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El virus del sarampión es probablemente el agente más infeccioso de

cuantos producen enfermedades en el ser humano. Únicamente es


patógeno para el ser humano: no tiene reservorio animal ni vector. Se
transmite por gotículas respiratorias, en forma de aerosol y por
contacto directo. Desde la exposición al virus hasta que aparece
exantema (sarpullido) transcurren, por término medio, 14 días (entre
7 y 18 días); los pacientes son contagiosos desde 2 o 3 días antes de la
aparición del exantema y hasta 1 o 2 días después.
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El virus del sarampión es un virus encapsulado de ácido ribonucleico del


género _ 
        
     polaridad negativa y antigénicamente estable, y sólo
existe un serotipo. La cápsula del virus del sarampión contiene
hemaglutinina y proteína de fusión. La función de la hemaglutinina es
fijar el virus a la superficie de las células hospedadoras y la de la
proteína de fusión es la penetración del virus a la célula. Los
anticuerpos antihemaglutinina confieren protección contra la
enfermedad.
El virus del sarampión se inactiva rápidamente al exponerlo a la luz
solar, al calor y a valores extremos de pH, pero se mantiene viable
durante mucho tiempo almacenado a entre ² 20 °C y ²70 °C.
ðras la inhalación de gotículas portadoras del virus del sarampión, éste
infecta el epitelio nasofaríngeo y al poco tiempo se extiende a las células
de los tejidos reticuloendoteliales. Unos 5 a 7 días después de la
exposición, la infección se extiende por la sangre a la piel y a las
conjuntivas, así como por el las vías respiratorias. La viremia culmina
hacia el final del periodo de incubación, en el que los enfermos
desarrollan los síntomas prodrómicos siguientes: fiebre alta, tos, rinitis
y conjuntivitis. El exantema típico aparece 3 o 4 días más tarde,
acompañado con frecuencia por fiebre, que alcanza un máximo de 39 a
40 °C. El exantema maculopapuloso se extiende desde la cara y el
cuello al tronco y las extremidades, y se desvanece al cabo de unos tres
días
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ðras la infección por el virus del sarampión, se produce


inicialmente una respuesta inmunitaria de mediación celular y a
continuación una respuesta mediada por anticuerpos, coincidiendo
con la aparición de exantema.
Aunque las concentraciones de anticuerpos disminuyen en los años
siguientes a la infección, al parecer persiste la inmunidad celular
específica contra el virus del sarampión. Algunas personas con
concentraciones de anticuerpos muy bajas o indetectables pueden
ser vulnerables al sarampión.
No obstante, para recuperarse del sarampión es precisa una
respuesta adecuada de los linfocitos ð.
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Existen diversas vacunas contra el sarampión elaboradas con virus


vivos atenuados, ya sea en forma de vacunas de antígeno único o en
combinación con vacunas contra la rubéola o contra la parotiditis y la
rubéola.
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La mayoría de las vacunas contra el sarampión elaboradas con virus


vivos atenuados utilizadas actualmente provienen de la cepa
Edmonston del virus del sarampión aislada por Enders y Peebles en
1954. Posteriormente, esta cepa se sometió a numerosos pasos
por diversos cultivos celulares hasta transformarse en la vacuna
atenuada Edmonston B, cuya comercialización se autorizó en los
Estados Unidos en 1963 y que se utilizó abundantemente hasta 1975.

Algunas cepas vacunales bien conocidas derivadas de la cepa


Edmonston original son la Schwarz, la Edmonston²Zagreb y la
Moraten, todas utilizadas ampliamente hasta la década de 1960
La mayoría de las vacunas contra el sarampión actuales han sido
atenuadas y producidas en fibroblastos de embriones de pollo, aunque
unas pocas, como la cepa ampliamente utilizada Edmonston²Zagreb,
fueron atenuadas originalmente en células diploides humanas.
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El proceso de producción de vacunas contra el sarampión vivas


atenuadas comprende su cultivo en embriones primarios de pollo o en
células diploides humanas a 32 °C durante varios días.

Se lavan las células y se sustituye el medio de cultivo inicial por otro


que puede contener neomicina, sacarosa, sales, aminoácidos y
albúmina humana.

Se recoge, periódicamente, el líquido sobrenadante de los cultivos


celulares, se comprueba su calidad y se congela.
Las muestras que cumplen los requisitos de calidad establecidos,
incluida una concentración alta de virus, se descongelan, se
combinan, se comprueba su inocuidad, se clarifican, se dosifican y se
re congelan como vacuna a granel.

Las porciones de vacuna a granel que han superado


satisfactoriamente los análisis en todas las etapas de su desarrollo, se
descongelan, se diluyen, se envasan en viales y se liofilizan. Antes de
usarse, la vacuna se reconstituye en un diluyente estéril.

Cada dosis puede contener sorbitol o gelatina hidrolizada como


estabilizantes y aproximadamente 25 Ǎg de neomicina.
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La vacuna induce respuestas inmunitarias, tanto humorales como


celulares, comparables a las producidas tras la infección natural,
aunque las concentraciones séricas son habitualmente menores.
Pueden detectarse anticuerpos IgM, IgG e IgA tanto en el suero
como en secreciones nasales, y la IgG persiste durante muchos años.
Cuando disminuye la concentración de anticuerpos, puede reforzarse
mediante revacunación o por exposición al virus del sarampión
circulante. La presencia de anticuerpos neutralizantes se considera el
indicador más fiable de protección, aunque las evaluaciones de la
inmunidad realizadas en la mayoría de los laboratorios se basan en los
resultados de inmunoanálisis enzimáticos de IgG.
Al igual que la cepa natural del virus, la vacuna contra el sarampión
produce un efecto depresor de las respuestas inmunitarias por mediación
celular debido a la regulación negativa de la IL-12. No obstante, este
efecto depresor sólo dura un máximo de cuatro semanas tras la
vacunación y se considera inofensivo, incluso para personas con
tuberculosis no diagnosticada o en una fase temprana de la infección por
el VIH.

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