Las civilizaciones antiguas siempre se han definido como
un todo. La consciencia de individuo, con capacidad de elección y separado de la sociedad en algunas cuestiones de moral o ética, es una conquista de la modernidad. No obstante, si bien cada persona puede tener modos y estilos de vida diferentes de la sociedad mayoritaria, individuo y sociedad están íntimamente relacionados. Por una parte, la sociedad se compone de muchos individuos, y éstos a su vez, son parte, viven y dependen de la sociedad. Pero esa interrelación no siempre es armónica, y muchas veces surgen condiciones de tensión. Así, hay formas de vida personales que la sociedad no las acepta, de manera que los individuos piensan que su libertad es mellada, cortada. A lo largo de la historia de la cultura muchas personalidades brillantes han sido opacadas por la opinión de la sociedad de su tiempo, porque ésta los consideraba que se salían de la conducta promedio. Entre esas personalidades podemos mencionar a Sócrates, Jesús, Oscar Wilde, Malala Yousafzai, sólo para mencionar algunos nombres al azar. Con el pasar del tiempo, esa moral, esa costumbre que trató de inhibir a esas personalidades, fue cediendo paso y surgieron otras formas vida y conducta. Así ocurrió, por ejemplo, con la esclavitud, la inequidad de género y hasta el racismo. Estas actitudes en su momento fueron consideradas correctas moralmente. Por otra parta, la acción individual tampoco es neutra con respecto a la sociedad. De hecho, un acto que una persona individual consideraría legítimo, puede perjudicar a la sociedad, aunque la persona no esté consciente de ello. Por lo que no siempre está claro cuál es el límite entre la libertad individual y el bien común. Ocurre así con el concepto de ética de la responsabilidad, por ejemplo, desarrollado por el filósofo Hans Jonas. Desde esta perspectiva, uno puede pensar que es legítimo comprarse todos los productos que su economía le permita, puesto que con ello no hace daño a nadie. Quizá a la generación actual no, pero el consumo innecesario ocasiona daños a la ecología y por consiguiente afecta a la calidad de vida de las nuevas generaciones. De ello se concluye que no es fácil determinar cuándo mi acción personal es buena y legítima, o cuándo la sociedad se impone perjudicialmente al individuo. Ello evidencia que toda persona es un sujeto moral, que no puede sustraerse de tener que pensar y reflexionar sus acciones.
¿Por qué el ser humano tiene sensibilidad moral?
¿Qué es la moral o la ética y cómo se adquieren los valores colectivos? ¿En qué consiste la libertad? ¿Por qué los seres humanos tienen derechos? ¿Qué es la democracia y cuáles son sus desafíos?
En esta unidad trabajaremos lecturas y actividades que nos ayudarán a clarificar estas cuestiones y ello contribuirá a encontrar ese sano equilibrio entre individuo y sociedad.