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La relación jurídica en general y el

derecho subjetivo
Concepto de relación jurídica

En la vida social los hombres entablan muchas


clases de relaciones: de amistad, de afecto, de
cortesía, etc.

Pero el Derecho objetivo sólo valora y considera


aquellas que tienen trascendencia para el logro de
los fines y desarrollo de la colectividad social
organizada.
En consecuencia, relación jurídica es la relación
entre dos o más sujetos regulada por el Derecho
objetivo.
El Derecho objetivo atribuye a uno de los sujetos
un poder y al otro, como contrapartida, un deber,
que está en la necesidad de cumplir para satisfacer
el interés que el sujeto titular del poder está
llamado a realizar con el ejercicio del mismo.
Las relaciones jurídicas nacen, brotan o surgen de
un hecho jurídico.

Por ejemplo, la relación de los cónyuges nace del


matrimonio; la del acreedor y deudor, de un
contrato, o de un hecho ilícito o de cualquiera otro
que la ley considere idóneo para producir
consecuencias o efectos jurídicos.
Aunque no única, la figura más típica de la
relación jurídica privada es el derecho subjetivo, o
sea, el poder reconocido por la ley a los
particulares para realizar sus intereses.
Estructura. Elementos: Sujetos, Objeto y
Contenido

Los elementos que forman la estructura de la


relación jurídica son tres: 1) los sujetos; 2) el
objeto, y 3) el contenido.
1) La relación jurídica se establece entre dos o
más personas, físicas o jurídicas, sean estas
últimas públicas o privadas.

Sujeto activo es la persona a quien el


ordenamiento jurídico atribuye el poder.

El acreedor es, por ejemplo, sujeto activo de la


obligación, y tienen el poder o la facultad para
obtener el pago de su crédito.
Sujeto pasivo es la persona sobre la cual recae el
deber.

El deudor, verbigracia, es el sujeto pasivo de la


obligación, el que está en la necesidad de
satisfacer la deuda.
Los sujetos que crean la relación se llaman partes,
en contraposición a los terceros que, en general,
son las personas que jurídicamente no pueden
considerarse partes o sujetos de una determinada
relación jurídica.

La denominación de tercero deriva de los


ejemplos de la escolástica, o sea, de la enseñanza
que se impartía en la Edad Media en las Escuelas
y Universidades árabes, judías y cristianas: las
partes se designaban con los numerales “Primus”
y “Secundus” y con el de “Tertius” a la persona
extraña a la relación.
2) Objeto de la relación jurídica

El objeto consiste en la entidad sobre la que recae


el interés implicado en la relación: bienes
materiales (una casa) o inmateriales (un crédito),
los servicios, los vínculos familiares.
3) El contenido de la relación jurídica

El contenido lo forman los poderes y deberes que


ésta encierra y que constituyen su integral
sustancia.

Por ejemplo, el poder que tiene el acreedor, que


prestó una suma de dinero para exigir su
devolución al deudor, y el deber de este último
obligado a devolverla.
Otro ejemplo, el poder o señorío del dueño de una
cosa y el deber de todos los demás miembros de la
comunidad, sobre los cuales pesa el deber de
abstenerse de turbar el pacífico ejercicio de ese
derecho de propiedad.
El derecho subjetivo

Según el concepto tradicional, el derecho objetivo


es el derecho considerado como norma y el
derecho subjetivo es el derecho considerado como
facultad de un individuo o de varios individuos;
facultad resultante de la norma, y que entraña,
como consecuencia, un deber para los que están en
la necesidad de respetar tal facultad en virtud de la
norma misma.
Estructura del derecho subjetivo

Existen tres teorías principales que explican dicha


estructura y que discrepan en la determinación de
los elementos esenciales de aquella noción.
a) Teoría de la voluntad, para la cual el derecho
subjetivo consiste en un acto de voluntad;

b) Teoría del interés, que sostiene que el derecho


subjetivo es sólo un interés protegido por la ley, y

c) Teoría de la voluntad y del interés combinados,


según la cual el concepto que nos preocupa no es
simplemente un acto de voluntad o un interés
protegido por la ley, sino la resultante de ambos
elementos.
a) Teoría de la voluntad

Su fundador fue Savigny, y Windscheid, su


constructor más perfecto.

Este último, en su famosa obra Pandectas, define


el derecho subjetivo como un poder o señorío
concedido a la voluntad por el ordenamiento
jurídico.
El ordenamiento prescribe una norma, ordena una
determinada conducta, poniendo este precepto a la
libre disposición de aquel a cuyo favor lo ha
dictado.

De la norma así surgida puede valerse el particular


con plena libertad para la consecución de sus
fines, y si se vale de ella, el ordenamiento jurídico
le proporciona los medios adecuados para
constreñir a los demás a la observancia de aquel
precepto.
Pero lo decisivo es la voluntad del individuo: el
ordenamiento jurídico, dictado el precepto, se
desprende de él a favor del particular; la norma
abstracta se concreta en una particular protección
del sujeto por determinación de su voluntad, que
es decisiva para el nacimiento del derecho.
Diversas objeciones se han hecho a la teoría de
Windscheid y de los que lo siguen.

Obsérvase principalmente que no puede explicar


los casos en que el derecho existe con
independencia de la voluntad del titular. Y que si
en ésta se basa el derecho y ella determina la
actuación del precepto dado en el ordenamiento
jurídico y puesto a disposición del particular, no se
concibe cómo el derecho puede surgir también en
un incapaz, en el loco y en el niño, en los cuales
no hay voluntad ni puede darse otra que la
substituya si carecen de representantes.
Ni se explica cómo puede tener derecho una
persona que ignora que lo ha adquirido, cual
sucede con el heredero que ignora que lo es.
Tampoco se explica cómo tiene derechos el hijo
que se encuentra en el claustro materno.
b) Teoría del interés

El fundador de esta teoría es Rudolf von Ihering,


quien expuso su doctrina principalmente en su
obra “El espíritu del Derecho Romano”.

La teoría del interés sostiene que la existencia de


los derechos se da en razón de ciertos fines que el
titular necesita o quiere alcanzar. Son ellos los
que constituyen la substancia del derecho
subjetivo.
Los fines no son sino los intereses que la ley
considera dignos de su protección.

Por eso puede decirse que el derecho subjetivo “es


un interés jurídicamente protegido”.
Entre otras objeciones a esta teoría, se han hecho
valer las siguientes:

1) El interés no constituye la esencia del derecho,


sino solamente el fin del mismo, ya que si bien es
verdad que para tutelar un interés (por cierto que
un interés digno de protección jurídica), el
ordenamiento concede derechos al particular, no
radica en él o, por lo menos, en él solamente, la
esencia del derecho subjetivo. Este tiene, en todo
caso, además del momento del interés, el de la
posibilidad de actuación individual, lo cual sólo
puede hacerse por acto de voluntad.
2) ¿Cómo conciliar la fundamentación del
derecho subjetivo en el interés con la circunstancia
de que, en muchas legislaciones, se admite que un
derecho pueda ser ejercitado por un mero querer,
porque sí, sin interés alguno?
3) Existen intereses garantizados por la ley que no
constituyen un derecho subjetivo, como acontece
con las normas de policía. En estos casos no se
trata de derecho subjetivo alguno, sino
simplemente, como lo manifiesta el propio
Ihering, del efecto reflejo del derecho objetivo.
c) Teoría de la voluntad y del interés
combinados
Esta teoría, cuyo origen se encuentra en la
doctrina de Bekker sobre el sujeto de derecho,
sostiene que la estructura del derecho subjetivo no
se basa ni en un puro acto de voluntad ni tan sólo
en un interés que la ley protege, sino en ambos
elementos conjuntamente: voluntad e interés.
La voluntad sirve para concretar el derecho
subjetivo; el interés constituye su contenido.

Es ilógico apoyarse sólo en uno u otro. No se


puede tener algo concreto sin contenido o un
contenido no concretizado.

De ahí que las dos teorías, la de la voluntad y la


del interés, sean insuficientes. Es preciso
reunirlas. Y así tenemos la teoría de la voluntad y
del interés combinados.
En todo derecho, pues, hay que distinguir dos
elementos: el goce, interés o provecho y el poder
de actuar, de hacer valer el interés, de disponer.

Por eso puede definirse el derecho subjetivo como


“el poder de obrar de una persona individual o
colectiva para realizar un interés dentro de los
límites de la ley”, o bien, “el poder de la voluntad
del hombre de obrar para satisfacer los propios
intereses en conformidad con la norma jurídica”
(Ionescu).
El profesor Antonio Vodanovic define derecho
subjetivo como “el poder que tiene una persona
para satisfacer sus fines o intereses bajo la
protección del ordenamiento jurídico”.

El poder o señorío y su pertenencia a un sujeto de


derecho son los elementos esenciales del derecho
subjetivo.
El derecho subjetivo, concretamente, se traduce en
el poder reconocido a una persona frente o contra
otra u otras para exigir el respeto del goce de un
bien, la entrega de una cosa o la realización de un
servicio (Ripert).
Se dice que el derecho subjetivo es el señorío del
querer, porque la voluntad del titular es libre y
soberana para determinar si aquél se ejerce o no.

Cuando a un individuo le chocan culpablemente


el automóvil, tiene derecho a ser indemnizado.
Pero, a veces, este derecho no se hace valer si el
autor es un amigo.
Clasificación de los derechos subjetivos según
su objeto y contenido
Esta clasificación se hace atendiendo a la norma de
derecho objetivo en que se fundan los derechos subjetivos,
según sea aquélla de Derecho Público o Privado.

Por consiguiente, los derechos subjetivos públicos pueden


pertenecer no sólo al Estado y demás entidades de carácter
político o público, sino también a los particulares , y
viceversa, los derechos privados incumben no sólo a los
particulares sino también al Estado y demás personas
jurídicas de carácter político o público.
Los derechos públicos no deben confundirse con
los derechos políticos. Estos son sólo una especie
de aquellos.

Los derechos políticos, por lo que atañe a los


individuos, se reducen a los tradicionales “jus
suffragii” y “jus honorum”, o sea, derecho de
sufragio y derecho a ser elegido para cargo de
representación popular. Los públicos son, en
cambio, múltiples y de variada índole (derecho a
la percepción de impuestos, derecho de los
empleados a la promoción, a la inamovilidad,
etc.), y entran tanto en el campo del Derecho
Constitucional como en el del Derecho
Administrativo.
División de los derechos subjetivos privados:
Patrimoniales y Extrapatrimoniales
Derechos patrimoniales son los que tienen por
contenido una utilidad económica, o, en otros
términos, todos aquellos que pueden valuarse en
dinero.

Derechos extrapatrimoniales, son aquellos que no


contienen una inmediata utilidad económica, ni
son por ello valuables en dinero, como los
derechos de la personalidad y los de familia.
Derechos extrapatrimoniales: Derechos de la
personalidad y Derechos de familia
Los derechos de la personalidad son los derechos
inherentes a la persona. Se caracterizan por ser
originarios, es decir, nacen con la persona; absolutos, esto
es, pueden ejercerse contra todos, “erga omnes”, y son
inseparables del individuo, éste no puede desprenderse de
ellos.

Son derechos de este tipo los que conciernen a la


individualidad física, y que tienen por objeto, primero
asegurar nuestra propia existencia (la vida), y, en seguida,
la integridad corporal, la salud, la actividad física.
También son derechos de la personalidad los que
atañen a la individualidad moral del hombre y que
tienen por objeto el honor en sus diversas
manifestaciones, y comprenden también el
derecho al nombre y a la actividad intelectual.
Derechos subjetivos patrimoniales: Derechos
reales y Derechos personales
Derecho real (jure in re) es el que concede al
titular un poder inmediato sobre la cosa.

La definición legal la encontramos en el Art. 577:

“Derecho real es el que tenemos sobre una cosa


sin respecto a determinada persona”
Derechos personales son los que nacen de una
relación inmediata entre dos o más personas, en
virtud de la cual una (el deudor) es obligada a una
determinada prestación (dar, hacer o no hacer) a
favor de otra (acreedor).
Se encuentran definidos en el Art. 578:

“Derechos personales o créditos son los que sólo


pueden reclamarse de ciertas personas, que, por un
hecho suyo o la sola disposición de la ley, han
contraído las obligaciones correlativas; como el
que tiene el prestamista contra su deudor por el
dinero prestado, o el hijo contra el padre por
alimentos. De estos derechos nacen las acciones
personales”
Nacimiento, modificación y extinción de los
derechos subjetivos

Como toda entidad de real existencia, el derecho


subjetivo tiene su vida y recorre un ciclo que se
resume en los tres momentos de nacimiento,
modificación y extinción.
Nacimiento y adquisición del derecho

Nace un derecho cuando viene a la vida una


relación jurídica.

Y puesto que toda relación, cualquiera sea su


naturaleza, tiene un sujeto al que debe referirse,
natural resulta que a todo nacimiento corresponda
una adquisición, es decir, la unión del derecho a
una persona determinada.
El nacimiento del derecho subjetivo supone, como
el nacimiento de los seres, la incorporación al
mundo jurídico de una relación que antes no
existía.

Y así, por ejemplo, la ocupación de una res nullius


(cosa de nadie) produce para el ocupante el
derecho de dominio, que con respecto a ese bien
no existía en el mundo jurídico; la obligación que
una persona contrae de pagar a otra cierta suma de
dinero, da nacimiento al derecho de crédito,
porque éste sólo viene a existir desde el momento
en que aquélla persona celebra el compromiso;
con anterioridad, tal derecho no existía.
Adquisición originaria y adquisición
derivativa

Es originaria cuando el derecho que se une al


sujeto surge en éste directamente y de un modo
autónomo, es decir, independientemente de una
relación jurídica con una determinada persona.
La adquisición es derivativa cuando el derecho
procede de una relación con otro sujeto, relación
de la cual deriva el derecho a favor del nuevo
titular, ya sea que se traspase de uno a otro el
derecho mismo e íntegro que antes correspondía al
primero (transferencia del dominio de una cosa,
adquisición de una herencia), ya sea que sobre el
derecho del primero se constituya a favor del
adquirente un derecho nuevo que precedentemente
no existía en el otro como tal, sino que era en él
solamente el supuesto indispensable para la
constitución del derecho nuevo (constitución de
prenda o usufructo).
En otros términos, en este último caso se adquiere
un derecho nuevo que precedentemente no tenía
existencia por sí, sino que presupone la existencia
de otro derecho (la propiedad, en los ejemplos
señalados) en el cual se funda.
Por eso se subdistingue en la adquisición
derivativa:

a) Derivativa traslativa, en la que es el mismo


derecho el que se traspasa, y

b) Derivativa constitutiva, en que sobre la base de


un derecho preexistente se crea en otros un
derecho nuevo.
En la adquisición derivativa hay que distinguir el
autor o causante, que es la persona que transfiere
o transmite el derecho, y el sucesor o
causahabiente, que es la persona que adquiere un
derecho u obligación de otra llamada su autor.
Importancia de la distinción entre adquisición
originaria y derivativa

Tiene gran importancia distinguir entre


adquisición originaria y derivativa. Porque
tratándose de la primera basta examinar
únicamente el título del adquirente para
comprobar la eficacia y amplitud del derecho.
En cambio, si la adquisición es derivativa, es
menester examinar el derecho del titular anterior,
pues éste condiciona el derecho del adquirente o
titular actual.

Ejemplo: si yo adquiero un tesoro por ocupación,


para comprobar mi derecho basta examinar la
legitimidad de mi título. Pero si compro un
caballo a Pedro, no basta demostrar, para
comprobar mi derecho, la existencia de la venta y
tradición que me hizo Pedro de la cosa, sino que
es preciso también probar la legitimidad del
derecho de Pedro sobre el caballo.
El adquirente obtiene el derecho con las mismas
calidades y vicios o cargas que lo poseía su autor o
causante.

Sobre este principio se funda el antiguo adagio


que dice “nadie puede transferir a otro más
derecho que el que él mismo tenga” (“nemo plus
juris ad alium transferre potest quam ipse
haberet”), adagio que se halla aplicado en el Art.
682 de nuestro Código Civil.
Extinción y pérdida de los derechos

Correspondientes a los conceptos de nacimiento y


de adquisición son, en sentido inverso, los de
extinción y pérdida.

Extinción es la destrucción o consunción de un


derecho, que deja de existir para el titular y que
tampoco puede existir para cualquier otra persona
(una cosa de mi propiedad ha sido destruida, un
crédito mío ha prescrito).
Pérdida es la separación del derecho de su actual
titular, a la que puede seguir la adquisición por
otro, sea derivativamente (transferencia de la
propiedad de una cosa), sea originariamente
(ocupación de una cosa abandonada).
Modificación de los derechos subjetivos

Entre los dos momentos extremos del nacer y del


perecer de un derecho se desarrolla su vida con
múltiples vicisitudes. Los cambios, las
alteraciones, los incrementos que un derecho
puede sufrir, quedan comprendidos en el concepto
de modificación del derecho, amplio concepto que
abraza en sí el de la adquisición y pérdida cuando
ambos fenómenos se producen correlativamente, y
esto ocurre cada vez que el derecho que adquiere
una persona se pierde para otra, porque
modificación también es el cambio de sujeto.
Examinar y clasificar las vicisitudes que un
derecho es susceptible de tener, no es posible,
porque son infinitas.
Modificación subjetiva y modificación
objetiva
Las modificaciones pueden referirse al sujeto o al
objeto del derecho.

Modificación subjetiva es todo cambio que el


derecho sufre en la persona de su titular.

Cuando el cambio del titular se produce por acto


entre vivos, se habla de transferencia, y cuando se
produce por causa de muerte, se habla de
transmisión.
Las modificaciones objetivas se refieren al cambio
cualitativo o cuantitativo del objeto del derecho.

Las modificaciones cualitativas son aquellas en


que el derecho se transforma experimentando una
cambio en su naturaleza o en su objeto. Ejemplo
en la naturaleza: la hipoteca de un fundo, si éste
se destruye, se convierte en crédito de la suma
debida por el asegurador. Cuando es el objeto lo
que cambia, nos hallamos en presencia de una
subrogación real, que consiste en la substitución
de una cosa por otra, de una prestación por otra.
Las modificaciones cuantitativas son aquellas en
que el objeto o elemento real de un derecho se
incrementa (por edificación en un terreno el
dominio que me corresponde aumenta; por
consolidación del usufructo con la nuda propiedad
ésta se convierte en plena) o disminuye (el
acreedor en una quiebra recibe menos de lo que se
le debe).

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