• En la colección de oráculos proféticos que los hebreos
llamaron “El libro de los doce” se hallan los mensajes de Sofonías. Son apenas tres capítulos de un tal “Sofonías, hijo de Cusi”. • Su genealogía se extiende a cuatro generaciones atrás hasta un tal Ezequías. Después nos informa que su ministerio ocurrió durante el reinado del rey Josías de Judá (640–609 a. de J.C.). Algunos piensan que la genealogía incluía hasta Ezequías porque las credenciales del profeta tendrían más valor al afirmar que era descendiente del gran rey Ezequías que también entabló reformas religiosas y cívicas durante su reinado que duró desde el 715 hasta el 686 a. de J.C. • Lo que más nos llama la atención es su nombre. En hebreo “Cusi” significa “africano” y el prefijo dice “hijo de”. Merece consideración de la posibilidad que el profeta fuera hijo de un africano ciudadano/residente de Jerusalén. • Sabemos que desde la visita de la reina de Saba a Salomón, y tal vez • antes, hubo relaciones con pueblos de África, especialmente los de Etiopía (1 Rey. 10:1–13). De todos modos se sabe que si fuera descendiente de la familia del rey Ezequías, sería pariente del rey Josías. • Su nombre significa en Hebreo “Jehovah esconde” o “El que Jehovah ha escondido”. Quizás nació durante el reinado de Manasés, el peor rey que jamás se sentó sobre el trono de Judá y quien reinó por 55 largos años. Posiblemente los padres de Sofonías eran verdaderos creyentes y tuvieron que esconder a su hijo para protegerlo contra el rey idólatra. • Es evidente, por las citas en el libro, que Sofonías era residente de Jerusalén y que predicó antes de las reformas del rey Josías. Incluso hay base para suponer que su influencia estimuló al joven rey a hacer la reforma tan necesitada. Si fuera así, Sofonías comenzó a predicar alrededor del 626 a. de J.C., al mismo tiempo que Jeremías y la profetisa Hulda sirvieron (2 Rey. 22:14–20). • Hay una tradición judaica que dice que Jeremías predicó en el atrio de los hombres en el templo y también en las calles de Jerusalén, mientras Hulda enseñó a las mujeres en el atrio de las mujeres. Sofonías, por su parte, enseñó en las sinagogas y en las academias de la ciudad. Claro, esto es únicamente una tradición antigua. • Lo que sí se sabe con certeza es que el profeta predicó durante una época sumamente difícil en la vida del pequeño reino de Judá. El país había sido una pequeña colonia de Asiria por más de 75 años, pero la época del poder de Asiria ya llegaba a su fin. Hubo intriga para ocupar el trono y luchas internas entre miembros de la realeza. • Es más, sobre el horizonte Babilonia crecía en fuerza para amenazar a todo el Medio Oriente con su ejército. Egipto era débil y se esforzó para ayudar a Asiria a mantener su • posición en el mundo. Desde el año 663 a. de J.C. hubo un “convenio” entre los dos países que fue impuesto a Egipto por Asiria, y la dinastía en poder en Egipto no pudo librarse del yugo del país más poderoso • Durante los largos años de ocupación de Judá, Asiria impuso su religión y cultura. Cuando Josías llegó al trono la fe antigua de Israel casi había desaparecido, substituida por un paganismo importado. • En esa sociedad decadente, sin independencia política y con una religión corrupta, Dios llamó a Sofonías a servir. Como de vela vieja la llama de la fe de Israel estaba a punto de apagarse. • No era el momento para un profeta tímido. Sofonías era fuerte, igual que la tarea que tenía por delante. Después • de setenta años de silencio, en el 626 la voz de profecía resonó de nuevo en Jerusalén y era una voz de fuerza y claridad. • No tenemos evidencia concreta pero hay razón para creer que Sofonías fue responsable en gran parte por la reforma religiosa que el rey Josías llevó a cabo cinco años más tarde. • El libro de Sofonías forma parte de ocho libros proféticos que se pueden llamar “El eclipse de la profecía y la aurora de la apocalíptica”. El pueblo había perdido toda ilusión de poder vivir como nación independiente de una superpotencia. • Sofonías y sus sucesores comenzaron a enfocar su mensaje sobre • el juicio universal que ya se aproximaba. No obstante, nunca pensaron en la destrucción total de la tierra. • Sus visiones eran de una tierra purificada de toda maldad y de toda potencia opresora. ¡La edad de oro iba a amanecer! Jerusalén con su monte Sion sería la capital religiosa del mundo. • Habría un solo reino: el reino de Dios; y todos los pueblos según su fe serían sus ciudadanos. • El libro de Sofonías representa el primer paso en esta dirección. Más tarde la idea aparece con claridad en Ezequiel 38–39; • Zacarías 9–14; Joel y en toda su claridad en el libro apocalíptico de Daniel. Al estudiar Sofonías tenemos el privilegio de estar presentes al nacimiento del pensamiento apocalíptico en la fe de Israel. • Es muy importante entender que al leer el libro de Sofonías no estamos estudiando composiciones completas ni organizadas en orden cronológico. • Lo que tenemos es un número de fragmentos de mensajes proféticos que procedieron de distintas épocas en la vida de Sofonías. • Parece que él o sus discípulos los organizaron según ciertos temas generales. Como existe en otros libros proféticos, hay un tema central que aparece vez tras vez: el castigo de los malos y la vindicación de los buenos, o sea el Día de Jehovah. • La organización general del libro se ve en tres unidades de oráculos que se hallan en la siguiente forma: • 1. Oráculos del juicio divino que vendrá sobre Judá y Jerusalén (1:2– 2:4). • 2. Oráculos del juicio divino que estallará sobre las naciones (2:5–3:8). • 3. Oráculos de promesas divinas a las naciones y a Judá y Jerusalén (3:9–20). • Es importante discernir el significado de la palabra “oráculo” en hebreo. Jeremías 18:18 nos ayuda. • Él dice que el sacerdote tiene “instrucción” (torah8451), “Ley” para dar al pueblo. El sabio ofrece “el consejo” que son palabras de admonición, indicaciones sobre la mejor decisión que se debe tomar en el momento dado. • Todo esto procede de su gran conocimiento adquirido por experiencia y su estudio de las distintas maneras de vivir en la sociedad. El profeta dio la palabra (dabar) de Dios, un oráculo que fue obligado a dar al pueblo porque era un mensaje de Dios que él o ella había sido comisionado para entregar. • Los oráculos de juicio sobre los israelitas o hebreos son basados en el Pacto del Sinaí • entregado por Moisés que promete bendición por la obediencia a Dios y maldición y ruina por la desobediencia (Deut. 28). Así, cuando Sofonías dio su mensaje del juicio terrible que se aproximaba a la nación, sus oyentes sabían que tenía base concreta para todo lo que decía. • También, el remanente pobre y fiel que mencionó sabía que más allá del juicio y la destrucción purificadora llegaría una época de paz y bendición para ellos. • Como Amós, y más tarde Joel, Sofonías emplea con mucha fuerza la metáfora del “Día de Jehovah”, un día de juicio universal que llegará con fuerza enorme sobre los pecadores de Judá y los de toda la tierra. • Sofonías no tiene la elocuencia de Amós, Isaías, Oseas y otros que hablan del mismo tema. No obstante, es asombrosa su descripción del diluvio de fuego y sangre que destruirá al mundo. Ningún • otro profeta ha descrito la escena con tanto realismo. Pero también Sofonías hace mucho énfasis sobre los deberes religiosos y éticos del pueblo: sinceridad, integridad, humildad y lealtad incondicional a Dios. • El profesor Peter Craigie, de Canadá, dice que la causa de un juicio tan terrible y tan extenso se halla en la acciones y actitudes de la gente de Jerusalén y Judá: (1) La religión corrupta se ve en las prácticas del pueblo. Los sacerdotes participaban en el culto repugnante a Baal, dios de los cananeos; el pueblo de la ciudad subía a las terrazas para adorar a las estrellas y practicar la astrología (1:4, 5). • Juraban no solamente por Jehovah sino también por Moloc, dios asirio de las estrellas. Después de 55 años de religión mezclada y degenerada no eran capaces de distinguir entre la religión verdadera y la falsa. No es que habían abandonado por completo su religión; aún peor, la habían torcido para acomodar elementos de muchas otras religiones paganas. • (2) Hubo un fracaso total del gobierno civil. • Los oficiales no cumplieron sus deberes según la Ley del Sinaí. Al contrario, se vistieron como oficiales de la corte asiria para participar en los rituales del gobierno de Nínive. Si los líderes obran según los • criterios del paganismo, la gente seguramente va a imitarlos. • (3) La apatía y la indiferencia predominaban en todos los sectores de la sociedad (1:12). Dios mismo buscaba por los rincones de la ciudad oscura a los perezosos e indiferentes. Una causa del juicio venidero no eran los hechos de herejíau horror cometidos por la población, sino el hecho que no hicieron nada para impedir la decadencia e inmoralidad que avanzaban por todos lados. • A veces no son los gobernantes típicamente malos como un Hitler o un Stalin los que causan la ruina de una nación, sino los indiferentes y los apáticos que no cumplen con sus deberes civiles. • Esa gente no es atea sino “neutral” en cuanto a la religión y la moralidad; dicen: “Jehovah no hará bien ni hará mal” (1:12). Está convencida de que no se puede hacer nada para cambiar al mundo; por lo tanto no hay que molestarse sobre las cosas. • No se da cuenta de que las cosas son tal como son porque ellos mismos habían permitido que llegaran a tal extremo. Hoy en día también podemos relajarnos, confiados e indiferentes en un mundo que se acerca a la ruina, pero nunca podemos absolvernos de la responsabilidad, y seguramente un día esta generación va a caer en la trampa de nuestra propia fabricación.
• En 3:11–13 se describe con elocuencia a un Israel purificado y
humillado que sobrevivirá la catástrofe para adorar en paz al Dios de sus padres, sin la amenaza de peligros de ninguna clase. Sofonías era un nacionalista que comprendió que la nación bien mereció el castigo, pero al mismo tiempo tuvo una visión de un mundo gobernado por la verdad y la justicia.