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Santo Tomas de Aquino
Santo Tomas de Aquino
Tomás
de
Aquino
El Papa Juan Pablo II
en su encíclica Fides
et Ratio recordó que
«la Iglesia ha
propuesto siempre a
santo Tomás como
maestro de
pensamiento y
modelo del modo
correcto de hacer
teología» (n. 43)
Entre los escritores
eclesiásticos
mencionados en el
Catecismo de la
Iglesia católica,
después de san
Agustín, se cita a
santo Tomás más que
a ningún otro, hasta
sesenta y una veces.
Dice Benedicto
XVI que a este
santo se le
conoce como
el "Doctor
Angélico" por
"la sublimidad
de su
pensamiento y
pureza de
vida".
Santo Tomás de Aquino
es un teólogo de tal valor
que el estudio de su
pensamiento fue
explícitamente
recomendado por el
Concilio Vaticano II en
dos documentos, el
decreto Optatam totius,
sobre la formación al
sacerdocio, y la
declaración
Gravissimum educationis
, que trata sobre la
educación cristiana.
El motivo principal de
este aprecio reside no
solo en el contenido de
su enseñanza, sino
también en el método
adoptado por él, sobre
todo la nueva síntesis
y distinción entre
filosofía y teología.
A pesar de ser tan
importante por sus
escritos teológicos, su
preocupación primera
era el amor a Dios….
El primado de la inteligencia,
la clave de toda la obra
teológica y filosófica del
Doctor Angélico (como se lo
llamó después del siglo XV),
no era un intelectualismo
abstracto, fin en sí mismo. La
inteligencia estaba
condicionada por el amor y
condicionaba al amor.
Decía nuestro santo que él
había aprendido más,
arrodillándose delante del
crucifijo, que en la lectura de
los libros. Su secretario
Reginaldo afirmaba que la
admirable ciencia de Santo
Tomás provenía más de sus
oraciones que de su ingenio.
Este hombre de Dios rezaba
mucho y con gran fervor para
que Dios le iluminara y le
hiciera conocer las verdades
que debía explicar al pueblo.
Tomás nació entre 1224 y 1225 en el castillo que su
familia, noble y rica, poseía en Roccasecca, en los
alrededores de Aquino.
En Nápoles
permanece
por cinco
años.
En Nápoles nació
su vocación
dominica. Tomás
quedó cautivado por
el ideal de la Orden
que santo Domingo
había fundado
pocos años antes.
Cuando vistió el
hábito dominico, su
familia se opuso a
esa elección.
Tenía 18 años
Huye hacia Alemania,
pero por el camino lo
sorprenden sus
hermanos que viajan
acompañados de un
escuadrón de
militares y lo ponen
preso. Lo encierran
en una prisión del
castillo de Rocaseca.
Tomás aprovecha su
encierro de dos años
en la prisión para
aprenderse de memoria
muchísimas frases de
la Biblia y para estudiar
muy a fondo el mejor
tratado de Teología que
había en ese tiempo, y
que después él
explicará muy bien en
la Universidad.
Sus hermanos al ver que por más que le ruegan y lo
amenazan no logran quitarle la idea de seguir de religioso,
le envían a una mujer de mala vida para que lo haga pecar.
Tomás toma en sus manos un tizón encendido y se lanza
contra la mala mujer, amenazándola con quemarle el
rostro si se atreve a acercársele. Ella sale huyendo.
Esa noche
contempló en
sueños una visión
Celestial que
venía a felicitarlo y
le traía una estola
o banda blanca,
en señal de la
virtud, de la
pureza que le
concedía Nuestro
Señor.
En 1245, ya puesto en
libertad, va a París para
estudiar Teología bajo la
guía de San Alberto Magno,
que estima tanto a su
alumno que le pide que lo
acompañe a Colonia
(Alemania) para la
fundación de un centro
teológico.
Al principio los compañeros no imaginaban la
inteligencia que tenía Tomás, y al verlo tan robusto y
siempre tan silencioso en las discusiones le pusieron de
apodo: "El buey mudo".
Por encima de
la ciencia
estaba su
piedad.
En ese tiempo
Tomás entró en
contacto con
todas las obras
de Aristóteles y
de sus
comentaristas
árabes, que San
Alberto ilustraba
y explicaba.
Se trataba de escritos sobre la naturaleza del conocimien-
to, sobre las ciencias naturales, sobre la metafísica, sobre
el alma y sobre la ética, ricas en informaciones e
intuiciones que parecían válidas y convincentes. Era una
visión completa del mundo desarrollada sin Cristo y antes
de Cristo, con la pura razón.
A los jóvenes
les resultaba
muy atractivo
ver y conocer
esta filosofía.
Ciertos ambientes se sentían inclinados a
rechazar a Aristóteles por la presentación que
de ese filósofo habían hecho los comentaristas
árabes Avicena y Averroes.
Tomás de Aquino, siguiendo la
escuela de Alberto Magno, llevó a
cabo una operación de fundamental
importancia para la historia de la
filosofía y de la teología. Estudió a
fondo a Aristóteles y a sus
intérpretes, consiguiendo nuevas
traducciones latinas de los textos
originales en griego.
y compuso entonces el
Pange lingua y el Tantum
ergo y varios otros
bellísimos cantos de la
Eucaristía.
Dicen que el Santo Padre
encargó a Santo Tomás y
a San Buenaventura que
cada uno escribiera unos
himnos, pero que
mientras oía leer los
himnos tan bellos que
había compuesto Santo
Tomás, San Buenaventura
fue rompiendo los que él
mismo había redactado,
porque los otros le
parecían mejores.
Después de haber escrito
tratados hermosísimos
acerca de Jesús en la
Eucaristía, sintió Tomás
que Jesús le decía en una
visión: "Tomás, has
hablado bien de Mi. ¿Qué
quieres a cambio?". Y el
santo le respondió: "Señor:
lo único que yo quiero es
amarte, amarte mucho, y
agradarte cada vez más".
De tal manera se concentraba en los temas que tenía que
tratar, que un día estando almorzando con el rey, de pronto
dio un puñetazo a la mesa y exclamó: "Ya encontré la
respuesta para tal y tal pregunta". Después tuvo que
presentar excusas al rey por estar pensando en otros temas
distintos a los que estaban tratando los demás en la
conversación.
Desde 1265 hasta
1268 Tomás residió
en Roma, donde,
probablemente,
dirigía un Studium, es
decir, una casa de
estudios de la Orden,
y donde comenzó a
escribir su Summa
Theologica.
En 1269 lo llamaron de nuevo a París para un segundo
ciclo de enseñanza. Los estudiantes estaban
entusiasmados con sus clases.
Automático
Y de la Sangre preciosa
que, en precio del mundo
Vertió el Rey
de las
naciones,
fruto del más
noble seno.
Veneremos, pues, postrados
tan augusto sacramento;
Y el
oscuro
rito
antiguo
ceda a la
luz de este
nuevo;
Supliendo la fe
sencilla
al débil sentido
nuestro.
Al Padre y al Hijo, alabanza y júbilo,
Salud, honor y
poder,
bendición y gozo
eterno.
Y al que
procede de
ambos
demos igual
alabanza.
Por María,
madre de
Jesús en la
Eucaristía.
AMÉN