○ Existe una antigua querella entre los defensores de la realidad y los defensores de la fantasía, en donde se suele argüir que la fantasía no sólo es insensata sino también nociva (Montes, 2002) ○ El niño necesita que se le dé la oportunidad de comprenderse a sí mismo en este mundo complejo con el que tiene que aprender a enfrentarse, precisamente porque su vida, a menudo, le desconcierta (Bettelheim, 1975). ○ ○ La adquisición de reglas, incluyendo la habilidad en la lectura, pierde su valor cuando lo que se ha aprendido a leer no añade nada importante a la vida de uno (Bettelheim, 1975). ○ La fantasía es peligrosa porque no está bajo control, nunca sabemos a dónde nos lleva. ○ En cuanto los niños descubrieron a los niños no dejaron de interesarse en ellos (Montes, 2002) ○ El lenguaje es una herramienta maravillosa, quizás a partir de la cual se da toda la creación. Los humanos no adquirimos el lenguaje, el lenguaje nos adquiere. Junto con él viene la ficción. ○ Hay historias que nos atraviesan como una daga, a partir de las cuales nuestra vida ya no puede seguir siendo la misma. ○ La lectura entre otras cosas, nos ayuda a pensar que existen otras formas de lo posible (Petit, 1999), no estamos condenados a vivir de la misma forma para siempre; recordemos al Conde de Montecristo. ○ El comienzo de un juego es por lo general un caos, no tiene ningún sentido, hasta que en algún momento se logra construir un cosmos (Montes, 2000). ○ Como ya se sabe, mucha gente ha perdido el deseo de vivir y ha dejado de esforzarse, porque este sentido ha huido de ellos. La comprensión del sentido de la vida no se adquiere repentinamente a una edad determinada ni cuando uno ha llegado a la madurez cronológica (Bettelheim, 1975). ○ Actualmente, como en otros tiempos, la tarea más importante y, al mismo tiempo, la más difícil en la educación de un niño es la de ayudarle a encontrar sentido en la vida (Bettelheim, 1975). ○ Para alcanzar un sentido más profundo, hay que ser capaz de trascender los estrechos límites de la existencia centrada en uno mismo, y creer que uno puede hacer una importante contribución a la vida; si no ahora, en el futuro (Bettelheim, 1975). ○ Para que una historia mantenga de verdad la atención del niño, ha de divertirle y excitar su curiosidad. Pero, para enriquecer su vida, ha de estimular su imaginación, ayudarle a desarrollar su intelecto y a clarificar sus emociones (Bettelheim, 1975).