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4 CULTURA Y COMERCIO DEL LIBRO DE TEXTO Introduccion Los capitulos anteriores han examinado de qué manera, tanto en el pasado como en el presente, 1a politica y la practica de control de la ensefianza se desarrollaron en la interseccién de la dindmica de clase y de género y a partir de las condiciones politicoeconémicas de las que las escuelas participaban. En ellos se ha insistido en el interjuego de estructura y agentes, mostrando las causas y los resultados contradictorios de las maneras en que se constituyé la ensefianza a lo largo del tiempo, a la vez que se han apuntado los efectos perma- nentes de la constitucién de ja ensefianza, en escuelas elementales, como «traba- jo de mujeres». Mientras que hasta ahora el foco lo han constituido los maes- tros, en el préximo apartado del libro centraremos la atencién en losftextos} x El problema no seré solamente el control de quién debe ensefiar y en qué condi- ciones debe ensefiar, sino, ante todo, de qué debe ensefiarse. 2Cémo se han reflejado las ya analizadas presiones a los maestros en los curricula y los libros de texto, en Jas politicas articuladas por informes naciona- les, de tan amplia repercusién en las autoridades estatales y locales, y en la esttuctura econémica y tecnoldgica de la sociedad global? ¢Quién se beneficia con estas presiones y politicas curriculares? Puesto que es el libro de t aa el que establece en gran parte las condiciones materiales de la ensenanza y el_ x aprendizaje en las aulas de muchés paises de todo ef mundo, y puestd que es también el que muchas veces define cual es la auténtica cultura de élite y quién legitima qué es lo que debe transmitirse, comenzaremos precisamente con el libro de texto. ; En los Estados Unidos, el libro de texto esté cada vez mds «manipulado por los sistemas». Esté cada vez més racionalizado y més preparado ‘para poner a prueba los programas y las medidas de competencia, sobre todo en el nivel elemental; pero con el desarrollo de los tests de competencia en las escuelas 88 | El comercio del libro de texto secundarias del Estado, esta racionalizacién y estandarizacién también aumenta répidamente. Aunque el libro de texto puede ser parcialmente liberador, ya que puede aportar el conocimiento requerido allf donde esta informacién falta, a menudo el texto se convierte en otro aspecto de los sistemas de control que he analizado anteriormente. Poco es lo que queda a la eleccién del maestro a medida que el Estado invade cada vez mas los tipos de conocimiento_que_ se deben ensefiar, los productos y.metas finales de la ensefianza y los modos de lograrlos. No obstante, incluso con esta invasién, también aquf vérémos qué Ta cultura, el Estado y la economfa mantienen complicadas interrelaciones que han sido y son mediatizadas por la dindémica de clase y la de sexo. Cuitura y comercio Podemos hablar de cultura en dos sentidos: como un’ proceso vivido,/como lo que Raymond Williams ha Iamado la totalidad de un modo”dé vida, o bien como una inercancia.| En el primer sentido enfocamos la cultura como un pro- ceso social C6AStittitivo a través del cual vivimos nuestra vida cotidiana. En el segundo, ponemos el énfasis sobre los productos de la cultura, la mera obje- tualidad de las mercancfas que producimos y cénsumimos. Naturalmente, esta ‘distincién sélo puede mantenerse en un nivel analitico, ya que la mayor parte de lo que se nos aparece como cosas —bombillas eléctricas, coches, discos y, en el caso de este capitulo, los libros—, forman realmente parte de un proceso social més amplio. Como Marx, por ejemplo, pasdé afios tratando de demostrar, todo producto es una expresién del trabajo humano materializado. Bienes y servicios son relaciones entre personas, a menudo relaciones de explotacién, pero, de todos modbos, relaciones. Encender la luz cuando uno camina en una habitacién no es sélo utilizar un objeto, sino también hallarse implicado en una relacidn social anénima con el minero que ha extrafdo el carbén que se quema para producir electricidad. Esta doble naturaleza de la cultura plantea un dilema a los individuos inte- tesados en comprender la dindmica de la cultura popular y de élite en nuestra sociedad. Esto hace que el estudio de los productos culturales dominantes —desde films hasta libros, televisién y musica— sea decididamente dificil de abordar, pues detrés de cada una de estas «cosas» hay conjuntos completos de relaciones. Y estas dltimas, a su vez, se insertan en telarafias mds complejas compuestas por relaciones sociales y de mercado propias del capitalismo. Aunque conocemos el peligro de caer en el reduccionismo economicista, es __1. Raymond Williams, Marxism and Literature, Nueva York, Oxford University Press, 1977, Pag. 19 (trad. cast.: Marcismo y literatura, Barcelona, Edicions 62, 1980). Véase también, Michael W. Apple y Lois Weis, comps., Ideology and Practice in Schooling, Filadelfia, Temple University Press, 1983, en especial el capitulo 1 Cultura y comercio | 89 esencial que contemplemos mas de cerca esta economia politica de la cultura. eCémo puede la dindmica de clase, de sexo y de raza «determinar» la produc. cidn cultural? ¢Cémo «mediatizany las estructuras econémicas y sociales la orga- nizacién y la distribucién de la cultura* Cudl es la relacién entre un pro- ducto cultural —por ejemplo, un film o un libro— y las relaciones sociales de su produccidn, accesibilidad y consumo? No son cuestiones sencillas de res- ponder. Y no lo son al menos en dos sentidos. En primer lugar, los términos del lenguaje y los conceptos que usamos para formularlas son dificiles de escla- recer. En efecto, el significado de expresiones tales como «determinar», «media- tizar», «relaciones sociales de _producciény, etc. —asi como el aparato concep- Tual que subyace en elfas— no estd en absoluto univocamente establecido. Hoy, como siempre, se discute mucho acerca de su utilizacién.’ As‘, es dificil en- frentarse al problema de la determinacién de la cultura sin la clara conciencia de los instrumentos que se emplean. En segundo lugar, y en estrecha relacién con el primero, tal vez debido a las controversias tedricas que rodean el tema y las actitudes antipositivistas que he mencionado en el capitulo 1, la investigacién detallada y a gran escala de estas relaciones ha sido mds escasa de lo normal. Mientras que podemos disponer de interesantes andlisis ideolégicos y econdmicos acerca de un espec- taculo de televisién, una pelicula o un libro,’ sélo contamos con unos pocos estudios empiricos bien disefiados que examinen las relaciones econdmicas y sociales implicadas en las peliculas y los libros en general. Precisamente por ello es diffcil trazar un cuadro global. Esta carencia constituye un problema en el andlisis socioldgico en general; y més atin en el terreno de la educacién. Aun cuando el objetivo manifiesto de nuestras instituciones escolares tenga mucho que ver con los productos y los procesos culturales y con la transmisién cultural, sdlo en la ultima década, aproximadamente, la politica y la economia de la cultura que hoy se transmite realmente en las escuelas ha constituido un auténtico problema de investiga- cidn. Es casi como si Durkheim 0 Weber, por no citar a Marx, nunca hubieran 2. Janet Wolff, The Social Production of Art, Londres, Macmillan, 1981, pag. 47 3. He descrito esto con més detalle en Michael W. Apple, comp., Cultural and Economic Reproduction in Education: Essays on Class, Ideology and the State, Boston y Londres, Routledege & Kegan Paul, 1982. Para un andlisis ulterior, véase Williams, Marxismo y literatura; Colin Sum- ner, Reading Ideologies, Nueva York, Macmillan, 1979; G.A. Cohen, Karl Marx’s Theory of His- tory: A Defense, Princeton, Princeton University Press, 1978 {trad. cast.: La teorfa de la bistoria de Karl Mare. Una defensa, Madrid, Siglo XXI, 1986), y Paul Hirst, On Law and Ideology, Lon- dres, Macmillan, 1979. 4, Véase Todd Gitlin, «Television’s Screens: Hegemony in Transition», en Apple, comp., Cultural and Economic Reproduction in Education. La revista britanica Screen ha sido pionera en estos andlisis. Véase también Will Wright, Sixguns and Society,, Berkeley, University of California Press, 1975. Por supuesto, hay muchas investigaciones més sobre literatura. Para enfoques repre- sentativos, véase Terry Eagleton, Marxism and Literary Cristicism, Berkeley, University of Califor- nia Press, 1976 (trad. cast.: Literatura y critica marxista, Madrid, Zero, 1978).

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