teatro nada tiene que ver con la del natural al que representa. Lo importante no es lo que sea o valga un vestuario, sino lo que parezca. Se busca, por tanto, conseguir determinados efectos ante el público y para ello se cuenta con la colaboración de luces y decorados, y no debe olvidarse la distancia a la que ha de ser contemplado el vestuario. Así, por ejemplo, la tarlatana, en escena, es mejor encaje que el encaje mismo. -Lo mismo hay que recordar para aditamentos relacionados con el vestuario como cascos, escudos, espadas, zapatos, en los que cuenta más el parecer que el ser. Armaduras auténticas y cotas de malla dificultan los movimientos. Por tanto debe recurrirse al cartón y a la arpillera con purpurina. -Los colores del vestuario han de ser más vivos que los del decorado para que destaquen los personajes. En la composición de la escena y en la disposición de los grupos han de evitarse disonancias y repeticiones no intencionadas. Por el contrario pueden conseguirse composiciones realmente interesantes aprovechando la movilidad de personajes y de grupos. -Las figuras secundarias no deben destacar por el vestuario ni por los accesorios. La puesta en escena no puede convertirse en una exhibición de elegancia en el vestir. -Cualquier enciclopedia o diccionario le pueden proporcionar ideas al figurinista para trajes de época o exóticos. Pero estos modelos sólo han de tomarse como punto de partida. La fantasía, la funcionalidad y la idea de estar sirviendo a la obra dramática harán el resto. -Hay que prever siempre un ensayo especial para el vestuario. No deben dejarse detalles pendientes para el día del estreno. Es muy importante que los actores se muevan con naturalidad con su nuevo vestuario, así como hay que contar con los efectos de la iluminación sobre el vestuario.
-El corte o el color del vestuario
pueden acentuar determinados defectos de los actores o disimularlos. El figurinista debe estar de acuerdo con el director para obtener el máximo rendimiento. -En el teatro infantil es frecuente el uso de vestuario convencionalmente distante que no corresponde a ninguna época determinada. En estos casos hay que buscar la unidad del conjunto y evitar los anacronismos patentes. Y, aunque la puesta en escena sea realista, hay que buscar que los actores se distingan del público por el vestuario.