • Hay que guiar la fortuna con suavidad y ayudar a determinar el futuro pensado con antelación. Ley 34. Ser regio en el comportamiento: actuar como un rey para ser tratado como tal. • La manera en que uno se comporta determina el tratamiento que recibe • A largo plazo, tener una apariencia vulgar o corriente hará que la gente pierda el respeto por esa persona. • Porque un rey se respeta a sí mismo e inspira este sentimiento en otros. • Al actuar de manera regia y confiada, uno parece destinado a ceñir una corona. Ley 35. Dominar el arte de calcular el tiempo. • No hay que dar nunca la impresión de actuar apresuradamente -denota una falta de control sobre uno mismo y sobre el tiempo-. • Siempre hay que dar la sensación de que se es paciente, como si se supiera que todo se conseguirá con el tiempo. • Hay que convertirse en un detective del momento justo; descubrir el espíritu de los tiempos, las tendencias que nos conducirán al poder. • Hay que aprender a mantenerse al margen cuando la hora todavía no ha llegado y golpear con fiereza cuando es el momento. Ley 38. Pensar como se quiera, pero comportarse como los demás. • Si hacemos un espectáculo por ir en contra de los tiempos, y nos pavoneamos de nuestras ideas poco convencionales y nuestras costumbres poco ortodoxas, los demás pensarán que queremos llamar la atención y que les estamos despreciando. • Encontrarán una manera de castigarnos por hacerles que se sientan inferiores. • Resulta mucho más seguro fundirse con la corriente general y nutrirse de ella. • Sólo debemos compartir la originalidad con amigos tolerantes y con aquellos con los que estamos seguros de que apreciarán nuestro carácter único. Ley 45. Predicar la necesidad de cambio, pero nunca reformar demasiado de una sola vez. • Todo el mundo comprende la necesidad de cambio en abstracto, • pero en el cambio cotidiano las personas son criaturas de costumbres. • Una excesiva innovación les resulta traumática, y conducirá a la revuelta. • Si se es nuevo en una posición de poder, • o un forastero que intenta construir una base de poder, debe mostrar respeto hacia la antigua manera de hacer las cosas. • Si el cambio es necesario, debe hacer sentir como una suave mejora del pasado. Ley 46. Nunca parecer demasiado perfecto.
• Parecer mejor que los demás siempre resulta
peligroso, • Pero lo más expuesto de todo es aparentar no tener ningún defecto o debilidad. • La envidia provoca enemigos silenciosos. • Es inteligente mostrar los defectos en alguna ocasión y reconocer vicios inofensivos, para desviar la envidia y parecer más asequible. • Sólo los dioses y los muertos pueden parecer perfectos con total impunidad.