Está en la página 1de 18

LA IGUALDAD

En efecto, la igualdad constitucional no afirma que los individuos


son iguales y no pretende conseguir que lo sean de manera real y
efectiva. Al contrario. Lo que la igualdad constitucional afirma es
que los individuos son diferentes y lo que persigue es posibilitar
primero que las diferencias personales se expresen como
diferencias jurídicas y garantizar después el ejercicio del derecho
a tales diferencias.

La razón de ser de la igualdad constitucional es el derecho a la


diferencia. No que todos los individuos sean iguales, sino que cada
uno tenga derecho a ser diferente. Aquí es donde está el secreto
de la proclamación constitucional de la igualdad. Si esto no se
entiende, no se entiende nada. Ni de la igualdad ni de los derechos
fundamentales.
LA IGUALDAD

Justamente por eso, la igualdad no es ni puede ser un derecho. El


derecho a la igualdad sería contradictorio con la condición
individual del ser humano y, en consecuencia, ni existe ni puede
existir. Aunque algún constituyente, en un arrebato de locura,
quisiera afirmar que los individuos son iguales y quisiera
configurar la igualdad como un derecho a ser iguales, no podría
conseguirlo.

El Derecho es un artificio inventado por los seres humanos para no


quedar sometidos en sus relaciones sociales a las reglas ciegas
de la naturaleza e ir consiguiendo espacios de libertad. Lo que se
ha perseguido siempre con el Derecho, desde sus manifestaciones
más primitivas hasta las más desarrolladas, es sustituir en el
ámbito de las relaciones humanas reglas exclusivamente
naturales por reglas artificiales, es decir convencionales,
producidas por los propios seres humanos.
LA IGUALDAD

El derecho a la igualdad supondría la negación de la individualidad


del ser humano. Por eso ni existe ni puede existir… La igualdad no
puede ser configurada como derecho porque repugna a la
condición individual del ser humano. El derecho a la igualdad sería
la cancelación de la individualidad del ser humano y supondría, en
consecuencia, la negación de todos los demás derechos. Si los
individuos tuviéramos derecho a ser iguales, el ejercicio de los
demás derechos sería imposible, ya que cada vez que ejercemos
un derecho lo hacemos de manera individual y, a través de tal
ejercicio, nos diferenciamos unos de otros… El ejercicio de los
derechos es una permanente manifestación de nuestra
individualidad, es decir, no de aquello en lo que somos iguales sino
de aquello en lo que somos diferentes.
LA IGUALDAD
El Derecho es, pues, incompatible con la configuración de la
igualdad como derecho. Y sin embargo, el Derecho sólo es posible
con base en la igualdad… La igualdad no es más que una técnica
para la gestión de la diferencia o, mejor dicho, de las diferencias
personales. Los seres humanos, como se ha dicho, son y no
pueden dejar de ser individuos… El ser humano en sus relaciones
con los demás seres humanos deja de estar sometido ciegamente
a reglas naturales, porque es capaz de sustituir dichas reglas
puramente naturales por otras artificiales, creadas por él mismo.
En esto es en lo que consiste la vida en sociedad: en la sustitución
de la naturaleza por el artificio. La sociedad es el artificio
liberador del ser humano… La sociedad es el fundamento de la
libertad humana. La libertad natural no existe. El concepto de
libertad es ajeno al reino de la naturaleza. En la naturaleza existe
la necesidad y el azar, pero no la libertad. La libertad es un invento
de los seres humanos, que no existe nada más que en el interior
de las sociedades humanas. Únicamente viviendo en sociedad el
ser humano puede ser libre.
LA IGUALDAD

…se puede decir que la desigualdad es más natural o, en todo


caso, menos artificial, menos ficticia, que la igualdad. Traducir las
diferencias por el color de la piel, por el sexo, por la fortaleza o
resistencia física o por la rapidez de la inteligencia, en
desigualdad política no exige un gran esfuerzo intelectual. Más
bien lo contrario. La desigualdad política no es más que la
traducción inmediata y directa de las diferencias personales.
LA IGUALDAD

Justamente por eso, la desigualdad ha sido la primera ficción para


explicar la convivencia humana. Y además la ficción con base en
la cual se ha explicado y justificado la convivencia humana en el
planeta durante casi toda la historia de la Humanidad. La
desigualdad es la ficción más natural, menos correctora de
nuestra condición animal. Es una forma relativamente poco
modificada de la ley del más fuerte, que casi se explica por sí
misma.
LA IGUALDAD

LA DESIGUALDAD

Tiene, además, dos ventajas adicionales. En primer lugar, es una


ficción que goza de manera inmediata de credibilidad. Esto es muy
importante. Una ficción, para que pueda servir de fundamento a la
convivencia, tiene que ser creíble… Desde que existe reflexión
escrita sobre la convivencia humana hasta que se inicia la
construcción del Estado Constitucional e incluso durante todo el
primer siglo largo de vida de esta forma política, la desigualdad en
cuanto principio explicador y justificador de la convivencia
humana ha sido considerado como algo casi evidente.
LA IGUALDAD

LA DESIGUALDAD

En segundo lugar, tiene la ventaja adicional de que constituye de


manera inmediata un principio de orden. Una sociedad constituida
con base en la desigualdad es una sociedad naturalmente
ordenada. A nosotros nos podrá parecer y de hecho nos parece
una sociedad injustamente constituida. Pero la jerarquización de
la sociedad consecuencia de la formalización política de las
diferencias personales es una de las maneras más estables de
organización de la convivencia que se han conocido. Ha sido el
principio universal de explicación y justificación de la convivencia
humana hasta fecha muy reciente.
LA IGUALDAD

Millones de individuos diferentes que pueden hacer valer sus


diferencias personales a través de la autodeterminación de su
conducta sólo puede conducir al caos. A partir de la afirmación
extrema de la individualidad personal que implica el concepto de
dignidad humana no hay forma de explicar cómo se constituye
ningún tipo de sociedad…. Sin la dignidad humana la sociedad
individualista e igualitaria no sería intelectualmente pensable.
Pero sin el componente político que se le añade no sería
técnicamente organizable…
LA IGUALDAD

Dicho componente político de la igualdad constitucional es la


voluntad general, que es el elemento rector de la sociedad
individualista e igualitaria. La voluntad propia es el elemento
rector de la vida del individuo. La voluntad general es el elemento
rector de la vida de la sociedad…la dignidad contempla la voluntad
desde una perspectiva exclusivamente humana, en lo que equipara
a todos los seres humanos en la medida en que los distingue a
todos sin excepción de los demás individuos del reino animal y en
lo que diferencia a cada ser humano de los demás seres humanos
mediante la determinación libre de su conducta con base en su
propia voluntad…
La voluntad general, por el contrario, contempla la voluntad
humana desde una perspectiva exclusivamente política. No
contempla las voluntades de los individuos en cuanto individuos,
sino única y exclusivamente en cuanto ciudadanos…
LA IGUALDAD
Si en algún momento del proceso no se hace valer de manera real
y efectiva la igualdad en el sentido fuerte del término, es decir, no
se produce la cancelación de nuestra individualidad, la sociedad
democrática sería inexplicable y, en consecuencia, imposible. La
sociedad individualista solamente puede existir si hay un
momento en el que se produce la cancelación de la individualidad
de quienes la integran. En algún momento tiene que quebrar la
individualidad radical de nuestra condición para que la
democracia sea posible.
Esto, justamente, es lo que ocurre en el acto de la votación en el
ejercicio del derecho de sufragio. En el momento de la votación y
únicamente en el momento de la votación cada individuo deja de
ser individuo para ser exclusivamente ciudadano. El momento de
la votación es el único en la vida de un ser humano en el que un
individuo es exactamente igual que otro, en el que se suprime la
diferencia y en el que se impone de forma absoluta el principio de
igualdad. El voto es lo único que no se puede personalizar. La
personalización del voto lo convierte en nulo.
LA IGUALDAD

Esta homogeneidad exclusivamente política de millones de


voluntades heterogéneas es lo que hace posible la formación de la
voluntad general. En el acto de la votación queda cancelada la
individualidad del votante, que cuenta únicamente como fracción
anónima de un cuerpo electoral único que constituye la voluntad
general…
LA IGUALDAD

Si toda la complejidad personal que hay detrás de cada voto se


introdujera en la urna, no habría síntesis posible. No habría
voluntad general y no habría autodirección política de la sociedad,
es decir no habría democracia. Estaríamos en la anarquía, que es
la traducción inmediata y directa, sin límites, de la libertad
personal. La anarquía no es más que el ejercicio de la libertad
personal sin el límite de la voluntad general… La cancelación de
nuestra individualidad en el acto de la votación en la que descansa
la voluntad general es lo que nos proporciona el derecho a ser lo
que queramos ser el resto de nuestra vida. Lo atractivo de la
democracia no es el momento de la votación, si no lo que ese
momento nos permite hacer el resto del tiempo…
LA IGUALDAD

La voluntad general es, pues, el canon de la igualdad, que,


precisamente por eso, solamente puede ser política. La igualdad
social, económica, educativa… Ni existen ni pueden existir. La
igualdad no es ni siquiera jurídica. La igualdad es exclusivamente
política. El único punto de conexión entre la igualdad política y el
mundo del Derecho es la igualdad constitucional. La Constitución,
como ya sabemos, es el punto de conexión entre la Política y el
Derecho. La igualdad constitucional es el concepto que sintetiza
dicha conexión. La igualdad constitucional es el punto de llegada
de la Política y el punto de partida del Derecho.
LA IGUALDAD
Justamente por esto, aunque el fundamento de la igualdad, la dignidad
humana, es un principio universal, en la práctica la igualdad no opera
como principio universal. Iguales no son todos los seres humanos, sino
únicamente aquellos que participan en la formación de la voluntad
general. La igualdad que se afirma con base en la dignidad es una
igualdad humana y, por tanto, universal. La igualdad que opera real y
efectivamente es la igualdad política, la igualdad de quienes participan
en la formación de la voluntad general. De ahí que la igualdad que se
proclama en los textos constitucionales sea la igualdad de los que son
nacionales de un país, de los españoles en España, de los franceses en
Francia y así sucesivamente. Quienes no son nacionales, como hemos
tenido ocasión de ver en la lección anterior, también son portadores de
dignidad y titulares, por tanto, de determinados derechos. Pero su
posición jurídica no es la misma que la de los ciudadanos. Estos y
únicamente estos son iguales y son titulares de todos los derechos a
través de los cuales se pueden hacer valer todas las diferencias
personales. Del derecho a la diferencia en su integridad únicamente son
titulares los nacionales. Es lo que se gana con el sacrificio de la
individualidad personal en el momento de la votación, es decir, en el
proceso de formación de la voluntad general…
LA IGUALDAD

La ley, las leyes, no contemplan, pues, a los individuos en lo que


tienen de iguales, sino en lo que tienen de diferentes. A uno lo
contempla como comprador y a otro como vendedor. A uno como
demandante y a otro como demandado. Y así sucesivamente. La
ley, las leyes, sólo existen por la diferencia y para la diferencia. No
existen por la igualdad y para la igualdad.
LA IGUALDAD

Por eso el Derecho ha sido una categoría marginal, periférica, en


las sociedades que descansaban en la desigualdad y se ha
convertido en la categoría central, a través de la cual se expresan
todas las relaciones entre los seres humanos en la sociedad que
descansa en la igualdad…la igualdad es una, la diversidad jurídica
infinita. La voluntad general es una, las manifestaciones de la
voluntad general son innumerables. La Constitución es una, las
leyes son muchas. La igualdad es la Constitución. La diversidad
son las leyes.
La Constitución únicamente puede contemplar a los individuos en
lo que tienen de iguales. Las leyes únicamente en lo que tienen de
diferentes. Los seres humanos en una sociedad democrática son
simultáneamente ciudadanos, es decir, iguales ante la
Constitución e individuos, es decir, diferentes ante la ley. En esta
combinación entre igualdad y diferencia, entre Constitución y ley
consiste el ordenamiento jurídico.
LA IGUALDAD
La igualdad ante la ley es, pues, un imposible lógico. Cuando
hablamos de igualdad ante la ley estamos diciendo algo que es
simplemente absurdo. Una cosa es que la ley sea la misma para
todos y otra muy distinta que todos seamos iguales ante la ley….
La igualdad constitucional no exige la igualdad legislativa, sino
que exige la neutralidad legislativa, que es algo muy distinto. La
ley no puede ser igual, pero si debe ser neutral, es decir, debe
regular el ejercicio del derecho a la diferencia sin tomar partido
por nadie….justamente por eso, la igualdad constitucional no
prohíbe que el legislador diferencie. Si lo hiciera, el legislador no
podría hacer nada. No se aprobaría ni una sola ley. Lo que
prohíbe es que diferencie de una manera no objetiva, no
razonable y no proporcionada. Es decir, que tome partido ante
el ejercicio del derecho a la diferencia. De ahí que el contenido
de la igualdad no sea otro que la prohibición de la
discriminación…

También podría gustarte